Cómo el estrés acaba con la satisfacción

Es frecuente sentir que cuando llevamos un tiempo estresados, perdemos la energía para hacer cualquier cosa. Habitualmente sentimos una especie de cansancio mental e incluso cosas que habitualmente nos gustaba hacer comienzan a ser menos atractivas para nosotros.

Sin embargo es frecuente, especialmente en el contexto empresarial, que se tome el estrés como un facilitador de rendimiento. En muchas ocasiones podría parecer que una circunstancia de estrés nos mueve hacia la solución y es prácticamente motivadora. En psicología se conoce, según la “ley de Yerkes-Dodson” que nuestro rendimiento es mejor ante un aumento moderado de ansiedad. Pasado este punto óptimo, la ansiedad disminuye el rendimiento de manera brusca.

¿Todo esto significa que cuando nos estresamos al máximo finalmente nos acabamos desmotivando? En este caso, se conoce un poco menos del funcionamiento, pero sí está bastante claro que no es cuestión del nivel de intensidad del estrés. Los factores determinantes para sentirnos desmotivados es que sea un estrés crónico y/o que los eventos estresantes sean incontrolables.

Fotografía extraída de pixabay.com
Fotografía extraída de pixabay.com

De hecho, se han descrito con bastante precisión algunos de los circuitos cerebrales que funcionan en este proceso y cómo lo hacen. Cuando el estrés se convierte en crónico e incontrolable, lo que observamos es que se deteriora la regulación del eje hipotalámico-hipofisario-adrenal (HHA). Este eje es el que se considera responsable de nuestras respuestas adaptadas al estrés.

Por otra parte, este eje se regula a su vez por el núcleo paraventricular, el que en respuesta a situaciones de dolor o de rechazo social, libera sustancias que tiene nuestro propio cerebro para sentirnos bien (opioides endógenos). De esta forma, la respuesta de este eje desaparece tras haberlo necesitado en el momento puntual de estrés. Pero el núcleo paraventricular tiene una respuesta especial cuando los eventos estresantes se repiten, y acaba por funcionar de forma poco adecuada.

Cuando deja de responder, hace varias cosas sobre nosotros que a nivel de autopercepción se parecen mucho a cosas que pueden ocurrir cuando estamos poco motivados. Por una parte, cuando este núcleo funciona peor, un evento estresante agudo amplifica su efecto emocional sobre nosotros. Además puede aumentar el efecto depresivo en que derivan habitualmente este tipo de eventos.

También sabemos que, gracias a este núcleo, se facilita la actividad de otro bien conocido, el accumbens. Este núcleo se conoce por “el centro del placer” y está muy implicado en la sensación de recompensa o satisfacción por algo. Si el núcleo paraventricular tiene su actividad atenuada, podría estar también atenuando la actividad del núcleo accumbens. Si no logramos obtener una sensación de recompensa al hacer cosas que habitualmente nos gustan, es bastante probable que nos sintamos poco motivados por hacerlo.

Por último, y consistentemente con lo anterior, se ha demostrado que la exposición prolongada a estresores incontrolables lleva a una regulación a la baja de las vías dopaminérgicas mesolímbicas, y a una respuesta reducida a las cosas gratificantes.

Visto así, si nuestros circuitos cerebrales han cambiado por un periodo de estrés crónico e incontrolable, ¿acaso vamos a permanecer siempre con una respuesta de gratificación atenuada? ¿Será imposible volver a sentir motivación?

Bueno, los circuitos cerebrales se afectan por el ambiente tanto para bien como para mal. Así pues, podemos hacer cambios sobre lo que nos está produciendo este estrés para que nuestro núcleo paraventricular responda de nuevo eficazmente. Reducir este nivel hará que de nuevo nuestro núcleo accumbens nos dé gratificaciones ante las cosas que nos agradan. Y no sólo eso, en ocasiones es difícil reducir el estrés en sí mismo, pero podemos aumentar la sensación de controlar la situación estresante, lo que restablecerá la respuesta de las vías dopaminérgicas mesolímbicas. E iremos sintiendo de nuevo que lo que hacemos nos motiva y nos sentiremos gratificados por hacer cosas.

