FOMO, ¿una nueva patología?

Las redes sociales online, como Instagram, Facebook, Twitter o WhatsApp empleadas de forma adecuada, enriquecen y amplían nuestros círculos sociales. Sin embargo, su uso excesivo, por la cantidad de horas que invertimos en ellos, haciéndonos llevar en ocasiones, literalmente, nuestro mundo digital a cuestas, puede generar riesgos en la población adolescente. Ya que en esta etapa de la vida predomina la necesidad de pertenencia al grupo, las redes sociales multiplican el número de relaciones y amplifica la sensación de conexión entre ellas.

A través de los likes solicitamos expresamente un feedback constante sobre aquello que decimos, sobre lo que hacemos, sobre la imagen que deseamos trasmitir. Estamos a un solo clic que nos hará sentir bien durante un rato, que mejorará nuestra autoestima, haciéndonos sentir más valorados, al tiempo que se cimienta nuestra identidad personal y social.

Foto extraída de: travelux.es
Foto extraída de: travelux.es

En algunos trabajos científicos ya se ha empezado a hablar del FOMO o “Fear of Missing Out” (el miedo a perderse algo -en la red- o a quedarse fuera). Es un concepto que ha ido ganando bastante popularidad en estos últimos años, gracias al estudio realizado por el equipo de Andrew Przybylski, investigador del Oxford Internet Institute, en el que se describe como “la sensación de malestar que se siente al ser consciente que otras personas están realizando actividades agradables y uno no forma parte de ello”.

El FOMO no es considerado una forma de adicción a las redes sociales, aunque pueda ser un importante catalizador de su uso desadaptativo, y de cómo éstas pueden convertirse en fuentes generadoras de estrés y ansiedad. Más bien se entendería como un mecanismo autorregulador, surgido como consecuencia de una insatisfacción de las necesidades psicológicas básicas como la competencia, la autonomía y la necesidad de estar conectado con los otros.

Sociólogos y psicólogos prefieren hablar del temor que siempre ha existido a la exclusión social, que ahora se hace visible en las redes y recuerdan que no es una terminología científica y tampoco un trastorno que se formaliza como tal en los sistemas de diagnóstico psiquiátrico, a pesar de ser un término que se ha puesto de moda. Este miedo se puede experimentar fuera de las redes sociales, sin embargo, las redes lo fomentan mediante la posibilidad de estar permanentemente conectado (la plataforma perfecta para idealizar la vida de los demás).

Pero, ¿qué hay detrás de este fenómeno? ¿es algo nuevo? ¿Cuál es la raíz del miedo a perderse algo? El FOMO es un término nuevo para una experiencia que ha aquejado a la humanidad desde siempre, sin embargo a día de hoy se cuenta con más medios que nunca para fomentar este miedo, el miedo a la exclusión social. La necesidad de pertenecer y estar conectado socialmente es una necesidad básica presente desde la infancia, y no se encuentra restringido al uso de las redes sociales en línea. Pero estas aplicaciones tecnológicas pueden contribuir a un aumento de esta necesidad de pertenecer, porque incrementa las posibilidades de conectarse, compartir, y tener experiencias gratificantes con alguien, por la accesibilidad, aunque se tenga poco contacto con los otros usuarios.

La tecnología no es el problema de que experimentemos este miedo, es tan sólo el medio. Siempre hemos tenido miedo a perdernos algo, pero la tecnología nos hace creer que podemos hacer algo para evitarlo, y recuperar terreno, ponernos al día sobre lo que está pasando en tiempo real sin quedarnos fuera. Sin embargo, en la red no es suficiente observar, has de participar, dar señales de vida, porque en nuestra mente el riesgo de estar off supone la exclusión.

El porqué de este “síndrome”, en el que la tecnología es simplemente un medio cuyas características lo favorece, está en preguntas tan esenciales como: ¿Y si me he podido perder algo que me separa del grupo, es que ya no cuentan conmigo?, ¿me recordarán?, ¿algunos de mis logros serán importantes para alguien?, ¿me quieren?, ¿mi familia me quiere?, ¿mis amigos me quieren? ¿merezco que me quieran?,¿importo?

El temor a sentirse desconectado es mayor entre los adolescentes porque es el grupo el que define su identidad; “su vida es la red y existen porque están en ellas”. Si el grupo está en las redes y todo sucede en ellas, no pueden quedarse fuera.

La psicoeducación en las TICS es básica, y el rol educativo de los padres toma especial protagonismo. Estos desarrollos tecnológicos están ya aquí, para bien o para mal, forman parte de nuestras vidas. Hoy día son una herramienta para estar socialmente integrado, desconectarse no es la solución, pero limitar su papel (ej; el número de horas…) puede ser un primer paso.

Escrito por Eva M. Cuadro Ramírez

Fuentes:

ResearchBlogging.org

Dossey L (2014). FOMO, digital dementia, and our dangerous experiment. Explore (New York, N.Y.), 10 (2), 69-73 PMID: 24607071

Gil, F., Oberst, U., Del Valle, G., & Chamarro, A. (2015). Nuevas tecnologías-¿ Nuevas patologías? El Smartphone y el fear of missing out. Aloma: Revista de Psicologia, Ciències de l’Educació i de l’Esport, 33(2).

Jiménez-Murcia, S., y Farré-Martí, J.M. (2015) Adicción a las nuevas tecnologías ¿La epidemia del siglo XXI? Siglantana. Barcelona

Serrano-Puche, J. (2015). Emociones en el uso de la tecnología: un análisis de las investigaciones sobre teléfonos móviles. Observatorio (OBS*), 9(4), 101-112.

