Bienestar psicológico tras el confinamiento: quién es vulnerable

Los confinamientos necesarios en caso de enfermedades infecciosas como la actual COVID-19, tienen consecuencias sobre la salud, no solo física, sino también a nivel psicólogo. 

Las diferentes respuestas psicológicas, y los apoyos recibidos pueden dar lugar a una afectación sobre el bienestar psicológico muy importante tanto a nivel individual como en la comunidad que ha de mantenerse recluida.

Los primeros estudios publicados sobre la población en España, indican que la población muestra niveles elevados de sintomatología ansiosa (32,4%), depresiva (44,1%) o de estrés (37%). 

Extraída de eldiario.es

El tipo de persona que tiene más peligro de sufrir un gran estrés psicológico tras el confinamiento, tiene un perfil curiosamente opuesto al que sufre la enfermedad. Las mujeres jóvenes son las que más posibilidad tienen de presentar sintomatología de ansiedad, depresión y estrés. Por otra parte, es importante considerar otros factores que ponen a la persona que se encuentra confinada en riesgo de sufrimiento psicológico. Personas que han tenido algún síntoma del COVID-19, que tenían problemas psicológicos previos, que tomen medicación y que en el plano social, sus relaciones hayan empeorado, ya sea en casa o con otras personas. 

Ya que sabemos que esto ocurre, lo ideal sería plantear mecanismos de afrontamiento que se conoce que pueden hacer que se reduzca el bienestar psicológico, especialmente, observando qué le ha servido a las personas que han tenido que ser confinadas anteriormente.

En este sentido, se publica una revisión de los artículos científicos para resumir las estrategias que dan lugar a menos síntomas de malestar psicológico. Sobre lo que ocurre después del confinamiento, no podemos decir claramente su sea aplicable a este, ya que la situación actual es totalmente novedosa, pero sí podemos decir que en otras situaciones parecidas, al cabo de dos meses los pensamientos negativos, de tristeza y la preocupación sobre el virus se reducen significativamente, especialmente según son personas de más edad.

Centrándonos en lo que sirve para que el malestar en estas situaciones no sea elevado a lo largo del tiempo, tras el periodo de confinamiento, podemos especificar cuatro estrategias de afrontamiento útiles observadas en los diferentes estudios: la resolución de problemas, la búsqueda de apoyo social, la negación, evitación o distracción y las evaluaciones positivas.

Resolución de problemas

Una forma de afrontar la crisis que supone la restricción de la libertad debido a una enfermedad infecciosa es el realizar acciones dirigidas a la propia salud. Este tipo de estrategias son fundamentales, pero han de realizarse de forma ajustada, no excesiva. Tienen que ver con las medidas de seguridad como limpieza, auto-aislamiento, o incluso el mantenerse informado sobre la crisis del COVID-19. Además, el cuidado de otros, también se incluiría en las estrategias de resolución de problemas.

Apoyo social

En este sentido, podríamos referirnos a recibir apoyo social de una forma extensa. Puede ser a través de grupos de apoyo mutuo, de pacientes o supervivientes, la percepción de apoyo por parte de los profesionales de la salud, incluso refugiarse en una comunidad religiosa. 

Negación o distracción

En un caso como el de salir de un periodo de confinamiento, que tiende a ser especialmente incontrolable, son muchas las personas que llevan a cabo acciones para distraerse de la situación, ya sean acciones externas como evitación mental. Desde rechazar un diagnóstico de la enfermedad, sentirse embotado, negar la magnitud de la vivencia y, en muchas ocasiones, acciones medianamente compulsivas sobre temas ajenos a la enfermedad. Buscar trabajo, emprender acciones para cambiar de casa o preocuparse mucho por temas menores en el trabajo.

Apreciaciones en positivo

Tras un periodo que puede ser medianamente traumático, se puede dar en ocasiones lo que llamamos crecimiento post-traumático, que en ningún caso ha de ser forzado, pero que puede dar lugar a valoraciones positivas de una vivencia negativa. Aprendizajes que se han podido realizar a través de esta vivencia, posibilidad de métodos de prevención personal o acciones relacionadas con un control personal de la situación (locus de control interno) llevan a una mejor capacidad de afrontamiento tras la crisis y a mecanismos de afrontamiento activos.

