El lado oscuro de hacer un doctorado: ¿cómo está la salud mental de los estudiantes de posgrado?

Extraída de www.bilimsol.org
Extraída de www.bilimsol.org

Cuando pensamos en una persona que desea dedicarse a la investigación científica, esta vocación nos causa cierta admiración. Socialmente se les valora de un modo muy positivo, y por supuesto que pensamos en las dificultades que esta carrera debe entrañar y les atribuimos una alta capacidad de esfuerzo y sacrificio.

No cabe duda de que estas cualidades probablemente estén presentes en una persona que decide dedicar su carrera a la ciencia y se sumerge en el mundo académico haciendo un doctorado. Sin embargo, este tipo de carrera profesional presenta una cara que habitualmente ha permanecido oculta y que la actualmente escritora Jennifer Walker detalla en primera persona en su blog.

Los datos

Precisamente, muchos estudiantes de doctorado están tan acostumbrados a la autodisciplina y al trabajo duro que parece existir una tendencia a presentar problemas de salud mental en este grupo. Los estudios al respecto no son demasiados, pero los que hay llaman la atención. Los estudiantes de doctorado en Australia mostraron en 2003 una tasa 4 veces mayor en problemas de salud mental que la población general. En un estudio de 2005 de la Universidad de Berkeley más de la mitad de estos estudiantes dijeron sentirse deprimidos la mayor parte del tiempo y un 10% de ellos había contemplado la idea del suicidio. En 2015, se replicó el estudio de la universidad de Berkeley y encontraron que un 47% de los 790 estudiantes de posgrado puntuaban con valores altos en una escala para medir depresión. Si se estima que en la población general la incidencia de la depresión está entre un 15% y un 20%, resulta alarmante la alta tasa de ésta en los estudiantes de posgrado.

Los testimonios

La autora del artículo anteriormente mencionada es muy clara respecto a cómo se sintió durante la realización de su tesis. “No eran los desafíos intelectuales o la carga de trabajo lo que me hizo caer, sino mi salud mental deteriorándose. Me sentía poco apoyada, aislada y a la deriva en la incertidumbre. Los ataques de pánico se convirtieron en parte de mi día a día, bebía y me cortaba. A veces pensaba que quería morir.” La autora pregunta además a otros estudiantes de doctorado sobre estas sensaciones y encuentra que aparecen en ellos sensaciones bastante negativas, como podría ser la sensación de encontrarse a la deriva, en los casos que el director de tesis se comporta de un modo poco comprometido con el trabajo del alumno.

Cuando se desarrolla un trabajo de alto rendimiento, rodeado de otras personas que también son muy buenas en este campo pueden aparecer pensamientos relacionados con ser un fraude e incompetente, el llamado síndrome del impostor. En otras ocasiones, parece que los sentimientos de depresión podrán ser combatidos simplemente con trabajo duro y antidepresivos, lo que en lleva a un sentimiento de incapacidad que precisamente hace que su ánimo se vea aún más afectado.

A su vez, el ámbito académico es bastante tolerante con los problemas de salud mental, podría serlo incluso tanto que se perciba como que “así es” y no exista la necesidad de cambiarlo y mejorar.

¿Qué puede estar sucediendo?

Parece que habría varios factores involucrados en las altas tasas de deterioro de la salud mental en estos estudiantes. El trabajo realizado en muchas ocasiones se lleva a cabo de una forma muy aislada, sin un grupo de trabajo en el que apoyarse. A esto se suma una elevada incertidumbre ante el futuro. Aunque en nuestro país no se reflejan los datos de salud mental en los estudiantes de doctorado, esto podría estar incluso acrecentado, puesto que la incertidumbre económica en el campo de la investigación es aún mayor.

Por último, tanto el carácter vocacional como la exigencia que este tipo de carrera requieren puede llevar a que los estudiantes limiten su autopercepción exclusivamente a este área de su vida, de forma que olviden en qué otras áreas pueden obtener satisfacción, como la familia, los amigos o los hobbies.

¿Qué hacer?

En primer lugar, es un tema al que probablemente se necesite dar más visibilidad, de modo que un estudiante que comience a sentir este tipo de problemática pudiera enfocarlo como algo común y poner estrategias de resolución mucho antes. Posiblemente sería útil que en las Universidades y laboratorios se tuviera este riesgo en cuenta proporcionando apoyo institucional a estos estudiantes. Por último, es bastante relevante el papel del director de tesis, en un primer lugar, para evitar este sentimiento de estar a la deriva que acreciente otras formas negativas de pensar en los estudiantes, sería importante que mantuvieran un contacto relativamente frecuente. Además, en los casos en los que esto ya se estuviera dando, podrían ser los primeros en detectar los signos de alarma para poner en marcha estrategias de intervención ante un problema de salud mental.

El trabajo científico en muchas ocasiones es una vocación e ilusionante por la persona que lo desea. El conocimiento científico es de gran valor y nos proporciona una vida más fácil, además de mejorar como sociedad. Que en el camino para poder desarrollar la carrera académica aparezcan problemas de salud mental no es fundamental para un alto rendimiento y mucho menos deseable. Nuestros futuros científicos y profesores de educación superior merecen creer que aunque su carrera es larga y requiere un gran esfuerzo, no necesariamente ha de estar plagada de malestar.

