¿Qué le pasa a nuestro cerebro cuando rompemos con alguien?

Extraída de www.winnetnews.com
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Romper una relación es algo muy difícil. A pesar de que en el momento de hacerlo lo tengamos claro, que hayamos hecho un proceso de duelo anticipado para procesar lo que vamos a hacer, o bien seamos la parte dejada y nos toca aceptar la decisión de nuestra (ahora) ex-pareja; dejarlo implica sentir toda una serie de emociones dolorosas y desagradables que nuestro cerebro se va a encargar de producir. No es que quiera que volvamos, no te engañes. Pero el cerebro no quiere sentir dolor. Y en ese momento, nuestra expareja parece ser el bálsamo a ese bombardeo emocional (hormonal, ahora te explicaremos por qué). Por esto, la importancia de quereros y cuidarnos mucho.

Efectivamente, en la ruptura se van a poner en marcha toda una serie de hormonas que es mejor entender primero para luego comprender qué pasa. El cortisol es una hormona implicada en las respuestas de estrés. Cuánta más hay, más estresados estaremos. La dopamina está relacionada con las respuestas del placer, con las adicciones,  con el deseo y la activación fisiológica. Si hay niveles muy bajos, el organismo intentará conseguirla de cualquier modo (nuestra expareja, por ejemplo). La norepinefrina se asocia a la búsqueda de nuevos estímulos, nos hace altamente excitables con niveles bajos. Y por último la serotonina, la hormona de la felicidad y que regula nuestro estado de ánimo, que obviamente en una ruptura los niveles óptimos se descalabran.

¿Qué pasa en una ruptura? En los primeros días de una ruptura, el cortisol se dispara y lo que nos regula (la serotonina) disminuye considerablemente, por lo que los niveles de dopamina y norepinefrina se desestabilizan y alcanzan niveles demasiado altos. El organismo se vuelve loco para recuperar aquello que ha perdido. No importa que los últimos meses hayan sido muy malos y que haya mucho dolor detrás. El cerebro nos devuelve a nuestros primeros meses (de una forma un tanto obsesiva) y parece que sólo pensamos en nuestr@ ex. El “infierno” está servido.

  1. Frustración. Partes cerebrales como el núcleo caudado (encargada de las acciones a un objetivo, la memoria, el sueño y las emociones) se activan con ayuda de la dopamina y la noripinefrina para conseguir placer y tranquilidad, pero cuando no lo consiguen pasa todo lo contrario. No podemos dormir. No dejamos de recordar a nuestr@ ex. Cogemos el móvil y mandamos mensajes a discreción. No nos importa regularnos. Escribir cartas de despedida a ti mismo o escribir un diario emocional, cuidar el sueño y la alimentación, o intentar un poco de ejercicio y tareas atractivas podría ayudarnos en estos primeros momentos.
  2. Sentimos pánico. Si hay demasiado cortisol y norepinefrina, el organismo está excesivamente activado y alerta para conseguir un objetivo. Al cabo de unos días, estamos agotados por el poco descanso y la sobreactivación. En este momento, es bueno reconectar con nuestro entorno. Meditación, cuidar nuestro ambiente (con olores, sabores-platos ricos, sonidos – música) o salir a dar paseos y hacer algo de ejercicio puede calmar esa activación y descansar.
  3. Ira. La caída de serotonina puede llevarnos a obsesionarnos, a buscar culpables (celos), a reprocharnos por lo que hicimos. Nos volvemos agresivos y nos volvemos jueces y verdugos de nosotros mismos. Mantener una distancia física (y virtual, quitándole de nuestros contactos) de nuestro ex podría ayudarnos, pero también hacer actividades agradables y tranquilas con amigos y familiares. Buscar la luz, salir fuera de nuestra habitación o apagar el móvil serían otras medidas.
  4. Desesperación. Con las rupturas sentimentales sentimos dolor real, sí. Este intenso malestar nos desestabiliza enormemente, y la tristeza puede apoderarse de nosotros y empeorar la situación. La manifestación es distinta respecto a los sexos; si bien las mujeres tienden a aislarse y llorar, en el caso de los hombres puede llevarles al consumo de sustancias y/o sensaciones para evitar (escapar) de las situación (por la bajada de opiáceos endógenos, y la activación de los sistemas de búsqueda de placer). En esta etapa, es importante permitirse expresar los sentimientos y no inhibirlos ni taparlos. Quedar con amig@s para hablar -y contenernos, pedir mucho cariño a nuestros seres queridos, abrazos, planes tranquilos, y buscar seguridad en personas, situaciones y actividades podrían ser otra pieza clave.
  5. La aceptación. La homeostasis, la vuelta al equilibrio (sin nuestra expareja) puede tardar, pero se consigue. Las investigaciones datan la superación de esta situación entre los tres meses y los años, sin que la duración sea realmente un indicador de gravedad. Cada un@ necesita su ritmo y es bueno respetarlo y respetarse. Que nuestros niveles hormonales vuelvan a niveles óptimos depende de lo bien que experimentemos que no necesitamos a la otra persona para sentir cariño, conseguir nuestras metas o plantearnos nuevos objetivos. Es algo que nuestro cuerpo tarda a sentir (ya lo pensaba antes, pero no podía creerlo) por que la espiral hormonal no nos dejaba procesar lo que nos pasaba. Requiere tiempo, espacio, y grandes dosis de auto-cuidado y amor propio y de los demás. Y se consigue, de verdad.

Escrito por David Blanco Castañeda

Fuentes: psychologytoday.com, gizmodo.com, huffingtonpost.es,everydayfeminism.com

5 ingredientes fundamentales para construir una relación gratificante

Extraída de https://clipartfest.com
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Lejos de los ideales que nos venden las películas o los medios de comunicación, tener una relación satisfactoria y que se mantenga a lo largo de los años tiene mucho más de trabajo y continua construcción de lo que pensamos. En efecto, tendemos a considerar o confundir el amor perfecto con los primeros estadios de una relación, cuando la idealización, la atracción o las ganas irrefrenables de ver a la otra persona están a la orden del día. Pero, ¿es eso exactamente eso lo que podríamos llamar verdadero amor?

Los investigadores se pusieron manos a la obra y se estableció 3 componentes básicos del amor según el triángulo de amor de Sternberg que predecían en buena medida el éxito de la relación. En primer lugar, la pasión es un estado de intensa búsqueda del otro y ganas de unión, donde prevalece la atracción física, la excitación fisiológica y las ganas de compartir afectos y situaciones. La intimidad estaría relacionada con la conexión emocional y la creación de un vínculo de seguridad que favorece las autorrevelaciones y la cercanía. El compromiso tendría que ver con la parte más racional de toda relación; donde se hace un balance de los costes y los beneficios y se continua la relación a pesar de los costes que pudiera tener por el valor que se le confiere a la relación y a la otra persona. Un último componente se ha añadido a los tres tradicionales y se considera una doble variante de la pasión. De este modo, “la pasión romántica”, se referiría a la atribución que haríamos de la atracción física y que estaría muy mediatizado por nuestros propios ideales de pareja y del amor romántico.

