Yo, yo y yo mismo: la generación del Siglo XXI.

En mayo del año pasado, la revista “Time” dedicó su portada y un extenso artículo en su interior a la llamada “Generación Yo-Yo”, generación correspondiente a las personas nacidas a partir de enero de 1982 hasta diciembre de 1999. Con clara intención divulgativa, se explicaba, por ejemplo, cómo la población de nuevos jóvenes y adultos  no somos tan felices como esperamos; o como presentamos altas dosis de insatisfacción y un aumento en la tasa de los trastornos mentales, siendo la ansiedad, la depresión o los trastornos narcisistas grandes exponentes. La tecnología está presente en casi cada aspecto de nuestra vida, y sin embargo,  cada vez nos comunicamos peor cara a cara. ..¿qué nos está ocurriendo?

Jean Twenge, profesora de psicología en la Universidad Estatal de San Diego,  ha dedicado gran parte de su carrera profesional a definir las principales características de los adultos jóvenes de hoy en día. Sus conclusiones son poco alentadoras y van en consonancia con el artículo. Nos define como una generación insatisfecha; hemos crecido con mensajes de auto-realización y auto-motivación constantes pero no se nos ha enseñado a tolerar las frustraciones y decepciones del día. Hemos creído y seguido la necesidad de seguir nuestros sueños sin importar lo que nos digan los demás; pero no se nos ha inculcado una verdadera cultura de esfuerzo, ni a ajustar nuestras expectativas cuando las cosas no salen del todo bien. Nos hemos volcado en nosotros mismos; hemos ganado libertad y ahora podemos acceder a información y datos que hace treinta años era impensable para un adulto de 35 años; pero dicha información no cumple una función de aprendizaje, sino de diversión y entretenimiento instantáneo. Los modelos de comportamiento son ahora personas sin un talento específico, cuyo mayor logro es aparecer en las redes.Incluso dice que hemos ganado en comportamientos tolerantes e igualitarios pero no se ha traducido en un aumento comportamientos altruistas; ahora los jóvenes se apuntan a labores de voluntariado movidos por una necesidad de complementar el currículum más que por una necesidad esencialmente pro-activa. Y todo ello nos hace adultos más deprimidos y  con mayores niveles de ansiedad, aislamiento  y sufrimiento que antaño; estando más pendiente de que los resultados de nuestras acciones se vean reflejados en nuestro trabajo (en motivaciones extrínsecas, como por ejemplo, un ascenso o una mejora de nuestro státus social), en los demás  o en la suerte y no valorando el esfuerzo ni el proceso que hemos seguido con cada cosa que hacemos

Ambos artículos ponen como origen el propio cambio cultural que ha sufrido la sociedad estos últimos treinta años. Mientras que las generaciones anteriores se basaban más en la búsqueda del cambio, la espiritualidad y la individualidad como un derecho; nosotros hemos dado todo esto por sentado. El resultado es mucha decepción y frustración; cosa que la crisis ha acrecentado. Sin asumir todo lo que nos propone los autores como cierto, sí que podemos plantearnos qué cosas cotidianas podemos hacer cada uno para mejorar y cambiar.

Joel Stein, el autor del artículo de la revista Time,  finalizaba su artículo con la siguiente afirmación: “la grandeza de una generación no está en los datos, sino en la manera de reaccionar ante los acontecimientos que les pasa”. Diversas investigaciones dicen que en momentos de crisis los comportamientos narcisistas disminuyen en favor de comportamientos comunitarios. Otras, que nuestra satisfacción personal aumenta cuando somos más conscientes del proceso de aprendizaje que hemos hecho para realizar la tarea. La propia Jean Twenge opina lo beneficioso que sería promover la importancia de perseguir objetivos comunes por encima de los propios y la necesidad de toda la comunidad educativa por enseñar a sus estudiantes a reflexionar sobre los recursos que se les ofrecen para ajustar sus expectativas sobre sí mismo, su futuro y la sociedad…en ser mucho más honestos, y no poner tanto énfasis en el éxito, o ajustarlo cuando sea necesario. ¿Qué otras reflexiones se os ocurren a partir de lo expuesto en los artículos? ¿Qué cambios propondríais? ¿Estáis de acuerdo?

