La Teoría del Tiempo de Pantalla, o cómo las pantallas están matando el bienestar de los niños y adolescentes.

Extraída de https://www.redbubble.com
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Estamos en una época de grandes contradicciones. Tenemos a nuestro alcance multitud de distracciones, recursos y actividades de ocio, pero esto no necesariamente se está traduciendo en mayores niveles de bienestar y calidad de vida de las personas. La satisfacción y la sensación de bienestar se relaciona con el tiempo de calidad que invertimos en actividades que nos lo provocan, como el deporte, la socialización con nuestros vínculos más cercanos, actividades fuera de casa o actividades individuales como leer un libro o ver una buena película/serie. Esto se está viendo en los hábitos de la población, y más concretamente, en los hábitos de los adolescentes y niños, cuyos niveles han bajado en los últimos años y los niveles de ansiedad y depresión han aumentado, coincidiendo con un aumento exponencial de las horas que concurren enfrente de una pantalla (de ordenador, de los móviles (smartphones), televisión, tablets y similiares).  Así, se calcula que el 69% de los adultos y el 78 % de los adolescentes miran al menos una vez cada hora su teléfono móvil, resultando verdaderas máquinas tragaperras en miniaturas para la mayoría de las personas, cuyo desbloqueo de pantalla  supone por apostar por una recompensa en forma de notificación y/o  contacto en red social, y con la consecuencia de volvernos cada vez más tolerantes a su uso, con necesidad de uso cada vez mayor. Consecuencias que han hecho a muchos investigadores preguntarse el impacto real que tiene para la salud psicológica de los menores, y si esto puede correlacionarse directamente con estas disminuciones en autoestima, satisfacción y calidad en sus hábitos y relaciones. A este tipo de investigaciones se les ha apodado “Screen time”, por el que tiempo que pasamos enfrente de una pantalla

Una serie de investigaciones lideradas por Jean Twenge y sus colaboradores han explorado los hábitos de bienestar y estilos de vida en jóvenes  desde la década de los 60 hasta la actualidad (concretamente, en niños en cursos entre octavo y décimo grado – equivalente a los cursos de segundo y cuarto de la ESO) y descubrieron que los mayores niveles de bienestar se daba en la década de los 2000, resultados que se extendían hasta los últimos años. Curiosamente, los niveles de bienestar empezaban a disminuir a partir del año 2012, año en el que comienzan a descender progresivamente cada año (y que coincide con la introducción de los smartphones en la población de manera masiva) y con tendencia a la baja hasta 2016, año en el que finaliza el estudio.

Los resultados se observan en todas las variables evaluadas: autoestima, satisfacción en la vida, niveles de felicidad y satisfacción en otros niveles individuales como estudios, rendimiento en las tareas o calidad en las relaciones. No sólo eso. A partir de ese año, los niveles de ansiedad y depresión en esta población aumentan progresivamente. Interesados por las causas o variables que pudieran estar detrás de los resultados, se fijaron en el uso de las nuevas tecnologías y las horas que dedicaban a ellas, a la vez que evaluaban el nivel de satisfacción con otro tipo de actividades fuera de las actividades online. Se encontraba como efectivamente, a más horas de utilización, mayor eran los niveles de insatisfacción, con respecto a los jóvenes que restringían su uso a dos horas al día como máximo. Esto a su vez iba junto a una disminución de las horas dedicadas a hacer deporte, actividades al aire libre, actividades de socialización con los demás, utilización de otros medios de comunicación impresos (libros, periódicos…) e incluso con una disminución notable en la realización de las tareas estudiantiles y de la vida cotidiana.

Siguiendo esta misma línea de investigación, los mismos autores encontraron que la utilización de más de una hora de este tipo de dispositivos tenían efectos en el bienestar de los jóvenes (con edades comprendidas entre los 2 y los 17 años), con efectos significativos en niveles de ansiedad y depresión, menores niveles de curiosidad, menor calidad en las amistades, mayor  capacidad para la distracción, la estabilidad emocional y las horas que dedicaban a realizar las tareas. Los investigadores ponían como punto de corte una hora frente a la pantalla; a partir de ahí, las probabilidades eran mayores en las variables estudiadas, siendo el doble de probabilidades de tener algún problema psicológico cuando pasaban seis o siete horas.

