Cómo construir resiliencia en tus hijos

La crianza es complicada. Incluso con recursos de sobra, en la actual sociedad en la que todo ha de ir deprisa, adecuarse a las necesidades de todos los miembros de la familia se hace un camino difícil. El estrés diario termina por hacer mella en todos los miembros de la familia, incluidos los niños

Extraído de eresmama.com

Es por esto que la Asociación Americana de Psicología ha desarrollado una guía de consejos para padres que quieren aumentar la resiliencia de sus hijos, y de este modo reducir la vulnerabilidad de los más pequeños.
Aunque en la sociedad en la que vivimos es imposible modificar ciertas cosas como la forma en que vivimos, el tipo de empleo que tenemos o el transporte que necesitamos, hay algunas cosas que sí se pueden llevar a cabo para aumentar la resiliencia en los niños. La resiliencia es la capacidad para adaptarse fácilmente a la adversidad o al cambio. Es una habilidad que nos permite sobreponernos ante situaciones negativas.

Como están en riesgo los niños

Existe ya mucha literatura científica apoyando la importancia de construir adecuadamente una buena resiliencia en los niños, ya que sí carecen de ella, pueden verse afectadas diversas áreas de muchas formas, tal y como se muestra en la tabla.

Cómo desarrollar la resiliencia

Tener relaciones saludables, de protección y cariño con los adultos presentes en la vida de un niño, es uno de los factores fundamentales para desarrollar una buena resiliencia y poder sobreponerse adecuadamente al estrés al que están sometidos diariamente. Por este motivo, las madres y padres tienen un gran potencial para promover en sus hijos esta capacidad. 
Gracias a un extenso volumen de investigación sobre cómo cuándo y dónde pueden las figuras de referencia proteger a sus hijos, ayudándoles a desarrollar herramientas para el manejo del estrés diario.
En referencia a dónde se interviene para crear mayor resiliencia, en este post nos centraremos en lo que se puede hacer en casa con este fin.

Estructura

Los niños necesitan saber qué esperar del mundo y qué se espera de ellos. El hecho de que exista una estructura les da confort y seguridad. Además, un ambiente estructurado puede dar lugar a un punto de apoyo ante el caos, desorganización e incertidumbre que tienden a generar las situaciones de estrés. Para crear esta estructura en el ambiente, hay varias cosas que podemos hacer:

Elaborar y seguir unas rutinas

  • Las horas de comida
  • Las horas de sueño
  • Las horas de trabajo-deberes-estudio
  • Las rutinas de higiene
  • Rituales familiares. Por ejemplo, los viernes de juego de mesa, el paseo de fin de semana, o una cena especial los domingos.

Crear reglas y expectativas y seguirlas firmemente
Una de las claves de una maternidad o paternidad eficaces y una buena disciplina es hacer saber a los niños lo que se espera de ellos. Qué esperar si no hacen lo que deben hacer, y luego, seguir estas normas, siempre.Las normas y expectativas ayudan a crear estructura y consistencia en la vida del niño.

Lograr la consistencia siempre que se pueda
Puede que no podamos mantenernos toda la vida, por ejemplo, viviendo en el mismo barrio, pero en el caso de tener que mudarnos, podemos mantener las rutinas, o cierto contacto con algunos amigos… y siempre en cualquier cambio o situación nueva, podemos reducir el caos de la incertidumbre creando expectativas sobre lo que ocurrirá en el momento del cambio.

Crear una relación cercana y cálida
Este tipo de relaciones ayudan a los niños a sentirse especialmente seguros, y aún más cuando las situaciones que han de vivir se tornan estresantes. Es posible y recomendable, que nuestra relación sea firme respecto a las normas al tiempo que cálida y cariñosa.

Habla sobre las emociones
Los niños necesitan regular sus emociones a través de lo que ven en sus modelos, del mismo modo que hacen con muchos otros comportamientos.

Por eso es importante:
-Hablar sobre tus emociones; incluyendo la tristeza o el enfado. “Cuando ocurren accidentes me siento enfadado/a”.
-Habla de las emociones sentidas en el mundo que os rodea. Habla sobre cómo se podrían sentir los personajes de libros y películas, así como otras personas se sentirán en determinados eventos, o cómo podría hacernos sentir determinado suceso novedoso.
-Habla con tu hijo sobre todas las emociones, tanto las positivas como las negativas. Hablar con ellos sobre cómo se sienten les ayuda a aprender a regularlas de forma efectiva.

Sé modelo y discute sobre el autocontrol
Cuando hablas sobre las emociones, incluye también ejemplos de cómo se podrían expresar o aliviar adecuadamente estas emociones.
-Compórtate cuando sientes cosas como te gustaría que se comportara tu hijo.
-Juega a juegos que impliquen autocontrol, como el juego de las estatuas o a semáforo verde y rojo.
-Sé modelo de solución de problemas
-Comparte con tu hijo tus problemas, grandes o pequeños. Desde qué hacer de cena a algún trámite administrativo.
-Juega a juegos en los que tu hijo o hija tengan que resolver algo.
-Cuando tu hijo o hija te plantee alguna cuestión o problema, en lugar de inmediatamente explicarle la solución que tú tienes, empieza por preguntar “¿Tú qué crees que podrías hacer para solucionarlo?” Ayudale a través de sugerencias antes de resolver tú directamente el problema, y luego discute con él si la posible resolución adoptada será la más útil.

Construye habilidades de comunicación
Entender y usar el lenguaje es muy importante para las interacciones exitosas. Un buen uso del lenguaje así como un amplio vocabulario, además, están fuertemente relacionados con el éxito académico.
-Crea historias en familia en las que cada miembro va añadiendo una parte.
Habla con tu hijo o hija sobre su día y cuéntale el tuyo.
-Leed juntos, todos los días si es posible, desde el nacimiento. Si tu hijo ya sabe leer, haced lecturas conjuntas por turnos.
-Cantad y bailad juntos.

Fuente: apa.org

Escrito por Lara Pacheco Cuevas

Cómo ayudar a alguien que sufre emocionalmente

Apoyar a alguien que lo está pasando mal es duro. Los seres humanos estamos hechos para hacernos cargo de las emociones de los otros. Querríamos poder ayudar a otros cuando lo pasan mal, pero no pasarlo igualmente mal al ayudar. El contagio emocional, sin embargo, es inevitable. Lo puedes notar al escuchar a alguien cerca llorando o frustrado por algo. En ese momento puedes notar como se acelera tu respiración o el latir de tu corazón.

