Todos los amantes de la música saben el tremendo poder que puede tener la música sobre sus pensamientos y emociones. Escuchar música puede ayudar a transformar un día ordinario en algo mágico; puede proporcionar consuelo, liberación, fuertes sensaciones y más. Diferentes investigaciones han documentado muchos de los efectos que la música tiene sobre nuestro cuerpo y mente, de los cuales recogemos aquí algunos de ellos:
– Sentir escalofríos: ¿Has sentido alguna vez un escalofrío que te recorre la espalda mientras escuchas música? De acuerdo con un estudio realizado por Nusbaum y Silvia (2010), más del 90% de nosotros los tenemos. Además, se observó que la intensidad depende de tu personalidad. Las personas que puntúan alto en apertura a la experiencia, una de las cinco dimensiones de personalidad, es muy probable que sientan más estos escalofríos musicales.
– La escucha activa amplifica los sentimientos de felicidad: En un estudio llevado a cabo por Ferguson y Sheldon (2013), los participantes que escucharon activamente música alegre experimentaron una mejora de su estado de ánimo significativamente superior que el de aquellos que escuchaban pasivamente la misma música. Esto sugiere que participar del proceso de escucha facilita adicionalmente el proceso de control emocional.
– Cantar juntos nos une: Puesto que la música, tradicionalmente, ha constituido una actividad social, parece ser que ésta tendría un papel cohesionador y facilitaría el aprendizaje de interacción social. En un estudio con casi un millar de alumnos finlandeses que asistían a clases de música extraescolares, se encontró que estos estudiantes tenían una mayor satisfacción en el aula en las demás asignaturas (Eerola y Eerola, 2013). A las personas les resulta muy satisfactorio sincronizarse con otros al, por ejemplo, cantar en un coro. Eso aumenta la afiliación dentro del grupo e incluso puede hacer que las personas se gusten más.
– Mejora las capacidades: Practicar un instrumento no sólo mejora las habilidades musicales, sino que también puede mejorar otras habilidades. Un estudio con niños y niñas de 8 a 11 años de edad se encontró que, los que tenían clases de música extra-curriculares, desarrollaron una mayor capacidad verbal y visual, en comparación con aquellos que no tenían formación musical (Forgeard et al., 2008). Esto demuestra que los beneficios de aprender un instrumento no son puramente musical, sino que se extienden en la cognición y la percepción visual.
– Cuida tu corazón: … o por lo menos que puede ayudarte con el estrés y la ansiedad asociados a estar sometido a un tratamiento de las enfermedades coronarias. Una revisión de 23 estudios que abarcan casi 1.500 pacientes encontró que escuchar música reduce la frecuencia cardíaca, la presión arterial y la ansiedad en los pacientes con enfermedad del corazón (Bradt y Dileo, 2009).
– Los bebés han nacido para bailar: Los bebés de tan sólo cinco meses de edad responden rítmicamente a la música y parece que les resulta incluso más interesante que el habla. En este estudio, realizado por Zentner y Eerola (2010), 120 bebés de entre 5 y 24 meses espontáneamente bailaron diferentes tipos de música, observándose también que aquellos que fueron expuestos más tiempo, también sonrieron más.
Históricamente hemos despreciado el estudio científico de la música por haberla considerado algo poco relevante para el ser humano. Estos y otros muchos estudios muestran que la música es un estímulo realmente importante para el ser humano desde la más tierna infancia. ¡Al final acabaremos diciendo que es una de nuestras necesidades básicas!
Fuente: PsyBlog
Escrito por María Rueda