Cómo el estrés acaba con la satisfacción

Es frecuente sentir que cuando llevamos un tiempo estresados, perdemos la energía para hacer cualquier cosa. Habitualmente sentimos una especie de cansancio mental e incluso cosas que habitualmente nos gustaba hacer comienzan a ser menos atractivas para nosotros.

Sin embargo es frecuente, especialmente en el contexto empresarial, que se tome el estrés como un facilitador de rendimiento. En muchas ocasiones podría parecer que una circunstancia de estrés nos mueve hacia la solución y es prácticamente motivadora. En psicología se conoce, según la “ley de Yerkes-Dodson” que nuestro rendimiento es mejor ante un aumento moderado de ansiedad. Pasado este punto óptimo, la ansiedad disminuye el rendimiento de manera brusca.

¿Todo esto significa que cuando nos estresamos al máximo finalmente nos acabamos desmotivando? En este caso, se conoce un poco menos del funcionamiento, pero sí está bastante claro que no es cuestión del nivel de intensidad del estrés. Los factores determinantes para sentirnos desmotivados es que sea un estrés crónico y/o que los eventos estresantes sean incontrolables.

Fotografía extraída de pixabay.com
Fotografía extraída de pixabay.com

De hecho, se han descrito con bastante precisión algunos de los circuitos cerebrales que funcionan en este proceso y cómo lo hacen. Cuando el estrés se convierte en crónico e incontrolable, lo que observamos es que se deteriora la regulación del eje hipotalámico-hipofisario-adrenal (HHA). Este eje es el que se considera responsable de nuestras respuestas adaptadas al estrés.

Por otra parte, este eje se regula a su vez por el núcleo paraventricular, el que en respuesta a situaciones de dolor o de rechazo social, libera sustancias que tiene nuestro propio cerebro para sentirnos bien (opioides endógenos). De esta forma, la respuesta de este eje desaparece tras haberlo necesitado en el momento puntual de estrés. Pero el núcleo paraventricular tiene una respuesta especial cuando los eventos estresantes se repiten, y acaba por funcionar de forma poco adecuada.

Cuando deja de responder, hace varias cosas sobre nosotros que a nivel de autopercepción se parecen mucho a cosas que pueden ocurrir cuando estamos poco motivados. Por una parte, cuando este núcleo funciona peor, un evento estresante agudo amplifica su efecto emocional sobre nosotros. Además puede aumentar el efecto depresivo en que derivan habitualmente este tipo de eventos.

También sabemos que, gracias a este núcleo, se facilita la actividad de otro bien conocido, el accumbens. Este núcleo se conoce por “el centro del placer” y está muy implicado en la sensación de recompensa o satisfacción por algo. Si el núcleo paraventricular tiene su actividad atenuada, podría estar también atenuando la actividad del núcleo accumbens. Si no logramos obtener una sensación de recompensa al hacer cosas que habitualmente nos gustan, es bastante probable que nos sintamos poco motivados por hacerlo.

Por último, y consistentemente con lo anterior, se ha demostrado que la exposición prolongada a estresores incontrolables lleva a una regulación a la baja de las vías dopaminérgicas mesolímbicas, y a una respuesta reducida a las cosas gratificantes.

Visto así, si nuestros circuitos cerebrales han cambiado por un periodo de estrés crónico e incontrolable, ¿acaso vamos a permanecer siempre con una respuesta de gratificación atenuada? ¿Será imposible volver a sentir motivación?

Bueno, los circuitos cerebrales se afectan por el ambiente tanto para bien como para mal. Así pues, podemos hacer cambios sobre lo que nos está produciendo este estrés para que nuestro núcleo paraventricular responda de nuevo eficazmente. Reducir este nivel hará que de nuevo nuestro núcleo accumbens nos dé gratificaciones ante las cosas que nos agradan. Y no sólo eso, en ocasiones es difícil reducir el estrés en sí mismo, pero podemos aumentar la sensación de controlar la situación estresante, lo que restablecerá la respuesta de las vías dopaminérgicas mesolímbicas. E iremos sintiendo de nuevo que lo que hacemos nos motiva y nos sentiremos gratificados por hacer cosas.

Fuente: ncbi.nlm.nih.gov; harvard.edu

Escrito por Lara Pacheco Cuevas

ResearchBlogging.orgHsu DT, Kirouac GJ, Zubieta JK, & Bhatnagar S (2014). Contributions of the paraventricular thalamic nucleus in the regulation of stress, motivation, and mood. Frontiers in behavioral neuroscience, 8 PMID: 24653686
Pizzagalli DA (2014). Depression, stress, and anhedonia: toward a synthesis and integrated model. Annual review of clinical psychology, 10, 393-423 PMID: 24471371

Resiliencia y falacia del mundo justo: de porqué necesitamos sentir que hay futuro

Si de repente te encuentras con alguien que se cuela en el metro mientras tú pagas religiosamente tu billete, al imaginar cómo un trabajador del metro le multa te sientes reconfortado. Cuando un político amasa cantidades de dinero que no puedes ni comprender y posteriormente se descubre que lo hace de forma ilegal, te sientes estafado. Después, tendemos a pensar que será infeliz en su vida, que su mujer no le querrá, que no tendrá amigos…

Es lo que en psicología se conoce como «la falacia del mundo justo». Tendemos a pensar que a la gente que se comporta bien le pasarán cosas buenas. Que la que hace cosas malas antes o después tendrán sus consecuencias. El universo les dará su merecido.