Spitzer, M. (2013). Demencia Digital: El Peligro de las Nuevas Tecnologías.Ediciones B. Barcelona.

La Chica Danesa: Reasignando realidades

Extraída de www.sensacine.com
Extraída de www.sensacine.com

Hace menos de un mes llegaba a nuestras pantallas, “La Chica Danesa”, emotiva película que contaba la historia de Lili Elbe, la primera persona datada en la historia en someterse a una operación de reasignación de sexo (en 1930), con riesgos enormes para la salud y en fase absoluta de experimentación (aparte de la extirpación total de sus órganos sexuales masculinos, se llegó a hacer un trasplante de órganos femeninos con la intención de que Lili quedara embarazada, con la posterior operación para quitárselos por el rechazo corporal hacia dichos órganos). En la película, como en la realidad, el deseo de Lili por hacer coherente su identidad sexual psicológica con su sexo biológico  hace que la persona se plantee pasar por una operación quirúrgica (o en su caso, hasta cinco), ante su necesidad de vivir acorde a sí misma. Lili Elbe, antes Einar Wegener, era transexual, en una época en donde ni siquiera existía ese término para definir su experiencia psicológica, acuñado sólo tres años después de su muerte por el médico Harry Benjamin.

En “La Chica Danesa” se nos habla del matrimonio conformado por Einar y Gerda Wegener, reputados pintores daneses de la época con dedicación enorme a su obra. Einar era un pintor paisajista, y Gerda una pintora de moda y sociedad, cuyo tema principal eran retratos y escenas cotidianas. Un día Gerda necesita una modelo desesperadamente una modelo femenina para uno de sus cuadros, y Einar, cómplice y compañero, se presta para hacerle de modelo. Es entonces cuando Einar entra en contacto con su verdadera identidad, en un proceso progresivo en donde un simple cambio de roles se convierte en algo mucho más profundo, adoptando gestos, maneras y atuendos de una mujer, y donde a  Einar se le hace cada vez más difícil volver a su apariencia de hombre. Einar comienza a sentir verdadera disforia de género (un rechazo a su cuerpo masculino y el rol que de él se desprende) y una necesidad creciente por vestir y comportarse como una mujer, adoptando la identidad de Lili y confesando su deseo a Gerda, su mujer. La película muestra como Lili fue tildada por “perversa” o ”esquizofrénica” por las autoridades médicas de la época, y como tuvo que mudarse a Paris para vivir más libremente como mujer, presentada en público como un familiar de Einar y Gerda.

El retrato de Lili muestra de manera abierta el conflicto y dolor que sufren las personas transexuales por el reconocimiento y reafirmación de su verdadera identidad. Ostracismo y rechazo social (no permitir a la persona expresarse y  en público –y en privado- y comportarse de manera hostil ante ello, con insultos, manifestaciones físicas o todo tipo de vejaciones físicas), patologización de su realidad (recordemos que se ha tenido que esperar hasta al año pasado para que la transexualidad desaparecía del Manual de Trastornos Mentales DSM, en la que sólo hay una acepción referida a la “Disforia de Género”, haciendo referencia a la necesidad de los profesionales para ayudarles en la aceptación y adaptación de su identidad y despatologizando su deseo por el cambio el sexo), invalidación emocional (se les dice, “lo que sientes no está bien. Debes esconderlo y no mostrar nunca tu sufrimiento”), negación de identidad (la persona y los demás viven una continua lucha de identidades, cuando puede abogarse más por su integración, permitiendo que las virtudes -y defectos- de la persona puedan convivir en todo el proceso de reasignación de sexo) o miedo a la intimidad (miedo a mostrar su cuerpo a las parejas sentimentales por la posibilidad de rechazo por parte de la otra parte) son sólo algunos de los muchos problemas que ha de lidiar la persona transexual en su día a día, causándoles tremendo sufrimiento y  necesitando de la concienciación social por parte de todos para ayudarles en un camino ya de por sí complicado. Todo para alcanzar uno objetivo primordial: como decía Lili en uno de sus escritos antes de una de sus últimas operaciones que le costarían la vida, rescatados por Smoda hace unas semanas, “he probado que tengo derecho a vivir existiendo como Lili durante 14 meses. Se podría decir que 14 meses no son mucho, pero para mí es una vida humana completa y feliz”. Lili contó con el inestimable apoyo de Gerda. Ahora es momento de reconocer que el apoyo ya no pasa sólo por gestos íntimos, sino por el pleno reconocimiento a nivel social, con plenas garantías para el desarrollo y el crecimiento de la persona transexual.

Podéis ver la película “La Chica Danesa” en cartelera, con gran aceptación de público y crítica; o leer más sobre la vida de Lili en “La Chica Danesa”, libro escrito por David Ebershoff, obra de ficción que intenta ser un retrato de su vida.

Escrito por David Blanco Castañeda

Tu inconsciente hace su propia campaña electoral

Al tratar de decidir a quién vamos a votar en las próximas elecciones nos gusta pensar que hacemos una decisión consciente y racional, valoramos las propuestas de los diferentes partidos y tomamos una decisión sobre si vamos a votar y a qué partido.

extraído de elmundo.es
extraído de elmundo.es

Ataques de tiburones o equipos que pierden.

Sin embargo, la psicología no dice exactamente eso. La decisión de nuestro voto está más influida por la emoción de lo que nos gustaría pensar. Incluso hechos irrelevantes para la política el día en que vayamos a votar, parecen causar bastante influencia sobre nuestra decisión. Aunque no hay un acuerdo total en la ciencia, parece que eventos como el aumento de ataques de tiburones o que nuestro equipo de fútbol pierda puede hacer que valoremos más negativamente al candidato que estuviera en el poder durante estos sucesos. Sin embargo, en algunas ocasiones se ha desmentido que exista esta tendencia, además, ¿Cómo va a influir en mi votación algo con tan poco sentido?

