Música, personalidad y estereotipos

Puede que no sea acertado juzgar un libro por su cubierta, pero juzgar a alguien por el contenido de su biblioteca de iTunes podría ser una historia muy diferente.

Varios estudios realizados en la Universidad de Cambridge han revelado que muchos de nosotros usamos nuestro gusto musical como medio de expresar nuestra propia identidad, y para formar nuestras opiniones acerca de otras personas.

Los investigadores encontraron que los sujetos hacían regularmente los mismos supuestos sobre la personalidad de la gente, sus valores, clase social e incluso su origen étnico, en función de sus preferencias musicales.

darkgal666.deviantart.com
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Los aficionados al rock, por ejemplo, son comúnmente considerados rebeldes y artísticos, pero emocionalmente inestable. Los amantes de la música clásica, por el contrario, se ven como agradables e intelectuales, pero poco atractivos y un poco aburridos.

Los estudios han sido dirigidos por el Dr. Jason Rentfrow, del Departamento de Psicología Social y del Desarrollo de la Universidad y miembro del Fitzwilliam College de Cambridge. Los resultados muestran que la música es una poderosa forma de expresión social que puede reforzar los estereotipos y, potencialmente, los prejuicios sociales. Al declarar su preferencia por un estilo musical, muchos de nosotros parecemos utilizar la música como una «insignia» para informar a la gente acerca de nuestra personalidad y valores.

«Los seres humanos, como seres sociales, desarrollamos técnicas que nos ayudan a predecir cómo va a ser una persona desde el primer momento en que la conocemos», dice el Dr. Rentfrow. «Dado que no podemos llevar a cabo una evaluación psicológica en ese mismo momento, les hacemos preguntas que nos ayudan a construir una imagen de su personalidad. Esta investigación sugiere que, a pesar de que nuestras suposiciones pueden no ser exactas y probablemente alejadas de la realidad, formamos una sólida primera impresión sobre alguien cuando les preguntamos qué música les gusta«.

El Dr. Rentfrow pidió a los sujetos que consideraran seis grandes géneros – rock, pop, electro, rap, música clásica y jazz. Se pidió a los participantes que evaluaran a los fans de cada género de acuerdo con un conjunto de dimensiones de personalidad ampliamente utilizadas por los psicólogos y conocidos como los «Cinco Grandes» (extraversión, amabilidad, conciencia, neuroticismo y apertura). Por último, los sujetos evaluaron la posibilidad de que los fans pudieran provenir de cada uno de los 16 grupos étnicos del Reino Unido y cinco niveles de clase social, entre otras características personales.

Los investigadores encontraron que existía un elevado grado de consenso en el 77% de los casos, y que los participantes estaban bastante de acuerdo sobre los tipos de personas que les gusta la música clásica, el rock y el rap. Los perfiles para cada género musical eran consistentes y diferían marcadamente unos de otros, lo que sugiere que los estereotipos son a la vez claramente diferenciados y firmemente defendidos por muchos sujetos.

Los amantes del jazz, por ejemplo, eran vistos como gente amable, emocionalmente estable, con un sentido limitado de responsabilidad. Los fans del rap fueron vistos como más hostiles, pero a la vez enérgicos y atléticos. La música clásica se relacionó con la raza blanca y la clase alta mientras que el rap se asoció a la raza negra y entornos de clase baja. Los participantes consideraron que todos los géneros musicales eran compatibles con la pertenencia a la clase media.

El estudio sugiere que, si bien los estereotipos son análisis rápidos y superficiales y por lo tanto pueden no ser verdad, las personas hacen declaraciones muy claras acerca de su propia imagen y su personalidad cuando tratan sus grupos favoritos o compositores. Los investigadores también sostienen que la forma en que estos géneros son retratados por artistas y en los medios de comunicación parece reforzar, y por lo tanto perpetuar esos estereotipos.

«Ahora es una práctica común mostrar o publicar la lista de tus grupos musicales favoritos en sitios como MySpace o Facebook» añadió el Dr. Rentfrow. «Esta investigación muestra que, al hacerlo, muchos de nosotros también hacemos declaraciones públicas claras de quiénes somos y cómo debemos ser percibidos, seamos conscientes de ello o no.»

Fuente: cam.ac.uk

Escrito por Alejandra Ranz Case

ResearchBlogging.org
Rentfrow PJ, Goldberg LR, & Levitin DJ (2011). The structure of musical preferences: a five-factor model. Journal of personality and social psychology, 100 (6), 1139-57 PMID: 21299309
Rentfrow, P., & Gosling, S. (2006). Message in a Ballad: The Role of Music Preferences in Interpersonal Perception Psychological Science, 17 (3), 236-242 DOI: 10.1111/j.1467-9280.2006.01691.x
Rentfrow PJ, & Gosling SD (2003). The do re mi’s of everyday life: the structure and personality correlates of music preferences. Journal of personality and social psychology, 84 (6), 1236-56 PMID: 12793587

Fatiga mental y regulación emocional

La fatiga mental es causada por un esfuerzo atencional o cognitivo prolongado. Básicamente, al tener que sostener un esfuerzo cognitivo ante una tarea de cualquier tipo, es probable que comencemos a desarrollar síntomas sobrecarga y de agotamiento que se produce por la realización de un esfuerzo cognitivo, generalmente en el trabajo, aunque también se ve alimentado por un estrés alto presente durante bastante tiempo. Cuando comenzamos a sufrir esta fatiga mental en muchas ocasiones parece aparecer de repente.

¿Qué síntomas tiene la fatiga mental?

