¿Está el trabajo a punto de matarte?

Extraída de webconsultas.com
Extraída de webconsultas.com

Tan contraproducente para nuestra salud es no trabajar o no hacer nada fructífero como trabajar sin descanso y sin tener días de “reseteo”, con el ocio convertido en contenido de película de ciencia ficción (y considerado improductivo e inútil). Algunos lo hacen por trabajos sobre-exigentes, con grandes cantidades de estrés y con listas interminables, otros lo hacen por que confunden el trabajo con identidad, de manera que sacrifican “cómodamente” su salud (física y psicológica), relaciones personales o intereses personales en pos de las expectativas y las presiones sociales y profesionales, apoyando su estima personal y su sentido vital en las metas personales. Estas dos situaciones, con graves consecuencias para la vida de los implicados, reciben el nombre de burn-out y workalcoholismo, respectivamente, y son dos caras de una misma moneda. Y todo queda amplificado exponencialmente por la invasión de las nuevas tecnologías y redes en nuestra cotidianedad, haciendo el más díficil todavía desconectar.

Hablar de burnout es hablar de sobrecarga. La persona que lo sufre experimenta un estrés exacerbado debido a la carga (intensa, permanentemente exigente, con demandas que surgen incesantes y continuas y que exceden a la capacidad de afrontamiento de la persona). Es en estos casos cuando la persona se ve sobrepasada, ya sea por una estructura laboral ineficaz, ya sea por las propias dificultades de la persona en poner límites, delegar funciones o simplificar acciones. En el otro extremo, las personas adictas al trabajo, “eligen” sacrificar su tiempo libre con jornadas mayúsculas de trabajo. Aquí es la persona quién es el motor de esta decisión, ya sea por una posible mejora en su trabajo, ya sea por cumplir las expectativas que la empresa le exige. De cualquiera manera, y en las dos situaciones, la persona ve afectada su salud por algo considerado primordial como el trabajo.

Curioso resulta un estudio en el que relaciona tres de los países con mayores horas de jornada laboral y PIB (producto interior bruto) con los niveles de felicidad de la población. Estos tres países (Estados Unidos, Japón y China) resultaron con niveles de felicidad muy por debajo (Estados Unidos era el único en el TOP 20, en el 18 concretamente), en contextos donde se informaban que la mitad de la población aprovecha el tiempo de sus vacaciones pagadas haciendo trabajo extra (EEUU), con una 20 % de población joven en  riesgo de morir por muerte por exceso de trabajo o “karoshi” (Japón), o con jornadas laborales de  996 (12 horas los 6 días de la semana) (China). Todos ellos dejando claro que la riqueza no era sinónimo de felicidad.

De esta manera se hace necesario en esta sociedad es necesario redefinir los conceptos de felicidad y éxito, puesto que la amenaza de muerte por exceso de trabajo no es suficiente. ¿Qué influye realmente para que las personas nos convirtamos en adictas al trabajo? ¿somos conscientes de que variables laborales y personales están implicadas en esta conducta cronificada y tremendamente perjudicial? Aquí os damos unas pistas

  1. Laborismo. Es un término que surge cuándo no solamente el trabajo cumple la resolución de necesidades básicas, sino cuando pasa a convertirse en el centro de la vida, perdiendo otros muchos aspectos que se consideran primordiales. Definir la línea que separa nuestra realización personal con el exceso de espacio que se le pone al trabajo también es responsabilidad nuestra
  2. Desconexión y aislamiento. Paradójicamente, la tremenda conexión de las redes sociales ha provocado una desconexión de las personas. De este modo, podemos trabajar y al instante estar conectados con un montón de personas, tanto para charlar como para que nos hagan funciones que no podemos hacer por estar ocupados (nos traen la  comida, nos limpian la casa, compramos en tiendas online) pudiendo estar mucho tiempo (días, semanas e incluso meses ) sin tener que interactuar con nuestros amigos, familiares o vecinos, desconectándonos de nuestra propia vida.
  3. La masculinidad tóxica, o “la ley del más fuerte”. en efecto, el género masculino ha sido tradicionalmente educado para no expresar sus emociones, callar el dolor ir enterrar sus traumas, distrayéndose y compensando con largas jornadas con miles de cosas que hacer, con tal de no confrontar y aceptar nuestras emociones. Pasar jornadas maratonianas de trabajo previene la auto compasión y perpetúa este patrón crónico.
  4. Los peligros de confundir el éxito con la valía personal, el conseguir sólo metas materiales y relacionadas con determinados resultados, de manera que la persona se enfoca en conseguir dichas metas sin dar importancia a otras esferas de su vida. Esto es lo que sea denominado como “rol centrado en el trabajo”, cuando la persona es incapaz de definirse más allá del trabajo que realiza.

El escenario que puede provocar todos estos patrones de comportamiento crónicamente perpetuados, provocan un colapso en el sistema endocrino, con niveles exagerados de cortisol en sangre, hipertensión arterial, y toda una serie de síntomas fisiológicos con grandes efectos para nuestra salud. Siendo el karoshi, una posibilidad probable si no se cambia las condiciones laborales tan excesivas .