Extraída de https://interpretsocial.wordpress.com/

La mayoría de personas que sufren emocionalmente, lo que quieren es sentirse escuchadas y comprendidas, no escuchar consejos sobre cómo sentirse mejor. Desgraciadamente, tendemos a buscar soluciones fáciles y a usar tópicos para ayudar que solo suelen afectar aumentando el dolor del otro, llegando a la incomprensión.

Si te ves en la situación de acompañar a alguien sufriendo, aquí tienes algunas recomendaciones para ayudarle.

  1. Escucha y valida sus experiencias y emociones.
    Puedes simplemente decir «debe ser muy duro pasar por eso» o «imagino que debe ser muy doloroso, lo siento»
  2. Haz preguntas sobre su experiencia.
    Si preguntas por lo que está pasando y como lo vive la persona, puedes lograr clarificar lo que está pasando y de este modo empatizar con ella, o simplemente ayudarle a organizar sus pensamientos. Si no quiere hablar sobre lo que le hace sufrir, reaspétalo.
  3. Contacto ligero.
    Puedes poner tu mano en su hombro o espalda. Pregunta si está bien con la idea de que le toquen y respeta lo que te diga. El contacto puede ser más dañino que positivo según la situación, y la única forma de saber cómo va a afectar es preguntar.
  4. Rodearle con el brazo.
    Esta forma de contacto también puede ser útil, pero igualmente puede que la persona que lo recibe no lo disfrute en ese momento. Si no le sienta bien, es clave respetar su decisión
  5. Contacto visual.
    Es una herramienta fundamental en la comunicación, de hecho si mantienes el contacto visual con una persona sufriendo, le estarás transmitiendo compromiso, haciéndole ver con ello que quieres estar con él o ella y que ves su sufrimiento. Evitar el contacto visual puede hacerle sentir que no quieres saber lo que le ocurre, evitar ese sufrimiento y escapar de la situación.
  6. Usa un tono de voz calmado.
    Evita subir el tono de voz o gritar a una persona en sufrimiento emocional. Aunque sea complicado a veces, un tono de voz incluso bajo o susurrante puede ayudar más.
  7. Respira despacio a su lado.
    En ocasiones, cuando alguien se encuentra muy mal o sufriendo emocionalmente, su respiración se altera y respondemos diciéndole que respire más despacio. Esto puede servir en alguna ocasión, pero más frecuentemente ayudará hacer notar nuestra propia respiración profunda o ralentizada, ya que es algo relativamente sencillo de sincronizar entre dos personas y será más sencillo a través de la imitación que por propia voluntad de la persona que lo está pasando mal.
  8. Apóyale físicamente también.
    Puede ser una forma de contacto también poco invasiva. Incluso apoyar tu espalda contra la suya puede dar la sensación de estar presente para él o ella y estar más a su disposición sin presionar.
  9. Sé consciente de tu propio estrés.
    Ayudar a alguien sufriendo puede ser gratificante, pero a la vez, puede sobrecargarnos. Si tratando de ayudar a alguien te ves sobrepasado emocionalmente, en lugar de ayudar, terminarás por hacer más daño que bien. Trata de ser consciente de tu propio estado emocional cuando tratas con alguien que necesita ayuda.
  10. Retírate cuando sea necesario.
    Apoyar a alguien que está sufriendo puede ser complicado, así que si ves que te está consumiendo demasiada energía puede ser bueno retirarte a tiempo.

En general, también recuerda que será necesario que preguntes y busques feedback sobre tu actuación para no hacer de más o bien para no sobrecargarte tú. Ayudar es positivo pero es importante mantenerte seguro o segura emocionalmente.

Escrito por Lara Pacheco Cuevas

Fuente: Psychology Today

6 curiosidades psicológicas que demuestran nuestro lado oscuro

En la actualidad, como en diversas épocas de nuestra historia, se están dando comportamientos sociales que nos hacen cuestionarnos palabras como empatía, comprensión, comportamiento prosocial o altruismo, y si estas se dan verdaderamente en nuestra naturaleza o si de verdad son comportamientos aprendidos y generalizados en nuestro desarrollo. Del mismo modo, son muchas las investigaciones que buscan dar respuesta al caso contrario a nuestro mal llamado “lado oscuro”, siendo una época muy fértil en ese sentido el desarrollo de la psicología social en la segunda mitad del siglo XX, que buscaba entender la creación de contextos favorecedores de ideas y regímenes totalitarios. En estos planteamientos, se buscó cuestionar los límites de nuestra propia moralidad y si realmente el contexto social donde estamos insertos influye y condiciona nuestro comportamiento, realizando comportamientos y desarrollando actitudes a priori censurables y sin embargo, perfectamente posibles bajo determinadas condiciones contextuales concretas.

Dos ejemplos claros reflejan con tremenda verosimilitud cómo realmente las personas podemos realizar actos verdaderamente cuestionables. El primero, realizado por el profesor Zimbardo en la Cárcel de Stanford, mostró cómo se producía un proceso de deshumanización en sus participantes si se influenciaba en los roles sociales y la autoridad que de ellos se emanaba. Así, mediante un contexto que emulaba el funcionamiento de una cárcel, se dividían a los participantes en dos: uno de ellos en rol de carcelero, otro grupo era separado en rol de prisionero. En poco más de dos días se observó un tremendo cambio en los participantes, donde los carceleros empezaron a ejercer comportamientos punitivos muy por encima de lo permitido; provocando motín entre los prisioneros y una respuesta represiva violenta, siendo tal el clima de hostilidad que el experimento tuvo que finalizarse mucho antes de tiempo. En otro experimento, realizado por la Escuela de Palo Alto (California) en los llamados experimentos de la Tercera Ola, buscaba imitar condiciones similares dadas en la Alemania Nazi para explicar el surgimiento y posterior proliferación en la sociedad alemana de ideas totalitarias, sin que esta pudiera frenar su avance o anticipar tan dramáticas consecuencias. Con reglas básicas de disciplina (llegar al sitio y sentarse bien en pocos minutos), se fue aumentando el rol autoritario progresivamente y distinguiendo a alumnos dentro del movimiento por cuestiones meramente físicas o por manifestar determinado, tuvo que suspenderse al quinto día por la rápida adhesión en el centro educativo y los comportamientos diferenciales de gran parte de los alumnos. Estos dos ejemplos constituyen sendos ejemplos de los cambios a nivel individual se producen por influencia directa de su contexto, y que no hacen sino ejemplificar lo vulnerables y peligrosos que nos mostramos ante determinados contextos, y que han sido llevadas al cine en películas bastante fidedignas.

