Las despedidas que no hemos podido realizar

Cuando en el mes de marzo comenzó a hablarse de un virus desconocido que sufrían en China, no podíamos ni comenzar a imaginarnos lo que estaba por venir. Nadie esperábamos el tiempo que tendríamos que separarnos de nuestra vida. No éramos conscientes de lo que estábamos perdiendo. Si hubiera sido así, nos habríamos despedido. Nos habríamos despedido de nuestros compañeros de trabajo, de los del gimnasio, del camarero del bar de la esquina, de nuestras rutinas, del aire libre…de la vida que conocíamos. 

¿Por qué decimos adiós?

Los seres humanos necesitamos poder despedirnos con palabras de las personas, de las situaciones, de las cosas… Es de alguna manera una necesidad de poner palabras a una emoción intensa, y como sucede con todas las emociones intensas, ponerle palabras hace que sean más manejables. Es por esto que necesitamos, ante algo tan importante como las pérdidas, que realmente exista esa sensación de haber cerrado una etapa, de terminar algo, para poder sentirnos algo más reconfortados. Las despedidas nos ayudan a pasar a una etapa diferente de nuestras vidas.

Hay incluso estudios que señalan que, cuando alguien va a estudiar al extranjero, haber tenido una despedida apropiada era facilitador de que la experiencia en el extranjero fuera provechosa y agradable. 

Extraído de amazon.com

¿Y si no decimos adiós?

Si no logramos despedirnos ante pérdidas que podamos sufrir, es posible que nuestras sensaciones hacia éstas sean de que no se han resuelto, que aún no hemos hecho efectiva la separación de lo que teníamos antes. Podemos quedarnos atrapados en un luto extraño en el que no se pueda dejar de pensar sobre lo que podría haber sido. Incluso, podemos mantener de una forma ya ineficaz sentimientos de rabia, confusión o culpa

Incluso, más confuso aún, podemos experimentar una sensación de que en realidad no existió. Si una persona que conocemos desaparece sin despedirse, puede dar lugar a un sentimiento de extrañeza de la relación, causandonos una idea, que aunque reconocemos como falsa, no podemos evitar sentir que quizá esa relación nunca existió.

Las despedidas, sean más o menos formales, nos permiten dar sentido a las experiencias que hemos vivido y dejado de vivir. Si ya no están presentes, han de haber pasado por el proceso de despedida para que podamos continuar.

La inusual despedida que causa la COVID-19.

En marzo, cuando nuestra vida cambió en tantos sentidos para siempre, no hubo una fiesta con elementos que indicaban que no volveríamos al trabajo o a las clases tal y como las conocíamos. No le dimos un abrazo al camarero de siempre y le dijimos “ánimo, no sé cuándo nos veremos pero ha sido un placer tomar el café en tu bar.” En lugar de eso, nos encerramos en casa, sin poder tener contacto con nadie, sin saber cuánto tiempo estaríamos allí y cómo cambiarían nuestras vidas después. No pudimos decir adiós no sólo a un número importante de personas, sino a nuestros planes, expectativas, a lo que nos hacía sentir en paz, a la sensación de seguridad sobre nuestra propia salud… Hay tantas cosas que desaparecieron allí y tan pocas de las que hemos podido despedirnos adecuadamente…

De todas las pérdidas que hemos podido sufrir, una de las más significativas es la que ocurre si alguien ha fallecido durante el periodo de confinamiento. Ya escribimos una entrada en este blog sobre qué se puede hacer ante la pérdida de un ser querido en el confinamiento. Además los investigadores Burrel y Selman, publicaron en julio un artículo (Burrell & Selman, 2020) de revisión bibliográfica en el que recomiendan encarecidamente lograr llevar a cabo prácticas funerarias significativas en el caso de presentarse una pérdida de un ser querido. El hecho de que falten las prácticas funerarias ante un fallecimiento puede dificultar el proceso de duelo, deteriorar la salud mental y lograr una menor resiliencia tras el fallecimiento en cuestión. Se resalta en este artículo la importancia de llevar a cabo estos ritos funerarios de forma que sean útiles para las personas que han sufrido la pérdida para expresar las emociones negativas, así como un espacio de conexión significativa, aunque no pueda darse de forma habitual, o presencial.

De hecho, asociado a estas dificultades para llevar a cabo los rituales cotidianos y extraordinarios a causa de la pandemia, también podemos observar, como describe otro artículo publicado por Evan Imber-Black (2020), que las personas tendemos a reinventar las cosas que ya hacíamos antes. Leyendo este artículo se puede observar como hemos sido capaces, en muchas ocasiones, de crear un nuevo ámbito de ritos y celebraciones, con gran participación online, o con formas diferentes de expresar lo que se necesita en cumpleaños, bodas, graduaciones o funerales. Al lograr esto a pesar de las dificultades presentes por el COVID-19, logramos dar el significado habitual a los ritos de siempre con nuevas manifestaciones de los mismos.

Viendo esto, y sabiendo que la pandemia, por el momento, va a formar parte de nuestras vidas, posiblemente sea necesario que nos replanteemos lo que estamos dejando de hacer por el COVID. ¿Queremos dejar de celebrar los rituales de paso que siguen ocurriendo en nuestras vidas? Posiblemente lo que mejor podamos hacer es inventar, con un poco de creatividad, una nueva forma de expresar lo que estamos dejando pasar, decir adiós a la vida que teníamos antes, y continuar con nuestras vidas.

Fuentes:

Psychology Today.

Burrell, A., & Selman, L. E. (2020). How do Funeral Practices impact Bereaved Relatives’ Mental Health, Grief and Bereavement? A Mixed Methods Review with Implications for COVID-19. OMEGA-Journal of Death and Dying, 0030222820941296.

Imber‐Black, E. (2020). Rituals in the Time of COVID‐19: Imagination, Responsiveness, and the Human Spirit. Family Process59(3), 912-921.

Escrito por Lara Pacheco Cuevas

TAREA DE VERANO: (SABER) ABURRIRSE

Imagen extraída de www.cadenaser.com
Imagen extraída de www.cadenaser.com

Llegan las vacaciones estivales y con ellas el gran dilema ¿qué hacemos con tanto tiempo libre? o incluso peor ¿dónde ubicar a los niños para que no se aburran con tantas vacaciones por delante?

Después de la sobreestimulación escolar colocamos el rasero a un nivel semejante, y los niños han de estar ocupados, aprovechando el tiempo. Pero, ¿y si te dijéramos que tal vez sea conveniente que en lugar de coparles la agenda optéis por favorecer la existencia de tiempo libre? La no participación de los padres en ocuparles el tiempo vacacional propiciará que los niños lleguen a aburrirse y desde ese estado de inactivación empiecen a explorar nuevas actividades a las que dedicarse y con ello aparezca el aprendizaje de gestionar u ocupar el tiempo por sí mismos, sin la guía de los adultos. Explícitamente supondrá irles transfiriendo autonomía, y de forma latente les transmitimos que confiamos en su criterio y apoyamos sus gustos e intereses individuales.

