Formas de trabajar la empatía en la pareja

En toda relación de pareja, pueden surgir situaciones que supongan un cuestionamiento de la capacidad del otro para ponerse en nuestro lugar, o viceversa. De repente, nuestros sentimientos son los primeros en nuestra lista de requerimientos y los ponemos por encima de lo que pueda sentir el otro; sin preguntarnos si es el momento adecuado para expresarlos, o si quiera es la mejor manera para ponerles nombres y hacerlos explícitos. En dichas situaciones, ambos miembros de la pareja pueden sentirse incomprendidos; actuamos bajo supuestos de la otra persona y nos dejamos llevar por ellos, sin sentarnos a charlar sobre lo que nos hizo sentir así. No estamos utilizando nuestra capacidad empática, una cualidad básica para asegurarnos un bienestar en nuestra relación.

La empatía, como ya enunciábamos en el párrafo anterior, se relaciona con la capacidad de experimentar las consecuencias de nuestros actos en los demás. Según estudios, habría varios tipos; enlazados con la forma de percatarse de sentimientos ajenos. Así, estaríamos hablando de empatía cognitiva cuando alguien puede imaginarse cómo se siente otra persona, un tipo meramente intelectual. Por otro lado, la empatía emocional, en donde puedes sentir similares o mismas emociones que las que está sintiendo una persona. En pareja, por tanto, estos dos componentes aparecen como importantes mediadores para unir caminos vitales diferentes y permitirnos ser nosotros mismos, con naturalidad y calidez.

Por ello, ante la frecuencia e impacto de contextos que pueden repercutir en este componente tan importante, ofrecemos una serie de recomendaciones para mejorar y potenciar la empatía en pareja:

Sé consciente de las señales de no empatía.  ¿En qué contextos es menos frecuente? ¿En cuáles nos dejamos llevar por nuestro propio tren de pensamiento y no escuchamos al otro?. Ser conscientes de ello ayuda a frenar cuando “pasamos” por encima del otro y caemos en una dinámica errónea. Salir de las situaciones emocionalmente intensas durante un breve periodo de tiempo e incorporarnos más relajados un tiempo después  puede favorecer  nuevos contextos y mayor comprensión.

Presta mayor atención a tu pareja. Acordar con tu pareja tiempos de escucha de sentimientos (sin estímulos externos que pueden perjudicar la comunicación), prestar mayor atención a aspectos no verbales de la comunicación (siguiendo la máxima: decir lo que se siente y sentir lo que se dice), atender a los sentimientos del otro, intentar no leer la mente y solicitar más información, son algunas de las medidas que  indican  a tu pareja una mejor escucha y comunicación.

Practica la escucha comprensiva con tu pareja. Siguiendo los siguientes pasos (Rogers, 1972), que amplifican una actitud empática de escucha al otro:

A)     Escucha claramente lo que nos dice el otro.

B)     Observa la actitud del otro, en razón de la cuál, dice eso que nos dice

C)     Observa cómo se siente una vez nos ha dicho lo que nos quiere decir

D)     Observa qué importancia ha dado a lo que nos ha dicho.

E)      Resume y comunica todos estos puntos una vez el otro haya acabado de exponernos lo que nos quiere decir.

Realiza actos positivos hacía el otro/a y busca lo positivo de él/ella. En las parejas es frecuente centrarse en lo negativo o no dedicar suficiente tiempo a los afectos positivos una vez se ha instaurado la rutina. Darle la vuelta a esta dinámica y comenzar a comunicar todo lo positivo que hace día a día el/la compañero/a por nosotros, y reactivar los pequeños gestos positivos que hacíais el uno por el otro, facilita un ambiente más positivo para derribar defensas y ponerse en aquellas cosas que quiere y necesita la pareja.

Practica la auto-comprensión contigo mismo. Es muy difícil generar una actitud empática hacia el otro sino no somos capaces de escucharnos y delimitar aquello que necesitamos. Notar cuando estamos teniendo un momento difícil y frenar nuestras propias exigencias hacia nosotros mismos, teniendo ya preparada una lista de “estrategias para sentirnos bien” para esos momentos, puede ayudarte a cuidarte y saber cuidar al otro cuando éste lo necesite.

Recuerda que los errores en empatía no significan que están siendo menos humano con nosotros, sino una parte más de nuestra experiencia social compartida y que podemos solucionar conociendo las herramientas adecuadas.

Escrito por David Blanco Castañeda.

Fuente: www.psychcentral.com.

Díaz Morfa, J. (2003) Prevención de los conflictos de pareja. Edit: Desclée de Brouwer.

Rogers, C. (1972). El matrimonio y sus alternativas. Edit. Kairós.

