¿Está el trabajo a punto de matarte?

Extraída de webconsultas.com
Extraída de webconsultas.com

Tan contraproducente para nuestra salud es no trabajar o no hacer nada fructífero como trabajar sin descanso y sin tener días de “reseteo”, con el ocio convertido en contenido de película de ciencia ficción (y considerado improductivo e inútil). Algunos lo hacen por trabajos sobre-exigentes, con grandes cantidades de estrés y con listas interminables, otros lo hacen por que confunden el trabajo con identidad, de manera que sacrifican “cómodamente” su salud (física y psicológica), relaciones personales o intereses personales en pos de las expectativas y las presiones sociales y profesionales, apoyando su estima personal y su sentido vital en las metas personales. Estas dos situaciones, con graves consecuencias para la vida de los implicados, reciben el nombre de burn-out y workalcoholismo, respectivamente, y son dos caras de una misma moneda. Y todo queda amplificado exponencialmente por la invasión de las nuevas tecnologías y redes en nuestra cotidianedad, haciendo el más díficil todavía desconectar.

Hablar de burnout es hablar de sobrecarga. La persona que lo sufre experimenta un estrés exacerbado debido a la carga (intensa, permanentemente exigente, con demandas que surgen incesantes y continuas y que exceden a la capacidad de afrontamiento de la persona). Es en estos casos cuando la persona se ve sobrepasada, ya sea por una estructura laboral ineficaz, ya sea por las propias dificultades de la persona en poner límites, delegar funciones o simplificar acciones. En el otro extremo, las personas adictas al trabajo, “eligen” sacrificar su tiempo libre con jornadas mayúsculas de trabajo. Aquí es la persona quién es el motor de esta decisión, ya sea por una posible mejora en su trabajo, ya sea por cumplir las expectativas que la empresa le exige. De cualquiera manera, y en las dos situaciones, la persona ve afectada su salud por algo considerado primordial como el trabajo.

Curioso resulta un estudio en el que relaciona tres de los países con mayores horas de jornada laboral y PIB (producto interior bruto) con los niveles de felicidad de la población. Estos tres países (Estados Unidos, Japón y China) resultaron con niveles de felicidad muy por debajo (Estados Unidos era el único en el TOP 20, en el 18 concretamente), en contextos donde se informaban que la mitad de la población aprovecha el tiempo de sus vacaciones pagadas haciendo trabajo extra (EEUU), con una 20 % de población joven en  riesgo de morir por muerte por exceso de trabajo o “karoshi” (Japón), o con jornadas laborales de  996 (12 horas los 6 días de la semana) (China). Todos ellos dejando claro que la riqueza no era sinónimo de felicidad.

De esta manera se hace necesario en esta sociedad es necesario redefinir los conceptos de felicidad y éxito, puesto que la amenaza de muerte por exceso de trabajo no es suficiente. ¿Qué influye realmente para que las personas nos convirtamos en adictas al trabajo? ¿somos conscientes de que variables laborales y personales están implicadas en esta conducta cronificada y tremendamente perjudicial? Aquí os damos unas pistas

  1. Laborismo. Es un término que surge cuándo no solamente el trabajo cumple la resolución de necesidades básicas, sino cuando pasa a convertirse en el centro de la vida, perdiendo otros muchos aspectos que se consideran primordiales. Definir la línea que separa nuestra realización personal con el exceso de espacio que se le pone al trabajo también es responsabilidad nuestra
  2. Desconexión y aislamiento. Paradójicamente, la tremenda conexión de las redes sociales ha provocado una desconexión de las personas. De este modo, podemos trabajar y al instante estar conectados con un montón de personas, tanto para charlar como para que nos hagan funciones que no podemos hacer por estar ocupados (nos traen la  comida, nos limpian la casa, compramos en tiendas online) pudiendo estar mucho tiempo (días, semanas e incluso meses ) sin tener que interactuar con nuestros amigos, familiares o vecinos, desconectándonos de nuestra propia vida.
  3. La masculinidad tóxica, o “la ley del más fuerte”. en efecto, el género masculino ha sido tradicionalmente educado para no expresar sus emociones, callar el dolor ir enterrar sus traumas, distrayéndose y compensando con largas jornadas con miles de cosas que hacer, con tal de no confrontar y aceptar nuestras emociones. Pasar jornadas maratonianas de trabajo previene la auto compasión y perpetúa este patrón crónico.
  4. Los peligros de confundir el éxito con la valía personal, el conseguir sólo metas materiales y relacionadas con determinados resultados, de manera que la persona se enfoca en conseguir dichas metas sin dar importancia a otras esferas de su vida. Esto es lo que sea denominado como “rol centrado en el trabajo”, cuando la persona es incapaz de definirse más allá del trabajo que realiza.

El escenario que puede provocar todos estos patrones de comportamiento crónicamente perpetuados, provocan un colapso en el sistema endocrino, con niveles exagerados de cortisol en sangre, hipertensión arterial, y toda una serie de síntomas fisiológicos con grandes efectos para nuestra salud. Siendo el karoshi, una posibilidad probable si no se cambia las condiciones laborales tan excesivas .

Una buena manera de ver en qué estado estamos respecto a nuestro nivel de trabajo,  es responder a una serie de preguntas como autobús acción para saber el nivel de estrés:

¿cuanto te pasas el día trabajando sin ver a tu familia?

