En nuestra vida cotidiana, hay multitud de situaciones (por ejemplo, mientras conducimos) en las que se requiere una solución rápida y precisa, apoyándonos en nuestra rapidez y capacidad de reflejos para tomarlas. Sin embargo, nos asombramos la cantidad de veces que cometemos errores, sin comprender siquiera que nos ha movido a realizar dichas acciones.
Un equipo de investigadores liderados por Tobias Teichert (profesor asistente de la Universidad de Pittsburg) y Jack Grindband (colaborador del Instituto Taub para el Estudio de la Enfermedad de Alzheimer) han realizado un estudio que pretende arrojar luces a este respecto, y si cabe; proponer nuevas vías en el estudio del procesamiento de la información y toma de decisiones en seres humanos.
Según ellos, la clave para emitir la mejor respuesta ante situaciones de solución rápida es, sencillamente, aplazar el inicio de la decisión a unos instantes posteriores a lo que solemos realizarlo habitualmente (de 50 a 100 milisegundos más). La razón es bien sencilla; ante cualquier situación, el cerebro ha de procesar e integrar una gran cantidad de información contradictoria, que muchas veces no ayuda para tomar la elección correcta. En un primer momento, el cerebro no puede distinguir entre información irrelevante e información relevante; moviéndose por la información más saliente en ese momento, aumentando la probabilidad de aumentar los errores y disminuyendo la precisión en la respuesta. Posponer unos milisegundos la toma de decisiones ayudaría al cerebro a procesar y filtrar lo importante de la situación, disminuyendo la comisión de fallos en su realización. Asimismo, propondrían que este mecanismo favorecería un control cognitivo en la toma de decisiones, a pesar de la rapidez con la que fuese necesaria la solución.
Para demostrar y secundar estos hallazgos, propusieron una tarea experimental a una muestra de 13 sujetos que realizaban dos tareas distintas. En la primera, mediante la realización de una tarea de ordenador, se les pedía a los participantes que observaban un enjambre de puntos móviles que se movían de manera muy rápida en la pantalla, y que contestaran lo más rápido posible en qué dirección (izquierda o derecha) se habían movido. En una segunda parte del experimento, los participantes tenían que hacer una tarea similar a la anterior, si bien se les marcaba con un sonido cuando debían emitir la respuesta. Los resultados fueron abrumadoramente consistentes; siendo las respuestas más precisas y eficaces cuando se les pedía aplazar la toma de decisión, esto es, en la segunda modalidad del estudio.
Si la mayoría de investigaciones anteriores defendían que la probabilidad de tomar buenas decisiones estaba predominantemente en la prolongación de la fase de toma de decisiones; la investigación de Teichert y Grindband supone un cambio en la consideración de los descubrimientos, y argumentan posibles implicaciones en el estudio de trastornos como el TDAH y la esquizofrenia, donde la probabilidad de comisión de errores es muy elevada ante la impulsividad y falta de planificación en las respuestas. Un interesante estudio que nos habla, una vez más, de la intrincada relación entre el cerebro y la conducta humana.
Escrito por David Blanco Castañeda
Fuente: www.psychcentral.com