Impacto psicológico de la cuarentena: una revisión rápida

¿Por qué se necesita esta revisión?

La cuarentena es una experiencia muy negativa para aquellos que pasan por una. Puede existir separación de la gente que queremos, pérdida de libertades, incertidumbre sobre el estado de la enfermedad,… esto, en ocasiones, genera efectos dramáticos sobre la salud mental.

Dados los posibles efectos psicológicos negativos, a la hora de aplicar una cuarentena masiva se ha de tener en cuenta los mismos, y una vez esta se aplica, es importante conocer los factores de riesgo de desarrollo de problemas psicológicos así como lo que puede contribuir a mitigarlo.

El impacto psicológico que se ha observado durante y después de los periodos de cuarentena engloba síntomas de estrés, ansiedad, ira, confusión, aturdimiento, e insomnio derivado de la ansiedad. Además, muchas de las personas que estuvieron en cuarentena señalaban pasar por periodos largos después de ésta, en la que se establecían hábitos que ya no eran necesarios, como el lavado de manos hipervigilante o la evitación de multitudes.

Predictores previos a la cuarentena de efectos psicológicos adversos

Tener una historia previa de problemas psicológicos era un predictor de mayores síntomas de ansiedad, ira, y también de señales de estrés post-trumático en comparación con las personas que no tenían esta historia previa pero estaban en cuarentena. Además, los trabajadores sanitarios tenían más probabilidades de sentirse estigmatizados en la cuarentena, realizar más comportamientos de evitación y ser más vulnerables a la aparición de síntomas psicológicos posteriores a la cuarentena. En estos síntomas, mostraban más enfado, miedo, frustración, aislamiento, tristeza, preocupación, y en general, eran menos felices.

Estresores durante la cuarentena

Extraída de Infobae.com

Duración de la cuarentena: Los síntomas de estrés post-traumático, ira, y comportamientos de evitación eran mayores aumentando la duración de la cuarentena. Aunque los resultados no terminan de ser concluyentes, un estudio señala que cuarentenas de más de 10 días pueden dar lugar a este aumento.

Miedo a la infección: Ya que esta revisión se realizó con cuarentenas relacionadas con múltiples enfermedades, el miedo a la infección era importante y daba lugar a mayor preocupación. Éste, aparecía más frecuentemente en mujeres embarazadas o personas con niños muy pequeños.

Aburrimiento y frustración: El estrés experimentado aumenta en todos los estudios que lo reflejan en la medida en la que tienen que dejar de hacer más actividades rutinarias. Además, la pérdida de contacto social y físico con otros tenía un efecto aislamiento que causa un gran estrés en las personas sometidas a la cuarentena, aunque este efecto se puede reducir con el contacto social a través del teléfono o internet.

Suministros inadecuados: No disponer de los suministros básicos durante la cuarentena es una de las variables que afectan sobre la ansiedad experimentada hasta 4-6 semanas después de la cuarentena.

Poca claridad en la información: El aumento del estrés percibido durante la cuarentena se suele ver afectado por la información poco clara o insuficiente. Es importante mantener una información clara sobre las acciones que se han de llevar a cabo, los motivos por los que es necesaria la cuarentena, así como los diferentes niveles de riesgo, ya que una menor claridad en esto genera una sensación de incertidumbre que lleva a ponerse en lo peor.

¿Qué se puede hacer para mitigar los efectos de la cuarentena?

En la revisión realizada, no se observó que hubiera alguna variable sociodemográfica clara para un mayor riesgo de desarrollo de problemática psicológica. Las personas con una historia psiquiátrica previa, sí son especialmente vulnerables durante este periodo, para desarrollar síntomas de estrés post-traumático, de forma coherente con lo que se refleja en la literatura previa sobre la posibilidad de desarrollar traumas durante situaciones de catástrofe en las personas con patologías psicológicas previas.

También parece observarse un riesgo mayor de impacto psicológico de la cuarentena en los trabajadores sanitarios. Los superiores de estos trabajadores han de estar especialmente atentos a la reincorporación de aquellos trabajadores que han estado en cuarentena así como tratar de ofrecer una intervención temprana sobre los posibles problemas psicológicos.

Mantenerla lo más corta posible

Es importante que la duración de la cuarentena sea lo más ajustada posible a lo razonable según la enfermedad con la que estemos combatiendo. Ha sido observado que cuando mayor es la cuarentena, los factores estresantes se aumentan, no da lugar a tolerarlos más. Por otra parte, el hecho de que se aumente la duración de la cuarentena una vez establecida esta, puede dar lugar a la exacerbación de los síntomas, así como un aumento mayor de la frustración y desmoralización

Dar a la gente la mayor información posible.

Las personas confinadas en cuarentena pueden sufrir miedo e incertidumbre sobre la posibilidad de contagiar a alguien o ser contagiados. Una adecuada comprensión de la enfermedad durante la cuarentena puede ser fundamental para las personas que sufren del aislamiento de la misma, mientras que mantener una información poco clara, puede dar lugar a mayor estrés.

Reducir el aburrimiento y aumentar la comunicación
Dar a las personas en cuarentena una información adecuada sobre cómo afrontar el aburrimiento y gestionar el estrés puede ser un mecanismo fundamental para paliar los síntomas posteriores relacionados con el impacto psicológico de la cuarentena. En esta situación, disponer de un móvil operativo es una necesidad, no un lujo. Poder conectar con la red social propia, aunque sea a distancia, puede ayudar a aquellas personas que están en cuarentena a reducir los sentimientos de aislamiento, estrés y pánico.

Asimismo, es importante dar a las personas en cuarentena instrucciones claras sobre lo que han de hacer si experimentan síntomas, así como habilitar líneas de comunicación efectivas desde las autoridades competentes. Hay evidencias de que los grupos de apoyo pueden ser efectivos para las personas que sufren alguna enfermedad en cuarentena, ya que la sensación de estar pasando por lo mismo que otros puede proporcionar sensaciones de empoderamiento y validación que les ayuden a reemplazar su apoyo social habitual.

Los trabajadores sanitarios merecen especial atención

En esta revisión se observa que los sanitarios son especialmente afectados por el estigma, y es comprensible que esto pase en caso de que pasen de ser un miembro de un equipo sobrecargado a aumentar el trabajo de estos equipos. Es importante que sus colegas más cercanos les apoyen, por una parte, así como se les preste apoyo emocional en previsión a los posibles problemas de salud mental que pueden desarrollar posteriormente.

El altruismo es mejor que la compulsión

Aunque no conocemos el efecto concreto de las acciones de ayuda a otros durante la cuarentena, probablemente por dificultad en la posibilidad de diseñar un experimento así, sí sabemos que sentir que somos útiles en situaciones de estrés puede dar lugar a una reducción de estrés propio. Por esto, una de las mejores cosas que podemos hacer en una cuarentena es seguir las instrucciones que nos pidan desde las autoridades sanitarias, ya que de este modo protegemos a los demás, especialmente a los más vulnerables. Pero además, hacer cosas, dentro de nuestras posibilidades reales, para ayudar a otros que lo estén pasando mal en esta situación, puede llegar a lograr un mejor manejo del propio estrés.

Estaremos bien.
En la distancia,
estaremos bien juntos.