Pero no todos parecen darse al mismo tiempo. De hecho,  la investigación posterior ha querido comprobar la evolución de los distintos componentes. En ellos, parece clara una primera fase de enamoramiento en la que conviven las dos vertientes de la pasión y que se considera necesaria para la formalización de la relación y el surgimiento de los distintos componentes. Esta fase se considera corta y donde es fácil idealizar al otro y la relación. Una segunda fase de amor pasional, donde  a los dos componentes mencionados se le añade una intensa intimidad (sentimientos de cercanía y compartir con la otra persona) y un compromiso creciente, donde aumenta una necesidad mayor de tener proyectos comunes compartidos. Una última fase en la que la relación desemboca en un amor compañero, donde los pilares básicos de la relación resultan ser la intimidad y el compromiso; unos niveles moderados de pasión romántica y niveles algo más bajos de pasión erótica, pero no tan bajos como podría considerarse.

Y es en este punto donde la relación podría estabilizarse, o bien pasar a un amor amigo (sin componentes de pasión) o darse la ruptura de la relación. Que no lo haga, depende mucho de lo que hagamos cada día con nuestra pareja. Aquí os dejamos 5 consejos que os pueden ayudar a mantener cada componente en esas cantidades lo suficientemente activas como para que la relación siga disfrutando de buenos tiempos.

Menos castigo y más refuerzo. En efecto, las parejas infelices no tienden a recompensar a sus compañeros ni son amorosos con ellos. Se apresuran a criticarse, interrumpirse, estableciendo un círculo constante de castigo impidiendo contactos positivos. Crear una atmósfera donde se premia más a la pareja, demostrando que le  aprobamos, reforzando cada conducta amorosa y buscando un contacto físico positivo (un abrazo, cogerse de la mano) favorece que la pareja se sienta más unida y ambas partes se busquen constantemente.

(De)mostrar gratitud. A pesar de los conflictos que pueda haber, valorar los esfuerzos de la pareja porque estemos bien y la relación funcione favorece la reciprocidad e incrementa que se  recompense espontáneamente a la pareja, desde piropos hasta muestras de cariño.

Más atención al otro. En tiempos donde las redes sociales y los teléfonos móviles comen tiempo para las interacciones en tiempo real,  que estemos atentos a la pareja (tanto en lo que hace dice o hace, como en dedicarle un emoticono o unas frases en los días que estamos liados) hace que la calidad de la relación  aumente y se aprovechen más los momentos que estamos juntos. Dedicarse un tiempo para la relación, que se intente respetar y que se hagan actividades que gusten a los dos incentiva el contacto y aumenta la sensación de la pareja como un espacio de calma, confianza y distendimiento.

Contacto piel con piel. Una de las cosas que distingue nuestra pareja de las otras relaciones es el grado y la profundidad con la que nos mostramos y nos tocamos. Para algunas personas, además, este contacto sólo lo hacen con otras personas más que en pareja. Cuidar el contacto afectivo y hacer que las dos partes de la pareja se toquen más aumenta incluso el atractivo percibido del otro y hace que se posibilite las negociaciones de los conflictos por la cercanía y la implicación que se siente.

Capacidad para el perdón. El rencor descarrila cualquier intento amoroso, de gratitud o de reciprocidad en la pareja. Aprender a perdonar en pareja permite cerrar conflictos que antes parecían irresolubles y avanzar recomponiendo los errores. Intentar resolver siempre los conflictos con un resultados positivo para los dos permite conflictos constructivos y que no los veamos como una situación que signifique una ruptura.

Aunque ninguna fórmula es infalible por sí misma, cuidar estos aspectos permite mantener la satisfacción viva y superar las numerosas crisis que se producen en toda relación amorosa. Por que no se trata de sobrevivir a éstas, sino entender que es un proceso normal de cada relación y la disposición y el momento que esté cada una de las partes. En estos casos, lo importante es lo que opinen los dos.

Escrito por David Blanco Castañeda.

Fuente: Psychcentral, Psychology Today, Huffington Post

Cómo evitar conflictos de lealtades

Extraída de www.norgara.com
Extraída de www.norgara.com

Quién no se ha visto alguna vez influido en contra de un amigo, por tomar partido por su otro amigo, en un conflicto que habían tenido ellos dos?  Y al revés ¿quién no ha hablado mal sobre alguien con un amigo, para poner a este en contra del que se criticaba?

Esto, que sucede a menudo en el ámbito social, es también frecuente en el entorno familiar, sobre todo en casos de divorcio y de familias reestructuradas y tiene unas consecuencias muy graves cuando la coalición sucede entre dos miembros que poseen diferente jerarquía (padre-hijo) contra otro miembro de la misma jerarquía (madre o hermano), porque acaba causando un conflicto de lealtades en el hijo que siente que tiene que elegir entre sus padres o entre un padre y un hermano.

En terapia es muy frecuente encontrarnos con este tipo de situaciones, pero quizá más difícil describirlas con la viveza y claridad con la que lo hace la autora francesa Francoise Sagan en su novela, Buenos días tristeza, premio de la crítica francesa en 1954, en la que describe un verano de la vida de un padre viudo y una hija adolescente, en el momento en que se incluye un nuevo miembro nuevo a la unidad familiar, la futura nueva mujer del padre.

La novela está descrita por la hija, la cual, va narrando escenas en las que se detectan estas situaciones a las que hacemos referencia quedando magistralmente reflejadas. Como ejemplo de ello, la hija, Cecilia empieza a darse cuenta del conflicto velado que existe entre su padre y la nueva pareja, Ana y decide participar en el juego tomando partido por el progenitor. Cecilia se va preocupando por ello y se lo hace saber a su padre, el cual le contesta así: Mi viejo cómplice- ¿Qué haría yo sin ti?, También, en otro momento la hija escribe: Ya no me quieres como antes, me has hecho traición”.

Hay muchísimas publicaciones y estudios sobre estas pautas relacionales denominadas triangulaciones y los efectos que conllevan. Algunos estudios han señalado el efecto que tiene la triangulación y la coalición en el bienestar de los jóvenes, poniendo de relieve que genera baja autoestima, problemas de conducta, depresión y ansiedad (Buchanan & Heiges, 2001; Franck & Buehler, 2007; Gerard, Buehler, Franck & Anderson, 2005). Sin embargo, habría que investigar y desarrollar más estudios para detectar cómo influyen estos estilos relacionales en el desarrollo emocional de los hijos.