Los síntomas típicos que sufrimos en el caso de estar fatigados mentalmente son somnolencia e incapacidad de mantener la atención y concentrarnos. En muchas ocasiones sentimos esta baja capacidad atencional relacionada con el trabajo. Las tareas nos llevan mucho más tiempo y parece que tenemos la cabeza en otro sitio, aunque por otra parte, no sabríamos decir dónde. Sin embargo, la fatiga mental, que puede estar causada por una tarea puramente intelectual, en ocasiones da lugar a consecuencias mucho más amplias.

extraida de test.doctissimo.es
extraida de test.doctissimo.es

Por una parte hace tiempo que se conoce que la fatiga mental puede llevar a perjudicar nuestro rendimiento en una actividad física, puesto que nos lleva a percibir el esfuerzo físico realizado como mayor y por tanto nuestra capacidad de mantener este esfuerzo disminuye cuando estamos mentalmente fatigados.

Pero la fatiga mental aún puede causarnos más sufrimiento que el hecho de que cualquier cosa, incluyendo tareas físicas se convierta en un gran esfuerzo por nuestra parte. Anteriormente comentamos que el síntoma más prominente en la fatiga mental tiene que ver con la capacidad atencional de la que disponemos. Esta atención no sólo es algo que necesitemos para el trabajo, sino que al tener menos capacidad atencional comenzamos a ser menos conscientes de nosotros mismos y por tanto nuestra capacidad de autorregulación disminuye.

Así se deteriora tu regulación emocional

Cuando se ve mermada nuestra capacidad de autorregulación, el manejo de nuestras emociones también se debilita. Recientemente un grupo de investigadores de la «Section on Neurobiology of Fear and Anxiety» del NIH realizaron un interesante experimento para comprobar si la regulación emocional se podría ver afectada por la fatiga puramente cognitiva. Para ello, hicieron que los participantes del estudio realizaran tareas cognitivas en dos formas diferentes. Una de ellas era el grupo control, el cual realizó tareas que requerían poco esfuerzo cognitivo mientras que al otro grupo se le aplicaron tareas de alto esfuerzo cognitivo, produciendo en ellos esta fatiga mental.

Posteriormente, se presentaron a ambos grupos tanto imágenes neutras como negativas. Se les pidió que trataran de regular la emoción negativa que les producían estas últimas. Cuando se midió el nivel de emoción negativa que presentaban ambos grupos, se comprobó que los dos mostraban un afecto negativo ante las imágenes, pero al tratar de disminuir esta emoción, en la segunda medida que se hizo, sólo el grupo libre de fatiga mental era capaz de hacerlo. El grupo al que se le sometió a este esfuerzo cognitivo prolongado, sin embargo, no pudo disminuir el afecto negativo que las imágenes les habían provocado.

Estos resultado parecen dejar claro que cuando estamos sometidos a un alto esfuerzo cognitivo es posible que comencemos a perder la capacidad de regular nuestras emociones, de forma que nuestro se dañe nuestro bienestar psicológico.

Por este motivo, es importante que tanto en nuestra vida personal como laboral aprendamos a buscar momentos de descanso, sobretodo cuando nos estamos sometiendo a un esfuerzo cognitivo mantenido en el tiempo. Si ponemos medios cuando nos encontramos cansados físicamente, ¿por qué no hacerlo igual ante los esfuerzos mentales?

Fuente: psycnet.apa.org/

Escrito por Lara Pacheco Cuevas

ResearchBlogging.org

Grillon C, Quispe-Escudero D, Mathur A, & Ernst M (2015). Mental fatigue impairs emotion regulation. Emotion (Washington, D.C.), 15 (3), 383-9 PMID: 25706833

¿Qué puedo hacer si mi hijo se aburre?

“Papá, mamá, me aburro”. Los padres y madres se sorprenden ante esta afirmación, pues observan estupefactos cómo sus hijos están rodeados de muchas más actividades, tecnologías y juegos de los que ellos dispusieron cuando eran niños, y sin embargo ellos/as no recuerdan haberse aburrido. El aburrimiento es una sensación que todos, en algún momento podemos y debemos experimentar. Es algo a lo que tu hijo/a necesita enfrentarse, algo que no podemos evitarles ni resolver por ellos, sino que debemos permitirles que lo hagan por sí mismos.

Extraída de revistaimagina.com
Extraída de revistaimagina.com

Es cierto que actualmente los niños/as viven en un mundo donde la gran mayoría de su tiempo está preprogramado y gestionado. Hay una gran estimulación muy estructurada y habitualmente la motivación tiende a ser extrínseca, es decir, de fuera hacia dentro. Cuando después de largo tiempo de actividad programada un niño se encuentra con puro “tiempo libre”, éste pierde un poco de atractivo.

Así que, si volvemos a la pregunta del principio, generalmente los padres y madres responden un tanto contrariados ¿cómo puede ser que estés aburrido? y prosiguen con una serie de sugerencias para paliar ese aburrimiento, como ¿qué tal si…? ¿Por qué no haces…? ¿Prefieres esto otro…?

Esto no parece que vaya a “resolver el problema”, pues lo que realmente están diciendo es que no saben no estar ocupados. Y esto se debe, muy probablemente, a que los niños simplemente no disponen de suficiente tiempo libre, y que por lo tanto no han podido aprender ni saben qué hacer con él cuando lo tienen. Añadido a esto está el que al vivir en un mundo sobreestructurado y repleto de actividades pre-programadas, el mensaje que les enviamos es que cuando aparecen ratos en los que no sabes qué hacer, es algo malo, pues es un tiempo perdido que podría ser invertido en hacer algo productivo.

¿Cómo podemos contrarrestar esto? En primer lugar, entender que no eres tú como padre o madre el que debe encontrar las alternativas al aburrimiento, ya que esto dará lugar a más aburrimiento; pues el aburrimiento es señal de que tu hijo/a necesita llegar a algo por sí mismo/a. El aburrimiento no es algo malo. Sino todo lo contrario, pues es una señal interna que nos informa de que anhelamos algo y necesitamos explorar a nuestro alrededor hasta encontrar aquello que nos satisface.