Fuente: The Lancet (https://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140-6736(20)30460-8/fulltext)

Escrito por Lara Pacheco Cuevas

“Fake news”: por qué las difundimos si no nos fiamos de ellas

Vivimos en una época de sobreinformación y sobreexposición en redes y medios de comunicación, donde abunda todo tipo de información y donde los medios  tradicionales han de convivir con otros medios que no están diseñados necesariamente para informar: algunos comercian con ella para que los consumidores dispongan de la información casi como si fuera “fast-food” (basada más en su apariencia y en la rapidez con la que satisface la necesidad que realmente en su contenido real), proliferando un procesamiento diferente de la información y  del que no siempre se hace una revisión críticos. De otro, han aparecido sitios y webs que imitan y visten como un medio serio/periodístico serio pero no lo son, y que están construidos para instalar una opinión sobre un partido político, un personaje publico o generar determinada actitud sobre un tema de actualidad. Ahí surge el contexto para la expansión de las “fake- news”


Imagen extraída de clapps.com

Así, las fake news (bulos informativos creados por medios pseudoperiodísticos para inducir una  idea y cuyo objetivo es la desinformación y la confusión), crecen habitualmente por las redes como la pólvora, donde importa más compartir y consumir que en seleccionar y reflexionar, y donde las meras opiniones (ficción, al fin y al cabo) se confunden con la realidad, deformándola o sustituyéndola de tal manera que se instaura como verdad. El cambio de algoritmos en la red, donde nos coloca información en función de nuestros gustos, afinidades y movimientos, permite la exposición continuada a ésta, con lo que el efecto y la influencia es mucho mayor.

Son muchos los expertos, de muy diversas disciplinas, que han manifestado su preocupación ante un contexto social muy proclive a este fenómeno tan polémico y perjudicial. Desde nuestra disciplina, se ha abordado desde lo que sabemos sobre el funcionamiento cerebral. Por un lado, atendiendo al producto memorístico, se afirma que el cerebro reacciona muy mal al error, sabiendo que el error permanece largo tiempo activado (de ahí la necesidad de hacer un aprendizaje sin errores y con información contrastada y veraz), haciendo que se confunda la disposición y saliencia por que ésta sea correcta e idónea. De otro, el cerebro, adaptativo y estratégico por su funcionamiento en red, utiliza toda una serie de heurísticos cognitivos y automáticos por los que si no prestamos suficiente atención, es más fácil que saquemos precipitadas y sin que hagamos una lectura crítica de lo que leemos.

De este modo, son muchas las investigaciones que buscan replicar el comportamiento de las personas en redes, para entender cuáles son las motivaciones que les lleva a compartir esta información  defectuosa. Así, varias investigaciones han encontrado resultados muy poco alentadores, encontrando como el hecho de saber que la información era falsa no les persuadía a la hora de compartirla.

Así, el grupo de Investigación de la Universidad de Canadá, buscó comprobar si realmente compartimos sin importarnos realmente la calidad y credibilidad de nuestras fuentes, y descubrieron un escenario bastante más optimista. En primer lugar, se demostró como la gran mayoría de los usuarios mostraban una genuina preocupación por la información que compartían, si bien admitían priorizar otro tipo de variables (como asegurarse el número de seguidores) para que en algunas ocasiones sí optaran por las noticias falsas.

Para ello, el estudio contó con una población de 1000 participantes en el que se facilitaba una serie de 36 noticias incompletas (atendiendo a cómo leen las personas las noticias,  pues cada vez se leen menos noticias completas), con varias pruebas insertas para que pudieran comprobar si eran ciertas o no. La mitad de las noticias eran “fake news” y la otra mitad eran verdaderas, de las cuales la mitad eran favorables al partido demócrata y la otra, al partido republicano. Al final se les preguntaba si las consideraban compartir o no. Los resultados mostraron como los participantes mostraban una mayor tendencia a compartir los artículos veraces por encima de las “fakes news”, sin embargo, dentro de los artículos que consideraban falsos, preferían compartir aquellas que eran afines a su ideología, aunque supieran de su poca verosimilitud.

En un segundo estudio, con 2.700 participantes de Twitter, cuando se les incitaba a reflexionar sobre la veracidad de los títulos de las noticias, se observaba una tendencia positiva a compartir artículos veraces , y sobre todo, aquellos coherentes con sus filiaciones políticas. En la versión final, se volvió a contar con más de 5000 usuarios de twitter, y tras enviarles artículos confiables, se les pidió que analizaran su credibilidad. Efectivamente, se observó un efecto moderado en la tendencia a compartir artículos más confiables, con tendencia a utilizar prensa altamente (The New York Times) incluso 24 horas después de haberles pedido que revisaran la información.

Todos estos resultados confirman la importancia que da la gente en redes a compartir información veraz. Y sí, también se comparte información que se considera una “fake new”, pero el hecho de que se comparta no quiere decir que las personas se la crean fehacientemente. Es más, cuando se les induce a prestar atención al contenido a compartir, las personas tienden a corregir y ser más crítico con la información, afirmando que otras variables (como el número de seguidores o el impacto de la noticia) son las que distraen y afectan para la proliferación de fake news en redes.

Aún en desarrollo y con la vista puesta en el futuro, los investigadores se mostraron optimistas con el control informativo, aduciendo que puede ser de gran utilidad mandar boletines periódicos a los usuarios de las redes informando y alertando de la importancia de compartir noticias veraces, y como con solo ese mecanismo podían tener una influencia en el comportamiento, sin recurrir a la utilización de un organismo central que sirva de filtro y censor de las noticias no veraces.

Todo ello nos hace pensar que, independientemente de la existencia de este tipo de bulos, las personas mostramos una preocupación  importante por compartir información veraz. Y lo importante que es estar concienciados de esta necesidad para no caer en la inercia de compartir información sin prestar atención sobre lo que compartimos.

Escrito por David Blanco Castañeda.

Fuente: Research Digest, Clapps, Huffington Post

La Teoría del Tiempo de Pantalla, o cómo las pantallas están matando el bienestar de los niños y adolescentes.

Extraída de https://www.redbubble.com
Extraída de https://www.redbubble.com

Estamos en una época de grandes contradicciones. Tenemos a nuestro alcance multitud de distracciones, recursos y actividades de ocio, pero esto no necesariamente se está traduciendo en mayores niveles de bienestar y calidad de vida de las personas. La satisfacción y la sensación de bienestar se relaciona con el tiempo de calidad que invertimos en actividades que nos lo provocan, como el deporte, la socialización con nuestros vínculos más cercanos, actividades fuera de casa o actividades individuales como leer un libro o ver una buena película/serie. Esto se está viendo en los hábitos de la población, y más concretamente, en los hábitos de los adolescentes y niños, cuyos niveles han bajado en los últimos años y los niveles de ansiedad y depresión han aumentado, coincidiendo con un aumento exponencial de las horas que concurren enfrente de una pantalla (de ordenador, de los móviles (smartphones), televisión, tablets y similiares).  Así, se calcula que el 69% de los adultos y el 78 % de los adolescentes miran al menos una vez cada hora su teléfono móvil, resultando verdaderas máquinas tragaperras en miniaturas para la mayoría de las personas, cuyo desbloqueo de pantalla  supone por apostar por una recompensa en forma de notificación y/o  contacto en red social, y con la consecuencia de volvernos cada vez más tolerantes a su uso, con necesidad de uso cada vez mayor. Consecuencias que han hecho a muchos investigadores preguntarse el impacto real que tiene para la salud psicológica de los menores, y si esto puede correlacionarse directamente con estas disminuciones en autoestima, satisfacción y calidad en sus hábitos y relaciones. A este tipo de investigaciones se les ha apodado “Screen time”, por el que tiempo que pasamos enfrente de una pantalla

Una serie de investigaciones lideradas por Jean Twenge y sus colaboradores han explorado los hábitos de bienestar y estilos de vida en jóvenes  desde la década de los 60 hasta la actualidad (concretamente, en niños en cursos entre octavo y décimo grado – equivalente a los cursos de segundo y cuarto de la ESO) y descubrieron que los mayores niveles de bienestar se daba en la década de los 2000, resultados que se extendían hasta los últimos años. Curiosamente, los niveles de bienestar empezaban a disminuir a partir del año 2012, año en el que comienzan a descender progresivamente cada año (y que coincide con la introducción de los smartphones en la población de manera masiva) y con tendencia a la baja hasta 2016, año en el que finaliza el estudio.