Para saber si uno está metido en este tipo de interacciones puede responderse a estas preguntas: Cuando me hablan mal de una persona afectivamente cercana a mí, ¿cómo reacciono? ¿Tomo partido? Y por otra parte ¿Qué hace mi hijo/a si discuto con mi pareja? ¿Hablo con él/ella de mis discusiones de pareja o le pido opinión? ¿Busco apoyo en mi hijo después de haber discutido?

Las claves para tratar de manejarse adecuadamente en este tipo de escenarios, serían, por una parte, saber que no debemos solucionar  los problemas de los demás y que, si alguien tiene un problema con otro, debe solucionarlo él/ella mismo/a y así indicárselo y por otra, hacernos cargo de los problemas que tenemos con los demás, y tratar de resolverlos directamente. De esta manera, podremos evitar estos escenarios y aprender a manejar estos conflictos.

Escrito por Sara Reyero Serret

Referencias:

Haley, J. (1985). Trastornos de la emancipación juvenil y terapia familiar. Buenos Aires: Amorrortu.

Selvini-Palazzoli, M. (1990). Los juegos psicóticos en la familia. Barcelona: Paidós.

Sagan, F. Buenos días tristeza, Tusquets Editores.

Buchanan, C. M., & Heiges, K. L. (2001). When conflict continues after marriage ends: Effects of postdivorce conflict on children. In J. H. Grych and F. D. Fincham (Eds.), Interparental conflicto and child development: Theory, research, and application (pp.337–362). New York: Cambridge University Press.

Franck KL, Buehler C. A family process model of marital hostility, parental depressive affect, and early adolescent problem behavior: The roles of triangulation and parental warmth. Journal of Family Psychology. 2007;21:614–625

Gerard JM, Buehler C, Franck K, Anderson O. In the eyes of the beholder: Cognitive appraisals as mediators of the association between interparental conflict and youth maladjustment. Journal of Family Psychology. 2005;19:376–384

El papel del psicólogo en los tratamientos de infertilidad

Extraída de https://es.fotolia.com
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Las tasas de infertilidad en las parejas españolas ha experimentado un importante aumento en las últimas décadas, debido sobre todo a la edad cada vez más avanzada en la que se toma la decisión de tener hijos. Esto unido a la necesidad de someterse a tratamientos específicos para lograrlo y a sus largos procesos e intervenciones, puede en muchos casos provocar diferentes alteraciones psicológicas. Por este motivo se hace necesaria la presencia del psicólogo en las  Unidades  de Reproducción Humana (URH).

De todo ello se encarga la Psicología de la Reproducción, que aparece como una nueva disciplina de la Psicología de la Salud. Su objetivo no es tratar los posibles problemas asociados a la infertilidad como una psicopatología, pero lo cierto es que  los tratamientos con Técnicas de Reproducción Asistida (TRA) son procesos largos y estresantes que pueden concurrir en alteraciones emocionales, principalmente  ansiedad y  depresión.

Se han realizado múltiples estudios sobre este impacto psicológico tanto en nuestro país como fuera de él, encontrándose en todos los casos evidencias de la importancia del apoyo psicológico a los pacientes que se someten a TRA. Un estudio avalado por el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, Instituto de la mujer (Moreno-Rosset, 2003), con una importante muestra de pacientes que se sometían a tratamientos de infertilidad, ha obtenido interesantes resultados, encontrando cuatro variables que pueden influir de forma importante en el estado psicológico de los miembros de la pareja. Estas variables son:

Tiempo: su influencia es variada, por un lado el aumento de la edad para tener hijos que influye sobre todo en mujeres, al estar expuestas al estrés que supone el momento biológico para poder tener hijos. Por otro lado el tiempo que las parejas llevan intentando tener hijos (1 o 2 años), unido a los tiempos de espera para las citas en las URH y la duración de los diferentes tratamientos a los que se someten, que en la mayoría de los casos fracasan y deben repetirse 4 o 6 veces. Una variable vital que el psicólogo ha de valorar

Información: es importante que las parejas  conozcan los tipos de tratamientos de infertilidad y cuando aplicar uno u otro, las tasas de fracaso, que suelen ser mayor que las de éxitos, y que esta información sea la adecuada en cada caso. El profesional debe centrarse por un lado en que los médicos ofrezcan información clara a los pacientes, y en que las parejas sepan procesar la información recibida preguntando dudas, y decidiendo cuanta información desean recibir en cada momento. Se trata de que el paciente participe en la toma de decisiones del proceso para incrementar su sensación de control.

Apoyo Social: son importantes las figuras que suponen un apoyo emocional para el paciente, personas a las que se les trasmiten los problemas por los que están pasando para poder conseguir un embarazo. En ello, el psicólogo debe trabajar estrategias de afrontamiento activas: ver distintos tipos de apoyo social, procurando que estos no se limiten solo a la pareja, y finalmente mediante técnicas asertivas que permitan responder adecuadamente al entorno socia al que se van a enfrentar durante todo el proceso.

Ajuste emocional: se ha detectado que alrededor del 60% de  las pacientes sometidas a tratamientos de infertilidad muestran problemas del estado de ánimo, y de ellas solo el 3,2% buscan ayuda profesional. En este sentido, se ha comprobado que las parejas que acuden a programas de apoyo psicológico presentan un mayor nivel de satisfacción y mejor ajuste emocional.

Todo lo anterior justifica la idoneidad de realizar en las parejas que se van a someter a tratamientos de infertilidad una evaluación psicológica complementaria a la evaluación y pruebas médicas. De esta forma las que puedan presentar una vulnerabilidad mayor, podrán ser atendidas desde el principio del tratamiento, para prevenir problemas de ansiedad, depresión o trastorno obsesivo compulsivo, ya que son los que suelen presentarse en los pacientes que se encuentran en procesos de infertilidad.