Fuente: ncbi.nlm.nih.gov; harvard.edu

Escrito por Lara Pacheco Cuevas

ResearchBlogging.orgHsu DT, Kirouac GJ, Zubieta JK, & Bhatnagar S (2014). Contributions of the paraventricular thalamic nucleus in the regulation of stress, motivation, and mood. Frontiers in behavioral neuroscience, 8 PMID: 24653686
Pizzagalli DA (2014). Depression, stress, and anhedonia: toward a synthesis and integrated model. Annual review of clinical psychology, 10, 393-423 PMID: 24471371

¿Puede ser la música un instrumento fundamental en la evocación de recuerdos?

 

Extraída de sentadaenmipupitre.wordpress.com
Extraída de sentadaenmipupitre.wordpress.com

Subo el volumen de mi tocadiscos en el salón. Suena “The Game of Love”, de Santana, y recuerdo la primera vez que la escuché en el salón de mis padres, las veces que la cantaba nerviosamente en la verbena del pueblo, y la primera vez que la bailé con mi pareja, riéndonos por lo tonto de nuestros movimientos. En un solo instante, varios recuerdos se han activado en mi mente y de repente puedo ver el complejo entramado entre situaciones, personas y lugares en mi mente con tan  sólo  escuchar una canción, como si estuviera otra vez dentro de esos recuerdos. Con este ejemplo cotidiano podemos observar la compleja conexión entre la música y nuestra memoria autobiográfica, siendo asombrosamente ricas algunas rememoraciones con notar los primeros tonos de una canción. ¿Es la emoción asociada a esos recuerdos lo que hace la canción por sí misma tenga tanta fuerza evocativa? ¿Qué zonas cerebrales pueden estar implicadas en la asociación  memoria y música? ¿Tienen estos hallazgos consecuencias para el abordaje de algunas dolencias neuropsicológicas? Parece ser que todas las preguntas comienzan a tener respuestas con evidencias sólidas, siendo la música considerada mucho más que un ruido de fondo insertado en nuestras vivencias. Y la primera consideración…las canciones funcionaban mucho mejor si pasaban largos tiempos entre escucha y escucha, siendo los recuerdos más fuertemente evocados cuando los tiempos eran más largos; la fuerza evocativa de la canción se diluía si estaba siendo constantemente recuperada.

Emoción, música y memoria…El primer estudio que ilustra esta interesantísima línea de investigación es el realizado por Amee Baird y Séverine Samson, que recoge la capacidad de evocación de recuerdos de canciones de éxito popular (con canciones que fueron éxito durante la vida de los sujetos de investigación desde que tenían 5 años hasta el momento de hacer la investigación) con pacientes con daño cerebral adquirido. Comparando los resultados con un grupo control, se encontró que la mayor fuerza evocativa la tenían las canciones con fuerte componente emocional positivo (contenido alegre) y que esto se registraba de manera manifiesta y consistente en los pacientes con daño adquirido, dejando claro lo importante que podría ser la música para recuperar recuerdos en aquellos sujetos con este tipo de daños, incluso por encima de las instrucciones verbales que ayudaban a recuperar contenido emocional. Estos hallazgos tenían una condición, los pacientes debían de tener intactas las zonas de reconocimiento tonal y las zonas fundamentales implicadas en la memoria autobiográfica.