Los resultados se observan en todas las variables evaluadas: autoestima, satisfacción en la vida, niveles de felicidad y satisfacción en otros niveles individuales como estudios, rendimiento en las tareas o calidad en las relaciones. No sólo eso. A partir de ese año, los niveles de ansiedad y depresión en esta población aumentan progresivamente. Interesados por las causas o variables que pudieran estar detrás de los resultados, se fijaron en el uso de las nuevas tecnologías y las horas que dedicaban a ellas, a la vez que evaluaban el nivel de satisfacción con otro tipo de actividades fuera de las actividades online. Se encontraba como efectivamente, a más horas de utilización, mayor eran los niveles de insatisfacción, con respecto a los jóvenes que restringían su uso a dos horas al día como máximo. Esto a su vez iba junto a una disminución de las horas dedicadas a hacer deporte, actividades al aire libre, actividades de socialización con los demás, utilización de otros medios de comunicación impresos (libros, periódicos…) e incluso con una disminución notable en la realización de las tareas estudiantiles y de la vida cotidiana.

Siguiendo esta misma línea de investigación, los mismos autores encontraron que la utilización de más de una hora de este tipo de dispositivos tenían efectos en el bienestar de los jóvenes (con edades comprendidas entre los 2 y los 17 años), con efectos significativos en niveles de ansiedad y depresión, menores niveles de curiosidad, menor calidad en las amistades, mayor  capacidad para la distracción, la estabilidad emocional y las horas que dedicaban a realizar las tareas. Los investigadores ponían como punto de corte una hora frente a la pantalla; a partir de ahí, las probabilidades eran mayores en las variables estudiadas, siendo el doble de probabilidades de tener algún problema psicológico cuando pasaban seis o siete horas.

Aunque los resultados de estas investigaciones deben interpretarse con precaución, puesto que no están diciendo que el tiempo enfrente de la pantalla crea insatisfacción, más bien que hay una asociación correlativa a tener en cuenta entre el tiempo que pasan los jóvenes y sus niveles de satisfacción generales. Un punto del que reflexionar padres, educadores y la sociedad en general, con suficientes iniciativas educativas para promover un uso responsable de las nuevas tecnologías, no sólo basado en instrucciones sino en la capacidad de incentivar la toma de decisiones en los adolescentes y niños para hacer más actividades fuera del contexto online y favorecer unos modelos adultos que hagan también un uso responsable de las mismas y que incentiven valores individuales como el autocontrol, la curiosidad y la creatividad.

Una reflexión para diversificar la vida y las actividades de todos y poder dedicar el tiempo adecuado a cada actividad, siendo la clave la conexión con nuestro entorno y no al revés.

Escrito por David Blanco Castañeda

Fuentes: Psychology Today, BPS Research Digest, Reader`s Digest Canada.

No revictimizar a la víctima. ¿Qué es la doble victimización en los procesos judiciales?

Se conoce como revictimización, victimización secundaria o doble victimización el proceso mediante el cual se produce un sufrimiento añadido por parte de instituciones y profesionales encargados de prestar atención a la víctima (ya sea de malos tratos o violencia de género, secuestros, abusos sexuales, etc) a la hora de investigar el delito o instruir las diligencias oportunas en el esclarecimiento de lo ocurrido: jueces, policías o abogados entre muchos otros.

El prefijo re- nos indica una condición de repetición, es decir, la persona ya fue víctima de violencia interpersonal en otro momento temporal diferente y pasado (bien en la infancia o llegada ya la vida adulta), y existen dos agentes diferentes de agresión, el causante en el origen y en la segunda ocasión por una entidad distinta; por lo tanto, se es víctima en dos o más momentos de la vida.

Como ya hemos comentado, cuando se habla de agente o perpetrador no se refiere únicamente a personas físicas, sino también a grupos o estructuras, como podría ser por ejemplo el sistema judicial/legal de un país. Es más, es en las instituciones judiciales o, incluso en algunos casos, en los medios de comunicación, donde se produce con más frecuencia este fenómeno (aunque también en el contexto sociosanitario). Otras fuentes agentes podrían ser familiares, profesionales del ámbito educativo, redes sociales, …

Extraída de skopein.org  (Revista Skopein Año III, Número 7, Marzo - Mayo 2015)
Extraída de skopein.org (Revista Skopein Año III, Número 7, Marzo – Mayo 2015)

La persona maltratada reexperimenta el papel de víctima fruto de revivir los momentos dolorosos y emociones asociadas a su experiencia traumática inicial en repetidas ocasiones (en un entorno que de por sí ya suele ser lo suficientemente estresante como son los procesos judiciales) fomentado esto por instituciones o profesionales de los cuales el perjudicado normalmente espera ayuda, comprensión y apoyo. Por lo cual, estaría siendo el blanco de una negligencia del sistema y del inadecuado abordaje que se hace en estos casos.

¿Qué secuelas psicológicas suele acarrear la victimización secundaria?

Según García-Pablos de la Molina, experto penal y criminológico  “La víctima sufre a menudo un severo impacto psicológico que se añade al daño material o físico en que el delito consiste. La vivencia criminal se actualiza, revive y perpetúa en la mente de la víctima. La impotencia ante el mal y el temor a que éste se repita producen prolongadas sensaciones de angustia, ansiedad, depresión, etc. El abatimiento genera, no pocas veces sutiles y asombrosas reacciones psicológicas, producto de la necesidad de explicar un hecho traumático como el injustamente padecido, que dan lugar a genuinos complejos de culpa, como la propia atribución de la responsabilidad o autoculpabilización. La sociedad misma, de otra parte, estigmatiza a la víctima. La víctima queda «tocada», es el «perdedor». La victimización produce, pues, aislamiento social y marginación que incrementará en lo sucesivo el riesgo de victimización, haciendo más vulnerable a quien padeció los efectos del delito; se cierra así un fatídico círculo vicioso que a corto plazo modifica los estilos y hábitos de vida de la víctima, afecta negativamente a su vida cotidiana y doméstica, a sus relaciones interpersonales, actividad profesional, social, etc”.

La victimización secundaria, sumada al impacto psicológico inicial del propio delito (victimización primaria), a la falta de apoyo y atención esperada, así como a todos aquellos aspectos que hemos comentado anteriormente que la conforman y propician, a largo plazo pueden desencadenar también diferentes problemas psicológicos entre los que destacan:

– Estrés postraumático.
– Abuso de sustancias.
– Pérdida de motivación y autoestima, irritabilidad, apatía/ Inicio de cuadros depresivos.
– Ansiedad.
– Problemas de concentración o para mantener la atención.
– Miedo y/o sensación de amenaza constante.
– Aparición de sentimientos de injusticia y rabia.
– Conducta de aislamiento o evitación y fobias.
– Tendencias paranoides y suicidas.

