Tabaco. Edad. Sexo. Colesterol alto. Presión arterial. ¿Estrés? ¿Crónico, o eventos concretos? ¿Personalidad de Tipo A? ¿Hostilidad? ¿Estilo de vida?. En efecto, son muchas las investigaciones recientes que intentan esclarecer qué variables constituyen el predictor exacto a la hora de sufrir una enfermedad cardiovascular, sin conseguir ninguna dar la respuesta definitiva, ante el intrincamiento y la imposibilidad de aislar la influencia de cada una de las variables en estos accidentes tan dañinos para nuestra salud.
Así y todo, la Sociedad Europea de Cardiología recogía esta semanas un interesante estudio realizado en Dinamarca sobre la influencia del estrés en el riesgo cardiovascular. La investigación no era moco de pavo; con alrededor de 11.000 personas de muestra y con un diseño longitudinal con 15 años de seguimiento, los investigadores intentaban lanzar un poco de luz a esta cuestión. Y los resultados no han podido ser más alentadores; según ellos, las personas que se consideraban más vulnerables mentalmente a los efectos del estrés (definidos como “personas con tendencia a experimentar síntomas psicosomáticos y tener reacciones interpersonales inadecuadas”) eran más propensas a sufrir ataques cardiovasculares fatales o no fatales que aquellas personas con una estrategia de afrontamiento distinta y sin sentir esa vulnerabilidad psicológica al estrés.
Los investigadores, encabezados por el doctor Anders Borglykke, se muestran satisfechos con los resultados, pero según sus palabras: “muchas variables han sido enunciadas ya como predictores de estas dolencias, pero si las introducimos en un contexto más amplio, poco o nada contribuyen a la predicción real de riesgo”, por lo que pide sosiego y más investigación. Según el autor, la vulnerabilidad mental al estrés puede ser comparada con los cinco predictores básicos (puestos en negrita al comienzo de este texto) y establecerla como indicador en aquellos casos en los que no puedan explicarse sólo por ellos, y constituir así una nueva clave a tener muy en cuenta. Además, relaciona su “nueva clave” con el estrés crónico, y reflexiona sobre cómo trabajar sobre ella para paliar y prevenir sus efectos….con todo, un estimulante comienzo para futuras aproximaciones.
Escrito por David Blanco Castañeda
Fuente: www.Psychcentral.com; European Society of Cardiology.