A menudo tendemos a pensar que para ser amables con nosotros mismos, debemos cumplir ciertas condiciones. No debemos cometer errores. Debemos entrenar cinco veces a la semana. Sin excepciones. Debemos mantener una casa ordenada y organizada. Debemos hacer comidas «saludables». Debemos marcar todo en nuestra lista de tareas pendientes. Debemos destacar en el trabajo, y producir, producir, producir. No podemos fallar, bajo ninguna circunstancia.
Y si no cumplimos con estas condiciones, entonces nos castigamos a nosotros mismos. Nos despertamos cada vez más temprano. Trabajamos más horas. No descansamos. No nos tomamos ningún tiempo para nosotros mismos. Porque estamos convencidos de que no nos lo merecemos. Hablamos con nosotros mismos de maneras en que nunca hablaríamos con otros. Porque estamos convencidos de que lo merecemos.
Ser amable puede ser difícil, especialmente cuando estamos enfadados con nosotros mismos, especialmente cuando nos sentimos decepcionados por algo que hicimos o que no hicimos.
Muchos de nosotros tenemos que enseñarnos a nosotros mismos a ser compasivos. Algo que podemos sentir como extraño, lejano y ajeno. La autocompasión es en realidad una habilidad que podemos fomentar y cultivar, aunque llevemos o no muchos años atacándonos a nosotros mismos. Cuanto más practicas, cuanto más actúas con bondad hacia ti mismo, más natural se vuelve.
Puede que si paras un momento y te fijas en las cosas duras que te dices a ti mismo te suenen de algo. Puede que alguien te las haya dicho alguna vez hace mucho, mucho tiempo. Puede que tengan una cara conocida. A lo mejor no necesitas esas palabras para hacer las cosas tal y como tú quieres. A lo mejor no son palabras tuyas.
La doctora en psicología Tara Cousineau propone en su libro The Kindness Curealgunas de las estrategias para ayudarnos a practicar la autocompasión. Muchas de ellas tienen que ver con tomar conciencia de uno mismo, de nuestro cuerpo, de lo que nos ha sentado bien en experiencias pasadas y de lo que nos decimos a nosotros mismos.
El uso de las palabras es fundamental. El cómo te hablas tiene un gran peso sobre cómo te sientes. Prueba a decirte palabras de bondad sinceras. Al crear tus autodiálogos de autocompasión, trata de usar un tono amable. ¿Qué palabras crees que podrían hacerte sentir bien? ¿alguna vez te han dicho algo que te ha hecho sentir mejor?
Fíjate en tu cuerpo. ¿Qué necesita para sentirse calmado? ¿Qué es lo que anhelo de los demás? Encontrar respuestas a estas preguntas ayuda a sentirnos mejor. Saborea el tacto. El contacto físico con los objetos y personas calma, desencadenando sentimientos positivos y una sensación de seguridad. La autora sugiere saborear sensaciones tales como la tibieza de una taza de té; el agua cayendo en cascada por nuestra piel durante una ducha; la suavidad de la lana. Cuando estés luchando y pasándolo mal, puedes darte un abrazo, acariciarte o tocarte la cara. Piensa y recuerda si hay sensaciones físicas que te han calmado en ocasiones pasadas. ¿Te gusta que te toquen o no? ¿En qué situaciones deseas tocar y en qué situaciones lo evitas? ¿Qué contacto te influye emocionalmente?
Explora tu estrés. La bondad es conocernos a nosotros mismos y atendernos. Una forma en la que podemos hacer eso es explorando cómo nos afecta el estrés. La autora invita a realizar este ejercicio: piensa en un evento reciente que te haya molestado o estresado. Dibuja una figura humana. Escribe o dibuja las sensaciones que experimentas o experimentas ahora mismo al pensar en el evento. Responde a estas indicaciones, también:
«Si el estrés fuera un color, sería …
La imagen que viene a la mente con la palabra «estrés» es …
Mis síntomas de estrés incluyen …
Sé que estoy estresado cuando siento emocionalmente …
El primer signo de estrés es …
Cuando estoy estresado, mi pensamiento se vuelve …
Otros pueden decir cuándo estoy estresado porque … »
Una vez que identificas cómo se manifiesta el estrés en ti, puedes empezar a identificar lo que puede ser un apoyo y ayuda.
Profundizar. Para desarrollar una comprensión más profunda de nosotros mismos, Cousineau sugiere reflexionar sobre estas preguntas: «¿Qué puedo hacer hoy para ampliar mi corazón un poco más? ¿Qué significa una vida significativa para mí? ¿Qué lamentaría no haber hecho al menos una vez en mi vida? ¿Por qué moriría? ¿De qué estoy más orgulloso? ¿Por qué estoy agradecido? ¿Qué es un hábito que quiero romper, y cuál es un hábito que quiero crear? ¿Cuándo fue la última vez que dije «te amo» a los que me importan? ¿A mí mismo?»
No necesitamos esperar para ser amables hasta que supuestamente hayamos hecho algo digno de compasión. Podemos hacer que la amabilidad sea parte de nuestro día a día. Podemos hablar de forma amable con nosotros mismos, especialmente cuando estamos luchando y sufriendo. Estoy molesto y es totalmente comprensible. Estoy teniendo un día difícil. No puedo dejar de llorar, y eso está bien. Necesito sentir esto. Podemos llegar a conocernos a nosotros mismos en un nivel profundo. Podemos atender nuestras necesidades, especialmente cuando estamos estresados, especialmente cuando no realizamos o producimos, especialmente cuando fallamos.
Cousineau define la bondad como «amor en acción». ¿Cómo puedes actuar amorosamente contigo mismo hoy?
Fuente: PsychCentral
Traducido y adaptado por María Rueda