Para todo ello, sería interesante contar con pruebas específicas que permitan evaluar psicológicamente a estos pacientes antes de someterse a los TRH. En este sentido se ha desarrollado en España el Cuestionario de Desajuste Emocional y Recursos Adaptativos en Infertilidad (DERA); (Moreno-Rosset, Antequera y Jenaro, 2008). En un solo instrumento se obtiene información del desajuste emocional de las parejas

Vemos por lo tanto que en las parejas sometidas a TRA influirán en gran medida tanto posibles problemas psicológicos previos que pueda presentar cada miembro de la pareja, como los apoyos sociales, el ajuste entre la propia pareja, y las características de la personalidad de cada uno de sus miembros. Por este motivo se hace necesaria la evaluación previa a un proceso de diagnóstico y tratamiento de infertilidad, que en la mayoría de los casos se alargará durante años, y en el que se presentarán muchas dudas, incertidumbres, ilusiones y expectativas que no se cumplen, sentimientos de agobio ante preguntas de familiares y amigos, que hacen que no todos los pacientes lo vivan de la misma forma ni con las mismas estrategias de afrontamiento.

Por ello, en los diferentes estudios realizados sobre este tema, se puede concluir que resulta muy necesario contar en los equipos sanitarios de los centros y clínicas de reproducción, con la presencia del psicólogo especializado en Psicología de la Reproducción, lo que sin duda mejoraría el bienestar y el equilibrio emocional de las parejas sometidas a TRA, realizando desde el primer momento una evaluación psicológica adecuada y aplicando las intervenciones necesarias en cada caso individual. El  objetivo es complementar  la intervención médica específica aplicada para la infertilidad, con un proceso de evaluación y atención psicológica que mejore el bienestar de la pareja a lo largo de todo el tratamiento.

Escrito por David Ramallo Beltrán.

Fuente: La Psicología de la Reproducción: la necesidad del Psicólogo en las Unidades de Reproducción Humana. (Moreno, C., Antequera, R., Jenaro, C., Gómez, Y.). Clínica y Salud vol. 20 nº 1, 2009.

Atrapados en el Sexo: La Hipersexualidad

Extraída de https://t1.uc.ltmcdn.com
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La sexualidad es algo inherente al ser humano, es una necesidad básica que nos acompaña desde nuestro nacimiento hasta que morimos, y que nos marca profundamente nuestra identidad como personas.

Aparte de la función reproductora, la sexualidad sirve para vivir experiencias placenteras, mostrar emociones y sentimientos, descubrir sensaciones, así como para establecer un vínculo especial y una comunicación intima con otra persona. Es  una necesidad más que hay que cuidar y experimentar de forma plena, tanto en hombres como en mujeres.

Es una revisión bibliográfica especialmente interesante de María Sánchez y colaboradores (2013) sobre la importancia de la satisfacción sexual en ambos sexos, donde revisaron 197 artículos científicos concluyendo que no hay grandes diferencias entre hombres y mujeres cuando hablamos de satisfacción sexual, y como las personas sin problemas de salud tenían indicadores más altos de satisfacción sexual.

Pero, ¿qué es lo que ocurre para que una vida sexual activa y sana se convierta en un problema de adicción?. La hipersexualidad o adicción al sexo, es una adicción más, lo mismo que es la adicción al tabaco, a las drogas, al  alcohol,  o la ludopatía.

La “Hipersexualidad” es un aumento en la frecuencia, intensidad de fantasías, excitación, impulsos y conductas sexuales asociadas con impulsividad, que provocan malestar significativo, deterioro social u ocupacional.

Estas conductas sexuales normalmente se dan en situaciones de alto nivel estrés o como respuesta a estados de ánimo determinados de ansiedad, depresión, aburrimiento o irritabilidad.

Es muy interesante el estudio que realiza  Chiclana. C. (2013) donde veía que la adicción al sexo, en un porcentaje muy alto de los sujetos (75,6%), estaba asociada con otros trastornos como Trastornos Depresivos, Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad, Trastornos de Ansiedad y Trastorno Obsesivo Compulsivo.

La psicóloga Ellen Hendriksen, ha identificado seis indicadores que pueden ayudar a reconocer cuando nos encontramos ante una adicción al sexo. Estos seis signos son:

1. Incongruencia

Se refiere a cómo entra en conflicto la actividad sexual que estás llevando a cabo con la vida diaria. Como te afecta a tu trabajo, a tu familia, a tus amigos, como te aleja de tus objetivos, de tus metas, etc…

2. Falta de control

Este punto sería las ganas de satisfacción inmediata del impulso sexual que hace que se actúe sin pensar y sin tener en consideración las consecuencias futuras.

  1. Compulsión

La compulsión es una conducta que se realiza para aliviar la ansiedad, siendo incapaces de no realizar esas conductas incluso sintiéndose mal al realizarlas. Es decir, haces conductas sexuales no solo para sentirte bien sino para sentirte menos mal. Sientes como que la masturbación o tener sexo es totalmente inevitable, y que el no tenerlo o retrasarlo te hace sentirte irritable, ansioso, enfadado, incluso indefenso o fuera de control.

  1. Dependencia

La experiencia gratificante que se produce con el sexo hace que se convierta en una conducta reforzante y que se busque de forma continua esa sensación, que con el tiempo se llegara a normalizar buscando sensaciones más “fuertes” para lograr la misma satisfacción que lograba antes por lo que aumentara el consumo o aumentara el grado de intensidad sexual de los contenidos. Esto provoca una dependencia progresiva al igual que cualquier otra adicción.

5. Combinación

Se observa una correlación positiva de baja autoestima y baja sensación de felicidad con la adicción al sexo, así como una combinación de la ansiedad y depresión con el deseo sexual, siendo el sexo una vía de escape o de liberación de los esos trastornos de estados de ánimo o de estrés. Este punto estaría en línea con el estudio realizado por Chiclana (2013) que hemos comentado anteriormente.

  1. Relaciones vacías o disfuncionales

Esta hiperactividad sexual en caso de relación de parejas afectara a la actividad sexual, habrá disfunción sexual y la relación puede verse afectada en la vida en pareja, ya que puede ocurrir que se prefiera la actividad sexual en solitario (cibersexo, porno, prostitución, etc) a las relaciones sexuales en pareja con el consiguiente detrimento en la comunicación y en la relación de la pareja.

Este punto lo refuerza la publicación de la Society for the Advancement of Sexual Health (SASH) donde confirma que los últimos estudios apuntan a un incremento en el número de casos de disfunciones sexuales en hombres son debidos posiblemente al uso de pornografia por internet.

Cuando detectamos que alguien de nuestra familia, ya sea, nuestra pareja, hijos, o nosotros mismos, tiene esta patología, no hay que subestimar el problema, no tenemos que olvidar que se trata de una importante adicción que provoca un fuerte malestar y sufrimiento a la persona que lo sufre, aparte de las graves consecuencias que puede acarrear tanto a nivel laboral, personal y familiar.

Es recomendable acudir a Psicólogos Sanitarios y/o Clínicos colegiados que analizaran el caso en profundidad y que decidirán cual es la terapia más adecuada a utilizar para cada caso. La terapia cognitivo-conductual, técnicas de prevención de recaídas o la terapia de pareja se han visto como las más eficaces para abordar su problemática.