¿prefieres trabajar que hacer otro tipo de actividades?

¿usas estimulantes para trabajar más horas?

¿tienes dificultades para delegar tareas bien por qué no pueden realizarse correctamente, bien por qué prefieres que seas tú quien quién las realice?

¿haces una gran variedad de tareas en modo multitasking?

¿te pones nervios@ si las cosas salen fuera de lo previsto o si hay alguna situación que no tenías en mente?

¿sabes qué hacer con tu tiempo de ocio, sabes estar sin trabajar?

Una gran mayoría de respuestas sí a estas preguntas, pueden mostrar una alta vinculación con tu trabajo, no deseada y con efectos contraproducentes para ti. Ponerle fin y restringir sus efectos, ya sea con ayuda profesional, realizando actividades de ocio, pasando tiempo con tus seres queridos o haciendo cosas que te gusten, o practicando mindfulness o relajación puede ayudarte alegada con los efectos desagradables de esta gran implicación tuya con el trabajo.

Escrito por David Blanco Castañeda.

Fuente: Psychology Today

Cómo la sobrecarga cognitiva afecta a nuestro cerebro

Extraída de elportaldelhombre.com
Extraída de elportaldelhombre.com

En la sociedad actual en la que vivimos, el consumo de cantidades ingentes de información está a la orden del día. Ya sea por las nuevas tecnologías, por los medios de comunicación, por nuestro rápido ritmo diario o por el constante martilleo de nuestras redes sociales, es fácil sentir un cansancio mental al final de la jornada por la desconexión tan tardía que hacemos de las pantallas (móviles u ordenadores) y que nos hacen sentir un estrés tecnológico desconocido hace sólo dos décadas. Y aunque muchas teorías hablan de los beneficios de un cerebro multitarea, la verdad es que los inconvenientes también se hacen patentes, tanto en la atención, la toma de decisiones o la sensación de estrés.

La Teoría de la Carga Cognitiva nos habla de la capacidad real que tiene nuestro cerebro a la hora de procesar información. La teoría defiende que nuestro cerebro tiene una capacidad limitada para procesar información, y a la vez, que no se ha establecido límite sobre cuánta información podemos procesar simultáneamente. Es decir, el cerebro humano puede procesar muchísima información pero hay que tener en cuenta su propia estructura para facilitar su procesamiento, sino la sobrecarga aparece y la entrada de información se imposibilita. Esta capacidad está íntimamente relacionada con la memoria de trabajo, donde las investigaciones han situado su amplitud en 7 ítems. Este límite está marcado sobre todo para información nueva, cuando la persona no posee aprendizajes previos, siendo exponencialmente mayor si la persona ya posee esquemas previos. Pero no nos engañemos, tanto por la cantidad de información que tenemos acceso como por la inmensa cantidad de canales que tenemos, la sobrecarga es fácil de conseguir y no basta solamente con limitar nuestro uso de redes sociales, correos o de pantallas encendidas.

De este modo, en los casos extremos nuestro cerebro se comporta como un cerebro con estrés crónico con graves consecuencias para el funcionamiento cerebral. En investigaciones recientes, se ha demostrado que experimentar estrés continuado afecta directamente a la efectividad y conectividad de nuestra función cognitiva, ya que se produce un menor número de neuronas (encargadas directamente de la memoria y aprendizaje) y un mayor número de oligodendrocitos (productoras de mielina, sustancia que recubre y aísla la neurona) que aumenta la cantidad de mielina afectando al intercambio de información y al tiempo de transmisión de información. Por otro, también afecta a la forma en la que se conecta diversas estructuras cerebrales. Así, aumenta la conexión entre la amígdala (encargada de la respuesta emocional ante estímulos que constituyen una amenaza) y el hipocampo, aumentando las respuestas de huida, y disminuyendo la conectividad entre hipocampo y corteza prefrontal, que modula la respuesta ante las amenazas. De este modo, cuando se produce una situación desagradable en un cerebro sobrecargado, su cerebro reacciona de una manera defensiva aumentando sus reacciones y costándole más tiempo volver a un estado de calma y tranquilidad por la menor respuesta de su corteza prefrontal.

Por otro, la sociedad nos está malacostumbrando a sobrecargarnos de información para cualquier tipo de decisiones cotidianas y sencillas, haciéndonos menos capaces para ella.  En la Teoría del Choque Futuro, Alvin Toffler habla del estrés y la desorientación que inducimos en los individuos cuando les sometemos a demasiada información en poco tiempo, ya sea por exceso de ésta o por que recibe información de demasiados canales. Estas dificultades se traducen directamente en un mayor tiempo en la toma de decisiones, al verse incapaces de procesar toda la información y entender verdaderamente los problemas a los que se enfrentan realmente. Por tanto, tomar grandes cantidades de información o asumir un perfil multitarea (donde acostumbras al cerebro a no enfocar la atención, sino a dividir la atención en diversas fuentes) sobreestimula el cerebro y lo aboca a una situación de sobre-exigencia donde se siente confundido. Investigaciones acordes a estos hallazgos han hallado que este tipo de perfiles (donde se recibe información de diversas fuentes a la vez) provoca un aumento de cortisol en sangre (la hormona relacionada con el estrés) y de adrenalina (relacionada con respuestas de ataque). De otro modo, la corteza prefrontal es secuestrada por múltiples distractores (Facebook, twitter, Instagram) que impiden el mantenimiento en la tarea y provocan una adicción a la nueva información sin que haya un verdadero procesamiento de ésta. El resultado es una toma de decisiones con una mayor tasa de errores, al tomarlas más por cuestiones inmediatas y por que la información importante se infiltra con lo trivial.

