¿Dónde se me va el tiempo?

Muchas veces nos preguntamos, ¿dónde se me va el tiempo?. En una reciente charla TED el ponente, Adam Alter, proponía las variaciones entre el mundo de 2017 y hace unos pocos años respecto al uso de nuestro tiempo cotidiano. Según lo que él propone, pasamos dos tercios del día durmiendo y trabajando (con el tiempo de llegar al trabajo incluido). Esto supone que tenemos una media de 8 horas libres al día. Con un poco de suerte, invertimos menos de la mitad de estas 8 horas en operaciones que podemos llamar de “supervivencia”. La higiene, la alimentación y la preparación de ellas, así como la limpieza y orden de nuestros lugares habitables.

Imaginemos que tenemos 5 horas al día para lo que deseamos, para emplear en lo que nos hace felices. ¿En qué las usamos?

extraída de trendytv.es
extraída de trendytv.es

Si bien es pronto para comprender cómo afecta el uso del móvil (y otras pantallas) en la satisfacción personal, sí parece que actualmente existen algunas tendencias que no son muy beneficiosas, como el FOMO y lo que podemos llamar “adicción” al móvil. De hecho, el uso generalizado de smartphones tiene muchas cosas positivas, es fácil entablar conversaciones, ayuda a la hora de comunicarnos con personas que están lejos, la información está disponible al instante…

¿Y qué tienen que ver las repercusiones del uso del móvil respecto a el uso de nuestro tiempo cotidiano? Pues en que el tiempo que invertimos en el uso del móvil actualmente se ha incrementado y posiblemente incluso tienda a hacerse mayor. Si en el año 2014, según un informe de “Ditrendia” usábamos el móvil una media de 2 horas y media, lo hemos aumentado en una hora. Teniendo en cuenta que dijimos que disponíamos de una media de 5 horas al día para actividades no regladas, en este contexto, el uso de estas 3 y media de smartphone se convierten posiblemente en un uso excesivo.

Por supuesto, con esta perspectiva, el tiempo parece reducirse drásticamente en el día a día. Si el uso del móvil tuviera realmente un sentido y un significado, no se darían estas dificultades, pero ¿cuántas veces te has encontrado mirando el facebook, o el twitter, y navegando de una página a otra sin realmente saber por qué estás leyendo o viendo esta información en este momento? El uso del móvil en sí mismo no tiene por qué ser un problema, sino el uso sin propósito.

Ya que el tiempo del que disponemos cotidianamente no es mucho, ¿qué tal si tratamos de parar de vez en cuando para buscar el significado de lo que estamos haciendo? Ante esta búsqueda, puede ocurrir que realmente, con conciencia de ello, decidamos buscar sólo la desconexión que nos puede proporcionar el uso de la tecnología, aunque será interesante tener en cuenta que no necesariamente esto te proporciona la felicidad. Aunque la Felicidad parece una palabra demasiado intensa, sí se conoce qué puede al menos acercarnos a caminar hacia la felicidad.

Según el Grant Study, un estudio longitudinal con una duración de 60 años, lo que al mirar atrás hace que las personas se sientan más satisfechas se basa en las relaciones y en el desarrollo continuo. Posiblemente, de hecho, el uso del móvil en sí mismo se relacione en último lugar con estas aspiraciones, por este motivo hay un gran uso de las aplicaciones de mensajería y de las redes sociales. El problema aparece cuando la interacción humana es superficial o la capacidad de aprendizaje es también poco profunda. Lo que proporciona bienestar es una conexión real e íntima. Desgraciadamente, aunque lo busquemos, generalmente, si ocurre de forma exclusiva con el smartphone, no se logra la conexión personal que resulta de calidad, así como los aprendizajes que llevamos a cabo saltando de una página a otra no tienden a ser significativos como para repercutir en nuestro desarrollo humano.

Así, lo mejor que podemos hacer es limitar el uso de los móviles y tratar de conectar en persona, de aprender algo nuevo. Posiblemente, nos lleve mucho más tiempo en el momento, pero posteriormente ¡la satisfacción que puede proporcionar a largo plazo será mucho mayor!

