Elegir escuchar música triste cuando estás pasando un momento difícil parece paradójico desde el punto de vista de que las personas estamos motivadas a buscar un estado emocional positivo cuando nos sentimos angustiados. Nos pasamos la mayor parte de nuestras vidas tratando de ser felices. Y sin embargo, muchos de nosotros, cuando nos sentimos tristes nos ponemos una canción lacrimógena y nos recreamos en nuestra propia miseria. ¿Por qué?
Este es un aspecto de la psicología de la música que ha pasado por alto durante mucho tiempo. Ahora, una investigación de la Universidad de Limerick ha tratado de estudiar qué motiva a las personas a elegir este tipo de música cuando se sienten tristes y qué efectos tiene. Para ello le preguntaron a 65 adultos (de entre 18 y 66 años de edad, de cinco países diferentes) sobre una mala experiencia y que eligieran qué música escuchar. Debido a que este problema apenas se ha investigado antes, los investigadores optaron por un enfoque cualitativo. Analizaron las descripciones de los participantes y buscaron temas recurrentes sobre porqué elegían escuchar música triste.
Las respuestas se dividieron en dos temas principales: las estrategias personales adoptadas en la selección de la música triste, y las funciones que cumple la música.
Entre las estrategias resaltaba el deseo de conexión. La gente quería escuchar la música que resonara con su estado de ánimo actual. «No quería que la música me animara, yo quería quedarme con esas emociones durante un tiempo hasta que estuviera lista para dejarlas ir «, dijo una participante de 25 años de edad. Esta idea encaja con estudios anteriores que señalan que el estado de ánimo actual de la gente es a menudo una mejor predictor de su elección de la música de su estado de ánimo deseado.
Otra estrategia encontrada fue la de utilizar música triste como un activador de la memoria – para experimentar la nostalgia o sentirse más cerca de la persona que se ha perdido. «He escogido la música porque sé que [la persona que había muerto] le había gustado la música también», dijo una señora de 48 años de edad.
Otros participantes describieron la selección de la música triste por su valor estético. En este caso, las personas no estaban eligiendo la música para mejorar su propia tristeza o para recordar el pasado, simplemente pensaron que la música era hermosa y de alta calidad.
Las funciones de autorregulación al escuchar música triste estaban estrechamente relacionados con las estrategias anteriores. Así, por ejemplo, los participantes hablaron de la re-experimentación de su afecto. «Yo estaba en casa, sintiendo lástima por mí mismo, pero no podía llorar», dijo una chica de 24 años de edad. «Así que decidí escuchar música triste para llorar un poco y luego sentirme aliviada y seguir adelante.» Otra chica de 21 años de edad lo expresó así: «la música me anima a sentir el dolor tal cual es. Es probable que no me haga sentir mejor en el momento, pero creo que puede haberme ayudado a lidiar con el dolor en general».
El estudio señala que escuchar música triste en situaciones adversas podría generar la sensación de «ser parte de la humanidad», es decir, ver tus propios sentimientos como parte de una experiencia humana más grande en lugar de soledad y aislamiento. También hubo participantes que veían la música triste como un amigo, como si la música fuera empática con su sufrimiento. «Sentí que se hizo amigo de la música», dijo una mujer de 33 años de edad. «siento como si la música y la letra fuera una persona real, en la que encuentro comprensión, consuelo y confianza, como si la canción fuera mi mejor amigo.» La música triste activa regiones cerebrales similares a aquellas que se ponen en funcionamiento cuando observamos una cara de tristeza (Fusar-Poli et al., 2009; Brattico et al., 2011). Este sustrato común podría darnos pistas del valor social de la música.
Habitualmente encontramos personas que tratan de escapar de sus emociones para así librarse de ellas. Sin embargo, conectar con aquello que estás sintiendo, experimentarlo y vivirlo es lo que facilita y permite seguir adelante. Este estudio nos muestra cómo la música puede ser una herramienta poderosa a través de la cual sintonizar contigo mismo. ¡Así que dale al play y disponte a sentir!
Fuente: BPS Research Digest
Van den Tol, A., & Edwards, J. (2011). Exploring a rationale for choosing to listen to sad music when feeling sad Psychology of Music, 41 (4), 440-465 DOI: 10.1177/0305735611430433
Brattico E, Alluri V, Bogert B, Jacobsen T, Vartiainen N, Nieminen S, & Tervaniemi M (2011). A Functional MRI Study of Happy and Sad Emotions in Music with and without Lyrics. Frontiers in psychology, 2 PMID: 22144968
Fusar-Poli P, Placentino A, Carletti F, Landi P, Allen P, Surguladze S, Benedetti F, Abbamonte M, Gasparotti R, Barale F, Perez J, McGuire P, & Politi P (2009). Functional atlas of emotional faces processing: a voxel-based meta-analysis of 105 functional magnetic resonance imaging studies. Journal of psychiatry & neuroscience : JPN, 34 (6), 418-32 PMID: 19949718
Foto extraída de: tokiariri.wordpress.com
Escrito por María Rueda Extremera