En la actualidad, como en diversas épocas de nuestra historia, se están dando comportamientos sociales que nos hacen cuestionarnos palabras como empatía, comprensión, comportamiento prosocial o altruismo, y si estas se dan verdaderamente en nuestra naturaleza o si de verdad son comportamientos aprendidos y generalizados en nuestro desarrollo. Del mismo modo, son muchas las investigaciones que buscan dar respuesta al caso contrario a nuestro mal llamado “lado oscuro”, siendo una época muy fértil en ese sentido el desarrollo de la psicología social en la segunda mitad del siglo XX, que buscaba entender la creación de contextos favorecedores de ideas y regímenes totalitarios. En estos planteamientos, se buscó cuestionar los límites de nuestra propia moralidad y si realmente el contexto social donde estamos insertos influye y condiciona nuestro comportamiento, realizando comportamientos y desarrollando actitudes a priori censurables y sin embargo, perfectamente posibles bajo determinadas condiciones contextuales concretas.

No son los únicos. Os acercamos otros ejemplos claros de clara presencia de comportamientos reprobables estudiados y replicados en ambientes experimentales.

  1. Efecto de la deshumanización fragante. Bajo determinadas condiciones, podemos mostrar rechazo o desprecio a personas, sobre todo a aquellas que consideramos de menor estatus o en una situación de vulnerabilidad social importante. Estudios con neuroimagen confirman como jóvenes universitarios muestran menor activación cerebral asociada ante personas sin hogar o con problemas relacionados con las drogas con respecto a personas consideradas de mayor estatus. No sólo eso, también los jóvenes mostraban menor empatía a personas mayores y de la tercera edad; mientras que en otros se consideraba menos evolucionada a personas de una determinada etnia o religión, siempre considerada alejada a su grupo de referencia. Esta tendencia además comenzaba en edades realmente tempranas: los niños de cuatro años ya presentaban mayor inclinación hacia personas de su propio grupo que por el grupo externo.
  2. Creencia del Mundo Justo. Dicha creencia defiende, a grandes rasgos, que las consecuencias de nuestras acciones se explican en función de nuestras propias decisiones, como una forma de preservar nuestra propia autoestima y la forma con lo que nos explicamos el mundo; cuando muchas veces las circunstancias que nos ocurren nada tienen que ver con lo que realmente. En un experimento, se dieron descargas eléctricas en función de las respuestas correctas e incorrectas. Así, los participantes denominaron menos atractivas a las personas que cometían más errores, sobre todo a aquellas que nada podían hacer para aliviar su sufrimiento, como una forma de justificar el hecho de que recibieran más o menos descargas en el experimento.
  3. Somos más dogmáticos de lo que pensamos. En un clásico experimento de psicología social, el hecho de pensar que las personas cambiarían sus ideas cuando se presentaran ejemplos claros que contrargumenten sus ideas es falso, como mostraron la presentación de todo tipo de argumentos a los participantes en contra de la pena de muerte a unas personas con tendencias favorables a ella, que no sólo no cambiaron sus ideas de partida, favoreciendo y polarizando las ideas que ya de por sí tenían, y obviando e ignorando escuchar argumentos que negasen la credibilidad de los mismos. Mostrando que cuando consideramos que nuestras creencias son superiores a otras, nos disuade de buscar información relevante.
  4. Preferimos electrocutarnos antes que estar solo con nuestros propios pensamientos. Una afirmación cuánto menos desesperanzadora, pero los resultados que recogen un estudio realizado en el año 2014, arrojó cifras dramáticas: el 67 % de los hombres y el 24% de las mujeres preferían darse pequeñas descargas eléctricas que pasarse 15 minutos de contemplación pacifica con sus pensamientos. No solo eso, en otro estudio replicado sobre este primero, se demostró una tendencia generalizada a realizar cualquier tipo de actividad (más sí es de su interés) por encima de pasar un periodo de tiempo en nuestros propios pensamientos.
  5. Somos unos hipócritas morales. Con el efecto actor – observador, se observó que tendemos a juzgar más duramente aquellas acciones realizadas por extraños que aquellas realizadas por gente cercana, amigos o nosotros mismos. De este modo, en el experimento se simuló la situación de juzgar una infidelidad de acuerdo a varios niveles de cercanía, siendo más frecuente el juicio a factores internos cuando las personas no eran conocidas y más dado a hacer atribuciones externas o situacionales cuando el agente de la infidelidad éramos nosotros mismos o gente muy cercana. Este efecto incluso se producía con actos groseros o violentos, viendo la doble moral imperante en nosotros mismos.
  6. Y también troleamos de manera excesiva. Un estudio realizado en twitter mostró como el estar de mal humor influía en nuestra tendencia a duplicar la actitud de trolear y engancharse a situaciones de troleo, en una especie de circulo vicioso que aumenta los pensamientos desagradables como bola de nieve, revelando como el contexto y el estado de animo favorecen la aparición de determinadas actitudes en redes sociales.

A pesar de los hallazgos aquí recogidos, no pretendemos desanimaros con lo cuestionable de nuestra propia naturaleza, ya que este tipo de estudios nos ayudan a entender la aparición y desarrollo de conductas desadaptadas y/o contraproducentes. Asombraros con lo leído, hay muchos más hallazgos y mucho de lo que aprender de nosotros mismos.

Escrito por David Blanco Castañeda.

Fuente Research Digest.