Foto extraída de spring.co.uk
Foto extraída de spring.co.uk

En ocasiones este pensamiento tiende a ser dañino. Cuando alguien es premiado por algo sin merecerlo o no recibe un castigo por un mal comportamiento nos sentimos moralmente ofendidos. Cuando nuestra conducta se dirige a una meta y no logramos ningún resultado es posible que lleve a la inactividad.

En un artículo publicado recientemente en la revista PLOSONE, investigadores de universidades chinas y estadounidenses tratan de dilucidar cómo funciona la falacia del mundo justo. Concretamente, la relación entre este estilo de pensamiento y otro concepto conocido como «resiliencia». La resiliencia es como la resistencia física ante esfuerzos, pero algo aplicado al mundo emocional y mental. Una persona resiliente podrá pasar por eventos vitales fuertemente negativos sin sufrir unas grandes secuelas emocionales. Claro, es importante conocer qué hace que una persona sea más resiliente porque este es un factor importante de prevención de problemas psicológicos.

Aunque pueda parecer que la falacia del mundo justo producirá una sensación de desengaño, lo que se encuentra en las investigaciones es lo contrario; tener una idea de que el mundo al final proporciona recompensas y castigos por nuestros actos es un predictor de ajuste psicológico, así como de mayor resiliencia. Pensar que al final habrá justicia nos hace estar más adaptados y sufrir menos.

En este estudio descubrieron que en adolescentes y adultos, sin embargo, para que este hecho funcione positivamente es necesario también que tengamos una perspectiva de futuro elevada, sin esto, no importa que creamos o no en que el mundo es justo para protegernos contra los acontecimientos vitales estresantes.

En aquellas personas que planifican sus acciones de cara a lo que pueda ocurrir en el futuro, creer que el mundo es justo les proporciona un grado más elevado de resiliencia. Sin embargo, es posible no poder orientarse hacia el futuro, ya sea por sus características personales, o por circunstancias vitales, como son los supervivientes de un terremoto alojados en tiendas provisionales. En estas personas, no se produce este efecto; su resiliencia no se relaciona con esta creencia en que el mundo es justo.

Esto es muy importante a la hora de considerar cómo proporcionarnos una mejor capacidad de afrontar los problemas de la vida, puesto que un factor clave será la posibilidad de vernos proyectados a nosotros y nuestras acciones en el futuro. El ser humano tiene la increíble capacidad de pensar en el tiempo; en cómo fue su pasado y cómo será su futuro. Cuando se encuentra en la desesperanza de no poder pensar en quién será en el futuro y qué hará, ya sea por acontecimientos personales o sociales, la capacidad de resistir acontecimientos vitales no puede alimentarse de la idea de que recibirá una recompensa por el esfuerzo y la parálisis se adueña del individuo. Las sociedades deben esforzarse por crear escenarios de futuro, a este respecto, educar individuos sanos consiste también en garantizar, al menos, la capacidad para soñar.

Fuente: plosone.org

Escrito por Lara Pacheco Cuevas

ResearchBlogging.orgWu, M., Sutton, R., Yan, X., Zhou, C., Chen, Y., Zhu, Z., & Han, B. (2013). Time Frame and Justice Motive: Future Perspective Moderates the Adaptive Function of General Belief in a Just World PLoS ONE, 8 (11) DOI: 10.1371/journal.pone.0080668

¿Te pica la curiosidad? ¿Por qué es más fácil aprender algo si te interesa?

Foto extraída de univdep.edu.mx

Es sabido que nos resulta más fácil aprender algo cuando estamos interesados en ello que cuando poco nos importa. Sin embargo, aún no se conoce mucho sobre cómo los mecanismos motivacionales afectan al aprendizaje. Un nuevo estudio llevado a cabo por un grupo de la Universidad de California, Davis, sugiere que cuando nos pica la curiosidad, el cerebro se prepara para aprender no sólo sobre el tema en cuestión, sino también cualquier información incidental. Los neurocientíficos Gruber, Gelman y Ranganath entrevistaron a 19 participantes y les solicitaron que ordenaran una serie de preguntas en base al interés o curiosidad que tenían por conocer la respuesta. Posteriormente los investigadores escanearon su actividad cerebral mientras veían algunas de las preguntas más “interesantes” y otras tantas que por el contrario les despertaba muy poca o ninguna curiosidad. Mientras le hacían el escáner, los participantes veían la pregunta, y antes de poder leer la respuesta, los investigadores insertaron una fotografía de un rostro al azar, es decir, sin relación alguna con la pregunta ni con la respuesta. Tiempo después, incluso un día, se midió si los participantes podían recordar las respuestas a las preguntas, así como las caras que habían visto.

