Recuerdos de infancia que influyen en tu parentalidad

Tal vez cuando miras atrás y recuerdas tu infancia lo haces con ternura, o tal vez no es precisamente ternura lo que sientes. Independientemente de si los recuerdos son positivos o negativos, tu infancia vive en la forma en que eres padre o madre. Habitualmente en consulta, los padres de los niños y niñas aluden a su propia infancia y cómo ésta ha repercutido en su estilo de crianza. Hablan de remordimientos, admiración o de cómo se comprometieron a mejorar algunas cosas con respecto a sus propios padres.

Foto extraída de pinterest.com
Foto extraída de pinterest.com

Cuando hablamos de cómo somos como padres o madres, usualmente aparecen temas que tienen que ver con nuestras experiencias infantiles, las cuales podrían estar influyendo en nuestro estilo de crianza. A continuación describimos algunas de las temáticas que frecuentemente aparecen a la hora de relacionar nuestra infancia con cómo queremos ser o somos como padres y madres.

Les daré a mis hijos aquello que yo no tuve.

Puede que cuando eras niño tu familia pasara por dificultades económicas y sentiste que había una clara diferencia entre tu ropa y la de otros niños, que no podías ir de excursión o campamento porque tus padres no podían permitírselo. Por esta vivencia puedes contemplar que ahora que vas a ser padre o madre tienes muy claro que no vas a permitir que tus hijos experimenten eso que tú sentiste.

O tal vez tus padres estaban a otra cosa. Te tocó valerte por ti mismo sin una guía. Como padre o madre te has jurado a ti mismo que vas a estar siempre para tu hijo o tu hija.

Independientemente de lo que no tenías, tu forma de criar se ve impulsada por estos vacíos o carencias en la infancia, que llevan a asegurarte de que tus hijos tengan aquello que tú no tuviste, aunque a veces pueda ser en exceso.

Nunca haré esto con mis hijos.

Parece que algunos de los recuerdos están muy patentes y ahora que eres padre o madre te cuestionas algunas de las decisiones que tus padres tomaron sobre tu educación. Tanto, que te parece todo un horror. Bueno, tus padres se criaron en una época diferente y tal vez su estilo de crianza no es el que quieres para tus hijos. Entonces puede que la educación consista en lo que no quieres hacer con tus hijos. En este caso puede ser incluso que tratemos de compensar en exceso para asegurarnos de que no queda ni rastro del estilo que nuestros padres tuvieron con nosotros.

Si era suficientemente bueno para mí, lo es para ellos.

A diferencia de los puntos anteriores, en este caso consiste en virar al otro extremo y abrazar todas las dificultades que encontraste en la infancia. Tal vez las cosas no eran de color de rosa, pero ahora piensas que eres producto de aquello que viviste; el sufrimiento y la lucha te permitió apreciar lo que tenías. Opinas que las reglas hiper-estrictas y la férrea y dura disciplina fue lo que hizo que crecieras sin torcerte.

Como padre o madre puede que te esfuerces por emular el mismo estilo de crianza con tus hijos. Incluso puede que éste sea una fuente de discusión con tu pareja, pues él o ella no entienden porqué es necesario proceder así, como si la casa fuera un cuartel. Puede que pienses que cuando eras niño no lo entendías, pero que ahora por fin sí te das cuenta de qué es lo que tus padres estaban tratando de enseñarte, y lo admiras.

¡Socorro, estoy hablando como mi madre!

Se trata de un claro ejemplo de “loro de repetición”, o simplemente que un niño se empapa de aquello que ve y oye en la infancia. Parece que esos recuerdos se quedaron ahí escondidos durante años y pummm! Es como si de repente te hubieras convertido en tu madre o tu padre; pensaba que nunca llegaría a decir algunas cosas y están saliendo por mi boca; cosas que prometí no hacer, están ocurriendo, como si no pudiera pararlas a tiempo.

Se trata de respuestas automáticas; tomar conciencia y generar la intención consciente para cambiarlos. Elegir qué quieres decir y hacer realmente. Requiere tiempo y algún que otro tropiezo.

Mis hijos lograrán aquello que yo no pude.

Puede que tus padres no te apoyaran en tus sueños, o tal vez sí lo hicieron pero por algún motivo tú no pudiste alcanzarlos y parece que sientes que perdiste tu oportunidad. Fuera como fuese, puede que aunque haya pasado mucho tiempo no has podido dejarlo ir.

Si atisbas en tu hijo o hija ese don que se te hace tan familiar, tú te embriagas de emoción, pues así, delante de tus ojos aparece una nueva oportunidad, pues piensas que tu hijo puede llegar muy lejos. Y te dices a ti mismo, “yo fallé, pero no dejaré que ellos lo hagan”. Puede que esté bien recapacitar por un momento y pensar de quién son esos sueños, puede que tu hijo/a tenga los suyos propios.

