DISCURSOS DE ODIO: ¿POR QUÉ SON TAN FRECUENTES Y SE PROPAGAN TAN RÁPIDO?

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Un vistazo rápido a nuestras redes sociales de uso frecuente (Facebook, Twitter, o cualquier página de prensa mayoritaria) nos dan una imagen definida y clara de la realidad en las redes: un portal para el intercambio de ideas, y también, un canal para difundir, propagar y alimentar opiniones y discursos que distan de ser equidistantes con las opiniones de los demás, especialmente las diferentes. Efectivamente, estamos en un escenario donde una nueva forma de violencia campa a sus anchas, los discursos de odio, que pueden ser el inicio de maneras más directas de violencia directa.  

Pero, ¿qué es el discurso de odio?

Según el Consejo de Europa, Comité de Ministros, en su recomendación NO. (97) 20, el discurso de odio comprende “todas las expresiones que difundan, inciten, promuevan o justifiquen el odio racial, la xenofobia, el antisemitismo u otros tipos de odio basados en la intolerancia, incluida los expresados por nacionalismos agresivos y el etnocentrismo, la discriminación y hostilidad contra las minorías, los migrantes y las personas con discapacidad o cualquier tipo de dolencia física

Según las últimas cifras con las que se cuentan, se registraron un aumento entre los años 2018-19 de un 7% en los escenarios virtuales, amparándose en el anonimato y donde la línea entre la libertad de expresión y la permisividad es muy fina y confusa. Entre ellos, un 34% se debió a razones ideológicas, un 30% por xenofobia, un 16% por lgtbifobia, a la vez de que las cifras también muestran el alarmante crecimiento de webs de creación y difusión de este tipo de contenido, contabilizándose más de 14.000 páginas. Un escenario aterrador, difícil de controlar y con vistas a aumentar.

Y no por ello debemos de demonizar el uso de las redes sociales. En primer lugar, es un espacio que puede ayudar a mucha gente con ciertos problemas interpersonales a relacionarse y encontrar a personas con sus mismas afinidades y construir sus relaciones sociales significativas. Parte de su uso se creó con la idea de promover y crear una sociedad más participativa e implicada con las causas sociales, al aumentar el nivel y cantidad de información a nuestra disposición día a día, y cuya implementación y generalización ha hecho que su influencia sea prácticamente ilimitada. El simple uso de hashtags provoca un maremagnun de respuestas y contrarrespuestas con una amplificación masiva de cualquier movimiento o causa social, como lo han sido en el pasado los #yotecreo, #metoo, o el actual #justiciaporsamuel, en referencia a la violencia de genero, abusos en las relaciones sexuales, xenofobia, lgtbifobia o cualquier ataque a la democracia, ayudando a la difusión y concienciación de la población, la expresión libre de ideas y el acceso a información veraz y contrastada.

Como contrapartida, las redes sociales también suponen promueven una “agenda social”, filtrando y focalizando nuestros temas de discusión y/o de debate, con la consiguiente manipulación de masas al difundirse desde diferentes sectores de poder, con más recursos y llamativos que otros grupos de presión y que pueden determinarnos en gran medida lo que pensamos y oímos. Provocando a veces la situación paradójica de difusión de hashtags muy dañinos que promueven comportamientos intolerantes y totalitarios, dando mano ancha a la propagación de prejuicios y provocando una “normalización” de discursos de odio cada vez más explícitos en el ciberespacio.

Y todo en un escenario con una legislación todavía en desarrollo y en un contexto en continuo cambio y mutación. Se reconocen sanciones entre 1 año de cárcel y 4 a todas aquellas personas que inciten al odio en personas por razones de discapacidad, sexo, orientación o país de origen, religión o ideología, pudiendo sancionar, pedir y prohibir la difusión de este tipo de material, con el posterior debate de la libertad de expresión, en conflicto con los derechos individuales y el respeto al otro y la comunidad.

