6 curiosidades psicológicas que demuestran nuestro lado oscuro

En la actualidad, como en diversas épocas de nuestra historia, se están dando comportamientos sociales que nos hacen cuestionarnos palabras como empatía, comprensión, comportamiento prosocial o altruismo, y si estas se dan verdaderamente en nuestra naturaleza o si de verdad son comportamientos aprendidos y generalizados en nuestro desarrollo. Del mismo modo, son muchas las investigaciones que buscan dar respuesta al caso contrario a nuestro mal llamado “lado oscuro”, siendo una época muy fértil en ese sentido el desarrollo de la psicología social en la segunda mitad del siglo XX, que buscaba entender la creación de contextos favorecedores de ideas y regímenes totalitarios. En estos planteamientos, se buscó cuestionar los límites de nuestra propia moralidad y si realmente el contexto social donde estamos insertos influye y condiciona nuestro comportamiento, realizando comportamientos y desarrollando actitudes a priori censurables y sin embargo, perfectamente posibles bajo determinadas condiciones contextuales concretas.

Dos ejemplos claros reflejan con tremenda verosimilitud cómo realmente las personas podemos realizar actos verdaderamente cuestionables. El primero, realizado por el profesor Zimbardo en la Cárcel de Stanford, mostró cómo se producía un proceso de deshumanización en sus participantes si se influenciaba en los roles sociales y la autoridad que de ellos se emanaba. Así, mediante un contexto que emulaba el funcionamiento de una cárcel, se dividían a los participantes en dos: uno de ellos en rol de carcelero, otro grupo era separado en rol de prisionero. En poco más de dos días se observó un tremendo cambio en los participantes, donde los carceleros empezaron a ejercer comportamientos punitivos muy por encima de lo permitido; provocando motín entre los prisioneros y una respuesta represiva violenta, siendo tal el clima de hostilidad que el experimento tuvo que finalizarse mucho antes de tiempo. En otro experimento, realizado por la Escuela de Palo Alto (California) en los llamados experimentos de la Tercera Ola, buscaba imitar condiciones similares dadas en la Alemania Nazi para explicar el surgimiento y posterior proliferación en la sociedad alemana de ideas totalitarias, sin que esta pudiera frenar su avance o anticipar tan dramáticas consecuencias. Con reglas básicas de disciplina (llegar al sitio y sentarse bien en pocos minutos), se fue aumentando el rol autoritario progresivamente y distinguiendo a alumnos dentro del movimiento por cuestiones meramente físicas o por manifestar determinado, tuvo que suspenderse al quinto día por la rápida adhesión en el centro educativo y los comportamientos diferenciales de gran parte de los alumnos. Estos dos ejemplos constituyen sendos ejemplos de los cambios a nivel individual se producen por influencia directa de su contexto, y que no hacen sino ejemplificar lo vulnerables y peligrosos que nos mostramos ante determinados contextos, y que han sido llevadas al cine en películas bastante fidedignas.

En la actualidad, como en diversas épocas de nuestra historia, se están dando comportamientos sociales que nos hacen cuestionarnos palabras como empatía, comprensión, comportamiento prosocial o altruismo, y si estas se dan verdaderamente en nuestra naturaleza o si de verdad son comportamientos aprendidos y generalizados en nuestro desarrollo. Del mismo modo, son muchas las investigaciones que buscan dar respuesta al caso contrario a nuestro mal llamado “lado oscuro”, siendo una época muy fértil en ese sentido el desarrollo de la psicología social en la segunda mitad del siglo XX, que buscaba entender la creación de contextos favorecedores de ideas y regímenes totalitarios. En estos planteamientos, se buscó cuestionar los límites de nuestra propia moralidad y si realmente el contexto social donde estamos insertos influye y condiciona nuestro comportamiento, realizando comportamientos y desarrollando actitudes a priori censurables y sin embargo, perfectamente posibles bajo determinadas condiciones contextuales concretas.

No son los únicos. Os acercamos otros ejemplos claros de clara presencia de comportamientos reprobables estudiados y replicados en ambientes experimentales.