Somos bastante fieles… a nosotros mismos.

Pues aún así, tenemos bastantes sesgos inconscientes que pueden hacer que tomemos una decisión no tan consciente a la que le damos una explicación racional a posteriori. En primer lugar, tanto si nos situamos en una ideología de izquierdas como de derechas, siempre tendemos a pensar que hemos razonado y nos hemos basado en argumentos sólidos, que tenemos más información de la que tiene el opuesto. Al final, parece que las diferencias a nivel de información y argumentación no existen entre el votante de izquierdas o de derechas, ambos están informados, pero dan más credibilidad a los argumentos que son congruentes con su postura.

Yo soy uno de esos indecisos, no estoy contaminado por ninguna ideología.

Pero si aún no te has decidido sobre a quién votar, ¿significa esto que estás más libre de estos prejuicios y que acogerás con mejor disposición los diferentes argumentos? Pues parece ser que tampoco es exactamente así. En tu inconsciente ya hay ciertos prejuicios sobre diferentes temas importantes en tu sociedad. En la Universidad de Harvard tienen a disposición diversos test de asociación implícita. En estos “test” la tarea consiste en asociar diferentes palabras entre sí lo más rápido que podamos. Cuando son coherentes con nuestra creencia implícita, la asociación será más rápida que cuando son incoherentes con nuestros prejuicios.

La investigadora Silvia Galdi, de la Universidad de Padova, encontró en sus estudios que aún si en nuestro conocimiento consciente no estamos decididos sobre a quién votar, se puede predecir por quién nos decidiremos finalmente. Cuando en un test de asociación implícita nuestra actividad inconsciente es más favorable a alguno de los candidatos, aunque conscientemente sigamos diciendo que aún no lo sabemos, es probable que votemos a este candidato cuando llegue el momento.

Más aún, los mismos sesgos que actúan cuando sabemos a quién votar y nos centramos en la información que confirme que ese voto es el correcto, funcionan cuando esa decisión no es consciente.

La importancia de la familia en nuestro voto (y no sólo de nuestros padres).

Al final, nuestras inclinaciones políticas tienen mucho que ver con nuestros valores personales. Se ha estudiado que los votantes de izquierda se identifican más con valores relacionados con la empatía y la honestidad, mientras que los de derechas se inclinan a valores relacionados con el deber y la competencia. Además, estos valores se ven influidos por los que se nos han transmitido familiarmente, aunque habitualmente teñidos bien por una inclinación personal a la tradición o bien a la rebeldía.

Curiosamente estas variaciones e influencias no sólo provienen de nuestra familia de origen, sino también de la familia que formamos. El hecho de ser padre (y no de la misma forma que ser madre) de una niña inclinará el voto a un estilo de pensamiento más de izquierdas, mientras que ser padre de un hijo varón inclinará el voto hacia un pensamiento más de derechas.

¿Jornada de reflexión?

El hecho de votar está socialmente concebido como un acto basado en argumentos y medido de forma racional. Incluso tenemos previsto el día anterior a la votación como una “jornada de reflexión” en el que no deberían contaminarnos con más propuestas sino simplemente valorar por nosotros mismos de una forma fría. Los diferentes estudios que tratan de comprender en qué basamos nuestra decisión de votar a un partido u otro precisamente proponen que no somos tan reflexivos, o al menos que nuestra decisión está marcada por reacciones emocionales e inconscientes ante los diferentes candidatos y partidos.

De todos modos, probablemente todas las decisiones que tomamos en nuestra vida estén más marcadas por la emoción de lo que solemos creer y quizá esto no sea nada malo, sino simplemente, humano.

Fuentes: www.theglobeandmail.com, phenomena.nationalgeographic.com

Escrito por Lara Pacheco Cuevas

Fat Shaming y sus consecuencias

Es uno de los últimos prejuicios socialmente aceptados. Y podría suponer uno de los más devastadores. Estamos hablando de la discriminación por el peso, conocido actualmente en las redes sociales con el nombre de ‘fat shaming’ (humillación por ser gordo).

Este fenómeno provocó recientemente gran revuelo cuando la humorista Nicole Arbour publicó un video en YouTube titulado ‘Dear Fat People’ (querida gente gorda), en el que afirma que el ‘fat shaming’ no solo no existe, sino que es una creación por parte de la propia “gente gorda”. Y es que, en palabras de Arbour, “no tendría por qué haber gente gorda si simplemente dejaran de comer”.

Es precisamente esa forma de pensar la que puede tener consecuencias nefastas para aquellas personas luchando tanto contra la obesidad como contra la discriminación. Investigaciones recientes muestran que las personas que se sienten discriminadas por su peso tienen un 60% más de posibilidades de morir en comparación con personas de su misma edad que no son discriminadas.

Y el motivo no es su peso, sino los efectos de ser discriminados por la sociedad, según indican desde la universidad estatal de Florida. Los investigadores Angelina R. Sutin y Antonio Terracciano analizaron los datos obtenidos de una muestra de más de 18000 personas. Tras eliminar las influencias de diversos factores, como índice de masa corporal (IMC), enfermedades físicas, síntomas de depresión, historia de tabaquismo y actividad física, encontraron que la asociación entre discriminación por el peso y mortalidad se mantenía. Este estudio, que incluyó datos recogidos durante varios años, muestra las consecuencias de la discriminación por el peso en la vida de una persona, según indica Terracciano.

