Fat Shaming y sus consecuencias

Es uno de los últimos prejuicios socialmente aceptados. Y podría suponer uno de los más devastadores. Estamos hablando de la discriminación por el peso, conocido actualmente en las redes sociales con el nombre de ‘fat shaming’ (humillación por ser gordo).

Este fenómeno provocó recientemente gran revuelo cuando la humorista Nicole Arbour publicó un video en YouTube titulado ‘Dear Fat People’ (querida gente gorda), en el que afirma que el ‘fat shaming’ no solo no existe, sino que es una creación por parte de la propia “gente gorda”. Y es que, en palabras de Arbour, “no tendría por qué haber gente gorda si simplemente dejaran de comer”.

Es precisamente esa forma de pensar la que puede tener consecuencias nefastas para aquellas personas luchando tanto contra la obesidad como contra la discriminación. Investigaciones recientes muestran que las personas que se sienten discriminadas por su peso tienen un 60% más de posibilidades de morir en comparación con personas de su misma edad que no son discriminadas.

Y el motivo no es su peso, sino los efectos de ser discriminados por la sociedad, según indican desde la universidad estatal de Florida. Los investigadores Angelina R. Sutin y Antonio Terracciano analizaron los datos obtenidos de una muestra de más de 18000 personas. Tras eliminar las influencias de diversos factores, como índice de masa corporal (IMC), enfermedades físicas, síntomas de depresión, historia de tabaquismo y actividad física, encontraron que la asociación entre discriminación por el peso y mortalidad se mantenía. Este estudio, que incluyó datos recogidos durante varios años, muestra las consecuencias de la discriminación por el peso en la vida de una persona, según indica Terracciano.

Foto extraída de artepreta.com
Foto extraída de artepreta.com

A diferencia del video de Arbour mencionado previamente, la mayoría de personas no suelen ser malintencionadas a la hora de indicar a familiares y amigos los problemas que tiene el sobrepeso. Muchos comentan durante sus conversaciones cosas del tipo “¿de verdad crees que deberías comer eso?” o “¿qué tal una ensalada en lugar de ese bollo?”. Piensan realmente que estos comentarios son de ayuda. Según Sutin algunas personas piensan que a pesar de hacer daño a alguien cuando se dice algo negativo sobre su peso, al final les motivará a perderlo, lo que salvará su vida.

Pero lo que ocurre en realidad es lo contrario. Aquéllos que son estigmatizados constantemente por su peso tienen más probabilidad de mantener el comportamiento que lleva a la obesidad, incluyendo una alimentación no saludable o evitar la actividad física. Realmente es una respuesta natural: cuando nos atosigan con algo constantemente nuestra primera reacción es no hacerlo, o incluso hacer lo contrario, pues vemos amenazada nuestra libertad para decidir y queremos mantenerla a toda costa.

Las personas en esta situación suelen ir un paso más allá y mantienen oculto su comportamiento de ingesta, añadiendo así otro punto más de humillación. De este modo el fenómeno de ‘fat shaming’ dispara precisamente el comportamiento por el que la persona está siendo discriminada, añadiendo una dosis de culpa, vergüenza y desesperanza.

Desde el University College de Londres, el grupo de la investigadora Jane Wardle ha recogido observaciones de una cohorte de 2944 personas mayores de 50 años. Aquéllas que informaron haber sufrido discriminación o bullying tenían menos probabilidades de perder peso; incluso tendían a ganarlo y llegaban a tener obesidad.

La investigación científica a lo largo de la historia ha demostrado que la obesidad no es una elección; se trata de un fenómeno socioeconómico, psicológico y fisiológico complejo. En lugar de abordar negativamente el asunto, facilitar el cambio en los hábitos en base a la idea de que es mejor tener un estilo de vida saludable parece ser la clave, independientemente del tamaño o la forma corporal. La idea de que existe un solo modelo de salud física no es más que un mito, un mito que es letal para muchas personas a día de hoy.