En definitiva, el proceso va orientado, principalmente, a que la persona pueda manejar sus impulsos, evitando las recaídas y fomentando la adaptación a una nueva vida.

BIBLIOGRAFIA Y FUENTES

  • C. (2013). Hipersexualidad, trastorno hipersexual y comorbilidad en el Eje I. In Comunicación presentada en: 14º Congreso Virtual de Psiquiatria. com. Interpsiquis.
  • Echeburúa, E. (2012). ¿ Existe realmente la adicción al sexo?. Adicciones, 24(4), 281-286.
  • Manning, J. C. (2006). The impact of internet pornography on marriage and the family: A review of the research. Sexual Addiction & Compulsivity, 13(2-3), 131-165.
  • Society for the Advancement of Sexual Health (SASH) (2016). Unprecedented rates of sexual dysfunctions in young men may be related to internet porn use
  • Del Mar Sánchez-Fuentes, M., Santos-Iglesias, P., & Sierra, J. C. (2014). A systematic review of sexual satisfaction. International Journal of Clinical and Health Psychology, 14(1), 67-75.
  • Hendriksen, E. 6 Signs of Sex Addiction (2016):

 http://www.quickanddirtytips.com/health-fitness/mental-health/6-signs-of-sex-addiction

Escrito por Ángel Luis Guillén Torregrosa

Luz de gas: una forma de maltrato muy sutil

Extraída de https://soyespiritual.com/
Extraída de https://soyespiritual.com/

En 1944 se estrenaba en las pantallas de cine la película, “Luz que agoniza” de George Cukor, que mostraba la progresiva anulación de una mujer a manos de su propio marido, de una manera encubierta y casi imperceptible. El término “Luz de Gas” hace referencia a las lamparillas de gas que el marido dejaba encendidas en la habitación de su casa. Cuando su mujer percibía el resplandor, el marido se cuidaba de negar su existencia y evidenciar una falta de juicio de ella. La mujer se veía envuelta en una situación de confusión total respecto a lo que veía, y acababa por ceder, sin darse crédito alguno.

A partir del éxito de la película, el término comenzó a acuñarse en contextos de maltrato psicológico, donde la persona duda de sus razonamientos, opiniones y hasta la realidad misma de sus actos. El objetivo principal que se persigue es el de desmantelar los síntomas de la víctima, dejándola indefensa y sumisa a merced de un maltratador que considera con una mayor capacidad para dilucidar lo que la está pasando. Se establece una relación de poder, desigual y tremendamente dañina.

A pesar de su peligrosidad, la persona no aprecia todos esto hábitos insanos por el vínculo que mantiene con su maltratador (se produce frecuentemente en relaciones de amistad, sentimentales o entre familiares muy cercanos). Por eso se pasa por alto y suele justificar sus conductas y confundiéndolas con muestras de afecto y protección.

 Entre los síntomas que presentan una persona que sufre “Luz de Gas” están una constante culpabilización por lo que hacen, mientras que la otra persona no asume ninguna responsabilidad. La persona se cuestiona constantemente lo que siente, piensa o dice, y termina por no contárselas a nadie, sintiendo que está perdiendo su cordura. Se opta por un aislamiento y la persona se va alejando de amigos y familiares cercanos. Su capacidad para la toma de decisiones es cada vez menor, y siente una increíble ansiedad cuando tiene que tomar alguna, delegando en su maltratador cualquier tipo de iniciativa.

La dependencia hacia su maltratador, por el contrario, es cada vez mayor. Éste invalida sus percepciones y sus sentimientos constantemente, incluso en situaciones cotidianas, cuestionando su forma racional de pensar y aduciendo a alguna característica que denomina “enferma”, desaconsejando el contacto social e imponiéndose a sí mismo como agente que vela por su salud. De esta manera la dinámica no se rompe y se perpetua mientras que las relaciones más cercanas a la víctima lo desconocen totalmente.

Tendemos a pensar en los perpetradores como villanos o monstruos, incapaces de pensar que la gente que queremos y que nos quiere puede hacer a veces cosas semejantes.  En algunas ocasiones la gente nos quiere, pero nos quiere muy mal, y por eso, a veces es la propia sociedad quien no nos enseña a revelarnos contra estos comportamientos de nuestros seres queridos. En las personas que pueden hacernos Luz de gas subyacen creencias destructivas que piensan que entre las personas pueden establecerse relaciones de posesión y exclusividad, que las percepciones y juicios de los demás pueden cambiarse a voluntad, y no permiten intercambio de opiniones. El desafío de estas reglas se vive como inaceptable, y se intenta erradicar contundentemente. La víctima, por tanto, no puede reivindicarse y cualquier posibilidad provoca grandes enfrentamientos con grandes consecuencias sobre todo para la víctima.

¿Qué puede hacerse cuando se ve esta situación en alguna de nuestras relaciones importantes?. Lo primero es validar y fortalecer la realidad de la víctima. Ni se está volviendo loca, ni todo lo que piensa es imaginación suya. Cada persona tiene derecho a manifestar dudas de lo que dicen sus seres queridos, y no somos malvados por ellos. Es muy recomendable que hablen con terceros seguros y confiables, con los que pueden tener una expresión libre de sentimientos. Lo segundo es que consiga aumentar la conciencia de lo que le está pasando, verbalizando en palabras los actos que se hacen y apelar a una distancia necesaria, para que pueda reivindicarse a sí mism@ y conectar con sus sentimientos y pensamientos. El tercero paso es la recuperación de su poder, pudiendo expresar cambios con su perpetrador y que se vuelva a una situación  entre iguales si se puede, donde se negocia y no se niega la realidad del otro. En casos extremos, se aboga y se ayuda a la ruptura y separación de la relación su perpetrador. El proceso puede ser largo y duro, y puede no producirse al primer intento de dejar la relación, pero se ayuda a la persona en no cejar en su intento y en conseguir el apoyo de los suyos para que pueda salir definitivamente y mejorar en su vida y en la consideración de sí mism@.

Como ya hemos dicho, cada uno tiene el derecho a una relación sana, libre y satisfactoria, donde las personas se quieran bien y la aportación de cada uno sea valorada, respetada y disfrutada.

Escrito por David Blanco Castañeda.

Fuente: Psychology Today, Playground Magazine, Rudy´´´´´ ´  s Multilingual Blog.