Foto extraída de artepreta.com
Foto extraída de artepreta.com

A diferencia del video de Arbour mencionado previamente, la mayoría de personas no suelen ser malintencionadas a la hora de indicar a familiares y amigos los problemas que tiene el sobrepeso. Muchos comentan durante sus conversaciones cosas del tipo “¿de verdad crees que deberías comer eso?” o “¿qué tal una ensalada en lugar de ese bollo?”. Piensan realmente que estos comentarios son de ayuda. Según Sutin algunas personas piensan que a pesar de hacer daño a alguien cuando se dice algo negativo sobre su peso, al final les motivará a perderlo, lo que salvará su vida.

Pero lo que ocurre en realidad es lo contrario. Aquéllos que son estigmatizados constantemente por su peso tienen más probabilidad de mantener el comportamiento que lleva a la obesidad, incluyendo una alimentación no saludable o evitar la actividad física. Realmente es una respuesta natural: cuando nos atosigan con algo constantemente nuestra primera reacción es no hacerlo, o incluso hacer lo contrario, pues vemos amenazada nuestra libertad para decidir y queremos mantenerla a toda costa.

Las personas en esta situación suelen ir un paso más allá y mantienen oculto su comportamiento de ingesta, añadiendo así otro punto más de humillación. De este modo el fenómeno de ‘fat shaming’ dispara precisamente el comportamiento por el que la persona está siendo discriminada, añadiendo una dosis de culpa, vergüenza y desesperanza.

Desde el University College de Londres, el grupo de la investigadora Jane Wardle ha recogido observaciones de una cohorte de 2944 personas mayores de 50 años. Aquéllas que informaron haber sufrido discriminación o bullying tenían menos probabilidades de perder peso; incluso tendían a ganarlo y llegaban a tener obesidad.

La investigación científica a lo largo de la historia ha demostrado que la obesidad no es una elección; se trata de un fenómeno socioeconómico, psicológico y fisiológico complejo. En lugar de abordar negativamente el asunto, facilitar el cambio en los hábitos en base a la idea de que es mejor tener un estilo de vida saludable parece ser la clave, independientemente del tamaño o la forma corporal. La idea de que existe un solo modelo de salud física no es más que un mito, un mito que es letal para muchas personas a día de hoy.

Fuentes: psychcentral.com, psychologytoday.com

Escrito por Alejandra Ranz

ResearchBlogging.orgJackson SE, Beeken RJ, & Wardle J (2014). Perceived weight discrimination and changes in weight, waist circumference, and weight status. Obesity (Silver Spring, Md.), 22 (12), 2485-8 PMID: 25212272

Sutin, A., & Terracciano, A. (2013). Perceived Weight Discrimination and Obesity PLoS ONE, 8 (7) DOI: 10.1371/journal.pone.0070048

Lo que convierte a Clark Kent en Superman

Para ayudar, no se necesitan súper-poderes…o casi. El altruismo y las conductas de ayuda son uno de los estándares mejor valorados en nuestra sociedad, pero no todos lo practican y mucho menos se exponen a situaciones que pueden suponer un perjuicio a su seguridad.Estudiar qué factores pueden explicar estos actos orientados a los demás puede ayudarnos no sólo a caracterizar el hipotético perfil psicológico de nuestros héroes favoritos, sino también a promover determinadas actitudes y conductas para que las conductas de ayuda no estén al alcance de “algunos elegidos”. Aquí van algunos factores que nos ayudan a esclarecer lo que hacen de Superman todo un Superhombre:

Foto Extraída de:  www.imagenesparaperfilesdewhatsapp.com
Foto Extraída de:
www.imagenesparaperfilesdewhatsapp.com

Para ser Superhéroe, lo primero hay que creérselo. Aunque todos tenemos la capacidad de ayudar, no todos calzamos leotardos y saltamos al fuego cuando notamos una situación de alerta. Para ser un Superhéroe, hay que identificarse como tal, saber que una de tus prioridades es la ayuda a los demás, estés donde estés y sea la ayuda la que sea. Hasta se han creado curiosas iniciativas (HIC, cuyas siglas en español significarían algo así como “Proyecto de Imaginación Heroica”) en el que se promueven este tipo de actitudes y enseñan a sus usuarios las conductas de ayuda y la forma más efectiva de hacerlas

Ser capaz de prestar atención a tu alrededor y actuar. Íntimamente relacionado con la atención plena, hablamos de prestar atención a lo que está ocurriendo en la situación de ayuda y ejecutar las acciones que se piden en la situación de emergencia. Si estás en consonancia con tu contexto, serás más capaz de escuchar a tu vecino de mesa sufrir un atragamiento y utilizar la Maniobra de Heimlich. Las situaciones de ayuda implican rapidez en el análisis y en la toma de decisiones, y una actitud abierta a la experiencia podría ayudarte en ser el primero en actuar exitosamente en una situación de peligro.

Tener perspectivas de auto-eficacia. La auto-eficacia está relacionada con la capacidad de predecir un éxito en las diferentes acciones que nos propongamos y ser capaces de atribuirnos el éxito cosechado a nuestras propias cualidades por encima de otro tipo de consideraciones. Por ello, una persona con altas expectativas de auto-eficacia se mostrará más predispuesto a iniciar antes la acción que una persona con poca auto-eficacia, mostrar menos reservas con respecto a su capacidad en la situación de ayuda, perseverar en lo que esté haciendo a pesar de las dificultades y mostrar una mayor tolerancia a la frustración, lo que provocará una disposición natural a este tipo de acciones (heroicas) por muy peligrosos que sean los obstáculos que encuentre.