El aburrimiento en el siglo XXI está demonizado

Sí, como lo oyes. En general, hoy en día existe una baja tolerancia a aburrirse. En cuanto aparece un período de tiempo de escasa actividad (o de baja estimulación de nuestro sistema nervioso) decimos que nos estamos aburriendo, y de manera casi automática echamos mano a nuestro teléfono móvil o cualquier otro aparato tecnológico; inmediatamente emerge una estimulación externa normalmente bastante activadora que nos distrae. Con los niños podríamos decir que facilitamos que ocurra exactamente lo mismo: móviles, tablets, videoconsolas, etc derriban inmediatamente al temido monstruo del aburrimiento.

A su vez, la tolerancia y costumbre a dicho nivel de estimulación que ofrecen las nuevas tecnologías ha desencadenado que nuestro umbral para llegar a aburrirnos sea actualmente mucho más bajo, lo cual suele vivenciarse como algo desagradable y a evitar rápidamente.

¿Por qué es importante aburrise?

El quedarse momentáneamente en ese aburrimiento propiciaría que tanto niños como adultos nos centráramos en nuestro mundo interior: que demos rienda suelta a la creatividad, la imaginación e incluso a la fantasía.

Asimismo, favorece el estado de motivación idóneo para empezar a hacer cosas (las que quiera que se elijan). Si estamos todo el rato ocupados nunca aparecerá ese aliciente de buscar nuevas tareas a las que dedicarnos, y por tanto esa autosuficiencia de organizar el propio tiempo.

Colateralmente alimenta la capacidad tolerar de frustración, es decir, sobre todos los más pequeños aprenderán que no siempre el entorno les ofrecerá estímulos apetentes y distractores; sino que habrá períodos de menor activación, los cuales, además de necesarios para el descanso de su sistema nervioso, lo serán para que ellos mismos propicien actividades a las que dedicarse.

Todo ello sin olvidar la relevancia de las necesidades biológicas de nuestro cerebro. Pese a que solemos poner el foco en el requisito de estar atentos y/o concentrados (o en los problemas derivados de la falta de atención) se nos olvida otra necesidad bien importante: la desconexión, que permitirá que nuestro cerebro descanse, se oxigene y esté preparado para aquellos momentos en los que sea oportuno centrarse en una tarea de rendimiento. Hacer caso omiso de ello propiciará que nuestro cerebro no se conecte nunca cuando debe, es decir, que en lugar de no hacer nada de vez en cuando esté siempre agotado, de vacaciones, sobrecargado y desconcentrado.

El aburrimiento no es en sí algo negativo, sino que como adultos (y más en la faceta de padres) habrá que ser modelo para poder resignificarlo e inculcar que no es tiempo perdido (o lo que es más, que perder el tiempo es tan necesario como hacer cosas productivas).

Perder el tiempo ha sido una construcción social transmitida como potencialmente negativa, propia de vagos e incompatible con la cultura del esfuerzo, la competitividad, el triunfo (y por ende, de la felicidad): nada más lejos de la realidad. Y es que las mentes más brillantes seguramente dedicaron mucho tiempo a “estar aburridos” hasta que finalmente dieron con algo realmente novedoso. En situaciones de inactivación o improductividad, en los que nuestro cerebro está descansando (o descansado), es cuando será más factible producir algo innovador, ya que no está trabajando en “cualquier cosa”.

O como apunta el psicólogo clínico Juan Cruz, “Si no, ¿qué hacía Newton cuando formuló la Ley de la Gravedad? ¿Acaso no estaba contemplando absorto la naturaleza?”, o lo que es lo mismo… ¡estaba mirando las musarañas!.

Consejos (para niños y adultos) para reconciliarse con el aburrimiento

Has de saber que tan importante es el tiempo productivo como los períodos de “improductividad”, y esto también se aplica a adultos. Tiempo en el que no se hace nada, o al menos nada “productivo”, que también es hacer algo, aunque diferente al patrón de conducta esperado socialmente (tareas de una lista, cosas de provecho o con una finalidad concreta de producir, trabajo, deberes, obligaciones…). Por el contrario, todas aquellas tareas vacías de un contenido más allá del disfrute del descanso serán aconsejables y necesarias, sobre todo después del final del curso escolar (¡o de la jornada laboral!, ya que antes mencionamos que era una tarea pendiente sobre todo en los adultos).

Está claro que quizás no es fácil pasar de 0 a 100 inmediatamente, es decir, que cuesta desconectar y transladarse de la cultura del rendimiento a dedicarnos a “hacer nada”. Afortunadamente es una capacidad que se puede aprender y entrenar.

Las siguientes pautas pueden servirte para ello:

  • Haz una lista con aquellos deseos, retos o experimentos (cuando se refiere a niños siempre acordes a su edad evolutiva y si es necesario, supervisados por un adulto) que siempre hemos tenido en mente pero nunca hemos llevado a cabo. El objetivo será volver a ella y escoger cualquiera de esos items cuando tenemos tiempo libre, o mejor aún, buscando y propiciando el tiempo libre. Leer un bestseller al que le echaste el ojo hace tiempo, colorear (que no es solo tarea de los más pequeños de la casa), tumbarte a escuchar tu música favorita, cocinar un pastel todos juntos o mirar directamente a las musarañas pueden ser algunas de las posibles alternativas, ¡aunque hay miles, personalízalas!
  • Elige un momento en el día (y unos días en el año) en los que hacer nada. Centrados en el momento presente, es decir, sólo y exclusivamente en esa “tarea pasiva”, y no dedicando al mismo tiempo parte de nuestros recursos atencionales  a obligaciones o “tener que” que nos exijan producir. Ese momento extrapolado a los infantes supondrá no tenerlos entretenidos con todo tipo de juguetes y nuevas tecnologías, sino dejarlos por libre; eso facilitará que “no tengan nada que hacer” y ellos mismos propicien el a qué dedicarse en ese momento: hará que investiguen y generen experiencias derivadas de su mundo interior teniendo como elemento común la creatividad.
  • Deja a un lado la competitividad, la vida por y para el trabajo y los prejuicios sociales de ser “personas vagas”. Por contra, te animamos a poner el foco en otras parcelas de tu vida: ocio, aficiones, talentos no fomentados, descanso físico, dar rienda suelta a tu imaginación y mundo interior, etc. Cosas productivas (y mucho, aunque desde otra perspectiva a la que estamos acostumbrados) para la persona más importante en tu vida: Tú.
  • Reserva un espacio (tu espacio) en el que puedas estar solo, tranquilo, en el que nadie interrumpa ese momento que has decidido dedicar a hacer cosas con las que desconectar del acelerado ritmo diario.
  • Y además recuerda: el verano es un momento de flexibilidad. Fomenta que en cierta medida las normas y los horarios de todo el curso se puedan variar ligeramente (siempre sabiendo poner límites), con respecto a los pequeños haya un descanso de deberes, un espacio donde la familia comparta tiempo libre, etc. Descansan los niños sí, pero principalmente ayuda a que descansen los padres.

