Cómo Google está cambiando el liderazgo en el mundo de la empresa

 

Extraída de https://unsplash.com/search/photos/leadership
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Las empresas que conceden a los empleados mayor capacidad de decisión y que optan porque las personas trabajen en entornos de amplia libertad, obtienen mejores resultados.

Un estudio llevado a cabo por Richard Locke, del Massachusetts Institute of Technology (MIT), lo demuestra. Comparó dos fábricas de camisetas Nike en México. La fábrica A concedía más libertad a sus trabajadores, les pedía que ayudasen a establecer objetivos de producción, que se organizasen ellos mismos en equipos y que decidieran cómo debían repartirse el trabajo, y les otorgaba autoridad para detener la producción cuando detectaran problemas. La fábrica B controlaba estrechamente la planta de producción, imponía normas estrictas a los empleados sobre cuándo y cómo discurría el trabajo. Locke comprobó que los trabajadores de la fábrica A eran casi el doble de productivos (150 camisetas diarias frente a 80), y unos obtenían unos costos por camiseta 40 por ciento inferiores (0,11 frente a 0,18 dólares).

Pero mucho más importante quizá es que este es el modelo de gestión de personas en el que se basa Google, la empresa posicionada por sexta vez consecutiva como la mejor empresa para trabajar en Estados Unidos en 2017 en el ranking realizado por la revista Fortune y a su vez, una empresa que no deja de crecer en resultados, con un beneficio neto de 5.426 millones de dólares en 2017.

Según palabras de Laszlo Bock, vicepresidente de Recursos Humanos en Google, autor del libro “La nueva fórmula del trabajo”, este estilo se basa en que el directivo no se centra en administrar premios y castigos sino en resolver problemas y estimular a su equipo. Google opta por considerar que las personas son esencialmente buenas y las trata como propietarios.

Hersey y Blanchard (científico del comportamiento y experto en management, respectivamente), sin embargo, opinan que el líder debe evaluar el escenario que está gestionando, analizar las necesidades y adaptar su estilo de liderazgo según cuatro posibles estilos: el directivo (aquel que instruye, vigila y controla los resultados), el persuasivo (que se centra en el desarrollo de habilidades de las personas de su equipo, dando al principio instrucciones y controlando los resultados y que va reduciendo el control y entregando la responsabilidad al equipo), el participativo (cuyo objetivo es que las personas participen de forma autónoma) y el delegador (cuando sólo se recurre al líder cuando es estrictamente necesario, ya que las personas y los equipos se gestionan de forma autónoma reportando las tareas, los planes y los resultados).

Los autores sostienen que cuando los equipos poseen escasa motivación o una baja capacitación el estilo directivo es el que más se ajusta a las necesidades de liderazgo. Conforme la motivación y formación es mayor, es posible avanzar hacia los estilos persuasivo o participativo. Y si las personas están altamente motivadas y formadas, el estilo delegador se ajusta mejor a las necesidades de liderazgo. Por esto, para los autores, el mejor líder debe saber analizar la situación que gestiona y ser capaz de usar los cuatro estilos de liderazgo.

Más acorde al modelo de Google, está la teoría del liderazgo transaccional vs. el liderazgo transformacional de Bernard Bass. Según este autor, el liderazgo transformacional se da cuando el líder consigue que emerja la conciencia de los trabajadores, y que acepten el logro de la misión de la organización y se comprometan con él, dejando de lado sus intereses personales, para enfocarse en los intereses del colectivo.

Además, parece que Google también ha tenido en cuenta otra de las teorías de liderazgo actualmente más influyente, la que se conoce como liderazgo conversacional, según la cual una organización puede percibirse como una red de conversaciones. El liderazgo conversacional, según Carolyn Baldwin, sería el uso intencional que el líder hace de las conversaciones para cultivar la inteligencia colectiva que la organización necesita para la creación de valor. Para ello, el líder debe promover, diseñar y coordinar conversaciones en torno a los asuntos estratégicos de la organización. El líder conversacional es aquel que crea una cultura del diálogo y del aprendizaje colaborativo, haciendo preguntas poderosas que motiven a las personas a reflexionar en torno a respuestas que definan y consensuen escenarios futuros.

En muy pocos años, Google se ha convertido en una de las empresas más grandes del mundo y unos de los aspectos que ha incentivado este crecimiento ha sido su fórmula de liderazgo, en que se demuestra este liderazgo conversacional, al haber establecido muy clara su misión (organizar la información mundial y hacerla universalmente accesible y útil), hasta convertirla en una búsqueda autónoma de cada uno y todos los trabajadores de la empresa. Sirva como ejemplo el origen de Google maps que surgió dentro de este marco de conversaciones entorno al deseo de hacer que cualquiera pueda acceder a visualizar cualquier rincón de la tierra.

Escrito por Sara Reyero Serret

Referencias:

Texto:

https://www.tuexperto.com/2017/04/28/amazon-google-y-microsoft-anuncian-sus-resultados-economicos/

https://www.elobservador.com.uy/google-es-nuevamente-la-mejor-empresa-trabajar-estados-unidos-n1043783

Bock, Lazlo (2015). La nueva fórmula de trabajo. Penguin Random House Grupo Editorial España

Blanchard, H. (2007). Liderazgo de máximo nivel. Ediciones Granica, Buenos Aires.