Por todo ello, desde la psicología se han estudiado toda una serie de factores que explican el crecimiento exponencial de este tipo de manifestaciones, entre ellas:

1.Difusión de responsabilidad. Por su naturaleza esencialmente virtual, en donde ni ves ni sientes la reacción de la otra persona, nos hace menos conscientes (e inmunes) a las posibles consecuencias de nuestros actos, percibiendo menos lesivo de lo que realmente nuestro comportamiento. “La masa” o “el grupo” también se aduce para explicar como las personas explican que se “han dejado llevar”, no asumiendo las consecuencias de sus actos y justificando sus conductas por la presión y los comportamientos de los demás.

2. Anonimato. Si el anonimato puede favorecer la facilitación de comportamientos sociales en personas con dificultades sociales, también puede ayudar a que muchas personas se escuden en el grupo para emitir comentarios de tremenda gravedad sin asumir responsabilidades, creyendo que la influencia y el efecto en la persona que recibe dichos comentarios siempre es indirecta.

3. Efecto de “caja de resonancia”, en donde se ha comprobado que en el ciberespacio se polarizan las ideas al relacionarse con personas y perfiles muy acordes a sus posiciones de partida, en una constante reafirmación de sus ideas, con una dificultad para empatizar con ideas distintas a las propias y la relativización/ minimización de opiniones que buscan la convivencia de dispares.

4. Visceralidad sin debate: creándose un caldo de cultivo para discursos movidos “por las vísceras”, es decir, con una mayor implicación emocional y con menos intervención de filtros cognitivos, por lo que no siempre se defienden por información veraz o contrastada, sino post verdades y realidades distorsionadas que se comparten rápidamente y que se asumen como ciertas sólo por lo que nos despiertan, sin hacer un uso crítico de la realidad reflejada.

Con todo, la verdadera estrategia contra todo es flexibilidad, educación, contacto y tolerancia con el diferente: la creación de espacios, canales y páginas en donde se promueva el debate, el análisis crítico de lo que leemos, la flexibilidad y la capacidad para escuchar y empatizar con el otro y la defensa y promoción en igualdad de derechos y no discriminación.

Asimismo, la creación de herramientas que nos ayuden a detectar e identificar este tipo de discursos (por ejemplo, con el movimiento NO HATE SPEECH) que busca combatir todo este tipo de comportamientos y actitudes en internet, dando información para prevenir su aparición como el poder cerrar espacios si éstos no cumplen los mínimos de igualdad y respeto por ello.

También la convivencia con discursos distintos al propio, de manera que el ver situaciones de manera individual hacen que te replantees la idea y prejuicio de ese grupo social en concreto, a la vez que nos ayuda a empatizar y a ser consciente del efecto que provoca nuestro comportamiento con los demás.

Promoción de sujetos activos con la información que reciben, siendo capaces de detectar discursos y cuestionar su contenido sin llegar a asumirlo como cierto si no se ha comprobado la veracidad de las fuentes o los datos distan mucho de realidad.  

Por último, educar en inteligencia emocional y en responsabilidad, haciéndonos conscientes del daño que puede ocasionar este tipo de discurso, y no menospreciar su impacto, pues el hecho de que este en internet no quiere decir que no pueda hacernos daño. Ser consciente de que la violencia puede darse y manifestarse no sólo de manera física y/o verbal, sino que adquiere muy diversas formas y por ello hacer daño a muchos niveles. Favorecer el aumento y la seguridad de uno mismo, para que no tenga por que recurrir a este tipo de comportamientos para sentirse mejor. Y promover canales de ayuda y protección para los casos que con más gravedad lo sufren.

Así, pretendemos crear un espacio de responsabilidad y empatía con el otro, sabiendo que nuestros actos individuales son libres si no menoscaban la integridad de los de los demás, de manera que podemos establecer fronteras de respeto y convivencia con el otro, atendiendo a la necesidad de reconocer nuestras diferencias, pero también, la necesidad de una concordia y comprensión como personas. Una idea que puede resultar perfecta, y que más bien debemos de llevarla a la realidad.

Escrito por David Blanco Castañeda

BIBLIOGRAFÍA

Bustos Martínez, L., De Santiago Ortega, P. P., Martínez Miró, M. Á., & Rengifo Hidalgo, M. S. (2019). Discursos de odio: una epidemia que se propaga en la red. Estado de la cuestión sobre el racismo y la xenofobia en las redes sociales. Revista Mediaciones Sociales,(18), 25-42.