Así que tal vez, la próxima vez que tu hijo/a te diga que está aburrido/a, puedes probar a respirar, sonreír y decir algo como bueno, entiendo que puedas estar aburrido, es una buena oportunidad para disfrutar de tu tiempo libre y descubrir algo que sea divertido para ti. Por supuesto, esto funcionará mejor si aumentamos y mostramos el valor que tiene el tiempo libre. No olvides que tú también necesitas tiempo libre, el cómo lo concibes y lo que haces con tu propio ocio también será un modelo para tus hijos. Gracias a los momentos de aburrimiento descubrimos nuestras grandes pasiones, que nos acompañarán durante un largo tiempo en nuestra vida y serán fuente de bienestar, algo fundamental si deseamos el aprendizaje de un estilo de vida en el que se incluya el autocuidado.

 Fuente: Psychology Today

 Escrito por María Rueda

Tener un plan B: ¿buena o mala idea?

Extraída de https://charlotte.quepasanoticias.com/
Extraída de https://charlotte.quepasanoticias.com/

Con el inicio de año todos nos hacemos los consabidos  propósitos de Año Nuevo. Nos parece primordial seguir un plan para conseguir los objetivos que nos hemos marcado. Pero, ¿qué pasa si no todos nuestros planes salen como esperamos?… ¿Y si pudiéramos plantearnos alternativas…un plan B? ¿Pero, es tener un plan B siempre es una buena idea? ¿O pueden estas «redes de seguridad» en realidad hacer que sea menos probable alcanzar nuestras metas?

En un nuevo estudio publicado recientemente los psicólogos de la Universidad de Zurich han desarrollado un modelo teórico para estudiar el uso y la utilidad de tener un plan B. «Nuestro modelo se basa en una idea sencilla: los planes alternativos cambian la forma en que perseguimos nuestro objetivo, aunque no los estemos utilizando, e incluso si nunca los utilizamos» afirma el Dr. Christopher Napolitano, autor principal del artículo.

Así, según este modelo cuanto más esfuerzo pongan las personas en la elaboración de planes secundarios, más molestos y perjudiciales pueden estos llegar a ser. Muchos objetivos, como por ejemplo encontrar un trabajo ideal o la búsqueda de pareja, pueden experimentarse completamente fuera de nuestro control. Un consejo común para gestionar esta incertidumbre es: «Ten siempre un plan B». Pero, ¿es realmente conveniente invertir tiempo y energía en desarrollar planes alternativos, o es mejor centrar todos nuestros recursos en probar una única manera a la hora de alcanzar una meta?

«A veces, tener un plan B puede aumentar nuestra confianza,» dice la Dra. Alexandra Freund, co-autora y presidenta de Psicología del Desarrollo «pero otras veces, tener un plan B podría suponer una distracción, o limitar lo duro que trabajamos al aplicar el Plan A». Estos efectos de tener un plan B pueden variar de persona a persona y de una situación a otra. Si un plan B nos da confianza, puede que seamos más eficaces en la consecución de nuestro objetivo principal. Pero los investigadores de este estudio también advierten del hecho de que tener planes secundarios bien formados puede minar con la misma facilidad nuestra motivación para conseguir  el objetivo principal, o favorecer que encontremos justificación para trabajar menos duro para alcanzarlo. Así, el tiempo y esfuerzo que se decida invertir en el desarrollo de un plan B podría determinar su efecto.

«Por supuesto, es una buena idea emplear algo de tiempo y esfuerzo en desarrollar planes alternativos, con el fin de afrontar situaciones complejas e importantes con una red de apoyo o seguridad establecida» dice Napolitano.

Sin embargo, según el modelo de Napolitano y de Freund, invertir demasiado tiempo y esfuerzo en la elaboración de planes secundarios podría crear una especie de profecía autocumplida, de modo que seamos especialmente propensos a utilizar planes alternativos muy bien desarrollados, y por tanto debilitar con ello la suficiente inversión empleada en tener éxito con el plan principal.

Un ejemplo claro en el que podemos ver los efectos negativos de los planes secundarios es en el matrimonio y el divorcio. Según una investigación llevada a cabo por W.B. Wilcox, director del National Marriage Project en la University of Virginia, las parejas que no comparten una cuenta bancaria son mucho más propensas al divorcio, lo que sugiere que no implicarse en la relación tanto a nivel emocional, práctico y/o económico en previsión de una posible ruptura en realidad podría contribuir a ella.

Por lo tanto, el consejo que tal vez nos puede resultar útil es que tener un plan B es práctico, pero no debemos pasar demasiado tiempo planteando situaciones hipotéticas alternativas ya que podría complicar la consecución de nuestro objetivo principal.

Fuente: psychcentral.com, bustle.com, nytimes.com

Escrito por Alejandra Ranz Case

Bibliografía:

Napolitano, C. M. y Freund, A.M. (in press). On the use and usefulness of backup plans. Perspectives on Psychological Science.

Wilcox, W.B. (2011) The state of our unions. Marriage in America 2011. The National Marriage Project and the Institute for American Values.

