Todo lo que hacemos en nuestro día a día cambia nuestro cerebro. Hoy día frecuentemente leemos titulares sobre que hacer una determinada actividad puede producir cambios a nivel biológico en nuestro cerebro. Este tipo de titulares son noticia precisamente porque culturalmente aún distinguimos entre lo biológico y lo ambiental como si no se tuvieran relación.
Usamos psicofármacos para que el equilibrio de las sustancias cerebrales se restablezca y nos encontremos mejor mientras que cambiamos nuestras acciones para encontrarnos mejor mentalmente. Sin embargo, la ciencia y estos titulares cada vez más nos llevan a la idea de que esta diferencia no existe como tal. Tanto las sustancias como las acciones (ya sean acciones sobre el mundo o “acciones” mentales) cambian cómo nos encontramos emocionalmente y además las dos cambian nuestro cerebro.
Ya comentamos cómo la psicoterapia puede restablecer el cerebro afectado por la depresión, pero también existen diferentes aportes desde la ciencia que nos hablan de cómo el tratamiento psicológico puede cambiar la función cerebral cuando tenemos ansiedad.
La ansiedad en el cerebro
Desde largo tiempo se han estudiado y estructurado los circuitos cerebrales implicados en los mecanismos de ansiedad en el ser humano. En personas con ansiedad, por una parte, encontraremos una amígdala hipersensible. La amígdala es una estructura cerebral encargada de procesar los eventos que pueden producir miedo, y puede dispararse ante estímulos que objetivamente no son amenazantes cuando sufrimos un trastorno de ansiedad. Por otra parte, la ínsula se encontrará hiperactiva. Esta estructura, entre otras funciones, está implicada en la percepción del propio cuerpo y las señales corporales. Así, cuando tenemos ansiedad, la ínsula hiperactiva implicará que las señales de nuestro cuerpo se ven intensificadas y somos más autoreferenciales.
Por último, hay otra estructura implicada en el procesamiento del miedo en personas con ansiedad. Este es el hipocampo. De él se ha observado que la activación ante el estímulo ansiógeno en concreto, la activación es extremadamente baja, y generalmente se propone que al ocurrir este tipo de alteración se hace más complicado extinguir la asociación del estímulo a un miedo excesivo en personas con ansiedad.
Junto con estas estructuras subcorticales alteradas, se ha podido comprobar también que, en personas que sufren un trastorno de ansiedad, la corteza prefrontal se encuentra poco activada en comparación con las personas que no sufren estos trastornos. Respecto de esto, de ha planteado la hipótesis de que en condiciones “normales” esta estructura cerebral se encargue de regular la intensidad, duración y frecuencia de las emociones sentidas, de modo que sería de alguna manera como el cuadro de mandos emocional.
Estos conocimientos de cómo puede funcionar un cerebro afectado por algún trastorno de ansiedad, además nos ofrecen un punto de vista conjunto, habitualmente, hemos tendido a ver las peculiaridades de cada trastorno diferente. Sin embargo, en términos generales podemos concluir que ocurren dos cosas fundamentales; por una parte, el cerebro más primitivo y algunas de sus estructuras básicas se encuentran hiperactivadas ante el estímulo que nos produce ansiedad.
Además, de forma complementaria, las áreas más corticales, especialmente del lóbulo frontal, se encontrarán demasiado poco activadas. De este modo, se podría decir que cuando padecemos algún trastorno de ansiedad, el cerebro que da la alarma salta demasiado fácilmente, mientras que el tendría que apagarla o mirar a ver si realmente hay un incendio está, a grandes rasgos, echando una siesta.
Como la psicoterapia cambia el cerebro con ansiedad
Una vez conocidos estos factores comunes en varios trastornos de ansiedad; la ansiedad generalizada, la fobia social, el trastorno de pánico o el trastorno de estrés post traumático, el siguiente paso consiste en conocer cómo la psicoterapia puede beneficiar sobre estas alteraciones a nivel cerebral.
En general, cuando hablamos sobre los trastornos de ansiedad, precisamente lo que se ha observado que hace la psicoterapia cognitivo conductual es nivelar de nuevo los sistemas de los que hablamos anteriormente. Por una parte, se reduce la activación de estructuras más antiguas, o subcorticales. Además, se ha observado que la psicoterapia también produce una mayor activación de las áreas del cerebro más modernas filogenéticamente hablando, las áreas corticales, especialmente las prefrontales, de modo que será más sencillo regular estas emociones.
Claro que cualquier persona que haya pasado por un proceso terapéutico sabe que ha podido aprender a gestionar de otro modo sus emociones y que han dejado de ser tan intensas e inmanejables. Por supuesto que nuestro cerebro refleja lo mismo. A veces es interesante y reconfortante darnos cuenta de que cerebro y mente no existen como dos cosas diferentes, que los cambios los hacemos a todos los niveles y por supuesto, nos hacen sentirnos mejor.
Fuente ncbi.nlm.nih.gov/
Escrito por Lara Pacheco Cuevas
Brooks SJ, & Stein DJ (2015). A systematic review of the neural bases of psychotherapy for anxiety and related disorders. Dialogues in clinical neuroscience, 17 (3), 261-79 PMID: 26487807