Cuando leer no solo es un entretenimiento…

Lunes. 9:05 de la mañana. Levantas tu vista del libro que lees esta semana (podría ser Las Horas de Liam Cunningham, por poner un ejemplo) y te fijas en la persona que hay sentado justo enfrente de ti. Ves que mira con vista perdida el mapa del metro. Notas cierto nerviosismo en su mirada, tal vez te fijes en sus ojos acuosos y en qué revisa ansiosamente la hora. Piensas, “Llegará tarde a alguna cita importante”. Te quedas inquiet@ cuando sale rápidamente al abrirse las puertas del vagón. Te muerdes el labio, “¿Qué le habrá pasado?”. Y continúas leyendo. Tal vez Liam Cunningham pueda darte una respuesta.

El pasado mes de octubre apareció en las páginas de Science, un artículo capitaneado por varios investigadores del New School of Social Research  (NSSR) en donde se defendía cómo leer ficción literaria podría ayudarnos a comprender las emociones y pensamientos de quienes nos rodean. Con ello, venían a comprobar si aumentaban nuestra Teoría de la Mente (que alude a la capacidad cognitiva de discernir estados mentales subjetivos en los demás y en nosotros mismos, entendiéndolos como fenómenos diferentes a aquellos que ocurren en el mundo exterior)

Para ello, realizaron diferentes experimentos en los que sometían a los participantes a leer breves fragmentos de textos literarios. Dichos textos se dividían en dos categorías, textos de ficción literaria (con fragmentos de autores como Delillo o la actual ganadora del Premio Nobel Alice Munro; en general, libros de reconocido prestigio y que presentase un argumento ficcionado) junto con textos de no ficción y/o considerados de “consumo popular”. Una vez leídos, los participantes pasaban distintas pruebas. Con medidas en diversos test como el RMET y el DANVA2-AF (tests de reconocimiento emocional a través de expresiones faciales), o el Yoni Test (reconocimiento de los pensamientos y emociones de distintos personajes a partir de diversas pistas verbales o visuales); los resultados mostraron como la mayoría de los participantes que habían leído obras de ficción se mostraban más capaces y obtenían mejores puntuaciones a la hora de inferir estados emocionales en los demás. Dicha empatía no sólo se producía a nivel cognitivo; también los participantes experimentaban  una identificación emocional.

Así, la literatura pasaría a ser una especie de simulador de las experiencias sociales; donde gracias a las vivencias y sentimientos de los personajes en la novela podríamos entender el complejo y heterogéneo mundo emocional que nos rodea. Aun con diversas limitaciones (no se decían expresamente la identidad de todos los autores utilizados en ambas condiciones experimentales; las conclusiones podrían cambiar de manera considerable si los participantes se leyeran novelas enteras en vez de fragmentos), el experimento constituye una lanza a favor de la literatura como instrumento favorecedor de diferentes cualidades de nuestro sistema cognitivo y que nos permite una flexibilidad y enriquecimiento de las distintas situaciones sociales sin necesidad de vivenciarla concretamente. Cómo digo, en la próxima página de tu libro de la semana puede estar la comprensión y entendimiento de una situación difícil en nuestras vidas. Por ello, simplemente lee.

 

Escrito por David Blanco Castañeda

Fuente: Research Digest

Bibliografía consultada: Kidd, D.C;  Castano, E. (2013). Reading literary fiction improves theory of mindScience express.

 

 

 

¿Qué nos aporta leer?

Leer no es sólo un acto intelectual en el que nos atrae un estilo, unas figuras literarias utilizadas oportunamente, la historia bien construida con solidez argumental… No, leer una novela o un cuento corto provoca muchos más efectos en nosotros que el simple interés por la literatura.

nivel emocional, al leer una historia, desarrollamos simpatía o empatía con los protagonistas de la obra, identificándonos así con sus logros, sus pérdidas, su resolución de problemas, y sintiéndolos como nuestros. No sólo esto, sino que además, gracias a la narrativa en ocasiones podemos volver a emociones propias que no fuimos capaces de procesar correctamente en nosotros mismos y sí en los personajes de una historia.

Existen también beneficios para nuestro cerebro en la lectura. Cuando aprendemos a leer, nuestras habilidades cognitivas mejoran, fomentando un mejor procesamiento visual además de mejorar la comprensión y activación ante el discurso verbal. Es una actividad que pone en marcha amplias redes neuronales que se implican en la memoria de trabajo (operar mentalmente con varios elementos), en la manipulación de objetos y del espacio y en la acción dirigida a una meta.

De esta forma, la actividad de leer puede protegernos también del deterioro cerebral, gracias al nivel de actividad cognitiva que requiere la propia lectura así como el representar una historia en nuestra mente.

Son diversos los aspectos por los que la lectura es una actividad beneficiosa, pero no podemos señalar nada mejor que el placer de saborear una historia y perdernos en su argumento. Hoy, y siempre que podamos, vamos a permitirnos dedicar un tiempo del día a la lectura. ¡Feliz día del libro!

 

Fuente: Neuropsychologia (Mar, 2004); Psychological Science (Speer, 2009); Science (Dehaene, 2010); Cognition and Emotion (Mar, 2010).

Escrito por Lara Pacheco Cuevas