Me ocurrieron cosas malas y nunca dejaré que le pasen a mis hijos.

Desgraciadamente puede que hayas sufrido un trauma en tu infancia, experiencias horribles que ningún niño/a debe vivir. Puede que este trauma haya tenido un impacto duradero en tu vida adulta.

Puede que decidas hacer todo lo posible para asegurarte de que nada de eso le sucede a tu hijo/a. A lo mejor decides protegerle de cualquier persona que se acerque y le agarras fuerte junto a ti para poder controlar constantemente cualquier posible amenaza. En este caso parece que la crianza estará basada y guiada por el miedo.

No tiene porqué ser una profecía autocumplida: Nuestra infancia puede afectar a nuestro estilo parental, pero no tiene porqué seguir siendo de esta manera. La conciencia es la clave. Saber cómo tu pasado influye en cómo crías a tus hijos es la mitad del camino. Aferrarse a aquello a lo que te gusta y hacer un esfuerzo consciente para dejar de lado lo que no. No eres tu infancia, puedes elegir qué escoger, qué hacer y cómo hacerlo.

Fuente: PsychCentral

Escrito por María Rueda

 

Pautas para educar mejor a los niñ@s con TDAH (y a todos los demás)

Tratar con un niño con TDA-H puede ser muy difícil. Estos niños muestran conductas a veces difíciles de manejar que requieren límites y normas concretas. A veces, es muy frustrante y requiere grandes dosis de paciencia. Los niños con TDA-H necesitan disciplina muy firme y coherente con el fin de permitirles aprender nuevos comportamientos. Aquí os facilitamos breves consejos que como podréis ver son extrapolables al cuidado y educación de cualquier niño, algo que hace pensar sobre la naturaleza de algunos trastornos mentales.

psicoglobalia.com

Asegúrese de que tiene un conjunto de reglas y expectativas claras y consistentes. Los niños con TDA-H no se darán cuenta de las sutilezas de las cosas que necesitan saber. Comunica exactamente lo que esperas, sé conciso y claro. Escribe una lista de reglas en términos sencillos y cuélgala en la nevera.

Los niños con TDA-H buscan la atención del adulto, ya sea ésta buena o mala. Así que asegúrate de prestarles atención a los  buenos comportamientos. Elogia y refuerza lo que hacen bien. Por ejemplo, puedes poner en marcha un sistema de fichas con el que pueden obtener puntos por llevar a cabo determinados comportamientos correctamente y así finalmente obtener un premio. Intenta ser razonable y coherente con la concesión y la eliminación de puntos.

Mantén la calma. Usa un tono firme de voz suave, no grites y trata de no perder el control. Utiliza el menor número de palabras posible al dar instrucciones. Cuanta más información innecesaria demos, menos van a recordar.

Deporte y actividades extraescolares. Tener actividades donde poder descargar la energía y divertirse mejora algunas de las dificultades a las que se enfrentan los niños con problemas de hiperactividad. Una buena combinación puede ser un deporte 3-4 días a la semana y los días restantes anímale a mantenerse activos yendo a jugar al parque, montando en el columpio o en la bicicleta…

No pases por alto ni obvies el mal comportamiento porque el niño tiene TDA-H. Los niños con TDA-H necesitan más disciplina que los niños promedio, no menos. Si pasamos por alto el comportamiento, éste puede intensificarse. Los niños con TDA-H son impulsivos y no tienen en consideración las consecuencias de sus acciones. Es muy importante que les enseñemos estas consecuencias y que interioricen una serie de autoinstrucciones que les ayuden a anticipar.

Recuerda que los niños con TDA-H no son conscientes de que han hecho algo malo; necesitan de los adultos para ayudarles a ver esto. Es difícil para ellos ver más allá de las consecuencias inmediatas de su acción, pueden golpear a otro niño sin pensar en el daño producido. Necesitan que los adultos les recuerden las consecuencias. Adviérteles qué posibles consecuencias tendrán sus actos. Al carecer de fronteras interiores, dependen de los adultos para proporcionar límites externos más consistentes. A menudo pondrán a prueba los límites para asegurarse de que éstos son firmes.

Dale alternativas. No te limites en señalar el mal comportamiento, ayúdales a ver la alternativa, lo que deberían estar haciendo.

El tiempo de fuera puede ser el castigo más eficaz para un niño con TDA-H. Se puede aplicar de inmediato para ayudarles a ver la conexión con sus acciones. Privarles momentáneamente de la situación en la que se están desbordando puede ser muy eficaz. Esto no significa que los enviemos a su habitación, ya que la mayoría se distraerá con sus juguetes y olvidarán que han sido castigados y porqué.