Así, se hace imprescindible adquirir una serie de hábitos que permiten hacer un uso responsable de todos esto canales y organizar la información para no experimentar dicha sobrecarga. Entre ellos:

  1. Desconecta regularmente. Sí, cada vez que hagas una tarea en el ordena descansa cada hora y apaga los datos cuando salgas del trabajo y las redes sociales (como el Whattsapp) a una hora del día (a las diez, por ejemplo) para facilitar una desconexión y reconectarte con tu vida.
  2. Establece límites y filtros. Toda la información no es importante por lo que es mejor bajar aplicaciones que administren tus redes para que tengas acceso a lo relevante, interesante e importante de cada día.
  3. Crea espacios libres de elementos virtuales y en los que haya, que sean claros, organizados y destaquen lo que quieres utilizar.
  4. Evita la parálisis del análisis, donde hay tantos elementos a procesar que sencillamente no se procesan. Cuando te sientas abrumado, deja la tarea un tiempo y ponte con ella horas más tarde. El cerebro conserva las estructuras de la información y se queda con lo más relevante, quitando esa sobrecarga innecesaria.
  5. Averigua lo que necesitas cuando quieres encontrar una solución y sé implacable con tus propios parámetros, sin que recurras a tantos canales y la información innecesaria o no relacionada con el problema déjala para otro momento.
  6. Asume el control. Zambúllete en tus redes sabiendo qué buscas, cuanto tiempo vas a estar o lo que quieres conseguir, estableciéndote limites y cerrando cuando el tiempo que decides pasar toca a su fin.

Los avances tecnológicos son una poderosa herramienta y es importante que los aprovechemos al máximo, sin que ellos nos expriman por el camino.

Escrito por David Blanco Castañeda

Fuentes: Psych Central.

Cómo construir límites sanos

Extraído de www.welldoing.org
Extraído de www.welldoing.org

En la actualidad, el termino asertividad ha cobrado una importancia capital, tanto en las relaciones sociales como en terrenos como más formales como el trabajo. Asertividad no es ni más ni menos que considerar a la misma altura tus derechos y los de los demás. Ni en detrimento, ni tampoco por encima. Supone un esfuerzo porque es un ejercicio de empatía y respeto hacia los derechos del otro, pero también una reivindicación propia, donde los derechos propios se muestran sobre la mesa y se consideran para tomar cualquier tipo de decisión de la vida cotidiana.

En contra de lo que se piensa muchas veces, este tipo de habilidades, como tantas otras, se entrena y se adquieren con la práctica. El objetivo último de las conductas asertivas es defender y mantener nuestros derechos cuando las situaciones son injustas, o bien atentan contra nuestra salud y nuestra estabilidad emocional. Así, uno mismo es el responsable número uno de que se lleven a cabo y quien se encarga de preservarlas en contextos desfavorables (y luego ya contamos con la inestimable ayuda y colaboración de lo demás).

Este planteamiento es, por supuesto, algo teórico, pues hay múltiples razones que pueden llevarnos a no hacer uso de la asertividad. En primer lugar, los actos comunicativos de las personas son resultado de su historia de aprendizaje; a veces es difícil modificar comportamientos automáticos que hemos aprendido y repetido a lo largo de nuestra historia de aprendizaje. Si no somos conscientes de un posible déficit comunicativo o el malestar que nos provoca, no los cambiaremos. Por otro, existe una falsa creencia muy popular en la que reivindicar nuestros derechos siempre implica menospreciar los de los demás. El resultado de dicha creencia es la culpabilidad: surge un sentimiento de menoscabo si lo hacemos y rápidamente nos desdecimos por miedo a las consecuencias, como un posible abandono y/o rechazo de la otra persona o una perdida de la posición que tenemos respecto al otro. También puede ser por unas habilidades comunicativas inadecuadas, donde nos comuniquemos de manera agresiva (bien a la defensiva, bien atacando) porque prevemos una amenaza. Por todo ello, se hace necesario unas consideraciones sencillas cuando queremos establecer límites con personas cercanas