Mendoza, M.; Ortíz, C. (2006). “El liderazgo transformacional, dimensiones e impacto en la cultura organizacional y eficacia de las empresas”. Revista Facultad de Ciencias Económicas, Volumen X IV núm. 1.

Deseando ver a un líder

Extraída de https://serunlider7.wordpress.com
Extraída de https://serunlider7.wordpress.com

Hoy, en día de elecciones presidenciales, nos gustaría que quien saliera elegido fuese un partido capaz de transformar el país. Como si fuésemos un grupo de personas unidos todos hacia un mismo reto (la estabilidad y el crecimiento del país), hemos estado bombardeados estos días de campaña para elegir a aquella persona que reúne mayoritariamente nuestras expectativas y anhelos, esperando que nuestro voto sea transformador y suponga un verdadero cambio. Y aunque todo no es tan racional como nos parece, cada uno hemos ido eligiendo aquellos discursos que mejor representaban todo ello, personificadas en aquella figura que mejor logre alcanzarlos y que nos mantenga comprometidos con ese deseo de cambio. Pero, ¿tienen todos los candidatos madera de líder?. Exploremos lo que significa ser un buen líder y tomemos nuestras propias conclusiones

  1. Un buen líder ha de ser un modelo. En efecto, para que los seguidores podamos identificaros con el líder, el líder ha de tener las cosas claras y guiarnos en el proceso. Y como tal, su discurso está impregnado de la siguiente máxima: “hago lo que siento y siento lo que hago”. Su apariencia, ademanes y comportamientos reflejan su ideario y no hay titubeos; además, son a los seguidores a quienes hace partícipe de todo el proceso, convirtiéndose en un modelo positivo de sus propias ideas.
  2. Los líderes hablan de metas claras y concisas, ajustando las expectativas a lo que realmente pueden ofrecer. Todos podemos ofrecer una numerosa cuantía de promesas, pero los buenos líderes hablan tanto de metas como de limitaciones, teniendo claro el contexto donde se mueven y proponiendo una manera eficaz de llegar a ellas. Las metas las definen claramente. Esto nos permite operativizar nuestros recursos y el nivel de satisfacción que uno alcanza cuando consigue lo que se propone. Y nos da seguridad y alivio; sabemos lo que tenemos que hacer y cómo conseguirlo.
  3. Utilizan la creatividad como caja de herramientas. Si una cosa no ha funcionado en el pasado, no tiene porque funcionar en el presente. No tiene miedo de explorar nuevas fórmulas para solucionar los problemas que se le van presentando por el camino. De esto modo, invierten en el desarrollo intelectual de sus seguidores porque de las nuevas ideas pueden surgir nuevas soluciones. Y no tienen miedo de acudir a nuevos talentos para ello; el líder no lo sabe todo y por eso puede reciclarse con un equipo nuevo que se ajuste a la realidad cambiante. Hacernos más listos nos beneficia a todos.
  4. Nos considera individualmente. Nuestras preocupaciones son sus preocupaciones, y de este modo, habla en primera persona de nuestros problemas y dificultades porque son las mismas a las que él se enfrenta cada día. El escenario perfecto para él es aquél en que los seguidores pueden desarrollar sus necesidades y habilidades, porque el crecimiento de los seguidores posibilita su propio crecimiento. De esta manera crece la identificación con el líder: parece que todos vamos a una y que él es la pieza que nos impulsa a todos.
  5. Ellos también cometen errores. Y no hay excusas: nadie hablo de un escenario perfecto y él puede cometer errores, incluso dejar su puesto si el fallo ha supuesto una desestabilización grave. El fracaso es también parte del juego. Pero no hay dramatismos en su asunción y aceptación; un buen líder no habla pone excusas ni habla de agentes externos al problema, el buen líder habla de soluciones. De reiniciar. De reconocer los errores para volver a hacerlo mejor. Mejor reconocerlo: la adaptación nace de una oportunidad fallida.
  6. La mejor baza es la información. Por su posición, es probable que el líder conozca escenarios y circunstancias que otros muchos ni se habían planteado. Solo de estar bien informado puede uno tomar las mejores soluciones. Y sin embargo, no le importa compartirlas y trabajar en equipo con los diferentes sectores de la población para hallar una respuesta coordinada y adaptada a ella. La supervivencia del equipo puede depender de ello.
  7. Gestiona las crisis y nos gestiona emocionalmente. Porque pueden pasar terribles acontecimientos, el buen líder entiende las necesidades que se ponen en marcha en situaciones de grandes crisis y permite escenarios donde poder expresarlas y gestionarlas. ¿Para qué negarlas, cuando de una verdadera integración puede conseguir una verdadera colaboración de todos, totalmente necesaria en esa situación extrema? Al fin y al cabo, su equipo y motor somos nosotros; de nuestra estabilidad y salud puede sostener su propia situación.

Éstas son solo algunas de las características esperables para un buen líder, con el objetivo de poder transformar aquello que ha recibido y hacer algo mejor. ¿Podéis pensar en ejemplos de acciones y palabras vistas estos días? ¿Puede explicar esto vuestra adhesión a un candidato concreto? Reflexionad, al final la clave está en cambiar.

Escrito por David Blanco Castañeda

Fuente: psycentral, psychology today.