Factores demográficos, estrés psicológico y percepción del riesgo

Los factores que harán que aparezca un mayor estrés psicológico después del periodo de confinamiento serán el hecho de ser personal sanitario, tener una enfermedad crónica o haber perdido a algún familiar durante el mismo. Un factor que parece importante es la edad, pero en este sentido, puede ser tanto en las personas de mucha edad como personas más jóvenes, parecen ser los más vulnerables a sufrir estrés psicológico. Las personas de mayor nivel educativo, parecen ser los más protegidos contra emociones negativas.

Las variables sobre percepción del riesgo dan lugar a un mayor estrés psicológico. Lo que causa más preocupación en primer lugar no es en el hecho de contagiarse, sino los confinamientos recurrentes. Después el que se vuelva a producir una expansión del virus, el contagio y la salud de la familia.

Lo que hace que variables relacionadas con el sufrimiento psicológico, ansiedad, depresión o salud mental general puedan ocurrir con más probabilidad tiene que ver en gran parte con la percepción del impacto de la epidemia, el nivel de amenaza, del control sobre el virus y de la percepción de la propia capacidad de afrontamiento. El afrontamiento activo, así como la búsqueda de apoyo social ante las diferentes preocupaciones causadas por la pandemia ayuda a tener un mayor bienestar psicológico.

Conocer el perfil de la persona con riesgo en España durante el confinamiento para minimizar el daño causado por la COVID-19, así como apoyarnos en los datos disponibles sobre el bienestar psicológico tras los periodos de confinamiento en otros momentos históricos pueden ayudarnos a orientar los abordajes necesarios en el apoyo psicológico que se pueda dar de ahora en adelante a las personas que puedan sufrir estos efectos.

Escrito por Lara Pacheco Cuevas

Fuentes: 

Odriozola-González, P., Planchuelo-Gómez, Á., Irurtia-Muñiz, M. J., & de Luis-García, R. (2020). Psychological symptoms of the outbreak of the COVID-19 crisis and confinement in the population of Spain.
Chew, Q. H., Wei, K. C., Vasoo, S., Chua, H. C., & Sim, K. (2020). Narrative synthesis of psychological and coping responses towards emerging infectious disease outbreaks in the general population: practical considerations for the COVID-19 pandemic. Singapore medical journal.

Hábitos cotidianos que protegen tu salud mental (Comportamientos emocionalmente saludables I)

Frecuentemente nos encontramos con consejos sobre lo que debemos hacer para mantener nuestro cuerpo sano; cuántas calorías hemos de consumir, cuál debe ser nuestro peso, cuánto ejercicio hacer… Sin embargo, parece más difícil crear costumbres que nos lleven a mejorar el estado de salud mental. Por ello, hoy queremos enumerar algunas prácticas que puedes llevar a cabo para proteger tu salud mental y encontrarte más fuerte emocionalmente.

Cuida tu cuerpo. El ya tópico mens sana in corpore sano ha de ser tenido siempre en cuenta si queremos proteger nuestra salud mental. Una mala alimentación hace que las sustancias que pueblan nuestro cuerpo, incluido nuestro cerebro, se encuentren poco equilibradas y crea ciertas respuestas cuasi “adictivas”. Esto provocará en nosotros una mayor vulnerabilidad ante la ansiedad o estados emocionales negativos. El ejercicio físico, por otra parte, libera en nosotros sustancias relacionadas con el placer que nos protegen frente al estrés diario. Además, comprometernos con unos hábitos físicos saludables y sentir nuestro cuerpo en mejor estado físico nos hace sentirnos más eficaces y produce efectos positivos sobre la autoestima.

