Terapia del perdón

En el trabajo que realiza un psicólogo, se encuentra con que la cultura popular conecta con nuevos enfoques aplicados de una forma más metódica en el contexto de un proceso terapéutico. Es habitual que se valore socialmente y culturalmente el perdón como un valor importante, tener la capacidad de perdonar a otros está inmerso en nuestra cultura como una habilidad muy positiva.

En los últimos años, también la psicología, tanto en un contexto clínico como de investigación se ha interesado por la función que puede tener el perdonar a alguien que nos atacó u ofendió en el pasado. Desde luego que ante estos comportamientos hacia nosotros es necesario enfadarse y reclamar la reparación del daño, pero cuando han tenido lugar estos pasos, parece que ser capaz de perdonar tiene un gran valor para nuestro bienestar. En un inicio, se comenzó a estudiar más por accidente que de forma intencionada. En el contexto de la terapia psicológica, cuando se daba colateralmente un proceso de perdón al agresor, ciertos componentes emocionalmente muy negativos disminuían en la persona.

¿Cómo funciona este proceso?

foto extraída de pixabay.com
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El perdón es un proceso complejo que necesita de transformaciones profundas en las concepciones que tiene una persona sobre un hecho. Estos cambios incluyen componentes, tanto cognitivos como afectivos, muy importantes. Cuando no se es capaz de perdonar un suceso negativo de la biografía, se despiertan en la persona sentimientos de venganza, rabia y dolor emocional. Aparece un proceso de victimización unido a pensamientos rumiativos respecto del suceso. Toda esta aparición de elementos de gran afecto negativo muchas veces dan lugar a síntomas de ansiedad y de ánimo bajo. Sin embargo, si se facilitan los sentimientos de perdón, este proceso resulta en una emoción filiativa ante la persona que ha cometido el perjuicio. En este cambio, el que causó el daño es visto como un ser multidimensional cuyas acciones estaban mal. Desde este punto de vista, estos actos pueden evocar emociones más cercanas a la calma y la empatía que a las que despertaban antes del perdón.

En algunas ocasiones, se entiende el perdón como un acto de excusar o minimizar el acto que fue perjudicial para uno. A veces incluso parece que significaría olvidar lo que se ha hecho, pero nada más lejos de la realidad, perdonar significa exclusivamente recordar la ofensa desde un nuevo punto de vista en el que no mantengamos un sentimiento tan negativo, liberando al agredido y permitiendo que el daño no se perpetúe en la persona que lo sufrió. En última instancia, se conoce que el perdón no requiere de la reconciliación con la persona que ha infringido el daño. Los beneficios conocidos de éste, son internos de la persona, no se ha encontrado un mayor bienestar si se le suma a este proceso un comportamiento hacia otros.

Una vez descubierto este efecto, en los últimos años se han llevado a cabo múltiples investigaciones en las que se ha fomentado la presencia del perdón en la terapia psicológica. En ocasiones como un objetivo terapéutico o bien como una intervención en sí mismo. Se han descubierto efectos positivos para la salud tanto física como mental al darse una facilitación del perdón. Aunque aún no ha sido completamente establecido el funcionamiento, sí se hipotetiza que la mejoría en la salud y el bienestar vendrían dados por la activación de emociones positivas que pudieran calmar el sistema nervioso, dando lugar a una reducción en los niveles de estrés, hostilidad y rumiación.

La aplicación de esto en la terapia aún no se ha desarrollado plenamente, y es interesante la presencia de éste como un enfoque nuevo, por ejemplo, en terapia de pareja, cuando hay daños que necesitarían repararse para un crecimiento de la relación. También se ha observado su capacidad de mejora en otros contextos, como en procesamiento de eventos traumáticos. Se suma a estas funciones cuando podemos también hablar de “auto-perdón”, el cual podría ser un facilitador del cambio hacia el bienestar cuando hablamos situaciones de abuso de sustancias, o cuando una persona se inflige daño a sí misma.

Como podemos ver, la complejidad del ser humano lleva a que desarrolle sistemas culturales que fomentan el bienestar de sus individuos, pero si conocemos de una forma más metódica los efectos de éstos, podemos aplicarnos en que aparezcan de una forma intencionada y así aprender a sentirnos mejor con nosotros mismos y con los demás.

