Hay ciertos fenómenos, reconocidos como paranormales, que han ocurrido a lo largo de la historia del hombre en diversas culturas, aunque interpretados de formas diversas. Esto ocurre porque nuestro cuerpo es capaz de vivir experiencias de lo más extraño, a las que intentamos dar una explicación plausible desde una perspectiva cultural cuando no parece que tengamos un control sobre nuestras acciones y percepciones.
Sentir que hay alguien detrás (Presencias)
Sentir una presencia a nuestra espalda es un suceso también bastante inquietante, pero ocasionalmente sucede en personas completamente sanas. Bien es cierto que puede ocurrir en personas con algún daño cerebral muy concreto, y con más frecuencia e intensidad en personas con alucinaciones. Sin embargo, en la población general pasa de forma puntual y un grupo de científicos del Instituto Karolinska ha logrado reproducir en un experimento las circunstancias precisas para generar esta sensación. De la cual han identificado como responsable la corteza frontoparietal. En el experimento realizado, los participantes, sin posibilidad de ver ni oir nada, movían su mano frente a ellos y un robot, de forma automática, reproducía este movimiento sobre su espalda. Cuando este mismo suceso se hacía con un pequeño retardo, la vivencia de una presencia se hacía patente. Este tipo de “ilusión sensorial” hizo que en un 30% de los que participaron experimentara una fuerte sensación de que hubiera una o más presencias tras de ellos.
Estar fuera de tu cuerpo (Desrealización o despersonalización)
Es un síntoma bastante conocido, provocando una sensación de no ser uno mismo,de estar fuera de tu cuerpo, de irrealidad. Una sensación de estar en un sueño o de cierto embotamiento emocional. Todas estas sensaciones se producen como una forma de respuesta de nuestro sistema nervioso ante un nivel de estrés alto. Aunque es bastante frecuente, conocemos poco de cómo ocurre a nivel cerebral esta respuesta. Parece que sí hay relación con la capacidad de integrar la información táctil que recibimos de nuestro propio cuerpo (interoceptiva) junto con el procesamiento de las emociones que sentimos. En un artículo publicado este año en la revista PLOS ONE los investigadores concluyeron que en una persona con trastorno de desrealización la capacidad de percibir las sensaciones corporales era menor que en la población normal. Cuando es sólo un episodio aislado, provocado por un estrés elevado, la reacción de sufrir una despersonalización posiblemente tenga que ver con la imposibilidad de procesar ese nivel de respuesta emocional en ese instante, dando lugar a la sensación de no estar en tu propio cuerpo.
Sentir que ya has vivido la situación (dejà vú)
El “dejá vu” o sensación de haber vivido una experiencia o haber estado ya en una situación es un fenómeno bastante común. Aunque tradicionalmente ha podido entenderse como una forma de conocer lo que va a pasar en el futuro o precognición, sabemos que no es más que un funcionamiento no del todo ajustado de nuestro cerebro. Lo que ocurre cuando se produce esta sensación tiene que ver con dos sistemas que normalmente son diferentes en el procesamiento de la memoria. Por una parte, nuestro cerebro codifica la información para poder acceder a ella. Por otra, accede a la información que ya tiene sobre lo familiar que le es la situación, el lugar o los objetos que están presentes en la situación. A nivel biológico, hay varias estructuras del lóbulo temporal que estarían implicadas, como el giro dentado, o las estructuras parahipocámpicas. Cuando dos situaciones son extremadamente similares pero no iguales, en ocasiones, no podemos llegar a discernir claramente que hay algo en la situación que es realmente un recuerdo y sentimos que estamos codificando la información desde cero.
Aunque en ocasiones vivimos experiencias que no sabemos interpretar correctamente, nuestro cerebro y su conexión con nuestro cuerpo es tan complejo que puede dar lugar a unas experiencias muy pragmáticas y muy cotidianas a otras infrecuentes pero muy extrañas también.
Fuentes: plosone,com, livescience.com, nature.com.
Escrito por Lara Pacheco Cuevas