¿Para qué sirve soñar?

En los seres humanos, el sueño es desde siempre un componente importante para la vida. De hecho, es fácil que cuando hemos tenido algún sueño extraño o intenso, tratemos de buscarle una explicación. Es inherente a nosotros y se ha visto reflejado en múltiples ocasiones en diferentes culturas, desde los sueños premonitorios a Freud con su “interpretación de los sueños”; desde los chamanes a Jung y los arquetipos.

Teniendo en cuenta que en tantas ocasiones los sueños han tenido un valor importante, es bastante probable que cumplan alguna función en nuestras vidas. Aunque en los últimos años, y sobretodo, desde un punto de vista científico no se ha estudiado en exceso, algunos autores han tratado de buscar la función que puede cumplir el que soñemos.

¿Qué se ha encontrado en las investigaciones?

Así, han encontrado que hay un rasgo personal que influye directamente sobre el contenido de los sueños, y ese es precisamente la supresión emocional. Las personas que suprimen más sus emociones en vigilia, mostraron una cantidad más alta de emociones como la tristeza, el enfado, el miedo y la ansiedad durante los sueños.

No sólo eso, sino que además la calidad del sueño de las personas que suprimen sus emociones durante el día es bastante peor, con más dificultades para conciliar el sueño, más alteraciones mientras duermen y un mayor cansancio durante el día. Por último, como es esperable, las personas con más supresión de pensamientos mostraron una mayor tendencia a la depresión, ansiedad y estrés.

Esto parece demostrar que en los sueños se produce una especie de efecto rebote, de modo que cuando dejamos de expresar y sentir las emociones negativas, éstas aumentan en los sueños, de forma que de algún modo salen a flote por mucho que tratemos de esconderlas. Además, no ocurre de este mismo modo con las emociones positivas, ni con la emoción de “culpa”, que posiblemente sea más compleja, o requiera de más autoconciencia, de modo que sea más complicado presentarla en los sueños.

extraída de interestingthings.info
extraída de interestingthings.info

El contenido de los sueños ayuda a la regulación emocional

Ya que parece que esté claro que este efecto rebote ocurre, podríamos comenzar a explicar algunas de las funciones de los sueños. Por una parte, puede que sea una forma de encontrarse con estas emociones de forma directa, aprendiendo a no suprimirlas. Por otra parte, puede ser la forma en la que una persona se enfrente a los sentimientos negativos que le sobrepasarían en vigilia, de forma que se pueda practicar el afrontamiento de los  mismos durante el sueño.

Además, estos resultados de la investigación, explican por qué algunas personas muestran un rechazo hacia el sueño cuando están pasando situaciones complicadas en la vigilia. Si les está costando manejar los sentimientos negativos, esto puede llevar en ciertas personas a manifestar una mayor supresión de sentimientos, de forma que posteriormente se produzca este efecto rebote y por lo tanto se deteriore la calidad del sueño y además haya más sensaciones negativas como el enfado, la tristeza o el miedo.

Para que esto ocurra lo menos posible, es importante aprender a suprimir menos estas emociones. De hecho, en momentos de la vida en los que se puedan manifestar más estas emociones, puede ser útil escribir una especie de diario antes de ir a dormir, haciendo especial énfasis en las emociones negativas que pueden estar siendo más suprimidas y, posiblemente, este acercamiento dirigido y controlado hacia ellas puede dar lugar a una mejor calidad de sueño, además de con menos sensaciones de angustia.

Aún queda mucho camino que explorar en el terreno de los sueños desde un punto de vista científico, pero en pequeños pasos, se va conociendo más de la función de la acción de soñar, más allá de las puramente relacionadas con el dormir.

Fuente Psychology Today

Escrito por Lara Pacheco Cuevas

Pon tu mascarilla de oxígeno antes de ayudar a tu acompañante

Si viajas en avión, verás que en caso de necesitar el uso de las mascarillas de oxígeno, antes te la coloques a ti mismo que a personas que te puedan acompañar. En un contexto como este, es fácil ver cómo no podrás ayudar a otros sin tener tú el suficiente aporte de oxígeno. En el caso de situaciones más cotidianas, es mucho más complicado ver que para ayudar a los otros es importante mantener cierto grado de autocuidado.