Escrito por David Blanco Castañeda

Fuentes: psychologytoday, apa.org.

Bibliografía consultada:

Stein, J. (2013). Millenials: The Me Me Me Generation. Time Magazine. 

La suerte, los rituales y la sensación de control

¿Nos hemos comido las doce uvas de la suerte al empezar el año? ¿Vestimos ropa interior roja? ¿Algo nuevo y algo viejo? ¿Metimos oro en nuestra copa de champán?

En estas fechas el número de rituales que cumplir parece dispararse por encima de lo normal. Sin embargo, a diario efectuamos pequeños rituales que nos ayudan a enfrentar diferentes situaciones vitales. Hace tiempo que desde la psicología y antropología se conoce que a lo largo de diferentes culturas se practican rituales para afrontar situaciones difíciles. Es lógico, por tanto, que al afrontar un nuevo periodo, como el año nuevo, afloren diferentes tradiciones supersticiosas.

Generalmente nos involucramos en rituales en dos tipos de situaciones. Por un lado, ante algo que nos produce un alto nivel de ansiedad sobre nuestra actuación, como jugar una final o dar un discurso. Por otra parte, ante una situación extremadamente negativa, como la muerte de un ser querido o la pérdida de una relación significativa.

Como seres simbólicos, tratamos de realizar acciones que controlen el mundo que nos rodea. De hecho, generalmente los rituales no son elaborados de forma azarosa. Cuando tratamos de alejar cosas negativas hacemos gestos hacia el exterior de nuestro cuerpo o bien destruimos objetos representativos del hecho. Cuando lo que queremos es protegernos, llevamos objetos que nos dan suerte, comemos cosas que son apropiadas para el beneficio de la suerte o juntamos objetos como forma de unión de sus propiedades simbólicas.

Todas estas acciones no son más que formas en las que las personas tratamos de sentir que tenemos el mundo que nos rodea controlado. Para el correcto desarrollo de nuestras formas de relacionarnos con el mundo, es imprescindible que nos sintamos mínimamente con el control sobre nuestras vidas. Cuando esto falta, aumenta la ansiedad y es probable que el bienestar psicológico se vea gravemente afectado.

El realizar los rituales correctos ante situaciones difíciles de hecho sí aumenta nuestra confianza en nosotros mismos, alivia la aflicción y en muchas ocasiones incluso mejora el rendimiento, claro, a través de una autoeficacia mayor.

Aunque en ocasiones los rituales pueden convertirse en un problema, como cuando se convierten en un alivio de la obsesión en un trastorno obsesivo compulsivo, generalmente realizar pequeños gestos que nos ayuden a afrontar el futuro es muy humano y, además, útil para nuestra confianza.

Fuentes: scientificamerican.com, psychologytoday.com,

Escrito por Lara Pacheco Cuevas

Propósitos para el Año Nuevo

Se acaba el año y con la última uva nacen uno, dos o incluso decenas de buenos propósitos para el año que comienza. El año que termina ha sido especialmente complicado a nivel colectivo debido a la crisis que sufrimos. Comenzar una nueva etapa nos esperanza a todos y todas, y la Nochevieja simboliza eso, un cierre de lo ya pasado y la apertura de un nuevo tiempo en el que iniciar y afrontar nuevos proyectos.

Los propósitos para el nuevo año no sólo suelen ser similares dentro de nuestra cultura, sino que una misma persona puede repetirlos año tras año (dejar de fumar, aprender inglés, adelgazar…). Es decir, al finalizar enero recordamos aquello que nos prometimos a nosotros mismos mientras sonaban las campanas y nos damos cuenta de que para nada se han materializado. En ese momento es cuando puedes volver a pensar porqué no lo has conseguido. ¿Realmente era importante para ti hacer realidad ese propósito? ¿Era realista? ¿Tenías un plan? ¿Estabas preparado para hacer ese cambio o iniciar ese nuevo proyecto?

Este tipo de preguntas y algunas de las claves que te damos a continuación pueden ayudarte a gestar y alcanzar esos nuevos proyectos y a no ser demasiado duro contigo mismo.

