Qué hacer para que el juicio de los demás no te afecte

Foto extraída de gracielavida.wordpress.com
Foto extraída de gracielavida.wordpress.com

Todos, en alguna medida, necesitamos de la aprobación de los demás en algún momento de nuestras vidas. Recibirla nos da una seguridad y un reconocimiento de nuestros propios logros que repercute positivamente en nuestra confianza y nuestro autoconcepto, aumentando muchas de nuestras conductas porque entendemos que tienen consecuencias positivas para los demás y sobre todo, para nosotros mismos. Sin embargo, esto puede convertirse en un problema cuando esta aprobación se convierte en un motor tan importante que antepones el valor que dan los demás a tus acciones por encima de tu propia valoración personal...haciéndote tremendamente dependiente de las opiniones de los demás e inhibiendo cualquier iniciativa que supones que no recibirá dicha aceptación. Puede provocar un estado de bloqueo tal que la persona puede sentirse realmente angustiada al no poder dilucidar el efecto de su conducta en los demás, dejando de lado sus intereses por acomodarse a los de los demás.

El temor al juicio o desaprobación de los demás nace de un deseo excesivo por ser queridos por todos en todo momento. Se relaciona con una dificultad importante para valorarse a sí mismos, determinar su propia identidad y defender sus derechos propios. Están en constante conflicto consigo mismos; por un lado, sus deseos no están permitidos y el hecho incluso de planteárselos lo viven con una gran culpabilidad; por otro, sienten una gran vergüenza por su conflicto interior y dan la imagen a los demás de que “todo está bien”, cuando ni es cierto y el sufrimiento que están sintiendo es enorme.

De esta manera, se hace primordial adoptar una posición realista y asumir que no podemos gustar a todos. Podemos elegir reivindicar nuestro propio derecho a ser diferentes y optar por no luchar por normas externas e inalcanzables que no dicen nada acerca de nuestra felicidad. En este punto, se hace importante considerar formas distintas para que el juicio de los demás no nos afecte:

  1. El juicio del otro dice más del otro que de ti mismo. Cuando uno emite un juicio, está diciendo más sobre cómo él percibe la realidad que algo sobre ti mismo. Que te digan, “eres un desastre”, está diciendo que lo que has hecho a él no le gusta, pero nada acerca de las otras muchas cosas que has hecho y que él no ha visto.
  2. Nada dura para siempre. Nuestro cerebro tiene una capacidad limitada y la mejor forma de cambiar la opinión de los demás sobre ti es la interacción con los demás. Las personas tendemos a hacernos construcciones de cómo son los otros en base a lo que compartimos con ellas y lo que nos despiertan. Un comentario no resume toda una tarde contigo y lo que tú sí que puedes hacer para pasar una tarde disfrutable entre vosotros.
  3. Los juicios son inevitables. Todas las personas estamos haciéndonos juicios constantemente de lo que hacen o dejan de hacer los demás. En realidad, poco importa lo que tú hagas, el juicio siempre es susceptible de ser activado, nada de lo que tú hagas evita que no se produzca. No puedes controlar lo que los demás piensan de ti, pero sí puedes hacer y decir cosas para pasarlo bien juntos. Busca la empatía y la compasión del otro; la mejor forma de apartar los juicios es que la persona se ponga en tu piel.
  4. Déjales juzgar y exponte a tus miedos. Si lo van a hacer igual, pregúntate que te lleva a no mostrar lo que quieres mostrar y muéstralo de todas formas. Tus relaciones ganarán en confianza y profundidad y te ayudarán en abrirte en situaciones íntimas donde importa tanto el espacio emocional de cada uno como la conexión que se establece entre los dos.
  5. Estate atent@ a tus propios juicios. Observa el lenguaje que utilizas para denominar el comportamiento de los demás. Aunque el juicio es inevitable, abstente de juzgar algo como bueno o malo, y cambia esas categorías por si esto es “sano” o “insano” para mí. Así, podrás apartar aquello que es malo para ti y dejarle de prestar tanta atención innecesaria.
  6. Busca tu autenticidad. Volver a fijarte en ti supone aceptarte por lo que eres, permitirte en tus imperfecciones, cuidándote en lo necesites y disfrutando de los demás por lo que nos ofrecen. Y también, ser lo suficientemente autónomos para seguir nuestras propias metas y hacer (y decir) lo que efectivamente siente.

Así, podrás libertarte de la atadura de los demás y ser un poquito cada día más tú mismo.