Lo que nos encontramos en la consulta del psicólogo, en una gran parte de las personas que acuden es una falta clara de autocuidado. Así, muchas veces se encuentran sobrepasadas por la situación, les parece imposible llegar a todo y acaban pagando este estrés con las personas que tienen más cerca. Incluso en el momento que logran pedir ayuda en el psicólogo, ni siquiera se les ocurre que pueden necesitar un mayor cuidado de ellas mismas.

Es cierto que culturalmente, no se percibe, ni se contempla, que podamos necesitar del cuidado propio, y mucho menos se le da valor. Por este motivo, en muchas ocasiones parece extraño plantear la idea de disfrutar con algo, de simplemente hacer cosas para el puro placer o satisfacción propio.

extraída de aviaciond.com
extraída de aviaciond.com

Habiendo nacido en una cultura en la que el malestar no debe aparecer nunca, es bastante frecuente que se ignoren las señales que implican una necesidad tal como el autocuidado. Esto puede llevar a que consideremos que el autocuidado es exclusivamente lo que también se vende en nuestra cultura; ir al gimnasio, hacer dieta, tratamientos de belleza… Sin embargo, la mejor manera de conocer qué es lo que necesitamos pasa precisamente por escuchar nuestras emociones, normalmente las negativas. Esas que precisamente ignoramos tan a menudo.

En la página de Psychcentral nos dan el truco de las 4 N’s para saber los pasos que podemos dar con el fin de escuchar tus propias emociones, tanto las positivas como las negativas. ¿Cuáles son esas cuatro N’s?

– Notar. En muchas ocasiones nos centramos en cosas que pueden darnos alivio sin llegar a percibir qué estamos intentando aliviar. A veces nos refugiamos en el trabajo, o consumimos cualquier tipo de droga legal o ilegal. Otras veces podemos comprar cosas que no necesitamos para sentir ese alivio, o comemos más o peor de lo que sabemos que nos sienta bien. Aunque tratemos de esconderlo, habitualmente, si nos paramos a pensar sobre ello, todos nosotros hacemos alguna de estas “conductas de evitación” para no llegar a notar estas emociones desagradables, aunque a largo plazo esto hace que ignoremos nuestras propias necesidades.

– Nombrar. Cuando sentimos al fin esta emoción desagradable, muchas veces ni siquiera es fácil saber de qué se trata. La respuesta más frecuente a “¿Cómo te hace sentir eso?” en referencia a un evento negativo en demasiadas ocasiones es sólo “Mal”. Poner un nombre más concreto ayuda a hacer categorías que transforman esas sensaciones negativas en algo más manejable.

– Nutrir. En el momento en que conocemos la emoción concreta que estamos sintiendo, acorde a la situación que vivimos, es el momento de alimentarla. De poco sirve sentir y poner nombre a algo si después lo que terminamos haciendo es inhibirlo. Es importante dejar que la emoción aparezca, en cualquiera de las manifestaciones que necesitemos. Si estamos tristes, necesitaremos llorar, si estamos alegres reír y si nos enfadamos, quizá necesitemos gritar, aunque no necesariamente a nadie. Permitirnos su expresión fomenta que la emoción tenga cabida en nuestro día a día, mientras que cuando no lo hacemos, acaba por pasar alguna factura.

– Necesitar. Por último, tras los pasos anteriores, lo que es recomendable hacer con esas sensaciones negativas que ya hemos nombrado y expresado es escuchar lo que nos dice de lo que realmente necesitamos. Atender a nuestras emociones negativas es el camino más directo a fomentar el autocuidado. No siempre estamos acostumbrados, pero cuando logramos hacerlo con cierta soltura, comenzamos a cubrir nuestras necesidades y por lo tanto a cuidar más de nosotros mismos y aumentar nuestro bienestar.

El ejemplo de la mascarilla de oxígeno en caso de que éste falte puede verse muy claro. Tus necesidades vitales tienen que estar cubiertas si quieres lograr ayudar positivamente a alguien que también esté en peligro. Cuando hablamos del campo de las necesidades emocionales, con demasiada frecuencia se nos olvida, pero el funcionamiento es el mismo. Antes es necesario el autocuidado para poder dar el adecuado cuidado a los demás.

Fuente: Psychcentral.com

Escrito por Lara Pacheco Cuevas

¿Cómo regula sus emociones una persona con alexitimia?

¿Conoces la palabra alexitimia? Tiene que ver con la incapacidad de entender las emociones ¿Qué ocurre cuando sufres de alexitimia? ¿Cómo es vivir con este rasgo muy acentuado?