Aunque los resultados de estas investigaciones deben interpretarse con precaución, puesto que no están diciendo que el tiempo enfrente de la pantalla crea insatisfacción, más bien que hay una asociación correlativa a tener en cuenta entre el tiempo que pasan los jóvenes y sus niveles de satisfacción generales. Un punto del que reflexionar padres, educadores y la sociedad en general, con suficientes iniciativas educativas para promover un uso responsable de las nuevas tecnologías, no sólo basado en instrucciones sino en la capacidad de incentivar la toma de decisiones en los adolescentes y niños para hacer más actividades fuera del contexto online y favorecer unos modelos adultos que hagan también un uso responsable de las mismas y que incentiven valores individuales como el autocontrol, la curiosidad y la creatividad.

Una reflexión para diversificar la vida y las actividades de todos y poder dedicar el tiempo adecuado a cada actividad, siendo la clave la conexión con nuestro entorno y no al revés.

Escrito por David Blanco Castañeda

Fuentes: Psychology Today, BPS Research Digest, Reader`s Digest Canada.

Cómo caer de pie en un mal día

Extraída de www.infinite-beyond.com
Extraída de www.infinite-beyond.com

Te levantas, vas a coger el bus y se te escapa, dejándote con la puerta cerrada en las narices. Y llegas tarde. Discutes con tu pareja por un conflicto que llevas días renqueando, y lo sueltas en un momento no del todo oportuno. Y se lía. O recibes una llamada cualquiera, que no es cualquiera, porque está cargada de malas noticias. La vida está llena de esos días, días grises en los que preferirías no haberte levantado y con los que las personas sufrimos “el estrés gota a gota”, un estrés diario y que puede impactar de una manera más profunda que acontecimientos traumáticos y por los que es importante tomarse un descanso, tomar distancia y relativizar. Un esfuerzo diario que pone a prueba tu capacidad de afrontamiento y resiliencia. Y que no es tan fácil como parece.

En esos días abunda el comportamiento de profecía autocumplida. Tenemos una idea de lo que va ocurrir y ponemos todos nuestros esfuerzos en que así sea. En nuestra cabeza sobrevuelan frases ciertamente destructivas en las que dudas de ti mismo, de lo que puede ocurrir y está plagada de “isismos”, preguntas catastróficas circulares que a pesar de ser improbables nos las creemos por el malestar interno que sentimos. Ponemos en boca de los demás nuestras críticas y todo nos lo tomamos a lo personal. Buscamos de manera insistente mil y un hechos que confirmen lo que tememos (y restringimos y no hacemos caso a cualquier ejemplo que lo falsee). Nos desconectamos de los demás y de todo y sólo estamos a tu revoltijo interno, y lo peor: nos creemos que ese día es el preludio de la pesadilla y anticipamos un infierno similar por siempre jamás. Ante dicha perspectiva, no nos queda otra que deprimirnos, con efectos claros para nuestro desempeño diario.

La alternativa no es otra que una buena caja de primeros auxilios en forma de hábitos y buenos consejos. Los días malos son inevitables y es en ellos donde podemos entrenarnos para sobrellevar los sinsabores de la vida. Abrimos nuestra cajita particular y os proponemos lo siguiente:

  1. En malos días no se toman decisiones importantes. En un mal día nuestra capacidad de razonamiento puede verse influenciada por ese estado de ánimo y puede llevarnos a tomar decisiones más por el estado en sí que por que realmente la decisión sea una buena idea. En ese sentido, darnos unos días para recuperar la calma puede ayudarnos a tomar distancia de estos estados y entender lo pasajeros y engañosos que resultan.
  2. Practica la indulgencia y valida lo que sientes. Trátate con respeto, cariño y dignidad y no cometas el error de quitarte importante y decir que eres un blandengue. ¡Eres un blandengue (a veces), acéptate y sigue hacia delante! ¡No hay nada de malo en ello!. Ajusta tu ritmo y tu capacidad a tus necesidades. Paradójicamente, aumentarás tu autoestima y autoconcepto.
  3. Enfoca tu atención a lo que realmente se puede solucionar. Focalizarse en todas las cosas que no salen aparte de retroalimentar nuestro estado como la pólvora no nos centra en la solución constructiva ni en la oportunidad que supone esa situación para aprender.
  4. Cuidado con tapar. Muchas veces, un mal día puede ser una excusa para volver a viejos hábitos nocivos (fumar, beber, comer compulsivamente, hacer acciones impulsivas) que además de no conseguir calmarnos, puede colocarnos en situaciones de riesgo contraproducentes para nuestra salud. Buscar ratos para estar sol@ y entender que nos está pasando no ayuda a comprendernos y relativizar nuestros males.
  5. Ábrete a los demás. Tan bueno es tener ratos de reflexión y recogimiento como saber escoger personas y momentos con tus allegados para desahogarte y desconectar. Sobre todo, a personas que no les da miedo sus propias vulnerabilidades y saben acoger las de las demás. Evita las enjuiciadoras y las que pretenden solucionar tu vida, ¡sólo quieres que te escuchen!
  6. Automedícate con ejercicio y descanso. Una buena cura de sueño (dormir unas ocho horas), permitirse descansar y hacer una tanda de ejercicio suave a la semana puede ayudarnos a oxigenarnos y adquirir hábitos saludables básicos para nuestro equilibrio mental. ¡No hay mejor medicina que cuidarnos un poquito!
  7. Practica las habilidades metacognitivas. Dichas habilidades tienen que ver con la capacidad de reflexionar sobre nuestros propios estados mentales y emocionales. Comprender que todos tenemos malos días donde nuestra manera de percibir la realidad está distorsionada y saber que esa sensación sólo es algo puntual y que no refleja lo que puedes hacer ni lo que sentirás el resto de tu vida.

Ya sabes, en estos días no vale querer hacer mil cosas para compensar lo que nos está pasando. ¡Ya es suficiente con eso! Saber reconocerlos y practicar la calma es una gran alternativa válida….¡Ten un buen día regular!

Escrito por David Blanco Castañeda

Fuente: Psychology today.

Una Epidemia del Siglo XXI: El Insomnio

Imagen extraída de @la_iguanatv (en Twitter)
Imagen extraída de @la_iguanatv (en Twitter)

Dormir no sólo es la solución cuando al final del día nos sentimos cansados y queremos recargar pilas para el día siguiente; sino que se trata de una de las funciones más complejas (¡y vitalmente necesaria!) para el correcto funcionamiento de nuestro organismo… ¡y es que nos pasamos nada más y nada menos que casi un tercio de nuestra vida durmiendo!

Tal vez no exista una cifra exacta sobre el total de días que podríamos estar sin dormir (ya que no sería ético impedir a alguien que duerma durante un tiempo prolongado sólo para averiguar dónde están los límites); oficialmente el récord lo posee un chico que en 1965 estuvo 11 días seguidos despierto. Lo que sí es cierto es que a medida que van pasando las horas/días de privación de sueño van teniendo lugar una serie de manifestaciones atípicas como problemas de razonamiento, enlentecimiento del pensamiento y de los reflejos (hasta niveles semejantes a los provocados por estar ebrios), comportamientos erráticos, alteraciones del habla e incluso alucinaciones. Todas estas manifestaciones desaparecen después de una noche de sueño reparador, sin que de momento se hayan descubierto hallazgos de que la privación de sueño provoque daño cerebral a largo plazo.

EL SUEÑO, ESE GRAN DESCONOCIDO QUE NO NOS DEJA DE SORPRENDER

Aunque en la actualidad se tiene un profundo conocimiento de gran parte de las particularidades del sueño como son las ondas electroencefalográficas características de sus distintas fases, la inmensidad de cambios fisiológicos que experimentamos mientras que dormimos (entre ellos las sustancias neuroquímicas predominantes en cada momento del ciclo) así como las funciones que se preintuyen que cumple el dormir (descanso cerebral y consolidación mnésica, sobre todo), etc … aún nos son desconocidos otra infinidad de peculiaridades del mundo de Oniria.