  1. Efecto de la deshumanización fragante. Bajo determinadas condiciones, podemos mostrar rechazo o desprecio a personas, sobre todo a aquellas que consideramos de menor estatus o en una situación de vulnerabilidad social importante. Estudios con neuroimagen confirman como jóvenes universitarios muestran menor activación cerebral asociada ante personas sin hogar o con problemas relacionados con las drogas con respecto a personas consideradas de mayor estatus. No sólo eso, también los jóvenes mostraban menor empatía a personas mayores y de la tercera edad; mientras que en otros se consideraba menos evolucionada a personas de una determinada etnia o religión, siempre considerada alejada a su grupo de referencia. Esta tendencia además comenzaba en edades realmente tempranas: los niños de cuatro años ya presentaban mayor inclinación hacia personas de su propio grupo que por el grupo externo.
  2. Creencia del Mundo Justo. Dicha creencia defiende, a grandes rasgos, que las consecuencias de nuestras acciones se explican en función de nuestras propias decisiones, como una forma de preservar nuestra propia autoestima y la forma con lo que nos explicamos el mundo; cuando muchas veces las circunstancias que nos ocurren nada tienen que ver con lo que realmente. En un experimento, se dieron descargas eléctricas en función de las respuestas correctas e incorrectas. Así, los participantes denominaron menos atractivas a las personas que cometían más errores, sobre todo a aquellas que nada podían hacer para aliviar su sufrimiento, como una forma de justificar el hecho de que recibieran más o menos descargas en el experimento.
  3. Somos más dogmáticos de lo que pensamos. En un clásico experimento de psicología social, el hecho de pensar que las personas cambiarían sus ideas cuando se presentaran ejemplos claros que contrargumenten sus ideas es falso, como mostraron la presentación de todo tipo de argumentos a los participantes en contra de la pena de muerte a unas personas con tendencias favorables a ella, que no sólo no cambiaron sus ideas de partida, favoreciendo y polarizando las ideas que ya de por sí tenían, y obviando e ignorando escuchar argumentos que negasen la credibilidad de los mismos. Mostrando que cuando consideramos que nuestras creencias son superiores a otras, nos disuade de buscar información relevante.
  4. Preferimos electrocutarnos antes que estar solo con nuestros propios pensamientos. Una afirmación cuánto menos desesperanzadora, pero los resultados que recogen un estudio realizado en el año 2014, arrojó cifras dramáticas: el 67 % de los hombres y el 24% de las mujeres preferían darse pequeñas descargas eléctricas que pasarse 15 minutos de contemplación pacifica con sus pensamientos. No solo eso, en otro estudio replicado sobre este primero, se demostró una tendencia generalizada a realizar cualquier tipo de actividad (más sí es de su interés) por encima de pasar un periodo de tiempo en nuestros propios pensamientos.
  5. Somos unos hipócritas morales. Con el efecto actor – observador, se observó que tendemos a juzgar más duramente aquellas acciones realizadas por extraños que aquellas realizadas por gente cercana, amigos o nosotros mismos. De este modo, en el experimento se simuló la situación de juzgar una infidelidad de acuerdo a varios niveles de cercanía, siendo más frecuente el juicio a factores internos cuando las personas no eran conocidas y más dado a hacer atribuciones externas o situacionales cuando el agente de la infidelidad éramos nosotros mismos o gente muy cercana. Este efecto incluso se producía con actos groseros o violentos, viendo la doble moral imperante en nosotros mismos.
  6. Y también troleamos de manera excesiva. Un estudio realizado en twitter mostró como el estar de mal humor influía en nuestra tendencia a duplicar la actitud de trolear y engancharse a situaciones de troleo, en una especie de circulo vicioso que aumenta los pensamientos desagradables como bola de nieve, revelando como el contexto y el estado de animo favorecen la aparición de determinadas actitudes en redes sociales.

A pesar de los hallazgos aquí recogidos, no pretendemos desanimaros con lo cuestionable de nuestra propia naturaleza, ya que este tipo de estudios nos ayudan a entender la aparición y desarrollo de conductas desadaptadas y/o contraproducentes. Asombraros con lo leído, hay muchos más hallazgos y mucho de lo que aprender de nosotros mismos.

Escrito por David Blanco Castañeda.

Fuente Research Digest.

¿Qué dice la neurociencia de la risa contagiosa?

Mucho antes de que las modernas técnicas de neuroimagen iluminaran las áreas y redes asociadas a la risa, William James (1842-1910) escribió que «No nos reímos porque somos felices, somos felices porque nos reímos». Aunque los filósofos y los psicólogos han especulado sobre el papel que tiene la risa en el vínculo social durante siglos, hasta hace poco, había relativamente poca evidencia empírica que explicara por qué la risa es contagiosa para la mayoría de nosotros. O, las razones neurobiológicas de porqué algunas personas son inmunes al contagio de la risa. Dicho esto, en los últimos meses, los investigadores finalmente han señalado algunas respuestas basadas en la neurociencia a la pregunta de «¿Por qué la risa es contagiosa?»