¿Música y memoria, cuál es el mapeo cerebral específico? Dos estudios han avalado qué zonas podrían estar detrás de esta relación. El primero de ellos, realizado por el equipo del profesor Petr Janata, encontraron qué zonas cerebrales determinadas se relacionaban con la recuperación autobiográfica y las emociones cuando se escuchaba música popular utilizando técnicas de neuroimagen. Según sus resultados, era el córtex prefrontal medial derecho el que se activaba cuando se ponían en acción estos tres elementos (en el estudio, se les ponía canciones populares y se registraba cuáles de ellas habían evocado recuerdos autobiográficos si habían despertado en ellos emociones positivas), siendo esta zona por tanto relacionada con la recuperación de memorias cuando se escucha música, y siendo, curiosamente, una de las zonas que más tarda en afectarse en la Enfermedad de Alzheimer, teniendo grandes implicaciones positivas para la rehabilitación neuropsicológica. En el otro estudio, realizado por Alluri y colaboradores (de nacionalidad filandesa), se observó, midiendo componentes como el tono, el ritmo y el timbre de una canción determinada, cómo se activaban un gran espectro de componentes cerebrales en los sujetos experimentales, desde el cerebelo, la amígdala o zonas corticales superiores, dejando claro la profunda relación entre la música y las emociones, el movimiento y la creatividad.

¿Cómo podemos utilizar la música en la rehabilitación? En efecto, todos estos resultados muestran el importante recurso que puede suponer la música en la rehabilitación neuropsicológica. Así, la música puede servirnos para recuperar  gran variedad de información autobiográfica incluso cuando puede haber un deterioro cerebral importante, y como esto puede verse potenciado por su conexión emocional, despertando una gran gama de emociones (positivas y negativas) que ayuda a la persona a recuperar toda la fuerza intrínseca de cada evocación despertada con una canción.

Sí, puede considerarse de “sensibles” asociar canciones a situaciones vitales importantes, pero estas mismas canciones pueden servirnos de diario autobiográfico cuando una manta extensa (en forma de demencia o daño cerebral adquirido) parece taparnos la forma de acceder a nuestro recuerdo. Así que ya sabéis…darle al play al tocadiscos y disfrutar de vuestros recuerdos.

Escrito por David Blanco Castañeda.

Fuente:  Psychology Today

El significado de sacar la lengua cuando nos concentramos

Seguramente alguna vez has visto a un niño sacar la lengua mientras realizaba alguna tarea que le requiriera un poco de esfuerzo y destreza. No es un gesto especialmente extraño ni llamativo, ya que es bastante habitual, pero si lo piensas detenidamente, ¿de qué sirve sacar la lengua mientras manipulas algo con tus dedos? En un reciente estudio realizado por las doctoras en psicología Gillian Forrester y Alina Rodríguez, se ha tratado de estudiar de forma sistemática esta conducta en niños de 4 años. A tenor de los resultados, no parece que éste sea un gesto infantil no exento de gracia, sino que más bien parece una conducta que se ajusta a la teoría de que el lenguaje hablado es producto de la evolución de un lenguaje de gestos anterior.

Las investigadoras filmaron a 14 niños de 4 años mientras realizaban tareas en su casa. Las actividades fueron diseñadas para que implicasen diferente grado de control motriz, algunas de motricidad fina (por ejemplo, jugar con muñecos en miniatura o abrir candados con llaves), otras de motricidad gruesa (un juego en el que se le pedía al niño que golpeara la mesa con la palma o con el puño, al contrario de lo que el investigador hiciera, bien golpear con el puño o con la palma) y otras en las que no se requería ningún control motriz (recordar una historia).

Tras la grabación, se analizaron los vídeos y se observó la frecuencia con que los niños sacaban la lengua mientras realizaban los diferentes juegos, y si además la sacaban hacia la derecha o a la izquierda.