Del mismo modo, estos trastornos se ven acompañados de otros de tipo funcional o psicofisiológicos tales como:

– Trastornos orgánicos funcionales y del sueño.
– Enfermedades psicosomáticas.
– Cefaleas.
– Efectos cardiovasculares y/ o gastrointestinales, entre otros.

Además, existen algunos factores que propician que el evento traumático sea más o menos impactante en sus vidas como los antecedentes individuales, familiares, organizativos, comunitarios, la personalidad de los individuos, las redes sociales de apoyo con las que se cuenta, el nivel de estudios, las ideologías y creencias y la reacción de la sociedad, entre otros.

Conclusión; la revictimización genera fuertes impactos psicosociales porque remueven las situaciones traumáticas generadas por la violación de la dignidad y de derechos, así como un atentado a la reputación y el honor de la persona. En definitiva, una marcada merma en la calidad de vida y bienestar de la víctima.

¿Qué medidas pueden evitar o reducir al mínimo la revictimización?

Lejos de responder con solidaridad y justicia la sociedad misma estigmatiza a la víctima. Si bien evitar completamente la revictimización es casi imposible (por la necesidad de dictar una sentencia acorde al delito acontecido) sí que para minimizarlo al máximo se puede tratar de:

  • En casos muy mediáticos (como puede ser en la tan en auge violencia de género), donde aparece repetidamente la noticia en los medios de comunicación de masas, lo ideal en la línea de la ética profesional sería preservar al máximo los derechos de la víctima evitando primero de todo difundir su identidad y respetar tanto su intimidad como la de sus familiares. Es decir, que no haya  intromisiones en su privacidad para que puedan seguir el curso normal de sus vidas. También es obligación de los gabinetes de prensa policiales no facilitar según qué información para evitar dicha persecución mediática.
  • No menos importante, evitar entrar en aspectos que puedan interpretarse como justificación del acto violento, eximir de responsabilidad al agente de la agresión o incluso culpar a la propia víctima (hecho que encontramos bastante a menudo sobre todo en casos de agresiones sexuales, donde se considera que la víctima merecía y/o provocaba la violencia “por como iba vestida” o  alegando que “seguro que también disfrutó”).
  • No poner en duda las versiones de la víctima (con preguntas o aseveraciones que transmitan dudas acerca de la veracidad de su experiencia) por parte de los profesionales sanitarios, policiales y judiciales en el momento de su acogimiento en base a predisposiciones negativas personales. Que los interrogatorios fueran llevados a cabo por psicólogos especializados, con entrevistas acordes a la etapa evolutiva de la víctima, sería una alternativa a tener en cuenta.
  • Acoger las necesidades de la víctima, comprender su sufrimiento y propiciar su confianza brindándole un espacio seguro y cálido donde poder hablar de lo ocurrido, insistiendo en la confidencialidad. Para ello sería necesario un equipo multidisciplinar psico-socio-jurídico que trabaje sin prejuicios ante el perjudicado y con empatía, nunca minimizando las secuelas de la victimización y siempre validando las emociones experimentadas en cada momento.
  • Fomentar un sistema de apoyo psicológico (y de las medidas de seguridad oportunas en el caso de que la persona siga en peligro de volver a ser objeto del delito denunciado/de su agresor).
  • Desde el sistema judicial: minimizar todo lo posible la duración de los procesos judiciales y burocráticos (que en ocasiones pueden ser interminables, llegando a durar años), impedir litigios donde víctima y agresor vuelven a verse las caras en repetidas ocasiones y evitar en todo caso continuas tomas de declaración o interrogatorios donde la persona se vea obligada a reexperimentar el dolor sufrido.

Para terminar, y sin  irnos más lejos de la actualidad mediática, para ser ejemplificativos, muchos de estos aspectos vemos que han sido vulnerados en el archifamoso caso de “La Manada” ocurrido en los San Fermines del 2016 (y que con las medidas preventivas necesarias sin duda se hubieran podido evitar).

Fuentes:

http://eltipografo.cl/2015/08/que-se-puede-hacer-para-disminuir-la-victimizacion-secundaria/

http://feminicidio.net/articulo/%C2%BFqu%C3%A9-la-victimizaci%C3%B3n-secundaria-provocada-la-justicia-casos-violencia-g%C3%A9nero

http://www.generandoigualdad.com/que-es-la-victimizacion-secundaria/

MOLINA, A. G. P. D. (1999). Tratado de criminología. Valencia: Tirant.

Escrito por Maite Nieto Parejo

Cómo Google está cambiando el liderazgo en el mundo de la empresa

 

Extraída de https://unsplash.com/search/photos/leadership
Extraída de https://unsplash.com/search/photos/leadership

Las empresas que conceden a los empleados mayor capacidad de decisión y que optan porque las personas trabajen en entornos de amplia libertad, obtienen mejores resultados.

Un estudio llevado a cabo por Richard Locke, del Massachusetts Institute of Technology (MIT), lo demuestra. Comparó dos fábricas de camisetas Nike en México. La fábrica A concedía más libertad a sus trabajadores, les pedía que ayudasen a establecer objetivos de producción, que se organizasen ellos mismos en equipos y que decidieran cómo debían repartirse el trabajo, y les otorgaba autoridad para detener la producción cuando detectaran problemas. La fábrica B controlaba estrechamente la planta de producción, imponía normas estrictas a los empleados sobre cuándo y cómo discurría el trabajo. Locke comprobó que los trabajadores de la fábrica A eran casi el doble de productivos (150 camisetas diarias frente a 80), y unos obtenían unos costos por camiseta 40 por ciento inferiores (0,11 frente a 0,18 dólares).

Pero mucho más importante quizá es que este es el modelo de gestión de personas en el que se basa Google, la empresa posicionada por sexta vez consecutiva como la mejor empresa para trabajar en Estados Unidos en 2017 en el ranking realizado por la revista Fortune y a su vez, una empresa que no deja de crecer en resultados, con un beneficio neto de 5.426 millones de dólares en 2017.

Según palabras de Laszlo Bock, vicepresidente de Recursos Humanos en Google, autor del libro “La nueva fórmula del trabajo”, este estilo se basa en que el directivo no se centra en administrar premios y castigos sino en resolver problemas y estimular a su equipo. Google opta por considerar que las personas son esencialmente buenas y las trata como propietarios.

Hersey y Blanchard (científico del comportamiento y experto en management, respectivamente), sin embargo, opinan que el líder debe evaluar el escenario que está gestionando, analizar las necesidades y adaptar su estilo de liderazgo según cuatro posibles estilos: el directivo (aquel que instruye, vigila y controla los resultados), el persuasivo (que se centra en el desarrollo de habilidades de las personas de su equipo, dando al principio instrucciones y controlando los resultados y que va reduciendo el control y entregando la responsabilidad al equipo), el participativo (cuyo objetivo es que las personas participen de forma autónoma) y el delegador (cuando sólo se recurre al líder cuando es estrictamente necesario, ya que las personas y los equipos se gestionan de forma autónoma reportando las tareas, los planes y los resultados).

