A estas alturas seguramente que es por (casi) todos conocida la famosa serie de “Black Mirror”: conformada por una serie de capítulos independientes unos de otros cuyo eje vertebral es una trama basada en cómo una distópica tecnología afectaría a nuestras vidas, y cómo los seres humanos interaccionaríamos con ellas, en ocasiones pudiendo sacar lo peor de nosotros mismos. Como señaló su creador, Charlie Brooker «cada episodio tiene un tono diferente, un entorno diferente, incluso una realidad diferente, pero todos son acerca de la forma en que vivimos ahora y la forma en que podríamos estar viviendo en diez minutos si somos torpes», es decir, si esa realidad, en un principio imaginada, no la gestionamos adecuadamente tanto individual como colectivamente en sociedad.
De título traducido “Espejo Negro”, haciendo referencia a las pantallas de los aparatos tecnológicos que nos rodean, Black Mirror se muestra como una serie hipotéticamente de ficción, ¿o tal vez nos muestra premonitoriamente un futuro quizás no tan lejano?.
En general todos sus capítulos exhiben un amplio abanico de conductas humanas y mecanismos psicológicos llevados en muchos casos al extremo debido a novedades tecnológicas hipotéticas, todo ello en una “sociedad digital” algo más avanzada a la actual, así como donde prepondera la supremacía de las redes sociales y los medios de comunicación masivos.
¿Y por qué opinamos que tal vez no muestran una realidad/futuro tan lejano? Porque uno de los capítulos más angustiosos de la serie ya se ha hecho realidad. A continuación les contamos a qué capítulo nos referimos y la relevancia psicológica que tienen los mecanismos que entran en juego en él para que haya sido tan impactante. ¡Ojo a posibles spoilers!
“Nosedive”: lo que era una distopía ya está aquí
La era del “Big Data” (o la gestión que hace la red de nuestra privacidad y el rastro que van dejando nuestros datos a la hora de navegar por internet con fines comerciales) ha llegado para quedarse. Cuando se plantea su uso de manera distópica como forma de premiarnos o castigarnos en sociedad es cuando toma cuerpo la trama del capítulo al que nos referimos.
‘Nosedive’ (Caída en picado), el primer capítulo de la tercera temporada de Black Mirror, nos muestra una ciudad virtual donde existe una aplicación que crea un ranking de todos sus habitantes basándose en las puntuaciones que estos obtienen al relacionarse con los demás. De esta forma, las cosas que podrían hacer, los lugares a los que podrían ir y las cosas que podrían comprar estarían determinadas por la opinión que los demás tienen de ti. Esa es exactamente la mecánica detrás de Zhima Credit, aplicación lanzada hace no mucho en China y que parece haber sido calcada a la idea base de Nosedive.
Conociendo la perspectiva psicológica de Zhima Credit
Los comportamientos en sociedad que se puntúan en Zhima Credit entonces no sólo tendrían que ser “acertados”, sino parecer acertados, ya que de ello depende que los demás nos crean merecedores de una mejor o peor puntuación social. Dicho sistema de crédito social se traduciría en poder acceder o no acceder a beneficios sociales o servicios: por ejemplo, solicitar una hipoteca por ser un “buen ciudadano”, tener preferencia en la cola de un restaurante o en el extremo contrario, estar vetado en algún evento, no poder aplicar a un trabajo con buenas condiciones laborales o tener que pagar más fianza por alquilar un coche si la puntuación social que se tiene no es demasiado alta. Como fruto de ello se espera entonces que el individuo intente dar la mejor versión de sí mismo en sociedad.
También conocido como deseabilidad social, el distópico episodio hecho aplicación en China hace referencia a la necesidad (real) que tiene el ser humano de manejar la imagen personal que proyecta ante los demás, intentando gustar o agradar al otro en función de lo que piensa que esa persona quiere o necesita (de nosotros).
Dicho mecanismo psicológico de mostrarse deseable socialmente y manejar la autoimagen es intrínsecamente la base de funcionamiento de las redes sociales actuales. En el capítulo de “Caída en picado” se lleva un paso más allá, ya que afectaría a nuestra forma de pensar, relacionarnos y de entender el mundo: premiar o castigar socialmente mediante una puntuación en una app limitaría aquello que esa persona podrá llegar a alcanzar en su vida.
A su vez todo lo anteriormente expuesto va unido a una nueva forma de control social, donde la lógica de uso de esa tecnología impone unos determinados intereses, valores o visión del mundo colectivos, sin tener en cuenta diferentes ideologías, historias de vida o factores contextuales específicos de cada una de las acciones llevadas a cabo por un individuo concreto.
La imagen socialmente deseable que procuramos proyectar exteriormente viene de la mano de otra necesidad humana real, la necesidad de aprobación: no sólo vivimos en sociedad habitualmente, sino que estamos biológicamente programados para hacerlo así. Necesitamos que los demás individuos nos acepten positivamente dentro de una determinada comunidad o sociedad, tanto los más allegados como (más si cabe) los desconocidos, que tendrán que formarse una imagen mental de nosotros desde la apariencia y no tanto desde el conocimiento.
Lograr en último término que nos aprueben nos hará más fuertes, permitirá nuestra supervivencia beneficiándonos de la colectividad; por el contrario, ser rechazado por el grupo conllevaría una menor probabilidad de sobrevivir como individuo aislado.
Black Mirror: ¿una de las mejores series psicológicas?
En general, a nuestro parecer, la serie no tiene otra mejor definición que “brutal”, tal vez una de las mejores series psicológicas hasta el momento creadas. Y es que está construida a base de grandes capítulos, los mejores haciendo referencia a nuestra parte más emocional, donde la tecnología futurible nos plantea grandes y sensibles dilemas personales y morales: las relaciones de pareja duraderas, las aplicaciones para ligar, la desvinculación entre seres humanos, la humanización de las máquinas, la aparición de mecanismos de potenciación de la memoria humana, la gestión de la pérdida de un ser querido, los recortes de privacidad promovidos por las sociedades actuales, los movimientos/corrientes de fans en el mundo “celebrities”, la eutanasia, el “mundo más allá de la muerte” y muchos más.
Avances tecnológicos aún no presentes en nuestro día a día, pero que no nos parecen tan descabellados, más bien probables y posibles de hacer. Desde Cenit Psicólogos te animamos a que si este post te ha llamado mínimamente la atención le des una oportunidad a la serie, no sólo por su original argumento, sino porque creemos que podría servirte también para tomar conciencia y tener una postura crítica de hasta qué punto las nuevas tecnologías nos están deshumanizando y colonizando nuestras vidas.
Escrito por: Maite Nieto Parejo
Fuentes: www.revistagq.com, www.psicologiaymente.com.
De Vega Rodríguez, M. (2001). Introducción a la psicología cognitiva. Alianza editorial.