Mi Querido Amigo Invisible

El juego en la infancia ha ido perdiendo su consideración exclusivamente lúdica para establecerse como una actividad indispensable y preparatoria de multitud de las funciones cognitivas que utilizaremos posteriormente. Tanto es así que las propias variaciones que observamos en el juego constituyen un buen indicador del desarrollo cognitivo del niño; pasando de juegos basados en la imitación de los otros o de roles sociales a juegos mucho más elaborados, sin implicar a los otros y generando mundos propios e idiosincrásicos, definiéndose como prolongaciones de los juegos simbólicos en los que han estado implicados.

Uno de los que más atención ha obtenido por parte  de los investigadores por su curiosa presentación y que hace no mucho era considerado una posible falla en el desarrollo (por falta de destrezas sociales, signos de retraso o presencia de sintomatología psicológica) es el juego con un compañero imaginario, comúnmente definido como amigo invisible. Por ello, han sido varios los estudios que han resaltado los beneficios manifiestos de dicho juego; entre ellos; una mejor aplicación de las destrezas sociales o un desarrollo cognitivo más completo. Destaca entre ellos la investigación realizada por Gabriel Trionfi y Elaine Reese; que propusieron hace unos años como la presencia de amigos invisibles en la infancia estaba relacionado con unas mejores capacidades narrativas, tendiendo grandes implicaciones para el éxito en el contexto escolar y la adquisición de la capacidad lectora.

Con una muestra compuesta por 48 niños de 5 años y medio (la mitad niños, la otra mitad niñas), comprobaron si la presencia de amigos invisibles tenían estos beneficios manifiestos. La prueba consistía en la lectura a los niños de una historia relacionada con “El día del Padre”, una prueba de test para evaluar la capacidad de comprensión de textos de los niños; y una tercera prueba en la que el niño contaba a una marioneta la historia que había oído anteriormente (“El día del Padre”) y otra prueba en la que contaban a sus madres un evento significativo ocurrido en el último año; evaluando en estas narraciones la capacidad narrativa y de estructuración de historias, los detalles o el nivel de vocabulario. Con un total de 23 niños de los 48 incluidos con amigos imaginarios, los resultados mostraron como  los niños con amigos invisibles relataban historias cualitativamente más ricas y complejas que sus compañeros sin amigos no reales; facilitando más datos,  generando ficción dialogada y extrayendo más relaciones de tiempo y espacio en el relato de las historias con respecto a sus compañeros no imaginativos.

Para los autores, las conclusiones que podían sacarse de estos resultados conectaban fuertemente con la capacidad cognitiva de los niños. Así, estos resultados podrían suponer un sistema cognitivo mucho más complejo y rico para los niños con amigos invisibles, al descontextualizar el objeto del juego a un contexto imaginado y sin referencia real, y que implica, consecuentemente, una mayor capacidad de abstracción y conceptualización. Es más, compartir estos personajes y mundos imaginados con su entorno y adultos más cercanos (como padres y profesores) podría suponer una oportunidad para el desarrollo y enriquecimiento de las habilidades cognitivas (como la Teoría de la mente), con lo que los autores concluyen el estudio incentivando al entorno del niño a hacer florecer y preguntar sobre ello.

Con algunas limitaciones dadas por la propia metodología de recogida de información de los niños, así como el reporte de algunas curiosidades (la mayoría de niños en el estudio con amigos invisibles eran hijos primogénitos, el sexo de estos amigos invisibles era mayoritariamente masculino, incluso en el caso de las niñas), lo que si nos queda claro es lo rico y variado que supone el juego del niño, y lo importante que es no censurar sus manifestaciones, sino fomentarlo, compartirlo y adentrarse de lleno en él.

Escrito por David Blanco Castañeda.

Fuente consultada: Research Digest.

ResearchBlogging.org
Trionfi G, & Reese E (2009). A good story: children with imaginary companions create richer narratives Child development, 80 (4), 1301-13 DOI: 10.1111/j.1467-8624.2009.01333.x

Cuando leer no solo es un entretenimiento…

Lunes. 9:05 de la mañana. Levantas tu vista del libro que lees esta semana (podría ser Las Horas de Liam Cunningham, por poner un ejemplo) y te fijas en la persona que hay sentado justo enfrente de ti. Ves que mira con vista perdida el mapa del metro. Notas cierto nerviosismo en su mirada, tal vez te fijes en sus ojos acuosos y en qué revisa ansiosamente la hora. Piensas, “Llegará tarde a alguna cita importante”. Te quedas inquiet@ cuando sale rápidamente al abrirse las puertas del vagón. Te muerdes el labio, “¿Qué le habrá pasado?”. Y continúas leyendo. Tal vez Liam Cunningham pueda darte una respuesta.