Fuentes: qz.com, berkeley.edu, insidehighered.com

Escrito por Lara Pacheco Cuevas

Consejos para mejorar las vacaciones en familia

Cuando planeamos las vacaciones de verano para la familia, generalmente imaginamos que tendremos unos días llenos de tranquilidad y satisfacción, libres de contratiempos y frustraciones. Pero, entonces, ¿por qué cuando las vacaciones acaban y volvemos a nuestras casas muchas personas sienten que sus vacaciones han sido un fracaso y para nada han estado a la altura de sus expectativas? Las vacaciones en familia suelen parecer perfectas cuando las estamos planeando, sin embargo, muchas veces, cuando volvemos a casa sentimos que necesitamos descansar de las vacaciones. De alguna manera, a pesar de nuestros mejores esfuerzos, las tensiones y la aparición de contratiempos contribuyen a que, a veces, queramos no habernos ido siquiera.

Foto extraída de pinklobsterdating.com
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El truco para hacer de unas vacaciones en familia algo satisfactorio, consiste en ajustar expectativas, anticipando y planificando. Aunque no podemos predecir lo que puede ir mal, podemos predecir que algo probablemente lo hará, en el sentido de que en algún momento surgirán tensiones y si lo pensamos bien, todos sabemos que hay temas y momentos críticos, por lo que puede ser recomendable estar preparados para cuando surjan y tomar medidas para resolverlos e incluso evitarlos. A continuación enumeramos varios pasos que ayudarán a minimizar el estrés y las tensiones, dando herramientas para que en esos momentos consigamos no vernos arrastrados por la frustración y experimentar que se han “arruinado” nuestras vacaciones en familia.

1. Hacer una lista de cosas que llevar: Intenta no dejarlo para la noche antes de salir. Con tiempo, elaborad entre todos una lista de cosas que queréis llevar al viaje. Cada uno debe pensar qué le gustaría tener cuando llegue al destino. De esta forma, el tiempo que dediques a realizar la lista, es probable que sea menos que el que gastes preocupándote por si se te olvidó algo esencial.

2. Maletas en familia: Tratad de que todos los miembros de la familia contribuyan a la preparación del equipaje, encargando tareas acordes a la edad de cada uno. Pon música y usa la lista anteriormente realizada. Mientras hacéis las maletas, aprovechad para hablar sobre qué lugares visitar y qué actividades podréis hacer cuando lleguéis a vuestro destino. Negociad sobre qué cosas le gustaría hacer a cada uno. Dejando todo preparado con antelación, al día siguiente se reducirá el estrés y podréis salir con tiempo.

3. Salir de casa con tiempo: Muchas parejas discuten a la hora de salir de casa, lo que hace que las vacaciones comiencen con tensión e irritabilidad, en lugar de con emoción e ilusión. En vez de comenzar las vacaciones estresado y preocupado sobre si llegaré a tiempo al avión o al tren, puede ser mejor idear actividades para pasar el tiempo en el aeropuerto y salir de casa con tiempo de sobra. Es mejor tener tiempo libre en un aeropuerto que pasar el primer día de vacaciones estresado tratando de no perder un avión.

4. Establecer expectativas realistas con relación a tus hijos: Los niños son propensos a pasar de estar tremendamente emocionados por ir a un parque temático, a estar absolutamente enfadados cuando se dan cuenta que se necesita horas de viaje para llegar hasta allí. La mejor manera de evitar este punto conflictivo, es que les anticipemos que las horas de viaje que les esperan por delante son inevitables y tratar de resolver con ellos este conflicto, ayudándoles a encontrar recursos que les mantengan ocupados y distraídos.

5. No saturar la agenda: puede haber muchas cosas que ver o hacer, pero los niños más pequeños pueden sentirse fácilmente abrumados por correr de una actividad a otra. Por lo tanto, no planees demasiadas actividades al día, deja tiempo libre para los adolescentes, para jugar con los más pequeños, para descansar y para hablar sobre qué es lo que más le ha gustado del día a cada uno.

6. No olvides tus propias necesidades: también son vacaciones para los adultos, así que busca ratos para ti y para tu pareja. Ayuda a tus hijos a que aprendan a entretenerse y jugar solos. Si son muy pequeños, aprovecha sus siestas para relajarte, leer o estar con otros adultos.

7. Informar a los niños por la noche de qué se va a hacer al día siguiente: Los niños se sienten mejor cuando están preparados para las cosas, así que intenta repasar con ellos los planes para el día siguiente antes de ir a la cama. También puedes intercalar días más agitados con días más relajados, anticipa actividades que les gustan como compensación a otras menos gratas para ellos.

8. Tener un plan alternativo: Esperamos que haga buen tiempo, entre otras cosas, y que todo salga exactamente como habíamos planeado. Ojalá. Sin embargo, tener un plan alternativo para cuando la cosa se tuerce no sólo será útil si las cosas realmente van mal, sino que también reducirá al mínimo el estrés cuando tu hijo se ponga malo o cuando se ponga a llover.

9. Usa el humor para hacer frente a los contratiempos: Si el vuelo ha sido cancelado y te toca pasar la noche en el aeropuerto, podemos intentar hacer algo que no nos haga sentir tan mal. Una forma de darle un giro a las cosas es jugando a “podría ser mucho peor”, donde cada uno tiene que encontrar maneras totalmente disparatadas y divertidas referentes a cómo podrían empeorar aún más las cosas (por ejemplo, “un apocalipsis zombi invade el aeropuerto”) o jugar a “completa la frase”, algo así como “me encanta dormir en el suelo del aeropuerto porque….‚ Los ronquidos del desconocido de mi lado son mejor que la canción….”. Ponerle humor a las circunstancias frustrantes es una gran manera de dar un modelo a nuestros hijos de afrontamiento positivo y adaptativo con el objetivo de minimizar el impacto de los contratiempos sobre el resto de las vacaciones familiares.

Fuente: psychologytoday.com

Escrito por María Rueda Extremera