Cuando planeamos las vacaciones de verano para la familia, generalmente imaginamos que tendremos unos días llenos de tranquilidad y satisfacción, libres de contratiempos y frustraciones. Pero, entonces, ¿por qué cuando las vacaciones acaban y volvemos a nuestras casas muchas personas sienten que sus vacaciones han sido un fracaso y para nada han estado a la altura de sus expectativas? Las vacaciones en familia suelen parecer perfectas cuando las estamos planeando, sin embargo, muchas veces, cuando volvemos a casa sentimos que necesitamos descansar de las vacaciones. De alguna manera, a pesar de nuestros mejores esfuerzos, las tensiones y la aparición de contratiempos contribuyen a que, a veces, queramos no habernos ido siquiera.
El truco para hacer de unas vacaciones en familia algo satisfactorio, consiste en ajustar expectativas, anticipando y planificando. Aunque no podemos predecir lo que puede ir mal, podemos predecir que algo probablemente lo hará, en el sentido de que en algún momento surgirán tensiones y si lo pensamos bien, todos sabemos que hay temas y momentos críticos, por lo que puede ser recomendable estar preparados para cuando surjan y tomar medidas para resolverlos e incluso evitarlos. A continuación enumeramos varios pasos que ayudarán a minimizar el estrés y las tensiones, dando herramientas para que en esos momentos consigamos no vernos arrastrados por la frustración y experimentar que se han “arruinado” nuestras vacaciones en familia.
1. Hacer una lista de cosas que llevar: Intenta no dejarlo para la noche antes de salir. Con tiempo, elaborad entre todos una lista de cosas que queréis llevar al viaje. Cada uno debe pensar qué le gustaría tener cuando llegue al destino. De esta forma, el tiempo que dediques a realizar la lista, es probable que sea menos que el que gastes preocupándote por si se te olvidó algo esencial.
2. Maletas en familia: Tratad de que todos los miembros de la familia contribuyan a la preparación del equipaje, encargando tareas acordes a la edad de cada uno. Pon música y usa la lista anteriormente realizada. Mientras hacéis las maletas, aprovechad para hablar sobre qué lugares visitar y qué actividades podréis hacer cuando lleguéis a vuestro destino. Negociad sobre qué cosas le gustaría hacer a cada uno. Dejando todo preparado con antelación, al día siguiente se reducirá el estrés y podréis salir con tiempo.
3. Salir de casa con tiempo: Muchas parejas discuten a la hora de salir de casa, lo que hace que las vacaciones comiencen con tensión e irritabilidad, en lugar de con emoción e ilusión. En vez de comenzar las vacaciones estresado y preocupado sobre si llegaré a tiempo al avión o al tren, puede ser mejor idear actividades para pasar el tiempo en el aeropuerto y salir de casa con tiempo de sobra. Es mejor tener tiempo libre en un aeropuerto que pasar el primer día de vacaciones estresado tratando de no perder un avión.
4. Establecer expectativas realistas con relación a tus hijos: Los niños son propensos a pasar de estar tremendamente emocionados por ir a un parque temático, a estar absolutamente enfadados cuando se dan cuenta que se necesita horas de viaje para llegar hasta allí. La mejor manera de evitar este punto conflictivo, es que les anticipemos que las horas de viaje que les esperan por delante son inevitables y tratar de resolver con ellos este conflicto, ayudándoles a encontrar recursos que les mantengan ocupados y distraídos.
5. No saturar la agenda: puede haber muchas cosas que ver o hacer, pero los niños más pequeños pueden sentirse fácilmente abrumados por correr de una actividad a otra. Por lo tanto, no planees demasiadas actividades al día, deja tiempo libre para los adolescentes, para jugar con los más pequeños, para descansar y para hablar sobre qué es lo que más le ha gustado del día a cada uno.
6. No olvides tus propias necesidades: también son vacaciones para los adultos, así que busca ratos para ti y para tu pareja. Ayuda a tus hijos a que aprendan a entretenerse y jugar solos. Si son muy pequeños, aprovecha sus siestas para relajarte, leer o estar con otros adultos.
7. Informar a los niños por la noche de qué se va a hacer al día siguiente: Los niños se sienten mejor cuando están preparados para las cosas, así que intenta repasar con ellos los planes para el día siguiente antes de ir a la cama. También puedes intercalar días más agitados con días más relajados, anticipa actividades que les gustan como compensación a otras menos gratas para ellos.
8. Tener un plan alternativo: Esperamos que haga buen tiempo, entre otras cosas, y que todo salga exactamente como habíamos planeado. Ojalá. Sin embargo, tener un plan alternativo para cuando la cosa se tuerce no sólo será útil si las cosas realmente van mal, sino que también reducirá al mínimo el estrés cuando tu hijo se ponga malo o cuando se ponga a llover.
9. Usa el humor para hacer frente a los contratiempos: Si el vuelo ha sido cancelado y te toca pasar la noche en el aeropuerto, podemos intentar hacer algo que no nos haga sentir tan mal. Una forma de darle un giro a las cosas es jugando a “podría ser mucho peor”, donde cada uno tiene que encontrar maneras totalmente disparatadas y divertidas referentes a cómo podrían empeorar aún más las cosas (por ejemplo, “un apocalipsis zombi invade el aeropuerto”) o jugar a “completa la frase”, algo así como “me encanta dormir en el suelo del aeropuerto porque….‚ Los ronquidos del desconocido de mi lado son mejor que la canción….”. Ponerle humor a las circunstancias frustrantes es una gran manera de dar un modelo a nuestros hijos de afrontamiento positivo y adaptativo con el objetivo de minimizar el impacto de los contratiempos sobre el resto de las vacaciones familiares.
Fuente: psychologytoday.com
Escrito por María Rueda Extremera