La alexitimia es un rasgo de personalidad que se caracteriza por una dificultad en la regulación e identificación emocional. Además, las personas con un nivel alto de alexitimia, tienen problemas a la hora de describir y por supuesto comunicar sentimientos. Todas estas dificultades hacen que en este tipo de personas, las sensaciones del cuerpo relacionadas con las emociones se puedan confundir con afectaciones físicas como tal.

extraida de www.gestionemocional.com
extraida de www.gestionemocional.com

Conociendo en qué consiste la alexitimia podremos comprender que cuando se sufre este problema es más fácil padecer otras afectaciones psicológicas; abuso de sustancias, somatizaciones, ansiedad o depresión. Por supuesto las personas con alexitimia tendrán una sensación de satisfacción con la vida peor que las personas que identifican adecuadamente sus emociones.

En un estudio de la Universidad de Groningen se trató de conocer un poco más cómo funcionan las personas que tienen alexitimia, puesto que es un factor importante a la hora de ver afectado el bienestar psicológico. A través del estudio de las personas con un grado alto de alexitimia podemos acercarnos a conocer en sí mismo cómo cualquiera de nosotros procesa las emociones. Este estudio buscaba identificar en qué punto las personas con alexitimia se pierden a la hora de conocer las emociones.

En primer lugar, lo que observaron es que las personas que tienen alto este rasgo tienen muchos problemas en su propia regulación emocional, no sólo en el reconocimiento de las emociones. Las estrategias que una persona con alexitimia pondrá en marcha para regular sus emociones son algo dañinas. Especialmente, se dieron cuenta de que la primera estrategia era la supresión emocional, conocida como una gran causante de malestar psicológico. No sólo esto, sino que también tendrán menos capacidad de re-evaluar las emociones, de forma que finalmente se disminuye la posibilidad de regularlas.

Cuando se fijaron en la capacidad interpersonal, las personas con alexitimia también tienen dificultades en este aspecto. Se puede ver que la capacidad de empatía es muy baja, lo cual es bastante coherente, puesto que también es muy difícil para estas personas detectar las señales emocionales de los otros, especialmente las que no duran mucho en el tiempo, o las que son sutiles.

Con estos resultados, se puede comprender que las personas que tienen una alta alexitimia tendrán bastante sufrimiento psicológico, tal y como dijimos antes. Pero en este mismo estudio sí lograron encontrar formas para mejorar su calidad de vida. De todas las dificultades con las emociones que tiene una persona con alexitimia, hay una, que tradicionalmente se pensaba que estaría claramente afectada que en realidad no lo está.

Precisamente, el origen de esta palabra se divide en tres partes; “a” falta de, “lexis” palabra y “thimos” emoción, es decir, que el significado literal de la alexitimia será una falta de palabra para las emociones.  Justamente, lo que descubrieron en esta investigación es que las personas con alexitimia no tienen problemas para comprender el componente verbal de las emociones, sino todos los anteriores, más relacionados con la autopercepción y la percepción emocional de los otros.

Este conocimiento es especialmente valioso, ya que nos abre una grieta a través de la que trabajar cuando una persona está sufriendo este problema. Precisamente, por ejemplo, la «terapia focalizada en las emociones” de L.Greenberg será una herramienta muy valiosa para estas personas. En esta terapia, precisamente a través del componente verbal emocional, se aprende a detectar qué sensaciones produce cada una de las emociones para que se conviertan en una guía para nuestro comportamiento.

La alexitimia se puede medir en cada uno de nosotros (Aquí puedes hacer un test para saber cuál es tu grado de alexitimia, en inglés es más completo que en español), y no siempre es patológico, pero seguramente un alto grado de ello nos producirá grandes daños psicológicos. Un mayor conocimiento de este problema nos puede orientar cuando una persona tiene estas dificultades en el manejo de las emociones, por supuesto, ayudando a su bienestar y a una mejor calidad de vida.