Y lo que es más importante, asegúrate de que el niño sepa que le quieres y aceptas tal y como es, que le quieres incondicionalmente, pues el amor nunca es moneda de cambio.

Fuente: wikihow.com

Escrito por María Rueda Extremera

 

¡Atención! Autoestima en construcción

Desde hace ya algunas décadas nuestro concepto de la paternidad y maternidad ha cambiado sustancialmente, ya no sólo nos movemos en términos nurturistas, es decir, nos importa algo más que si el “niño no me come”. En los últimos 30 años han llovido millones de consejos sobre la educación, especialmente sobre la construcción de la autoestima de los niños y niñas. La autoestima es la valoración que hacemos sobre nosotros mismos, reflejando el concepto que tenemos sobre nuestra capacidad y efectividad para hacer las cosas, la confianza en nosotros mismos y la percepción sobre nuestra valía como persona.

La manera más intuitiva para padres, madre y maestros/as para construir la autoestima de los niños es a través del elogio. Parece natural que si un niño hace bien una tarea,  al alabarle aumentará su autoestima. Pero las investigaciones de estos últimos años sobre la relación entre los elogios y la autoestima no muestran conclusiones tan intuitivas como esta creencia. De este modo el estudio de Claudia Mueller y Carol Dweck ha demostrado que el tipo de elogio que los adultos dan a los niños influye en las creencias de los niños en aspectos relevantes para su aprendizaje.

Según esta autora, algunas alabanzas refuerzan la creencia de que un niño tiene ciertos rasgos o talentos («Eres tan bueno en matemáticas…” o «Eres muy inteligente»). Este tipo de elogio puede llevar a los niños a creer que las habilidades fundamentales están arraigadas en un talento innato. Cuando los niños creen que tienen un talento especial, y se encuentran con dificultades en ese terreno en el que eran buenos, ellos reaccionan como si hubieran tocado el techo de su talento, lo que les hace propensos a darse por vencido. En cambio, Mueller y Dweck argumentan que los elogios deben centrarse en el esfuerzo (» Has trabajado mucho en eso»), lo que les enseña que están desarrollando sus habilidades. Los niños que creen que están adquiriendo las habilidades reaccionan a la dificultad esforzándose más en lugar de tirar la toalla.

En un estudio publicado el mes pasado, Brummelman y su equipo exploraron la influencia del  elogio exagerado en los niños con diferentes niveles de autoestima («Es un dibujo increíblemente bonito», en contraposición a uno menos extremo «Es un dibujo bonito «) y extrajeron conclusiones muy interesantes. Observaron que los adultos tratan de compensar la baja autoestima de los niños dirigiéndoles elogios exagerados. Esto no sería un problema si no fuera porque, según los autores del estudio, este tipo de alabanza excesiva puede llevar a los niños con baja autoestima a evitar asumir nuevos retos, debido a su preocupación de que no van a ser capaces de cumplir con las altas expectativas de los adultos. Sin embargo, en el caso de los niños con alta autoestima el tipo de elogio no pareció tener efecto en la actuación de los niños.

Entonces, ¿qué podemos hacer? En última instancia, la autoestima es un concepto demasiado amplio para proporcionar una buena guía para ayudar a los niños a desarrollarse como estudiantes y aprendices. No obstante, es importante centrarse en enseñar a los niños el valor de su esfuerzo en el proceso aprendizaje y hacerles protagonistas activos de sus propios logros. No olvidemos que aprender es una necesidad muy humana y que los pequeños éxitos cotidianos son los que nos hacen sentir capaces. El refuerzo es muy importante en el desarrollo, elogia y subraya esas pequeñas cosas que hacen a diario y que les hace grandes, a lo mejor así no encontraremos dos grupos de niños, los de la alta y baja autoestima.

ResearchBlogging.org Mueller CM, & Dweck CS (1998). Praise for intelligence can undermine children’s motivation and performance. Journal of personality and social psychology, 75 (1), 33-52 PMID: 9686450

Brummelman E, Thomaes S, Orobio de Castro B, Overbeek G, & Bushman BJ (2014). «That’s Not Just Beautiful–That’s Incredibly Beautiful!»: The Adverse Impact of Inflated Praise on Children With Low Self-Esteem. Psychological science, 25 (3), 728-35 PMID: 24434235

Fuentes: Psychology Today, BPS Research Digest

Escrito por María Rueda Extremera

Crecer manejando la ansiedad (I)

La ansiedad es un síntoma muy frecuente que seguramente todos nosotros hemos experimentado o lo haremos en algún momento de nuestra vida. Los niños y adolescentes tampoco están exentos de enfrentarse a esas sensaciones tan desagradables en momentos puntuales, lo cual no significa la presencia de un trastorno. ¿Cómo puedes ayudar a tus hijos a reducir la ansiedad y el estrés? Aquí te damos algunos consejos que iremos ampliando en un siguiente post:

Anímalos a enfrentar sus miedos. Cuando una situación nos produce miedo tendemos a evitarla. Evitar este tipo de situaciones hace que la ansiedad se mantenga. En cambio, si ayudamos a que el niño se enfrente a sus temores, aprenderá que la ansiedad se reduce naturalmente por sí sola con el tiempo.