  1. Aclara bien donde están tus propios límites. Cada uno tiene un umbral diferente de soportabilidad, pero si las peticiones o negociaciones de los demás siempre te provocan enfado, tristeza o inquietud en vez de bienestar y satisfacción, puede que no lo estés haciendo bien y tengas que establecer unos límites más marcados. Recuerda que si tú no los defines, los demás tampoco lo harán y muy posiblemente pueden saltárselo ante tu no reacción. Recuerda que los demás no tienen porque tener los tuyos en cuenta siempre.
  2. Define bien las consecuencias de ponerlos o no ponerlos antes de tiempo. En esto de la asertividad no se trata de soltar la reivindicación y esperar que él otro lo entienda y reaccione positivamente a la primera. Seguramente el otro se sorprenda e incluso no entienda tu petición. Recordárselo o insistir en un momento donde esté más receptivo puede ayudarte a que tus derechos sean escuchados. Recuerda que no tienes que dar más explicaciones y hablar de cómo te sientas para que él otro entienda tu acto asertivo y pueda negociar contigo.
  3. Espera violaciones. Cuando ponemos límites por primera vez a personas que no están muy acostumbrados a escucharlos de nuestra persona, las personas tenderán a probarlo e intentar saltárselos para saber si realmente lo decías por decir o bien es un cambio y demuestras con tus actos que lo dices porque lo sientes así.
  4. Sé consistente. Por ello, para ganar la credibilidad del interlocutor y probar que tu límite será un nuevo hábito en la relación, deben utilizarse y no cambiarse aunque las condiciones cambien o el otro tenga reacciones defensivas. Como en la crianza con los hijos, deben ser coherentes y no cambiar de acuerdo a nuestro estado de ánimo. Si se permite violar un límite que tú mismx has marcado, se vuelve a la casilla de salida.
  5. Acostúmbrate a ellos. Marcar el límite no es soltar la bomba y ya está. Una vez se establece, comienza el duro esfuerzo de defenderlos, y por tanto, pedirás consecuencias en las situaciones que los demás decidan saltárselos. Algunos harán un cambio inmediato, otros necesitarán más tiempo: todo es acostumbrarse.
  6. No te enfades con los demás si deciden saltárselos. En las relaciones cercanas, respetar los límites es una cortesía, no una obligación, y eso implica que los demás cometen errores. No es un trabajo comprobar si nuestros amigos, familia y pareja los respetan constantemente, ni que ellos se los salten significan que no nos respetan. Elegir cuáles queremos establecer y con quién será nuestra elección y ver su efectividad se irá viendo sobre la marcha. Lo importante es ir haciendo uso de ellos. Cuando tú quieras, cuándo tú decidas. Algo que yo (y todos) podemos respetar.

Recordad que la definición o la renegociación de los límites es un aspecto significativo de las relaciones que crecen y profundizan, y que lejos de volverse más restrictivas o círculos más pequeños, permiten una mayor tolerancia y libertad dentro de la propia relación.  Nos permiten mayor seguridad porque podemos predecir el comportamiento de cada uno, y entender qué ocurre cuando nos los saltamos, cuando transgredimos su intimidad y su vulnerabilidad. Es ahí cuando realmente conocemos y entendemos a los demás, cuando el respeto se instaura como forma de entender nuestras relaciones.

Escrito por David Blanco Castañeda.

 

Fuentes: Psychology Today, Psych Central, Positive Psychology Program

 

Los 14 ingredientes mágicos de una buena relación sentimental

Extraída de http://edmprod.com/ultimate-melody-guide
Extraída de http://edmprod.com/ultimate-melody-guide

¿Qué hace que de todas las personas que conozcamos algunas se conviertan en nuestras relaciones sentimentales? ¿Porqué unas sí y otras no? ¿Toda persona que conozcamos en una cafetería es una potencial posibilidad de pareja, o bien hay que hacer las veces de detectives para encontrar a una persona compatible?. Son muchas las aproximaciones que han intentado esclarecer la “ciencia de las relaciones”, que casi podríamos decir que es una cuestión de interés universal. Acercándonos particularmente a lo que recoge la psicología, encontramos un exhaustivo estudio (Finkett et al, 2017) que extrae los catorce factores que hacen funcionar a toda relación sentimental. Revisando una gran cantidad de artículos sobre el tema, los autores confeccionan su teoría prestando atención a los elementos que permiten comprender su inicio, desarrollo, mantenimiento y posterior disolución (si llega a haberla, claro). Los autores llegan a un total de catorce componentes esenciales, que reducen a cuatro considerando todas las etapas de una relación. De esta manera, podemos hablar de:

¿Qué componentes hacen una relación sentimental?

  1. Unicidad: en efecto, para que los integrantes de la pareja puedan considerarla como tal, deben de comportarse de una manera diferente, única y especial con el otro miembro. De igual manera que no nos comportamos de la misma forma con todas las personas, el tratamiento a la pareja es diferencial e implica una intimidad entre los implicados.
  2. Integración: Según la pareja va evolucionando, sufrimos cambios y vamos integrando cada vez más al otro en la propia definición de nosotros mismos. Aunque esto puede resultar un problema, con lo que se recomienda unos límites entre cada una de las dos identidades, respetando cada una de ellas y el espacio individual.
  3. Trayectoria: los investigadores también hablan de una serie de etapas en toda pareja, que si bien son dinámicas e idiosincrásicas de cada unión, si parece haber una similitud en ellas cuando hablamos de pareja. Están de acuerdo también en que toda etapa tiene que ser lo suficientemente buena para justificar su existencia y proyección en el futuro.

¿Cómo funcionan las relaciones?

  1. Mediante una evaluación. Se reconoce una evaluación personal de cada una de las partes; algunos autores hablan de evaluar la relación en términos de si ofrecen aspectos positivos o negativos para nosotros; otros muchos autores insisten en una evaluación más triangular, donde los integrantes se preguntan si la intimidad, el compromiso y la pasión van bien.
  2. Mediante la capacidad de respuesta. Si la pareja es sensible a tus sentimientos y necesidades y reacciona de manera positiva ante los mismos, a la vez que tu respondes de la misma manera, la unión tenderá a ser más satisfactoria y permanecer junta en el futuro.
  3. La capacidad de resolución de conflictos. ¿Cómo tú y tu pareja resolvéis los conflictos de pareja? En la medida en que las resoluciones sean constructivas (promueven la supervivencia de la pareja) y no destructiva, la pareja tenderá a mantenerse.
  4. Deseos por mantenerse. Una relación de pareja implica pensar en un camino a largo plazo, donde ambas partes desean continuar pese a lo que pueda pasar. Si se trabaja de manera constante para que se mantenga vivo lo que hace funcionar la pareja, las expectativas de éxito de la misma mejorarán.