Presentar grandes dosis de empatía. Reaccionar positivamente a las reacciones de los demás y ser capaz de detectar el sufrimiento y el dolor ajeno nos hace más capaces de ayudar en los momentos que realmente las personas necesitan ayuda. No sólo en prepararnos psicológicamente para esa ayuda, también en qué tipo de apoyo necesita la persona en ese preciso instante.

.Y no temer al miedo y al riesgo. En diferentes investigaciones que estudian el altruismo se ha relacionado cierto grado elevado de psicoticismo con las conductas de ayuda. En este caso, más conectado con no temer las consecuencias de sus acciones y en ese sentido, con no temer al riesgo y el hecho de saltarse las normas. Como os imagináis, muchas situaciones extremas ayudar a una persona suponen un peligro tanto para la persona necesitada como para la persona que auxilia. Este punto no actúa de manera imprescindible como los otros cuatro; en efecto, esta ausencia de temor a las consecuencias sólo aparece en las llamadas “situaciones de altruismo extremo”, y explicaría situaciones de cómo una persona es capaz de ponerse en medio de la carretera con tal de que una viejecita no fuera arrollada por un coche a toda velocidad, sin tener en cuenta su riesgo personal y arriesgando su integridad en el proceso, quedando perfectamente explicado con la expresión: “niños, estoy no lo intentéis en casa”.

Ser un superhéroe es un bien muy preciado, y atendiendo a la forma en la que podemos desarrollar y manifestar estas características podría servir para crear una sociedad más basada en la empatía, el altruismo y la conducta prosocial. No todos podemos salvar a alguien de un edificio en llamas, pero sí podemos aportar nuestro pequeño granito de arena.

Fuente: Psychology Today, Psychcentral.

Escrito por David Blanco Castañeda

La auto-revelación: El arte de revelar nuestro propio mundo interior

Extraída en www.imgbuddy.com
Extraída en www.imgbuddy.com

Revelar nuestros sentimientos no es una tarea fácil : a veces ocurre que en una reunión de amigos encuentras al típico amigo que “no tiene filtro”, cuenta sus intimidades sin el más minino reparo, dejando un mal sabor de boca generalizado en la audiencia que le escucha. En ocasiones, pasa todo lo contrario, conoces al amigo extremadamente reservado que le cuesta horrores contarte lo que realmente le pasa, la impresión que sacas de él es    que es muy frio, cuando tal vez ni siquiera era su intención principal.

La auto-revelación, es decir,  la acción por la cual tú comunicas información íntima y altamente personal, está estrechamente relacionado con la capacidad para saber elegir el momento adecuado para comunicar tus estados emocionales, y surge y se entrena tras tener acceso a una multitud de situaciones sociales propicias para ello. Sin embargo, no todos pueden sentirse duchos en esta capacidad, provocando en ocasiones revelaciones de estados emocionales que pueden perjudicar el entendimiento y el buen rendimiento en multitud de contextos sociales.

Por ello, los investigadores se han puesto manos a la obra para entender qué factores pueden ayudarnos a hacer una expresión adecuada y correcta de nuestras emociones, y se han centrado en las redes sociales, emuladoras y muchas más parecidas de las comunicaciones cara a cara de lo que la gente realmente se piensa. Así, en investigaciones que estudiaban el comportamiento de revelaciones en esta red social, se encontró que la gente tiende a revelar más información privada y personal a otra no cuando el amigo en cuestión llena su muro de estados con alto contenido íntimo, sino con contenido alegre y desenfadado.

En efecto, y aunque pueda parecer en un primer momento contradictorio, en las distintas investigaciones se encontraron que las personas tendemos a preferir y pasar más tiempo conectados con personas que en sus estados son divertidos e interesantes; aquellas personas que revelan estados con alto contenido intimo dejan claro que tienen un mal día, y por tanto, la gente no se comunica con ellos de manera inmediata. Estas investigaciones añadían que, además, la gente tendía a utilizar los mensajes privados (que no se ven en tu muro) una vez la comunicación con esas personas con estados desenfadados se establecía. Y era en ese punto cuando la interacción emulaba las comunicaciones cara a cara; si se establecía una conversación  primero desenfada y después uno de los dos empezaba a comunicar información íntima, por esa buena atmósfera inicial la gente tendía a comunicar más información íntima, por la sencilla razón de que sientes que hablas con un interlocutor que te da confianza y no te va a rechazar cuando revelas esa información; además, en ese momento las revelaciones crean conexión con tu interlocutor, favoreciendo que ese clima de intimidad se mantenga.

A pesar de eso, la gente tendía a estar más íntimamente conectado a sus estados (es decir, más satisfechos con lo que publican) cuando estos revelaban información íntima, a pesar de que en su navegación cotidiana por las otras páginas de amigos buscásemos exactamente lo contrario, estados ligeros y desenfadados.