Por ejemplo, recientes investigaciones sobre el papel que juega el líquido cefalorraquídeo (LCR) en el sueño indican que, en su contacto con los vasos sanguíneos tanto de la corteza cerebral como de las zonas subcorticales más profundas, se encarga de la eliminación de desperdicios fruto de la frenética actividad cerebral diaria (o lo que es lo mismo, durante la noche se saca la basura acumulada durante el día), paralelamente al Sistema Linfático que cumple dicha función en el resto de nuestro cuerpo (y el cual no se encuentra presente en el cerebro, siendo el único órgano de nuestro organismo que no lo posee). Una de las sustancias que se encarga de excretar es la proteína beta amiloide (causante de la Enfermedad de Alzheimer) lo cual no indica ni mucho menos que la falta de sueño sea promotora del Alzheimer, sino que un buen dormir puede ser crucial para atenuar la probabilidad de desarrollar ciertas enfermedades mentales el día de mañana.

¡RECUERDA: ESTA ELIMINACIÓN DE DESECHOS SÓLO PASA CUANDO ESTAMOS DORMIDOS, OTRA RAZÓN PARA DORMIR BIEN!

“DOCTOR, DOCTOR, ME VOY A LA CAMA Y NO PUEDO DORMIR”: ¿QUÉ ES LO ÚLTIMO QUE HACEMOS CUANDO NOS VAMOS A LA CAMA?

Si bien los problemas de ansiedad y estrés, así como la incorrecta organización de los estímulos ambientales que nos acompañan a la hora de dormir (ruido, temperatura, características y actividades que realizamos en el dormitorio, etc) son una de las causas principales del insomnio, el siglo XXI y sus consiguientes avances a pasos agigantados de las nuevas tecnologías y el uso (o en muchas ocasiones maluso) que hacemos de ellas ha dado lugar a un incipiente y grave problema, el conocido como insomnio tecnológico.

¿Quién no se lleva normalmente el móvil o la tablet a la cama? ¿No solemos estar hasta las tantas con el Whatsapp y finalmente nos cuesta dormirnos? ¿Acaso el móvil no es lo último que miramos antes de cerrar los ojos y cogerlo es lo primero que hacemos por la mañana al despertarnos?

Bien, está demostrado que existe una relación directa entre la escasa calidad e higiene del sueño y el mal uso que hacemos de las nuevas tecnologías. Se ha establecido recientemente el término “vamping” para definir el uso de  aparatos electrónicos hasta altas horas de la madrugada antes de dormir. La explicación científica que subyace a este fenómeno es que en la retina de nuestros ojos existen células que reciben luz brillante durante el día y envían mensajes al cerebro indicando que es momento de estar despierto. Entonces, el cerebro frena la liberación de la hormona del sueño (la melatonina) hasta que llega la noche y vuelve a generarla nuevamente. Por tanto, si mantenemos la luz azul o “blue light” que emiten las pantallas al irnos a dormir el cerebro no logrará percibir la diferencia entre día y noche, pudiendo causar trastornos del sueño como insomnio o pesadillas.

HIGIENE DEL SUEÑO: QUÉ COSAS PUEDES HACER PARA TENER UN SUEÑO DE CALIDAD

Primero de todo, si crees que las preocupaciones del día a día, el estrés o los problemas de ansiedad son el origen de tu insomnio, solucionar dichas causas subyacentes con el profesional sanitario adecuado provocará indirectamente una mejoría significativa en las dificultades que tienes para conciliar el sueño.

Sin embargo, existen otra serie de medidas bien sencillas que implementar desde casa que no sólo harán disminuir/desaparecer tu insomnio, sino que facilitarán el buen dormir aun cuando actualmente eso no esté suponiendo un problema.

Al conjunto de medidas denominadas higiene del sueño se les considera un tratamiento principalmente conductual que persigue educar al paciente para que desarrolle hábitos y actitudes más compatibles con el dormir.  En la actualidad autores como Vallejo Pareja (2016) y las Guías de Práctica Clínica del Sistema Nacional de Salud (2009) avalan su eficacia; pudiendo utilizarse en solitario, normalmente es el denominador común de toda intervención terapéutica multicomponente utilizada para los trastornos del sueño.

  • Cantidad de horas de sueño: la arquitectura del sueño, o lo que es lo mismo, la “necesidad de dormir”, va cambiando a lo largo del ciclo vital. Mientras que los bebés pasan su día en un sueño intermitente es normal que cuando envejecemos nuestro cuerpo nos pida dormir sólo 4 horitas.