Foto: aidsmap.com

Relájate más a menudo. Las jornadas laborales prolongadas, el cuidado de los hijos, el manejo de las tareas cotidianas… A lo largo del día puede parecer que no hay tiempo para más. Sin embargo, lograr establecer aunque sean 30 minutos al día para realizar alguna actividad que te relaje (puede ser tanto ejercicios de relajación como leer un libro, escuchar música, hacer calceta o puzles, lo que sea mejor para ti) tendrá efectos muy positivos sobre tu salud mental. En este breve tiempo lograrás que tus niveles generales de ansiedad y/o estrés disminuyan, de forma que podrás rendir con más eficacia en el resto de actividades que inundan tu día y además con menor sufrimiento.

Haz un voluntariado. Implicarte en alguna actividad voluntaria que sintonice con tus gustos tendrá también efectos positivos sobre tu salud mental. Diversos estudios científicos han observado que el hecho de participar en acciones altruistas potencia la autoestima y una mayor satisfacción con la vida. Además, realizar alguna actividad diferente, fuera de las obligaciones, puede distraer tu mente de las preocupaciones que te atenazan a diario y proporcionar un soplo de aire fresco ante los pensamientos negativos y persistentes que en ocasiones pueden presentarse.

Rodéate de personas positivas. Si tu familia y amigos tienden a señalar y prestar más atención a las cosas negativas, es normal que tu tendencia sea a mirar también el mundo de esta forma. No sólo esto, si has tomado conciencia de esta tendencia y preferirías cambiarla, puede ser especialmente complicado cuando en tu red social se resalta esta forma de ver lo que nos ocurre. No olvides que entre las personas que forman parte de nuestra vida se tiende a producir un efecto de contagio emocional y permanecer rodeado de personas que puedan afrontar la vida de una forma más optimista tendrá sobre ti efectos beneficiosos, lograrás centrar tu atención en el lado más positivo de los acontecimientos vitales. Esto no quiere decir que dejes de relacionarte con la gente que quieres cuando estén en un momento vital más negativo, en el que por un tiempo se encuentren más abatidos, simplemente, trata de que la suma de actitudes que te rodean tiendan a proporcionarte más puntos de vista positivos.

Estas son sólo algunas opciones de hábitos que te puedan aumentar tu bienestar emocional, las formas de hacerlo pueden ser muchas. La semana que viene os mostraremos otras costumbres para incluir en vuestro día a día que fomenten un mejor estado de salud mental y aumenten la capacidad de afrontamiento ante acontecimientos vitales dolorosos.

Fuente: psychcentral.com

Escrito por Lara Pacheco Cuevas

El género también afecta a la salud mental

Los hombres y mujeres no somos iguales del todo. Siempre buscamos una igualdad social y cultural, así como igualdad de oportunidades. Pero quizá porque aún queda un largo camino hasta llegar a una plena igualdad, o quizá por otros motivos, cuando hablamos de salud mental, aún hay muchas diferencias entre hombres y mujeres.

En general, se conoce que las mujeres tienen más frecuentemente trastornos del ánimo y trastornos relacionados con la ansiedad y el estrés. Estas diferencias entre géneros han sido ampliamente estudiadas y los estudios en psicología sobre el género son amplios y complejos. Con motivo de la celebración del Día Internacional de la Mujer Trabajadora ayer 8 de marzo, queremos hacer una pequeña búsqueda sobre los motivos por los que existen estas diferencias en salud mental entre mujeres y hombres.

Hay varios factores que se enuncian como hipótesis para explicar estas diferencias. Por una parte, las diferencias biológicas a nivel genético u hormonal. Podría ser que en las mujeres existiera un componente genético que las hiciera más vulnerables al sufrimiento psicológico. O bien que las fluctuaciones hormonales propias de la mujer a lo largo del ciclo vital influyeran también sobre la vulnerabilidad a dichos trastornos.

Sin embargo, no se ha podido demostrar que estos factores biológicos expliquen claramente estas diferencias entre hombres y mujeres. Por esto, también se investigan otros factores que pudieran hacer que en las mujeres haya una mayor prevalencia de trastornos psicológicos de este tipo. Por un lado, se plantea que las mujeres, tengan en términos generales menos recursos; las ya conocidas diferencias salariales entre una mujer y un hombre o el acceso a puestos de menor poder, llevaría a las mujeres a tener menos recursos, lo que puede derivar en un afrontamiento puramente material menos eficaz en términos de salud.