Deseando ver a un líder

Extraída de https://serunlider7.wordpress.com
Extraída de https://serunlider7.wordpress.com

Hoy, en día de elecciones presidenciales, nos gustaría que quien saliera elegido fuese un partido capaz de transformar el país. Como si fuésemos un grupo de personas unidos todos hacia un mismo reto (la estabilidad y el crecimiento del país), hemos estado bombardeados estos días de campaña para elegir a aquella persona que reúne mayoritariamente nuestras expectativas y anhelos, esperando que nuestro voto sea transformador y suponga un verdadero cambio. Y aunque todo no es tan racional como nos parece, cada uno hemos ido eligiendo aquellos discursos que mejor representaban todo ello, personificadas en aquella figura que mejor logre alcanzarlos y que nos mantenga comprometidos con ese deseo de cambio. Pero, ¿tienen todos los candidatos madera de líder?. Exploremos lo que significa ser un buen líder y tomemos nuestras propias conclusiones

  1. Un buen líder ha de ser un modelo. En efecto, para que los seguidores podamos identificaros con el líder, el líder ha de tener las cosas claras y guiarnos en el proceso. Y como tal, su discurso está impregnado de la siguiente máxima: “hago lo que siento y siento lo que hago”. Su apariencia, ademanes y comportamientos reflejan su ideario y no hay titubeos; además, son a los seguidores a quienes hace partícipe de todo el proceso, convirtiéndose en un modelo positivo de sus propias ideas.
  2. Los líderes hablan de metas claras y concisas, ajustando las expectativas a lo que realmente pueden ofrecer. Todos podemos ofrecer una numerosa cuantía de promesas, pero los buenos líderes hablan tanto de metas como de limitaciones, teniendo claro el contexto donde se mueven y proponiendo una manera eficaz de llegar a ellas. Las metas las definen claramente. Esto nos permite operativizar nuestros recursos y el nivel de satisfacción que uno alcanza cuando consigue lo que se propone. Y nos da seguridad y alivio; sabemos lo que tenemos que hacer y cómo conseguirlo.
  3. Utilizan la creatividad como caja de herramientas. Si una cosa no ha funcionado en el pasado, no tiene porque funcionar en el presente. No tiene miedo de explorar nuevas fórmulas para solucionar los problemas que se le van presentando por el camino. De esto modo, invierten en el desarrollo intelectual de sus seguidores porque de las nuevas ideas pueden surgir nuevas soluciones. Y no tienen miedo de acudir a nuevos talentos para ello; el líder no lo sabe todo y por eso puede reciclarse con un equipo nuevo que se ajuste a la realidad cambiante. Hacernos más listos nos beneficia a todos.
  4. Nos considera individualmente. Nuestras preocupaciones son sus preocupaciones, y de este modo, habla en primera persona de nuestros problemas y dificultades porque son las mismas a las que él se enfrenta cada día. El escenario perfecto para él es aquél en que los seguidores pueden desarrollar sus necesidades y habilidades, porque el crecimiento de los seguidores posibilita su propio crecimiento. De esta manera crece la identificación con el líder: parece que todos vamos a una y que él es la pieza que nos impulsa a todos.
  5. Ellos también cometen errores. Y no hay excusas: nadie hablo de un escenario perfecto y él puede cometer errores, incluso dejar su puesto si el fallo ha supuesto una desestabilización grave. El fracaso es también parte del juego. Pero no hay dramatismos en su asunción y aceptación; un buen líder no habla pone excusas ni habla de agentes externos al problema, el buen líder habla de soluciones. De reiniciar. De reconocer los errores para volver a hacerlo mejor. Mejor reconocerlo: la adaptación nace de una oportunidad fallida.
  6. La mejor baza es la información. Por su posición, es probable que el líder conozca escenarios y circunstancias que otros muchos ni se habían planteado. Solo de estar bien informado puede uno tomar las mejores soluciones. Y sin embargo, no le importa compartirlas y trabajar en equipo con los diferentes sectores de la población para hallar una respuesta coordinada y adaptada a ella. La supervivencia del equipo puede depender de ello.
  7. Gestiona las crisis y nos gestiona emocionalmente. Porque pueden pasar terribles acontecimientos, el buen líder entiende las necesidades que se ponen en marcha en situaciones de grandes crisis y permite escenarios donde poder expresarlas y gestionarlas. ¿Para qué negarlas, cuando de una verdadera integración puede conseguir una verdadera colaboración de todos, totalmente necesaria en esa situación extrema? Al fin y al cabo, su equipo y motor somos nosotros; de nuestra estabilidad y salud puede sostener su propia situación.

Éstas son solo algunas de las características esperables para un buen líder, con el objetivo de poder transformar aquello que ha recibido y hacer algo mejor. ¿Podéis pensar en ejemplos de acciones y palabras vistas estos días? ¿Puede explicar esto vuestra adhesión a un candidato concreto? Reflexionad, al final la clave está en cambiar.

Escrito por David Blanco Castañeda

Fuente: psycentral, psychology today.

Tu inconsciente hace su propia campaña electoral

Al tratar de decidir a quién vamos a votar en las próximas elecciones nos gusta pensar que hacemos una decisión consciente y racional, valoramos las propuestas de los diferentes partidos y tomamos una decisión sobre si vamos a votar y a qué partido.

extraído de elmundo.es
extraído de elmundo.es

Ataques de tiburones o equipos que pierden.

Sin embargo, la psicología no dice exactamente eso. La decisión de nuestro voto está más influida por la emoción de lo que nos gustaría pensar. Incluso hechos irrelevantes para la política el día en que vayamos a votar, parecen causar bastante influencia sobre nuestra decisión. Aunque no hay un acuerdo total en la ciencia, parece que eventos como el aumento de ataques de tiburones o que nuestro equipo de fútbol pierda puede hacer que valoremos más negativamente al candidato que estuviera en el poder durante estos sucesos. Sin embargo, en algunas ocasiones se ha desmentido que exista esta tendencia, además, ¿Cómo va a influir en mi votación algo con tan poco sentido?

Somos bastante fieles… a nosotros mismos.

