Pequeñas Verdades acerca del Amor Romántico

 

Extraída de www.campusrelatores.com. Autor: Nan Lawson
Extraída de www.campusrelatores.com. Autor: Nan Lawson

Si enciendes el televisor a la hora de sobremesa, podrías encontrarte con una perfecta definición fast-food del amor romántico. Podrías ver un argumento de este estilo: “Dos desconocidos, que casi sin conocerse perciben una gran complicidad e intensidad en todos sus encuentros. La pasión se desborda, las ganas de verse también, y se suceden toda una serie de situaciones a cada cual más idílica en donde el otro se convierte en el alivio de todos nuestros males, con una sonrisa balsámica y una capacidad tremenda para poblar cada momento (real o imaginado) de nuestra realidad”. Así es el amor romántico (o comúnmente acuñado como “mariposas en el estómago”), máxima aspiración sentimental de los cánones sociales contemporáneos, y que contrasta de manera radical con la consideración de principios del siglo pasado, donde una pasión desenfrenada podría llevarte al ostracismo y la vergüenza social si te dejabas llevar por ella. Es más, según las principales investigaciones sobre el tema, parece que la pasión y las ganas desenfrenadas no son suficientes para la supervivencia a largo plazo de una relación; para asegurar la perdurabilidad, es importante la consecución de más componentes añadidos. Entoncés, ¿qué podemos esperar del amor romántico?

  1. Es el cultivo para algo más importante En efecto, el amor romántico se considera como una fase previa al verdadero vínculo emocional con el otro. En este primer estadio, la vivencia emocional se describe como un torbellino de emociones donde prima la idealización, los pensamientos obsesivos con el otro, los deseos de contacto y de cercanía, una intensa impulsividad y euforia por ver y sentir al otro, y una creciente dependencia emocional y física. Todos ellos, componentes esenciales para otro tipo de relación; mucho más duradera y estable, con un alto componente de empatía y cercanía, unión y convivencia en pareja, que perpetúan estilos de vida estables y nos hace asentarnos en nuestras rutinas y vidas convencionales.
  2. Evoluciona contigo y con la relación. El amor romántico tiene el deseo como principal motor, pero también es su principal inconveniente. Muchas relaciones románticas no resisten la prueba de la intimidad ni de la reciprocidad con la pareja; cuando dejamos de definir la relación de acuerdo a nuestras propias emociones y lo definimos de acuerdo al compromiso con el otro y metas compartidas, es cuando la relación sentimental pasa a otra etapa. En ella la pasión no desaparece, pero sí se recoloca como un componente dentro de un abanico más amplio y duradero. Dejamos una necesidad narcisista por una empática y dual.
  3. Es tan intenso porque tiene la morfología de una droga. Las investigaciones psicobiológicas sitúan los centros cerebrales del amor romántico en los llamados “sistemas de recompensas”, regiones cerebrales responsables del aprendizaje por refuerzo, la motivación y la activación, que se corresponden con los mismos centros que explican las adicciones a las drogas y las adicciones conductuales (compras compulsivas, internet o pornografía on-line), y que incluyen la zona tegmental ventral y el nucleo accumbens, con especial implicación de la dopamina como neurotransmisor principal. Es por ello por lo que experimentamos los síntomas típicos de la adicción al estar enamorados (dependencia física y emocional, tolerancia, comportamientos compulsivos por consumir esa droga) y también los típicos de la abstinencia cuando no tenemos acceso a nuestra pareja.
  4. Puede permitirnos un crecimiento personal importante. Si bien está relacionado con una disminución de los componentes de auto- regulación, también con grandes dosis de espontaneidad y creatividad, con iniciativas que buscan sorprender al otro. Este crecimiento personal se ve complementado por una agenda compartida, donde el desarrollo de la individual convive con la creciente necesidad de adaptarse y adoptar planes y formas del otro. En una pareja sana nos autorrealizamos y conocemos una continua reafirmación de nosotros mismos, ante el refuerzo constante de la pareja. Y permite el desarrollo de nuestra identidad y de la toma de decisiones; el amor consumado va evolucionando a la negociación conjunta.
  5. Puede resistir al paso de los años si cuidamos nuestra relación. Por último, la evolución de un amor romántico a un amor compañero y comprometido no implica la perdida de la pasión y de la motivación por el otro. Hay que cuidar el cambio tanto como lo cuidamos y atendemos al principio, cuando se busca atraer, seducir y consumar al otro. Por ello, los especialistas relacionan unas relaciones afectivo-sexuales frecuentes con un mantenimiento de la pasión con el paso de los años. También, una relación cercana, donde incorporamos al otro en el propio concepto de nosotros mismos; y relacionar a la pareja con protección, confianza y seguridad, donde ambas partes no rompen los límites establecidos por ellos mismos (o si los rompen, hay intentos intensos por volver al orden establecido.)