6 formas de mitigar el Síndrome del Impostor

Cuando se hace psicoterapia, es sorprendente lo habitual que es escuchar que la gente no cree en sus propios logros. El síndrome del impostor está muy presente. Además, cuando se confronta este pensamiento con hechos probados y reconocidos, normalmente las personas que sienten y piensan así de sí mismas no hacen más que sentirse aún más inseguras y negar lo evidente. Incluso, en ocasiones, reconocen lo evidente pero como si en ellos fuera mentira. «Sí, tengo un máster y me acaban de ascender en mi trabajo, pero ya se darán cuenta todos de que no me lo merezco». Además, esto se hace más potente cuanto más reconocimientos se les otorgan.

Foto extraída de ucsc.cl

Estas sensaciones aparecen en personas muy diferentes, desde médicos a oficinistas o personas sin un trabajo remunerado dedicadas al cuidado. Sí es cierto que ha sido más estudiado en mujeres que en hombres, y aparece más cuando tenemos un autoprejuicio activo sobre quién somos. Si, por ejemplo, los prejuicios, de forma poco consciente, te hacen ver que las mujeres no son profesionales de éxito y tú eres una mujer, es más probable que sientas esta sensación de fraude, de inadecuación. Esto ocurre así con el síndrome del impostor en minorías sometidas a prejuicio como las personas racializadas.

Pero, ¿por qué ocurre esto? ¿cómo pueden personas competentes, formadas e inteligentes, estar tan distorsionadas en su autoconcepto? 

Una de las variables que pueden estar influyendo en esta forma de vernos a nosotros mismos, es debido a la absoluta verdad que tenemos sobre nuestra interioridad. Es imposible no estar al día de nuestras propias vulnerabilidades. Sobre nosotros mismos, conocemos las dudas, los miedos, las cosas que hacemos de forma insegura. Sin embargo, sobre los otros, esto se observa de otro modo. En una sociedad como la actual, en la que las redes sociales muestran todas las partes positivas de los demás, sus logros, sus actividades son siempre divertidas, su imagen está habitualmente impecable o con el filtro correcto… 

De esta forma, es fácil ver que por mucho que consigamos, nuestro yo interior es mucho más débil, más vulnerable y de algún modo, menos magnífico que lo que se termina por proyectar hacia los otros. En esa brecha, esa distancia desde nuestro yo interior, que solemos ocultar y lo que los demás ven de nosotros, es fácil pensar que estamos mintiendo a todo el mundo al ocultar nuestras debilidades. De alguna forma, la sensación de ser un fraude se instaura cuando tenemos también que ocultar nuestras inseguridades.

Si bien es complicado dejar de tener en ocasiones una sensación así, sí es posible mitigar el llamado “síndrome del impostor”, con estas formas de abordarlo:

1. Habla con un superior, con alguien a quien respetes en el área donde te sientes como un impostor sobre que tienes estos sentimientos.

Un mentor puede hacerte ver las áreas en las que te sientes más inseguro o insegura, puede guiarte en los puntos más complicados de la tarea que te hace sentirte un impostor y puede darte un feedback adecuado sobre tu competencia, más fiable de lo que percibes internamente.

2. Presta atención a tu habla interna, para considerar si la forma de hablarte a ti mismo es empoderadora o inhabilitante.

Si habitualmente te dices a ti mismo “estoy en esta posición por casualidad-porque trabajo mucho-por que le he caído bien a…” en lugar de “estoy en esta posición por mi competencia”, estás delante del habla interna de una persona con síndrome del impostor. Estas autoverbalizaciones sólo llevan a autosabotearte en lugar de llevarte a un mejor desarrollo en este área. Lo ideal sería que te pudieras decir a ti mismo “¿qué puedo ofrecer yo en este puesto?”

3. Haz una lista de tus fortalezas

Puedes buscar cosas en las que efectivamente sientas que aportas, así como las cualidades que tienes, lo que sí consigues todos los días. Si esta lista te es complicada, puedes preguntar a otros sobre estas habilidades o cualidades. Ten en cuenta que las personas tienden a sobreestimar sus habilidades y competencias, mientras que que alguien con el síndrome del impostor tiende a infravalorarlas.

4. Acepta que la perfección no existe a ningún nivel

El perfeccionismo es una característica de las personas que sufren el síndrome del impostor. Es importante conseguir reconocer en uno mismo que las cosas perfectas no existen, del mismo modo que es imposible vivir sin cometer errores, más grandes o más pequeños.

5. Reconoce los momentos de tu desarrollo, en cualquier área de la vida (trabajo, familia, ocio…) en los que es necesario llevar aprendizajes nuevos y por tanto no es posible ser experto en ese momento.

A lo largo de la vida es normal que existan momentos en los que es necesario completar de nuevo alguna curva de aprendizaje en alguna habilidad. Es bueno que puedas ser honesto contigo mismo, reconocer qué sabes hacer y qué no, de modo que te veas a ti mismo en ocasiones como un aprendiz en lugar de como un experto en todo. 

6. Aprende a manejarte en la incertidumbre, así como a moverte a pesar del miedo.

Cualquiera de las anteriores proposiciones, es fácil que lleven o bien a una sensación de aumento de la incertidumbre, lo que llevará a un mayor miedo para afrontar algunas de las nuevas situaciones, incluido el dejar de necesitar ser perfecto, o sentirse un aprendiz. Ya sea si estás intentando afrontar el síndrome del impostor, o en otras circunstancias de la vida, saber navegar en la incertidumbre es muy importante, así como seguir haciendo las cosas a pesar del miedo, es lo que finalmente nos lleva a superarlo y comenzar a sentir un aumento de nuestra competencia.

Aunque no se disponen de cifras, ya que el síndrome del impostor no es en sí mismo una categoría diagnóstica, sí podemos hablar de un conjunto de características que suelen aparecer unidas y que pueden paliarse con los anteriores abordajes. ¡Busca la forma de cambiarlo para encontrarte mejor y más adecuado a tus propios logros!

Escrito por Lara Pacheco Cuevas

Fuentes: psychologytoday.com
Sherman, R. O. (2013). Imposter syndrome: When you feel like you’re faking it. Am Nurse Today, 8(5), 57-8.