Rollnert Liern, G. (2019). El discurso del odio: una lectura crítica de la regulación internacional. Revista Española de Derecho Constitucional, 115, 81-109. doi: https://doi.org/10.18042/cepc/redc.115.03

https://www.un.org/en/genocideprevention/documents/advising-and-mobilizing/Action_plan_on_hate_speech_ES.pdf

Paginas consultadas

Psych Central, Psychology Today.

Maternidad y Salud Mental

Imagen extraída de www.elpais.com
Imagen extraída de www.elpais.com

En la mayoría de los casos la maternidad se conceptualiza como una de las cosas más bonitas e importantes de la vida de una mujer (y que en general, puede pasarle al ser humano). Sin embargo, hay otras situaciones que se ocultan, invalidan y convierten en tabú, otras situaciones que generan malestar (sobre todo al género femenino) relacionadas no sólo con los grandes cambios (hormonales, entre ellos) acontecidos en dicha etapa de su vida, sino también por la sobrecarga que la llegada de un hijo a sus vidas puede conllevar.

En los últimos años no han sido pocos los movimientos que han defendido la proclamación por parte del calendario oficial de la ONU del Día Mundial de la Salud Mental Materna (que se localizaría en el primer miércoles de mayo). Y es que la crianza se lleva a cabo todos los días, sí, pero dicho acto simbólico colocaría el foco de atención en la necesidad de hacer visible esta realidad así como poner en valor no sólo el cuidado físico y revisiones médicas periódicas de madre y neonato, sino por supuesto también hacer prioridad la salud mental materna.

Con salud mental no sólo nos referimos a la posibilidad de aparición de según qué trastornos mentales (que más adelante especificaremos) prototípicos de este momento vital, sino al conjunto de ausencia de malestar y promoción de bienestar a la hora de adaptarse a los cambios que tienen lugar en la adquisición de dicho rol. En resumidas cuentas, el objetivo sería evitar la posibilidad de que se vivencie la maternidad con malestar o tengan lugar dolencias que asimismo conlleven, en último término, consecuencias negativas sobre el desarrollo físico y emocional de los recién nacidos. Afecta a las madres pero también puede tener implicaciones para el resto de la familia.

Momentos que podrían convertir en dolorosa/agridulce la experiencia de tener un hijo

  • En ocasiones se busca reiteradamente el bebé, pero no llega, incluso (al final) la pareja tiene que embarcarse en un proceso de reproducción asistida. La espera, la presión social añadida a todo ello, la frustración, la incertidumbre y la expectación de la ansiada noticia de estar embarazados conllevan una importante carga emocional que en muchas ocasiones se hace cuesta arriba para los futuros padres.
  • Abortos espontáneos o muertes prematuras de bebés recién nacidos: duro evento que necesitará de la elaboración del duelo, pero no de un duelo cualquiera, sino el de un hijo, tal vez de los más difíciles de llevar a cabo a nivel psicológico.
  • No menos importante es el impacto que tiene en el bienestar mental de los padres el que nazca el bebé, pero debido a alguna enfermedad, síndrome o prematuridad tenga que depender durante algún tiempo de una UCI Neonatal. La espera de poder llegar la familia al completo a casa (con el nuevo miembro) y nuevamente la incertidumbre de cuándo será o bajo qué condiciones es un factor crucial en la salud mental parental.
  • Si el bebé ha nacido con alguna enfermedad (o ha tenido que ser intervenido quirúrgicamente) será el momento de recibir información dura, que seguramente cueste asumir y por tanto necesitará de un proceso para ello.
  • Si el hijo llega mediante un proceso de adopción la ilusión irá reñida con la espera y el dificultoso proceso burocrático.
  • Puede que el bebé llegue en un momento vital difícil para los progenitores, por ejemplo, ante la pérdida reciente de un ser querido, tristeza que no permitiría alegrarse de la llegada de los hijos.
  • Aun llegando hijos sanos, en momentos vitales idóneos, la carga de un nuevo miembro a la familia aunado a la cantidad de cambios que ello implica puede hacer que la experiencia se haga cuesta arriba, todo eso sumado al resto de responsabilidades que se tienen que seguir asumiendo en el día a día. Reestructurar los ambientes de los que forma parte esa madre así como contar con una red de apoyo fortalecida hará que se vivencie con disfrute en lugar de como una carga (más).