Pues aún así, tenemos bastantes sesgos inconscientes que pueden hacer que tomemos una decisión no tan consciente a la que le damos una explicación racional a posteriori. En primer lugar, tanto si nos situamos en una ideología de izquierdas como de derechas, siempre tendemos a pensar que hemos razonado y nos hemos basado en argumentos sólidos, que tenemos más información de la que tiene el opuesto. Al final, parece que las diferencias a nivel de información y argumentación no existen entre el votante de izquierdas o de derechas, ambos están informados, pero dan más credibilidad a los argumentos que son congruentes con su postura.

Yo soy uno de esos indecisos, no estoy contaminado por ninguna ideología.

Pero si aún no te has decidido sobre a quién votar, ¿significa esto que estás más libre de estos prejuicios y que acogerás con mejor disposición los diferentes argumentos? Pues parece ser que tampoco es exactamente así. En tu inconsciente ya hay ciertos prejuicios sobre diferentes temas importantes en tu sociedad. En la Universidad de Harvard tienen a disposición diversos test de asociación implícita. En estos “test” la tarea consiste en asociar diferentes palabras entre sí lo más rápido que podamos. Cuando son coherentes con nuestra creencia implícita, la asociación será más rápida que cuando son incoherentes con nuestros prejuicios.

La investigadora Silvia Galdi, de la Universidad de Padova, encontró en sus estudios que aún si en nuestro conocimiento consciente no estamos decididos sobre a quién votar, se puede predecir por quién nos decidiremos finalmente. Cuando en un test de asociación implícita nuestra actividad inconsciente es más favorable a alguno de los candidatos, aunque conscientemente sigamos diciendo que aún no lo sabemos, es probable que votemos a este candidato cuando llegue el momento.

Más aún, los mismos sesgos que actúan cuando sabemos a quién votar y nos centramos en la información que confirme que ese voto es el correcto, funcionan cuando esa decisión no es consciente.

La importancia de la familia en nuestro voto (y no sólo de nuestros padres).

Al final, nuestras inclinaciones políticas tienen mucho que ver con nuestros valores personales. Se ha estudiado que los votantes de izquierda se identifican más con valores relacionados con la empatía y la honestidad, mientras que los de derechas se inclinan a valores relacionados con el deber y la competencia. Además, estos valores se ven influidos por los que se nos han transmitido familiarmente, aunque habitualmente teñidos bien por una inclinación personal a la tradición o bien a la rebeldía.

Curiosamente estas variaciones e influencias no sólo provienen de nuestra familia de origen, sino también de la familia que formamos. El hecho de ser padre (y no de la misma forma que ser madre) de una niña inclinará el voto a un estilo de pensamiento más de izquierdas, mientras que ser padre de un hijo varón inclinará el voto hacia un pensamiento más de derechas.

¿Jornada de reflexión?

El hecho de votar está socialmente concebido como un acto basado en argumentos y medido de forma racional. Incluso tenemos previsto el día anterior a la votación como una “jornada de reflexión” en el que no deberían contaminarnos con más propuestas sino simplemente valorar por nosotros mismos de una forma fría. Los diferentes estudios que tratan de comprender en qué basamos nuestra decisión de votar a un partido u otro precisamente proponen que no somos tan reflexivos, o al menos que nuestra decisión está marcada por reacciones emocionales e inconscientes ante los diferentes candidatos y partidos.

De todos modos, probablemente todas las decisiones que tomamos en nuestra vida estén más marcadas por la emoción de lo que solemos creer y quizá esto no sea nada malo, sino simplemente, humano.

Fuentes: www.theglobeandmail.com, phenomena.nationalgeographic.com

Escrito por Lara Pacheco Cuevas

El lado oscuro de hacer un doctorado: ¿cómo está la salud mental de los estudiantes de posgrado?

Extraída de www.bilimsol.org
Extraída de www.bilimsol.org

Cuando pensamos en una persona que desea dedicarse a la investigación científica, esta vocación nos causa cierta admiración. Socialmente se les valora de un modo muy positivo, y por supuesto que pensamos en las dificultades que esta carrera debe entrañar y les atribuimos una alta capacidad de esfuerzo y sacrificio.

No cabe duda de que estas cualidades probablemente estén presentes en una persona que decide dedicar su carrera a la ciencia y se sumerge en el mundo académico haciendo un doctorado. Sin embargo, este tipo de carrera profesional presenta una cara que habitualmente ha permanecido oculta y que la actualmente escritora Jennifer Walker detalla en primera persona en su blog.

Los datos

Precisamente, muchos estudiantes de doctorado están tan acostumbrados a la autodisciplina y al trabajo duro que parece existir una tendencia a presentar problemas de salud mental en este grupo. Los estudios al respecto no son demasiados, pero los que hay llaman la atención. Los estudiantes de doctorado en Australia mostraron en 2003 una tasa 4 veces mayor en problemas de salud mental que la población general. En un estudio de 2005 de la Universidad de Berkeley más de la mitad de estos estudiantes dijeron sentirse deprimidos la mayor parte del tiempo y un 10% de ellos había contemplado la idea del suicidio. En 2015, se replicó el estudio de la universidad de Berkeley y encontraron que un 47% de los 790 estudiantes de posgrado puntuaban con valores altos en una escala para medir depresión. Si se estima que en la población general la incidencia de la depresión está entre un 15% y un 20%, resulta alarmante la alta tasa de ésta en los estudiantes de posgrado.

Los testimonios

La autora del artículo anteriormente mencionada es muy clara respecto a cómo se sintió durante la realización de su tesis. “No eran los desafíos intelectuales o la carga de trabajo lo que me hizo caer, sino mi salud mental deteriorándose. Me sentía poco apoyada, aislada y a la deriva en la incertidumbre. Los ataques de pánico se convirtieron en parte de mi día a día, bebía y me cortaba. A veces pensaba que quería morir.” La autora pregunta además a otros estudiantes de doctorado sobre estas sensaciones y encuentra que aparecen en ellos sensaciones bastante negativas, como podría ser la sensación de encontrarse a la deriva, en los casos que el director de tesis se comporta de un modo poco comprometido con el trabajo del alumno.