Escrito por David Blanco Castañeda

Fuentes: Psychology Today, El País Semanal, Rincón de la Psicología, La Mente es Maravillosa, Psych Central.

 

Pequeñas Verdades acerca del Amor Romántico

 

Extraída de www.campusrelatores.com. Autor: Nan Lawson
Extraída de www.campusrelatores.com. Autor: Nan Lawson

Si enciendes el televisor a la hora de sobremesa, podrías encontrarte con una perfecta definición fast-food del amor romántico. Podrías ver un argumento de este estilo: “Dos desconocidos, que casi sin conocerse perciben una gran complicidad e intensidad en todos sus encuentros. La pasión se desborda, las ganas de verse también, y se suceden toda una serie de situaciones a cada cual más idílica en donde el otro se convierte en el alivio de todos nuestros males, con una sonrisa balsámica y una capacidad tremenda para poblar cada momento (real o imaginado) de nuestra realidad”. Así es el amor romántico (o comúnmente acuñado como “mariposas en el estómago”), máxima aspiración sentimental de los cánones sociales contemporáneos, y que contrasta de manera radical con la consideración de principios del siglo pasado, donde una pasión desenfrenada podría llevarte al ostracismo y la vergüenza social si te dejabas llevar por ella. Es más, según las principales investigaciones sobre el tema, parece que la pasión y las ganas desenfrenadas no son suficientes para la supervivencia a largo plazo de una relación; para asegurar la perdurabilidad, es importante la consecución de más componentes añadidos. Entoncés, ¿qué podemos esperar del amor romántico?

  1. Es el cultivo para algo más importante En efecto, el amor romántico se considera como una fase previa al verdadero vínculo emocional con el otro. En este primer estadio, la vivencia emocional se describe como un torbellino de emociones donde prima la idealización, los pensamientos obsesivos con el otro, los deseos de contacto y de cercanía, una intensa impulsividad y euforia por ver y sentir al otro, y una creciente dependencia emocional y física. Todos ellos, componentes esenciales para otro tipo de relación; mucho más duradera y estable, con un alto componente de empatía y cercanía, unión y convivencia en pareja, que perpetúan estilos de vida estables y nos hace asentarnos en nuestras rutinas y vidas convencionales.
  2. Evoluciona contigo y con la relación. El amor romántico tiene el deseo como principal motor, pero también es su principal inconveniente. Muchas relaciones románticas no resisten la prueba de la intimidad ni de la reciprocidad con la pareja; cuando dejamos de definir la relación de acuerdo a nuestras propias emociones y lo definimos de acuerdo al compromiso con el otro y metas compartidas, es cuando la relación sentimental pasa a otra etapa. En ella la pasión no desaparece, pero sí se recoloca como un componente dentro de un abanico más amplio y duradero. Dejamos una necesidad narcisista por una empática y dual.
  3. Es tan intenso porque tiene la morfología de una droga. Las investigaciones psicobiológicas sitúan los centros cerebrales del amor romántico en los llamados “sistemas de recompensas”, regiones cerebrales responsables del aprendizaje por refuerzo, la motivación y la activación, que se corresponden con los mismos centros que explican las adicciones a las drogas y las adicciones conductuales (compras compulsivas, internet o pornografía on-line), y que incluyen la zona tegmental ventral y el nucleo accumbens, con especial implicación de la dopamina como neurotransmisor principal. Es por ello por lo que experimentamos los síntomas típicos de la adicción al estar enamorados (dependencia física y emocional, tolerancia, comportamientos compulsivos por consumir esa droga) y también los típicos de la abstinencia cuando no tenemos acceso a nuestra pareja.
  4. Puede permitirnos un crecimiento personal importante. Si bien está relacionado con una disminución de los componentes de auto- regulación, también con grandes dosis de espontaneidad y creatividad, con iniciativas que buscan sorprender al otro. Este crecimiento personal se ve complementado por una agenda compartida, donde el desarrollo de la individual convive con la creciente necesidad de adaptarse y adoptar planes y formas del otro. En una pareja sana nos autorrealizamos y conocemos una continua reafirmación de nosotros mismos, ante el refuerzo constante de la pareja. Y permite el desarrollo de nuestra identidad y de la toma de decisiones; el amor consumado va evolucionando a la negociación conjunta.
  5. Puede resistir al paso de los años si cuidamos nuestra relación. Por último, la evolución de un amor romántico a un amor compañero y comprometido no implica la perdida de la pasión y de la motivación por el otro. Hay que cuidar el cambio tanto como lo cuidamos y atendemos al principio, cuando se busca atraer, seducir y consumar al otro. Por ello, los especialistas relacionan unas relaciones afectivo-sexuales frecuentes con un mantenimiento de la pasión con el paso de los años. También, una relación cercana, donde incorporamos al otro en el propio concepto de nosotros mismos; y relacionar a la pareja con protección, confianza y seguridad, donde ambas partes no rompen los límites establecidos por ellos mismos (o si los rompen, hay intentos intensos por volver al orden establecido.)

