Yo tengo un trastorno mental

Según la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), una de cada cinco personas en edad de trabajar sufren un trastorno mental. La prevalencia de sufrirlo en algún momento a lo largo de la vida es el doble. Esto implica que el riesgo de que cualquiera de nosotros lo experimente es alto para todos y todas.

Sin embargo, todavía parece difícil tratar este tema con la misma normalidad que tratamos otros tipos de sufrimiento. El presidente Obama lo explicaba con bastante acierto este lunes (3 de junio de 2013).

Sabemos que la recuperación es posible, que existe ayuda; pero como sociedad aún pensamos sobre la salud mental como diferenciada de otros tipos de salud. Vemos anuncios en televisión sobre todo tipo de temas de salud, algunos de ellos muy personales y todavía susurramos sobre los temas de salud mental y evitamos hacer muchas preguntas

Estos susurros son la sombra del estigma que sufren las personas con trastornos mentales de diversos tipos. El estigma de una persona por sufrir depresión, esquizofrenia, ansiedad generalizada, o cualquier otro trastorno lleva a la vergüenza y a la culpa. Se convierte en autoestigma y reduce las posibilidades de buscar ayuda. Reduce la confianza en uno mismo, la sensación de poder hacer algo al respecto e incluso de poder contar a los demás lo que ocurre. El estigma es una etiqueta negativa que colgamos a alguien que pertenece a un grupo externo a nosotros. El que lleva esa etiqueta nos asusta, nos enfada, no lo entendemos.

Sufrir un trastorno psicológico es un evento vital que nos transforma de la misma forma que los demás eventos. Ese que lo sufre no es distinto a ti. Nadie quiere tener un trastorno de este tipo, nadie quiere mantenerlo. Tiene la misma culpa de sufrirlo que la que tiene una persona que sufre de apendicitis o de cáncer. El estigma sufrido es un peso extra en la recuperación.

Ya que el estigma se basa en que son ellos frente a nosotros, no debemos olvidar que “ellos”, los que llevan la etiqueta, pueden ser nuestra madre, nuestro hermano o nuestra hija. “Ellos” pueden ser tú, o yo.

 

Fuentes: ocde.org, whitehouse.gov, Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría (López et al, 2008)

Escrito por: Lara Pacheco Cuevas