Una buena manera de ver en qué estado estamos respecto a nuestro nivel de trabajo,  es responder a una serie de preguntas como autobús acción para saber el nivel de estrés:

¿cuanto te pasas el día trabajando sin ver a tu familia?

¿prefieres trabajar que hacer otro tipo de actividades?

¿usas estimulantes para trabajar más horas?

¿tienes dificultades para delegar tareas bien por qué no pueden realizarse correctamente, bien por qué prefieres que seas tú quien quién las realice?

¿haces una gran variedad de tareas en modo multitasking?

¿te pones nervios@ si las cosas salen fuera de lo previsto o si hay alguna situación que no tenías en mente?

¿sabes qué hacer con tu tiempo de ocio, sabes estar sin trabajar?

Una gran mayoría de respuestas sí a estas preguntas, pueden mostrar una alta vinculación con tu trabajo, no deseada y con efectos contraproducentes para ti. Ponerle fin y restringir sus efectos, ya sea con ayuda profesional, realizando actividades de ocio, pasando tiempo con tus seres queridos o haciendo cosas que te gusten, o practicando mindfulness o relajación puede ayudarte alegada con los efectos desagradables de esta gran implicación tuya con el trabajo.

Escrito por David Blanco Castañeda.

Fuente: Psychology Today

Cuando el trabajo se convierte en una obsesión: “el workaholismo”

Hace tan sólo unas semanas salía a la palestra informativa un dramático caso de esfuerzo y dedicación en el trabajo; Moritz Erhardt, becario de 21 años, fallecía tras una intensa jornada de trabajo de 72 horas de duración en el Bank of America de Londres. Los medios, conscientes del impacto y la excepcionalidad del caso, no tardaron en difundir y recordar cómo jornadas de 50 horas de trabajo semanal provocaban grandes consecuencias en la salud física, psicológica y social de los trabajadores, y como éste caso no era el primero; produciéndose en contextos en donde la persona coloca las metas de la empresa por encima de su propio bienestar, ya sea por iniciativa propia como impuesta por la empresa en donde se trabaja.

Así, no es de extrañar que muchos investigadores hayan hablado de términos como adicción al trabajo y adicto al trabajo (workaholism y workaholics, términos originales y acuñados por Wayne Oates) para caracterizar esta noticia, haciendo referencia a la necesidad compulsiva de la persona por trabajar, de modo que el trabajo se convierte en lo más importante de su vida, y relegando otras esferas (como la familia, los amigos o el ocio) a planos totalmente secundarios o casi inexistentes, con todo el deterioro que eso conlleva y asemejándolo en muchos puntos al alcoholismo.

La persona “workaholica” pasaría excesivas horas en su puesto de trabajo, siendo incapaz de desconectar una vez llega a casa; poniéndose inmediatamente a trabajar y descuidando incluso horarios de comida y sueño. Otros síntomas,  como el excesivo control en las tareas, la incapacidad para delegar en compañeros o un elevado estrés, se contarían entre sus características. Pero no todo es negativo; diversos autores destacan que no siempre una intensa dedicación al trabajo se traduciría en síntomas negativos para la salud, en tanto en cuanto no se produjera una pérdida de control  en la conducta de trabajar y permitiera la consecución de las metas organizacionales.

En este escenario, se ha difundido los resultados de una investigación, promovida por la Universidad de Kent, en la que se propondría que altos niveles de perfeccionismo unidos a altos niveles de motivación por la tarea, son los que podrían  llevarnos a una conducta workaholica. De esta manera, su autor, Joachim Stoeber, opina que aquellas personas con elevados estándares de perfección y desempeño (self-oriented perfectionism) y con altos niveles de motivación por su trabajo, estarían predispuestas a altos niveles de adicción al trabajo. Por el contrario, no cumplirían dichos requisitos aquellas personas que creen que los demás se mueven por estándares de perfección sólo cuando estos cumplen plenamente dichos estándares (socially prescribed  perfectionism).

Además, añade como agravante para desarrollar conductas workaholicas el hecho de que tus estándares se identifiquen plenamente con los objetivos a cumplir por la empresa, y la cualidad de que sea la persona capaz de auto-regularse a sí misma con su propio sistema de castigos y recompensas. Todas estas cualidades, positivas en un principio, se tornarían en negativas cuando la persona perdiera el control sobre su conducta laboral, con graves consecuencias en su vida cotidiana y realizando la conducta finalmente como forma de evitar su malestar.

Por ello, y ya que septiembre es una época de reinicio y de planteamiento de nuestros objetivos, no estaría de más plantearse la importancia de saber delegar y desconectar una vez cerramos la puerta de nuestro puesto de trabajo: nuestra vida y trabajo nos lo agradecerían

Fuente: Psych Central, 20 minutos, Huffington Post

Bibliografía: Stoeber, J., Davis, C. R., & Townley, J. (2013). Perfectionism and workaholism in employees: The role of work motivation. Personality and Individual Differences, 55(7), 733-738.

 

Escrito por David Blanco Castañeda.