Maneras en las que la inseguridad excesiva afecta a tu vida

Cualquiera de nosotros puede, en ocasiones, sentirse inseguro con su competencia o con sus decisiones. Pequeñas dosis de este sentimiento son perfectamente lógicas e incluso podríamos decir que beneficiosas para nosotros, permitiéndonos parar, reflexionar y obtener la solución que sea más conveniente. No dudar jamás puede también ser un problema, de modo que no somos capaces de evolucionar, aprender o hacer cambios sobre nosotros mismos. Sin embargo, la inseguridad con uno mismo en determinadas personas es excesiva y dañina.

Generalmente, esta inseguridad excesiva es algo que se aprende de niños, cuando la familia no es capaz de transmitir un espacio de seguridad y protección, cuando la crítica o la exigencia es excesiva o cuando no han logrado crear un clima de afecto incondicional. Es lo que se denomina en psicología un estilo de apego ambivalente o ansioso. Si esto ha ocurrido en la infancia, en la edad adulta no es fácil valorar los éxitos, por muy objetivos que sean.

foto extraída de makermistaker.com
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Esta inseguridad excesiva se manifiesta desde en cosas tan simples como el color de la camiseta que comprarse, como en decisiones tan importantes como un cambio de rumbo en la vida laboral. Una persona que mantiene este estilo de pensamiento generalmente no lo manifiesta sólo en la toma de decisiones más cotidiana, sino que tienden a aparecer múltiples comportamientos en su día a día que suelen ser consistentes con este estilo de pensamiento. A continuación describimos algunos de los más relevantes y dañinos.

Miedo al rechazo

Cuando se desarrolla a lo largo de la vida esta inseguridad excesiva, es fácil mostrar un intenso miedo al rechazo. Además, cuando este miedo aparece, la tendencia es buscar constantemente indicios de que realmente las personas cercanas te están rechazando, aunque objetivamente sus comportamientos hacia ti no sean tales. Por ejemplo, si en la oficina un compañero no se fija en que has llegado y no te saluda, podrías pensar que está más ocupado o concentrado en ese momento. Sin embargo, cuando sentimos un profundo miedo al rechazo se disparará un pensamiento automático de que no quiere saber nada de nosotros, o incluso que somos un problema para esa persona.

Dificultad para poner límites

Cuando la duda sobre uno mismo es muy elevada, el patrón aprendido dice que necesitar a otros es potencialmente doloroso. Con este aprendizaje a sus espaldas, a este tipo de personas les es extremadamente complejo distinguir lo que constituye un vínculo sano. Así, lo que ocurrirá es que en ocasiones rechacen por completo cualquier acercamiento a la intimidad con otros, ya que en última instancia han tenido que aprender a ser autosuficientes emocionalmente. Los límites en sus relaciones sociales podrán ser o bien extremadamente distantes o no tener ninguno y permitir al otro la invasión de la intimidad por completo.

Dificultad para percibir las propias necesidades

Si la educación recibida ha sido consistente y segura, poco a poco habremos aprendido a detectar lo que necesitamos, mediante la intervención de alguna figura significativa que puede cubrir esa necesidad. Si esto no ha ocurrido de manera consistente en nuestra infancia, cuando somos adultos no hemos desarrollado correctamente esta habilidad y generalmente las personas con la inseguridad excesiva en sí mismos no son capaces de ser conscientes de lo que realmente necesitan, especialmente a un nivel emocional.

Falta de claridad emocional

Con relación al problema anterior, en el que la persona que no ha desarrollado un apego seguro desoirá sus necesidades, este tipo de personas tienen también muchas dificultades para entender sus emociones. Es probable que la capacidad para leer y comprender las necesidades de los otros sea muy buena, pero cuando esa mirada ha de dirigirse hacia uno mismo no es capaz de comprender lo que le puede estar ocurriendo emocionalmente. Estas dificultades pueden presentarse de formas diversas; problemas en etiquetar los sentimientos, dificultad en el manejo de las emociones negativas o los eventos estresantes, poca regulación emocional o sensaciones de estar inundado emocionalmente.

Falta de autoconfianza

Esta consecuencia es la más obvia que aparece ante una persona que tiene sentimientos de inseguridad excesiva. Cuando no somos capaces de comprendernos a nosotros mismos y en nuestra infancia hemos recibido frecuentemente mensajes de crítica o exigencia excesiva, aparecen de nuevo estos mensajes. Aunque queramos evitarlos, resuenan, de algún modo, en la edad adulta. Al estar expuestos constantemente a este tipo de mensajes, la confianza en uno mismo es débil y a menudo se hace un cuestionamiento excesivo sobre cualquier actuación.

Una persona que sufre esta serie de problemas de una forma consistente en su vida cotidiana tendrá regularmente momentos de gran sufrimiento y malestar emocional. Es importante diferenciar de alguien un poco indeciso a una persona cuya inseguridad consigo misma sea excesiva y muestre los patrones que hemos comentado aquí. ¿Por qué es tan importante? Porque es posible reconocer y cambiar estos comportamientos que tanto daño hacen, porque aunque se haya aprendido hace mucho, en la infancia, no necesariamente es algo inamovible. Aprender a relacionarnos de otra forma con nosotros mismos y con los otros puede ayudarnos a un mayor disfrute y menos sufrimiento.

Fuente: Psychcentral.com

Escrito por Lara Pacheco Cuevas