Fuentes: psychcentral.com, psychologytoday.com

Escrito por Alejandra Ranz

ResearchBlogging.orgJackson SE, Beeken RJ, & Wardle J (2014). Perceived weight discrimination and changes in weight, waist circumference, and weight status. Obesity (Silver Spring, Md.), 22 (12), 2485-8 PMID: 25212272

Sutin, A., & Terracciano, A. (2013). Perceived Weight Discrimination and Obesity PLoS ONE, 8 (7) DOI: 10.1371/journal.pone.0070048

Beneficios de cenar en familia

Vivimos en una sociedad exigente, en la que nuestro trabajo ocupa gran parte del día, a eso debemos añadirle el tiempo que empleamos para transportarnos de un sitio a otro. Con todas las tareas que tenemos que realizar diariamente, poco tiempo nos queda para sentarnos a charlar con la familia, jugar con los niños o simplemente pasar tiempo juntos. Muchos padres y madres se lamentan de esto. Sin embargo, no debemos olvidar que no siempre se trata de cantidad, sino de calidad. A este respecto, la cena puede constituir el mejor momento del día para reencontrarnos y conectar si seguimos una serie de pautas. La cena es un ritual diario que nos aleja del bullicio de la jornada y puede ser un calmante para el estrés de niños y padres. Diferentes estudios han puesto en evidencia los beneficios de aprovechar la cena como un paréntesis para mirarnos a la cara unos a otros y una oportunidad para transmitir algunas cosas importantes para la salud de tus hijos. A continuación os dejamos algunas de ellas.

Foto: livinginsplitsville.com
Foto: livinginsplitsville.com

En la cotidianidad se asienta la educación. Aprovecha la cena para transmitir hábitos de alimentación saludables. Los niños que regularmente cenan comida casera y en familia se convierten en adultos jóvenes que han interiorizado los hábitos alimenticios sanos y continúan comiendo más frutas y verduras una vez se independizan. Estos jóvenes son menos propensos a ser obesos. Estos beneficios para la salud no vienen sólo de la comida. El ambiente en la mesa es un ingrediente clave. Los investigadores han encontrado que el calor y la comunicación positiva son necesarios para disminuir el riesgo de la obesidad en los niños.

Cosas a evitar:

Ver la televisión mientras cenáis dificulta que pueda haber una conversación fluida. Además, un estudio reveló que los niños que cenaban frente a la televisión eran más propensos a tener sobrepeso.

– Ser un fanático del control: Un estilo de crianza excesivamente controlador y restrictivo hacia la comida se asocia con mayores tasas de obesidad en los niños. Intenta evitar los comentarios negativos y hostiles.

– «Cómete el brócoli y entonces te doy un helado»: En un estudio encontraron que cuando los padres utilizan recompensas para alentar el consumo de un alimento en particular, esta estrategia fracasa. Los niños rechazan esos alimentos y fomentan la preferencia por aquellos que son recompensa.

– Hablar del peso: Es mejor centrarse en una alimentación saludable que en el peso del hijo. Aún más importante que la charla es el comportamiento de los padres: aquellos que realizan dietas tienen más probabilidades de tener hijos con trastornos de la alimentación.

– La restricción de ciertos alimentos. Investigadores de la Universidad de Penn State mostraron que los niños anhelan más los alimentos que están prohibidos. Aquellos a los que se les permite el acceso a patatas fritas, golosinas y galletas tienen al final un menor consumo de dichos alimentos que aquellos niños a los que se les tiene prohibido.

Los investigadores han encontrado que cuando las familias cenan juntas, experimentan un impulso en el estado de ánimo positivo y una disminución en los niveles de estrés. Los adolescentes que cenan en familia señalan que la cena es cuando hablan con sus padres. Y estos mismos adolescentes que cenan regularmente (y hablan con regularidad) con sus padres dicen sentirse más conectados con ellos y tienen una visión más positiva del futuro.

Además de estos elementos positivos, hay diversos estudios que muestran que la cenar regularmente en familia está vinculado a la reducción de muchos de los comportamientos de alto riesgo, tales como consumo de sustancias,  problemas escolares y trastornos de la alimentación. En un estudio a gran escala con adolescentes, cenar regularmente en familia se asoció con menores tasas de depresión. Recientemente, un estudio encontró que los niños que habían sido víctimas de acoso cibernético, sufrieron menos consecuencias perjudiciales que aquellos que también lo sufrieron pero no cenaban en familia.

Ninguno de estos beneficios requiere pasar horas y horas en la cocina o servir alimentos especiales. Los ingredientes más esenciales para una gran cena familiar son la calidez y la conexión. Si los miembros de la familia se sientan en un frío silencio o los niños no se sienten cómodos hablando, la cena familiar no conlleva ningún beneficio positivo. Compartir alimentos saludables no suaviza una relación padre-hijo tensa, pero es el mejor momento del día comprobar cómo se sienten los hijos.

Fuente: Psychology Today

Escrito por María Rueda Extremera