Escrito por Lara Pacheco

ResearchBlogging.org

Meneses, C. W., & Greenberg, L. S. (2015). Forgiveness: A route to healing emotional injuries and building resiliency. Couple Resilience, 179-196 DOI: 10.1007/978-94-017-9909-6_10

 

Wade, N. G., Post, B. C., & Cornish, M. A (2011). Forgiveness therapy to treat embitterment: a review of relevant research. Embitterment, 197-207 DOI: 10.1007/978-3-211-99741-3_16

Webb, J., Hirsch, J., & Toussaint, L. (2015). Forgiveness as a positive psychotherapy for addiction and suicide: Theory, research, and practice. Spirituality in Clinical Practice, 2 (1), 48-60 DOI: 10.1037/scp0000054

¿Te deprime o estresa la Navidad? – Algunos consejos para afrontar las fiestas

La Navidad es una época en la que se nos bombardea con mensajes sobre lo felices, ilusionados y esperanzados que debemos estar. La creación de este tipo de expectativas y su incumplimiento pueden dar lugar a sentimientos de inadecuación si no nos sentimos todo lo felices que “debemos”.

Además de esto, las navidades nos exigen mucho respecto a lo que debemos hacer en muy poco tiempo: acudir a fiestas, cocinar, limpiar, comprar, comer y beber… Por esto, además de un sentimiento de no estar lo suficientemente feliz, se le añade el estrés de todas estas exigencias; podemos sentir que no llegamos en tiempo o en economía para complacer a nuestros seres queridos.

Otro de los puntos clave por los que la navidad puede ser especialmente triste e incluso llevar a procesos depresivos es la falta de los seres queridos que un día sí celebraron estas fiestas con nosotros. Aunque los procesos de duelo puedan estar bastante resueltos, en estas fechas se puede acentuar la sensación de pérdida.

Si la navidad hace que nos sintamos deprimidos, estresados o solitarios, hay algunos consejos que podemos seguir para minimizar sus efectos.

Reconoce lo que sientes. Si echas de menos a alguna persona, o estás pasando por una situación difícil, permítete sentirte triste aunque los mensajes del exterior te propongan lo contrario.

Busca gente con quién estar. Si tu mayor problema es que te sientes solo en estas fechas, es posible que encuentres un grupo de personas que no pensabas que fuera la compañía esperada en estas fiestas, pero podría sorprenderte si estás abierto a nuevas oportunidades.

Sé realista. No todas las fiestas de todos los años han de ser perfectas. Las tradiciones y las familias varían con los años. Quizá las navidades pasadas parecen ser las mejores, pero si mantienes la mente abierta a nuevas formas de celebrar puedes descubrir grandes nuevos momentos.

Deja a un lado las diferencias. Trata de aceptar a los familiares y amigos que te rodean como son, aunque no cumplan tu ideal. Ponerte en su lugar o dejar las discusiones para otro momento puede ahorrarte mucho estrés, y además, ¿has pensado que puede que también ellos estén pasando por esa ansiedad y/o depresión navideñas?

Planifica. Crear una pequeña agenda para estos días hará que gestiones mejor el tiempo que se hace escaso. Añade en este plan momentos de descanso, para leer un buen libro, dar un paseo o escuchar música. Incluir estos momentos de relax te ayudará a aprovechar mejor los momentos de mayor actividad. Además, anticipar un presupuesto de los gastos de estos días te ahorrará sorpresas económicas que añadan presión.

Aprende a decir no. Tus compañeros y amigos entenderán que a veces no puedas comprometerte con todos los planes y actividades propuestos. En aquellos planes en los que tengas oportunidad de decir que no y te supongan un estrés añadido, cambia el plan por otras actividades de descanso en este periodo.

Entender la Navidad como una época de felicidad obligada es una tarea muy dura de cumplir. Quizá, además de las connotaciones religiosas, podamos darle el significado original del solsticio de invierno, en el que se da a entender que es la época en la que aprendemos que el sol volverá a aumentar su presencia. Que la primavera volverá. En la naturaleza, así como en nuestra vida, la tendencia es que haya cambios que puedan traer el bienestar de nuevo, aunque no sea obligatoriamente en navidad.

Fuentes: psychologytoday.com, webmd.com, mayoclinic.com

Escrito por Lara Pacheco Cuevas