Partiendo de esa premisa debemos ser conscientes de que el frenético ritmo de vida que llevamos cada vez nos resta más tiempo a lo que dedicamos a dormir.

Tenemos que tomárnoslo como una prioridad, como el comer: imprescindible para subsistir. Planifica tu día a día para que exista el tiempo suficiente para dormir y estar descansados.

  • En referencia al anteriormente mencionado insomnio tecnológico: parte de tu ritual nocturno debe contemplar apagar los dispositivos electrónicos (incluyendo televisión) al menos una hora antes de ir a dormir; ¡algunos expertos recomiendan incluso 2 horas!

Las luces que emiten dispositivos como la tele, el teléfono, el kindle (quizás este último el más “inocuo”, por tratarse de tinta electrónica) u otros evita que el cuerpo comience a segregar la melatonina necesaria para el inicio del sueño y el descanso adecuado. Plantéate de manera seria el comenzar a desconectarte por la noche y comienza a descansar.

  • De media tarde en adelante intenta por todos los medios evitar sustancias que nos activan o estimulan como pueden ser el tabaco, las bebidas con cafeína y el chocolate. Tampoco beneficia beber alcohol dos horas antes de irse a la cama; a pesar de ser un depresor del Sistema Nervioso Central su ingesta antes de acostarse da lugar a una alteración en el patrón electroencefalográfico normal de sueño.
  • El ejercicio físico es muy beneficioso para cuerpo y mente. Sin embargo, si el conciliar el sueño no es tu fuerte, los expertos aconsejan llevarlo a cabo como mínimo 4 horas y media antes de la hora a la que solemos irnos a dormir, cuando ya empieza a producirse la liberación de endorfinas y serotonina característica de los efectos relajantes del deporte. Justo antes de dormir sólo conseguirá activarnos y dificultar el inicio del sueño.
  • Cuida el entorno estimular donde duermes: consigue una temperatura del dormitorio agradable, con una luz cálida y tenue, eliminando en la medida de lo posible los ruidos del exterior y que colchón y almohada se adapten a tus gustos a la hora de dormir (nunca demasiado blandos pero tampoco duros).
  • Adopta una serie de rituales antes de irte a la cama que condicionen el momento de irse a dormir y a la vez provoquen sensación de relax, por ejemplo: evita actividades activadoras, escucha música calmada, lee un poquito (en papel a ser posible, por lo que comentamos anteriormente de la luz proveniente de pantallas, aunque si el ebook no te es perjudicial, ¡adelante, nadie se conoce mejor que tú mismo!), …

Con esta serie de medidas, en resumen, puedes conseguir disminuir las dificultades a la hora de conciliar el sueño. Pero sobre todo recuerda: ¡DESCONÉCTATE DE LAS PANTALLAS!.

Escrito por Maite Nieto Parejo

BIBLIOGRAFÍA

https://www.ted.com/talks/jeff_iliff_one_more_reason_to_get_a_good_night_s_sleep/transcript?language=es

https://www.laiguana.tv/articulos/89920-insomnio-tecnologico-luz-azul-dispositivos-melatonina-impide-sueno/

http://www.psicologosmadridcapital.com/blog/como-influyen-nuevas-tecnologias-adolescencia/

Artiach, G., Del Cura, M., Díaz, P., De la Puente, M., & Mendoza, L. G. A. (2009). Guía de práctica clínica para el manejo de pacientes con insomnio en atención primaria. Madrid: Ministerio de Ciencia e Innovación.

Vallejo Pareja, M. Á. (Coord). (2016). Manual de terapia de conducta. Tomo II. Dykinson

Beneficios de cenar en familia

Vivimos en una sociedad exigente, en la que nuestro trabajo ocupa gran parte del día, a eso debemos añadirle el tiempo que empleamos para transportarnos de un sitio a otro. Con todas las tareas que tenemos que realizar diariamente, poco tiempo nos queda para sentarnos a charlar con la familia, jugar con los niños o simplemente pasar tiempo juntos. Muchos padres y madres se lamentan de esto. Sin embargo, no debemos olvidar que no siempre se trata de cantidad, sino de calidad. A este respecto, la cena puede constituir el mejor momento del día para reencontrarnos y conectar si seguimos una serie de pautas. La cena es un ritual diario que nos aleja del bullicio de la jornada y puede ser un calmante para el estrés de niños y padres. Diferentes estudios han puesto en evidencia los beneficios de aprovechar la cena como un paréntesis para mirarnos a la cara unos a otros y una oportunidad para transmitir algunas cosas importantes para la salud de tus hijos. A continuación os dejamos algunas de ellas.

