La suerte, los rituales y la sensación de control

¿Nos hemos comido las doce uvas de la suerte al empezar el año? ¿Vestimos ropa interior roja? ¿Algo nuevo y algo viejo? ¿Metimos oro en nuestra copa de champán?

En estas fechas el número de rituales que cumplir parece dispararse por encima de lo normal. Sin embargo, a diario efectuamos pequeños rituales que nos ayudan a enfrentar diferentes situaciones vitales. Hace tiempo que desde la psicología y antropología se conoce que a lo largo de diferentes culturas se practican rituales para afrontar situaciones difíciles. Es lógico, por tanto, que al afrontar un nuevo periodo, como el año nuevo, afloren diferentes tradiciones supersticiosas.

Generalmente nos involucramos en rituales en dos tipos de situaciones. Por un lado, ante algo que nos produce un alto nivel de ansiedad sobre nuestra actuación, como jugar una final o dar un discurso. Por otra parte, ante una situación extremadamente negativa, como la muerte de un ser querido o la pérdida de una relación significativa.

Como seres simbólicos, tratamos de realizar acciones que controlen el mundo que nos rodea. De hecho, generalmente los rituales no son elaborados de forma azarosa. Cuando tratamos de alejar cosas negativas hacemos gestos hacia el exterior de nuestro cuerpo o bien destruimos objetos representativos del hecho. Cuando lo que queremos es protegernos, llevamos objetos que nos dan suerte, comemos cosas que son apropiadas para el beneficio de la suerte o juntamos objetos como forma de unión de sus propiedades simbólicas.

Todas estas acciones no son más que formas en las que las personas tratamos de sentir que tenemos el mundo que nos rodea controlado. Para el correcto desarrollo de nuestras formas de relacionarnos con el mundo, es imprescindible que nos sintamos mínimamente con el control sobre nuestras vidas. Cuando esto falta, aumenta la ansiedad y es probable que el bienestar psicológico se vea gravemente afectado.

El realizar los rituales correctos ante situaciones difíciles de hecho sí aumenta nuestra confianza en nosotros mismos, alivia la aflicción y en muchas ocasiones incluso mejora el rendimiento, claro, a través de una autoeficacia mayor.

Aunque en ocasiones los rituales pueden convertirse en un problema, como cuando se convierten en un alivio de la obsesión en un trastorno obsesivo compulsivo, generalmente realizar pequeños gestos que nos ayuden a afrontar el futuro es muy humano y, además, útil para nuestra confianza.

Fuentes: scientificamerican.com, psychologytoday.com,

Escrito por Lara Pacheco Cuevas

Propósitos para el Año Nuevo

Se acaba el año y con la última uva nacen uno, dos o incluso decenas de buenos propósitos para el año que comienza. El año que termina ha sido especialmente complicado a nivel colectivo debido a la crisis que sufrimos. Comenzar una nueva etapa nos esperanza a todos y todas, y la Nochevieja simboliza eso, un cierre de lo ya pasado y la apertura de un nuevo tiempo en el que iniciar y afrontar nuevos proyectos.

Los propósitos para el nuevo año no sólo suelen ser similares dentro de nuestra cultura, sino que una misma persona puede repetirlos año tras año (dejar de fumar, aprender inglés, adelgazar…). Es decir, al finalizar enero recordamos aquello que nos prometimos a nosotros mismos mientras sonaban las campanas y nos damos cuenta de que para nada se han materializado. En ese momento es cuando puedes volver a pensar porqué no lo has conseguido. ¿Realmente era importante para ti hacer realidad ese propósito? ¿Era realista? ¿Tenías un plan? ¿Estabas preparado para hacer ese cambio o iniciar ese nuevo proyecto?

Este tipo de preguntas y algunas de las claves que te damos a continuación pueden ayudarte a gestar y alcanzar esos nuevos proyectos y a no ser demasiado duro contigo mismo.

Piensa qué quieres conseguir. ¿Es factible? Fíjate en qué sientes al pensar en ese propósito, ¿te gusta?

¿Por qué quieres conseguirlo? Enumera y recuerda TUS motivos para alcanzarlo. Traza un plan. Divide en partes tu proyecto de modo que tengas pequeños objetivos y márcate plazos para cada uno de ellos. Recuerda que es importante que éstos sean asequibles y realistas.

Y sobre todo, si en alguna ocasión tienes un tropezón no abandones y lo dejes otra vez para el próximo Año Nuevo; recuerda que cualquier cambio cuesta y requiere esfuerzo y que todos alguna vez fallamos, así que te animamos a que vuelvas a intentarlo. Lo que hayas avanzado es una gran conquista. ¡Cualquier mes del año es bueno para empezar algo nuevo!

 

Escrito por María Rueda Extremera