Todos los niños sacaron la lengua durante los juegos, dato que apoya una investigación anterior con niños de entre 5 y 8 años que sugería que éste es un comportamiento común. Pero el hallazgo más importante es que los niños sacaban la lengua más dependiendo del tipo de tarea, especialmente en el juego en el que golpeaban con el puño o la palma. Esto rompe las expectativas de las investigadoras, pues la hipótesis de partida era que las tareas que implicasen una mayor destreza en motricidad fina sería la que provocase más “lenguas fuera”. Forrester y Rodríguez argumentan que este resultado tiene sentido en términos evolutivos. Explican que el juego de golpear la mesa implica cambios de turno (investigador – niño), gestos manuales y unas reglas en la estructura; es decir, los componentes fundamentales de un sistema de comunicación.

Esto encaja con otro resultado que es, que en su mayoría, los niños tendían a sacar su lengua hacia la derecha, lo que implica un control del hemisferio cerebral izquierdo. El lado izquierdo del cerebro es la parte predominante en el control del lenguaje, por lo que este dato nos sugiere que podría existir una relación entre la destreza manual, el lenguaje y la comunicación. Pero, ¿y los adultos? Las investigadoras señalan que el que el adulto deje de sacar su lengua tendría que ver con la connotación negativa del gesto en nuestra cultura.

Tomados en conjunto, y en relación con investigaciones anteriores en las que se señala la superposición de áreas cerebrales involucradas en el habla y el control manual, las investigadoras subrayan que estos resultados apoyan la idea de que “las acciones de la mano y la lengua están interrelacionadas, de manera que cuando se realizan secuencias estructuradas con la mano, éstas van acompañadas de acciones espontáneas y sincronizadas de la lengua”.

Fuente: BPS Research Digest

Escrito por María Rueda

 

Cómo te toca la música. Efectos sobre el cuerpo y la mente.

Todos los amantes de la música saben el tremendo poder que puede tener la música sobre sus pensamientos y emociones. Escuchar música puede ayudar a transformar un día ordinario en algo mágico; puede proporcionar consuelo, liberación, fuertes sensaciones y más. Diferentes investigaciones han documentado muchos de los efectos que la música tiene sobre nuestro cuerpo y mente, de los cuales recogemos aquí algunos de ellos:

Sentir escalofríos: ¿Has sentido alguna vez un escalofrío que te recorre la espalda     mientras escuchas música? De acuerdo con un estudio realizado por Nusbaum y Silvia (2010), más del 90% de nosotros los tenemos. Además, se observó que la intensidad depende de tu personalidad. Las personas que puntúan alto en apertura a la experiencia, una de las cinco dimensiones de personalidad, es muy probable que sientan más estos escalofríos musicales.

Music and the Mind
articles.latimes.com/ Jacob Thomas

La escucha activa amplifica los sentimientos de felicidad: En un estudio llevado a cabo por Ferguson y Sheldon (2013), los participantes que escucharon activamente música alegre experimentaron una mejora de su estado de ánimo significativamente superior que el de aquellos que escuchaban pasivamente la misma música. Esto sugiere que participar del proceso de escucha facilita adicionalmente el proceso de control emocional.

Cantar juntos nos une: Puesto que la música, tradicionalmente, ha constituido una actividad social, parece ser que ésta tendría un papel cohesionador y facilitaría el aprendizaje de interacción social. En un estudio con casi un millar de alumnos finlandeses que asistían a clases de música extraescolares, se encontró que estos estudiantes tenían una mayor satisfacción en el aula en las demás asignaturas (Eerola y Eerola, 2013). A las personas les resulta muy satisfactorio sincronizarse con otros al, por ejemplo, cantar en un coro. Eso aumenta la afiliación dentro del grupo e incluso puede hacer que las personas se gusten más.

Mejora las capacidades: Practicar un instrumento no sólo mejora las habilidades musicales, sino que también puede mejorar otras habilidades. Un estudio con niños y niñas de 8 a 11 años de edad se encontró que, los que tenían clases de música extra-curriculares, desarrollaron una mayor capacidad verbal y visual, en comparación con aquellos que no tenían formación musical (Forgeard et al., 2008). Esto demuestra que los beneficios de aprender un instrumento no son puramente musical, sino que se extienden en la cognición y la percepción visual.