Así que este verano (y todo el año)… ¡que se aburran los niños! ¡y los adultos!

Escrito por: Maite Nieto Parejo

Fuentes: http://montessoridemetepec.edu.mx , www.lavanguardia.com

El juego libre como herramienta para el desarrollo cognitivo-social

Extraída de www.mimamadedia.com
Extraída de www.mimamadedia.com

“El juego es el instrumento que tienen los niños para interpretar la realidad, para entender cómo funciona la vida y para explicarlo todo, y si se pauta, codifica y vigila mucho, si les decimos qué han de hacer en cada momento, se les quitan herramientas para que luego puedan inventar respuestas con sus propios recursos a las situaciones vitales que se le presenten”, explica José Ramón Ubieto, profesor de Psicología de la UOC (Universitat Oberta de Catalunya).

El juego ha sido reconocido por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos como un derecho de todos los niños debido a la importancia que se le atribuye en el desarrollo infantil. Más específicamente se habla del tiempo de juego libre y no estructurado, esencial para el bienestar cognitivo, físico, social y emocional de los niños y jóvenes.

¿CUÁLES SON LOS BENEFICIOS DEL JUEGO LIBRE?

Se necesita jugar para un desarrollo cerebral saludable. El 75% del cerebro se desarrolla después de que nace un bebé, en los años entre el nacimiento y los primeros 20 años. El juego infantil estimula el establecimiento de nuevas conexiones entre células nerviosas cerebrales; esto es lo que ayuda al niño a desarrollar habilidades motoras gruesas (caminar, correr, saltar, coordinación) y habilidades motoras finas (escritura, manipulación de herramientas pequeñas, trabajo detallado de las manos). Jugar durante la adolescencia y en la edad adulta ayuda al cerebro a desarrollar aún más dicha conectividad, especialmente en el lóbulo frontal, que es el centro para planificar y tomar buenas decisiones.

El juego de simulación estimula la imaginación y creatividad. Los estudios han demostrado que los niños que son animados a usar su imaginación son más creativos en su vida adulta. Y es que la creatividad no se limita a la expresión artística, también ayuda a las personas a encontrar formas innovadoras en la solución de problemas cotidianos.

Es la capacidad de «hacer creer» lo que puede llevar la mente de las personas a lugares donde nadie ha ido antes.

El juego desarrolla la función ejecutiva del cerebro. Con función ejecutiva nos referimos a las habilidades mentales que nos permiten administrar el tiempo y la atención, planificar y organizar, recordar detalles y decidir qué es y qué no es apropiado decir y hacer en una situación determinada . También participa en el aprendizaje del dominio de nuestras emociones y a usar experiencias pasadas para entender qué hacer en el presente y/o futuro. La función ejecutiva es fundamental para el desarrollo del autocontrol y la autodisciplina. Los niños que tienen una función ejecutiva bien desarrollada se desempeñan bien en la escuela, mantienen relaciones sociales sanas y toman buenas decisiones. En resumen, el juego le aporta al lóbulo frontal del cerebro, el centro de la función ejecutiva, el entrenamiento necesario para su desarrollo.

El juego desarrolla la «teoría de la mente» de un niño. La «Teoría de la mente» es la capacidad de “caminar en los zapatos de otro”, es decir, poder ponerse en la situación del prójimo. Mediante el juego libre los niños aprenden a descubrir qué pensarán y harán los diferentes personajes, es decir, requiere comprender los pensamientos y sentimientos de los compañeros de juego. Una teoría de la mente bien desarrollada aumenta la tolerancia y la empatía por los demás así como su capacidad para trabajar bien en equipo.

MENOS JUEGO LIBRE, MÁS DEPRESIÓN Y ANSIEDAD INFANTIL

Cuando los adultos no dejan explorar el entorno, brindan todas las ideas para el tiempo libre y establecen las reglas del juego, los niños  se ven privados de aprender importantes habilidades sociales con los iguales y de experimentar la satisfacción por el propio logro. Después de todo, si un niño quiere que otras personas jueguen con ellos tiene que aprender a aceptar las ideas de otros y cooperar con un objetivo grupal, lo que servirá de entrenamiento para alcanzar un pensamiento más flexible y una autorregulación emocional adecuada.

Cada vez son más los psicólogos, pediatras y pedagogos que manifiestan que el exceso de sobrecontrol en el juego por parte de los adultos tiene relación causal con el aumento de patologías psicológicas como la depresión y la ansiedad en la población infantojuvenil de las últimas décadas. Y es que cuando gestionamos cuándo, dónde y con quién han de compartir su ocio se les resta confianza; el niño se siente más inseguro, con menor capacidad de autogestión, resultando finalmente en una merma de autoestima. En resumen, todos ellos factores de riesgo para sufrir depresión.

Frente a una sobreprotección paterna es recomendable que los progenitores opten por proporcionar una guía suave sobre el comportamiento positivo y la resolución de problemas, si es necesario, a medida que se desarrolla el juego de simulación.

¿QUÉ PODEMOS HACER LOS ADULTOS PARA PROPICIAR EL DESARROLLO DE DICHAS HABILIDADES COGNITIVO-SOCIALES?

Fomenta el juego libre: sí, definitivamente es importante proporcionar a los niños experiencias que les enseñan nuevas habilidades y cómo trabajar en equipo. También para paliar el declive de las horas de juego que está teniendo lugar en los últimos tiempos. Todo ello sin que la experiencia de juego sea tan reglada externamente, es decir, sin la omnipresencia de los adultos.

Juega con tus hijos: dedicarle tiempo en el día a día a jugar con ellos mejora las relaciones familiares, promueve la comunicación y la cooperación. Así mismo dejar que ellos dirijan ese tiempo lúdico te ayudará a conocer mucho acerca de “su mundo”.

Promueve, en la medida de lo posible, salir del ámbito urbano: elige parques infantiles y zonas donde se pueda disfrutar de la naturaleza para que el niño explore, sea creativo a la hora de incorporar en el juego los recursos que tiene a mano y sea independiente para valorar de lo que es capaz. También así se le brinda la posibilidad de aburrirse o frustrarse, factores igualmente necesarios para el desarrollo saludable del niño.

Piensa antes de comprar: el juego libre “sale gratis”. El exceso de juguetes aniquila la capacidad de improvisación de los niños a la hora de transformar los objetos cotidianos en materiales de juego, y con ello su potencial creativo.

Escrito por: Maite Nieto

FUENTES: lavanguardia.com , PsychCentral.