Teniendo en cuenta que en nuestra sociedad actual las diferencias de género son bastante amplias, es importante considerar los factores sociales y su influencia sobre la salud mental. El rol de las mujeres está sometido a unas mayores exigencias y obligaciones, así como las mujeres sufren a lo largo de la vida mayor número de eventos estresantes. Aunque estas diferencias han sido usadas en investigación para explicar las diferencias de salud mental, sólo han logrado explicarlas parcialmente a través de estos factores.

Así, se plantea que las mujeres tengan una mayor vulnerabilidad al estrés que quizá conduzca posteriormente al desarrollo de problemas de salud mental. Esto se podría explicar por las diferencias entre las concepciones del rol de género femenino y masculino. El rol femenino sería más internalizante, llevando a estrategias que hacen que sean más vulnerables a los trastornos de ansiedad y depresivos, mientras que un rol masculino sería más externalizante, llevando a un afrontamiento que les hace más vulnerables a trastornos adictivos o conducta antisocial.

El hecho de que las formas de afrontar los problemas se relacione con los roles de género, se ve reflejado en el estudio de 2010 llevado a cabo por Seedat y su grupo, en el que encontraron que el rol femenino tradicional es un factor de riesgo para el desarrollo de la depresión. Se propone que si se disminuyera la influencia de un rol femenino tradicional, la incidencia de trastornos depresivos se igualaría entre hombres y mujeres.

En general, unos roles de género muy estrictos son perjudiciales tanto para mujeres como para hombres. Aunque aquí nos hemos centrado en los factores que pueden afectar a ese mayor desarrollo de trastornos en la salud mental en mujeres, el tener que ceñirse a un rol de género concreto puede ser perjudicial para todos, así que una flexibilidad en este sentido será siempre beneficiosa para ambos géneros. La prevención en salud mental pasa por la educación en aspectos emocionales, sociales y de afrontamiento al estrés, pero también es importante tener en cuenta que una educación menos rígida en la necesidad de adecuarse al rol de género puede proporcionar muchos beneficios sociales en temas de salud mental. Permitamos a cada persona desarrollarse en una sociedad más sana, incluyendo la libertad de moverse fuera de los estereotipos de género.

ResearchBlogging.orgDenton M, Prus S, & Walters V (2004). Gender differences in health: a Canadian study of the psychosocial, structural and behavioural determinants of health. Social science & medicine (1982), 58 (12), 2585-600 PMID: 15081207

Piccinelli, M. (2000). Gender differences in depression: Critical review The British Journal of Psychiatry, 177 (6), 486-492 DOI: 10.1192/bjp.177.6.486

Rosenfield, S. & Mouzon, D. (2013) Gender and mental health. En C. Aneshensel, J.C. Phelan & A. Bierman (Eds.) Handbook of the Sociology of Mental Health (pp 277-296). Netherlands: Springer.

Escrito por Lara Pacheco Cuevas

¿Funciona realmente el “brain-training”?

Hace bastantes años que se han popularizado diferentes juegos o ejercicios que nos prometen mejoras en nuestra inteligencia, y aún más, un cerebro más potente y joven. La comunidad científica trata de comprender cómo funcionan estos programas y si las mejoras que prometen son tales. No sólo eso, los estudios científicos sobre los programas de entrenamiento cognitivo hacen hincapié en la “juventud” del cerebro, considerando más importante el cómo realizar ejercicio cognitivo detendría el declive que puede producirse en el envejecimiento.

Dar respuesta a la pregunta del título sobre si el entrenamiento cognitivo realmente funciona no es simple. Tendríamos que preguntarnos además qué es funcionar. Para responder a esto, disponemos de conocimientos sobre lo que sí hace el entrenamiento cognitivo y qué no.