 

Qué hacer para que el juicio de los demás no te afecte

Foto extraída de gracielavida.wordpress.com
Foto extraída de gracielavida.wordpress.com

Todos, en alguna medida, necesitamos de la aprobación de los demás en algún momento de nuestras vidas. Recibirla nos da una seguridad y un reconocimiento de nuestros propios logros que repercute positivamente en nuestra confianza y nuestro autoconcepto, aumentando muchas de nuestras conductas porque entendemos que tienen consecuencias positivas para los demás y sobre todo, para nosotros mismos. Sin embargo, esto puede convertirse en un problema cuando esta aprobación se convierte en un motor tan importante que antepones el valor que dan los demás a tus acciones por encima de tu propia valoración personal...haciéndote tremendamente dependiente de las opiniones de los demás e inhibiendo cualquier iniciativa que supones que no recibirá dicha aceptación. Puede provocar un estado de bloqueo tal que la persona puede sentirse realmente angustiada al no poder dilucidar el efecto de su conducta en los demás, dejando de lado sus intereses por acomodarse a los de los demás.

El temor al juicio o desaprobación de los demás nace de un deseo excesivo por ser queridos por todos en todo momento. Se relaciona con una dificultad importante para valorarse a sí mismos, determinar su propia identidad y defender sus derechos propios. Están en constante conflicto consigo mismos; por un lado, sus deseos no están permitidos y el hecho incluso de planteárselos lo viven con una gran culpabilidad; por otro, sienten una gran vergüenza por su conflicto interior y dan la imagen a los demás de que “todo está bien”, cuando ni es cierto y el sufrimiento que están sintiendo es enorme.

De esta manera, se hace primordial adoptar una posición realista y asumir que no podemos gustar a todos. Podemos elegir reivindicar nuestro propio derecho a ser diferentes y optar por no luchar por normas externas e inalcanzables que no dicen nada acerca de nuestra felicidad. En este punto, se hace importante considerar formas distintas para que el juicio de los demás no nos afecte:

  1. El juicio del otro dice más del otro que de ti mismo. Cuando uno emite un juicio, está diciendo más sobre cómo él percibe la realidad que algo sobre ti mismo. Que te digan, “eres un desastre”, está diciendo que lo que has hecho a él no le gusta, pero nada acerca de las otras muchas cosas que has hecho y que él no ha visto.
  2. Nada dura para siempre. Nuestro cerebro tiene una capacidad limitada y la mejor forma de cambiar la opinión de los demás sobre ti es la interacción con los demás. Las personas tendemos a hacernos construcciones de cómo son los otros en base a lo que compartimos con ellas y lo que nos despiertan. Un comentario no resume toda una tarde contigo y lo que tú sí que puedes hacer para pasar una tarde disfrutable entre vosotros.
  3. Los juicios son inevitables. Todas las personas estamos haciéndonos juicios constantemente de lo que hacen o dejan de hacer los demás. En realidad, poco importa lo que tú hagas, el juicio siempre es susceptible de ser activado, nada de lo que tú hagas evita que no se produzca. No puedes controlar lo que los demás piensan de ti, pero sí puedes hacer y decir cosas para pasarlo bien juntos. Busca la empatía y la compasión del otro; la mejor forma de apartar los juicios es que la persona se ponga en tu piel.
  4. Déjales juzgar y exponte a tus miedos. Si lo van a hacer igual, pregúntate que te lleva a no mostrar lo que quieres mostrar y muéstralo de todas formas. Tus relaciones ganarán en confianza y profundidad y te ayudarán en abrirte en situaciones íntimas donde importa tanto el espacio emocional de cada uno como la conexión que se establece entre los dos.
  5. Estate atent@ a tus propios juicios. Observa el lenguaje que utilizas para denominar el comportamiento de los demás. Aunque el juicio es inevitable, abstente de juzgar algo como bueno o malo, y cambia esas categorías por si esto es “sano” o “insano” para mí. Así, podrás apartar aquello que es malo para ti y dejarle de prestar tanta atención innecesaria.
  6. Busca tu autenticidad. Volver a fijarte en ti supone aceptarte por lo que eres, permitirte en tus imperfecciones, cuidándote en lo necesites y disfrutando de los demás por lo que nos ofrecen. Y también, ser lo suficientemente autónomos para seguir nuestras propias metas y hacer (y decir) lo que efectivamente siente.

Así, podrás libertarte de la atadura de los demás y ser un poquito cada día más tú mismo.

Escrito por David Blanco Castañeda

Fuentes: Psychology Today, El País Semanal, Rincón de la Psicología, La Mente es Maravillosa, Psych Central.

 

7 formas de superar la ruptura de tu mejor amig@

Extraída de www.nytimes.com
Extraída de www.nytimes.com

En nuestra sociedad tenemos muchos modelos y estrategias diferentes para superar una ruptura sentimental. Entendemos que el vínculo afectivo que establecemos con una pareja sentimental es profundo y lo que sentimos en la ruptura está universalmente reconocido. Por ello, recibimos toda una serie de reacciones compasivas que buscan la superación de este trance emocional. Pero, ¿y qué pasa cuando lo que vamos a perder es uno de nuestros mejores amigos? A pesar de que puede ser igual de importante, se tiende a una consideración social de “vínculo desechable” e incluso podemos percibir cierta incredulidad de los demás si no aceptamos rápidamente la ruptura.Y lo cierto es que una ruptura con un amigo puede ser muy complicada, entre otras cosas, por la dificultad que entraña en ocasiones no encontrar apoyo por una perdida que no todos pueden considerar como traumática.

En las investigaciones recientes, encontramos una reacción más empática a una perdida cuando en la relación de amistad están implicadas dos mujeres. En efecto, se observa un mayor impacto emocional en las mujeres por su predisposición a la apertura emocional, más que en el caso de los hombres. Si bien tener buena red social está implicado en un mejor alivio del estrés y el malestar en ambos sexos por la liberación positiva de oxitocina, en mujeres se registran mayores conductas maternales y de cuidado por el efecto de dicha hormona.  Del mismo modo, tener amigos se relaciona con la reducción del riesgo de muerte hasta un 60 por cierto, en distintos estudios longitudinales, y ya con mismos efectos en ambos sexos.

