Estrategias para reducir la ansiedad en niños

Posiblemente la peor parte de la ansiedad es tener ansiedad ante la ansiedad. La conocida metáfora de la bola de nieve, que engorda a medida que rueda colina abajo, puede ayudarnos a ilustrar cómo la ansiedad desenfrenada crece rápidamente. Los niños pueden aprender a lidiar con la ansiedad a través de la adquisición de dos habilidades cruciales: capacidad para calmarse y resolver problemas. La escalada de la ansiedad en los niños puede ser expresada y percibida como un comportamiento desafiante. Enseñar a tu hijo a escuchar y controlar su ansiedad puede ayudarle mucho ahora y en el futuro, e incluso mejorar su comportamiento. A continuación se presentan cinco técnicas muy extendidas en la práctica clínica para ayudar a los niños a manejar la ansiedad:

Respirar con ellos. La respiración lenta y profunda facilita la reducción de la ansiedad. Puedes ayudar a tu hijo a practicar esto, guiándole para que se imagine cómo el aire viaja entrando por la nariz, pasando por la tráquea, y llegando al vientre, el cual se hincha como un globo. Puedes ayudarte de vídeos de Youtube en los que se explica cómo realizar esta respiración diafragmática. Otra manera de relajarse es alternativamente tensar y relajar los músculos alternativamente. En este caso puedes enseñarle a través de escenas divertidas, como por ejemplo, apretar las manos fuerte como si estuvieras exprimiendo limones, tensar los músculos de la cara para intentar espantar una mosca que se ha posado sobre su nariz, o apretar los músculos de los hombros y cuello al imaginar ser una tortuga que esconde su cabeza dentro del caparazón.

Ayudarles a identificar los pensamientos negativos. Puedes orientarle para que encuentre y asimile a un personaje o dibujo este tipo de pensamientos. En este sentido, por ejemplo, los pensamientos negativos puede ser hormigas que aparecen de repente y dicen cosas como “me va a salir mal”, “te vas a caer”, “todo me sale mal”… que nos ponen muy nerviosos. Anímales a que te expresen estos miedos y háblalo con ellos. Podéis dibujar a esas hormigas con pensamientos negativos. Ayúdale a producir el pensamiento alternativo como, por ejemplo, “si sigo practicando, me saldrá cada vez mejor”, “todos nos equivocamos y cometemos errores, puedo aprender de ellos y hacerlo mejor la próxima vez”. Esto dará más confianza a tu hijo y reducirá su ansiedad. Además, saber que puede contar contigo para expresarse libremente le enseñará algo muy valioso, todos somos vulnerables y eso no significa ser débil.

Usar estrategias de exposición. La ansiedad tiene un importante componente fisiológico, esto es, sensaciones corporales generalmente muy desagradables para quien las padece. La exposición a estas sensaciones, aunque suene paradójico, facilita la interrupción de la escalada de la ansiedad. Por ejemplo, para un niño que informa de la falta de aire debido a la ansiedad, podemos pedirle que se siente con su padre y juntos contengan la respiración. El objetivo es que el niño identifique los síntomas físicos de la ansiedad, pero en ausencia de la percepción cognitiva de miedo y pánico. Aunque a los adultos también nos genere angustia ver a un niño sufriendo ansiedad, y lo que nos sale espontáneamente es protegerle y facilitar el escape de esa situación, debemos tener presente que la exposición siempre va a ser mucho mejor para ayudarle que la evitación. Por ello os recomendamos que os mostréis cercanos, cariñosos y firmes a la hora de alentar a tus hijos a enfrentar y trabajar con sus miedos.

Guiar al niño en la imaginación de escenas agradables. Puedes ayudar a tu hijo a imaginar un lugar relajante y a tomar conciencia de las sensaciones y sentimientos de calma en su cuerpo. O bien, puedes pedirle que se imagine una caja donde poner las preocupaciones que le molestan, para que la use cuando lo necesite o quiera estar haciendo otras cosas. Esto es un juego para dotarle de herramientas, pero no olvides que esas preocupaciones deben ser escuchadas.

Animar al niño a hacer una lista de «cosas que salieron bien hoy» al final del día. Esto ayuda a aquellos niños propensos a la ansiedad a que desarrollen un estilo cognitivo optimista, fomentando que sean capaces de fijar su atención en lo positivo, así como valorar sus éxitos diarios.

 

Fuente: Psychology Today

Escrito por María Rueda

 

Formas de dar valor a las emociones de tus hijos

Comprender a tu hijo es tan importante como quererle y amarle. Al igual que hay muchas parejas, que pese a quererse, se separan porque nunca se han sentido comprendidos el uno por el otro, hay muchos niños y adolescentes que se sienten amados, pero no entendidos

Validar los sentimientos de tus hijos les ayudará a sentirse comprendidos. Esto significa aparcar por un momento tu ego y gran deseo de echarles el sermón. Validar los sentimientos de tu hijo también significa no juzgarle, sino simplemente reconocer sus sentimientos. Esto requiere gran concentración y disciplina como padres. El mejor ejemplo de disciplina que puedes darle a tu hijo tiene que ver con tu propia auto-disciplina para ser paciente, comprensivo y cariñoso, y más especialmente cuando tu hijo no está actuando precisamente de forma adorable. Contrariamente a lo que muchos padres frustrados pueden pensar, sobre todo durante los estresantes momentos de conflicto, la validación de los sentimientos no implica tolerar malas decisiones o ceder a la conducta desafiante.