Extraída de Ohmirevista.com
Extraída de Ohmirevista.com

Recientemente, dos estudios clínicos independientes han investigado los mecanismos cerebrales de la risa social genuina y contagiosa desde diferentes perspectivas, uno relativo a cómo la risa social desencadena la liberación endógena de opioides, y otro sobre el fenómeno de contagio de la risa en niños con riesgo de psicopatía. En el primero, un equipo formado por investigadores finlandeses e ingleses, a partir de las imágenes de tomografía por emisión de positrones (PET) identificaró que la risa social conduce a la liberación endógena de opioides (endorfinas) en regiones cerebrales concretas. Cuantos más receptores opiáceos tenía un participante en estas regiones de su cerebro, más propenso/a era a la risa contagiosa. Los participantes pasaban por dos condiciones de 30 minutos cada una. En una de ellas los participantes observaban a sus amigos reír a carcajadas mientras veían una comedia. En la otra, estos mismos participantes pasaron el tiempo en un ambiente de laboratorio estéril sin risas. Se encontró que la risa social contagiosa estimulaba la liberación de endorfinas en el tálamo, núcleo caudado e ínsula anterior. En un comunicado, el co-autor Lauri Nummenmaa, quien dirige el Laboratorio de Sistemas de Emoción Humana en la Universidad de Turku, dijo: «Los efectos placenteros y calmantes de la liberación de endorfinas podrían señalar la seguridad y promover sentimientos de unión. La relación entre la densidad de receptores de opioides y la tasa de risa también sugiere que el sistema opioide puede subyacer a las diferencias individuales en la sociabilidad «. Otro co-autor, Robin Dunbar, profesor de psicología evolutiva de la Universidad de Oxford, añadió: «Debido a que la risa social conduce a una respuesta química similar en el cerebro, esto permite una expansión significativa de las redes sociales humanas: la risa es altamente contagiosa y la respuesta de endorfinas puede así extenderse fácilmente a través de los miembros de un grupo que se ríe junto». Los autores concluyen: «La modulación de la actividad opioide por la risa social puede ser una importante vía neuroquímica que apoya la formación, el refuerzo y el mantenimiento de los lazos sociales entre los seres humanos».

El segundo estudio al que hacíamos referencia fue elaborado en la Universidad de Londres y señala que «la risa humana involucra áreas cerebrales que facilitan la reciprocidad social y la resonancia emocional, de acuerdo con su papel establecido en la promoción de la afiliación y la cohesión social». Estos investigadores también encontraron un vínculo entre la ínsula anterior y la risa contagiosa, al igual que el primer estudio. Sin embargo, este estudio identificó que los niños que estaban en riesgo de desarrollar psicopatía eran menos propensos a unirse a la risa social entre amigos que aquellos otros niños sin dicho riesgo. Del mismo modo, también mostraron menos actividad de la ínsula anterior. Para este estudio, el equipo de la profesora Essi Viding contaron con la participación de 62 niños de entre 11 y 16 años que presentaban comportamientos disruptivos y / o rasgos no emocionales junto con un grupo control de 30 niños que no los mostraban.

Posteriormente, a partir de técnicas de neuroimagen, los investigadores observaron la actividad cerebral cuando cada muchacho escuchaba (1) risa social genuina, (2) risa falsa y (3) sonidos llorosos Lo más notable es que los investigadores descubrieron que los chicos en riesgo eran mucho menos propensos a responder a la risa genuina. También mostraron significativamente menos actividad cerebral en la ínsula anterior y en el área motora suplementaria. Aunque la risa contagiosa puede no observarse en algunos niños, esto no significa necesariamente que estos chicos son automáticamente destinados a convertirse en antisociales. Más bien, los investigadores esperan que sus últimos descubrimientos sobre la neurofisiología de la risa contagiosa lleven a intervenciones anteriores ya tratamientos más efectivos para los adolescentes que pueden estar en riesgo de sufrir psicopatía.

Fuente: Psychology Today

Escrito por María Rueda

¿Por qué son tan atractivos los «chicos malos»?