Con todo, no queremos terminar el artículo sin sugerir una serie de sencillas pautas que pueden facilitaros la auto-revelación y expresión emocional, tanto en contextos reales y virtuales. Siempre con la idea de conseguir una mayor conexión si tu opción es compartir tus sentimientos reales con la persona que hablas en ese momento:

  1. Empieza a comunicar con algo entretenido y que pueda dar juego. Ya que lo que vas a comunicar es algo importante para ti, comienza con una conversación entretenida y agradable y una vez que veas que tu interlocutor se contagia de ese estado de buen ambiente, es cuando puedes hacer un intento para decir lo que sientes.
  2. Conoce a tu público. Observar las reacciones que pueden tener tu audiencia según lo que vayas diciendo puede ser mucho más útil que si te lanzas a la piscina y vomitas toda la información personal sin ver si quien te escucha está preparado y le interesa realmente.
  3. Reflexiona antes de comunicar. Planificar y hacer un ensayo previo (escribiendo el mensaje de lo que se quiere, y pensando bien el contenido del mismo) evita decir cosas inadecuadas y que realmente no querías decir o dices por no incomodar: decir algo intimo ya es algo que nos hace sentirnos lo suficientemente vulnerables como para centrarnos en cosas que nada tienen que ver con lo que queremos comunicar.
  4. La auto-revelación llama a otra auto-revelación. Ocurre que cuando revelamos información intima, muchas veces tu interlocutor se contagia y ambos reveláis cosas íntimas. No tengas miedo a esas situaciones: el contexto y la relación de confianza ya se está dando porque has elegido a esa persona para contarle algo tan importante
  5. Siempre escucha a tu compañero de conversación, centrándote tanto en lo que tú quieres decir como en lo que te dice. Es aquí cuando ambos conseguís lo que queréis: la verdadera comunión con el otro.

Recuerda: la intimidad es una cualidad que se trabaja poco a poco e implica un esfuerzo por nuestra parte pero también estar en un contexto propicio; estar al tanto de ambos pueden ayudarte para desarrollar tu potencial y decir lo que realmente quieres a los que quieres.

Escrito por David Blanco Castañeda

Fuente: Psychology Today

¿Somos adictos a Internet?

Extraída de gestion.pe
Extraída de gestion.pe

La mayoría de nosotros ha escuchado alguna vez hablar de la adicción a Internet, ya sea en los medios de comunicación o bien porque conocemos a alguien que creemos podría entrar en esta categoría de ‘adictos a las nuevas tecnologías’, si no nosotros mismos. Pero, ¿en qué se basa este concepto? La denominada adicción a Internet es una más de las numerosas adicciones comportamentales que han irrumpido en nuestra cultura moderna: la adicción a las compras, al sexo, a la comida, al amor…

Lo cierto es que el conocido como ‘Trastorno de adicción a Internet’ (Internet addiction disorder) es difícil de definir, ya que la mayoría de estudios en los que se basa carecen de fundamentación científica que los avalen. Es más, la adicción a Internet como trastorno ni siquiera se encuentra recogida en el manual de referencia para la clasificación de los trastornos mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría (DSM-5), por lo que su validez en la actualidad es bastante cuestionable.

 Debido a la creciente medicalización de nuestra vida diaria tendemos a etiquetar cualquier problema de exceso como un auténtico trastorno mental. De hecho, sabemos que describir un problema desde una perspectiva exclusivamente médica o biológica cambia nuestra forma de verlo, como indican desde la Universidad McMaster de Canadá. Este equipo de investigación concluyó que sustituir el nombre común de una enfermedad por un término médico hace que percibamos dicha enfermedad como más grave. De este modo, el considerar la posibilidad de ser ‘adictos’ a Internet nos puede hacer pensar en nuestra actividad diaria como trastornada o insana.

Sin embargo, lo que la mayoría de las personas que se consideran adictas a Internet probablemente estén sufriendo sea el deseo de no enfrentarse a otros problemas que tengan en su vida, ya sea un trastorno mental (depresión, ansiedad, etc.), un problema de salud o dificultades de pareja. En estos casos, Internet constituye un simple medio de distracción o de evitación, como lo pueden ser también ver la televisión o ir al bar con los amigos

 Llegados a este punto podríamos plantear una pregunta: ¿por qué Internet es tan ‘adictivo’ entonces? Pues bien, ya que donde se emplea la mayor parte de nuestro tiempo online es en las redes sociales, podríamos pensar que la socialización en sí es lo que nos atrae tanto a Internet: el simple hecho de pasar tiempo con amigos y familia y relacionarnos con ellos. Sea por email, un foro de discusión, un chat o un videojuego online, la gente pasa el tiempo intercambiando información, apoyo o un mero rato de charla con otras personas iguales a ellos, es decir, relacionándose con otros como lo haríamos en un restaurante o en el parque. Plantearnos por tanto que somos adictos a las relaciones sociales o a hablar con la gente parece poco realista.

 A pesar de la necesidad de ampliar la investigación al respecto y obtener resultados fiables, existen casos en los que conectarse a Internet puede implicar consecuencias indeseadas y consideremos como opción buscar ayuda de un profesional: que nos

genere un importante malestar, problemas de salud o deteriore nuestras relaciones sociales en lugar de potenciarlas son algunos ejemplos. Esta ayuda existe sin necesidad de que contemos o no con un diagnóstico concreto. Lo que está claro es que determinar si pasamos demasiado tiempo de ocio conectados depende de numerosos factores, no únicamente del tiempo en sí.

Como afirma el Doctor en sociología Francesc Núñez “es posible que generemos una dependencia de las Tecnologías de la Información y Comunicación […], pero al igual que la tenemos de la electricidad, del agua corriente, de la gasolina o del transporte”. Por tanto, pensar que somos cada vez más ‘adictos’ a Internet no puede estar, a día de hoy, más lejos de la realidad.

Escrito por Alejandra Ranz Case.

Fuentes: psychcentral.com, eldiario.es, slate.com.

Desmontando Facebook: ¿Qué hay de cierto en todo lo que lees sobre ello?