Cuando se desarrolla un trabajo de alto rendimiento, rodeado de otras personas que también son muy buenas en este campo pueden aparecer pensamientos relacionados con ser un fraude e incompetente, el llamado síndrome del impostor. En otras ocasiones, parece que los sentimientos de depresión podrán ser combatidos simplemente con trabajo duro y antidepresivos, lo que en lleva a un sentimiento de incapacidad que precisamente hace que su ánimo se vea aún más afectado.

A su vez, el ámbito académico es bastante tolerante con los problemas de salud mental, podría serlo incluso tanto que se perciba como que “así es” y no exista la necesidad de cambiarlo y mejorar.

¿Qué puede estar sucediendo?

Parece que habría varios factores involucrados en las altas tasas de deterioro de la salud mental en estos estudiantes. El trabajo realizado en muchas ocasiones se lleva a cabo de una forma muy aislada, sin un grupo de trabajo en el que apoyarse. A esto se suma una elevada incertidumbre ante el futuro. Aunque en nuestro país no se reflejan los datos de salud mental en los estudiantes de doctorado, esto podría estar incluso acrecentado, puesto que la incertidumbre económica en el campo de la investigación es aún mayor.

Por último, tanto el carácter vocacional como la exigencia que este tipo de carrera requieren puede llevar a que los estudiantes limiten su autopercepción exclusivamente a este área de su vida, de forma que olviden en qué otras áreas pueden obtener satisfacción, como la familia, los amigos o los hobbies.

¿Qué hacer?

En primer lugar, es un tema al que probablemente se necesite dar más visibilidad, de modo que un estudiante que comience a sentir este tipo de problemática pudiera enfocarlo como algo común y poner estrategias de resolución mucho antes. Posiblemente sería útil que en las Universidades y laboratorios se tuviera este riesgo en cuenta proporcionando apoyo institucional a estos estudiantes. Por último, es bastante relevante el papel del director de tesis, en un primer lugar, para evitar este sentimiento de estar a la deriva que acreciente otras formas negativas de pensar en los estudiantes, sería importante que mantuvieran un contacto relativamente frecuente. Además, en los casos en los que esto ya se estuviera dando, podrían ser los primeros en detectar los signos de alarma para poner en marcha estrategias de intervención ante un problema de salud mental.

El trabajo científico en muchas ocasiones es una vocación e ilusionante por la persona que lo desea. El conocimiento científico es de gran valor y nos proporciona una vida más fácil, además de mejorar como sociedad. Que en el camino para poder desarrollar la carrera académica aparezcan problemas de salud mental no es fundamental para un alto rendimiento y mucho menos deseable. Nuestros futuros científicos y profesores de educación superior merecen creer que aunque su carrera es larga y requiere un gran esfuerzo, no necesariamente ha de estar plagada de malestar.

Fuentes: qz.com, berkeley.edu, insidehighered.com

Escrito por Lara Pacheco Cuevas

Cómo empezar ahora mismo lo que quisiste dejar para más tarde: vencer la procastinación

Extraída de www.pensaresgratis.com
Extraída de www.pensaresgratis.com

Felipe anda en un conflicto. En su cabeza aparecen toda una lista de actividades que ha de realizar, y sin embargo, es incapaz de levantarse, comenzar la tarea y dar por finalizado su conflicto. En efecto, Felipe parece ser un gran procastinador, haciendo lo más atractivo, inmediato y menos importante al principio (en su caso,  permanecer tumbado en la silla) para dejar lo prioritario y más urgente para el final…con el consiguiente aumento de ansiedad y frustración, una creciente sensación de ineficacia por no ser capaces de planificarse a tiempo, y una limitación en el éxito de las tareas, al tener menos tiempo para tareas que con un uso adecuado del mismo haríamos mucho mejor. ¿Y por qué, no obstante, Felipe (y muchos de nosotros) volvemos a caer en las redes de la postergación de tareas? ¿Somos perezosos crónicos, o hay una explicación mejor a esto que nos pasa?

En ese sentido, las personas postergamos más por una necesidad de no fracasar que por una motivación real de no hacer la tarea. La tarea que hemos de realizar la consideramos demasiado difícil o costosa (o poco motivante), y esperamos al momento perfecto para hacerlo, que por otro lado nunca llega. Además, la procastinación se ha relacionado unos altos niveles de perfeccionismo con una marcada tendencia a la procastinación. Procastinamos porque queremos hacerlo bien, obtener algo  perfecto. Así, la persona tendería a sobreestimar la dificultad de la tarea, detenerse en numerosas detalles y consideraciones y estar más pendiente de las consecuencias y el resultado de la tarea que de aprovechar el proceso de aprendizaje…todo por obtener la perfección (y la admiración de los demás). Esto se vería acrecentado por una mala gestión del tiempo, sin priorizar ni estimar tiempos de realización de las tareas. Como consecuencia, la persona se vería abrumado por la acumulación de tareas sin hacer, que aumentará su ansiedad y por tanto, el escape ante actividades distractoras que alivian su ansiedad, en un círculo vicioso en el que la persona sólo hará las tareas cuando no haya más remedio. El procastinador pondrá el grito en el cielo: para él, su resultado siempre estará por debajo de sus expectativas y nunca estará satisfecho con lo que hace, jamás.