Escrito por Lara Pacheco Cuevas

Fuente Plos One

ResearchBlogging.org
Swart, M., Kortekaas, R., & Aleman, A. (2009). Dealing with Feelings: Characterization of Trait Alexithymia on Emotion Regulation Strategies and Cognitive-Emotional Processing PLoS ONE, 4 (6) DOI: 10.1371/journal.pone.0005751

Maneras en las que la inseguridad excesiva afecta a tu vida

Cualquiera de nosotros puede, en ocasiones, sentirse inseguro con su competencia o con sus decisiones. Pequeñas dosis de este sentimiento son perfectamente lógicas e incluso podríamos decir que beneficiosas para nosotros, permitiéndonos parar, reflexionar y obtener la solución que sea más conveniente. No dudar jamás puede también ser un problema, de modo que no somos capaces de evolucionar, aprender o hacer cambios sobre nosotros mismos. Sin embargo, la inseguridad con uno mismo en determinadas personas es excesiva y dañina.

Generalmente, esta inseguridad excesiva es algo que se aprende de niños, cuando la familia no es capaz de transmitir un espacio de seguridad y protección, cuando la crítica o la exigencia es excesiva o cuando no han logrado crear un clima de afecto incondicional. Es lo que se denomina en psicología un estilo de apego ambivalente o ansioso. Si esto ha ocurrido en la infancia, en la edad adulta no es fácil valorar los éxitos, por muy objetivos que sean.

foto extraída de makermistaker.com
foto extraída de makermistaker.com

Esta inseguridad excesiva se manifiesta desde en cosas tan simples como el color de la camiseta que comprarse, como en decisiones tan importantes como un cambio de rumbo en la vida laboral. Una persona que mantiene este estilo de pensamiento generalmente no lo manifiesta sólo en la toma de decisiones más cotidiana, sino que tienden a aparecer múltiples comportamientos en su día a día que suelen ser consistentes con este estilo de pensamiento. A continuación describimos algunos de los más relevantes y dañinos.

Miedo al rechazo

Cuando se desarrolla a lo largo de la vida esta inseguridad excesiva, es fácil mostrar un intenso miedo al rechazo. Además, cuando este miedo aparece, la tendencia es buscar constantemente indicios de que realmente las personas cercanas te están rechazando, aunque objetivamente sus comportamientos hacia ti no sean tales. Por ejemplo, si en la oficina un compañero no se fija en que has llegado y no te saluda, podrías pensar que está más ocupado o concentrado en ese momento. Sin embargo, cuando sentimos un profundo miedo al rechazo se disparará un pensamiento automático de que no quiere saber nada de nosotros, o incluso que somos un problema para esa persona.

Dificultad para poner límites

Cuando la duda sobre uno mismo es muy elevada, el patrón aprendido dice que necesitar a otros es potencialmente doloroso. Con este aprendizaje a sus espaldas, a este tipo de personas les es extremadamente complejo distinguir lo que constituye un vínculo sano. Así, lo que ocurrirá es que en ocasiones rechacen por completo cualquier acercamiento a la intimidad con otros, ya que en última instancia han tenido que aprender a ser autosuficientes emocionalmente. Los límites en sus relaciones sociales podrán ser o bien extremadamente distantes o no tener ninguno y permitir al otro la invasión de la intimidad por completo.

Dificultad para percibir las propias necesidades

Si la educación recibida ha sido consistente y segura, poco a poco habremos aprendido a detectar lo que necesitamos, mediante la intervención de alguna figura significativa que puede cubrir esa necesidad. Si esto no ha ocurrido de manera consistente en nuestra infancia, cuando somos adultos no hemos desarrollado correctamente esta habilidad y generalmente las personas con la inseguridad excesiva en sí mismos no son capaces de ser conscientes de lo que realmente necesitan, especialmente a un nivel emocional.

Falta de claridad emocional

Con relación al problema anterior, en el que la persona que no ha desarrollado un apego seguro desoirá sus necesidades, este tipo de personas tienen también muchas dificultades para entender sus emociones. Es probable que la capacidad para leer y comprender las necesidades de los otros sea muy buena, pero cuando esa mirada ha de dirigirse hacia uno mismo no es capaz de comprender lo que le puede estar ocurriendo emocionalmente. Estas dificultades pueden presentarse de formas diversas; problemas en etiquetar los sentimientos, dificultad en el manejo de las emociones negativas o los eventos estresantes, poca regulación emocional o sensaciones de estar inundado emocionalmente.

