Desde hace ya algunas décadas nuestro concepto de la paternidad y maternidad ha cambiado sustancialmente, ya no sólo nos movemos en términos nurturistas, es decir, nos importa algo más que si el “niño no me come”. En los últimos 30 años han llovido millones de consejos sobre la educación, especialmente sobre la construcción de la autoestima de los niños y niñas. La autoestima es la valoración que hacemos sobre nosotros mismos, reflejando el concepto que tenemos sobre nuestra capacidad y efectividad para hacer las cosas, la confianza en nosotros mismos y la percepción sobre nuestra valía como persona.
La manera más intuitiva para padres, madre y maestros/as para construir la autoestima de los niños es a través del elogio. Parece natural que si un niño hace bien una tarea, al alabarle aumentará su autoestima. Pero las investigaciones de estos últimos años sobre la relación entre los elogios y la autoestima no muestran conclusiones tan intuitivas como esta creencia. De este modo el estudio de Claudia Mueller y Carol Dweck ha demostrado que el tipo de elogio que los adultos dan a los niños influye en las creencias de los niños en aspectos relevantes para su aprendizaje.
Según esta autora, algunas alabanzas refuerzan la creencia de que un niño tiene ciertos rasgos o talentos («Eres tan bueno en matemáticas…” o «Eres muy inteligente»). Este tipo de elogio puede llevar a los niños a creer que las habilidades fundamentales están arraigadas en un talento innato. Cuando los niños creen que tienen un talento especial, y se encuentran con dificultades en ese terreno en el que eran buenos, ellos reaccionan como si hubieran tocado el techo de su talento, lo que les hace propensos a darse por vencido. En cambio, Mueller y Dweck argumentan que los elogios deben centrarse en el esfuerzo (» Has trabajado mucho en eso»), lo que les enseña que están desarrollando sus habilidades. Los niños que creen que están adquiriendo las habilidades reaccionan a la dificultad esforzándose más en lugar de tirar la toalla.
En un estudio publicado el mes pasado, Brummelman y su equipo exploraron la influencia del elogio exagerado en los niños con diferentes niveles de autoestima («Es un dibujo increíblemente bonito», en contraposición a uno menos extremo «Es un dibujo bonito «) y extrajeron conclusiones muy interesantes. Observaron que los adultos tratan de compensar la baja autoestima de los niños dirigiéndoles elogios exagerados. Esto no sería un problema si no fuera porque, según los autores del estudio, este tipo de alabanza excesiva puede llevar a los niños con baja autoestima a evitar asumir nuevos retos, debido a su preocupación de que no van a ser capaces de cumplir con las altas expectativas de los adultos. Sin embargo, en el caso de los niños con alta autoestima el tipo de elogio no pareció tener efecto en la actuación de los niños.
Entonces, ¿qué podemos hacer? En última instancia, la autoestima es un concepto demasiado amplio para proporcionar una buena guía para ayudar a los niños a desarrollarse como estudiantes y aprendices. No obstante, es importante centrarse en enseñar a los niños el valor de su esfuerzo en el proceso aprendizaje y hacerles protagonistas activos de sus propios logros. No olvidemos que aprender es una necesidad muy humana y que los pequeños éxitos cotidianos son los que nos hacen sentir capaces. El refuerzo es muy importante en el desarrollo, elogia y subraya esas pequeñas cosas que hacen a diario y que les hace grandes, a lo mejor así no encontraremos dos grupos de niños, los de la alta y baja autoestima.
Mueller CM, & Dweck CS (1998). Praise for intelligence can undermine children’s motivation and performance. Journal of personality and social psychology, 75 (1), 33-52 PMID: 9686450
Brummelman E, Thomaes S, Orobio de Castro B, Overbeek G, & Bushman BJ (2014). «That’s Not Just Beautiful–That’s Incredibly Beautiful!»: The Adverse Impact of Inflated Praise on Children With Low Self-Esteem. Psychological science, 25 (3), 728-35 PMID: 24434235
Fuentes: Psychology Today, BPS Research Digest
Escrito por María Rueda Extremera