Cuida tu corazón: … o por lo menos que puede ayudarte con el estrés y la ansiedad asociados a estar sometido a un tratamiento de las enfermedades coronarias. Una revisión de 23 estudios que abarcan casi 1.500 pacientes encontró que escuchar música reduce la frecuencia cardíaca, la presión arterial y la ansiedad en los pacientes con enfermedad del corazón (Bradt y Dileo, 2009).

Los bebés han nacido para bailar: Los bebés de tan sólo cinco meses de edad responden rítmicamente a la música y parece que les resulta incluso más interesante que el habla. En este estudio, realizado por Zentner y Eerola (2010), 120 bebés de entre 5 y 24 meses espontáneamente bailaron diferentes tipos de música, observándose también que aquellos que fueron expuestos más tiempo, también sonrieron más.

Históricamente hemos despreciado el estudio científico de la música por haberla considerado algo poco relevante para el ser humano. Estos y otros muchos estudios muestran que la música es un estímulo realmente importante para el ser humano desde la más tierna infancia. ¡Al final acabaremos diciendo que es una de nuestras necesidades básicas!

Fuente: PsyBlog

Escrito por María Rueda 

La psicoterapia restablece el cerebro afectado por la depresión.

cerebro deprimidoComo es conocido, la depresión es un fenómeno complejo y devastador. La investigación científica invierte muchos medios en comprenderla así como en tratarla. Este mes, la revista Nature trata este tema en profundidad. Los abordajes terapéuticos para la depresión suele ser en primer lugar un tratamiento farmacológico, posteriormente uno psicológico, o bien ambos en combinación.

Los ensayos clínicos muestran que sólo con la intervención farmacológica se alcanza un 22-40% de restablecimiento de las personas que sufren depresión. Con psicoterapia, sin embargo, aunque nos queda un camino largo hasta alcanzar un alivio en la mayoría de los pacientes, en el meta-análisis publicado este año se encuentra que entre un 42 y un 66% de los pacientes dejan de mostrar síntomas depresivos tras la terapia.

¿Cómo actúa la psicoterapia en los casos de depresión?

La psicoterapia cognitiva toma la premisa de que una persona que padece depresión tendrá una forma de ver el mundo y a sí mismo poco ajustada, así como excesivamente negativa. En caso de que estos patrones de pensamiento lleguen a ser algo menos negativos, será probable que la depresión desaparezca. Basándose en esto, se ha tratado de comprender cómo los pensamientos negativos varían durante el proceso terapéutico.

Los terapeutas conocen bien que durante un proceso de este tipo, en ocasiones se producen saltos repentinos de mejora. La persona que está en terapia mejora de repente mucho más entre dos sesiones. Cuando se graban en vídeo las sesiones de terapia, se observa que en esos saltos la persona comienza a mostrar un pensamiento menos tajante y no tan negativo. En este mismo momento, los síntomas depresivos parecen aliviarse. Este patrón estaría indicando que, efectivamente, el cambio en la forma de pensar será un factor clave para la recuperación.

¿Qué cambios se dan en el cerebro de las personas que están en tratamiento para la depresión?

La investigación no sólo se basa en los factores que hacen que una persona se recupere, sino que también trata de analizar los cambios que se producen biológicamente en este proceso de cambio. De esta forma se ha podido observar que el cerebro de las personas que sufren depresión tiene dos características clave que lo diferencian de otra persona que no la padece. En concreto, se sabe que aparece un patrón de activación excesivo en la amígdala y en el sistema límbico, junto con un patrón de baja actividad en la corteza prefrontal.

La psicoterapia estaría haciendo énfasis en la reactivación de la corteza prefrontal, mejorándola con la intervención sobre el patrón de pensamiento. Esto será además útil para disminuir la hiperactivación en la amígdala. De hecho, se ha podido constatar mediante herramientas de neuroimagen que tras un proceso terapéutico de 14 semanas el patrón de activación se asemeja al de una persona que no padece depresión.