24 signos de una Persona Altamente Sensible

Las personas altamente sensibles se definen por unas respuestas más agudas a los estímulos ambientales, ya sean físicas, cognitivas o emocionales. Estas respuestas agudizadas pueden ser ante estímulos externos (sociales o ambientales) o bien internos (intrapersonales). Además, una persona altamente sensible puede ser más extrovertida o introvertida, estos rasgos no se relacionan necesariamente. ¿Conoces a alguna persona que podría parecerte altamente sensible? ¿Puede que tú lo seas?

extraída de www.splitshire.com
extraída de www.splitshire.com

Este rasgo tiene tanto ventajas como inconvenientes y hay muchas características en ser una persona altamente sensible que se pueden considerar como positivos; como por ejemplo una gran empatía e intuición, habilidad para escuchar, y mucha capacidad para comprender las necesidades de los demás. Sin embargo, ya que muchas de las características que pueden indicar que una persona es altamente sensible pueden afectarles negativamente, aquí nos centraremos en 24 señales de esta alta sensibilidad, siendo negativas para estas personas. La mayoría de nosotros podríamos sentir estas señales, y en muchas ocasiones tiene más que ver con la frecuencia o la intensidad, por lo que las personas altamente sensibles lo sienten “más profundo” o “en mucha cantidad”.

Para que se pueda comprender mejor la forma en que se presentan estas señales, las dividiremos en tres categorías; sensibilidad hacia uno mismo, sensibilidad hacia los otros y sensibilidad hacia el ambiente.

Categoría uno: Sensibilidad hacia uno mismo

1. Dificultad para dejar ir pensamientos y emociones negativas.
2. Aparición frecuente de síntomas físicos (como dolor de cabeza u otros) ante algo negativo que haya ocurrido durante el día.
3. A menudo, algo negativo que haya ocurrido durante el día, afecta a los hábitos de sueño o alimentación, ya sea comiendo o durmiendo mucho o demasiado poco.
4. Experimentación habitual de ansiedad o tensión.
5. Tendencia a “machacarse” cuando no se cumplen las propias expectativas.
6. Miedo al fracaso, incluso en situaciones relativamente menores.
7. Comparación frecuente con otros, y además generalmente esta comparación se acompaña de sentimientos displacenteros resultado de una comparación social negativa.
8. Sentimiento de ira o resentimiento sobre situaciones de la vida o de la sociedad que parezcan injustas o incluso simplemente molestas.

Categoría dos: Sensibilidad hacia los otros

9. Pensar o preocuparse a menudo por lo que los otros están pensando.
10. Tendencia a tomarse las cosas a lo personal.
11. Dificultad para dejar ir una situación social desagradable, aunque sea pequeña.
12. Facilidad para sentirse herido.
13. Ocultación frecuente de sentimientos negativos, por la creencia de que son demasiado fuertes, vergonzantes o turbulentos para compartirlos con otros.
14. A menudo, discusión de las emociones negativas de otros, ya que se considera una gran cantidad de drama en la propia vida.
15. Dificultad para aceptar la crítica, aunque sea dada de forma razonable y constructiva.
16. Sentimiento frecuente de que otros le juzgan, aún sin evidencias de ello.
17. Reacción excesiva a provocaciones ya sean reales o muy ligeras.
18. A menudo, sentimiento de extrañeza al estar en un grupo, al tiempo que el sentimiento de no poder ser uno mismo.
19. Sentimiento de autoconciencia en situaciones íntimas. Preocupación excesiva por la aprobación del compañero en estas situaciones. Miedo a ser rechazado, incluso sin pruebas razonables para ello.

Categoría tres: Sensibilidad ante el ambiente

20. Sentimiento de incomodidad en las multitudes, en una habitación llena de gente hablando o cuando están ocurriendo muchas cosas a la vez.
21. Sentimiento de desagrado ante la exposición a luces intensas, ruidos fuertes o aromas intensos.
22. Facilidad de sobresaltarse ante un ruido fuerte, con el tráfico rápido o con otras sorpresas desagradables.
23. Sentimiento de decepción o tristeza viendo o leyendo noticias negativas en los medios. Disgusto ante los programas intensamente violentos o de miedo.
24. A menudo, infelicidad ante las publicaciones de gente a la que siguen en redes.

Este rasgo, como dijimos antes, tiene en ocasiones aspectos también positivos, aunque tiende a generar gran sufrimiento. Es importante, por tanto, lograr un adecuado conocimiento del mismo, del mismo modo que saber cómo manejar las situaciones que pueden afectar a las personas altamente sensibles. ¿Te has sentido identificado con estos rasgos? ¿Quieres saber si eres una persona altamente sensible? Aquí puedes hacer el test

Fuente: Psychology Today

Escrito por Lara Pacheco Cuevas

Recuerdos Implantados: Falsos Recuerdos

Imagen extraída de https://es.paperblog.com
Imagen extraída de https://es.paperblog.com

La memoria, una de nuestras funciones cognitivas superiores principales, ha sido ampliamente estudiada a lo largo de la historia de la psicología y neurología/neuropsicología (es por eso por lo que existen multitud de teorías explicativas al respecto).

En cuanto a las funciones que cumple podríamos resumir que la memoria es el proceso que reorganiza parte de la información que recibimos a diario. En dicho proceso se han propuesto varias fases:

  • La adquisición correspondería a las nuevas conexiones neuronales que se forman.
  • La consolidación sería la fuerza que toman esas conexiones y su estabilidad (tras un repaso o trabajo intencionado con el material a consolidar).
  • Se entiende por evocación la recuperación de la información del “almacén” mnésico.

Es frecuente que nuestra memoria experimente fallos en nuestro día a día, un ejemplo de ello serían los olvidos cotidianos. En otras ocasiones, sobre todo al final de la vida, también tienen lugar graves patologías en las que el principal deterioro ocurre en la función mnésica; las más frecuentes las demencias tipo Alzheimer o Parkinson.

Sin embargo, en este post queremos hacer hincapié en el fenómeno de los falsos recuerdos o memorias falsas. Un recuerdo falso es “la existencia” de un recuerdo de un evento que no ocurrió o una distorsión de la información que tenemos almacenada de un evento que ocurrió (según se puede saber por hechos corroborables externamente).