Piensa qué quieres conseguir. ¿Es factible? Fíjate en qué sientes al pensar en ese propósito, ¿te gusta?

¿Por qué quieres conseguirlo? Enumera y recuerda TUS motivos para alcanzarlo. Traza un plan. Divide en partes tu proyecto de modo que tengas pequeños objetivos y márcate plazos para cada uno de ellos. Recuerda que es importante que éstos sean asequibles y realistas.

Y sobre todo, si en alguna ocasión tienes un tropezón no abandones y lo dejes otra vez para el próximo Año Nuevo; recuerda que cualquier cambio cuesta y requiere esfuerzo y que todos alguna vez fallamos, así que te animamos a que vuelvas a intentarlo. Lo que hayas avanzado es una gran conquista. ¡Cualquier mes del año es bueno para empezar algo nuevo!

 

Escrito por María Rueda Extremera

¿Invulnerables a la publicidad?

Allá por los años 50, el publicista James Vicary generó amor y odio a partes iguales cuando se jactó del éxito de sus anuncios «subliminales». La presentación de las palabras «Bebe Coca-Cola» (Drink Coke) en la pantalla, durante la película y a una velocidad demasiado rápida para ser detectados conscientemente, tuvo el efecto de aumentar la compra de refrescos en las salas de cine, o al menos eso afirmó.

Investigaciones más recientes han confirmado que efectivamente las personas podemos ser influenciadas por los mensajes subliminales. Del latín «por debajo del umbral», estos mensajes hacen ciertos conceptos mentales más accesibles y, en las condiciones adecuadas, pueden cambiar el comportamiento de las personas. Lo que ha resultado más importante es que el mensaje sea meta – relevante, es decir, si el mensaje subliminal es para una marca de bebida, es más probable que influya si tienes sed.

La idea de que nuestras decisiones pueden ser influenciadas por mensajes publicitarios de los que no somos conscientes plantea algunas preocupaciones éticas obvias. Lo relevante aquí es si existe alguna forma de protegernos de los mensajes subliminales, y ésto es lo que han explorado en un nuevo estudio.

Investigadores de la Universidad de Radboud (Nijmegen – Países Bajos) expusieron a dos grupos de estudiantes al nombre de una marca de refresco (Nestea o 7up) durante 17 ms, demasiado rápido para poder detectarlo conscientemente. A uno de los grupos se le indicó previamente que iban a ser expuestos a un mensaje subliminal, a otro se le advirtió posteriormente que habían sido expuestos a esta imagen, y a un tercero no se le mostró ningún mensaje o imagen subliminal. Finalmente se les pidió a todos ellos que eligieran entre dos bebidas (Nestea o 7up).

La advertencia funcionó, independientemente del momento en que se hiciera. Los participantes sedientos expuestos a una marca de bebida subliminal eran más propensos a elegir esa marca, a no ser que recibieran el mensaje de advertencia. Esto sugiere que somos capaces de protegernos o blindarnos ante la publicidad subliminal y que la advertencia no altera el procesamiento inicial del mensaje subliminal, pero que de alguna manera sí modifica el efecto. Los autores del estudio piensan que ser advertido desencadena una actitud más cautelosa que nos impide confiar en la accesibilidad de los pensamientos al tomar una decisión. De esta forma puede que nos volvamos menos confiados sobre las ideas y pensamientos que nos surgen, dándonos cuenta de que no siempre los generamos nosotros mismos.

Estos intrigantes resultados sugieren que podemos ser relativamente invulnerables a los mensajes publicitarios subliminales en situaciones en las que estamos cautelosos – quizás al hacer una compra costosa o muy importante. Sin embargo, se necesita más investigación en un entorno real para conocer los límites de nuestras defensas subliminales.

Fuente: Research Digest

Escrito por María Rueda Extremera

Pensamientos paranoicos, ¿más cotidiano de lo que pensamos?

