7 de Formas de Hacer Luz de Gas

 

Extraída de https://culturacolectiva.com/
Extraída de https://culturacolectiva.com/

Ya hace un tiempo que hablamos en un post anterior sobre la “Luz de Gas”, un termino que hace referencia a una forma muy sutil e insidiosa de maltrato psicológico, donde la persona que agrede extirpa lentamente el criterio personal de su víctima, en una espiral de invalidación que le hace dudar de sus propias percepciones, emociones y pensamientos; y al la víctima final opta por apoyar y sostener su brújula en el otro: él es quien lo sabe todo, tiene la mente más clara y no se siente tan vulnerable como ella.

Evidentemente, la persona implicada no se da cuenta de esta forma de actuar y cuando ve los primeros síntomas lo justifica bien por la relación que tiene establecida con el otro, bien por que tiende a confundirse por muestras de afecto y protección, cuando el objetivo es justamente el contrario. Para cuando la persona quiere darse cuenta, ya está metida de lleno en la intrincada tela de araña: se ha aislado de los demás, es el otro de quién se apoya y siente que no tiene juicio ninguno. La dinámica se ha establecido, la relación se entiende como algo exclusivo y dependiente y puede haber amor, pero no del bueno y sin que haya un verdadero respeto y libertad.

Los efectos secundarios de está dinámicas son múltiples para la víctima; pensamientos e imágenes intrusivas, hiperactivación fisiológica, estado de vigilancia constante, bajada importantísima de la autoestima y el autoconcepto, confusión mental, aislamiento social y apatía. En los casos más severos, puede haber incluso ideación suicida y autolesiones, y un autosabotaje extremo (cualquier intento de hacer las cosas por sí mismo y respetando su iniciativa, las sabotea ella misma sin remisión alguna).

Al ser una forma de maltrato y manipulación psicológica, es mediante el lenguaje, en forma y en contenido, cómo atrapa a la persona en la espiral.  Esta dinámica se puede reproducir en cualquier relación significativa, es decir, puede manifestarse en relaciones de amistad y en diferentes relaciones familiares, y puede darse en ambos sexos. Aunque variadas, os presentamos siete formas de neutralizar a la víctima, perpetuando su maltrato y dejándola desprotegida.  Ser capaz de detectar los matices ayuda a poder darse cuenta y salir de estas dinámicas. En ocasiones, la distancia es el arma más poderosa. Éstas son:

  1. “Tienes un problema / necesitas ayuda”. Así, el agresor tenderá siempre a no responsabilizarse de sus propias conductas, aduciendo que quien tiene el problema siempre es el otro, patologizando su conducta y socavando su credibilidad. Cualquier tipo de duda es prueba de la enfermedad de la víctima y no tiene derecho a mostrarla.
  2. “Eres insegur@ y celos@”. También, el perpetrador de abusos irá plantando semillas al otro sobre su seguridad en sí mismo y atractivo físico, haciendo comentarios explícitos e incluso comparándola con alguien supuestamente con mayor atractivo. De otra forma, podrá incentivar un “aura de deseabilidad” hacia otros pretendientes, haciendo conductas ambiguas y confundiendo a su pareja. Sin embargo, cualquier petición de límite lo verá como problema del otro y no considerará hacer cambio alguno, ni siquiera prestando atención a los sentimientos de su pareja.
  3. “Eres demasiado sensible”. Otra forma de deslegitimar las peticiones y límites del otro es tildarlas de distorsionadas y exageradas. En toda situación de maltrato, es irrelevante si la reacción es exagerada o no, el maltrato actúa a muchos niveles y es importante escucharla y validarla.
  4. “Era sólo una broma / ¡es sólo un chiste!”. El perpetrador enmascara con humor comentarios invalidantes, minusvalorizantes o crueles aduciendo que es sólo es parte de su humor y eres tú quién tiene el problema. El humor además se utiliza para probar los límites de la persona y la sitúa en situaciones límites para probar su umbral de aguante, para ver qué puede permitir e ir aumentando la intensidad y gravedad progresivamente.
  5. “Olvídalo ya / no saques eso ahora”. En cualquier ciclo de abuso, es común que un abusador se involucre en un ciclo de frío y calor en el que periódicamente arroje migajas de afecto para mantenerlo enganchado y renovar la esperanza de regresar a la fase de “luna de miel.”, donde se aparenta normalidad y se actúa como si nada hubiese ocurrido. En estas épocas, se insta a olvidar lo sucedido y a centrarse en lo positivo para evitar procesar lo que sucede y seguir repitiendo la dinámica una y otra vez, cada vez con más rapidez e intensidad.
  6. “El problema eres tú, no soy yo”. Como ya hemos dicho, el perpetrador no asumirá las consecuencias de su conducta y las desplazará en el otro. Él no se equivoca, y tenderá a demostrar y a desarticular cualquier intento de duda, con ejemplos contundentes, que pondrá una importancia capital y que tú no entender. Será la otra persona quién tendrá que hacer los cambios de conducta, a veces negando su atención o cariño si no vuelve a “lo de antes”.
  7. “Nunca dije eso/ estás inventándote o imaginando cosas”. En la forma más grave, se cuestiona lo que realmente piensa y se dice y se cuestiona directamente su salud mental, evitando dar validez a la evidencia y convenciendo a la víctima que lo que está diciendo o defendiendo es producto de su imaginación, utilizando la negación y minimización constantes para anular sus creencias y experiencias.