Transmíteles que está bien ser imperfecto. En ocasiones creemos que es necesario que nuestros hijos tengan un gran éxito en los deporte, el colegio y demás actividades que realizan. Pero algunas veces olvidamos que los niños necesitan ser niños, y transmitimos que deben ser los mejores, olvidando que lo importante es disfrutar de aprender. Esto no quiere decir que no les inculquemos el valor del esfuerzo, sino que debemos animar a nuestros hijos a que trabajen duro y a la vez acepten, y aceptar nosotros sus propios errores y dificultades.

Céntrate en lo positivo. Frecuentemente los niños que sufren ansiedad y estrés pueden perderse en pensamientos negativos y ser muy autocríticos, viendo el vaso medio vacío en lugar de medio lleno y preocupándose en exceso por el futuro. Cuanto más te centres en los atributos buenos de tu hijo y los aspectos positivos de una situación, más le ayudaremos a ser positivo.

Planifica actividades relajantes. Los niños necesitan tiempo para relajarse y ser niños. Por desgracia, a veces incluso actividades divertidas, como los deportes, pueden llegar a estar más enfocadas en el éxito que en la diversión. En cambio, es importante asegurarse de que tu hijo juega para pasarlo bien. Puedes introducir momentos de ocio, en los que jugar con el único objetivo de pasar un rato agradable y divertido.

A lo largo de la vida todos nos vamos a encontrar con dificultades que nos generarán ansiedad, facilitarle a tu hijo o hija herramientas útiles para manejarla es una pieza más de ese puzle tan complejo y bonito que es educar.

Fuente: Psychology Today

Escrito por: María Rueda Extremera

Papá, mamá, ¿y eso por qué? Cómo los niños aprenden el pensamiento científico de sus padres

¿Vemos el mundo con ojos científicos? ¿Influye cómo interpretamos el mundo en la forma de pensar de nuestros hijos/as?

Investigadores de la Universidad de California han recogido datos preliminares que indican que la postura o enfoque que los padres y madres hacen respecto a diferentes temas modelan la forma en que los niños/as explican y conciben el mundo. En este sentido han observado cómo los niños adquieren los “hábitos de pensamiento” científico de sus padres. 

Megan Luce y sus colegas grabaron a 35 niños y niñas de entre 4 y 8 años con sus respectivos padres y madres mientras leían un libro diseñado para fomentar la discusión sobre temas científicos, sociales y morales (entre los cuales se incluían el calentamiento global, las diferencias de género, el debate sobre si Plutón es un planeta, y si robar es una conducta correcta).

Los comentarios que hacían los padres sobre estos temas fueron categorizados como “dogmático”, uno de los argumentos o postura se afirma dogmáticamente como un hecho; «relativista», postura donde la vista de cada parte es igual de válida; o «analítico», un enfoque científico que integra la evidencia para decidir sobre una cuestión.

Además de estos temas, el libro también contenía páginas que hablaban de los gérmenes, la existencia de los ángeles, y la extinción de los mamuts. Aquí los científicos pusieron su atención en las expresiones de los niños, y en particular si mencionaban la evidencia (por ejemplo, «Sé que los gérmenes son reales porque puedo verlos bajo el microscopio») o solicitaba pruebas de realidad (por ejemplo, «¿Cómo sabes cómo murieron los mamuts? «).

Los científicos observaron que los hijos/as de aquellos padres y madres cuya postura era “analítica” empleaban en mayor medida evidencias que el resto de niños. La principal conclusión es que una postura analítica por parte de los padres estaba fuertemente relacionada con el uso que los niños hacen de la evidencia como argumento. Los investigadores insisten en que éste es un estudio preliminar, pero que abre camino en la investigación sobre la conversación de los padres con los sus hijos como posible mecanismo para el desarrollo de “hábitos mentales” en los niños, ya que los niños que están familiarizados con los “hábitos de pensamiento» que se centran en las pruebas o justificaciones para ‘saber cómo’, se resisten a aprender información nueva que no está respaldada por la evidencia.

 

Fuente: Research Digest

Escrito por María Rueda Extremera