Sigue usando la imaginación aunque ya seas un adulto

Aunque una parte tremendamente importante en la cultura humana es la de imaginar cosas inexistentes, crear mundos imposibles e imaginar lo que podríamos desear. Sin embargo no todas las personas tienen la misma capacidad de imaginar y desde luego, esta capacidad cambia a lo largo de la nuestra vida. Si tu capacidad de imaginación se atasca, pregunta a un niño y verás cómo la suya es mucho más fluida.

¿Qué hace que la imaginación sea mayor en la infancia?

Los niños son más creativos, ya que su visión del mundo es incompleta y además requiere una actitud de descubrimiento. Se comprometen con su ignorancia en lugar de omitirla y en la necesidad de explorar, investigar y cuestionar sus ideas, buscan en muchas ocasiones cometer errores para descubrir algo nuevo. Al contrario que los adultos, a los niños no les importa cómo percibirán y evaluarán los otros sus ideas y mucho menos si éstas funcionan o no en el mundo real.

extraído de signature-reads.com
extraído de signature-reads.com

Hay un par de motivos más por los que se piensa que los niños pueden tener una capacidad imaginativa mayor. Por una parte, el adecuarse al sistema educativo que tiende a unificar la forma de pensar e incluso de resolver problemas. Según vamos creciendo y adquiriendo nuevos conocimientos de la cultura en la que vivimos, nuestro imaginario se forma en función de ellos, por lo que el contenido imaginativo más original se termina diluyendo en cierta forma.

Más allá de esto, hay motivos biológicos por los que la imaginación se merma con la edad. En la infancia el desarrollo cerebral aún no ha finalizado, y lo que tarda más en terminar de conformarse es la zona frontal. Aunque para una gran cantidad de funciones cognitivas superiores es necesario que esta parte del cerebro esté en sus mejores condiciones, justo la imaginación posiblemente pueda prescindir de su funcionamiento adulto. La zona frontal, entre otras funciones, es la que se encarga de la inhibición. Para la adecuada convivencia y adaptación a la cultura, la capacidad de inhibición es necesaria, pero no se lleva tan bien con la creatividad y la imaginación. Así pues, podríamos decir que el cerebro adulto es más propenso a reducir su capacidad imaginativa.

Sin embargo, esto no nos determina a la hora de ser imaginativos. De hecho, en una investigación se observó como al preguntar a personas adultas por respuestas imaginativas ante una situación, si se les planteaba que eran niños de 8 años, la creatividad e imaginación en las respuestas era mayor.

Así pues, aún con las variables biológicas en juego, podemos potenciar la capacidad imaginativa en la edad adulta. De hecho, no es sólo que podamos aún ser imaginativos, sino que es hasta recomendable serlo.

¿Cómo usar la imaginación en la edad adulta?

En las personas que han sufrido eventos traumáticos a lo largo de su vida, el imaginar situaciones diferentes respecto al trauma en muchas ocasiones puede ser tremendamente curativo. Pero no es sólo en casos extremos, sólo hay que probar a cerrar los ojos e imaginar una situación que nos resulte relajante (una playa tranquila, un bosque u otro paisaje que nos provoque esta sensación de relax) y observar que la capacidad de imaginar esto nos proporciona más tranquilidad.

Hay algunas situaciones en las que la imaginación puede ser una herramienta maravillosa tengamos la edad que tengamos.

1. La situación de relax. Si cierras los ojos, respiras despacio e imaginas un lugar donde te sientas cómodo, podrás automáticamente reducir en alguna medida el estrés. Si añades detalles de sonido, de tacto o le incluyes los máximos detalles posibles a la situación, será más fácil ponerse en el lugar y por tanto que te siente mejor.

2. La situación de ira. Aunque en las relaciones sociales la expresión del enfado ha de ser medida, es una emoción que de algún modo nos lleva a romper todos los cánones establecidos. Por la naturaleza de esta emoción, ésta nos empuja a atacar al otro físicamente, para salvaguardarnos. Ante la intensidad de esta emoción, en muchas ocasiones es más sano poder imaginar lo que querrías hacer con esa ira, literalmente, ya que al estar sólo en la imaginación, se logra descargar esa energía mientras que no se causan los daños que se producirían al trasladarlo a la realidad.

3. La figura de apoyo. Cuando te sientes decepcionado o triste, o desesperanzado, puedes crear un personaje que te acompañe en estas situaciones y que sea capaz de dar las respuestas ideales que te daría otra persona para darte consuelo, apoyo o fuerza para continuar. Estas respuestas perfectas dadas por un “otro” real en muchas ocasiones no son fáciles de obtener, pero si dispones de este personaje de apoyo, es más fácil que te proporciones a ti mismo ese consuelo y protección y en muchas ocasiones incluso te ayudará a pedir ayuda cuando lo necesites.

4. La situación erótica. Cuando estamos en una relación de pareja de larga duración, en ocasiones se convierte en algo rutinario y eso hace que la excitación sexual se reduzca. Si en el día a día inviertes algunos momentos en imaginar fantasías sexuales, esto puede ayudar a incrementar el estado mental en disposición de las relaciones sexuales. Las fantasías en absoluto han de ser sólo relacionadas con la pareja, precisamente, al no estar ocurriendo en la realidad, sólo incrementan las sensaciones que después podremos poner en práctica con nuestra pareja de años.

La imaginación es una herramienta de la que disponemos y que es algo que en el ser humano tiene muchas funciones y nos hace capaces de enfrentarnos de formas diferentes a la realidad. Atrevete a poner en marcha tu imaginación aunque ya no tengas 8 años, ¡como si todavía los tuvieras!

Fuentes: bigthink.com, psychcentral.com

Escrito por Lara Pacheco Cuevas

Creatividad y Depresión: ¿Qué hay de cierto en el cliché?

Extraída de https://www.boredpanda.com
Extraída de https://www.boredpanda.com

En el imaginario colectivo hay una idea enormemente extendida acerca de las personas creativas, que incluso las películas y los medios de comunicación no se cansan en reproducir… y es que parece que el creativo ha de ser una persona extravagante y con altos niveles de estrés emocional, como si para crear fuese necesario fuertes experiencias relacionadas con el dolor emocional. En los últimos años se ha intentado dar una respuesta convincente a este planteamiento, siendo precisos en la definición de las variables relacionadas en el tema. ¿Realmente la depresión nos dota de una mayor capacidad para ver el mundo de forma distinta? ¿Esto está íntimamente relacionado con un estado de ánimo bajo? ¿O bien el pensamiento divergente y la capacidad para crear puede afectar a nuestro estado de ánimo?

Entre los muchos encargados de pretender esclarecer esta respuesta, se encuentran el equipo de Christa Taylor, en un ambicioso trabajo publicado en Perspectives on Psychological Science, dividido en varias fases y utilizando el metaanálisis (el estudio y análisis de un gran número de trabajos relacionados con el mismo tema) como método principal de investigación. De un total de 3000 estudios potenciales, escogieron un total de 36 estudios específicos que abordaban dimensiones específicas de cada una de las hipótesis de trabajo.