Los autores sostienen que cuando los equipos poseen escasa motivación o una baja capacitación el estilo directivo es el que más se ajusta a las necesidades de liderazgo. Conforme la motivación y formación es mayor, es posible avanzar hacia los estilos persuasivo o participativo. Y si las personas están altamente motivadas y formadas, el estilo delegador se ajusta mejor a las necesidades de liderazgo. Por esto, para los autores, el mejor líder debe saber analizar la situación que gestiona y ser capaz de usar los cuatro estilos de liderazgo.

Más acorde al modelo de Google, está la teoría del liderazgo transaccional vs. el liderazgo transformacional de Bernard Bass. Según este autor, el liderazgo transformacional se da cuando el líder consigue que emerja la conciencia de los trabajadores, y que acepten el logro de la misión de la organización y se comprometan con él, dejando de lado sus intereses personales, para enfocarse en los intereses del colectivo.

Además, parece que Google también ha tenido en cuenta otra de las teorías de liderazgo actualmente más influyente, la que se conoce como liderazgo conversacional, según la cual una organización puede percibirse como una red de conversaciones. El liderazgo conversacional, según Carolyn Baldwin, sería el uso intencional que el líder hace de las conversaciones para cultivar la inteligencia colectiva que la organización necesita para la creación de valor. Para ello, el líder debe promover, diseñar y coordinar conversaciones en torno a los asuntos estratégicos de la organización. El líder conversacional es aquel que crea una cultura del diálogo y del aprendizaje colaborativo, haciendo preguntas poderosas que motiven a las personas a reflexionar en torno a respuestas que definan y consensuen escenarios futuros.

En muy pocos años, Google se ha convertido en una de las empresas más grandes del mundo y unos de los aspectos que ha incentivado este crecimiento ha sido su fórmula de liderazgo, en que se demuestra este liderazgo conversacional, al haber establecido muy clara su misión (organizar la información mundial y hacerla universalmente accesible y útil), hasta convertirla en una búsqueda autónoma de cada uno y todos los trabajadores de la empresa. Sirva como ejemplo el origen de Google maps que surgió dentro de este marco de conversaciones entorno al deseo de hacer que cualquiera pueda acceder a visualizar cualquier rincón de la tierra.

Escrito por Sara Reyero Serret

Referencias:

Texto:

https://www.tuexperto.com/2017/04/28/amazon-google-y-microsoft-anuncian-sus-resultados-economicos/

https://www.elobservador.com.uy/google-es-nuevamente-la-mejor-empresa-trabajar-estados-unidos-n1043783

Bock, Lazlo (2015). La nueva fórmula de trabajo. Penguin Random House Grupo Editorial España

Blanchard, H. (2007). Liderazgo de máximo nivel. Ediciones Granica, Buenos Aires.

Mendoza, M.; Ortíz, C. (2006). “El liderazgo transformacional, dimensiones e impacto en la cultura organizacional y eficacia de las empresas”. Revista Facultad de Ciencias Económicas, Volumen X IV núm. 1.

¿Qué es eso del sesgo de confirmación y cómo afecta a todas las decisiones de tu vida?

A todos nos gusta pensar de nosotros mismos que somos objetivos y que valoramos la realidad tal y como es. Sin embargo, como seres humanos que somos, esta premisa es falsa. Tenemos muchas tendencias que no conocemos tan bien de nosotros mismos, en muchas ocasiones nuestro pensamiento no es tan objetivo como nos gusta creer. Si hay algo que nos distingue de una máquina en la toma de decisiones, esto es la parte emocional que nos mueve. En cualquier caso, conocer lo que puede modificar nuestras percepciones del mundo siempre es de agradecer, aunque hay que admitir que normalmente no vaya a lograr que estas percepciones cambien.

Por esto es interesante que se conozca el tradicional sesgo de confirmación, estudiado y comprobado en múltiples ocasiones desde la psicología social. Para hacernos una idea muy general, si después de un partido entre el Madrid y el Atlético, preguntamos a los aficionados del Madrid, recordarán más y mejor las faltas del Atlético, mientras que éstos recordarán más las del Madrid.

Extraído de theodysseyonline.com
Extraído de theodysseyonline.com

Visto así, parece que es un sesgo que nos puede afectar sólo a cosas banales y sin mucha trascendencia en nuestras vidas, pero nada más lejos de la realidad. Un ejemplo en el que podemos ver que afecta más seriamente es el siguiente. Te invitan a una fiesta donde no conoces a nadie y en un primer momento dudas de si podrás sentirte cómodo o qué pensará la gente de ti. ¿Podría ser que todos te criticaran por el hecho de que vayas sólo a la fiesta? Cuando llegas a ella, entras en una sala llena de gente y efectivamente, allí, al fondo de la sala hay una pareja que te miran y cuchichean ¡Lo que pensabas era verdad! Posiblemente sí, lo sea. Algunos de los que están en esa fiesta pueden llegar a criticarte, pero desde luego, eso no es que todo el mundo te critique, estás centrando tu atención en la idea preconcebida que te habías hecho de la situación.

Es de nuevo el sesgo de confirmación. ¿Cómo funciona? Al menos hay tres componentes que se ven afectados por este sesgo.

Cómo buscas información

Si tu idea de tu fin de semana es que ha sido muy aburrido, y que todos lo pasan mejor que tú, será muy sencillo busques información de este tipo, mirando en facebook lo que otros han hecho, pasándolo genial. Te será fácil olvidar que muchas otras personas no publican sus fines de semana, igual de aburridos al tuyo, en facebook.

Cómo interpretas la información delante tuya

Si ocurre algo que no crees que sea posible, aunque ocurra delante tuyo, en muchas ocasiones por el sesgo de confirmación no eres capaz de procesarlo. Si estás convencido plenamente de la honestidad de una persona, aunque te cuente algo tremendamente insólito, te será difícil pensar que es mentira y serás más fácil de convencer.

Cómo recuerdas la información

Si consideras que la navidad es una época divertida, es más probable que recuerdes los momentos en los que lo pasaste bien que aquellos en los que lo pasabas mal, aunque posiblemente hayan existido situaciones buenas y malas en estas fechas.

Este sesgo afecta a tan diversas formas de procesar la información, que es de esperar que tenga mucha influencia en las decisiones que tomas, así que, ya que sabes que vas a tener esta tendencia, la próxima vez que te pongas a repasar quién ha cometido más faltas, piensa que creerás que los tuyos siempre han cometido menos. Y desde luego, trata de centrarte en esas personas de la fiesta a las que les has gustado y trata de ignorar a aquellas que parece que te critican, porque siempre será más fácil que encuentres información que apoye tus argumentos, sean éstos favorables y desfavorables hacia ti.

Fuente Psychology Today

Escrito por Lara Pacheco Cuevas

Tecnointerferencia: padres distraídos por el móvil y problemas de conducta en la infancia

Si prestas un poco de atención al pasar por un parque o cualquier cafetería, podrás ver padres y madres hipnotizados por sus teléfonos móviles y aparentemente no muy pendientes de sus hijos. ¿Qué sucede entonces con esos niños? Por el momento no disponemos de mucha información al respecto de cuáles son las consecuencias de las distracciones de estos padres. Dada la proliferación del uso de la tecnología, cobra importancia el estudio al respecto del impacto en la interacción entre padres e hijos.

