Pautas parentales para facilitar las salidas infantiles durante el Coronavirus

Desde el principio del levantamiento de este estado de alarma que estamos viviendo ha estado servido el debate «¿niños a la calle sí, niños a la calle no?».

Imagen extraída de www.pexels.com

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Lo que nos decían los datos epidemiológicos con respecto a cómo la enfermedad del Covid-19 se manifiesta en la población infantil, con poca sintomatología o incluso asintomáticos (lo que la convertía en potencial portadora del virus), alentaba a seguir en dicho debate una postura más conservadora a pesar de la preocupación constante de cómo este escenario de encerramiento podría afectar a los más pequeños de la casa.

Los expertos en infancia señalan que España es el país europeo más estricto respecto a las medidas adoptadas de cara a la población infantil, a diferencia de otros países con niveles altos de contagio como Italia y Francia.

La verdad, y pese a las expectativas negativas que se conformaban en cada adulto que estaba al cuidado de un menor, los niños han sido tal vez de los grupos poblacionales que mejor han llevado este confinamiento. Si bien es cierto que tras una cuarentena, ¡y nunca mejor dicho, porque ya pasan los cuarenta días!, sin poder salir a espacios abiertos y observando cómo algunos sectores volvían a la «normalidad» (véase aquellos trabajadores no de primera necesidad que recientemente han visto cómo las restricciones se levantaban pudiendo volver a sus puestos de trabajos, lo cual puede serle de difícil entendimiento a los pequeños), a medida que han ido avanzando los días el confinamiento se ha ido haciendo cuesta arriba en la mayor parte de hogares españoles con niños. 

Esta medida que entra en vigor el 26 de abril va a llegar «como agua de mayo», aunque cierto es que ha aterrizado no sin debate, generando confusión e incertidumbre. 

Ojipláticos quedaban los progenitores cuando en un primer momento se anunció que la desescalada para los menores no tendría lugar en espacios abiertos, en la naturaleza, dando pequeños paseos, sino que se permitiría que los menores acompañasen a adultos a aquellos lugares a los que bajo el estado de alarma sí está permitido ir (supermercados y farmacias, básicamente), focos principales de riesgo de contagio por la frecuencia de paso de la población.

Solventado este contratiempo, y una vez producida esta rectificación pocas horas después del primer comunicado de acompañar a los adultos a recados por paseos y salir a jugar a la calle, siempre y cuando se respete el distanciamiento social, desde Cenit Psicólogos nos hemos propuesto abordar este tema aportando información ajustada y una serie de pautas para que las salidas del hogar con niños se conviertan en fuente de bienestar en lugar de una causa más de estrés a la que los padres tienen que enfrentarse.

Más de 40 días en casa, ¿cómo esto ha podido afectar a la infancia?

Desde el principio de la cuarentena el comienzo del desconfinamiento o desescalada ha sido sin duda una de las noticias más esperadas, sobre todo de cara a los niños.

Existe una enorme divergencia de opiniones parentales sobre esto, desde que la condición de encerramiento total de los menores mantenida hasta ahora rozaba el maltrato institucional a aquellos que evalúan esta situación como crítica y consideran que “es el precio a pagar” para mantener a los niños a salvo del virus y evitar su propagación masiva.  No obstante, ¿qué dice la psicología al respecto?

La ciencia y los estudios neurobiológicos indican que la etapa comprendida entre los 0 y 6 años es en la que fundamentalmente se produce el desarrollo a nivel psicomotor de los niños, por lo que es necesario un ejercicio físico mínimo. Y claro está que los más peques  “no han parado quietos” en lo que llevamos de cuarentena, unido con total seguridad a que padres y madres habrán promovido rutinas saludables de ejercicio adaptadas a estar en casa en la medida de lo posible; sin embargo, por habitabilidad, familias con viviendas de espacio reducido habrán tenido muchas más dificultades para mantener la actividad física de sus pequeños, lo cual limita el habitual desarrollo locomotor de estos.

Además, a lo largo de la evolución del cerebro infantil y adolescente entran en juego otra serie de factores de crecimiento no menos importantes, a los cuales es muy difícil acceder desde casa, como son los espacios (a ser posible abiertos) para que los niños puedan explorar por sí mismos y la necesidad de fuentes de neuroestimulación variadas, novedosas e interpersonales.

También tiene una vital relevancia en el desarrollo neurocognitivo de los menores el estado de ánimo. Cuando aún no existe una completa madurez de las herramientas para modular el estado de ánimo la actividad física se convierte en modo de expresión y canalización de emociones y sentimientos, y es por eso por lo que algunos niños durante este confinamiento han experimentado procesos de irritabilidad, tristeza, o altibajos emocionales/anímicos, debido a esa otra vía de escape que es el movimiento unido a la barrera psicológica que supone el encerramiento.