¿Y cuando la llegada del hijo se ve envuelta en una depresión postparto?

Se conoce como depresión postparto o puerperal (actualmente también reconocida como posible antes o después de dar a luz) a aquel estado de ánimo depresivo y/o notable disminución de intereses o de la capacidad de experimentar placer en todas o casi todas las actividades llevadas a cabo (entre ellas la faceta de madre). También conocida como “depresión sonriente”, ya son madres que procuran esconder su sufrimiento, que afecta principalmente a la relación con el bebé, por miedo a estar siendo malas madres.

Es muy importante diferenciar entre sentimientos de tristeza comunes en muchas mujeres después de haber dado a luz, poco duraderos (no más de una semana) y poco intensos (sin necesidad de tratamiento) de la versión extrema del continuum, donde esos síntomas generan un notable malestar. Cuando los síntomas de estado de ánimo deprimido reúnen las características necesarias para considerarse trastorno su prevalencia es menos común; sin embargo, no tanto como se cree: quizás creas que a las mujeres que conoces no les ha ocurrido, ya que estamos ante un tema tabú, no obstante se estima que entre un 15 y un 20% de las madres recientes llegan a experimentar el cuadro anímico al completo.

La depresión postparto es la enfermedad mental materna más frecuente. Puede comenzar en cualquier momento dentro del primer año de haber dado a luz. La causa (única) se desconoce, y es que tal vez el cómputo de los cambios hormonales y físicos después del parto unido al estrés de cuidar al bebé sean los que jueguen un papel crucial en su desencadenamiento. Las mujeres que ya sufrían de depresión presentan un riesgo mayor.

La depresión postparto, a parte de estar influida por un ya mencionado más que importante factor hormonal (fruto de los grandes cambios desencadenados por la gestación, el dar a luz o el comienzo de la lactancia) se realimenta también de otros factores como podrían ser el mantener una serie de ideales sobre la familia o la pareja que hace que la mujer se pierda a sí misma a cambio de ser incondicional para los demás, la presencia de esquemas distorsionados acerca de cómo ha de actuar una buena madre así como un repertorio invalidante hacia el propio malestar o pensamientos negativos/ambivalentes a la hora de tener a su bebé en brazos sin llegar a ser feliz o sentirse plena.

En muchas ocasiones se descarta el pedir ayuda (a tiempo) ya que se interpreta como algo de nula importancia, se considera un tema tabú o como un signo de debilidad, incluso incapacidad, para ser madre. Sin embargo, nada más lejos de la realidad; la salud mental materna es una prioridad: hay muchos motivos ya mencionados… pero el principal son Ellas.

Los trastornos que aparecen en las madres perinatalmente son tratables, por lo que buscar ayuda especializada en su momento evita que duren años, se cronifiquen y afecten profundamente al desarrollo del bebé y al ciclo vital de la madre.

A colación de la temática abordada en el post, señalar que hace dos años nace el colectivo Malasmadres, con el objetivo de desmitificar la maternidad y romper el mito de “la madre perfecta”. Como otro rol o etapa más de la vida, la maternidad está llena de todo un abanico de sentimientos, emociones y pensamientos; por lo general maravillosos, pero complicados asimismo en otras ocasiones, y sobre todo, todos igualmente válidos y con la necesidad de ser comprendidos.

En resumidas cuentas, como dijo recientemente la psicóloga experta en embarazo, Ana Kovacs, “cuidarnos supondría mejorar la salud de nuestros hijos, de nuestra sociedad y de la del futuro”. Madres, sí, pero primero personas individuales con la necesidad de una salud óptima física y psicológicamente hablando.

“La salud mental materna de las mujeres importa” (#maternalmhmatters).

Fuentes:

www.clubdemalasmadres.com, www.elpais.com.

DSM-IV-TR: Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. (2008) American Psychiatric Pub.

Escrito por: Maite Nieto 

Educar en tolerancia, cuando la diferencia enriquece y no asusta.