Foto extraída de www.washingtonpost.com
Foto extraída de www.washingtonpost.com

Recientemente se ha publicado un estudio sobre la relación entre el uso de la tecnología por parte de los padres y los problemas de conducta en sus hijos. Los investigadores entrevistaron a los padres y madres de 170 familias estadounidenses sobre sus hábitos de consumo de tecnología. Primero, les preguntaron a las madres y a los padres sobre qué dispositivos usaban y cómo. Los padres y madres señalaron que empleaban diversos aparatos (móvil, ordenador, tablet, televisión y videojuegos) y que el uso de los mismos interrumpían las interacciones con sus hijos a diario. Además se les pidió que valoraran qué tipo de empleo hacían de la tecnología: ¿sienten la necesidad de comprobar y responder inmediatamente a un nuevo whatsapp o mensaje, piensan a menudo acerca de sus mensajes y llamadas, y creen que utilizan sus teléfonos móviles demasiado? La mayoría de los padres reconoció que estos dispositivos frecuentemente los distraían al interactuar con sus hijos.
Los autores de este estudio, los psicólogos McDaniel y Radesky (Universidad de Illinois y Michigan, respectivamente), lo han denominado como “tecnointerferencia” (Technoference). La tecnointerferencia ocurre cuando varios dispositivos tecnológicos interfieren con la interacción social. Es un término muy descriptivo. En esta investigación, los autores estaban interesados ​​en la tecnointerferencia que tenía lugar en el transcurso de las interacciones entre padres e hijos, algo demasiado común. Seguramente lo hayas visto alguna vez e incluso tal vez has dejado que suceda. Mientras juegas con tu hijo y escuchas o notas vibrar tu móvil, ¿detienes el juego? ¿respondes? ¿interrumpes el tiempo con tu hijo para atender la llamada, responder al mail o al whatsapp? De este estudio se desprende que el 89% de los padres entrevistados indicaron haber dejado que la tecnología interfiriera en la interacción con sus hijos.

Pero, ¿cuál es el impacto de la tecnointerferencia? ¿Estas interrupciones tienen un impacto significativo sobre los niños?
Para evaluar el impacto, McDaniel y Radesky pidieron a los padres que valoraran y clasificaran a sus hijos a partir de una lista relativa al control en el comportamiento. Algunos de los temas concernían a la internalización de problemas, así como problemas de conducta: los niños que son hiperactivos, se frustran fácilmente y exhiben frecuentes berrinches.
Los resultados fueron bastante claros e inquietantes; aquellos padres que experimentaban con más frecuencia la tecnointerferencia, reportaban más problemas conductuales en sus hijos. El predictor más fuerte fue la tecnointerferncia en las madres; probablemente esto sea muestra de que hoy aún en día es sobre la figura materna donde recae el papel de cuidadora principal, y por tanto es la figura de cuidado y atención primaria.
Aun así, estos datos provienen de un único estudio correlacional. A este respecto no disponemos de información sobre cómo influyen las variables. Es decir, sólo sabemos que las interrupciones tecnológicas entre padres e hijos se relacionan con problemas de conducta en los niños. La relación podría darse al revés, es decir, tal vez cuando un niño muestra más problemas de comportamiento, los padres comienzan a buscar sus propias maneras de escapar y encontrar algunas actividades gratificantes. Un móvil proporciona un escape inmediato de cualquier interacción social desagradable. O todo lo contrario, por supuesto la explicación podría ser al revés. Cuando los padres están más distraídos, los niños aprenden a portarse mal. Los niños realmente quieren que sus padres les presten atención. Cuando sus padres se distraen, los niños pueden recurrir a comportamientos más extremos para obtener la atención de sus padres. De esta manera, los niños aprenden a mostrar problemas de comportamiento. Cuando los niños actúan, sus padres dejan el teléfono y responden. Los resultados sugieren, en palabras de los propios autores, que las interrupciones debidas a la tecnología están asociadas a los problemas de conducta de estos niños, sin embargo la direccionalidad y relación de variables de este proceso deberá ser estudiada en el futuro a partir de estudios longitudinales.
Los móviles y los demás avances tecnológicos no son malos en sí mismos. Las ventajas de disponer de estos aparatos son múltiples. Sin embargo, estos beneficios deben equilibrarse en relación a los riesgos que conllevan. Intentemos no usar la tecnología mientras conducimos, caminamos, jugamos con nuestros hijos y socializamos. Y sobretodo tratemos de no ser padres distraídos. Posiblemente contestar a un Whatsapp o actualizar el estado del Facebook no compensa las implicaciones que pueda tener para tus hijos.

Fuente: Psychology Today

McDaniel, B. T., & Radesky, J. S. (2017). Technoference: Parent Distraction With Technology and Associations With Child Behavior Problems. Child Development.

Escrito por María Rueda

 

¿Podría ser que nos afecte más de lo que pensamos la imagen de la mujer en la publicidad?

Extraída de http://www.losandes.com.ar
Extraída de http://www.losandes.com.ar

En su arriesgada campaña publicitaria “bocetos de belleza real”, Dove llevó a cabo un estudio en el que se pedía a las mujeres que se describieran a ellas mismas mientras el artista del FBI Gil Zamora, sin verlas, las retrataba en función de su descripción. Posteriormente, se pedía a un desconocido que describiese a la misma mujer para que Gil dibujara un nuevo retrato de la mujer en base a la nueva descripción. El resultado mostraba dos retratos muy diferentes en el que el descrito por el extraño era más preciso con la imagen real de la mujer, y en el que se veía a ésta más guapa y feliz que la imagen hecha a partir de las descripciones de la propia mujer.

El resultado de esta campaña muestra el general bajo autoconcepto que las mujeres tenemos sobre la propia imagen personal y a raíz de ello, me gustaría ofrecer una breve explicación a partir del análisis de varios conceptos psicológicos y estudios.

El autoconcepto o visión que la persona tiene sobre sí misma se obtiene a través de dos vías: la autopercepción y la imagen que nos devuelven los demás denominada el “yo espejo”.

Parece que la autopercepción se forma del examen que hacemos sobre nuestros comportamientos (Bern, 1972), por ejemplo, si hacemos deporte nos consideraríamos deportistas, o si escribimos poesía, poetas, y esto surge de la motivación que tenemos para realizar ciertos comportamientos, que puede ser interna o externa. Pero también, para determinar cómo somos o nos comportamos, tendemos a compararnos socialmente, para así determinar si nuestras conductas son adecuadas y valorarnos en función de las personas a las que consideramos como estándares o referentes. La teoría de la comparación social, de L. Festinger (1954), postula que nos evaluamos en una serie de características tomando como base las características de los demás. En este proceso podemos compararnos con personas cuyos atributos estén por debajo de los nuestros (comparación social descendente) o con personas cuyos atributos nos superan (comparación social ascendente).

Además, el autoconcepto se lleva a cabo de las informaciones que nos dan las personas con las que interactuamos sobre cómo nos perciben. C. Cooley (1902) acuñó el concepto de “yo espejo” para ilustrar la idea de que el yo es un reflejo de lo que cada uno aprende sobre cómo le ven los demás.

Volviendo al resultado del estudio de Dove sobre el bajo autoconcepto de la mujer en cuanto a su imagen personal, podríamos considerar que en su desarrollo tiene mucho que ver con la equiparación social que hacemos las mujeres en un proceso de comparación social ascendente en la que se muestra la imagen de una mujer físicamente ideal. Este bombardeo de imágenes en la que se muestra a mujeres perfectas puede influir también en la concepción que todos nos hacemos de la imagen de mujer, y va a tener mucho peso, después, en la conformación del “yo espejo” de cada mujer respecto a su imagen.