Existen también datos sobre lo perjudicial que es el estrés agudo mantenido en la infancia, y las correspondientes secuelas que eso podría tener en el neurodesarrollo cerebral, así como ser un factor de riesgo en futuros diagnósticos de trastornos de ansiedad, principalmente del trastorno por estrés postraumático (TEPT)

A pesar de esto, se necesitará ser cautos a la hora aplicar estas conclusiones a la situación de pandemia y estado de alarma actual, ya que existen multitud de variables idiosincráticas no controladas de manera experimental que sin embargo influyen en el devenir de dichas afectaciones o diagnósticos, como son: los diferentes niveles de estrés parental experimentados, existencia o no de conflictos en el sistema familiar, herramientas cognitivas del menor, situación socioeconómica o acceso a recursos, etc.

Pautas parentales para facilitar la salida de los niños a la calle durante el Covid-19

Todo lo que exponemos a continuación serán pautas para facilitar la vuelta a las calles de los niños una vez existe el permiso por parte del Ejecutivo. Sin embargo, que se hayan ofertado estas medidas de desescalada del confinamiento infantil no significa que exista obligatoriedad de salir para los menores; siempre será una decisión que tendrán que tomar las familias con toda la libertad y respeto, basándose en sus valores y teniendo en cuenta las casuísticas interindividuales de todos y cada uno de esos núcleos familiares donde conviven niños.

  • Primero de todo, vamos a tener que “ponernos en sus zapatos”. Que sean pequeños no significa que no perciban la realidad en la que nos encontramos. ¡Todo lo contrario!, podría sorprendernos con cuán detallada (y acertada) es la interpretación que los más peques han hecho de la pandemia y el correspondiente estado de alarma. No obstante no está demás que pueda aprovecharse este momento para explicar a los niños y niñas qué es el Covid-19; para ello, se puede recurrir a historias infantiles o cuentos que les hagan la información más asequible, como puede ser “Rosa contra el virus” (enlazado al final del post).
  • Explica también las nuevas medidas mediante las cuáles van a empezar a poder salir a la calle (y los cambios asociados a ellas), con un lenguaje ajustado para hacerles la situación más controlable. Utiliza ejemplos en primera persona sobre cómo todo esto les afecta a ellos o podrán verse beneficiados y/o  sírvete de personajes simbólicos que puedan identificar ellos como modelos. Los superhéroes que cumplen las normas de higiene y seguridad suelen ser alicientes para que los niños quieran parecerse a ellos y adaptarse a lo estipulado.
  • Va a ser asimismo una oportunidad para trabajar transversalmente el aumento de la responsabilidad y madurez de los más pequeños de la casa. La tendencia será la desescalada conviviendo con el virus hasta que se encuentre una vacuna, por lo que interiorizar medidas de higiene propia, empatía hacia los demás y civismo van a ser mecanismos necesarios a nivel general, y una oportunidad de aprendizaje para los niños.
  • Recalca que no es una vuelta a lo de antes, sino una medida excepcional, por lo cual serán paseos limitados espaciotemporalmente. Gestiona sus expectativas antes de salir a la calle para conseguir que puedan disfrutarse como “momentos de respiro” en lugar de como fuente generadora de frustraciones.
  • Si la edad del menor lo permite, pauta un tiempo con ellos (dentro de la hora permitida), y recurre a algún sistema de referencia para que puedan ser conscientes y manejar el transcurso del tiempo de paseo y agotamiento de éste.

Estas medidas ayudan a controlar sus expectativas a la par que reduce la probabilidad de rabietas una vez que se comunica que ha llegado el momento de volver a casa.

De producirse dichas rabietas acude a esas herramientas parentales saludables que normalmente funcionan para gestionarlas, como la extinción, sin caer en reforzar indirectamente la conducta problema, ya que permitirá que los próximos paseos (o más bien la finalización de ellos) no estén supeditados a que se produzca este tipo de berrinches.