Falta de autoconfianza

Esta consecuencia es la más obvia que aparece ante una persona que tiene sentimientos de inseguridad excesiva. Cuando no somos capaces de comprendernos a nosotros mismos y en nuestra infancia hemos recibido frecuentemente mensajes de crítica o exigencia excesiva, aparecen de nuevo estos mensajes. Aunque queramos evitarlos, resuenan, de algún modo, en la edad adulta. Al estar expuestos constantemente a este tipo de mensajes, la confianza en uno mismo es débil y a menudo se hace un cuestionamiento excesivo sobre cualquier actuación.

Una persona que sufre esta serie de problemas de una forma consistente en su vida cotidiana tendrá regularmente momentos de gran sufrimiento y malestar emocional. Es importante diferenciar de alguien un poco indeciso a una persona cuya inseguridad consigo misma sea excesiva y muestre los patrones que hemos comentado aquí. ¿Por qué es tan importante? Porque es posible reconocer y cambiar estos comportamientos que tanto daño hacen, porque aunque se haya aprendido hace mucho, en la infancia, no necesariamente es algo inamovible. Aprender a relacionarnos de otra forma con nosotros mismos y con los otros puede ayudarnos a un mayor disfrute y menos sufrimiento.

Fuente: Psychcentral.com

Escrito por Lara Pacheco Cuevas

Fatiga mental y regulación emocional

La fatiga mental es causada por un esfuerzo atencional o cognitivo prolongado. Básicamente, al tener que sostener un esfuerzo cognitivo ante una tarea de cualquier tipo, es probable que comencemos a desarrollar síntomas sobrecarga y de agotamiento que se produce por la realización de un esfuerzo cognitivo, generalmente en el trabajo, aunque también se ve alimentado por un estrés alto presente durante bastante tiempo. Cuando comenzamos a sufrir esta fatiga mental en muchas ocasiones parece aparecer de repente.

¿Qué síntomas tiene la fatiga mental?

Los síntomas típicos que sufrimos en el caso de estar fatigados mentalmente son somnolencia e incapacidad de mantener la atención y concentrarnos. En muchas ocasiones sentimos esta baja capacidad atencional relacionada con el trabajo. Las tareas nos llevan mucho más tiempo y parece que tenemos la cabeza en otro sitio, aunque por otra parte, no sabríamos decir dónde. Sin embargo, la fatiga mental, que puede estar causada por una tarea puramente intelectual, en ocasiones da lugar a consecuencias mucho más amplias.

extraida de test.doctissimo.es
extraida de test.doctissimo.es

Por una parte hace tiempo que se conoce que la fatiga mental puede llevar a perjudicar nuestro rendimiento en una actividad física, puesto que nos lleva a percibir el esfuerzo físico realizado como mayor y por tanto nuestra capacidad de mantener este esfuerzo disminuye cuando estamos mentalmente fatigados.

Pero la fatiga mental aún puede causarnos más sufrimiento que el hecho de que cualquier cosa, incluyendo tareas físicas se convierta en un gran esfuerzo por nuestra parte. Anteriormente comentamos que el síntoma más prominente en la fatiga mental tiene que ver con la capacidad atencional de la que disponemos. Esta atención no sólo es algo que necesitemos para el trabajo, sino que al tener menos capacidad atencional comenzamos a ser menos conscientes de nosotros mismos y por tanto nuestra capacidad de autorregulación disminuye.

Así se deteriora tu regulación emocional

Cuando se ve mermada nuestra capacidad de autorregulación, el manejo de nuestras emociones también se debilita. Recientemente un grupo de investigadores de la «Section on Neurobiology of Fear and Anxiety» del NIH realizaron un interesante experimento para comprobar si la regulación emocional se podría ver afectada por la fatiga puramente cognitiva. Para ello, hicieron que los participantes del estudio realizaran tareas cognitivas en dos formas diferentes. Una de ellas era el grupo control, el cual realizó tareas que requerían poco esfuerzo cognitivo mientras que al otro grupo se le aplicaron tareas de alto esfuerzo cognitivo, produciendo en ellos esta fatiga mental.

Posteriormente, se presentaron a ambos grupos tanto imágenes neutras como negativas. Se les pidió que trataran de regular la emoción negativa que les producían estas últimas. Cuando se midió el nivel de emoción negativa que presentaban ambos grupos, se comprobó que los dos mostraban un afecto negativo ante las imágenes, pero al tratar de disminuir esta emoción, en la segunda medida que se hizo, sólo el grupo libre de fatiga mental era capaz de hacerlo. El grupo al que se le sometió a este esfuerzo cognitivo prolongado, sin embargo, no pudo disminuir el afecto negativo que las imágenes les habían provocado.