¿Qué traes a la pareja?

  1. Tendencias. Cada uno viene con una historia y un aprendizaje de todo ello. A veces la familia de nuestra pareja ha sido despegada; a veces sobreprotectora. Muchos patrones aprendidos tenderán a aparecer en pareja y serán sus integrantes los que tendrán que decidir si cambiarlos, aceptarlos o echarlos fuera. En la negociación y la comprensión la pareja decidirá su pervivencia.
  2. Metas y objetivos personales. Cada uno de los miembros de la pareja tienen una serie de objetivos personales que no tienen porque cambiar una vez conforman una pareja. Si la pareja se adapta y asume los retos del otro como propios, sin causarle especial interferencia y siendo más un apoyo más que un obstáculo, más se tenderá  a la cohesión y la convivencia armónica.
  3. Normas. Sí, en efecto. Todo el mundo tiene una serie de normas de relación y de cómo han de ser las cosas. Y es en la vida en pareja donde se vuelcan y donde las personas han de aprender a adaptarse a las de la pareja, más con la idea de negociar que de establecer unas más correctas que otras. La flexibilidad es la gran clave en este sentido.

¿Cómo afecta el contexto y las circunstancias a la pareja?

  1. Puntos críticos. La vida en pareja permite ver a la pareja en una multitud de situaciones y ver las cualidades o los defectos de la persona tal cual. Cómo se resuelvan las diferentes situaciones críticas de la pareja (el matrimonio, cambio de residencia, hijos, retome de estudios, despido, depresión) predecirá el mantenimiento o la ruptura de la pareja en el futuro.
  2. La existencia de alternativas. ¿Pueden aparecer personas que nos parezcan atractivas en algún momento de nuestra vida aparte de nuestra pareja? ¿Puede que se nos ofrezca un trabajo prometedor y que rivaliza con lo acordado con nuestra pareja? Todo dependerá de cómo se manejen nuestras preferencias y si la pareja está en todas ellas, la pareja tenderá a mantenerse o desaparecer.
  3. Estrés. En toda pareja aparecen circunstancias que supondrán una puesta a prueba de sus recursos y la manera en que lidian y experimentan el estrés. ¿Qué podéis juntos con todo lo que se os eche encima? ¡Enhorabuena!. Es un signo de pareja saludable.
  4. Cultura y familia. Oh, ¿hemos llegado a uno de los temas más polémicos? ¿Realmente pensabas que bastaba con las visitas navideñas para mantener a raya a la familia de tu pareja? La familia, la relación que se tenga con ella y cómo las expresiones culturales sean importantes en la identidad de cada uno, más tendrá que lidiarse con este aspecto y más tendrá la otra parte de la pareja que aprender sobre este aspecto del otro. 

Si bien todos estos factores son importantes, es en la combinación e interacción conjunta de cada uno lo que determinará si nuestra relación es satisfactoria, se desarrolla con éxito y se predeciría su futuro. Prestar atención a cada uno de ellos permitirá limar flecos y ayudarnos en la complicada y estimulante vida en pareja.

Escrito por David Blanco Castañeda.

Fuentes:

  • Psychology today.
  • Finkel, E. J., Simpson, J. A., & Eastwick, P. W. (2017). The Psychology of Close Relationships: Fourteen Core Principles. Annual Review of Psychology, 68(1), 383-411. doi:10.1146/annurev-psych-010416-044038

¿Qué nos hace más susceptibles a sufrir estrés laboral?

Extraída de http://www.infogenericos.com.ar
Extraída de http://www.infogenericos.com.ar

Qué el estrés no es tan malo como lo pintan parece algo que va interiorizándose en la sociedad actual. Unos niveles moderados de ansiedad permiten una mayor concentración en lo que estamos haciendo, un mayor uso de nuestra capacidad creativa (pudiendo vislumbrar más alternativas a la hora de enfocar un problema) y aumenta nuestra efectividad y productividad. Es decir, el estrés es un mecanismo activador y de alerta en momentos donde necesitamos echar mano de nuestros recursos. Y muy útil en nuestro entorno laboral, porque nos permite ponernos las pilas cuando la situación lo requiereEl problema está cuando, a pesar de poner todo nuestro empeño, sentimos que no podemos hacer frente a las demandas de la tarea, ya sea porque las tareas que nos han encomendado son demasiadas o muy difíciles, o bien no nos sentimos lo suficientemente capaces para realizarlas. Si esto se mantiene a niveles excesivos durante bastante tiempo, nos empezamos a sentir quemados, y nuestro rendimiento decaerá drásticamente, con efectos importantes en nuestra salud y nuestro equilibrio emocional.