En un estudio realizado para saber que puede condicionantes puede ayudarnos a comenzar las tareas cuanto antes, se concluía que marcarse las tareas en un plazo máximo de días (no en meses ni en años, sino ver la realización de cada tarea en un futuro casi inmediato) ayudaría a la persona a ajustarse a unos periodos a corto plazo. “El futuro es ahora”, rezaban los autores del estudio, en un intento para explicar la importancia de fijarse un objetivo claro, dividida en partes definidas y con unos tiempos de realización ajustados y delimitados en el tiempo. A su vez, otras formas de contrarrestar la postergación serían:

  1. Regla de los 5 minutos: según la cual, la mayoría de tareas que hacemos bastan 5 minutos para hacerlas o comenzar a hacerlas. Si bien podemos enviar un e-mail en ese periodo, proponerse 5 minutos para hacerlas rompe la barrera psicológica de la procastinación, empezando la tarea y con mayor probabilidad de mantenerse en ella una vez hayan finalizado esos 5 minutos.
  2. ¿Qué es lo que te hace postergar? ¿La dificultad de la tarea? ¿Te aburre? ¿Su rutinariedad? ¿Crees que tienes los recursos apropiados para hacerla? Responder a estas preguntas puede hacerla más manejable, y puede ser un comienzo para abordarla y no dejarla para más tarde.
  3. Di adiós a los distractores (por lo menos, hasta que hayamos concluido la tarea). La mejor manera sería aislarse en las montañas, pero al vivir en una sociedad hiper conectada, apagar por un rato los datos del móvil, salir de las redes sociales y ocultar la barra de herramientas sería suficiente para que no hubiese distractores innecesarios en tu proceder.
  4. ¡Olvídate de la perfección, acabas de empezar!. Es mejor una tarea mediocre que una tarea sin hacer. Plantéate que el verdadero reto es tener las cosas hechas. Cuantas más tareas tengas hechas, más motivado estarás y mejor será tu desempeño.

Al final de la viñeta, Felipe era consciente de la contradicción que entrañaban sus palabras con sus actos…¿Es hora de ponerse en marcha?

Extraída de http://vps100145.ovh.net/
Extraída de http://vps100145.ovh.net/

 

Podéis consultar post previos relacionados, aquí.

Escrito por David Blanco Castañeda.

Fuente: psychcentral.

El modus operandi de un manipulador

Extraída de www.gaiashare.com
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Imagina un escenario de trabajo. Un jefe quiere que uno de sus trabajadores haga una función que no es suya por puesto, que no está sujeta a ningún convenio y por la que encima hará horas extras, que el jefe no está dispuesto a pagar. Imagina que va hacia sus víctimas, dispuestas a convencerlas, bien por su puesto de superioridad, bien por su capacidad oratoria. Imagina ahora que utiliza, además, su capacidad de manipulación: de manera sutil, sin que éstos se den cuenta, va consiguiendo que sus empleados vayan cediendo en pequeñas actividades; al principio son inofensivas y las víctimas no les importa ceder…es el principio para que el manipulador más tarde pueda pedir más. Si al principio era de manera formal; poco a poco las peticiones se hacen más agresivas, incluso puede utilizar algún tipo de violencia (verbal o psicológica, mayoritariamente en estos contextos), que sorprenden a sus empleados. Sin embargo, y a pesar de que son conscientes de que sus peticiones no son adecuadas (e incluso exageradas), el jefe ya ha ido minando su capacidad crítica; de manera que no están seguros si la reivindicación de sus derechos es justa. El jefe manipulador, además, tenderá a culpabilizarles por no hacer su trabajo (que no es el suyo, sus funciones han sido excedidas), aduciendo que es una petición “legítima”, y que él tiene el deber de recodárnoslo (creando una situación  fragante de poder)… en efecto, tenemos un escenario de abuso. Es más frecuente de lo que parece. Ahora vamos a clarificar más detenidamente su modus operandi para que podáis identificarlo. Y recordad…no sólo se produce en los contextos laborales.

  1. En el principio, es cuestión de elección. Las personas manipuladoras no son más inteligentes que el resto, ni siquiera tienen una capacidad inaudita para la retórica. El manipulador tiene un importante déficit de habilidad social, y sólo utiliza esas formas porque es incapaz de comunicarse adecuadamente, y de conseguir sus objetivos de una manera correcta. Por ello, cuando se presente una oportunidad propicia, el manipulador elegirá dónde y con quién ejercer su manipulación.
  2. Nos dejará hablar y buscará nuestras debilidades. El manipulador es bastante selectivo; como ya hemos dicho, sus acciones primeramente son sutiles, casi imperceptibles…el manipulador sondea a su alrededor y a varias personas, y les deja hablar…de cosas cotidianas, de sus gustos, preferencias…de sus valores, de su forma de ser…va haciendo una lista. Donde nosotros las llamamos cualidades, él las denomina “debilidades”. Y esas debilidades son las que utilizará más adelante para desarmarnos.
  3. “Deformación de los datos”. El manipulador comenzará a pedir sus objetivos con pequeñas excusas, con peticiones sencillas…habrá algún problema y te pediré algún favor. Deformará la realidad, o te hablará de necesidades inmediatas. Podrá mentirte, más tarde será descarado, exagerando tu participación y aportación. Te tendrá ganado.
  4. Primeras señales de manipulación agresiva: hará alusión a una superioridad intelectual. Cuando el manipulador ya nos está pidiendo favores que exceden a nuestras funciones, empezará a intimidarnos intelectual: no entendemos sus motivos, pero nos impondrá hechos, estadísticas, procedimientos y trámites burocráticos del que nosotros, las víctimas,  sabemos poco y de los cuales no podemos olvidar…para no dejarlos de cumplir. Empezaremos a sentir miedo, abrumados de las consecuencias y sin capacidad posible de defensa.
  5. La violencia empieza por un buen discurso. En ese escenario de miedo e inseguridad de los trabajadores, el manipulador tenderá a “perder los papeles” de una manera muy planificada: sus discursos se caracterizarán por frecuentes elevaciones de la voz y con un lenguaje corporal rotundo y sin miramientos. Esto se apoyará en peticiones directas y agresivas, en las que deja muy poca capacidad de decisión sus víctimas y muy poco tiempo para decidir (incluso en el momento)…la capacidad de decisión y de reivindicación crítica se verá mermada por lo directo de la situación (y por las emociones negativas que nos despierta) y entonces cederemos. El manipulador irá repitiendo esta situación cada vez más y más.
  6. Si titubeas y no cedes en ese momento, tendrá preparadas sorpresas. En efecto, por si fuera ya poco todo esto, cada vez que te pida cosas te irá preparando sorpresas (“el martes y jueves pasado me dijeron que …”) a las que te costará reaccionar por lo inesperado de la información ….no sólo eso, sino que empezará ridiculizar tus acciones y tus funciones, con amenazas constantes de unas consecuencias fatales (que nunca llegarán) con tal de que hagas los que ellos digan. Dejarán de ser sólo manipuladores para ser agresores manifiestos
  7. Y nosotros tendremos la culpa…la persona manipulada tenderá a intentar llegar a un acuerdo para que se acaben los abusos. Pero el manipulador no contestará a ningún e-mail de conciliación, y tenderá a decir que “no nos entiende, que no nos estamos explicando bien, nada bien…y de que nosotros no estamos poniendo nada de nuestra parte, con lo que ha hecho por nosotros”. Nos hará sentirnos vulnerables, y nos impedirá defendernos. Aludirá a nuestra previa simpatía y relación, y no dudará en adoptar un papel de víctima por nuestros desplantes y continuos errores…así una y otra vez, creando un escenario durísimo para la persona manipulada.