Sería por tanto importante atender a los mensajes de la publicidad a los que nos vemos expuestos todos los días. En este sentido, María Márquez Guerrero e Ignacio Jáuregui Lobera llevaron a cabo un interesantísimo estudio “la imagen de la mujer en los medios de comunicación” cuyo objeto de examen fue la imagen de la mujer y el hombre en distintos medios de comunicación escrita (prensa, revistas…), y en el que hicieron un análisis semántico-pragmático de los textos en relación con las imágenes, prestando especial atención a la influencia en la construcción del discurso de factores como el sexo del enunciador del discurso y de su destinatario. A raíz de los resultados del análisis, estos dos investigadores llegaron a tres conclusiones: la primera es la existencia de áreas temáticas distintas vinculadas a los hombres y a las mujeres, siendo el poder, la victoria, el éxito y la acción los temas asociados al hombre y la belleza, la moda, la salud, la emoción, los conceptos vinculados a la mujer.

Además, se dieron cuenta de que la mujer no es sólo la destinataria de los productos que se quieren vender, sino que es que el vehículo persuasivo para promocionar los más variados objetos de consumo en el mercado y su imagen aparece tanto en la publicidad destinada a los hombres como a las mujeres o a ambos. Cuando se utiliza como recurso publicitario, suele mostrarse la figura completa de la mujer, desnuda o semidesnuda, en actitud sensual o amable, ocupando un primer plano.

Sin embargo, observaron que la figura del hombre en la publicidad es muy distinta, ya que su imagen aparece sólo para para artículos destinados al público masculino, y generalmente aparece su rostro y cuando aparece el cuerpo del hombre, éste está difuminado y no ocupa una posición relevante.

El tercer aspecto del que se dieron cuenta es la identificación que se hace de los conceptos salud y belleza.

Todo ello hace pensar en que sigue existiendo una “concepción de la mujer como complemento del hombre, para el que debe ser su amante, su servidora y su adorno, su pieza de caza y su trofeo” y por tanto una concepción sexista que puede estar la mente de la sociedad entera y que afecta en la forma en que se valora a la mujer y ésta, a sí misma. Todo ello está en consonancia con la teoría de Glick y Fiske (2001) del sexismo ambivalente, en la que consideran que no sólo sigue existiendo el sexismo hostil en el que se considera a las mujeres como grupo subordinado del hombre, sino que emerge un sexismo benevolente por el que se idealiza a la mujer como esposa, madre y objeto romántico.

Por todo ello, sería conveniente hacernos conscientes de los mensajes a los que nos vemos expuestos cada día para atenuar los prejuicios y diluir ciertas concepciones que disminuyan los efectos negativos que conllevan y que permitan que las mujeres, y en general, las personas, seamos más felices y dependamos menos de una imagen estándar preestablecida por una sociedad de consumo.

Escrito por Sara Reyero Serret

Referencias:

Guerrero Márquez, M.; Jáuregui Lobera, I. La imagen de la mujer en los medios de comunicación.

Glick y Fiske (2001). An ambivalent alliance: Hostile and benevolent sexism as complementary justifications for gender inequality. American Psychologist, Vol 56(2), Feb 2001, 109- 201. Festinger (1954) Festinger, L. (1954). A theory of social comparison processes. Human Relati

Bern (1972). Bern, D. J. Self-perception: An alternative interpretation of cognitive dissonance phenomena. Psychological Review, 1967, 74, 183-200.

 

¿El terrorismo te preocupa en exceso? 5 formas de reducir la ansiedad

Cada pocos meses nos asalta la noticia de un nuevo atentado terrorista en un país cercano. Estos eventos nos hacen sentir muy mal, vivimos la injusticia y empatizamos con las víctimas afectadas. A la vista de la frecuencia con la que estos atentados se están sucediendo en diferentes países europeos, es lógico que el nivel personal de alerta aumente. Cada vez más personas se comienzan a sentir amenazadas por la posibilidad de verse involucrados ellos o alguien de su familia en el próximo atentado.

Este miedo en gran medida es completamente normal e incluso adaptativo. Sin embargo, también es posible que se convierta en un momento dado en un miedo excesivo, con niveles de preocupación muy elevados y comportamientos de evitación de situaciones valoradas como “de riesgo”. Cuando esto es así, posiblemente sea necesario revisar cómo estamos afrontando la situación cultural del momento, y cuánto estamos permitiendo que se integre en nuestras vidas esa preocupación.

Si bien la propia finalidad del terrorismo, como su nombre indica, persigue crear un clima de inseguridad y terror, hay algunas variables personales que pueden hacer a una persona más vulnerable a desarrollar un miedo o preocupación excesiva. Ser un hombre, joven, con mayor estatus socioeconómico harán menos probable que comencemos a sentir una preocupación excesiva respecto al terrorismo. También otros factores, como la afectación psicológica previa, tener factores previos de estrés o una red de apoyo reducida pueden hacer que sea más probable desarrollar este miedo excesivo.

Se conoce que hay algunos factores externos que también influyen sobre la posibilidad de sufrir este grado de preocupación excesiva, por ejemplo, una mayor exposición a noticias relacionadas con el terrorismo hacen que aumente el nivel de riesgo que percibimos, y esta percepción del riesgo más alta, nos lleva a una mayor preocupación sobre el terrorismo.

Sin embargo, esta mayor preocupación no necesariamente se convierte en algo dañino. La clave para que se convierta en algo que nos cause un sufrimiento personal, o que haga que empecemos a evitar situaciones que nos causen malestar porque las valoremos como algo peligroso es la sensación de capacidad de afrontamiento que tengamos. La sensación de que a pesar de la incertidumbre y el miedo que genera la posibilidad de sufrir un atentado, podremo

Aunque cada vez que se produce un nuevo atentado es fácil que nos sintamos vulnerables e indefensos, hay varias cosas que se pueden hacer para que no se convierta en un miedo excesivo. ¿Qué dice la literatura científica que puede llevarnos a sufrir menos intensamente este miedo?

Riesgo percibido. Una forma de rebajar la preocupación es valorar adecuadamente la probabilidad del riesgo de sufrir un atentado terrorista. Aunque emocionalmente podamos sentir que las posibilidades de sufrir personalmente un atentado son altas, es importante valorar que este tipo de amenaza para nuestro bienestar es de las menos probables en comparación con otro tipo de riesgos para nuestra salud.

Actuación. Tal y como hemos visto anteriormente, la sensación de tener un plan de acción ante la posibilidad (remota) de verse inmersos en un atentado puede aumentar esta sensación de capacidad de afrontamiento, que nos permitirá una preocupación menos intensa. Será más positivo informarnos sobre esta posible actuación más que sólo sobre las terribles consecuencias de verse allí inmerso.

Exposición. Como con cualquier otro miedo, si comenzamos a evitar situaciones que percibimos como de riesgo, este miedo se hará cada vez más grande. Cuando dejamos de hacer algo por miedo a que pueda ocurrir un atentado terrorista, nos decimos a nosotros mismos que efectivamente, es posible que esto ocurra, por lo que lo más recomendable es que a pesar de sufrir un miedo intenso al ir a ciertos lugares, es mantenerse allí y descubrir que finalmente no era tan amenazante.