Mucho se ha escrito sobre ambientes altamente tóxicos y exigentes que provocan un rápido desgaste en los trabajadores. También, que hay determinadas variables psicológicas que predisponen para sentir estrés laboral, y que hacen que sus efectos nos afectan de manera considerable. Tal vez sea hora de hacer un breve repaso. Teniéndolas en cuenta, además de los efectos, puede ayudarnos a poner límites a nuestro trabajo en su justo momento y no cuando ya es demasiado tarde

1. Perdida de sentido a lo que hacemos. Las razones que nos llevan a un trabajo son muchas; desde una necesidad económica hasta la implicación máxima con un proyecto. Sin embargo, cuando estamos quemados o sentimos el burnout, perdemos el interés general de nuestro trabajo porque lo vemos poco acorde a nuestros valores y nuestras metas personales. Ya no nos fijamos en aquellas cosas que lo hacían atractivo y nos despertaban el ánimo; nos fijamos en los problemas y estamos focalizados en ellos. Reconectar con nuestras metas y nuestro trabajo hace que nos sintamos comprometidos y amortigua y mucho los efectos del estrés.

2. Ser rumiativos, auto-obsesivos y terriblemente exigentes con nosotros mismos. Sí, tenemos un jefe tirano y que se muestra implacable con nuestros errores pero no ayuda que nosotros interioricemos su discurso y seamos incluso más destructivos que sus peores palabras, no permitiéndonos ningún error y reduciendo nuestro propio trabajo a la nada cuando nos hagan un feedback negativo de él. A veces, nosotros somos nuestro peor enemigo. Aprender a perdonarnos, a tratarnos con amor y calor en esos días tan malos y practicar la auto-indulgencia permite comprendernos y valorar lo importante en un entorno estresante: nuestro propio reconocimiento del esfuerzo y el valor por sacarlo adelante.

3.Practicar la impaciencia: vivir a contrarreloj. Ser impaciente nos hace vivir en un permanente estado de abrume y agotamiento psicológico. Nos hace tendentes a asumir varias tareas simultáneamente, y elegir hacerlas todas (y perfectas) en momentos donde no podemos hacerlo todo, sino decidir y priorizar unas pocas. Por el contrario, la paciencia no se ha descrito como la ausencia de acción sino ser capaz de elegir el momento adecuado para cada cosa. Esperar y saber dejar algunas cosas para otro momento más adecuado y focalizarnos en una sola, la necesaria en ese momento, permite asumir que todo no se puede hacer pero sí saber que lo necesario puede hacerse y admitir que lo demás siga su curso.

4.Aislarnos. Uno de las mayores variables de auto-cuidado es reservar todas las semanas un tiempo para nuestro círculo íntimo y de disfrute. Permitirnos desconectar en una fiesta o desahogarnos con un buen/a amig@ nos ayuda a liberar carga negativa. Por otro, recordad que también es importante no rodearnos de gente altamente estresada (la conversación giraría en torno al estrés, justo lo que queremos evitar) sino plantearnos qué eventos y personas nos regalan una verdadera desconexión y elegirlos.

5. Hacer predicciones pesimistas. Estar convencidos de que la situación no va a cambiar y sólo puede empeorar está relacionada con el agotamiento físico y mental, con la falta percibida de recursos y un aumento significativo de la ansiedad, depresión, enfermedades gastrointestinales, trastornos del sueño y dolores musculares. En efecto, lo que creemos acerca de nuestro entorno afecta directamente a nuestra salud y a nuestro bienestar, independientemente de lo que ocurre en realidad. Por tanto, aparte de plantearnos salir del contexto estresante un tiempo para recuperar la energía, se trabajaría para la creación de un pensamiento optimista y constructivo; más centrado en las opciones, soluciones y en el fortalecimiento de la capacidad propia. Es decir, en el tratamiento se intentaría empoderarnos y reafirmarnos por encima de los síntomas y el contexto contraproducente.

La mejor manera de poder salir indemnes de una situación de burnout ocurre cuando afrontamos nuestro entorno y cambiamos comportamientos propios. Así, estaremos seguros que nuestra recuperación dependerá de nosotros mismos, valorando nuestro esfuerzo, permitiendo situaciones y estableciendo límites en otras, con una actitud flexible hacia nuestros errores y enriqueciendo nuestra vida fuera del trabajo, con especial atención en nuestro ocio y las personas que nos rodean.

Escrito por David Blanco Castañeda.

Fuentes: Psychology Today, Diario El País, LinkedIN.

Qué hacer para que el juicio de los demás no te afecte

Foto extraída de gracielavida.wordpress.com
Foto extraída de gracielavida.wordpress.com

Todos, en alguna medida, necesitamos de la aprobación de los demás en algún momento de nuestras vidas. Recibirla nos da una seguridad y un reconocimiento de nuestros propios logros que repercute positivamente en nuestra confianza y nuestro autoconcepto, aumentando muchas de nuestras conductas porque entendemos que tienen consecuencias positivas para los demás y sobre todo, para nosotros mismos. Sin embargo, esto puede convertirse en un problema cuando esta aprobación se convierte en un motor tan importante que antepones el valor que dan los demás a tus acciones por encima de tu propia valoración personal...haciéndote tremendamente dependiente de las opiniones de los demás e inhibiendo cualquier iniciativa que supones que no recibirá dicha aceptación. Puede provocar un estado de bloqueo tal que la persona puede sentirse realmente angustiada al no poder dilucidar el efecto de su conducta en los demás, dejando de lado sus intereses por acomodarse a los de los demás.