Gruber y sus colegas descubrieron que un mayor interés en una pregunta podía predecir un mejor recuerdo no sólo de la respuesta, sino también para la cara azarosa que precedía a la respuesta. De alguna manera parece que la curiosidad puede preparar al cerebro para el aprendizaje y la memoria a largo plazo.

Para entender qué es exactamente lo que había ocurrido en el cerebro de estos participantes, los investigadores recurrieron a los datos recogidos en el escáner y observaron un incremento en la actividad cerebral de dos regiones en el cerebro medio, el área tegmental ventral y el núcleo accumbens. Estas regiones transmiten dopamina, una sustancia relacionada con la sensación de placer y recompensa. Esto sugiere que antes de que aparezca la respuesta, nuestro cerebro activa el sistema de recompensa. Además, los investigadores encontraron que las mentes curiosas mostraron una mayor actividad en el hipocampo, estructura involucrada en la creación de recuerdos; observando que el grado de interacción entre el hipocampo y los circuitos de recompensa podía predecir la capacidad de un individuo para recordar la cara azarosa. En este sentido, el sistema de recompensa del cerebro parecía preparar al hipocampo para el aprendizaje.

Estos resultados no sólo nos aportan nueva información para la comprensión del cerebro y conducta humana, sino que nos recuerdan y ponen de manifiesto algunos conocimientos intuitivos como con el que hemos comenzado este post. Cuando un niño siente interés por algo, tendrá más facilidad (e incluso perseverancia) para y por aprenderlo. Este estudio demuestra empíricamente que esto es así. En palabras de los propios autores, “estos hallazgos sugieren un vínculo entre los mecanismos de recompensa y la curiosidad intrínseca, poniendo de manifiesto la importancia de estimular la curiosidad para crear experiencias más efectivas de aprendizaje

Teniendo en cuenta esta investigación, si hacemos atractivas las enseñanzas, promoviendo la curiosidad del niño o la niña por descubrir y aprender, éstos y éstas aprenderán más y mejor, pues como decía una querida profesora, sólo se entiende un aprendizaje, si éste tiene sentido y significado. Porque, si te pica la curiosidad, ¿cómo no vas a rascarla?

Escrito por María Rueda Extremera

Fuente: scientificamerican.com, sciencedaily.com

 

 

ResearchBlogging.org

Gruber, M.J., Gelman, B.D., & Ranganath, C. (2014). States of Curiosity Modulate Hippocampus-Dependent Learning via the Dopaminergic Circuit Neuron DOI: dx.doi.org/10.1016/j.neuron.2014.08.060

El cerebro tararea al son de la música

La música no es tangible. No puedes comerla, beberla o aparearte con ella. No te protege de la lluvia, ni del viento o el frío. Y sin embargo, los seres humanos siempre han apreciado la música, o más que apreciar, la han amado. Desde el paleolítico hemos empleado esfuerzos y recursos para obtener y generar música, ya sea tallando flautas en huesos de animales o pagando un dineral por una entrada para un concierto.

Pero, ¿por qué esta cosa intangible, que no es más que una sucesión de sonidos, puede poseer tanto valor? La explicación más recurrente es que la música genera un placer único para los seres humanos.

Hace más de una década, Robert J. Zatorre y su equipo demostraron que la música que nos emociona activa las regiones cerebrales encargadas del sistema de recompensa. Observaron que en el momento en que la canción que escuchamos llega a un pico emocional (momento en el que notas un escalofrío de placer con un pasaje musical) se produce una liberación de dopamina en el estriado (una región primitiva compartida con otros vertebrados), la cual es conocida por responder ante reforzadores primarios naturales tales como la comida y el sexo, y la cual es activada artificialmente a través de drogas como la cocaína y las anfetaminas. Pero lo que aún es más interesante es que esto no sólo ocurre cuando la música llega al momento emocional más álgido, sino que se anticipa segundos antes.

La idea de que la recompensa se debe en parte a la anticipación (o la predicción de un resultado deseado) tiene una larga historia en la neurociencia. Predecir el resultado que obtendremos al realizar una acción parece ser esencial en el contexto de la supervivencia, después de todo. Y las neuronas dopaminérgicas, tanto en seres humanos como en otros animales, juegan un papel crucial en nuestras predicciones.

En la relación entre la música y nuestros sistemas ancestrales de recompensa y motivación, puede que radique la respuesta a la pregunta de ¿cómo nos conmueve la música?, pero aun así queda por responder ¿por qué lo hace?

 

Fuente: nytimes.com

Escrito por: María Rueda Extremera