Recordad: el objetivo de todo manipulador es conseguir sus objetivos, siendo nosotros instrumentos para llegar a unos fines desproporcionados e injustos. Ellos no se detendrán por que lo ven legítimo, es “su modus operandi”. Nosotros somos los que podemos decir basta. Nuestros derechos sí son importantes.

Escrito por David Blanco Castañeda

Fuente: Psychology today

¿Es la infidelidad on-line una infidelidad real?

 

Extraída de www.primeraplana.mx
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Sin duda, la infidelidad puede ser uno de los acontecimientos más devastadores en la vida de una pareja. Entendida como una ruptura en el vínculo afectivo con la pareja elegida, su impacto puede variar en función del acuerdo entre ambos miembros de la pareja, pudiendo ser considerado infidelidad actos diferentes si los miembros no comparten su definición personal. Así, podemos encontrar parejas (o miembros de ella) que consideran infidelidad un intercambio de mensajes románticos con una persona ajena a la pareja, mientras otros considerar que se tiene que haber producido una relación sexual con un tercero para considerarlo como tal (para otras, cualquiera de estos actos ya es infidelidad). De cualquier modo, implica al menos   una tercera persona; y la relación que establece nuestro compañero con esa persona se considera una traición en la medida en la que comparte aspectos que consideráis fundamentales en vuestra relación, y en buena medida, exclusivos para vuestra unión.

Son muchas las investigaciones a este respecto, y de hecho se han encontrado diferencias con respecto al género en lo que se supone una infidelidad o no. De este modo, los hombres tienden a denominar “infidelidad” y sentir celos derivados de ello cuando se produce una infidelidad sexual, mientras que para las mujeres la infidelidad tiene connotaciones más emocionales, sin necesidad de que se hayan producido relaciones sexuales entre las partes. Sin embargo, hay  mayor uniformidad en las reacciones emocionales ante la infidelidad; tanto hombres y mujeres reportan sentir asco cuando se enteran de que su parejas les ha sido infiel sexualmente, y confiesan mayor daño y tristeza en la relación cuando la infidelidad emocional.

Ante el creciente uso de redes sociales, páginas de contactos y uso de mensajería instantánea, el escenario de la infidelidad ha aumentado y la infidelidad on-line (es decir, aquella infidelidad compartida con una persona que no has visto de manera física pero sí que se ha podido intercambiar mensajes –o actos más comprometidos, como el cibersexo-) ha entrado de lleno en los estudios sobre infidelidad. Así, Guadano y Sagarin (2010), con una muestra de 322 participantes, evaluaron la reacción que podrían tener las personas ante el conocimiento de una “ciber-infidelidad”, y si éstos efectos podrían considerarse los mismos ante una infidelidad convencional. Los resultados fueron reveladores: si bien los efectos de una infidelidad convencional son muchos más traumáticos que la on-line, se encontraron nuevamente diferencias con respecto al género en las reacciones despertadas. Para los hombres, era más importante la infidelidad de tipo sexual (de hecho, para los hombres encuestados daba igual si fuera on-line o convencional), mientras que en las mujeres lo importante era el vínculo emocional. Los actos que se hacían con el “ciber-amante” también fueron evaluados, de manera que las mujeres tendían a ver más grave actos de cibersexo o sexo telefónico que los hombres, al ser todavía más común entre los hombres la aceptación de este tipo de actividades. De cualquier forma, y a pesar de que siempre era peor considerada una infidelidad convencional, el hecho de que se supiera que la pareja mantenía una “ciber-relación” se consideraba como perjudicial para la pareja, de ahí la ocultación y el anonimato en este tipo de relaciones.

Con todo, el estudio de este tipo de fenómenos ayuda a entender los conflictos y la enorme diversidad relacional que se puede establecer hoy en día, y entender que la piedra angular para la resolución de los conflictos por infidelidad siempre pasa por la misma herramienta: la comunicación entre ambas partes.

Escrito por David Blanco Castañeda

Fuente: Psychology Today.