El temor al juicio o desaprobación de los demás nace de un deseo excesivo por ser queridos por todos en todo momento. Se relaciona con una dificultad importante para valorarse a sí mismos, determinar su propia identidad y defender sus derechos propios. Están en constante conflicto consigo mismos; por un lado, sus deseos no están permitidos y el hecho incluso de planteárselos lo viven con una gran culpabilidad; por otro, sienten una gran vergüenza por su conflicto interior y dan la imagen a los demás de que “todo está bien”, cuando ni es cierto y el sufrimiento que están sintiendo es enorme.

De esta manera, se hace primordial adoptar una posición realista y asumir que no podemos gustar a todos. Podemos elegir reivindicar nuestro propio derecho a ser diferentes y optar por no luchar por normas externas e inalcanzables que no dicen nada acerca de nuestra felicidad. En este punto, se hace importante considerar formas distintas para que el juicio de los demás no nos afecte:

  1. El juicio del otro dice más del otro que de ti mismo. Cuando uno emite un juicio, está diciendo más sobre cómo él percibe la realidad que algo sobre ti mismo. Que te digan, “eres un desastre”, está diciendo que lo que has hecho a él no le gusta, pero nada acerca de las otras muchas cosas que has hecho y que él no ha visto.
  2. Nada dura para siempre. Nuestro cerebro tiene una capacidad limitada y la mejor forma de cambiar la opinión de los demás sobre ti es la interacción con los demás. Las personas tendemos a hacernos construcciones de cómo son los otros en base a lo que compartimos con ellas y lo que nos despiertan. Un comentario no resume toda una tarde contigo y lo que tú sí que puedes hacer para pasar una tarde disfrutable entre vosotros.
  3. Los juicios son inevitables. Todas las personas estamos haciéndonos juicios constantemente de lo que hacen o dejan de hacer los demás. En realidad, poco importa lo que tú hagas, el juicio siempre es susceptible de ser activado, nada de lo que tú hagas evita que no se produzca. No puedes controlar lo que los demás piensan de ti, pero sí puedes hacer y decir cosas para pasarlo bien juntos. Busca la empatía y la compasión del otro; la mejor forma de apartar los juicios es que la persona se ponga en tu piel.
  4. Déjales juzgar y exponte a tus miedos. Si lo van a hacer igual, pregúntate que te lleva a no mostrar lo que quieres mostrar y muéstralo de todas formas. Tus relaciones ganarán en confianza y profundidad y te ayudarán en abrirte en situaciones íntimas donde importa tanto el espacio emocional de cada uno como la conexión que se establece entre los dos.
  5. Estate atent@ a tus propios juicios. Observa el lenguaje que utilizas para denominar el comportamiento de los demás. Aunque el juicio es inevitable, abstente de juzgar algo como bueno o malo, y cambia esas categorías por si esto es “sano” o “insano” para mí. Así, podrás apartar aquello que es malo para ti y dejarle de prestar tanta atención innecesaria.
  6. Busca tu autenticidad. Volver a fijarte en ti supone aceptarte por lo que eres, permitirte en tus imperfecciones, cuidándote en lo necesites y disfrutando de los demás por lo que nos ofrecen. Y también, ser lo suficientemente autónomos para seguir nuestras propias metas y hacer (y decir) lo que efectivamente siente.

Así, podrás libertarte de la atadura de los demás y ser un poquito cada día más tú mismo.

Escrito por David Blanco Castañeda

Fuentes: Psychology Today, El País Semanal, Rincón de la Psicología, La Mente es Maravillosa, Psych Central.

 

4 pasos para criar niños narcisistas y violentos

Aunque es algo de lo que se habla poco, lamentablemente algunos hijos e hijas agreden físicamente a sus padres. Un nuevo estudio realizado por investigadores de las universidades de Deusto y Ohio señala que hay cuatro elementos que estarían en la base de la educación recibida por estos niños que se convierten en adolescentes violentos y narcisistas. Los investigadores llegan a estas conclusiones a partir de entrevistas realizadas a 591 adolescentes de 20 centros escolares diferentes y a sus padres.

 

Foto extraída de Emaze.com
Foto extraída de Emaze.com

Estos cuatro elementos serían:

– La exposición a la violencia
– Falta de afecto
– Falta de comunicación positiva
– Una educación permisiva
Los autores explican que, en ocasiones, los adolescentes agreden a sus padres porque los propios padres han sido violentos con sus hijos o entre ellos mismos. A través de la exposición a la violencia familiar, los niños aprenden un modelo violento de respuesta. Otras veces, es la falta de comunicación cariñosa y positiva entre los padres y sus hijos, la falta de tiempo de calidad que se dedica a los niños, o el estilo de crianza permisivo que no establece límites.
Uno de los objetivos del estudio fue analizar la relación entre el narcisismo y la violencia. Los autores observaron que en algunos casos la presencia de ese rasgo, ya que se trata de adolescentes que sienten que deben tener todo lo que quieren, aquí y ahora. No aceptan un no como respuesta. Cuando sus padres tratan de establecer límites, éstos reaccionan agresivamente. El estudio encontró que las relaciones distantes entre el padre y el niño estaban vinculadas al narcisismo. Algunos padres verbalizan que sus hijos se ven a sí mismos por encima de todo. Cuando se les recrimina, responden con agresividad verbal e incluso física y creen estar en posesión de la razón.