Imagina que estás en la cola del supermercado y de repente tu hijo de tres años señala con el dedo a otro niño y te pregunta en voz alta, “mamá, ¿por qué ese niño tiene la piel marrón?”. A medida que las cabezas se giran y te observan, la vergüenza nos invade. Es comprensible que puedas preocuparte por aquello que imaginas que estarán pensando esos adultos cuya atención ha sido captada por la pregunta de tu hijo: “¿qué van a pensar de mí como padre/madre?”, “¿qué respondo a mi hijo/a?”… O incluso, puede que te preocupe el origen de este cuestionamiento, “¿por qué me pregunta esto? ¿mi hijo tiene prejuicios?”

Cuando los padres se encuentran ante estas situaciones deben saber que al hacer este tipo de preguntas, los niños en edad preescolar no están juzgando. Pueden notar diferencias en la apariencia, pero generalmente todavía son inocentes en cuanto a los estereotipos que sí podemos tener los adultos. En este sentido se debe más a su curiosidad natural acerca de cómo es el mundo y su deseo por definirse e identificarse como individuos, siendo este habitualmente el motivo por el que hacen preguntas al respecto del color de piel, orientación sexual, sexo-género, etc. Por este motivo, nuestra respuesta debe ser también natural.

Foto extraída de momentsaday.com
Foto extraída de momentsaday.com

 

El que sean pequeños no debe ser un impedimento para aprovechar estas situaciones y enseñarles valores positivos respecto a la tolerancia. De hecho, ésta podría ser una oportunidad para enseñarle cómo las personas debemos tratarnos entre sí y comportarnos, pudiendo transmitirle una visión del mundo como un lugar mucho más interesante y rico gracias a la diversidad. Explicarles que las personas somos diferentes entre sí, que todos tenemos particularidades y diferencias que nos hacen únicos y especiales, pero que a la vez también nos asemejamos.

Sin una participación activa de los padres en este tema desde el principio, corremos el riesgo de no ser nosotros los que le transmitamos estos valores, dejando como modelo a otras fuentes, repletas de prejuicios y estereotipos acerca de las personas y sus diferencias. Esta transmisión puede ser espontánea y natural, a partir de los comentarios que nosotros mismos hacemos de las diferencias que encontramos en otras personas, ya sea en la calle, en el centro escolar o bien en la televisión o el cine. Asimismo, las actitudes no explícitas que desplegamos van guiando al niño/a sobre qué opinión deben tener sobre las diferencias observables en los otros. Por ejemplo, si cuando al caminar por la calle nos cruzamos con una persona de diferente procedencia étnica y sujetamos al niño para acercarlo a nosotros, le estaremos transmitiendo un mensaje claro basado en la desconfianza y en un estereotipo negativo sobre ese grupo étnico. Estas comunicaciones implícitas son tan o más potentes que cualquier mensaje intencionado por parte de los padres.

Más adelante, cuando sea un poco más mayor puede que en alguna ocasión haga algún comentario insensible sobre otra persona; en este momento debemos, con calma, intentar que se ponga en el lugar del otro, que comprenda cómo podría sentirse él o ella si es despreciado por otros. Cuando sea un poco mayor podemos abordar la intolerancia de una forma un poco más elaborada, explicando que «a veces la gente tiene miedo de que otra persona sea diferente y esto les hace actuar de forma incorrecta hacia el otro, lo que les aparta de conocer mejor a esa persona. Ni el color de piel, ni la procedencia, ni la orientación sexual, ni la religión o ausencia de religión, o cualquier otra característica define a las personas”.

Trata a tu hijo/a con respeto. Si tu hijo/a se siente bien consigo mismo y está seguro de su lugar en el mundo, será menos propenso a tener miedo de la gente que es diferente de él o ella. Un niño que se siente seguro y tiene una imagen positiva de sí mismo no tendrá necesidad de poner a la otra persona por debajo para sentirse valioso. Vivir con la idea de que el mundo es un escenario hostil, donde las personas diferentes son una amenaza, nos hace sentir inseguros, ansiosos y limitará nuestras relaciones con los demás. Vivir sin odio a lo desconocido nos hace más felices y facilita la creación de un mundo mejor para las generaciones venideras.