En una primera fase se intentó establecer si ser creativo estaba relacionado con los trastornos del estado de ánimo. La selección de los participantes se hizo escogiendo una diversidad de personas relacionadas con el mundo del artes (escritura, bellas artes, estudiantes y eminentes figuras artísticas) y se concluyó una clara relación entre estado de ánimo y creatividad, con un efecto moderado y con mayor relación en trastornos específicos. En ese sentido, es el trastorno bipolar quien obtiene una mayor relación, mientras que en el trastorno distímico (un  estado depresivo mantenido en el tiempo y con una intensidad moderada) no se encontraban ningún tipo de proporción mayor que en la población normal sin síntomas anímicos.

Para afinar más en las conclusiones, Taylor reelaboró una nueva pregunta, ¿son las personas con diagnóstico clínico de estado de ánimo más creativas?. Escogiendo un nuevo metaanálisis compuesto por 13 estudios,  se obtuvieron diferencias no lo suficientemente significativas para concluir que las personas con diagnóstico clínico de estado de ánimo no distaban de la población general en sus capacidades creativas. Sólo para la pintura, sí que se encontraron una relación entre trastorno bipolar y depresión mayor, siendo esta relación moderada.

Todos estos hallazgos no dejan de ser contradictorios y pueden parecer confusos en un primer momento. En resumidas cuentas, parece ser que las personas creativas tienen propensión a un trastorno del estado de ánimo (más para el trastorno bipolar) pero el estado de ánimo no te hace más creativo de por sí.

Incidiendo en las variables que explican estos resultados, el dolor sufrido para conseguir el éxito posterior no significa necesariamente que esto les haya hecho más creativos, si bien puede que esa misma creatividad puede estar enterrada en muchas cualidades positivas y/o constructivas que no siempre se relacionan con el dolor emocional y no estudiadas en las distintas investigaciones. Entre las variables que sí podrían afectar positivamente, está que tal vez el estado de ánimo puede ayudar a una visión más profunda de la realidad en la que estamos inmersos, si bien parece que también ayuda la alternancia de estados anímicos bajos con épocas con mayor motivación, acorde con el perfil de comportamiento de una persona con trastorno bipolar. Por otro, si bien el estilo de vida de determinadas profesiones creativas tienden a cierta a jornadas laborales realmente agotadoras, y a pesar de que determinadas experiencias de flujo (una intensa conexión con la tarea que realizamos) puede llevarnos a restar importancia a cosas tan importantes como comer o dormir en determinados momentos, no parece que mantener estos niveles intensos durante mucho tiempo ayuden, provocando un efecto contraproducente en la creatividad si esto se mantiene en exceso.

Estos resultados comienzan y ayudan a entender la relación entre estado de ánimo y creatividad, si bien todavía queda un trecho por definir la manera exacta en que se relacionan estas variables. Estas conclusiones sí que pueden ayudarnos entender, sin embargo, la importancia que tiene mantener y fomentar las capacidades creativas en las personas con desorden anímico. Y plantearnos no caer en aseveraciones rotundas y prejuiciosas acerca del temperamento de las personas creativas.

Escrito por David Blanco Castañeda.

Fuente: The British Psychology Society – Research Digest.

Lo que nos hace creativos: La Personalidad Creativa

Extraído de www.paradigmacreativo.com
Extraído de www.paradigmacreativo.com

La creatividad es una de nuestras cualidades fundamentales y más poderosas de nuestro intelecto. En realidad, y tal y como describen los principales autores expertos en el tema, todos podemos ser en mayor o menor medida creativos, si bien cada uno posee un sustrato biológico que le hace más susceptible al desarrollo de unas potencialidades concretas, y por otro, que a pesar de ser un rasgo estable en el individuo, puede ser dependiente del entorno y del contexto, aumentando la capacidad creativa cuando tomamos una distancia psicológica respecto al problema. La creatividad ha sido descrita como una característica que encierra una enorme complejidad, implicando un funcionamiento interactivo del cerebro, tanto a nivel cognitivo como emocional. De esta manera, la neuropsicología ha reconocido la participación dinámica de diversas estructuras situadas en zonas temporales, prefrontales o parietales; íntimamente relacionadas con la memoria, la función ejecutiva o la imaginación¸ desestimando las teorías tradicionales que adjudicaban la creatividad al funcionamiento diferencial del hemisferio derecho, y demostrando más un procesamiento global, dinámico y en constante interacción de todo el cerebro.

Cuando se habla del creativo ideal, se describe a una persona que disfruta enormemente de lo que hace, que trabaja de forma constante, con un alto grado de autoexigencia hacia sí mismo y a los demás y con un alto grado de implicación en la tarea y vista ésta como un reto hacia sus capacidades y sus motivaciones. Es alguien activo y en flujo continuo con los objetos, situaciones o personas con las que se rodea.  Por esta razón, en el mundo laboral la creatividad es una característica tan codiciada, implicada íntimamente con un rendimiento laboral alto, una inteligencia emocional por encima de la media, capacidad para la resolución de problemas y las respuestas flexibles a los problemas. Pero, ¿no podemos ser susceptibles todos de mostrar un comportamiento creativo? ¿No nos pasa que a veces una tarea nos gusta tanto que perdemos la noción de tiempo, proponemos mil alternativas para mejorar su ejecución y estamos largo tiempo con ella?. Os dejamos una serie de cualidades de las personas altamente creativas, que podemos entrenar y sacar el mayor partido en nuestro día a día:

  1. Cuidan su energía y sus ritmos de trabajo. Contrariamente a lo que podría pensarse, la persona creativa sabe de sus capacidades y tras una temporada de trabajo intenso y concentración, vuelven a un estado de tranquilidad y sosiego para recargar sus baterías y volverse a sacarse el máximo partido. Estos periodos de descanso pueden ser también de reflexión o de ociosidad.
  2. Normalizan los opuestos y el cambio como expresiones cotidianas de la vida. En efecto, las personas creativas se experimentan como “muchas personas a la vez”, pudiendo ser por ejemplo muy abiertas en algunas situaciones y en otras más dadas a la introspección e introversión. Aunque a veces esto puede resultar un problema, esto le ayuda a entender el cambio como algo habitual en la vida, con lo que situaciones altamente estresantes pueden convertirse en todo un reto pasado el primer momento de crisis. Perciben las oportunidades y las contradicciones donde otras se quedan en las primeras impresiones.
  3. El desorden les estimula. Sí, las personas creativas pueden tener periodos de tiempo tremendamente desorganizados y despreocupados y sin embargo, suelen persistir en la tarea cuando muchos otros desisten y trabajar sin descanso durante horas y horas, perdiendo la noción del tiempo. Su secreto es combinar el orden y la perseverancia con el despiste y la despreocupación, aunque a los demás le cueste entenderlo.
  4. Sueñan despiertos. Las personas creativas conviven con la realidad y las ensoñaciones. Pensar sin un rumbo fijo y aparentemente en las nubes les permite alejarse de los caminos establecidos y ver asociaciones e ideas que los demás no ven y captar la información más relevante sin tener en cuenta los distractores habituales. En realidad, soñar despierto es más exigente y dinámico de lo que cabría pensar.
  5. Son observadores natos. La curiosidad es uno de sus motores más importantes, y todo puede ser susceptible de ser estudiado, comprendido y expandido. Pueden pasarse horas enteras centrados en sólo en una cosa, que puede permitirles el entendimiento de otras cosas más importantes. Y esta curiosidad también se extiende a los otros, con gran interés hacia los otros y a sus reacciones. Esto puede hacerles vulnerables cuando sus creaciones no consiguen el efecto esperado, con lo que pueden sentirse incomprendidos o no muy bien entendidos por los otros.
  6. Disfrutan del proceso creativo y convierten las tareas en metas. Tanto, que pueden pasarse horas trabajando, arriesgando y probando caminos diferentes, y ven cada tarea en una oportunidad para aprovechar su talento y habilidad. No se amedrentan con los errores y las caídas y suelen levantarse hasta conseguir sus objetivos e intereses.
  7. Están abiertos a las experiencias diferentes. Sin duda, la variedad en las experiencias que viven les permite adquirir una actitud de continua exploración, lo que permite no dar por sentado nada y dar mayor riqueza a lo vivido. Esto se refiere también a probar sensaciones, experiencias y situaciones que pueden salirse de toda norma social.
  8. Y sin embargo, también pueden ser muy tradicionales. En efecto, salirse de la norma sólo puede darse si se conoce muy bien la cultura de referencia y haber aceptado mucho de los valores tradicionales como ciertos; de la interiorización y reflexión de los mismos surge la rebeldía y el escepticismo a unos concretos.
  9. Tienen muy buen gusto. Disfrutan de la belleza y de lo que las otras personas no ven y para ellos es tremendamente fascinante. Tienen inclinaciones y gustos artísticos y en están en constante búsqueda de nuevas cosas que les interese.

Ya sabéis, la creatividad también puede aprenderse y estimularse. Basta con abrir bien los ojos a lo que tenemos a nuestro alrededor y percibir de cada momento lo que podemos aprender. ¿A que estáis esperando?

Escrito por David Blanco Castañeda.

Fuente: El País Digital, Huffington Post, Psychology Today, Rincón de la Psicologia, Scientific American

¿Qué puedo hacer si mi hijo se aburre?

“Papá, mamá, me aburro”. Los padres y madres se sorprenden ante esta afirmación, pues observan estupefactos cómo sus hijos están rodeados de muchas más actividades, tecnologías y juegos de los que ellos dispusieron cuando eran niños, y sin embargo ellos/as no recuerdan haberse aburrido. El aburrimiento es una sensación que todos, en algún momento podemos y debemos experimentar. Es algo a lo que tu hijo/a necesita enfrentarse, algo que no podemos evitarles ni resolver por ellos, sino que debemos permitirles que lo hagan por sí mismos.

Extraída de revistaimagina.com
Extraída de revistaimagina.com

Es cierto que actualmente los niños/as viven en un mundo donde la gran mayoría de su tiempo está preprogramado y gestionado. Hay una gran estimulación muy estructurada y habitualmente la motivación tiende a ser extrínseca, es decir, de fuera hacia dentro. Cuando después de largo tiempo de actividad programada un niño se encuentra con puro “tiempo libre”, éste pierde un poco de atractivo.

Así que, si volvemos a la pregunta del principio, generalmente los padres y madres responden un tanto contrariados ¿cómo puede ser que estés aburrido? y prosiguen con una serie de sugerencias para paliar ese aburrimiento, como ¿qué tal si…? ¿Por qué no haces…? ¿Prefieres esto otro…?

Esto no parece que vaya a “resolver el problema”, pues lo que realmente están diciendo es que no saben no estar ocupados. Y esto se debe, muy probablemente, a que los niños simplemente no disponen de suficiente tiempo libre, y que por lo tanto no han podido aprender ni saben qué hacer con él cuando lo tienen. Añadido a esto está el que al vivir en un mundo sobreestructurado y repleto de actividades pre-programadas, el mensaje que les enviamos es que cuando aparecen ratos en los que no sabes qué hacer, es algo malo, pues es un tiempo perdido que podría ser invertido en hacer algo productivo.

¿Cómo podemos contrarrestar esto? En primer lugar, entender que no eres tú como padre o madre el que debe encontrar las alternativas al aburrimiento, ya que esto dará lugar a más aburrimiento; pues el aburrimiento es señal de que tu hijo/a necesita llegar a algo por sí mismo/a. El aburrimiento no es algo malo. Sino todo lo contrario, pues es una señal interna que nos informa de que anhelamos algo y necesitamos explorar a nuestro alrededor hasta encontrar aquello que nos satisface.

Así que tal vez, la próxima vez que tu hijo/a te diga que está aburrido/a, puedes probar a respirar, sonreír y decir algo como bueno, entiendo que puedas estar aburrido, es una buena oportunidad para disfrutar de tu tiempo libre y descubrir algo que sea divertido para ti. Por supuesto, esto funcionará mejor si aumentamos y mostramos el valor que tiene el tiempo libre. No olvides que tú también necesitas tiempo libre, el cómo lo concibes y lo que haces con tu propio ocio también será un modelo para tus hijos. Gracias a los momentos de aburrimiento descubrimos nuestras grandes pasiones, que nos acompañarán durante un largo tiempo en nuestra vida y serán fuente de bienestar, algo fundamental si deseamos el aprendizaje de un estilo de vida en el que se incluya el autocuidado.

 Fuente: Psychology Today

 Escrito por María Rueda

Deseando ver a un líder

Extraída de https://serunlider7.wordpress.com
Extraída de https://serunlider7.wordpress.com

Hoy, en día de elecciones presidenciales, nos gustaría que quien saliera elegido fuese un partido capaz de transformar el país. Como si fuésemos un grupo de personas unidos todos hacia un mismo reto (la estabilidad y el crecimiento del país), hemos estado bombardeados estos días de campaña para elegir a aquella persona que reúne mayoritariamente nuestras expectativas y anhelos, esperando que nuestro voto sea transformador y suponga un verdadero cambio. Y aunque todo no es tan racional como nos parece, cada uno hemos ido eligiendo aquellos discursos que mejor representaban todo ello, personificadas en aquella figura que mejor logre alcanzarlos y que nos mantenga comprometidos con ese deseo de cambio. Pero, ¿tienen todos los candidatos madera de líder?. Exploremos lo que significa ser un buen líder y tomemos nuestras propias conclusiones

