Cuando la persona sufre un daño de tipo orgánico en el cerebro tras, por ejemplo, un accidente de tráfico o un accidente cerebro vascular, se producen toda una serie de secuelas neuropsicológicas, emocionales y conductuales que es necesario detectar y diagnosticar para proponer un tratamiento neuropsicológico posterior. Todo ello con el objetivo de lograr una recuperación funcional dentro del contexto cotidiano de la persona afectada y sus familiares.

Así, la evaluación neuropsicológica surge de la necesidad de conocer, y por tanto, se plantea como instrumento previo fundamental para diseñar un programa de rehabilitación. Los objetivos principales de toda evaluación neuropsicológica, y que en Cenit Psicólogos buscamos alcanzar, serían:

Describir y detallar las consecuencias de la lesión orgánica en la persona. En esta descripción es tan importante prestar atención a los déficits neuropsicológicos como a todas las capacidades preservadas. Consecuentemente, también evaluaríamos las posibles afectaciones a nivel emocional y de conducta, estableciendo así una estimación precisa de las capacidades cognitivas del paciente.

– Determinar los progresos que van produciéndose a lo largo de todo el tratamiento y comprobar la eficacia de cada una de las intervenciones terapéuticas seguidas.

– Detectar alteraciones cognitivas asociadas a un trastorno psicológico o psiquiátrico.

Proporcionar información al entorno más inmediato y cercano del paciente (familiares y/o cuidadores) para que puedan comprender el comportamiento del paciente  y establecer las bases para la implantación posterior de la rehabilitación neuropsicológica.

– Para los casos en los que se haya producido un daño congénito en el nacimiento o se observen dificultades de tipo cognitivo en el desarrollo del niño, también contamos con una intervención específica y que explicamos en el apartado de evaluación en neuropsicología infantil y adolescente.

En definitiva,  lo que pretendemos con dicha evaluación es comprender las relaciones existentes entre el cerebro (en este caso, el cerebro dañado) con las consecuencias funcionales que provocan en la conducta de la persona. En la evaluación se podrán valorar capacidad intelectual, atención y función  ejecutiva, lenguaje y capacidades psicolingüísticas, memoria, capacidad de aprendizaje, habilidades visuoespaciales y visuoconstructivas, problemas de conducta y/o emocionales y presencia de habilidades de afrontamiento a las demandas del ambiente. Con ello, obtendremos un perfil completo e integrado de las capacidades cognitivas de la persona y en caso de que se estime oportuno, proseguir el proceso con un programa de rehabilitación.

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