La existencia de este fenómeno fue estudiada mediante la Tarea de Roediger y McDermott: se presentaba una lista con un montón de palabras relacionadas con otra que no aparecía en dicha lista, o palabra crítica. La mayoría de las personas “recuerdan” dicha palabra crítica ya que nuestra memoria posee ciertas relaciones asociativas entre conceptos, y al aparecer todos los demás conceptos de la lista relacionados, en aquel caso con la palabra “ventana”, los sujetos tendían a activar otros conceptos cada vez menos asociados con dicha palabra hasta el punto de que se llega a recordar una palabra que no aparecía en la lista.

El fenómeno del falso recuerdo por tanto es explicado porque nuestra memoria intenta darle un sentido, en este caso a un material del todo inconexo como puede ser una lista de palabras aleatorias, y relaciona unos ítems con otros ya sea a la hora de almacenarlos o bien en el momento de la recuperación de dicho recuerdo.

En unas conferencias impartidas en el Comité de Investigación Científica de Nashville la reputada psicóloga forense Elizabeth Loftus al comenzar su charla sobre cómo se pueden implantar los recuerdos falsos expuso lo siguiente: “Me interesan las creencias que tenemos sobre nosotros mismos, que pueden ser verdaderas o falsas. En algún momento, estas creencias comienzan a parecer y convertirse en recuerdos. Si las creencias son falsas, entonces los recuerdos son falsos».

Esto demuestra que nuestros recuerdos de los hechos no son tal como éstos se dan objetivamente; además, construimos la realidad tal y como la interpretamos, no tal y como ha sido en la vida real. La memoria es constructiva, le conferimos un sentido. Cuando tenemos que dar testimonio sobre algo que hemos visto que ha sucedido podemos dar detalles que encajan con el esquema que tenemos de dicho acontecimiento pero que en verdad no aparecían en la realidad.

RECUERDOS IMPLANTADOS

El síndrome del falso recuerdo (FMS, False memory syndrome) es un concepto creado por la doctora Elizabeth Loftus que describe una condición en la que la identidad y relaciones de una persona son afectadas por recuerdos que son factualmente incorrectos pero que la persona cree fuertemente.

Dicho síndrome no ha sido validado por la comunidad científica internacional como un trastorno (no aparece ni en CIE-10 ni en DSM-5, principales manuales psicodiagnósticos, por ejemplo); sin embargo, refleja las fallas que puede sufrir el proceso tan complejo de la memoria.

La controversia sobre el Síndrome de Falso Recuerdo o Falsa Memoria apareció mayoritariamente en relación al tema del abuso sexual infantil. Fue utilizado principalmente en los juzgados en casos en los cuales las supuestas víctimas experimentarían disociación, lo cual causaría represión del recuerdo traumático hasta otra etapa de la vida, cuando el recuerdo vuelve a la superficie bien sea naturalmente o con la ayuda de un profesional. Muchos defensores del FMS critican ambos métodos de recobro de recuerdos, argumentando que los terapeutas y los psiquiatras accidentalmente implantaron dichos recuerdos falsos con técnicas como la hipnosis, el rebirthing y la “terapia de recuperación de la memoria” entre otras.

Loftus sostiene que es posible inducir y crear falsos recuerdos por diversos procedimientos ya que las personas forman sus recuerdos con la información que retienen de su pasado, sus conocimientos generales y demandas sociales, mediante técnicas como las anteriormente mencionadas. Según esta autora, estas técnicas pueden llevar a hacer creer a un individuo que fantasías y hechos que nunca ocurrieron son reales. Sugiere que algunos recuerdos falsos se forman a través del “ensayo” o repeticiones de un evento: después de pensar repetidamente y visualizar un evento una persona puede comenzar a “recordar” éste como si hubiera pasado en la realidad. Después de una entrevista tal persona podría asegurar haber recordado el evento cuando en realidad eran solo “visualizaciones previas” que le parecían familiares. El ensayo es el mecanismo más fuerte para hacer de la memoria a corto plazo en memoria a largo plazo. El ensayo de información incorrecta lleva a la formación de memoria de largo plazo incorrecta. Esto se aplica a ambos tipos de recuerdos: el real y el implantado.

Por otra parte,  ¿se manipularon realmente los recuerdos o las personas simplemente intentaron que sus respuestas fueran consistentes con las preguntas de los entrevistadores? Si la autoridad hizo preguntas sesgadas también es probable que la persona ignorara parte de lo que realmente recordaba y adoptara la imagen «correcta» del interrogador.

LAS RUEDAS DE RECONOCIMIENTO: CUANDO LA MENTE HUMANA HA JUGADO MALAS PASADAS

Más allá de la “inoculación de recuerdos” que puede en ocasiones ha podido conseguirse mediante las técnicas ya comentadas también se ha comprobado que existen otra multitud de factores que hacen que evoquemos correctamente o no recuerdos de sucesos verídicos (que en algún momento vivenciamos y registramos en nuestra memoria). Y es que describir con precisión una escena no implica necesariamente reconocer con precisión posteriormente dicha misma escena o los agentes que aparecían en ella.

Los factores que influyen en la información que poseemos para dar un testimonio son: las características del momento en que codificamos la información de la situación, la retención según el tiempo pasado desde el acontecimiento y el tipo de preguntas que se llevan a cabo en la declaración.

– En la codificación influyen aspectos como la iluminación, distancia del sujeto al lugar de los hechos, tiempo de exposición, estrés y estar bajo el efecto de drogas o alcohol.
– En cuanto a la retención: a mayor demora entre el suceso y la situación de reconocimiento menor será éste y mayor facilidad para aportar información errónea. Es decir, más probable que datos no existentes o erróneos se hayan integrado en nuestra memoria, aunque no fue lo que percibimos originalmente. Frente a eso si el recuerdo se recupera poco después de la información nueva recibida hay más probabilidades de darnos cuenta de que ésta no es cierta.

– Respecto al tipo de preguntas: según las preguntas que nos realicen las autoridades nuestro testimonio variará. Existen preguntas abiertas que recuperan información exacta pero poco detallada, y preguntas cerradas, las cuales son muy peligrosas ya que pueden inducir información errónea que se incorpora al recuerdo, por lo tanto, sesgarán la declaración.