Por una parte, parece ser que no existe una clara evidencia científica sobre la mejora en la inteligencia general; si ésta es la promesa, parece ser que a día de hoy no podemos confiar en ella. Uno de los principales problemas del entrenamiento cognitivo es que no ha llegado a dar lugar a lo que en inglés se define como “far transfer”, es decir, una transferencia de mejora entre diferentes funciones cognitivas (por ejemplo; entrenarnos en ejercicios de visión espacial no nos proporcionará una mejor memoria en sí mismo) (Park, 2013).

Además, la investigación en adultos jóvenes, así como en niños, tampoco está suficientemente avanzada como para poder decir con seguridad que estos entrenamientos cognitivos sean efectivos en estos grupos de edad.

Cuando hablamos de población mayor, sin embargo, sí encontramos ciertos resultados esperanzadores respecto al entrenamiento cognitivo. Hay funciones cognitivas que son más susceptibles de ser mejoradas con entrenamiento y además tener repercusión sobre la vida cotidiana de las personas mayores. Los diferentes estudios describen mejoras mucho más sobre el razonamiento lógico que sobre la memoria, cuyo entrenamiento aislado no parece dar lugar a una mejora. Un estudio publicado recientemente (Rebok, 2014) ha avalado que, con una intervención correctamente planificada y sobre funciones específicas, podemos observar que no sólo se producen mejoras en las funciones entrenadas sino también en la capacidad de llevar a cabo sin problemas las actividades de la vida diaria, mientras que el grupo que no realizó este entrenamiento decayó en esta capacidad. Además, el resultado más impresionante de este estudio es que estos efectos se mantienen ¡hasta diez años después!

Pero no cualquier actividad cognitiva funciona necesariamente para todo el mundo. Ciertos resultados señalan que es especialmente importante que el entrenamiento sea una tarea estimulante y quien la realiza ha de sentirse comprometida con la tarea; si esto no es así no se observa mejora.

Por el momento, aún estamos lejos de conocer específicamente cómo el entrenamiento cognitivo hace sus efectos sobre el cerebro.

Sí que podemos ver ciertos beneficios a los ejercicios de entrenamiento cognitivo, pero no podemos atribuirles unos “resultados milagro”. Las recomendaciones que Steven Novella nos da en su post respecto a este tema pueden servirnos como una guía para entender racionalmente los efectos de estos ejercicios:

-Realizar tareas mentales que sean un reto intelectual para nosotros es bueno para el mantenimiento cognitivo.

-Sería bueno que las tareas sean diferentes y variadas. No es necesario que sean informatizadas, las tareas de lápiz y papel pueden funcionar igual de bien.

-Es importante encontrar diversión genuina en realizar este tipo de tareas.

-Cuando el bombo publicitario parezca excesivo, seguramente lo sea.

¡Feliz entrenamiento cognitivo! ¡Y mucha diversión!

 

Fuentes y bibliografía: Scientific American, sciencebasedmedicine.org, Dialogues in Clinic Neuroscience, Journal of the American Geriatrics Society.

  • Park, D.C. y Bischof, G.N. (2013) The aging mind: neuroplasticity in response to cognitive training. Dialogues in Clinical Neuroscience; 15(1): 109–119.
  • Rebok, G.W., et al (2014) Ten-Year Effects of the Advanced Cognitive Training for Independent and Vital Elderly Cognitive Training Trial on Cognition and Everyday Functioning in Older Adults. Journal of the American Geriatrics Society, 62 (1): 16–24.

Escrito por Lara Pacheco Cuevas

 

Propósitos para el Año Nuevo

Se acaba el año y con la última uva nacen uno, dos o incluso decenas de buenos propósitos para el año que comienza. El año que termina ha sido especialmente complicado a nivel colectivo debido a la crisis que sufrimos. Comenzar una nueva etapa nos esperanza a todos y todas, y la Nochevieja simboliza eso, un cierre de lo ya pasado y la apertura de un nuevo tiempo en el que iniciar y afrontar nuevos proyectos.