Fuente: Psychology Today, tolerance.org

Escrito por María Rueda

 

 

 

Orgullo LGTB: ¿se han dejado atrás los estereotipos?

Estos días se celebra en nuestras calles el llamado Orgullo LGTB (cuyas siglas incluyen las palabras “lesbiana”, “gay”, transexual” y “bisexual”), cuyo inicio lo marca el día 28 de junio, en conmemoración a los disturbios acaecidos en el Stonewall Inn en el verano del 69 y cuya rebelión supuso una de las mayores manifestaciones contra la persecución y represión de la época.

Si bien en la última década se han aprobado toda una serie de medidas para igualar en derechos a las parejas del mismo sexo, los prejuicios y actos discriminatorios todavía siguen siendo una realidad palpable con la que muchas personas gays, lesbianas, bisexuales y transexuales han de lidiar cotidianamente. Así, como recogieron dos estudios realizados por la COGAM y la FELGTB el año pasado, y a pesar de los avances en materia legislativa, la discriminación motivada por la orientación sexual de las víctimas está lejos de ser historia antigua para sus afectados. En el primero (1), realizado en su totalidad en centros  públicos de la Comunidad de Madrid, recoge como al menos un tercio de los encuestados opinan que los alumnos LGTB son discriminados de algún modo por sus compañeros, persistiendo actitudes y prejuicios en un cuarto de los encuestados. Los actos homófobos en los centros educativos también están presentes (en un 17, 84%), y ante una agresión, los comportamientos de sumarse a la agresión (2, 15%), reírse de los insultos (15,10%) o adoptar una actitud pasiva o de no decir nada (32, 05%) hacen enfatizar la importancia de políticas de educación preventivas para erradicar las posturas discriminatorias contra la población LGTB. Además, se deduce una importante conclusión de los hallazgos encontrados en el estudio; los alumnos que presentaban un mayor número de comportamientos homofóbicos contra sus compañeros percibían una menor aceptación de las personas LGTB en su entorno más cercano (léase familia y centro educativo), concluyéndose, como dice una autora del estudio, que “el grado de homofobia en el comportamiento es directamente proporcional a los prejuicios que le preceden”.

En el segundo estudio (2), y ya dirigido a un espectro de la población más amplio, la discriminación está todavía muy presente. Se ratifican resultados del anterior estudio (al menos un 76% de jóvenes dicen haber sufrido un acto discriminatorio por parte de sus compañeros), pero también en el ámbito laboral (casi un tercio de los encuestados) y en lugares públicos (un 44, 62%), coartando la libre expresión de sentimientos a sus respectivos compañeros sentimentales. Como dato positivo, ver como la población adulta sí que perciben en esos actos una injusticia, viéndose capaces de emitir una queja (en el trabajo, casi un 68%; en los sitios públicos, un tercio de los encuestados), que si bien no se sigue siempre con un cambio en la situación, sí  que se hay un afrontamiento de la situación discriminatoria.

De los datos deducimos que todavía persisten muchas actitudes altamente negativas hacia la población LGTB. Por ello, entendemos como primordiales políticas educativas que enfaticen la importancia de la diversidad sexual en las escuelas, que erradiquen comportamientos discriminatorios, además del desarrollo de conductas prosociales y altruistas hacia sus compañeros. Como bien defiende la Sociedad de Psicología Americana (APA), la desaparición de estas actitudes prejuiciosas se consigue gracias a la facilitación de información y la presentación de ejemplos reales  que desestiman los sesgos altamente reduccionistas de los que se llenan los estereotipos y prejuicios. Desde aquí queremos hacer un llamamiento al disfrute de las fiestas de esta semana, pero, sobre todo, enfatizando el poder de la tolerancia como forma de reivindicar las diversidad con la que estamos hechas las personas.

Escrito por David Blanco Castañeda

Fuentes: apa.org, COGAM.org, hufftington post.

Bibliografía consultada:

(1) Homofobia en las aulas, ¿Educamos en la diversidad? (2013)

(2) Estudio 2013 sobre la discriminación por orientación sexual y/o identidad de género en España.