¿Se puede predecir quién se beneficiará del tratamiento?

Este tipo de investigación se encuentra en un punto bastante prematuro, puesto que, como ya hemos comentado, la depresión es un fenómeno altamente complejo y aunque cada vez sabemos más, aún no podemos comprender plenamente sus causas, o los factores que hacen que una persona se recupere. Actualmente, se trata de predecir si una persona obtendrá beneficios de diferentes tratamientos, incluyendo en estos la psicoterapia, de forma que no se lleven a cabo intervenciones ineficaces.

A este respecto, se ha encontrado una forma sorprendente de medir la activación cerebral, sin el uso de las modernas técnicas de neuroimagen, sino con un procedimiento mucho más sencillo: mediante la reacción de las pupilas oculares. Se encontró que entre las personas que padecen depresión hay un grupo en el que al presentar palabras de contenido emocional negativo, la reacción pupilar era escasa. Este grupo de personas tendrá una menor activación del córtex prefrontal y a su vez más probabilidades de que la terapia cognitivo conductual les beneficie.

La depresión, como cualquier otra circunstancia vital, cambia nuestro cerebro. Es un trastorno devastador, muy dañino tanto para la persona que lo padece como para su familia e incluso para el conjunto de la sociedad. Lo que demuestran sin embargo estos estudios es que las variaciones cerebrales pueden volver a su estado natural, así como el patrón de pensamiento convertirse en menos dañino. La intervención de la psicoterapia puede hacernos personas más adaptadas, más felices y puede, sobretodo, luchar contra algunos trastornos que paralizan nuestra vida.

Fuente: nature.com

ResearchBlogging.orgAdler, A., Strunk, D., & Fazio, R. (2014). What Changes in Cognitive Therapy for Depression? An Examination of Cognitive Therapy Skills and Maladaptive Beliefs Behavior Therapy DOI: 10.1016/j.beth.2014.09.001

Anthes, E. (2014). Depression: A change of mind Nature, 515 (7526), 185-187 DOI: 10.1038/515185a

Escrito por Lara Pacheco Cuevas

6 beneficios cognitivos del dormir bien que no te habían contado aún

Foto extraída de www.canalmascotas.com

Dormir es una actividad fundamental en nuestras vidas. Pero se nos olvida. Recientemente se publicaba un artículo en el que se nos mostraba como los españoles, al igual que en otros países, se duerme poco. Se suele decir que debemos dormir unas siete u ocho horas para descansar de manera adecuada y rendir de acuerdo a las necesidades del día, y si bien es una cifra que puede variar según las diferencias individuales (hay personas que con seis horas les basta), con el fuerte ritmo de nuestras vidas diarias muchos nos acostamos más tarde delegando en el café de la mañana lo que nos gustaría estar bajo nuestras sábanas. Lo cierto es, sin embargo, que dormir tiene una serie de beneficios muy importantes que no sólo repercute  en nuestro descanso, sino directamente en nuestra capacidad cognitiva. Detengámonos brevemente en ellos para darle al sueño la consideración que se merece:

a)      Podemos tomar decisiones. Una serie de investigaciones realizadas en el Current Biology muestran cómo podemos procesar información incluso cuando dormimos, y que incluso esta información puede utilizarse para tomar decisiones. En dicha investigación, mediante la utilización de electrodos para recoger la actividad cerebral de sujetos dormidos, se comprobó efectivamente que en el cerebro se activaban zonas similares al estado de vigilia en una tarea de elección y categorización de palabras que se realizaba cuando los sujetos estaban dormidos. Los participantes no recordaban  las palabras utilizadas cuando en el estado de sueño, pero la observación  de la actividad en el cerebro no daba lugar a dudas: el cerebro había podido realizar la tarea.