Grupo social. Uno de los factores que influyen sobre la posibilidad de desarrollar una preocupación excesiva sobre la posibilidad de sufrir un atentado es la sensación de tener una red social de apoyo. Ya que cada cierto tiempo nos topamos de nuevo con la noticia de que ha ocurrido un atentado, será positivo que, en la medida de lo posible podamos compartir la recepción de esta información acompañados por personas que sabemos que son un apoyo para nosotros.

Externalizar. Cada persona, incluso cada cultura, tienen una tendencia a externalizar o internalizar las emociones de forma diferente. La expresión emocional “hacia fuera” será el procesamiento externalizante mientras que dirigirla “hacia dentro” será internalizante. Cuando se hace referencia a la percepción del terrorismo, es conocido que la actitud externalizante logra un grado menor de problemas psicológicos asociados a esto. Quizá mostrar un enfado con las personas que cometen los atentados, un rechazo a este tipo de actos será un mecanismo mental mucho más sano para nosotros que mostrar miedo, indefensión y sentirnos vulnerables.

Como decíamos, es imposible no vernos afectados en mayor o menor medida por la amenaza del terrorismo en nuestro entorno, especialmente con lo inciertos, tristes e injustos que son cada uno de los atentados cometidos, pero sí existen algunas formas de lograr que esta afectación sea lo menos dañina posible para nuestra salud mental personal. ¡Tratemos de afrontarlo de la mejor forma posible!

Fuentes:

ResearchBlogging.org

Lee JE, & Lemyre L (2009). A social-cognitive perspective of terrorism risk perception and individual response in Canada. Risk analysis : an official publication of the Society for Risk Analysis, 29 (9), 1265-80 PMID: 19650811

Dekel S, & Dekel M (2014). Post-Trauma Versus Inter-Trauma: Living with Traumatic Stress in Israel and The United States Ann Depress Anxiety, 1 (6)

Escrito por Lara Pacheco Cuevas

La hipnosis: Una tecnica más en terapia

Extraída de www.psicologo-cuernavaca.com
Extraída de www.psicologo-cuernavaca.com

La utilización de la hipnosis por parte de algunos profesionales de la psicología,  se viene realizando desde finales del siglo XIX, aunque asociada  a enfoques más psicoanalíticos y sobre todo con el objetivo de conseguir “regresiones hipnóticas” a traumas pasados. La hipnosis se fundamenta en un método para provocar reacciones psicológicas y fisiológicas en la persona, e influir de alguna manera en las sensaciones y emociones, pensamientos o conductas  mediante la inducción y sugestión hipnótica, que en la mayoría de las ocasiones se consigue usando procedimientos de inducción en relajación, aunque también existen procedimientos para inducir activación o alivio del dolor por ejemplo.

La aplicación actual de la hipnosis en el ámbito clínico ha obtenido resultados satisfactorios ante diferentes trastornos como la ansiedad, depresión, fobias, ataques de pánico, adicciones, o tratamiento del dolor entre otros.

En este sentido es importante aclarar, tal y como lo destacan algunos profesionales de la hipnosis en  psicología como es el caso del catedrático de la Universidad de Valencia y doctor en psicología, Antonio Capafons,  que la hipnosis no es una terapia en si misma por lo que no tiene sentido utilizarla como única intervención, sino que se debe considerar como una técnica más en terapia, y que se usará como complemento  a otras técnicas en la aplicación de un determinado tratamiento, con el objetivo común de conseguir la mejoría del paciente. Conviene aclarar también  que la hipnosis requiere del convencimiento de la persona sobre sus beneficios para que resulte realmente eficaz.

En adicciones por ejemplo, se ha utilizado la hipnosis en combinación con técnicas cognitivo-conductuales como la terapia de exposición en imaginación en situaciones relacionadas con la adicción. En este tipo de terapia, es muy importante la capacidad de imaginación del paciente, y la hipnosis se utiliza para provocar sensaciones de relajación, aumentar la implicación emocional del sujeto, y focalización de la atención ante sugestiones verbales que facilitan esos procesos de imaginación.

En problemas relacionados con la ansiedad, la hipnosis inducida con sugestiones de relajación y visualización de escenas agradables,  puede ser utilizada por los pacientes para afrontar situaciones  de ansiedad, de forma que se asocia la situación de relajación inducida por hipnosis  a  una palabra o escena relajante (campo, playa).

Aunque estas técnicas también se pueden utilizar sin la aplicación de la hipnosis, algunos trabajos han demostrado su mayor eficacia frente a su no utilización. Otros  profesionales de la psicología defienden también que en la mayoría de los casos, con técnicas de relajación profunda,  el estado de trance que se consigue con la hipnosis es muy similar al que se puede crear con la utilización de esas técnicas de relajación.

Es importante destacar que alrededor de la hipnosis, existen muchas creencias erróneas que han podido influir en su poca utilización entre los profesionales de la psicología, algunas de esas creencias han sido estudiadas por Capafons (1998), siendo las más destacadas  el que la hipnosis pueda anular el control voluntario de la persona, que provoque reacciones inusuales o excepcionales no deseadas, que no se pueda salir del estado hipnótico, que pueda agravar patologías ya existentes, o que  provoque una situación similar a la del sueño y se pierda la consciencia. En este estudio se desmienten estos mitos sobre la hipnosis, y se aclara que en todo caso que la hipnosis sigue las directrices de la psicología científica estando avalada por sociedades científicas y se enseña en universidades de muchos países.

También es importante  destacar que la hipnosis no aumenta las capacidades físicas ni mentales, y que la mejoría que se pueda experimentar no es inmediata, ya que se consigue en un proceso que  requiere un cierto esfuerzo por parte del propio paciente, no siendo muy adecuada para sujetos pasivos.  Es un elemento clave la buena disposición del sujeto para la aplicación de la hipnosis y estar informado de todos esos mitos comentados anteriormente. Hay que explicarle  que la hipnosis se utilizará para ayudarle, dando información natural y sincera de sus posibles beneficios El paciente debe mantenerse siempre activo e implicado en el tratamiento.

Otras circunstancias que han  influido negativamente  en la consideración de la hipnosis, han sido la utilización de la hipnosis en los medios como espectáculo,  y la falta de  concreción de los criterios  exigidos  para poder practicar la hipnosis, lo que ha contribuido al intrusismo profesional. Estas circunstancias han  influido mucho en su desacreditación, pues en algunos casos podría llegar a tener una influencia negativa en la salud de los pacientes que acuden a estos mal llamados “profesionales”.

Por lo tanto  la hipnosis en psicología clínica, se debe considerar como  una técnica más a tener en cuenta, que requiere en todo caso de una formación específica y acreditada, y respecto a la cual se debe continuar realizando estudios de investigación para evaluar su eficacia ante determinados trastornos, al igual que ocurre con otras técnicas cognitivo-conductuales  que han demostrado su eficacia  ante múltiples  problemas o trastornos.

Escrito por David Ramallo Beltrán. 

Referencias:

CAPAFONS, A. (1998).  Hipnosis clínica: una visión cognitivo-comportamental. Papeles del Psicólogo. Febrero, nº 69 (71-88).

MOLINA DEL PERAL, J.A. La hipnosis en la terapia cognitivo-conductual: aplicaciones en el campo de las adicciones. Adicciones 2001, vol. 13 nº 1 (31-38)

MONTGOMERY, G.H., y SCHNUR, J.B. (2004).  Eficacia y aplicación de la hipnosis clínica. Papeles del psicólogo. Diciembre, nº 89.

ROBLES, L. ¿Qué puede hacer la hipnosis por la salud?www.efesalud.com/noticias