Los propósitos para el nuevo año no sólo suelen ser similares dentro de nuestra cultura, sino que una misma persona puede repetirlos año tras año (dejar de fumar, aprender inglés, adelgazar…). Es decir, al finalizar enero recordamos aquello que nos prometimos a nosotros mismos mientras sonaban las campanas y nos damos cuenta de que para nada se han materializado. En ese momento es cuando puedes volver a pensar porqué no lo has conseguido. ¿Realmente era importante para ti hacer realidad ese propósito? ¿Era realista? ¿Tenías un plan? ¿Estabas preparado para hacer ese cambio o iniciar ese nuevo proyecto?

Este tipo de preguntas y algunas de las claves que te damos a continuación pueden ayudarte a gestar y alcanzar esos nuevos proyectos y a no ser demasiado duro contigo mismo.

Piensa qué quieres conseguir. ¿Es factible? Fíjate en qué sientes al pensar en ese propósito, ¿te gusta?

¿Por qué quieres conseguirlo? Enumera y recuerda TUS motivos para alcanzarlo. Traza un plan. Divide en partes tu proyecto de modo que tengas pequeños objetivos y márcate plazos para cada uno de ellos. Recuerda que es importante que éstos sean asequibles y realistas.

Y sobre todo, si en alguna ocasión tienes un tropezón no abandones y lo dejes otra vez para el próximo Año Nuevo; recuerda que cualquier cambio cuesta y requiere esfuerzo y que todos alguna vez fallamos, así que te animamos a que vuelvas a intentarlo. Lo que hayas avanzado es una gran conquista. ¡Cualquier mes del año es bueno para empezar algo nuevo!

 

Escrito por María Rueda Extremera

¿Te deprime o estresa la Navidad? – Algunos consejos para afrontar las fiestas

La Navidad es una época en la que se nos bombardea con mensajes sobre lo felices, ilusionados y esperanzados que debemos estar. La creación de este tipo de expectativas y su incumplimiento pueden dar lugar a sentimientos de inadecuación si no nos sentimos todo lo felices que “debemos”.

Además de esto, las navidades nos exigen mucho respecto a lo que debemos hacer en muy poco tiempo: acudir a fiestas, cocinar, limpiar, comprar, comer y beber… Por esto, además de un sentimiento de no estar lo suficientemente feliz, se le añade el estrés de todas estas exigencias; podemos sentir que no llegamos en tiempo o en economía para complacer a nuestros seres queridos.

Otro de los puntos clave por los que la navidad puede ser especialmente triste e incluso llevar a procesos depresivos es la falta de los seres queridos que un día sí celebraron estas fiestas con nosotros. Aunque los procesos de duelo puedan estar bastante resueltos, en estas fechas se puede acentuar la sensación de pérdida.

Si la navidad hace que nos sintamos deprimidos, estresados o solitarios, hay algunos consejos que podemos seguir para minimizar sus efectos.

Reconoce lo que sientes. Si echas de menos a alguna persona, o estás pasando por una situación difícil, permítete sentirte triste aunque los mensajes del exterior te propongan lo contrario.

Busca gente con quién estar. Si tu mayor problema es que te sientes solo en estas fechas, es posible que encuentres un grupo de personas que no pensabas que fuera la compañía esperada en estas fiestas, pero podría sorprenderte si estás abierto a nuevas oportunidades.

Sé realista. No todas las fiestas de todos los años han de ser perfectas. Las tradiciones y las familias varían con los años. Quizá las navidades pasadas parecen ser las mejores, pero si mantienes la mente abierta a nuevas formas de celebrar puedes descubrir grandes nuevos momentos.

Deja a un lado las diferencias. Trata de aceptar a los familiares y amigos que te rodean como son, aunque no cumplan tu ideal. Ponerte en su lugar o dejar las discusiones para otro momento puede ahorrarte mucho estrés, y además, ¿has pensado que puede que también ellos estén pasando por esa ansiedad y/o depresión navideñas?

Planifica. Crear una pequeña agenda para estos días hará que gestiones mejor el tiempo que se hace escaso. Añade en este plan momentos de descanso, para leer un buen libro, dar un paseo o escuchar música. Incluir estos momentos de relax te ayudará a aprovechar mejor los momentos de mayor actividad. Además, anticipar un presupuesto de los gastos de estos días te ahorrará sorpresas económicas que añadan presión.