  1. Un buen líder ha de ser un modelo. En efecto, para que los seguidores podamos identificaros con el líder, el líder ha de tener las cosas claras y guiarnos en el proceso. Y como tal, su discurso está impregnado de la siguiente máxima: “hago lo que siento y siento lo que hago”. Su apariencia, ademanes y comportamientos reflejan su ideario y no hay titubeos; además, son a los seguidores a quienes hace partícipe de todo el proceso, convirtiéndose en un modelo positivo de sus propias ideas.
  2. Los líderes hablan de metas claras y concisas, ajustando las expectativas a lo que realmente pueden ofrecer. Todos podemos ofrecer una numerosa cuantía de promesas, pero los buenos líderes hablan tanto de metas como de limitaciones, teniendo claro el contexto donde se mueven y proponiendo una manera eficaz de llegar a ellas. Las metas las definen claramente. Esto nos permite operativizar nuestros recursos y el nivel de satisfacción que uno alcanza cuando consigue lo que se propone. Y nos da seguridad y alivio; sabemos lo que tenemos que hacer y cómo conseguirlo.
  3. Utilizan la creatividad como caja de herramientas. Si una cosa no ha funcionado en el pasado, no tiene porque funcionar en el presente. No tiene miedo de explorar nuevas fórmulas para solucionar los problemas que se le van presentando por el camino. De esto modo, invierten en el desarrollo intelectual de sus seguidores porque de las nuevas ideas pueden surgir nuevas soluciones. Y no tienen miedo de acudir a nuevos talentos para ello; el líder no lo sabe todo y por eso puede reciclarse con un equipo nuevo que se ajuste a la realidad cambiante. Hacernos más listos nos beneficia a todos.
  4. Nos considera individualmente. Nuestras preocupaciones son sus preocupaciones, y de este modo, habla en primera persona de nuestros problemas y dificultades porque son las mismas a las que él se enfrenta cada día. El escenario perfecto para él es aquél en que los seguidores pueden desarrollar sus necesidades y habilidades, porque el crecimiento de los seguidores posibilita su propio crecimiento. De esta manera crece la identificación con el líder: parece que todos vamos a una y que él es la pieza que nos impulsa a todos.
  5. Ellos también cometen errores. Y no hay excusas: nadie hablo de un escenario perfecto y él puede cometer errores, incluso dejar su puesto si el fallo ha supuesto una desestabilización grave. El fracaso es también parte del juego. Pero no hay dramatismos en su asunción y aceptación; un buen líder no habla pone excusas ni habla de agentes externos al problema, el buen líder habla de soluciones. De reiniciar. De reconocer los errores para volver a hacerlo mejor. Mejor reconocerlo: la adaptación nace de una oportunidad fallida.
  6. La mejor baza es la información. Por su posición, es probable que el líder conozca escenarios y circunstancias que otros muchos ni se habían planteado. Solo de estar bien informado puede uno tomar las mejores soluciones. Y sin embargo, no le importa compartirlas y trabajar en equipo con los diferentes sectores de la población para hallar una respuesta coordinada y adaptada a ella. La supervivencia del equipo puede depender de ello.
  7. Gestiona las crisis y nos gestiona emocionalmente. Porque pueden pasar terribles acontecimientos, el buen líder entiende las necesidades que se ponen en marcha en situaciones de grandes crisis y permite escenarios donde poder expresarlas y gestionarlas. ¿Para qué negarlas, cuando de una verdadera integración puede conseguir una verdadera colaboración de todos, totalmente necesaria en esa situación extrema? Al fin y al cabo, su equipo y motor somos nosotros; de nuestra estabilidad y salud puede sostener su propia situación.

Éstas son solo algunas de las características esperables para un buen líder, con el objetivo de poder transformar aquello que ha recibido y hacer algo mejor. ¿Podéis pensar en ejemplos de acciones y palabras vistas estos días? ¿Puede explicar esto vuestra adhesión a un candidato concreto? Reflexionad, al final la clave está en cambiar.

Escrito por David Blanco Castañeda

Fuente: psycentral, psychology today.

¿Puede ser la música un instrumento fundamental en la evocación de recuerdos?

 

Extraída de sentadaenmipupitre.wordpress.com
Extraída de sentadaenmipupitre.wordpress.com

Subo el volumen de mi tocadiscos en el salón. Suena “The Game of Love”, de Santana, y recuerdo la primera vez que la escuché en el salón de mis padres, las veces que la cantaba nerviosamente en la verbena del pueblo, y la primera vez que la bailé con mi pareja, riéndonos por lo tonto de nuestros movimientos. En un solo instante, varios recuerdos se han activado en mi mente y de repente puedo ver el complejo entramado entre situaciones, personas y lugares en mi mente con tan  sólo  escuchar una canción, como si estuviera otra vez dentro de esos recuerdos. Con este ejemplo cotidiano podemos observar la compleja conexión entre la música y nuestra memoria autobiográfica, siendo asombrosamente ricas algunas rememoraciones con notar los primeros tonos de una canción. ¿Es la emoción asociada a esos recuerdos lo que hace la canción por sí misma tenga tanta fuerza evocativa? ¿Qué zonas cerebrales pueden estar implicadas en la asociación  memoria y música? ¿Tienen estos hallazgos consecuencias para el abordaje de algunas dolencias neuropsicológicas? Parece ser que todas las preguntas comienzan a tener respuestas con evidencias sólidas, siendo la música considerada mucho más que un ruido de fondo insertado en nuestras vivencias. Y la primera consideración…las canciones funcionaban mucho mejor si pasaban largos tiempos entre escucha y escucha, siendo los recuerdos más fuertemente evocados cuando los tiempos eran más largos; la fuerza evocativa de la canción se diluía si estaba siendo constantemente recuperada.

Emoción, música y memoria…El primer estudio que ilustra esta interesantísima línea de investigación es el realizado por Amee Baird y Séverine Samson, que recoge la capacidad de evocación de recuerdos de canciones de éxito popular (con canciones que fueron éxito durante la vida de los sujetos de investigación desde que tenían 5 años hasta el momento de hacer la investigación) con pacientes con daño cerebral adquirido. Comparando los resultados con un grupo control, se encontró que la mayor fuerza evocativa la tenían las canciones con fuerte componente emocional positivo (contenido alegre) y que esto se registraba de manera manifiesta y consistente en los pacientes con daño adquirido, dejando claro lo importante que podría ser la música para recuperar recuerdos en aquellos sujetos con este tipo de daños, incluso por encima de las instrucciones verbales que ayudaban a recuperar contenido emocional. Estos hallazgos tenían una condición, los pacientes debían de tener intactas las zonas de reconocimiento tonal y las zonas fundamentales implicadas en la memoria autobiográfica.