  • Intenta que todo eso lo aprendan sin castigos y sin premios; es decir, el entendimiento de la situación facilitará que los paseos consigan la finalidad con la que se plantean, sin conductas disruptivas, e interiorizando nuevos comportamientos responsables y de autonomía, sin la necesidad de refuerzos externos ni expectativas de ser castigados. En todo caso, si no se cumplen los límites, refuerza las explicaciones que justifican que tengan que ser de ese modo las salidas del hogar y que puedan restituir sus comportamientos.
  • Y por supuesto, no se aconseja recurrir a figuras de miedo (principalmente relacionadas con cuerpos de seguridad nacional, por ejemplo, “va a venir la policía si no dejas de tocar las cosas”) como modo de control externo de las salidas de casa, sino apelando al civismo, solidaridad con el resto de personas/vecinos y hacerles partícipes de que la situación de bienestar de los demás y control de propagación de la enfermedad está un poquito en sus manos si nos acogemos a esas normas. A la par que les hacemos importantes en que el control de esta pandemia está en la mano de todos, impedimos el aprendizaje del miedo a estos profesionales.
  • Muestra esos límites, pero con amor.
  • Diferencia entre deseo parental y necesidad real de los niños por salir a la calle. Para ello aconsejamos tener en cuenta la opinión de los niños, lo que manifiestan que necesitan (si su edad se lo permite) o incluso ponderar la tolerancia al confinamiento que han tenido a lo largo de estos más de cuarenta días para ver si lo han llevado bien o existe una necesidad imperiosa por salir y esparcirse.
  • Dentro de tener en cuenta su opinión estará el nivel de tranquilidad/miedo con el que estén experienciando esta situación. No son pocos los casos de niños que cuando sus progenitores les han planteado esta modificación de medidas han verbalizado “¡yo no voy a salir!”. En la medida de lo posible, intentar respetar sus opiniones será la opción más beneficiosa; no obstante, si la negativa a salir se basa en miedo al virus, o a las implicaciones (de posible contagio) que tendría salir, será adecuado brindar un espacio a la psicoeducación sobre la enfermedad (cómo funciona esta y medidas de seguridad para prevenir contagios), resolver dudas y tranquilizar o desarmar esos miedos, que a todas todas seguramente estén enraizados en la interpretación algo distorsionada que han podido hacer ellos, como niños, de la alarmante situación con sus limitadas herramientas cognitivas.
  • Prepárales para saber «encajar» que la realidad que percibirán al salir de casa es muy diferente a la que ellos están acostumbrados: ofrecer explicaciones sencillas de a qué se debe, conocer e interiorizar las normas de seguridad y distanciamiento social, aprender y ver cómo necesarias las medidas de higiene (lavado de manos y método adecuado de cómo hacerlo, no tocarse la cara en la medida de lo posible, toser/estornudar en el hueco del codo y uso de mascarillas) y ofrecer la posibilidad de ronda de preguntas posterior para resolverles las dudas que puedan estar asaltándoles.
  • Queda el debate sobre la adolescencia, de por qué a partir de 14 años no está permitido dar estos pequeños «paseos terapéuticos». Los que este confinamiento lo estén viviendo bajo el mismo techo que un adolescente puede que hayan descubierto que todo sigue con normalidad, o bien los perciben como una montaña rusa o de repente «su hijo-a ha desaparecido», no se le ve el pelo, no comparte espacios comunes familiares. Y es que, centrados en la infancia, se pasa por alto la adolescencia: se impone el confinamiento en una etapa vital donde el grupo de referencia prioritario pasa a ser el grupo de iguales (los amigos). No pueden verlos (en persona) ni en clase ni en tiempo de ocio, y aunque afortunadamente en la mayor parte de las casas existe acceso a internet y pueden seguirse relacionando telemáticamente por videollamadas, se plantea el dilema de la idoneidad de las pantallas a esas edades y durante cuánto tiempo.

Dialogar con ellos sobre el impedimento de salir para su grupo de edad, ya que a diferencia de los pequeños, su desarrollo cognitivo y capacidad de entendimiento y elaboración de la situación se presupone mayor, así como alentar que el grueso del confinamiento (en principio) ha pasado, reforzar su actitud durante todos estas semanas y poder hablar sobre pequeñas metas u objetivos que quieren fijarse o les gustaría llevar a cabo una vez ellos también puedan volver a salir de casa.

Quedan aspectos en el aire, como el hecho de que los adolescentes menores de 14 años no estén incluidos en las medidas adoptadas, ¿qué pasa con ellos, acaso no lo necesitan a nivel de desarrollo neuropsicológico? o la vuelta al trabajo de los padres ¿con quién se quedarán los niños?. Intentar no hiperfocalizarse en cuestiones sin resolver, centrarse en el presente o a pocos días vista, tolerar cierto grado de incertidumbre, no anticipar así como esperar la llegada de nuevos datos, tangibles, y provenientes de las autoridades oportunas a tales efectos hará que las próximas semanas sean más llevaderas y el afrontamiento emocional de ellas más óptimo.

Por el momento, con normas y límites claros, consistentes, con sentido, informados y formados, así como ir reevaluando cómo os sentís como padres-madres y cómo se desenvuelven los niños, por si fuese necesario implementar mejoras, conseguiremos que la vuelta de los niños a la calle pueda vivenciarse como un recurso de bienestar físico y psicológico infantil y familiar.

Fuentes:  Vasta, R.; Haith, M.M.; Miller, S.A. (2001). Psicología Infantil. Ed. Ariel. Barcelona, 2001.

https://www.copmadrid.org/web/publicaciones/rosa-contra-el-virus-cuento-para-explicar-a-los-ninos-y-ninas-el-coronavirus-y-otros-posibles-virus



Escrito por: Maite Nieto Parejo