Aprende a decir no. Tus compañeros y amigos entenderán que a veces no puedas comprometerte con todos los planes y actividades propuestos. En aquellos planes en los que tengas oportunidad de decir que no y te supongan un estrés añadido, cambia el plan por otras actividades de descanso en este periodo.

Entender la Navidad como una época de felicidad obligada es una tarea muy dura de cumplir. Quizá, además de las connotaciones religiosas, podamos darle el significado original del solsticio de invierno, en el que se da a entender que es la época en la que aprendemos que el sol volverá a aumentar su presencia. Que la primavera volverá. En la naturaleza, así como en nuestra vida, la tendencia es que haya cambios que puedan traer el bienestar de nuevo, aunque no sea obligatoriamente en navidad.

Fuentes: psychologytoday.com, webmd.com, mayoclinic.com

Escrito por Lara Pacheco Cuevas

El «test de la mantequilla de cacahuete» para el Alzheimer

En la lucha contra la enfermedad de Alzheimer se considera de gran importancia poder anticiparnos a la aparición de ésta en fases pre-clínicas (antes de que aparezcan los síntomas propios ya conocidos). Dentro de la investigación sobre la enfermedad, se ha supuesto que previo al daño evidente que produce, anteriormente han de aparecer otros síntomas poco visibles que nos ayuden a intervenir de forma temprana. Esto se considera fundamental debido a que una intervención temprana puede retrasar el avance de la enfermedad. Con este objetivo, estamos acostumbrados a ver estudios de neuroimagen en los que se encuentran alteraciones de las conexiones cerebrales en las primeras etapas de la enfermedad de Alzheimer o proteínas asociadas a la enfermedad que se pueden encontrar en el plasma sanguíneo, de forma que se pueda conocer la aparición de esta terrible enfermedad lo antes posible.

A muchos de nosotros nos puede sorprender que existan déficit menos conocidos producidos por la enfermedad de Alzheimer y que puedan servir para la detección precoz de ésta. Hace ya tiempo que se han establecido déficits en la capacidad olfativa en enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer y el Párkinson.

Hablando concretamente de la enfermedad de Alzheimer, encontramos que múltiples áreas cerebrales afectadas en esta enfermedad son de gran importancia para el reconocimiento a través del olfato. Éstas pueden ser la parte frontal del lóbulo temporal, las cortezas olfativas primarias o la corteza entorrinal, así como el hipocampo.

En base a este conocimiento, una estudiante de la Universidad de Florida ha desarrollado un test olfativo por el que se puede manifestar, por el momento sólo de forma confirmatoria, la presencia de enfermedad de Alzheimer. Lo mejor de esta prueba, según los investigadores que han llevado a cabo este estudio, es que comparativamente con otras medidas para hacer el diagnóstico, es mucho más barato y rápido.

En el “test de la mantequilla de cacahuete” se pide a la persona que cierre los ojos, la boca y tape uno de los dos agujeros de la nariz. Se coloca una cucharada de este producto a cierta distancia de su nariz, medida ésta con una regla y se va acercando centímetro a centímetro hasta que se percibe el olor. Con este método, encontraron que se veía afectado concretamente el agujero izquierdo de la nariz en comparación con el derecho, lo cual podría ser específico del Alzheimer frente al déficit del olfato presente en otras enfermedades neurológicas.

Aunque por el momento este test se encuentra en fases prematuras de desarrollo, estos resultados pueden ser síntomas prometedores para revelar la enfermedad de Alzheimer de forma temprana. Además, nos da una idea sobre la variedad de modalidades sensoriales que pueden alterarse en las enfermedades neurológicas. En muchas ocasiones no son plenamente atendidas pero, sin embargo, pueden darnos nuevas informaciones sobre esta compleja enfermedad.

