A finales de los 90, se estrenó en nuestro país Mi Vida en Rosa; película francesa que mostró una realidad viva que todavía hoy recibe las más diversas opiniones. Mi vida en Rosa es la historia de un conflicto. La historia de un niño, Ludovic, que se queda parado mientras los demás niños juegan a su alrededor. Él siente que está en el sitio inadecuado. Cuando su familia, la familia Fabre, se instala en su vecindario y hace su presentación en sociedad, Ludovic opta por ponerse un vestido, un vestido de princesa; que a la edad de 6 años su familia lo toma como una forma más de expresión de su personalidad (incluso como una broma) pero que para Ludovic, a pesar de su corta edad, es ya toda una declaración de intenciones. Él quiere ser una niña. Él quiere vestirse así, llevar un corte de pelo acorde, sentir hacía sus compañeros lo mismo que una niña sentiría hacía ellos. Para él, estos comportamientos no son ninguna broma, reflejan todo un acto de reafirmación.
Ludovic es transexual. Un niño que nació varón (su sexo genético es 46XY, correspondiente a un varón), con un desarrollo genital como tal, y que, sin embargo, su manera de identificarse, sentirse y expresarse coinciden con el sexo contrario, en su caso, con los de una niña. Así, su identidad de género o sexo psicológico es femenina; y por tanto, los esfuerzos que realiza en la película tienen como objetivo el demostrar su pertenencia a dicho sexo. Y es ahí cuando el drama estalla (y la película muestra su cara amarga); porque ni el cuerpo cambia de la noche a la mañana (es todavía muy pequeño para comprender que si persiste en su convicción en el futuro tendrá que realizar un proceso de reasignación de sexo, con terapia hormonal y quirúrgica si lo desea) ni el entorno comprende las cosas como él mismo quisiera (de ahí las situación de conflictos de Ludo con su familia y el estigma social que sufre la familia Fabre). Es así, a través de los ojos de Ludo, con sus fantasías, anhelos, miedos y buenas intenciones, con los que vamos entendiendo su proceso de hombre a mujer; y es también, gracias a su historia, por la que comprendemos todas las dificultades que debe de afrontar, tanto para sí mismo, su familia y el entorno más cercano, que rechaza y estigmatiza su necesidad de ser feliz.
Desde aquí os invitamos a todos al visionado de Mi vida en Rosa; todo un ejercicio de reflexión en forma de cuento; con sus partes amargas y sus escapadas llenas de color para comprender un hecho incuestionable; lo importante, necesario y totalmente humano que es definir nuestra propia identidad. Porque, al fin y al cabo, ¿no es algo que hacemos y necesitamos todos?
Escrito por David Blanco Castañeda
Bibliografía: Gómez Gil, Esther; Esteva de Antonio, Isabel (2006) Ser Transexual