Extraído de www.diariodemorelos.com
Extraído de www.diariodemorelos.com

Que Facebook sigue siendo la red social por excelencia, es indiscutible. Desde su creación en 2004 no sólo ha supuesto toda una revolución a nivel tecnológico impresionante, sino que ha cambiado por completo la forma de comunicarnos como especie. Haciendo una rápida búsqueda en Google Scholar, vemos que se cuenta por miles las investigaciones científicas que se hacen diariamente de acuerdo a lo que predice de nosotros el uso de Facebook, la última de las cuales publicada hace unas semanas, en las que se afirmaba una tendencia al narcisismo y una disminución de la empatía cuando uno abusa de hacerse selfies en las redes. Pero, ¿cuánta verdad hay en todo lo que se ha escrito de Facebook? ¿Realmente dice tanto de nosotros?

¿Quién utiliza Facebook y para qué? Según lo que nos ofrecen las principales investigaciones, el prototipo de consumidor de Facebook es joven, mujer y solter@. Las mujeres suelen tener muchos más contactos y comunicarse con gente cercana que otro estratos de la población, asimismo, utilizan la imagen como principal manera de intercambio entre usuarios. La persona que lo utiliza más frecuentemente suele ser extrovertida y con tendencia al narcisismo, poco aislada socialmente y menos tenaces que los que no lo utilizan. La timidez se ha visto implicada en su uso; al querer el contacto social pero inhibirse en contextos que lo favorecen, Facebook se ha convertido en un escenario perfecto para entablar conversaciones a las personas tímidas que en el cara a cara les resultaría muy difícil. También un mayor uso se ha relacionado con el neuroticismo; cuánto más inestabilidad emocional, más uso repetido de la red. Y también con nuestros propios estados emocionales; las personas tendemos a publicar movidos a veces por estados emocionales intensos o frutos de un desengaño con amigos o la pareja, de ahí a que un gran número de estados luego nos lleven a arrepentirnos y queremos borrarlos.

¿Qué elegimos mostrar a los demás en Facebook? Contra todo pronóstico, Facebook habla más de nosotros de lo que creemos y menos de nuestros ideales y aspiraciones, se fija más en la persona real que en la ideal. Es decir, que si eres una persona amigable, cariñosa y orientada a los demás en tu vida cotidiana, tenderás a mostrarte así en realidad, y tus estados, fotos, y «me gustas” reforzarán esa imagen. Asimismo, como eres también predecirá qué decides mostrar y qué contenidos. Si eres una persona narcisista y/o con grandes deseos de pertenencia a un grupo, tenderás a hacer revelaciones con contenido personal y de autopromoción en tus estados. Si te sientes solo o te consideras reservado, también hay muchas probabilidades de que compartas tu estado emocional con el resto de tus seguidores, no así tus opiniones, que preferirás guardar para tus más allegados. Por último, también dice mucho acerca de tus relaciones personales. Según los estudios, tenderemos a mostrar más fotos y estados relacionados con tu pareja cuanto peor estemos con ella. Y si estamos mal con un amigo o amigo cercano, también se reflejará en tu perfil, aumentando el número de revelaciones negativas que podrían hacer en tu muro. El que tengamos muchísimos seguidores tampoco parece favorecernos, tendiendo a hacernos una impresión negativa del perfil (y por ende, de la persona) si tenemos una sobreabundancia de seguidores.

¿En qué medida el uso del Facebook se relaciona con nuestra felicidad? La parte que más estudios ha generado sin embargo es la parte que más controversia tiene a sus espaldas. Del lado positivo de Facebook, los estudios defienden que un rápido vistazo a nuestro muro eleva nuestra autoestima. Si estas más habitualmente conectado y recibes atención de tu círculo más cercano constantemente, las personas tienden a sentirse más satisfechas y con menos niveles de ansiedad y soledad que el resto. Por el lado negativo, si estás frecuentemente conectado pero las mayores interacciones son con gente que solo conoces on-line, el sentimiento de soledad aumenta. Y si tiendes a compararte con los demás y apenas tienes contacto con tus seguidores, Facebook podría ser un arma de doble filo, aumentando tu sensación de soledad y tristeza. Por último, las últimas investigaciones defienden que Facebook provoca un estado de “flow” o de flujo, en el que la persona pierde la noción del tiempo cuando está conectada por que le supone un reto, un estado positivo adicional y le provoca gran excitación.

Así con todo, estas son las principales conclusiones que se recogen acerca de nuestra red social favorita. Es hora de que puedas expresarnos lo que piensas pero antes, ¡echa un vistazo a tu muro y reflexiona sobre lo que aquí te hemos hablado!

Escrito por David Blanco Castañeda.

Fuente: BPS Research Digest

Cómo la causa de los trastornos mentales afecta a la empatía de psicólogos y psiquiatras

La idea de que la enfermedad mental está relacionada con anomalías cerebrales u otros factores biológicos es muy popular entre algunos pacientes; en su opinión, el que los trastornos mentales sean enfermedades con una causa orgánica ayudaría a desmitificar sus experiencias y dar legitimidad a sus síntomas. Sin embargo, los estudios muestran que las explicaciones biológicas pueden aumentar el estigma en el campo de la salud mental, fomentar una percepción pública de que las personas con enfermedades mentales son esencialmente diferentes, así como que sus problemas son permanentes. En un estudio reciente, investigadores de la Universidad de Yale (EEUU) han publicado nuevas hallazgos que sugieren que las explicaciones biológicas de los trastornos mentales conducirían a la reducción de la empatía de los profesionales de salud mental hacia los pacientes.

lookfordiagnosis.com
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A más de doscientos psicólogos, psiquiatras y trabajadores sociales se les presentaron viñetas en las que aparecían pacientes con trastornos tales como la fobia social, depresión o esquizofrenia. Una parte de las viñetas fueron acompañadas de explicaciones puramente biológicas centradas en factores genéticos y de la química cerebral, mientras que otras viñetas contenían explicaciones psicosociales, como una historia sobre intimidación o de duelo. A continuación, a estos psicólogos, psiquiatras y trabajadores sociales se les solicitó que informaran qué sentían hacia la viñeta.