Así, podemos definir el amor romántico como algo necesario y complejo, que puede sacar lo mejor de nosotros mismos pero que no define el éxito de una relación. Es el cuidado cotidiano la mejor variable para que la desconocida que una vez conociste en un tren hacia un país europeo pueda convertirse en tu compañera en un  camino elegido por los dos.

Escrito por David Blanco Castañeda.

Fuentes: Psychology Today, Diario El País.

Amar apasionadamente perjudica seriamente nuestra cognición.

Cuando pensamos en “qué es eso de estar enamorados”, no podemos evitar esconder una sonrisa burlona al recordar la de acciones que hacemos al inicio de una relación romántica; cuando todo son mensajes, palabras bonitas y encuentros furtivos a medianoche. Que nos sentimos como enajenados en esos meses no supone ninguna novedad, y sin embargo, no encontramos numerosa literatura que ahonde en los efectos que nos produce el enamoramiento en nuestro propio sistema cognitivo.

Un equipo de investigación formado por psicólogos de la Universidad de Maryland y El Instituto Leider para el estudio del Cerebro y la Cognición han realizado una investigación publicada el pasado mes de noviembre en donde se pone a prueba la capacidad cognitiva de los participantes cuando éstos están en esta primera fase de “amor apasionado”.  En ella, y de acuerdo con las hipótesis planteadas en el estudio, se les presupone  a las personas una menor capacidad de control cognitivo;  es decir, una menor habilidad para seleccionar la conducta adecuada según las necesidades reales de la situación en cada momento; con efectos claros en su atención e impulsividad.

Para comprobar sus planteamientos, fueron aplicando las pruebas a 43 participantes heterosexuales con una relación que hubiese comenzado hace menos de 6 meses, y con edades comprendidas entre los 16 y 27 años.

Se utilizaron varias pruebas, cada una para recoger cada una de las variables a estudiar. Por un lado, la Escala de Amor Apasionado (PSL, Hartfield y Sprecher, 1986) que extraía las medidas de amor apasionado; con ítems que viraban desde el pensamiento intrusivo, el deseo permanente de unión o la necesidad de mantener contacto físico constante. Por otro, para las medidas de atención y capacidad cognitiva; el Test Stroop y la Tarea de Francos de Eriksen; con especificidad para detectar aquellos casos con capacidad para filtrar los estímulos distractores, ya fuesen presentados semánticamente o espacialmente.

Lo encontrado no dejó lugar a dudas; obteniendo los participantes puntuaciones consistentemente menores en las pruebas cognitivas, y confirmando las sospechas de sus autores de una menor capacidad de control cognitivo en etapas iniciales de una relación sentimental. Conclusiones que contrastaban con las investigaciones previas que pronosticaban una mayor estabilidad en aquellas relaciones donde los dos miembros tuviesen altos niveles de control cognitivo; con un tipo de amor más basado en la intimidad y el deseo por seguir la relación, y que garantizaría el mantenimiento de la relación a largo plazo.

Así, con los resultados obtenidos podemos concluir dos tipos de amor; un amor intenso e impulsivo, existente en los primeros meses de relación, con altos niveles de energía, dependencia emocional y pensamientos centrados en el otro, y un segundo amor; definido por anteriores investigaciones, mucho más consolidado y con mayores dosis de capacidad de control por parte de los implicados para focalizarse en la relación y resistir a posibles “tentaciones”.

Aunque todavía quedan preguntas por esclarecerse, esta investigación supone uno de los primeros intentos por comprender cómo evoluciona el amor a lo largo de los años. Con tanto público interesado, ¿cuál será el siguiente paso?

Escrito por David Blanco Castañeda.

Fuente: www.Huffingtonpost.es

Bibliografía consultada: Van Steenbergen, H., Langeslag, S. J., Band, G. P., & Hommel, B. (2013). Reduced cognitive control in passionate lovers. Motivation and Emotion.