Resistir con la validación de la realidad de la víctima, permitiendo que gane conciencia del problema y comparta sus experiencias con los demás, adoptando distancia y recursos para neutralizar la influencia dañina del otro, permitirá la restricción y/o ruptura de la relación si la relación está deteriorada y el grado de maltrato es intenso. Escuchar lo que tenemos qué decir (tanto de nosotros como del otro) es el primer paso para la igualdad y libertad en una relación.

Escrito por David Blanco Castañeda.

Fuente: Psychology Today

La codependencia en las relaciones: cuando tus propias necesidades dejan de ser tu prioridad

Foto extraída de www.20min.es

Inicialmente, en pareja todos tendemos a buscar un equilibrio entre las necesidades propias y las del otro, en un acuerdo tácito cuyo objetivo busca la convivencia y continuidad de nuestra relación. Sentimos que deseamos la compañía del otro, establecemos tiempos y actividades cotidianas conjuntas, compartimos nuestra intimidad y le colocamos en una de nuestras máximas prioridades, mejorando nuestro vínculo afectivo. Aprendemos la habilidad de ser nosotros mismos en el contexto de una relación de pareja, donde se atiende a las debilidades y se enfatiza las virtudes. No obstante, este ideal no es sencillo para todas las personas.

En ocasiones, hay personas que pueden experimentar una dificultad para mostrarse tal y como son en pareja. Sus características personales no les gustan y esto les hace centrarse en las del otro. Sus necesidades, por considerarlas menos importantes, pasan a ser un plano, y las del otro centran toda su atención. Sus decisiones comienzan a no ser propias, a estar condicionadas por las relaciones que establecen con los otros, restando su individualidad y su capacidad de autonomía. Estas personas son las que llamamos “codependientes”

La codependencia es un comportamiento que se define por la incapacidad de prestar atención a tus necesidades psicológicas, físicas y/o emocionales, generalmente en favor de las ajenas. Término en un principio acuñado para las conductas que pudiesen surgir entre una persona adicta y su pareja, se ha ido generalizando a todo tipo de relaciones y situaciones en las que los dos integrantes de una relación desigual están inmersos dentro de un vínculo de poder y control; en donde una parte suele ejercer el poder y garantizarse un sustento esencial mediante la otra, la co-dependiente, somete su bienestar al cuidado y satisfacción de los requerimientos del otro. Esto tiene grandes implicaciones para ambas partes, pero, sobre todo, denota un problema en la capacidad de solución de problemas de ambos, en la que las dos partes se necesitan por inhabilidad en una espiral de hostilidad y desequilibrio manifiesto.

Sin embargo, no quiere decir que la “codependencia” sea irreversible y pueda sufrir cambios positivos si ambas partes lo desean y son conscientes de su dinámica disfuncional, ante su carácter aprendido. Enfatizar la autonomía dentro de la relación  (hacer actividades fuera de ella o de manera individual sin la mediación del otro), trabajar en el desarrollo de las capacidades propias para satisfacer sus propias necesidades (tanto instrumentales como las emocionales), trabajar en la autoconfianza, valorización y en la capacidad  para responsabilizarse de nuestras acciones, entrenar a la pareja en habilidades de resolución de conflictos, aparte prestar atención a la expresión asertiva de nuestros sentimientos y emociones y/o la valoración de los esfuerzos mutuos, pueden suponer un cambio en la forma que tienen una pareja que presenta comportamientos semejantes.

Recuerda: el cuidado del otro en la pareja pasa por saber cuidarte a uno mismo. Como dijo Perls, “Tu eres tú y yo soy yo. Falta de amor a mi mismo, cuando en el intento de complacerte me traiciono. Falta de amor a ti, cuando intento que seas como yo quiero. En vez de aceptarte como realmente eres. Tú eres tú y yo soy yo”. De eso consiste una pareja equilibrada.

Escrito por David Blanco Castañeda.

Fuente: www.psychcentral.com

Bibliografía consultada: Dependencia Emocional: Características y tratamiento. (2005) Castelló Blasco, Jorge. Editorial: Alianza Editorial.