Fuente: http://www.medicalnewstoday.com/articles/267236.php

Escrito por Lara Pacheco Cuevas

Yo tengo un trastorno mental

Según la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), una de cada cinco personas en edad de trabajar sufren un trastorno mental. La prevalencia de sufrirlo en algún momento a lo largo de la vida es el doble. Esto implica que el riesgo de que cualquiera de nosotros lo experimente es alto para todos y todas.

Sin embargo, todavía parece difícil tratar este tema con la misma normalidad que tratamos otros tipos de sufrimiento. El presidente Obama lo explicaba con bastante acierto este lunes (3 de junio de 2013).

Sabemos que la recuperación es posible, que existe ayuda; pero como sociedad aún pensamos sobre la salud mental como diferenciada de otros tipos de salud. Vemos anuncios en televisión sobre todo tipo de temas de salud, algunos de ellos muy personales y todavía susurramos sobre los temas de salud mental y evitamos hacer muchas preguntas

Estos susurros son la sombra del estigma que sufren las personas con trastornos mentales de diversos tipos. El estigma de una persona por sufrir depresión, esquizofrenia, ansiedad generalizada, o cualquier otro trastorno lleva a la vergüenza y a la culpa. Se convierte en autoestigma y reduce las posibilidades de buscar ayuda. Reduce la confianza en uno mismo, la sensación de poder hacer algo al respecto e incluso de poder contar a los demás lo que ocurre. El estigma es una etiqueta negativa que colgamos a alguien que pertenece a un grupo externo a nosotros. El que lleva esa etiqueta nos asusta, nos enfada, no lo entendemos.

Sufrir un trastorno psicológico es un evento vital que nos transforma de la misma forma que los demás eventos. Ese que lo sufre no es distinto a ti. Nadie quiere tener un trastorno de este tipo, nadie quiere mantenerlo. Tiene la misma culpa de sufrirlo que la que tiene una persona que sufre de apendicitis o de cáncer. El estigma sufrido es un peso extra en la recuperación.

Ya que el estigma se basa en que son ellos frente a nosotros, no debemos olvidar que “ellos”, los que llevan la etiqueta, pueden ser nuestra madre, nuestro hermano o nuestra hija. “Ellos” pueden ser tú, o yo.

 

Fuentes: ocde.org, whitehouse.gov, Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría (López et al, 2008)

Escrito por: Lara Pacheco Cuevas

 

¿Qué nos aporta leer?

Leer no es sólo un acto intelectual en el que nos atrae un estilo, unas figuras literarias utilizadas oportunamente, la historia bien construida con solidez argumental… No, leer una novela o un cuento corto provoca muchos más efectos en nosotros que el simple interés por la literatura.

nivel emocional, al leer una historia, desarrollamos simpatía o empatía con los protagonistas de la obra, identificándonos así con sus logros, sus pérdidas, su resolución de problemas, y sintiéndolos como nuestros. No sólo esto, sino que además, gracias a la narrativa en ocasiones podemos volver a emociones propias que no fuimos capaces de procesar correctamente en nosotros mismos y sí en los personajes de una historia.

Existen también beneficios para nuestro cerebro en la lectura. Cuando aprendemos a leer, nuestras habilidades cognitivas mejoran, fomentando un mejor procesamiento visual además de mejorar la comprensión y activación ante el discurso verbal. Es una actividad que pone en marcha amplias redes neuronales que se implican en la memoria de trabajo (operar mentalmente con varios elementos), en la manipulación de objetos y del espacio y en la acción dirigida a una meta.

De esta forma, la actividad de leer puede protegernos también del deterioro cerebral, gracias al nivel de actividad cognitiva que requiere la propia lectura así como el representar una historia en nuestra mente.

Son diversos los aspectos por los que la lectura es una actividad beneficiosa, pero no podemos señalar nada mejor que el placer de saborear una historia y perdernos en su argumento. Hoy, y siempre que podamos, vamos a permitirnos dedicar un tiempo del día a la lectura. ¡Feliz día del libro!

 

Fuente: Neuropsychologia (Mar, 2004); Psychological Science (Speer, 2009); Science (Dehaene, 2010); Cognition and Emotion (Mar, 2010).

Escrito por Lara Pacheco Cuevas