Foto: livinginsplitsville.com
Foto: livinginsplitsville.com

En la cotidianidad se asienta la educación. Aprovecha la cena para transmitir hábitos de alimentación saludables. Los niños que regularmente cenan comida casera y en familia se convierten en adultos jóvenes que han interiorizado los hábitos alimenticios sanos y continúan comiendo más frutas y verduras una vez se independizan. Estos jóvenes son menos propensos a ser obesos. Estos beneficios para la salud no vienen sólo de la comida. El ambiente en la mesa es un ingrediente clave. Los investigadores han encontrado que el calor y la comunicación positiva son necesarios para disminuir el riesgo de la obesidad en los niños.

Cosas a evitar:

Ver la televisión mientras cenáis dificulta que pueda haber una conversación fluida. Además, un estudio reveló que los niños que cenaban frente a la televisión eran más propensos a tener sobrepeso.

– Ser un fanático del control: Un estilo de crianza excesivamente controlador y restrictivo hacia la comida se asocia con mayores tasas de obesidad en los niños. Intenta evitar los comentarios negativos y hostiles.

– «Cómete el brócoli y entonces te doy un helado»: En un estudio encontraron que cuando los padres utilizan recompensas para alentar el consumo de un alimento en particular, esta estrategia fracasa. Los niños rechazan esos alimentos y fomentan la preferencia por aquellos que son recompensa.

– Hablar del peso: Es mejor centrarse en una alimentación saludable que en el peso del hijo. Aún más importante que la charla es el comportamiento de los padres: aquellos que realizan dietas tienen más probabilidades de tener hijos con trastornos de la alimentación.

– La restricción de ciertos alimentos. Investigadores de la Universidad de Penn State mostraron que los niños anhelan más los alimentos que están prohibidos. Aquellos a los que se les permite el acceso a patatas fritas, golosinas y galletas tienen al final un menor consumo de dichos alimentos que aquellos niños a los que se les tiene prohibido.

Los investigadores han encontrado que cuando las familias cenan juntas, experimentan un impulso en el estado de ánimo positivo y una disminución en los niveles de estrés. Los adolescentes que cenan en familia señalan que la cena es cuando hablan con sus padres. Y estos mismos adolescentes que cenan regularmente (y hablan con regularidad) con sus padres dicen sentirse más conectados con ellos y tienen una visión más positiva del futuro.

Además de estos elementos positivos, hay diversos estudios que muestran que la cenar regularmente en familia está vinculado a la reducción de muchos de los comportamientos de alto riesgo, tales como consumo de sustancias,  problemas escolares y trastornos de la alimentación. En un estudio a gran escala con adolescentes, cenar regularmente en familia se asoció con menores tasas de depresión. Recientemente, un estudio encontró que los niños que habían sido víctimas de acoso cibernético, sufrieron menos consecuencias perjudiciales que aquellos que también lo sufrieron pero no cenaban en familia.

Ninguno de estos beneficios requiere pasar horas y horas en la cocina o servir alimentos especiales. Los ingredientes más esenciales para una gran cena familiar son la calidez y la conexión. Si los miembros de la familia se sientan en un frío silencio o los niños no se sienten cómodos hablando, la cena familiar no conlleva ningún beneficio positivo. Compartir alimentos saludables no suaviza una relación padre-hijo tensa, pero es el mejor momento del día comprobar cómo se sienten los hijos.

Fuente: Psychology Today

Escrito por María Rueda Extremera

Pequeñas costumbres que fomentan tu bienestar emocional (Comportamientos emocionalmente saludables II)

De la misma manera que cuidamos nuestra parte física adquiriendo hábitos saludables establecidos culturalmente, la parte mental o emocional no está tan presente en la cultura popular. Por eso quisimos resaltar en el anterior post algunos hábitos que podemos incorporar en nuestra vida cotidiana para cuidarnos de forma más global. Hoy queremos seguir en esta línea, sugiriendo de nuevo algunas formas de comportarnos que nos proporcionen una salud emocional más fuerte.