Un día cualquiera, a eso de las nueve de la mañana, entras en el portal de tu casa y te encuentras en el descansillo a dos vecinos.  Se te quedan mirando y se meten atropelladamente en su casa. ¿Qué mosca les ha picado? ¿Será por mí? ¿Por qué se me han quedado mirando de una manera tan rara?. Dos semanas después, cuando vuelves a casa por la noche notas pisadas detrás de ti. Te descubres andando más deprisa, por si acaso, y a la que giras para llegar al portal te das cuenta de que tu “perseguidor” pasa de largo. Y respiras aliviado, ¡vaya susto!.

A todos nos ha pasado alguna vez la situación que se retrata más arriba. En efecto, a veces surgen en nosotros determinados pensamientos que podríamos definir como paranoicos y nos ponemos tensos pensando en que algo malo nos pudiera ocurrir. Una investigación reciente, publicada  en el British Journal of Psychiatry y dirigida por el Daniel Freeman, pone de relieve la alta presencia de pensamientos paranoicos en la población general, casi en la misma frecuencia que los pensamientos ansiógenos y depresivos.

En su estudio, Freeman utilizó la realidad virtual para simular una situación social determinada (en concreto, un viaje en el metro); y ver el tipo de pensamientos que tenían los participantes en función de las reacciones y comportamientos que tenían los distintos personajes del metro simulado. Así, cada participante se creaba un avatar, y ese avatar se subía al metro durante unos minutos mientras otros personajes interaccionaban con él de algún modo; algunos leían el periódico, otros miraban al tendido u hablaban con su acompañante.

Aunque la gran mayoría  juzgaba a los otros personajes de manera amigable o neutral, hasta un 40 % de los participantes presentaba al menos un  pensamiento paranoico a la hora de interpretar las acciones de los otros personajes.

Según sugiere Freeman, no debemos sorprendernos; el miedo a confiar o no en el otro es inherente a toda interacción social, y si estamos más ansiosos, tenemos menor autoestima o nos han ocurrido experiencias negativas con los demás, la frecuencia de estos pensamientos tiende a aumentar.

Freeman  también enumera algunas situaciones en las que, efectivamente, es más probable que hagamos interpretaciones con tintes paranoicos  Así, en aquellas en donde la información a manejar es ambigua, nos sentimos observados y predomina un análisis rápido de la información, la frecuencia aumenta. Admite, además, que la existencia de determinados acontecimientos (como los ataques terroristas) y la atención que los medios hacen de ellos han fomentado en la población  una situación de alarma; analizando situaciones inocuas como verdaderos peligros potenciales.

Así,  podemos tener pensamientos paranoicos, y no significar, por supuesto, la existencia de un problema en la persona quien los tiene alguna vez. Como dice el propio Freeman, “los preocupaciones hacía los otros forma parte del sentir esencial del ser humano

Escrito por David Blanco Castañeda.

Fuente: psychcentral.com

¡El amor está en el aire! ¿O es la oxitocina?

¿Has visto que en todas las tiendas hay bombones envueltos en papel rojo brillante, ositos de peluche abrazando corazones rosas y una infinita cantidad de anuncios de perfumes y colonias en la TV?

Puede ser que se deba a que hoy es el día de San Valentín, lo que significa que muchas parejas se mimarán como tortolitos durante toda la jornada. ¿Pero qué ocurre el día después, cuando desaparece el alcohol y el pico de azúcar? ¿Volverán las parejas a fijarse en otros atractivos cuerpos? ¿Preocupados? ¿Enfadados? ¿Perderán la cabeza por otras personas? Bueno, ¡que no cunda el pánico! Un elegante grupo de caballeros de la Universidad de Bonn ha acudido en nuestra ayuda para darnos una importante noticia en el volumen de Noviembre de 2012 de The Journal of Neuroscience: las hormonas podrían llevarnos a que  el amor, la confianza y el compromiso tengan efectos duraderos.

La oxitocina es una de los ingredientes clave para las relaciones románticas y de confianza. Esta hormona se produce en el hipotálamo, el cual se localiza sobre el tronco del encéfalo. En los humanos  y en otros animales, la oxitocina ha demostrado promover los lazos entre padres e hijos, así como entre los miembros de una pareja. Además, los estudios han mostrado que también está involucrada en el incremento de intimidad entre personas, llegando a ser conocida como la “hormona de la confianza”. Sin embargo, los científicos no habían determinado si la oxitocina podría promover las relaciones monógamas y perdurables. .. ¡hasta ahora!