CÓMO EVITAR LA RECOPILACIÓN DE DATOS FALSOS EN LOS PROCESOS JUDICIALES

La entrevista policial típica normalmente estaba plagada de interrupciones constantes, abuso del formato pregunta-respuesta, exceso de preguntas directas y secuencia de preguntas inadecuadas que pueden romper el hilo del testimonio de la persona porque se van saltando de unos temas a otros (muchas veces sin ninguna relación entre ellos). Ésta se ha mostrado inadecuada a la hora de obtener información sobre los hechos, además de que los policías se quejan de que no obtienen suficiente información.

Frente a ello, y en pos de alcanzar la vericidad de los datos en procesos de declaración, en el año 1984 Ed Geiselman (Universidad de California en L.A.) y Ron Fisher (Florida International University) van a crear la entrevista cognitiva para incrementar la cantidad y la calidad de la información que los testigos y las víctimas proporcionan durante la entrevista policial. No se utiliza tanto con sospechosos, sino más bien con testigos, ya que para realizar una entrevista cognitiva la persona tiene que estar dispuesta a colaborar y maximizar el recuerdo, y no tanto que la persona admita haber realizado ciertos actos.

Las máximas de la entrevista cognitiva son que el testigo lo relate absolutamente todo, intentando reinstaurar el contexto donde ocurrieron los hechos, desde diferentes perspectivas e intentando recordar en órdenes distintos la historia (para poder conseguir el máximo de detalles posibles). A ello se le suman que el entrevistador disponga de una serie de habilidades sociales y comunicativas determinadas como que sea capaz de establecer un buen rapport o clima de confianza, estrategias para facilitar el recuerdo sin inducción de falsos detalles y evitar las preguntas cerradas.

A modo de conclusión, en una rueda de reconocimiento o entrevistas a testigos se habrán de aplicar los mismos controles que al hacer un experimento:

  • Instrucciones no sesgadas.
  • Estímulos contextuales adecuados.
  • Procurar no filtrar la hipótesis que tiene el investigador.
  • Evitar sesgo confirmatorio (confirmar lo que de antemano el investigador cree que sucedió).

BIBLIOGRAFÍA

Carlson, N. R., & Clark, D. P. (2014). Fisiología de la conducta. Pearson Educación.

Psychology Today

Escrito por Maite Nieto Parejo

Cerrado por vacaciones!

Queridxs Lectores!

Os comunicamos que el blog de Cenit Psicólogos permanecerá cerrado por un merecido descanso de nuestro equipo por vacaciones hasta  el primer fin de semana de septiembre, donde reanudaremos nuestra actividad divulgativa de textos científicos de Psicología.

Esperamos que tengáis un buen periodo vacacional y que la espera de nuestra actividad sea, a poder ser, debajo de una bonita sombrilla, con gafas de sol en una mano y en la otra una caipirinha bien fresquita.

¡Nos vemos a la vuelta!

https://www.revistamoi.com
Extraída de https://www.revistamoi.com

El estrés agudo infantil aumenta la vulnerabilidad a la enfermedad

Los traumas o el estrés temprano en la vida pueden alterar el desarrollo normal. Estas deficiencias debilitan todos los aspectos del crecimiento físico, psicológico y social. De manera alarmante, el estrés temprano en la vida puede aumentar la vulnerabilidad del niño a la enfermedad a lo largo de toda su vida. La historia está repleta de eventos horribles cuyos protagonistas son niños. Estos eventos desafortunados han permitido a los investigadores cuantificar el aumento en la prevalencia de la enfermedad en esta población.

Recientemente, hemos visto en las noticias como la administración Trump puso en marcha una «política de tolerancia cero». Como resultado de estas políticas, niños indocumentados se  enfrentan a condiciones terribles, como la separación de sus padres y el abuso en todos los niveles. Las consecuencias son que muchos de estos niños experimentan ataques de pánico, se hacen pis en la cama, ansiedad y otros problemas esperables. Lamentablemente, muchos de estos niños no se reunirán con sus padres.

Foto extraída de t13.cl
Foto extraída de t13.cl

La separación de un padre es una daño serio al desarrollo normal. El feto permanece físicamente unido a su madre a través del cordón umbilical. Si se corta el cordón umbilical, el embrión no puede obtener su nutrición y muere. A medida que el niño-a gana habilidades y sale al mundo, el apego físico se transforma en uno psicológico. De la misma manera, si se compromete el cordón psicológico, el alma del niño puede verse privada de una nutrición psicológica esencial. Por ejemplo, si un niño pierde a un padre, su riesgo de padecer depresión mayor a lo largo de su vida aumenta en un 50 por ciento.

La separación del entorno seguro a una edad temprana le enseña al niño una lección emocional inolvidable: «este mundo no puede ser confiable», «las cosas malas seguirán sucediéndote y tú estás abocado sin remedio a la soledad y desesperanza».

La privación materna es el peor castigo que cualquier niño puede tener. En estudios donde los monos rhesus pequeños fueron separados de sus madres, crecieron con un nivel elevado de las hormonas del estrés (de acuerdo con la ética de investigación practicada en los Estados Unidos, no se pueden hacer tales experimentos en seres humanos y el investigador debe pasar por un proceso extenso para justificar experimentos de separación materna en animales).

Se han informado resultados similares en niños que han sufrido abuso o separados de sus familias: tienen hormonas de estrés elevadas. Eso no es todo. La corteza frontal que permite la toma de decisiones, la regulación de las emociones y desactiva la impulsividad, se reduce.

Esta elevación en las hormonas del estrés está lejos de ser benigna. El término «enanismo de estrés»/ «enanismo psicológico» señala cómo puede ser el estrés letal durante estos años impresionables. Los niños que sufren de enanismo psicológico no alcanzan la altura media para su grupo de edad y la edad mental va a la zaga de su edad cronológica. En otras palabras, estos niños traumatizados o privados de la madre dejan de crecer mental y físicamente.

¿Por qué el estrés severo en la niñez estanca el crecimiento?

El hipotálamo controla la liberación de la hormona del crecimiento. Lo hace al equilibrar cuidadosamente la liberación de dos hormonas: una excitatoria y una inhibitoria. Bajo estrés, el hipotálamo se inclina hacia la inhibitoria, por lo que el niño no crece. En niños con enanismo de estrés, las hormonas de estrés circulantes excesivas (cortisol) disminuyen la liberación de la hormona del crecimiento y la respuesta del cuerpo a ella.