Validar significa transmitirle a tu hijo un mensaje muy importante, que «sus sentimientos tienen sentido”. No sólo le das permiso para sentir lo que siente, sino que recoges y aceptas sus emociones de una manera no crítica. Validar a tu hijo expresa una gran empatía. Esto ayudará a construir su autoestima y reducir su comportamiento desafiante, que es a menudo la forma que tienen los niños de expresar que no se sienten entendidos. A continuación te sugerimos algunas formas de validar los sentimientos de tu hijo:

  • Comunícale tu intención de escuchar sin juzgar o culpar, e insístete a ti mismo si ves que te desvías de la deseada actitud empática.
  • Sé sensible a, y reconoce, lo difícil e incluso vergonzoso que es ser «diferente» cuando él o ella quiere ser como todos los demás.
  • Reconoce sus problemas y entiende que son importantes. Muchos niños y adolescentes expresan que en repetidas ocasiones sus padres minimizan, ridiculizan y obvian sus luchas y problemas.
  • Reflexiona sobre cómo se siente de mal cuando experimenta como si las paredes le comprimieran y lo abrumador que es cuando sus emociones parecen escaparse a su control.
  • Comprende cómo la vergüenza (a menudo imperceptible para los padres frustrados) puede influir en cómo se comporta el niño, aun lamentándolo más adelante.

Es importante recordar que si los niños se sienten validados, estarán en mejores condiciones para escucharte y cambiar sus propios comportamientos. Sé consciente de lo importante que es, no sólo para tu hijo, sino también para vuestra relación. La validación es crucial para la construcción de su autoestima a lo largo de su infancia y adolescencia, lo que promoverá una sólida salud emocional.

 

Fuente: Psychology Today

Escrito por María Rueda

Mi Querido Amigo Invisible

El juego en la infancia ha ido perdiendo su consideración exclusivamente lúdica para establecerse como una actividad indispensable y preparatoria de multitud de las funciones cognitivas que utilizaremos posteriormente. Tanto es así que las propias variaciones que observamos en el juego constituyen un buen indicador del desarrollo cognitivo del niño; pasando de juegos basados en la imitación de los otros o de roles sociales a juegos mucho más elaborados, sin implicar a los otros y generando mundos propios e idiosincrásicos, definiéndose como prolongaciones de los juegos simbólicos en los que han estado implicados.

Uno de los que más atención ha obtenido por parte  de los investigadores por su curiosa presentación y que hace no mucho era considerado una posible falla en el desarrollo (por falta de destrezas sociales, signos de retraso o presencia de sintomatología psicológica) es el juego con un compañero imaginario, comúnmente definido como amigo invisible. Por ello, han sido varios los estudios que han resaltado los beneficios manifiestos de dicho juego; entre ellos; una mejor aplicación de las destrezas sociales o un desarrollo cognitivo más completo. Destaca entre ellos la investigación realizada por Gabriel Trionfi y Elaine Reese; que propusieron hace unos años como la presencia de amigos invisibles en la infancia estaba relacionado con unas mejores capacidades narrativas, tendiendo grandes implicaciones para el éxito en el contexto escolar y la adquisición de la capacidad lectora.

Con una muestra compuesta por 48 niños de 5 años y medio (la mitad niños, la otra mitad niñas), comprobaron si la presencia de amigos invisibles tenían estos beneficios manifiestos. La prueba consistía en la lectura a los niños de una historia relacionada con “El día del Padre”, una prueba de test para evaluar la capacidad de comprensión de textos de los niños; y una tercera prueba en la que el niño contaba a una marioneta la historia que había oído anteriormente (“El día del Padre”) y otra prueba en la que contaban a sus madres un evento significativo ocurrido en el último año; evaluando en estas narraciones la capacidad narrativa y de estructuración de historias, los detalles o el nivel de vocabulario. Con un total de 23 niños de los 48 incluidos con amigos imaginarios, los resultados mostraron como  los niños con amigos invisibles relataban historias cualitativamente más ricas y complejas que sus compañeros sin amigos no reales; facilitando más datos,  generando ficción dialogada y extrayendo más relaciones de tiempo y espacio en el relato de las historias con respecto a sus compañeros no imaginativos.

Para los autores, las conclusiones que podían sacarse de estos resultados conectaban fuertemente con la capacidad cognitiva de los niños. Así, estos resultados podrían suponer un sistema cognitivo mucho más complejo y rico para los niños con amigos invisibles, al descontextualizar el objeto del juego a un contexto imaginado y sin referencia real, y que implica, consecuentemente, una mayor capacidad de abstracción y conceptualización. Es más, compartir estos personajes y mundos imaginados con su entorno y adultos más cercanos (como padres y profesores) podría suponer una oportunidad para el desarrollo y enriquecimiento de las habilidades cognitivas (como la Teoría de la mente), con lo que los autores concluyen el estudio incentivando al entorno del niño a hacer florecer y preguntar sobre ello.

Con algunas limitaciones dadas por la propia metodología de recogida de información de los niños, así como el reporte de algunas curiosidades (la mayoría de niños en el estudio con amigos invisibles eran hijos primogénitos, el sexo de estos amigos invisibles era mayoritariamente masculino, incluso en el caso de las niñas), lo que si nos queda claro es lo rico y variado que supone el juego del niño, y lo importante que es no censurar sus manifestaciones, sino fomentarlo, compartirlo y adentrarse de lleno en él.

Escrito por David Blanco Castañeda.

Fuente consultada: Research Digest.

ResearchBlogging.org
Trionfi G, & Reese E (2009). A good story: children with imaginary companions create richer narratives Child development, 80 (4), 1301-13 DOI: 10.1111/j.1467-8624.2009.01333.x