En la lucha contra la enfermedad de Alzheimer se considera de gran importancia poder anticiparnos a la aparición de ésta en fases pre-clínicas (antes de que aparezcan los síntomas propios ya conocidos). Dentro de la investigación sobre la enfermedad, se ha supuesto que previo al daño evidente que produce, anteriormente han de aparecer otros síntomas poco visibles que nos ayuden a intervenir de forma temprana. Esto se considera fundamental debido a que una intervención temprana puede retrasar el avance de la enfermedad. Con este objetivo, estamos acostumbrados a ver estudios de neuroimagen en los que se encuentran alteraciones de las conexiones cerebrales en las primeras etapas de la enfermedad de Alzheimer o proteínas asociadas a la enfermedad que se pueden encontrar en el plasma sanguíneo, de forma que se pueda conocer la aparición de esta terrible enfermedad lo antes posible.
A muchos de nosotros nos puede sorprender que existan déficit menos conocidos producidos por la enfermedad de Alzheimer y que puedan servir para la detección precoz de ésta. Hace ya tiempo que se han establecido déficits en la capacidad olfativa en enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer y el Párkinson.
Hablando concretamente de la enfermedad de Alzheimer, encontramos que múltiples áreas cerebrales afectadas en esta enfermedad son de gran importancia para el reconocimiento a través del olfato. Éstas pueden ser la parte frontal del lóbulo temporal, las cortezas olfativas primarias o la corteza entorrinal, así como el hipocampo.
En base a este conocimiento, una estudiante de la Universidad de Florida ha desarrollado un test olfativo por el que se puede manifestar, por el momento sólo de forma confirmatoria, la presencia de enfermedad de Alzheimer. Lo mejor de esta prueba, según los investigadores que han llevado a cabo este estudio, es que comparativamente con otras medidas para hacer el diagnóstico, es mucho más barato y rápido.
En el “test de la mantequilla de cacahuete” se pide a la persona que cierre los ojos, la boca y tape uno de los dos agujeros de la nariz. Se coloca una cucharada de este producto a cierta distancia de su nariz, medida ésta con una regla y se va acercando centímetro a centímetro hasta que se percibe el olor. Con este método, encontraron que se veía afectado concretamente el agujero izquierdo de la nariz en comparación con el derecho, lo cual podría ser específico del Alzheimer frente al déficit del olfato presente en otras enfermedades neurológicas.
Aunque por el momento este test se encuentra en fases prematuras de desarrollo, estos resultados pueden ser síntomas prometedores para revelar la enfermedad de Alzheimer de forma temprana. Además, nos da una idea sobre la variedad de modalidades sensoriales que pueden alterarse en las enfermedades neurológicas. En muchas ocasiones no son plenamente atendidas pero, sin embargo, pueden darnos nuevas informaciones sobre esta compleja enfermedad.
Fuente: http://www.medicalnewstoday.com/articles/267236.php
Escrito por Lara Pacheco Cuevas