Fuentes: http://uk.businessinsider.com, http://www.elconfidencial.com, http://www.amic.media

Escrito por Lara Pacheco Cuevas

7 formas de Superar el FOMO (Miedo a perderse algo)

Extraído de www.nubimagazine.com
Extraído de www.nubimagazine.com

Como ya comentábamos en un post de anterior publicación, el FOMO (siglas en inglés del “miedo a perderse algo”) es un síndrome de moderna aparición y se refiere a las sensaciones de malestar que sienten muchas personas al estar constantemente conectadas a internet y sentir que sus contactos tienen una vida más interesante, feliz y plena que ellos. Estas creencias se activan cuando ven el muro de amigos y/o contactos y ven que hacen planes en los que no están ellos. De repente, su vida se presenta como insípida y anodina mientras que la de los demás se muestra como una versión mejorada e ideal de lo que querrían hacer. La consecuencia de todo esto es un comportamiento compulsivo de continua inspección y participación de las redes sociales, un aumento de sintomatología ansioso – depresiva en quién lo sufre y una sensación continua de aislamiento social, donde la persona siente que está apartada socialmente y no puede tener una vida social como la de los demás.

Aunque tod@s podemos ser susceptible de sufrir FOMO por la masiva introducción y utilización de las redes sociales e internet en nuestras vidas, es en los jóvenes donde mayor prevalencia se observa por convertirse en la tecnología en un elemento identitario. Internet es para ellos un catalizador perfecto para la expresión libre de ideas y por ser un medio fundamental para comunicarse entre ellos. Por otro lado, se observa en personas con un alto nivel de insatisfacción social e inseguridad personal, con una creencia de sí mismos como incompetentes sociales, con grandes problemas para la comunicación cara a cara y con pocas perspectivas de éxito en situaciones sociales. De igual manera, se ha visto más frecuentemente en personas que desarrollan un apego inseguro con sus padres y/o figuras de referencia principales, con ideas erróneas acerca de los vínculos que tienen con los demás (se creen que tienen vínculos más íntimos de lo que realmente tienen) y están constantemente comprobando lo importante que son para los demás, en una constante espiral de exigencia y decepción con respecto a los demás. Por todo ello, os recomendamos una serie de aspectos para ayudar a aquellas personas que pensáis que cumplen los criterios para el FOMO:

  1. Es una distorsión, no una realidad. Podemos sentirnos carentes de interés y menos interesantes que los demás, pero aprender que lo que sentimos a veces no tiene que ser necesariamente lo que somos realmente. Incentivar y profundizar en los valores y gustos de la persona y animarle a practicarlos tanto en soledad como con otras personas, y ayudar a la persona a descubrir lo que le hace único le hace menos dependiente del resto y más atento a desarrollar sus cualidades personales.
  2. Incentivar vivir la experiencia por encima de lo que realmente significa. Muchas veces las personas nos perdemos en describir las situaciones como “extremadamente importantes” o “trascendentales” y nos angustiamos si no las vivimos o no las conseguimos. Enseñarles a aprovechar cada situación por lo que ofrece y reforzar el hecho de que cada uno tiene derecho a tener un ritmo y un tiempo determinado puede ayudar a que estén más satisfechos con lo que hacen y vivan y reafirmar su propio trayecto personal.
  3. Mejor una cosa a la vez. En efecto, el efecto FOMO es una consecuencia lógica de una sociedad hiper – tecnificada, que prima la multitarea y el estar atento a varias cosas a la vez. Sin embargo, se ha demostrado una mayor eficiencia cuando el cerebro realiza una tarea en cada momento, reduciendo efecto de interferencias y sacando su máximo partido. Si queremos una mayor satisfacción y un mayor porcentaje de éxitos en las tareas, es bueno eliminar distractores y centrarse en las experiencias por sí mismas.
  4. Priorizar las relaciones sobre las adquisiciones. Y la calidad frente a la cantidad. En términos de calidad de vida, invertir tiempo y energía en desarrollar habilidades (la comunicación cara a cara, mostrar el mundo interior, habilidades de escucha activa…) que requieren las grandes relaciones puede ayudarnos a sentir una gran satisfacción y funcionar como un antídoto contra el FOMO.
  5. Tener amplitud de miras. Centrarse en aquellas cosas que no conseguimos o que van a salir mal en cada situación no ayuda para conseguir lo que queremos. Dar por hecho que esas cosas van a suceder y empezar desde ese punto a construir soluciones y valorar y premiar cada paso que damos hasta nuestra meta son las mejores armas para convertir nuestras amenazas en situaciones manejables y éxitos seguros.
  6. Tolerar la frustración y enseñar el valor de tomar decisiones. Elegir ir al cine con tu pareja un sábado implica elegir que no podrás quedar con tus amigos para la fiesta de esa misma noche. Entrenar a la persona a que no siempre va a conseguir sus deseos, ayuda a la persona a centrarse y establecer prioridades. Decidir implicar cortar otras opciones, pero nos permite implicarnos con lo que decidimos, disfrutarlo, y dejar ir el resto de cosas.
  7. Disfrutar el momento. Aprender a saborear el momento es una de las cosas más difíciles de nuestra sociedad, que prima las prisas y la búsqueda incesante de la próxima sensación por encima de las experiencias en sí. Darse cuenta que lo que vivimos en este momento puede no volver a repetirse y darse tiempo en disfrutar cada momento permite aceptar lo que tenemos y aprovecharlo.

Como estamos viendo, el FOMO es una consecuencia lógica de nuestra sociedad, que nos dota de refuerzos inmediatos constantes cuando la vida y las circunstancias de la misma implica desarrollar otras habilidades y aceptar que no siempre ocurrirán las cosas cómo queremos y aceptar el dolor que conlleva ese descubrimiento. Pero lejos de dar una perspectiva pesimista, nos ayuda a entender que disfrutar lo que tenemos y vivimos nos hace más plenos y felices.

Escrito por David Blanco Castañeda

Fuentes: Psychology Today, www.hipertextual.com, www.psicologíaymente.net, Diario El País.

FOMO, ¿una nueva patología?

Las redes sociales online, como Instagram, Facebook, Twitter o WhatsApp empleadas de forma adecuada, enriquecen y amplían nuestros círculos sociales. Sin embargo, su uso excesivo, por la cantidad de horas que invertimos en ellos, haciéndonos llevar en ocasiones, literalmente, nuestro mundo digital a cuestas, puede generar riesgos en la población adolescente. Ya que en esta etapa de la vida predomina la necesidad de pertenencia al grupo, las redes sociales multiplican el número de relaciones y amplifica la sensación de conexión entre ellas.

A través de los likes solicitamos expresamente un feedback constante sobre aquello que decimos, sobre lo que hacemos, sobre la imagen que deseamos trasmitir. Estamos a un solo clic que nos hará sentir bien durante un rato, que mejorará nuestra autoestima, haciéndonos sentir más valorados, al tiempo que se cimienta nuestra identidad personal y social.

Foto extraída de: travelux.es
Foto extraída de: travelux.es

En algunos trabajos científicos ya se ha empezado a hablar del FOMO o “Fear of Missing Out” (el miedo a perderse algo -en la red- o a quedarse fuera). Es un concepto que ha ido ganando bastante popularidad en estos últimos años, gracias al estudio realizado por el equipo de Andrew Przybylski, investigador del Oxford Internet Institute, en el que se describe como “la sensación de malestar que se siente al ser consciente que otras personas están realizando actividades agradables y uno no forma parte de ello”.

El FOMO no es considerado una forma de adicción a las redes sociales, aunque pueda ser un importante catalizador de su uso desadaptativo, y de cómo éstas pueden convertirse en fuentes generadoras de estrés y ansiedad. Más bien se entendería como un mecanismo autorregulador, surgido como consecuencia de una insatisfacción de las necesidades psicológicas básicas como la competencia, la autonomía y la necesidad de estar conectado con los otros.