En el presente estudio, este grupo de la Universidad de Bonn quería ver cómo los hombres heterosexuales sanos respondían a la oxitocina. Los voluntarios del estudio se dividían entre los que estaban comprometidos en una relación y los que estaban solteros. Así, a la mitad se les administró oxitocina en spray nasal y a los restantes un placebo. Después de 45 minutos se les presentó a una mujer atractiva (sí, los hombres participantes en el estudio la calificaron  posteriormente como muy atractiva). Mientras ella se situaba más cerca o más lejos de los voluntarios, a éstos se les pidió que indicaran cuándo estaba a una “distancia ideal“ o cuándo les hacía sentirse “ligeramente incómodos”.

Debido a que la oxitocina incrementa la confianza en la gente, era de esperar que aquellos que fueron impregnados con esta hormona permitieran que la mujer se acercara más a ellos. Sorprendentemente, encontraron justo lo contrario. Además, los hombres que estaban comprometidos en una relación e inhalaron oxitocina mantuvieron mayor distancia con la mujer que los del grupo con placebo. En contraste, la oxitocina no tuvo efecto sobre los solteros.

Lo más chocante que se encontrara este mismo efecto cuando se les mostraban fotografías de mujeres atractivas. Consistentemente, los hombres que recibieron oxitocina prefirieron mantener una mayor distancia con las imágenes, sin embargo aquellos que recibieron el placebo no mostraron reticiencias. En conjunto, este estudio muestra que la oxitocina podría promover las relaciones humanas monógamas duraderas.

Así que este Día de San Valentín, ¿por qué no pasamos del champagne y los bombones y nos damos a la oxitocina? Recomendaríamos envolverla en papel rojo brillante y presentarla en un elegante frasco de perfume rodeado por los bracitos de un adorable oso blanco de peluche.

 

Traducido y adaptado de la fuente: http://knowingneurons.com 

Referencia: Scheele D., Striepens N., Gunturkun O., Deutschlander S., Maier W., Kendrick K.M. & Hurlemann R. (2012). Oxytocin Modulates Social Distance between Males and Females, Journal of Neuroscience, 32 (46) 16074-16079.

Cómo el Poder Puede Corromper a los Líderes

Es popularmente conocido que el poder corrompe y los líderes generalmente se ven corrompidos por éste, lo cual les lleva a cometer acciones que no son del todo correctas moralmente hablando.

Esto parece un tema extremadamente complejo, pero parece estar bastante claro cómo los líderes acaban siendo corrompidos por el poder.

Por una parte, el líder puede convencerse a sí mismo de que el acto reprobable que está realizando no lo es tanto en su caso. De esta forma, un líder puede hacer excepciones consigo puesto que es un líder. Las leyes que gobiernan lo que está bien y está mal no se aplican a él precisamente por su carácter poderoso. En este caso, el líder nos diría que para otras personas eso estaría mal, pero no para él, puesto que el tiene el apoyo de múltiples seguidores y lo hace por el bien de todos ellos.

Existe otra forma de ser corrompido por el poder. En ésta, el líder es “intoxicado” por el propio poder. En este caso, un líder realizaría un comportamiento tratado generalmente como malo para el común de los mortales simplemente porque su posición se lo permite. Además, en este caso, los seguidores tienden a realizar excepciones en sus juicios y aprobar el comportamiento justamente porque es el líder.

Por supuesto, siempre existirán aquellos que desean el poder simplemente para subyugar a sus semejantes, pero en este caso no podríamos hablar estrictamente del líder que ha sido corrompido por el poder según lo ha ido obteniendo. Comportarse como un buen líder en la sociedad actual es extremadamente difícil. Lograr que los seguidores sientan que son buenos en ello y además justos en el uso del poder es a menudo muy importante en la necesidad de manejar grupos o crear buenos ambientes tanto laborales como sociales.

Por ello conocer los procesos psicológicos subyacentes al liderazgo y el manejo del poder pueden llevarnos a nuevas perspectivas en muy diversos campos.

Fuente: Psychology Today

Escrito por: Lara Pacheco Cuevas