b)      Crea y consolida recuerdos. Está demostrado que una etapa de deprivación de horas de sueño tiene un efecto directo en la actividad del hipocampo, estructura íntimamente relacionada con la creación y consolidación de la memoria. De la misma manera, también es sabido que dormir adecuadamente tras una etapa intensa de aprendizaje ayuda a la consolidación de los recuerdos, de manera que dormir bien ayuda a que nuestro cerebro mantenga “frescas” las memorias adquiridas. Dejar el estudio de ese examen maldito o preparar una reunión la noche anterior a su defensa tal vez no sea la mejor forma para garantizarnos un buen rendimiento a la mañana siguiente.

c)      Nos ayuda a hacer conexiones inusuales. O lo que es lo mismo, mejora nuestra creatividad. En efecto, en una investigación reciente se comprobó la habilidad del sueño para mejorar conexiones nuevas y remotas de un material previamente conocido, dando una reinterpretación distinta a lo ya conocido y relacionando ideas aparentemente poco relacionadas. De ahí a  que muchas profesiones artísticas prefieran aprovechar las horas posteriores al sueño para aprovechar lo que Morfeo ha dejado bajo su almohada.

d)      Elimina lo que no nos sirve. Efectivamente, dormir limpia al cerebro de los desechos y toxinas que produce nuestro cerebro en estado de vigilia, pudiendo estar relacionado con la prevención de enfermedades como la del Alzheimer u otros trastornos neurológicos, al ser proteínas como la beta-amilode (proteína relacionada en la génesis y mantenimiento de los déficits cognitivos en la Enfermedad del Alzheimer) tendente a desecharse mientras uno duerme.

e)      Nos ayuda a planificar y recordar cómo hacer actividades físicas. Los husos del sueño, picos muy fuertes y muy intensos de actividad neuronal en determinados momentos del sueño REM, estarían detrás de la capacidad para almacenar, transferir y consolidar información de los sistemas a corto cerebro  del lóbulo frontal a los sistemas a largo plazo del lóbulo temporal, de manera que se facilitaría la adquisición y consolidación de aprendizajes motores. Aunque todavía queda por confirmaciones seguras de este hecho, todo parece indicar que dormir bien contribuiría a los buenos rendimientos de los deportistas en etapas de alta competición.

f)       Por último, dormir nos facilitaría estar despiertos durante el día. Algo que parece redundante, pero que según palabras del especialista en trastornos del sueño Eduardo Estivill, “el sueño genera la capacidad para estar despiertos. El estado ideal del hombre no es estar despiertos, sino estar despiertos y estar dormidos, porque  dormidos se genera funciones cerebrales y cardio-respiratorias necesarias en nuestra alerta del día siguiente”.

En definitiva, dormir es una necesidad con multitud de beneficios y funciones claras para nuestra salud. Conocerlas y hacer un buen uso de ellas (regular un buen patrón de sueño) nos ayuda a entender que la expresión “felices sueños” no se refiere sólo a la ausencia de pesadillas durante la noche.

Escrito por David Blanco Castañeda.

Fuente: www.psychcentral.com, www.huffingtonpost.com,  www.apa.org, www.muyinteresante.es.

Pautas para educar mejor a los niñ@s con TDAH (y a todos los demás)

Tratar con un niño con TDA-H puede ser muy difícil. Estos niños muestran conductas a veces difíciles de manejar que requieren límites y normas concretas. A veces, es muy frustrante y requiere grandes dosis de paciencia. Los niños con TDA-H necesitan disciplina muy firme y coherente con el fin de permitirles aprender nuevos comportamientos. Aquí os facilitamos breves consejos que como podréis ver son extrapolables al cuidado y educación de cualquier niño, algo que hace pensar sobre la naturaleza de algunos trastornos mentales.

psicoglobalia.com

Asegúrese de que tiene un conjunto de reglas y expectativas claras y consistentes. Los niños con TDA-H no se darán cuenta de las sutilezas de las cosas que necesitan saber. Comunica exactamente lo que esperas, sé conciso y claro. Escribe una lista de reglas en términos sencillos y cuélgala en la nevera.