Estos resultado parecen dejar claro que cuando estamos sometidos a un alto esfuerzo cognitivo es posible que comencemos a perder la capacidad de regular nuestras emociones, de forma que nuestro se dañe nuestro bienestar psicológico.

Por este motivo, es importante que tanto en nuestra vida personal como laboral aprendamos a buscar momentos de descanso, sobretodo cuando nos estamos sometiendo a un esfuerzo cognitivo mantenido en el tiempo. Si ponemos medios cuando nos encontramos cansados físicamente, ¿por qué no hacerlo igual ante los esfuerzos mentales?

Fuente: psycnet.apa.org/

Escrito por Lara Pacheco Cuevas

ResearchBlogging.org

Grillon C, Quispe-Escudero D, Mathur A, & Ernst M (2015). Mental fatigue impairs emotion regulation. Emotion (Washington, D.C.), 15 (3), 383-9 PMID: 25706833

Al conflicto de pareja, sonrisa clara.

Extraída de www.aquiestapuertorico.com
Extraída de www.aquiestapuertorico.com

En tiempos de crisis sentimental, las sonrisas escasean enormemente. De repente, ambas partes de la pareja entran dentro de una espiral de reproches mutuos y continuas discusiones, donde las oportunidades de solución de los problemas disminuyen no tanto porque no se tengan dichas habilidades, sino porque la tensión emocional entre ambos no se alivia, y predomina un estado de alerta y de autodefensa. En estas etapas no priman las soluciones mutuas y consensuadas. Nuestr@ compañer@ se comienza a considerar como un enemig@, y como tal, hacemos notar nuestras necesidades por encima de las suyas por miedo a que la otra parte nos las quite. Nos alejamos de una de las fuentes fundamentales de satisfacción y bienestar emocional, casi sin querer.

Y si recobramos un poco la calma y decidimos tomar cartas en el asunto para solucionar nuestros problemas de pareja, nos empeñamos en intentar no discutir o no repetir el mismo conflicto de ayer por la noche (“a partir de hoy no le quitaré el mando para poner mi serie favorita…”) cuando hay un método más efectivo (y mucho más sencillo) para recuperar la convivencia sentimental: aumentar las emociones positivas.

En efecto, se nos olvida el papel tan poderoso de una sonrisa. No nos engañemos, las emociones positivas como la sonrisa no sólo manifiestan que nos estamos divirtiendo ante una situación o un dato llamativo de una conversación. En una relación de una pareja o amistad nos ayudan a expresar afecto. Y algo más: alivian la tensión (fisiológica y emocional), aumentan los umbrales de manifestación de agresividad (en cualquiera de sus formas) y promueven el uso de la creatividad y la flexibilidad a la hora de solucionar problemas. ¡Vaya!

Para respaldar estas afirmaciones diversos estudios a lo largo de los años han intentado demostrar esta hipótesis. Entre ellos, dos estudios longitudinales realizados en 2010 y 2013 (ver enlaces) con la misma muestra de partida (relaciones de pareja heterosexuales cuyos integrantes tenían entre 40 y 50 años y con un historial de larga duración, seguidos durante un periodo de 13 años para observar qué variables estaban relacionadas con su satisfacción) llegaron a una conclusión similar: en aquellas parejas en las que se demostraba una capacidad de mostrar emociones positivas incluso cuando se encontraban francamente mal (lo que ellos llamaban “downregulating negatives emotions”/regular a la baja emociones negativas) eran las más satisfechas. Esta capacidad se utilizó incluso de factor de predicción de satisfacción en el estudio del 2013, donde expresar este tipo de emociones se consideraba un ejemplo claro de regulación emocional, donde las personas podían modificar sus tensiones emocionales y dar salida a conversaciones y soluciones más constructivas en donde lo más importante era mostrar emociones positivas, por encima de eliminar o erradicar lo negativo. En este estudio, además, se daba especial importancia al papel de la mujer (siendo ellas el agente básico de regulación emocional), pero asumiendo que era más un factor generacional (ya que los integrantes de la pareja, al ser personas de mediana edad, aun habían sido criadas en la idea de que las mujeres eran las que debían de mostrar esa cualidad) y afirmando que la mayor satisfacción se daba cuando ambos participantes mostraban dicha capacidad.