Sociólogos y psicólogos prefieren hablar del temor que siempre ha existido a la exclusión social, que ahora se hace visible en las redes y recuerdan que no es una terminología científica y tampoco un trastorno que se formaliza como tal en los sistemas de diagnóstico psiquiátrico, a pesar de ser un término que se ha puesto de moda. Este miedo se puede experimentar fuera de las redes sociales, sin embargo, las redes lo fomentan mediante la posibilidad de estar permanentemente conectado (la plataforma perfecta para idealizar la vida de los demás).

Pero, ¿qué hay detrás de este fenómeno? ¿es algo nuevo? ¿Cuál es la raíz del miedo a perderse algo? El FOMO es un término nuevo para una experiencia que ha aquejado a la humanidad desde siempre, sin embargo a día de hoy se cuenta con más medios que nunca para fomentar este miedo, el miedo a la exclusión social. La necesidad de pertenecer y estar conectado socialmente es una necesidad básica presente desde la infancia, y no se encuentra restringido al uso de las redes sociales en línea. Pero estas aplicaciones tecnológicas pueden contribuir a un aumento de esta necesidad de pertenecer, porque incrementa las posibilidades de conectarse, compartir, y tener experiencias gratificantes con alguien, por la accesibilidad, aunque se tenga poco contacto con los otros usuarios.

La tecnología no es el problema de que experimentemos este miedo, es tan sólo el medio. Siempre hemos tenido miedo a perdernos algo, pero la tecnología nos hace creer que podemos hacer algo para evitarlo, y recuperar terreno, ponernos al día sobre lo que está pasando en tiempo real sin quedarnos fuera. Sin embargo, en la red no es suficiente observar, has de participar, dar señales de vida, porque en nuestra mente el riesgo de estar off supone la exclusión.

El porqué de este “síndrome”, en el que la tecnología es simplemente un medio cuyas características lo favorece, está en preguntas tan esenciales como: ¿Y si me he podido perder algo que me separa del grupo, es que ya no cuentan conmigo?, ¿me recordarán?, ¿algunos de mis logros serán importantes para alguien?, ¿me quieren?, ¿mi familia me quiere?, ¿mis amigos me quieren? ¿merezco que me quieran?,¿importo?

El temor a sentirse desconectado es mayor entre los adolescentes porque es el grupo el que define su identidad; “su vida es la red y existen porque están en ellas”. Si el grupo está en las redes y todo sucede en ellas, no pueden quedarse fuera.

La psicoeducación en las TICS es básica, y el rol educativo de los padres toma especial protagonismo. Estos desarrollos tecnológicos están ya aquí, para bien o para mal, forman parte de nuestras vidas. Hoy día son una herramienta para estar socialmente integrado, desconectarse no es la solución, pero limitar su papel (ej; el número de horas…) puede ser un primer paso.

Escrito por Eva M. Cuadro Ramírez

Fuentes:

ResearchBlogging.org

Dossey L (2014). FOMO, digital dementia, and our dangerous experiment. Explore (New York, N.Y.), 10 (2), 69-73 PMID: 24607071

Gil, F., Oberst, U., Del Valle, G., & Chamarro, A. (2015). Nuevas tecnologías-¿ Nuevas patologías? El Smartphone y el fear of missing out. Aloma: Revista de Psicologia, Ciències de l’Educació i de l’Esport, 33(2).

Jiménez-Murcia, S., y Farré-Martí, J.M. (2015) Adicción a las nuevas tecnologías ¿La epidemia del siglo XXI? Siglantana. Barcelona

Serrano-Puche, J. (2015). Emociones en el uso de la tecnología: un análisis de las investigaciones sobre teléfonos móviles. Observatorio (OBS*), 9(4), 101-112.

Spitzer, M. (2013). Demencia Digital: El Peligro de las Nuevas Tecnologías.Ediciones B. Barcelona.