Los niños y niñas responden mejor a los contratiempos (suspensos, repetir curso…) en el proceso de aprendizaje cuando creen que la capacidad y la inteligencia son maleables, es decir, cuando piensan que sus capacidades están en crecimiento (mentalidad de crecimiento, growth mindset), en lugar de observarlas como algo fijo (mentalidad fija, fixed mindset).
Cabe esperar que la actitud de los padres hacia la idea de que las capacidades sean predeterminadas o en constante desarrollo, tenga una fuerte relación con la que tienen los niños. Hasta ahora se ha prestado mucha atención sobre cómo reforzar a los niños pero no tanto sobre cómo afrontar el error (es mejor centrarse en su esfuerzo y uso de estrategias en lugar de centrarnos en su capacidad). Sorprendentemente, no parece que exista relación entre el tipo de mentalidad (de crecimiento o fija) de los padres y la de los hijos. Un nuevo estudio publicado en la revista Psychological Science sugiere que esto se debe a que los niños no son capaces de explicar qué tipo de mentalidad tienen sus padres. Sin embargo, las creencias de los niños acerca de su capacidad se asocian con cómo sus padres conciben el error o el fallo.
Kyla Haimovitz y Carol Dweck, psicólogas e investigadoras de la Universidad de Stanford, hicieron una encuesta a 73 padres y a sus hijos y observaron que no había relación entre la mentalidad sobre la capacidad de los padres y las actitudes de los niños con respecto a la misma. Sin embargo, sí encontraron que aquellos padres que veían el fracaso como una oportunidad para aprender tendían a tener hijos con una mentalidad de crecimiento, mientras que los padres para los que el fracaso era algo más negativo y malo para el aprendizaje tendían a tener hijos con una mentalidad fija.
¿Por qué la actitud de los padres hacia el fracaso es aparentemente más importante que su actitud hacia la capacidad? Las autoras explican que tiene que ver con lo que es visible para los niños y niñas. Otros estudios han puesto de manifiesto que los niños no saben si sus padres tienen una mentalidad de crecimiento o mentalidad fija, pero sí son conscientes de las actitudes de sus padres hacia el fracaso. Los niños que piensan que sus padres tienen una actitud negativa hacia el fracaso tienden a ver en sí mismos que la capacidad y la inteligencia son elementos fijos.
Esto puede deberse a que los padres con una actitud negativa hacia el error, responden a los fracasos de sus hijos consolándolos diciéndoles que no importa que no puedan o no sean capaces, fomentando en ellos la creencia de que su capacidad es fija. Los padres con una actitud más positiva hacia el fracaso, por el contrario, tienden a animar a sus hijos a utilizar los errores como una oportunidad para aprender u obtener ayuda adicional, comportamientos que fomentan una mentalidad de crecimiento.
Un último estudio investigó si las actitudes de los padres hacia el fracaso realmente pueden generar cambios en la manera en que responden a los fallos de sus hijos. Más de cien padres completaron un cuestionario online, algunos tenían que responder preguntas diseñadas para provocar en ellos una actitud negativa hacia el fracaso y otros tantos preguntas destinadas a promover una actitud positiva ante el error. A continuación, se les pidió a los padres que imaginaran que sus hijos llegaban a casa con la noticia de que iba a repetir curso y cómo iban a pensar, sentir y actuar. Los padres que habían sido “preparados” con el cuestionario previo para ver el fracaso como perjudicial para el aprendizaje eran más propensos a decir que responderían preocupándose por si su hijo era capaz y consolándolo por su falta de habilidad.
Las autoras explican que sus hallazgos muestran que los padres que creen que el fracaso es una experiencia debilitante hacen que sus hijos crean que no pueden desarrollar su inteligencia; al establecer esta relación entre actitud ante el fracaso y mentalidad fija, se ha avanzado en la comprensión de cómo se construye socialmente la motivación en los niños. Puede que no sea suficiente promover una mentalidad de crecimiento en los padres para transmitirla a sus hijos. Quizá la intervención acertada esté en cambiar las actitudes al respecto del fracaso, concibiéndolo como algo potencialmente beneficioso en el proceso de aprendizaje de los hijos.
Fuente: BPS Research Digest
Escrito por María Rueda