Recientemente, entre otras cosas, a raíz del post que publicamos en esta página hace unos años, surgió la posibilidad de colaborar con la asociación “Red de Doctorandos del CSIC” para realizar una pequeña charla de sensibilización de la salud mental de los estudiantes de doctorado. De ella surgieron varios temas importantes para tener en cuenta en caso de la afectación de la salud mental de los estudiantes de doctorado y parece interesante para plasmarlo en un post, también.
En primer lugar, es importante tener en cuenta los datos que llevan a que destaquemos que se dan problemas de salud mental específicamente en las personas que están realizando su tesis. A este respecto, desde 2015 se ha comenzado a investigar la posibilidad de que existieran estos problemas, desde este momento, distintas investigaciones han constatado que existen mayores problemas en los estudiantes de doctorado que en colectivos equivalentes en distintas variables de salud mental. Se encuentra que, por ejemplo, tienen 6 veces más posibilidades de sufrir ansiedad o depresión. Además, se encontró que un 39% de ellos se podrían encontrar en un rango de depresión moderada frente al 6% que se puede estimar en la población general. Se pueden ver sensaciones de presión constante, pérdida de autoconfianza e insomnio. En estudiantes de doctorado, concretamente de España, se estiman unas tasas de burnout muy elevadas, y además, un 80% de los jóvenes investigadores en nuestro país ha pensado en algún momento en abandonar su carrera académica. Por último, es importante destacar que entre un 10 y un 4% de los estudiantes de doctorado habían pensado en el suicidio, lo cual es importante a tener en cuenta.
Para conocer qué es lo que puede estar causando estos problemas de salud mental, se plantean bastantes factores relevantes, muchos de ellos a nivel contextual y otros a nivel individual.
Los factores externos, del contexto, serían:
- Ver el proceso de realización del doctorado como un producto final, la tesis, que como un proceso de aprendizaje.
- Medir el rendimiento del estudiante únicamente como el número de artículos publicados en revistas de alto impacto.
- Cargas de trabajo demasiado elevadas unidas a la expectativa de participación en el entorno académico.
- Recibir poco apoyo por los centros de investigación o el director, un estilo “laissez- faire”.
- Escasa financiación o incertidumbre laboral futura.
- Trabajo demasiado en solitario que lleve al aislamiento.
Por otra parte, los factores personales que pueden influir en esto serían:
- Que existan conflictos entre la vida personal y la laboral.
- Sentirse orgulloso de continuar trabajando, derivado del carácter vocacional del proceso de estudiar un doctorado, a pesar de sentirse sobrepasado, quemado o mal emocionalmente.
- Sufrir problemas de salud física, que pueden lastrar el desarrollo profesional demasiado competitivo.
- Al ser habitualmente personas que han tenido un grado alto de excelencia a lo largo de su vida académica, las personas que estudian el doctorado pueden mostrar un grado de autoexigencia excesivo, autocrítica demasiado intensa y un perfeccionismo poco alcanzable.
- En este entorno y con este tipo de variables es relativamente probable desarrollar el llamado “síndrome del impostor”.
Con todas estas variables influyendo en la posibilidad de que los estudiantes de doctorado desarrollen problemas de salud mental, se nos plantea la pregunta más relevante “¿Qué señales hemos de atender para constatar que estos problemas son importantes? ¿Cuáles son las señales de alarma que nos han de hacer pensar en buscar ayuda?” Ante esto, planteamos una serie de criterios relevantes para que una persona que está estudiando el doctorado se comience a plantear que efectivamente está teniendo problemas de salud mental. Estas son:
- Sentirse constantemente triste, ansioso, preocupado o vacío.
- Sentir que no vales, o sentirse culpable.
- Pérdida de interés o satisfacción en las actividades de ocio.
- Problemas de sueño, apetito, irritabilidad o problemas cognitivos (falta de concentración, peor memoria…)
- Consumo de drogas y alcohol, ya sea para sobrellevar el trabajo o para lograr desconectar de él.
- Pensamientos de suicidio.
Aunque ninguna de las anteriores es más importante que otras, en muchas ocasiones suelen ir presentándose en ese orden y pueden indicar la gravedad del sufrimiento. En cualquier caso, estar sintiéndose uno mismo de esta forma en un trabajo que mentalmente es tan demandante como el de realizar la tesis, ya es motivo suficiente para plantearse pedir ayuda.
Por último, se consideró que a raíz del reconocimiento de que existen estos problemas en las personas que están estudiando el doctorado, sería bueno también implantar una serie de medidas que puedan paliar estas reacciones en el contexto académico.
- Atención a problemas de salud mental desde la institución.
- Mejora del liderazgo en los directores de tesis.
- Inclusión en grupos de investigación, hacer la participación de los estudiantes de doctorado también relevante.
- Reconocimiento del proceso de aprendizaje del estudiante, no exclusivamente de los resultados, que ya son reconocidos para el progreso académico.
- Vigilancia de la carga de trabajo (para no terminar quemado).
- Grupos de iguales, en los que compartir información y apoyo emocional, así como laboral.
- Programas de mejora de salud mental, difusión o acceso al apoyo psicológico.
Los futuros investigadores, los científicos que han de crear conocimiento significativo en nuestra sociedad han de ser mejor valorados en términos generales, pero si culturalmente no es así, tratemos de que al menos, a nivel de ambiente de trabajo, se mejore su calidad de vida lo mayor posible.
Os dejamos el video de la charla en la que intervienen tanto el Dr. Sorrel como nuestra psicóloga Lara Pacheco, organizada por la Red de Doctorandos del CSIC, ¡esperamos que os guste y os sirva!
Escrito por Lara Pacheco Cuevas