De cualquier manera, pensar que las relaciones de amistad son perfectas y se mantienen imperecederas con el paso de los tiempos es una falacia moderna muy extendida. Las relaciones de amistad sufren altos y bajos como cualquier otra relación, debido también a la evolución distinta de las personas individuales que lo forman. Por ello, a veces una ruptura entre amigos se torna inevitable (e incluso necesaria) si el viraje de la relación torna a tintes tóxicos. También si se acumulan tensiones irresolubles, cuya sola presencia aumenta el malestar y se deja de considerar la relación como una prioridad. En todos estos casos, romper la relación o explicitar un descanso puede ser una solución factible. Hacerlo bien y eligiendo cuidadosamente los pasos puede ayudarte a dejar ir y procesar una situación difícil para todos

  1. Asumir tu parte de responsabilidad en el proceso de ruptura. Una ruptura no surge de la nada y viene precedida de una serie de circunstancias analizables y que afectan a ambas partes. Reconocer qué acciones propias (y ajenas) ha contribuido a la situación de distanciamiento ayudan a comprender la situación, aliviar el resentimiento acumulado y permite entender que separarse supone el mejor camino para el crecimiento personal y el aprovechamiento de nuevas oportunidades.
  2. Salir del juego de la culpa. Rumiar todos los malentendidos o acrecentar el resentimiento haciendo un exhaustivo listado de las faltas del otro inhiben la capacidad para avanzar. Todos tenemos unos recursos limitados y reconocer nuestras debilidades propias propicia un aprendizaje continuo y mejora nuestra capacidad para hacer nuevos amigos.
  3. Sentir la pérdida. Permítete estar triste durante un tiempo. Perder a un amigo es una experiencia dolorosa. No es fácil y puedes sentirte solo y triste. Lo importante es encontrar una manera de expresar tus sentimientos. Puedes dejarte ayudar por otras personas, llorar y dejarte cuidar, o bien escribir a esa persona que ya no está. Escribir cartas permite despedirse de la otra persona y decir todas las cosas que se quiso y no se pudo. Aunque sea para ti y en tu más absoluta privacidad.
  4. Haz un alto y celebra tus fortalezas. Las rupturas de amistad a menudo provocan un cóctel de emociones que incluyen una intensa culpabilidad, sentimientos de fracaso y grandes dosis de rechazo…coctel con grandes efectos para la autoestima y el amor propio. Darse cuenta de todo lo conseguido y agradecer los vínculos que uno tiene y ha tenido permite tomar perspectiva y acceder a los recursos beneficiosos que todavía tienes.
  5. Ordena tus pensamientos. ¿Puedes sacar dos lecciones de por qué estáis mejor separados que juntos y mal avenidos?. En vez de abrumarse con lo que se hizo mal, ser conciso y extraer aprendizajes de la situación permite mejorar para una futura ocasión.
  6. Adopta la “Estrategia Sueca”. El termino hace referencia a mantenerse neutral. A veces, romper la amistad no significa que no vayas a ver a la persona más, pues todavía podéis trabajar juntos o compartir amigos conjuntos. Mantener unos límites claros e intentar que los amigos cercanos de los dos no tomen partido ayuda a mantener una convivencia y te permite sentir un mayor autocontrol en la situación. Si necesitas ventilar, acuérdate de desahogarte fuera del grupo de amigos.
  7. Vive mejor tu vida y cuida tu red social. Este tipo de situaciones consumen mucha energía y puede hacernos aislarnos y no querer relacionarnos. Toma la iniciativa y llama a tus amigos familiares. Esta es una etapa que nos deja especialmente tocados, por lo que sentirnos valiosos y recibir cariño de los demás es algo fundamental para superar el trance. Si además dedicas un tiempo para nuevas experiencias, hacer nuevos propósitos…te permitirá tener sensación de avance y reciclar tus malos sentimientos.

Romper una amistad nunca es fácil y cuanto más cercanos nos sintamos a ella más difícil es. Pero a veces romperla es la mejor decisión que hemos podido tomar. Te deja más espacio para otras personas más saludables y más satisfactorias. Y nos recuerda el don de la amistad, “de toda amistad sacamos algo, y si lo hacemos bien, nos permite ser un mejor amigo y tomar mejores decisiones en el futuro”.

Escrito por David Blanco Castañeda.

Fuente: Psychcentral.

¿Hay algo beneficioso en sentirse un auténtico hipócrita?

 

Foto extraída de https://blogs.thegospelcoalition.org/
Foto extraída de https://blogs.thegospelcoalition.org/

¿Alguna vez el comportamiento de alguien te ha sugerido el mensaje, “hazlo que te digo, nunca lo que yo hago”? ¿Qué tipo de reacciones te ha provocado? ¿Qué pasa con el mensaje que te acaban de decir, entonces? ¿Lo sigues a pies juntillas?… Como estáis pensando, la respuesta es NO. Efectivamente, percibir inconsistencias entre lo que uno dice y lo que realmente hace tiene graves consecuencias en el comportamiento de los demás. De repente el mensaje produce rechazo, se devalúa su contenido por falta de credibilidad, incluso si lo que se dice es importante o valioso. Por ello, en nuestras interacciones diarias nos guiamos constantemente por un “sentimiento de autenticidad”, donde lo que oímos de los demás es un reflejo de lo que esperamos que sean. Si descubrimos inconsistencias, el daño es doble: primero, nos sentimos decepcionados con el otro por haber descubierto su inconsistencia; por otro, nos sentimos engañados y defraudados con nosotros mismos por haber caído en el engaño. Nuestro propio “sentimiento de autenticidad” se ha visto quebrantado; su restauración  implica perder la confianza en esa persona; y si el daño es profundo,  no sólo afectará al vínculo con esa persona, sino con situaciones y/o personas  que repitan ese patrón. Además, los comportamientos hipócritas se juzgarán más graves cuando la conducta tenga una intencionalidad clara, percibamos en el otro una actitud de superioridad, se haya producido una contradicción grave, o bien se reincida en el comportamiento.

Con todo, puede ser más fácil detectar las contradicciones de lo demás que las propias.  Las investigaciones demuestran que las personas tendemos a ser reacios a considerar nuestras propias conductas como hipócritas; dándose un fenómeno llamado disonancia cognitiva. Por nuestro sentimiento de autenticidad, las personas tenemos una fuerte necesidad de mantener una coherencia entre nuestras acciones, actitudes y creencias. En situaciones en las que existen una incoherencia manifiesta (un ejemplo muy claro sería el fumador que persiste en fumar aún en riesgo de su salud; siente que su salud es muy importante pero ejecuta acciones no saludables como fumar), la persona entrará en un estado de ansiedad psicológica agudo, donde intentará cambiar su conducta contradictoria o caer en la defensa de sus actitudes (autojustificaciones), aliviando su malestar. Esta tendencia a la autojustificación será tanto mayor cuando no haya causa externa que lo sustente. Y la vergüenza y la culpa serán las emociones que más intensamente sentiremos.