Estos niños también tienen problemas gastrointestinales. Su sistema digestivo no absorbe los nutrientes de sus intestinos. Esto también conduce a numerosos problemas de crecimiento. También tienen un riesgo mayor de por vida de Síndrome del Intestino Irritable (SII).

Las consecuencias del estrés infantil para las vulnerabilidades durante la edad adulta son numerosas: desde anormalidades cerebrales hasta el desarrollo de una enfermedad. El ACE (Experiencias infantiles adversas) recoge el número de experiencias adversas de la infancia y correlaciona el puntaje con varios riesgos. Una puntuación ACE más alto aumenta el riesgo de diabetes, condiciones cardiovasculares, asma, depresión, ansiedad y suicidio. ¡Esta puntuación está relacionado con siete de las diez principales causas de muerte! Socialmente, la puntuación se relaciona con el aumento de antecedentes penales, el embarazo adolescente y más días de enfermedad en el trabajo.

Las separaciones familiares forzadas están mutilando el cordón que une a estos niños con una posibilidad razonable de llegar a la adultez. El mundo impreso en sus mentes es un mundo vacío y sin emociones, un mundo donde nadie puede confiar y donde no tienen control sobre lo que les sucede. Las políticas tienen sus consecuencias a medio y largo plazo en las vidas de las personas.

Fuente: Psychology Today

Traducido y adaptado por María Rueda

¡Cerrado por vacaciones!

Queridos lectores,

Os comunicamos que el blog de Cenit Psicólogos permanecerá cerrado por vacaciones en el verano, volviendo puntuales el primer fin de semana de septiembre con nuevos artículos y curiosidades de psicología. Os recordamos que el centro seguirá abierto hasta el día 6 de Agosto, cerrando dos semanas por vacaciones, y reanudando su actividad habitual el día 22 de agosto. ¡Feliz Verano y nos vemos (y leemos) a la vuelta!

El Equipo de Cenit Psicólogos.

Foto extraída de www.cdanavalcarnero.es
Foto extraída de www.cdanavalcarnero.es

¿Cómo afrontan tus hij@s el fracaso?

Los niños y niñas responden mejor a los contratiempos (suspensos, repetir curso…) en el proceso de aprendizaje cuando creen que la capacidad y la inteligencia son maleables, es decir, cuando piensan que sus capacidades están en crecimiento (mentalidad de crecimiento, growth mindset), en lugar de observarlas como algo fijo (mentalidad fija, fixed mindset).

Basado en big-change.org
Basado en big-change.org

Cabe esperar que la actitud de los padres hacia la idea de que las capacidades sean predeterminadas o en constante desarrollo, tenga una fuerte relación con la que tienen los niños. Hasta ahora se ha prestado mucha atención sobre cómo reforzar a los niños pero no tanto sobre cómo afrontar el error (es mejor centrarse en su esfuerzo y uso de estrategias en lugar de centrarnos en su capacidad). Sorprendentemente, no parece que exista relación entre el tipo de mentalidad (de crecimiento o fija) de los padres y la de los hijos. Un nuevo estudio publicado en la revista Psychological Science sugiere que esto se debe a que los niños no son capaces de explicar qué tipo de mentalidad tienen sus padres. Sin embargo, las creencias de los niños acerca de su capacidad se asocian con cómo sus padres conciben el error o el fallo.

Kyla Haimovitz y Carol Dweck, psicólogas e investigadoras de la Universidad de Stanford, hicieron una encuesta a 73 padres y a sus hijos y observaron que no había relación entre la mentalidad sobre la capacidad de los padres y las actitudes de los niños con respecto a la misma. Sin embargo, sí encontraron que aquellos padres que veían el fracaso como una oportunidad para aprender tendían a tener hijos con una mentalidad de crecimiento, mientras que los padres para los que el fracaso era algo más negativo y malo para el aprendizaje tendían a tener hijos con una mentalidad fija.

¿Por qué la actitud de los padres hacia el fracaso es aparentemente más importante que su actitud hacia la capacidad? Las autoras explican que tiene que ver con lo que es visible para los niños y niñas. Otros estudios han puesto de manifiesto que los niños no saben si sus padres tienen una mentalidad de crecimiento o mentalidad fija, pero sí son conscientes de las actitudes de sus padres hacia el fracaso. Los niños que piensan que sus padres tienen una actitud negativa hacia el fracaso tienden a ver en sí mismos que la capacidad y la inteligencia son elementos fijos.

Esto puede deberse a que los padres con una actitud negativa hacia el error, responden a los fracasos de sus hijos consolándolos diciéndoles que no importa que no puedan o no sean capaces, fomentando en ellos la creencia de que su capacidad es fija. Los padres con una actitud más positiva hacia el fracaso, por el contrario, tienden a animar a sus hijos a utilizar los errores como una oportunidad para aprender u obtener ayuda adicional, comportamientos que fomentan una mentalidad de crecimiento.

Un último estudio investigó si las actitudes de los padres hacia el fracaso realmente pueden generar cambios en la manera en que responden a los fallos de sus hijos. Más de cien padres completaron un cuestionario online, algunos tenían que responder preguntas diseñadas para provocar en ellos una actitud negativa hacia el fracaso y otros tantos preguntas destinadas a promover una actitud positiva ante el error. A continuación, se les pidió a los padres que imaginaran que sus hijos llegaban a casa con la noticia de que iba a repetir curso y cómo iban a pensar, sentir y actuar. Los padres que habían sido “preparados” con el cuestionario previo para ver el fracaso como perjudicial para el aprendizaje eran más propensos a decir que responderían preocupándose por si su hijo era capaz y consolándolo por su falta de habilidad.

Las autoras explican que sus hallazgos muestran que los padres que creen que el fracaso es una experiencia debilitante hacen que sus hijos crean que no pueden desarrollar su inteligencia; al establecer esta relación entre actitud ante el fracaso y mentalidad fija, se ha avanzado en la comprensión de cómo se construye socialmente la motivación en los niños. Puede que no sea suficiente promover una mentalidad de crecimiento en los padres para transmitirla a sus hijos. Quizá la intervención acertada esté en cambiar las actitudes al respecto del fracaso, concibiéndolo como algo potencialmente beneficioso en el proceso de aprendizaje de los hijos.

Fuente: BPS Research Digest

Escrito por María Rueda