Por todo lo dicho, cuidar y promover un clima emocional positivo en la pareja, lleno de gestos e intercambios de emociones positivas, puede ser una de las llaves fundamentales para solucionar nuestros conflictos. Pero no como respuesta a lo que nos digan, sino siendo tu propia forma de comunicación, enriqueciendo nuestra interacción con nuestra pareja con gestos que la refuerzan constantemente a seguir hablando y acercándose a nosotros. Porque estos aspectos (una broma, una caricia, una sonrisa a tiempo) es lo que, a pesar del esfuerzo que supone cuando estamos enfadados, motiva a la persona a parar y creer en la unión que habéis informado…Como dice el dicho, ¡al mal tiempo, buena cara!

Escrito por David Blanco Castañeda

Fuente: www.psychologytoday.com

 

Cortar para calmar: explicando las autolesiones

Cuando escuchamos que una persona se produce daño a sí misma, es inevitable preguntarse cómo y porqué ocurre.

Desde un punto de vista explicativo, hay cuatro formas en las que entendemos que puede producirse este tipo de comportamiento. La principal es la de una regulación emocional inmediata, puesto que lo que más frecuentemente se observa es que cuando alguien se autolesiona encuentra una disminución de los pensamientos y sentimientos negativos, así como de la activación fisiológica. Otra función de este comportamiento es la obtención de autocastigo, puesto que las personas que realizan estos actos en muchas ocasiones también muestran muy altos niveles de autocrítica. Con respecto al entorno, también se ha referido que pudiera tener una función de comunicación de sufrimiento y necesidad de apoyo de los otros, especialmente cuando no se siente la capacidad de comunicarlo por vías lingüísticas. En ocasiones podría servir para que dejen de ocurrir eventos sociales negativos, como evitar que los padres cesen sus peleas, o que los compañeros del colegio abandonen comportamientos agresivos hacia la persona que lo sufre.

Las formas en las que ocurre, según la literatura científica, sugieren que lo más habitual es realizarse cortes, quemaduras, golpes o mordiscos en la piel. En muchas ocasiones, se relaciona con el consumo de drogas o alcohol de forma excesiva, y se entiende que ambos comportamientos servirían para lo mismo.

Según un estudio publicado en la “British Journal of Clinical Psychology”, se encuentra que hasta un 27% de adolescentes informa de haber realizado este comportamiento en alguna ocasión.

Puede que parezca un comportamiento extremo y en ocasiones inexplicable. Sin embargo, el acontecimiento de autolesionarse parece suavizar su significado en el momento en el que pensamos sobre él desde una perspectiva evolutiva.

En diferentes culturas se ha observado la presencia del uso del daño físico con una clara función de tipo social, siendo en muchas ocasiones similar en forma a las autolesiones más frecuentes ya citadas, como cortes en la piel o quemaduras. En las culturas que lo llevan a cabo este tipo de rituales se observa que aumenta la cohesión social y la empatía con la persona que lo lleva a cabo.

Otro apoyo desde una perspectiva evolutiva lo encontramos en la edad de inicio de las conductas autolesivas. En este sentido la adolescencia sería un momento crítico debido a que es una etapa en la que aún no se han desarrollado estrategias adaptativas de afrontamiento a los eventos vitales estresantes.

Además, resulta curioso el encontrar que también los primates no humanos realizan comportamientos autolesivos. Ante una desregulación del eje hipotálamo-pituitario-adrenal aparecen respuestas fisiológicas de ansiedad muy bruscas ante eventos estresantes leves. Cuando los primates realizan estos comportamientos autolesivos, al igual que los humanos, obtienen una gratificación inmediata al reducir la respuesta de ansiedad.

Las personas que se autolesionan experimentan problemas psicológicos que conllevan un sufrimiento elevado y después de hacerlo sienten rabia, culpa y vergüenza por este hecho. Por el momento no se conoce un tratamiento específico para la autolesión que haya sido suficientemente eficaz, pero si conocemos un poco mejor porque ocurre, y dónde puede estar el origen de este comportamiento, podremos dar una mejor atención a las personas que lo sufren de forma que aprendan a gestionar mejor los eventos estresantes de su vida.

Fuente: Nock, M.K. (2010) Self-Injury. Annual Review Clinical Psychology 6 (15), 1-25.

Escrito por Lara Pacheco Cuevas