¿Música y memoria, cuál es el mapeo cerebral específico? Dos estudios han avalado qué zonas podrían estar detrás de esta relación. El primero de ellos, realizado por el equipo del profesor Petr Janata, encontraron qué zonas cerebrales determinadas se relacionaban con la recuperación autobiográfica y las emociones cuando se escuchaba música popular utilizando técnicas de neuroimagen. Según sus resultados, era el córtex prefrontal medial derecho el que se activaba cuando se ponían en acción estos tres elementos (en el estudio, se les ponía canciones populares y se registraba cuáles de ellas habían evocado recuerdos autobiográficos si habían despertado en ellos emociones positivas), siendo esta zona por tanto relacionada con la recuperación de memorias cuando se escucha música, y siendo, curiosamente, una de las zonas que más tarda en afectarse en la Enfermedad de Alzheimer, teniendo grandes implicaciones positivas para la rehabilitación neuropsicológica. En el otro estudio, realizado por Alluri y colaboradores (de nacionalidad filandesa), se observó, midiendo componentes como el tono, el ritmo y el timbre de una canción determinada, cómo se activaban un gran espectro de componentes cerebrales en los sujetos experimentales, desde el cerebelo, la amígdala o zonas corticales superiores, dejando claro la profunda relación entre la música y las emociones, el movimiento y la creatividad.

¿Cómo podemos utilizar la música en la rehabilitación? En efecto, todos estos resultados muestran el importante recurso que puede suponer la música en la rehabilitación neuropsicológica. Así, la música puede servirnos para recuperar  gran variedad de información autobiográfica incluso cuando puede haber un deterioro cerebral importante, y como esto puede verse potenciado por su conexión emocional, despertando una gran gama de emociones (positivas y negativas) que ayuda a la persona a recuperar toda la fuerza intrínseca de cada evocación despertada con una canción.

Sí, puede considerarse de “sensibles” asociar canciones a situaciones vitales importantes, pero estas mismas canciones pueden servirnos de diario autobiográfico cuando una manta extensa (en forma de demencia o daño cerebral adquirido) parece taparnos la forma de acceder a nuestro recuerdo. Así que ya sabéis…darle al play al tocadiscos y disfrutar de vuestros recuerdos.

Escrito por David Blanco Castañeda.

Fuente:  Psychology Today

6 beneficios cognitivos del dormir bien que no te habían contado aún

Foto extraída de www.canalmascotas.com

Dormir es una actividad fundamental en nuestras vidas. Pero se nos olvida. Recientemente se publicaba un artículo en el que se nos mostraba como los españoles, al igual que en otros países, se duerme poco. Se suele decir que debemos dormir unas siete u ocho horas para descansar de manera adecuada y rendir de acuerdo a las necesidades del día, y si bien es una cifra que puede variar según las diferencias individuales (hay personas que con seis horas les basta), con el fuerte ritmo de nuestras vidas diarias muchos nos acostamos más tarde delegando en el café de la mañana lo que nos gustaría estar bajo nuestras sábanas. Lo cierto es, sin embargo, que dormir tiene una serie de beneficios muy importantes que no sólo repercute  en nuestro descanso, sino directamente en nuestra capacidad cognitiva. Detengámonos brevemente en ellos para darle al sueño la consideración que se merece:

a)      Podemos tomar decisiones. Una serie de investigaciones realizadas en el Current Biology muestran cómo podemos procesar información incluso cuando dormimos, y que incluso esta información puede utilizarse para tomar decisiones. En dicha investigación, mediante la utilización de electrodos para recoger la actividad cerebral de sujetos dormidos, se comprobó efectivamente que en el cerebro se activaban zonas similares al estado de vigilia en una tarea de elección y categorización de palabras que se realizaba cuando los sujetos estaban dormidos. Los participantes no recordaban  las palabras utilizadas cuando en el estado de sueño, pero la observación  de la actividad en el cerebro no daba lugar a dudas: el cerebro había podido realizar la tarea.

b)      Crea y consolida recuerdos. Está demostrado que una etapa de deprivación de horas de sueño tiene un efecto directo en la actividad del hipocampo, estructura íntimamente relacionada con la creación y consolidación de la memoria. De la misma manera, también es sabido que dormir adecuadamente tras una etapa intensa de aprendizaje ayuda a la consolidación de los recuerdos, de manera que dormir bien ayuda a que nuestro cerebro mantenga “frescas” las memorias adquiridas. Dejar el estudio de ese examen maldito o preparar una reunión la noche anterior a su defensa tal vez no sea la mejor forma para garantizarnos un buen rendimiento a la mañana siguiente.

c)      Nos ayuda a hacer conexiones inusuales. O lo que es lo mismo, mejora nuestra creatividad. En efecto, en una investigación reciente se comprobó la habilidad del sueño para mejorar conexiones nuevas y remotas de un material previamente conocido, dando una reinterpretación distinta a lo ya conocido y relacionando ideas aparentemente poco relacionadas. De ahí a  que muchas profesiones artísticas prefieran aprovechar las horas posteriores al sueño para aprovechar lo que Morfeo ha dejado bajo su almohada.

d)      Elimina lo que no nos sirve. Efectivamente, dormir limpia al cerebro de los desechos y toxinas que produce nuestro cerebro en estado de vigilia, pudiendo estar relacionado con la prevención de enfermedades como la del Alzheimer u otros trastornos neurológicos, al ser proteínas como la beta-amilode (proteína relacionada en la génesis y mantenimiento de los déficits cognitivos en la Enfermedad del Alzheimer) tendente a desecharse mientras uno duerme.

e)      Nos ayuda a planificar y recordar cómo hacer actividades físicas. Los husos del sueño, picos muy fuertes y muy intensos de actividad neuronal en determinados momentos del sueño REM, estarían detrás de la capacidad para almacenar, transferir y consolidar información de los sistemas a corto cerebro  del lóbulo frontal a los sistemas a largo plazo del lóbulo temporal, de manera que se facilitaría la adquisición y consolidación de aprendizajes motores. Aunque todavía queda por confirmaciones seguras de este hecho, todo parece indicar que dormir bien contribuiría a los buenos rendimientos de los deportistas en etapas de alta competición.

f)       Por último, dormir nos facilitaría estar despiertos durante el día. Algo que parece redundante, pero que según palabras del especialista en trastornos del sueño Eduardo Estivill, “el sueño genera la capacidad para estar despiertos. El estado ideal del hombre no es estar despiertos, sino estar despiertos y estar dormidos, porque  dormidos se genera funciones cerebrales y cardio-respiratorias necesarias en nuestra alerta del día siguiente”.

En definitiva, dormir es una necesidad con multitud de beneficios y funciones claras para nuestra salud. Conocerlas y hacer un buen uso de ellas (regular un buen patrón de sueño) nos ayuda a entender que la expresión “felices sueños” no se refiere sólo a la ausencia de pesadillas durante la noche.

Escrito por David Blanco Castañeda.

Fuente: www.psychcentral.com, www.huffingtonpost.com,  www.apa.org, www.muyinteresante.es.