Así, podemos definir el amor romántico como algo necesario y complejo, que puede sacar lo mejor de nosotros mismos pero que no define el éxito de una relación. Es el cuidado cotidiano la mejor variable para que la desconocida que una vez conociste en un tren hacia un país europeo pueda convertirse en tu compañera en un  camino elegido por los dos.

Escrito por David Blanco Castañeda.

Fuentes: Psychology Today, Diario El País.

Cuando el trabajo se convierte en una obsesión: “el workaholismo”

Hace tan sólo unas semanas salía a la palestra informativa un dramático caso de esfuerzo y dedicación en el trabajo; Moritz Erhardt, becario de 21 años, fallecía tras una intensa jornada de trabajo de 72 horas de duración en el Bank of America de Londres. Los medios, conscientes del impacto y la excepcionalidad del caso, no tardaron en difundir y recordar cómo jornadas de 50 horas de trabajo semanal provocaban grandes consecuencias en la salud física, psicológica y social de los trabajadores, y como éste caso no era el primero; produciéndose en contextos en donde la persona coloca las metas de la empresa por encima de su propio bienestar, ya sea por iniciativa propia como impuesta por la empresa en donde se trabaja.

Así, no es de extrañar que muchos investigadores hayan hablado de términos como adicción al trabajo y adicto al trabajo (workaholism y workaholics, términos originales y acuñados por Wayne Oates) para caracterizar esta noticia, haciendo referencia a la necesidad compulsiva de la persona por trabajar, de modo que el trabajo se convierte en lo más importante de su vida, y relegando otras esferas (como la familia, los amigos o el ocio) a planos totalmente secundarios o casi inexistentes, con todo el deterioro que eso conlleva y asemejándolo en muchos puntos al alcoholismo.

La persona “workaholica” pasaría excesivas horas en su puesto de trabajo, siendo incapaz de desconectar una vez llega a casa; poniéndose inmediatamente a trabajar y descuidando incluso horarios de comida y sueño. Otros síntomas,  como el excesivo control en las tareas, la incapacidad para delegar en compañeros o un elevado estrés, se contarían entre sus características. Pero no todo es negativo; diversos autores destacan que no siempre una intensa dedicación al trabajo se traduciría en síntomas negativos para la salud, en tanto en cuanto no se produjera una pérdida de control  en la conducta de trabajar y permitiera la consecución de las metas organizacionales.

En este escenario, se ha difundido los resultados de una investigación, promovida por la Universidad de Kent, en la que se propondría que altos niveles de perfeccionismo unidos a altos niveles de motivación por la tarea, son los que podrían  llevarnos a una conducta workaholica. De esta manera, su autor, Joachim Stoeber, opina que aquellas personas con elevados estándares de perfección y desempeño (self-oriented perfectionism) y con altos niveles de motivación por su trabajo, estarían predispuestas a altos niveles de adicción al trabajo. Por el contrario, no cumplirían dichos requisitos aquellas personas que creen que los demás se mueven por estándares de perfección sólo cuando estos cumplen plenamente dichos estándares (socially prescribed  perfectionism).

Además, añade como agravante para desarrollar conductas workaholicas el hecho de que tus estándares se identifiquen plenamente con los objetivos a cumplir por la empresa, y la cualidad de que sea la persona capaz de auto-regularse a sí misma con su propio sistema de castigos y recompensas. Todas estas cualidades, positivas en un principio, se tornarían en negativas cuando la persona perdiera el control sobre su conducta laboral, con graves consecuencias en su vida cotidiana y realizando la conducta finalmente como forma de evitar su malestar.

Por ello, y ya que septiembre es una época de reinicio y de planteamiento de nuestros objetivos, no estaría de más plantearse la importancia de saber delegar y desconectar una vez cerramos la puerta de nuestro puesto de trabajo: nuestra vida y trabajo nos lo agradecerían

Fuente: Psych Central, 20 minutos, Huffington Post

Bibliografía: Stoeber, J., Davis, C. R., & Townley, J. (2013). Perfectionism and workaholism in employees: The role of work motivation. Personality and Individual Differences, 55(7), 733-738.

 

Escrito por David Blanco Castañeda.