Además, la exposición a la violencia estaba vinculada a la agresión dirigida a los padres.
En este sentido, los autores señalan que si los padres no educan a sus hijos con un sentido de la responsabilidad y el respeto, es fácil para los niños desarrollar problemas de comportamiento. Si los padres fueron violentos cuando estos niños eran pequeños, aumenta el riesgo de comportamiento agresivo en éstos. Pero el comportamiento mostrado por padres y madres no es el único elemento. El temperamento de los niños es otro componente importante, y algunos niños y niñas son más impulsivos y aprenden el comportamiento violento con más facilidad.

En palabras de los propios autores, esta investigación arroja luz sobre el creciente problema social de la agresión de hijos a padres. En este estudio, los niños más agresivos fueron aquellos que sufrieron violencia por parte sus padres o vieron a sus padres siendo agresivos entre ellos. La transmisión intergeneracional de la violencia dentro de la familia es un problema serio que debe ser analizado y tratado en profundidad. Además, los esquemas negativos parecían tener un papel relevante en estas agresiones de los hijos a los padres; aquellos adolescentes que atacaban a sus propios padres a menudo tenían rasgos narcisistas. En este sentido, uno de los elementos más relevantes del estudio fue que la falta de calor paternal puede ser un factor que contribuye a esquemas negativos que aumentan el riesgo de agresión del hijo al padre.

Fuente: PsyBlog

Escrito por María Rueda

ResearchBlogging.org

Calvete E, Orue I, Gamez-Guadix M, & Bushman BJ (2015). Predictors of child-to-parent aggression: A 3-year longitudinal study. Developmental psychology, 51 (5), 663-76 PMID: 25822895

Pautas para educar mejor a los niñ@s con TDAH (y a todos los demás)

Tratar con un niño con TDA-H puede ser muy difícil. Estos niños muestran conductas a veces difíciles de manejar que requieren límites y normas concretas. A veces, es muy frustrante y requiere grandes dosis de paciencia. Los niños con TDA-H necesitan disciplina muy firme y coherente con el fin de permitirles aprender nuevos comportamientos. Aquí os facilitamos breves consejos que como podréis ver son extrapolables al cuidado y educación de cualquier niño, algo que hace pensar sobre la naturaleza de algunos trastornos mentales.

psicoglobalia.com

Asegúrese de que tiene un conjunto de reglas y expectativas claras y consistentes. Los niños con TDA-H no se darán cuenta de las sutilezas de las cosas que necesitan saber. Comunica exactamente lo que esperas, sé conciso y claro. Escribe una lista de reglas en términos sencillos y cuélgala en la nevera.

Los niños con TDA-H buscan la atención del adulto, ya sea ésta buena o mala. Así que asegúrate de prestarles atención a los  buenos comportamientos. Elogia y refuerza lo que hacen bien. Por ejemplo, puedes poner en marcha un sistema de fichas con el que pueden obtener puntos por llevar a cabo determinados comportamientos correctamente y así finalmente obtener un premio. Intenta ser razonable y coherente con la concesión y la eliminación de puntos.

Mantén la calma. Usa un tono firme de voz suave, no grites y trata de no perder el control. Utiliza el menor número de palabras posible al dar instrucciones. Cuanta más información innecesaria demos, menos van a recordar.

Deporte y actividades extraescolares. Tener actividades donde poder descargar la energía y divertirse mejora algunas de las dificultades a las que se enfrentan los niños con problemas de hiperactividad. Una buena combinación puede ser un deporte 3-4 días a la semana y los días restantes anímale a mantenerse activos yendo a jugar al parque, montando en el columpio o en la bicicleta…

No pases por alto ni obvies el mal comportamiento porque el niño tiene TDA-H. Los niños con TDA-H necesitan más disciplina que los niños promedio, no menos. Si pasamos por alto el comportamiento, éste puede intensificarse. Los niños con TDA-H son impulsivos y no tienen en consideración las consecuencias de sus acciones. Es muy importante que les enseñemos estas consecuencias y que interioricen una serie de autoinstrucciones que les ayuden a anticipar.

Recuerda que los niños con TDA-H no son conscientes de que han hecho algo malo; necesitan de los adultos para ayudarles a ver esto. Es difícil para ellos ver más allá de las consecuencias inmediatas de su acción, pueden golpear a otro niño sin pensar en el daño producido. Necesitan que los adultos les recuerden las consecuencias. Adviérteles qué posibles consecuencias tendrán sus actos. Al carecer de fronteras interiores, dependen de los adultos para proporcionar límites externos más consistentes. A menudo pondrán a prueba los límites para asegurarse de que éstos son firmes.

Dale alternativas. No te limites en señalar el mal comportamiento, ayúdales a ver la alternativa, lo que deberían estar haciendo.

El tiempo de fuera puede ser el castigo más eficaz para un niño con TDA-H. Se puede aplicar de inmediato para ayudarles a ver la conexión con sus acciones. Privarles momentáneamente de la situación en la que se están desbordando puede ser muy eficaz. Esto no significa que los enviemos a su habitación, ya que la mayoría se distraerá con sus juguetes y olvidarán que han sido castigados y porqué.

Y lo que es más importante, asegúrate de que el niño sepa que le quieres y aceptas tal y como es, que le quieres incondicionalmente, pues el amor nunca es moneda de cambio.

Fuente: wikihow.com

Escrito por María Rueda Extremera