La investigación en psicología de la personalidad nos define ciertas características que están presentes en los “chicos malos”, al tiempo que en muchas personas en puestos de poder (jefes en la oficina, políticos… ) Es lo que se define como la tríada oscura e implica tres características básicas: narcisismo, maquiavelismo y psicopatía. ¿Cómo funcionan estos rasgos?

El narcisismo se caracteriza por una elevada autoimportancia. Son personas que se consideran especiales y por este motivo exigen de los demás un  trato especial. La grandiosidad que lo caracteriza hace que las personas narcisistas se muestren sorprendidas cuando los demás no les alaban.

El maquiavelismo por su parte, es un rasgo en el que se trata de manejar las relaciones sociales en tu favor de modos complejos. Son personas con bastante inteligencia emocional, pero su uso sólo se aplica para el beneficio propio.

La psicopatía tiene como principal expresión la falta de empatía, lo que les lleva de alguna manera a usar a los demás en su propio beneficio, no necesariamente causando mal, pero sin remordimiento si lo hacen. También les caracteriza una respuesta emocional superficial.

Posiblemente ya hayamos imaginado la clase de persona que tiene estas características. Así explicado, teniendo en cuenta el carácter social del ser humano ¿cómo puede ser que este tipo de personalidad, en cierto modo antisocial, se mantenga a nivel evolutivo? ¿Es más, cómo puede resultar especialmente atractivo?

Pues bien, esas mismas tres características también hacen que a las mujeres les parezcan hombres atractivos, según Gregory Louis Carter lo explica en un artículo publicado este año. (Este mismo autor deja la puerta abierta en otra publicación a que ocurra lo mismo con las mujeres, quizá no sean sólo los “chicos malos”).

Una persona narcisista transmite un reflejo de ser importante y especial lo cual tiene cierto atractivo en sí mismo, además de lo que puede hacerte sentir estar con alguien así. No sólo esto, también suelen mantener un aspecto cuidado, se preocupan por su apariencia de forma que logren demostrar a los demás esas características especiales que tienen.

El ser maquiavélico proporciona unas habilidades de manejo social que les convertirán en especialistas en adquirir roles adecuados a cada situación, si lo que quieren es conquistar a alguien, esa persona se sentirá especial, comprendida, y por supuesto, alguien que se desenvuelve muy bien socialmente, gana en atractivo.

Por último, la psicopatía, el atributo que menos puede parecer atractivo, les da también algunas opciones que pueden darles ventaja a la hora de conseguir emparejarse. Si bien la falta de empatía no les hace interesantes, seguramente compensen eso con su maquiavelismo, pero la respuesta emocional superficial, así como la falta de remordimientos ante los actos sociales hacen que no sufran de la misma forma los posibles rechazos. No hay una repercusión de los fracasos anteriores a la hora de buscar pareja. Claramente, así logran aumentar sus probabilidades de éxito al emparejarse.

Parece que estas características antisociales de la tríada oscura podrían facilitar que este tipo de personas tengan éxito, no sólo a nivel social, sino también en el emparejamiento, al menos a corto plazo.

Después de todos los argumentos por los que una persona así es atractiva, puede parecer que es sencillo acabar con alguien así muy a nuestro pesar, sin embargo, queda el consuelo del estudio realizado por Asquith (2014) en el que descubrieron que existe una mayor tendencia, al menos en mujeres, de buscar el emparejamiento a largo plazo con hombres con estos rasgos cuando ellas mismas los presentaban. Si no tienes estos rasgos, es menos probable que seas pareja de una persona así. ¿o quizá sí tengas esos rasgos? ¡Puedes comprobarlo realizando este cuestionario!

 

ResearchBlogging.orgAsquith, D., Lyons, M., Watson, H., & Jonason, P. (2014). Birds of feather flock together – Evidence for assortative mating for the Dark Triad traits Personality and Individual Differences, 60 DOI: 10.1016/j.paid.2013.07.039

Carter, G., Campbell, A., & Muncer, S. (2014). The Dark Triad personality: Attractiveness to women Personality and Individual Differences, 56, 57-61 DOI: 10.1016/j.paid.2013.08.021

Carter, G., Campbell, A., & Muncer, S. (2014). The Dark Triad: Beyond a ‘male’ mating strategy Personality and Individual Differences, 56, 159-164 DOI: 10.1016/j.paid.2013.09.001

Escrito por Lara Pacheco Cuevas