El pasado mes de octubre apareció en las páginas de Science, un artículo capitaneado por varios investigadores del New School of Social Research  (NSSR) en donde se defendía cómo leer ficción literaria podría ayudarnos a comprender las emociones y pensamientos de quienes nos rodean. Con ello, venían a comprobar si aumentaban nuestra Teoría de la Mente (que alude a la capacidad cognitiva de discernir estados mentales subjetivos en los demás y en nosotros mismos, entendiéndolos como fenómenos diferentes a aquellos que ocurren en el mundo exterior)

Para ello, realizaron diferentes experimentos en los que sometían a los participantes a leer breves fragmentos de textos literarios. Dichos textos se dividían en dos categorías, textos de ficción literaria (con fragmentos de autores como Delillo o la actual ganadora del Premio Nobel Alice Munro; en general, libros de reconocido prestigio y que presentase un argumento ficcionado) junto con textos de no ficción y/o considerados de “consumo popular”. Una vez leídos, los participantes pasaban distintas pruebas. Con medidas en diversos test como el RMET y el DANVA2-AF (tests de reconocimiento emocional a través de expresiones faciales), o el Yoni Test (reconocimiento de los pensamientos y emociones de distintos personajes a partir de diversas pistas verbales o visuales); los resultados mostraron como la mayoría de los participantes que habían leído obras de ficción se mostraban más capaces y obtenían mejores puntuaciones a la hora de inferir estados emocionales en los demás. Dicha empatía no sólo se producía a nivel cognitivo; también los participantes experimentaban  una identificación emocional.

Así, la literatura pasaría a ser una especie de simulador de las experiencias sociales; donde gracias a las vivencias y sentimientos de los personajes en la novela podríamos entender el complejo y heterogéneo mundo emocional que nos rodea. Aun con diversas limitaciones (no se decían expresamente la identidad de todos los autores utilizados en ambas condiciones experimentales; las conclusiones podrían cambiar de manera considerable si los participantes se leyeran novelas enteras en vez de fragmentos), el experimento constituye una lanza a favor de la literatura como instrumento favorecedor de diferentes cualidades de nuestro sistema cognitivo y que nos permite una flexibilidad y enriquecimiento de las distintas situaciones sociales sin necesidad de vivenciarla concretamente. Cómo digo, en la próxima página de tu libro de la semana puede estar la comprensión y entendimiento de una situación difícil en nuestras vidas. Por ello, simplemente lee.

 

Escrito por David Blanco Castañeda

Fuente: Research Digest

Bibliografía consultada: Kidd, D.C;  Castano, E. (2013). Reading literary fiction improves theory of mindScience express.

 

 

 

¿Por qué bostezamos?

Un gran número de vertebrados bosteza, es un gesto que tenemos en común con ellos Incluso en una ecografía podemos ver presentes los bostezos. Se considera un gesto de aburrimiento, cansancio o sueño, pero ¿qué hay realmente detrás del bostezo? 

Aunque históricamente se ha relacionado el bostezo con muy diferentes funciones, como la termoregulación o la respiración, hoy en día parece que su principal función es en origen fisiológica, de forma que sería un patrón de comportamiento que estimula la vigilancia. Esto está apoyado por diversos estudios, aunque investigadores de la Universidad de Bournemouth han descubierto recientemente que al tiempo que bostezamos aumenta nuestro nivel de cortisol.

El cortisol es una hormona que se segrega como respuesta a una situación de estrés y además tiene un patrón de variación a lo largo del día. Por la mañana tenemos un mayor nivel de cortisol que va disminuyendo a medida que transcurre la jornada. Si al bostezar aumenta la presencia de cortisol, cuando esto nos ocurre nuestro cuerpo está tratando de mantenerse despierto por más tiempo.

Además del origen más puramente fisiológico, en humanos y otras escasas especies como primates o perros domésticos, parece que el bostezo cumple una función especial a nivel social. Las áreas cerebrales que se activan al ver a otro bostezar son también útiles para descifrar claves sociales. Se ha comprobado que el contagio del bostezo es mayor con las personas de mayor cercanía a nosotros, y parece bastante claro que tiene que ver con la empatía y con la teoría de la mente (nuestra capacidad para pensar que el otro tiene un pensamiento propio).

Aunque es común considerar el bostezo como un gesto de mala educación, parece que sus funciones  son múltiples y quizá detrás de una persona que bosteza se pueden esconder muchas interpretaciones de lo que está pasando en el otro.

 

Fuentes: Cognitive Brain Research, Medical Hypotheses, Neuroscience & Biobehavioral Reviews, PLoS ONE.

Imagen: The Atlantic

Escrito por Lara Pacheco Cuevas