Sin embargo, sentirnos hipócritas y ser conscientes de ello es mucho más positivo de lo que pensamos. En efecto, hay toda una serie de investigaciones recientes que inducen a los propios participantes a sentirse hipócritas y sentir disonancia cognitiva; en ellos se comprueba que cuanto más conscientes somos de nuestras incoherencias, mayor compromiso público tenemos con un cambio en nuestra conducta y mayor confesión a los demás de nuestras propias conductas hipócritas mayor probabilidad hay de generar un cambio y conseguir que  hagamos lo que realmente queramos y pensemos, sin autojustificaciones ni mentiras. Además, se comprueba como variables como tener mayor autoestima o la comunicación de otras personas de sus propias inconsistencias ayudan a las personas a hacer un cambio real.  Estas investigaciones constataban que el éxito de inducir disonancia no estaba en convencer a las personas de sus propias inconsistencias; sino más bien enfatizar los verdaderos valores reales de la persona y generar un compromiso con ellos era lo más efectivo en estos casos. Esto tiene grandes implicaciones para la vida cotidiana o para el trabajo dentro de una sesión de terapia; si queremos un cambio en las personas, resaltar lo que realmente quiere por encima de sus contradicciones y ayudarle a tomar sus propias decisiones asumiendo sus errores será mucho más positivo para generar un cambio que confrontarle todas sus contradicciones. Porque hay una cosa peor que sentirnos hipócritas; que no acusen de ello y que nosotros ni siquiera hayamos llegado a esa conclusión.

Escrito por David Blanco Castañeda.

Fuente: Psychology today, Psychcentral.

Relaciones a distancia, ¿posibilidad o muerte anunciada?

Extraída de www.lovequotesfor.com
Extraída de www.lovequotesfor.com

En los tiempos que corren, la distancia en las relaciones de pareja es una realidad que tienen que sobrellevar miles de parejas cada año. Desde un viaje con beca Erasmus, un destino de tu compañía o la situación de emigrar a otro país para la búsqueda de trabajo sin tu pareja, son muchas las situaciones que pueden alejarte de tu pareja durante un periodo de tiempo determinado. Por otro lado, la convivencia y aplicación de las nuevas tecnologías está dando lugar a una nueva realidad afectiva, en la que muchas personas deciden iniciar una relación sentimental con otras personas a miles de kilómetros de distancia. Si bien son conscientes de sus dificultades, la inmediatez de las nuevas sociales permite un contacto que sería impensable hace unas décadas, planteándose alternativas posibles donde antes eran todo costosas dificultades.

Por ello, no siempre la situación de una separación geográfica viene traducida en una ruptura asegurada, sino que mucha gente se plantea este escenario sabiendo que su unión y vínculo afectivo no tiene por qué verse afectado.

Obviamente, la preparación de este evento es necesaria que se haga conjuntamente, planteándose ventajas y desventajas que deben salvarse. Los problemas hay que tenerlos muy cuenta (celos, capacidad para afrontar las separaciones, número de discusiones), poniéndolos sobre la mesa para saber si pueden manejarse. En la distancia, mejor que prevalezca la practicidad y lo ya hablado. Generalmente, en este tipo de situaciones se suele apelar a un proyecto común (que suele incluir una futura convivencia en mayor o menor medida) y del que es necesario la satisfacción de los proyectos individuales antes de llegar a ese objetivo final. De esta manera, la distancia puede verse como un paso previo (o intermedio) y no como un impedimento real.

Entoncés, ¿cuáles se consideran las principales variables que predicen un éxito y mayor satisfacción a la hora de afrontar una relación a distancia?

  1. Baja tensión psicológica. Efectivamente, las parejas cuyos miembros tienen menor nivel de ansiedad y depresión en el momento de separarse, y menos conflictos tenga la pareja en ese momento, mayor capacidad tendrán de salir airosos de esa situación. Trabajarse los puntos débiles antes de la separación supondría la mejor solución. Y cuidarse bien con momentos agradables y variados cuando se estén separados, la mejor manera de que no aparezca tensión cuando se está a distancia.
  2. Mejor capacidad de comunicación. En la distancia, es muy importante cuidar los momentos de contacto con el otro, atendiendo tanto a la calidad como a la cantidad. No se trata de estar hablándose constantemente; más bien, de regular horarios para contarse y verse, preferiblemente en videoconferencias, donde no se pierda detalle al lenguaje no verbal, que permitirá hacerse una mejor idea de lo que se relata y no dar a lugar a malentendidos. Por otro lado, contarse tanto lo que te sucede cómo lo que te hace sentir permite no perder la intimidad en la pareja.
  3. Distancia.En contra de lo que podría suponerse, las parejas que viven en distintas partes del mundo con respecto a las parejas que se encuentran en zonas próximas, tienden a llevarlo mejor. La razón es sencilla; cuanto más distancia, más conscientes somos de la separación. Se ha visto que en estas situaciones se hacen mayores esfuerzos para preservar la relación estable; desde el contacto frecuente y planificado, hasta la programación de visitas, escapadas o viajes regulares donde las personas proyectamos vernos y recuperar el tiempo separados. Planificar el contacto de calidad y frecuente es la máxima en este caso.
  4. La capacidad de solucionar los problemas. En efecto, la confianza y las estrategias a la hora de manejar los conflictos se antoja básica en una relación a distancia. A miles de kilómetros, perder el tiempo de comunicación en continuas discusiones favorece la distancia psicológica, ante el poco acceso a contacto físico que alivia las tensiones emocionales. Un buen reparto de funciones, una comunicación sincera y honesta de las dificultades y saber bien cómo va a hacer el otro para solucionar el problema, permite rebajar las tensiones y aumentar las comunicaciones eficaces. Se trata de ser un equipo, se esté cerca o no.
  5. Actitud ante la separación. Aunque digamos que la relación a distancia puede ser exitosa, realmente la actitud ante ellas depende de las experiencias que tenga cada uno. Hablar claramente de las dificultades y los miedos que se te plantean en esa situación e intentar resolver los problemas juntos permite derribar creencias y aclarar situaciones para que no sean problemáticas cuando ocurran.
  6. La capacidad de sorprender. Aunque es muy importante programar y planificar los detalles y constantes sorpresas (cartas, regalos, preparar detalles en momentos de conversación, o compartir lo que se vive) permite tener presente al otro y no caer en una rutina que hace más perezoso el contacto. Esto incluye el terreno sexual, donde la creatividad se erige como la mejor alternativa para paliar la falta de contacto físico.

Con todo esto queremos decir que la distancia es un obstáculo salvable si sabemos cómo hacerlo y sabiendo que implica cierta adaptación para que mantengamos la llama intacta. Así hasta que llega la hora del próximo vuelo.

Escrito por David Blanco Castañeda.

Fuente: Psychology Today, Psych Central, Diario ABC.