Curiosamente, las viñetas que estuvieron acompañadas de una explicación biológica generaron menos sentimientos de empatía en cualquiera de los profesionales. Sin embargo, tanto las explicaciones biológicas y como las de tipo psicosocial provocaron niveles similares de angustia, indicando que los niveles menores de empatía en el primer caso no podían explicarse sólo porque las observaciones psicosociales sean más perturbadores. Además, los profesionales de salud mental señalaron que las explicaciones biológicas les eran poco útiles, desde el punto de vista clínico.

Los autores del estudio sugieren que las explicaciones biológicas provocan una empatía reducida debido a que tienen un efecto deshumanizador y les dan la impresión de que los problemas son permanentes. Los investigadores señalan que el enfoque biológico en la psicología y la psiquiatría ha ganado importancia en las últimas décadas, lo que a la vista de los resultados no deja de ser preocupante. Además señalan que una de las debilidades del estudio es la falta de una condición control sin explicación de referencia (ya que sin grupo control es difícil determinar si las explicaciones psicosociales aumentarían la empatía o si las explicaciones biológicas la redujeron per sé). Los investigadores sugieren que la falta de empatía se podría evitar si se transmitiera una idea más compleja que la explicación reduce a la biología como causa. Y es que «aun cuando la biología juega un papel importante, está en constante interacción con otros factores, y parece ser que las ‘anomalías’ biológicas no crean distinciones por sí mismas entre las personas con y sin trastornos mentales«.

Fuente: BPS Research Digest

Escrito por María Rueda

ResearchBlogging.org
Lebowitz MS, & Ahn WK (2014). Effects of biological explanations for mental disorders on clinicians’ empathy. Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America, 111 (50), 17786-90 PMID: 25453068

Cómo te toca la música. Efectos sobre el cuerpo y la mente.

Todos los amantes de la música saben el tremendo poder que puede tener la música sobre sus pensamientos y emociones. Escuchar música puede ayudar a transformar un día ordinario en algo mágico; puede proporcionar consuelo, liberación, fuertes sensaciones y más. Diferentes investigaciones han documentado muchos de los efectos que la música tiene sobre nuestro cuerpo y mente, de los cuales recogemos aquí algunos de ellos:

Sentir escalofríos: ¿Has sentido alguna vez un escalofrío que te recorre la espalda     mientras escuchas música? De acuerdo con un estudio realizado por Nusbaum y Silvia (2010), más del 90% de nosotros los tenemos. Además, se observó que la intensidad depende de tu personalidad. Las personas que puntúan alto en apertura a la experiencia, una de las cinco dimensiones de personalidad, es muy probable que sientan más estos escalofríos musicales.

Music and the Mind
articles.latimes.com/ Jacob Thomas

La escucha activa amplifica los sentimientos de felicidad: En un estudio llevado a cabo por Ferguson y Sheldon (2013), los participantes que escucharon activamente música alegre experimentaron una mejora de su estado de ánimo significativamente superior que el de aquellos que escuchaban pasivamente la misma música. Esto sugiere que participar del proceso de escucha facilita adicionalmente el proceso de control emocional.

Cantar juntos nos une: Puesto que la música, tradicionalmente, ha constituido una actividad social, parece ser que ésta tendría un papel cohesionador y facilitaría el aprendizaje de interacción social. En un estudio con casi un millar de alumnos finlandeses que asistían a clases de música extraescolares, se encontró que estos estudiantes tenían una mayor satisfacción en el aula en las demás asignaturas (Eerola y Eerola, 2013). A las personas les resulta muy satisfactorio sincronizarse con otros al, por ejemplo, cantar en un coro. Eso aumenta la afiliación dentro del grupo e incluso puede hacer que las personas se gusten más.

Mejora las capacidades: Practicar un instrumento no sólo mejora las habilidades musicales, sino que también puede mejorar otras habilidades. Un estudio con niños y niñas de 8 a 11 años de edad se encontró que, los que tenían clases de música extra-curriculares, desarrollaron una mayor capacidad verbal y visual, en comparación con aquellos que no tenían formación musical (Forgeard et al., 2008). Esto demuestra que los beneficios de aprender un instrumento no son puramente musical, sino que se extienden en la cognición y la percepción visual.

Cuida tu corazón: … o por lo menos que puede ayudarte con el estrés y la ansiedad asociados a estar sometido a un tratamiento de las enfermedades coronarias. Una revisión de 23 estudios que abarcan casi 1.500 pacientes encontró que escuchar música reduce la frecuencia cardíaca, la presión arterial y la ansiedad en los pacientes con enfermedad del corazón (Bradt y Dileo, 2009).

Los bebés han nacido para bailar: Los bebés de tan sólo cinco meses de edad responden rítmicamente a la música y parece que les resulta incluso más interesante que el habla. En este estudio, realizado por Zentner y Eerola (2010), 120 bebés de entre 5 y 24 meses espontáneamente bailaron diferentes tipos de música, observándose también que aquellos que fueron expuestos más tiempo, también sonrieron más.

Históricamente hemos despreciado el estudio científico de la música por haberla considerado algo poco relevante para el ser humano. Estos y otros muchos estudios muestran que la música es un estímulo realmente importante para el ser humano desde la más tierna infancia. ¡Al final acabaremos diciendo que es una de nuestras necesidades básicas!

Fuente: PsyBlog

Escrito por María Rueda