Aprende a pedir ayuda. Cuando nos preocupa nuestra salud mental, es primordial aprender a pedir ayuda. Esto no siempre ha de implicar la búsqueda de ayuda profesional, simplemente puede ser bueno que seas capaz de hablar de los temas que te angustian con alguien cercano, ser capaz de abrirte y poder explicar que lo estás pasando mal sin sentir vergüenza por ello. Muchas veces se tienen reticencias a hablar sobre problemas emocionales por miedo a que los demás nos consideren débiles o a que no les importen nuestros problemas, sin embargo, lograr reconocer nuestras debilidades es también lo que puede hacernos más resistentes y da a los demás también la posibilidad de abrirse ellos mismos. Puede haber un punto en el que realmente sintamos que nuestros problemas nos abruman y no podemos resolverlos por nosotros mismos y hay momentos en los que es necesario buscar ayuda profesional  para que te ayude a salir de ese mal momento.

Haz más las cosas que te hacen feliz. Es importante mantener en tu vida las cosas que te gusta hacer, siempre y cuando no sean perjudiciales para tu salud. Potenciar tus gustos hará que sientas inmediatamente una sensación de placer al programar momentos del día para realizarlos. Mientras haces cosas que te gustan, además, fomentas tu propia autonomía, te reafirmas en quién eres y, sobretodo, te das valor a ti mismo.

Establece objetivos vitales. Si no logras tener claras algunas metas u objetivos hacia los que quieres dirigirte, es posible que te sientas sobrepasado por una infinidad de opciones de forma que termines no siendo capaz de elegir ninguna de ellas. Esto causará estrés e inseguridad sobre tu propio rendimiento, ya sea en el plano profesional o en el personal. Marcar unos objetivos a largo plazo, permitiéndote disfrutar del camino que te puede llevar a ellos es una de las situaciones más difíciles de llevar a cabo, sin embargo, una vez has logrado clarificarlo, saber hacia dónde te diriges es una garantía para la protección de tu salud mental.

Escribe un diario. Si bien puede parecer que es una actividad propia de la infancia y adolescencia, se conoce que poner los sentimientos y pensamientos sobre el papel es un acto de expresión que puede ayudarnos a lidiar con los problemas que puedan surgirnos. Ha sido comprobado en repetidas ocasiones que el hecho de escribir los sucesos emocionales negativos hace que sean menos dañinos para las personas que los sufren. No es necesario que relates en él todo lo que te ocurre, puedes empezar simplemente apuntando algunos sucesos que te han sucedido y cómo te has sentido con ellos. De esta forma, no sólo es beneficioso por expresarnos emocionalmente, sino también porque nos ayudará a organizar nuestra vida mental, proporcionándonos cierta capacidad de control, así como de autoconocimiento.

Comunícate más. En la línea de la expresión emocional que se transmite cuando escribimos, es también importante aumentar nuestra comunicación con los demás si esta es escasa. Cuando nos convertimos en personas capaces de comunicar nuestros sentimientos, es menos probable que deriven en una situación patológica. Por sí mismo, el hecho de tener una red social positiva es considerado como un factor protector para problemas tanto mentales como físicos, así que alimentarla comunicándote será también una manera de crear una mejor calidad de vida y fomentar tu bienestar.

Todo lo que hemos mencionado anteriormente son simples sugerencias para fomentar un estado emocional que pueda protegerte ante las exigencias del ambiente y hacer que los problemas de la vida no se conviertan en barreras que no somos capaces de superar. Como se podrá observar, se podrían resumir en tres puntos; expresar emociones de forma sana con la gente que te importa, mantener el mayor equilibrio posible entre obligaciones y placeres y por último, caminar hacia tus valores vitales. De estos tres, se pueden elaborar muchas más actividades concretas para fomentar el bienestar emocional, ¿qué cosas hacéis para proteger vuestra salud mental? ¡No dejéis de hacerlas!

Fuente: psychcentral.com

Escrito por Lara Pacheco Cuevas

Foto: enbuenasmanos.com