Los niños con TDA-H buscan la atención del adulto, ya sea ésta buena o mala. Así que asegúrate de prestarles atención a los  buenos comportamientos. Elogia y refuerza lo que hacen bien. Por ejemplo, puedes poner en marcha un sistema de fichas con el que pueden obtener puntos por llevar a cabo determinados comportamientos correctamente y así finalmente obtener un premio. Intenta ser razonable y coherente con la concesión y la eliminación de puntos.

Mantén la calma. Usa un tono firme de voz suave, no grites y trata de no perder el control. Utiliza el menor número de palabras posible al dar instrucciones. Cuanta más información innecesaria demos, menos van a recordar.

Deporte y actividades extraescolares. Tener actividades donde poder descargar la energía y divertirse mejora algunas de las dificultades a las que se enfrentan los niños con problemas de hiperactividad. Una buena combinación puede ser un deporte 3-4 días a la semana y los días restantes anímale a mantenerse activos yendo a jugar al parque, montando en el columpio o en la bicicleta…

No pases por alto ni obvies el mal comportamiento porque el niño tiene TDA-H. Los niños con TDA-H necesitan más disciplina que los niños promedio, no menos. Si pasamos por alto el comportamiento, éste puede intensificarse. Los niños con TDA-H son impulsivos y no tienen en consideración las consecuencias de sus acciones. Es muy importante que les enseñemos estas consecuencias y que interioricen una serie de autoinstrucciones que les ayuden a anticipar.

Recuerda que los niños con TDA-H no son conscientes de que han hecho algo malo; necesitan de los adultos para ayudarles a ver esto. Es difícil para ellos ver más allá de las consecuencias inmediatas de su acción, pueden golpear a otro niño sin pensar en el daño producido. Necesitan que los adultos les recuerden las consecuencias. Adviérteles qué posibles consecuencias tendrán sus actos. Al carecer de fronteras interiores, dependen de los adultos para proporcionar límites externos más consistentes. A menudo pondrán a prueba los límites para asegurarse de que éstos son firmes.

Dale alternativas. No te limites en señalar el mal comportamiento, ayúdales a ver la alternativa, lo que deberían estar haciendo.

El tiempo de fuera puede ser el castigo más eficaz para un niño con TDA-H. Se puede aplicar de inmediato para ayudarles a ver la conexión con sus acciones. Privarles momentáneamente de la situación en la que se están desbordando puede ser muy eficaz. Esto no significa que los enviemos a su habitación, ya que la mayoría se distraerá con sus juguetes y olvidarán que han sido castigados y porqué.

Y lo que es más importante, asegúrate de que el niño sepa que le quieres y aceptas tal y como es, que le quieres incondicionalmente, pues el amor nunca es moneda de cambio.

Fuente: wikihow.com

Escrito por María Rueda Extremera

 

Experiencias paranormales que nos ofrece nuestro cerebro

Hay ciertos fenómenos, reconocidos como paranormales, que han ocurrido a lo largo de la historia del hombre en diversas culturas, aunque interpretados de formas diversas. Esto ocurre porque nuestro cuerpo es capaz de vivir experiencias de lo más extraño, a las que intentamos dar una explicación plausible desde una perspectiva cultural cuando no parece que tengamos un control sobre nuestras acciones y percepciones.

vivirsinansiedad.org

Sentir que hay alguien detrás (Presencias)

Sentir una presencia a nuestra espalda es un suceso también bastante inquietante, pero ocasionalmente sucede en personas completamente sanas. Bien es cierto que puede ocurrir en personas con algún daño cerebral muy concreto, y con más frecuencia e intensidad en personas con alucinaciones. Sin embargo, en la población general pasa de forma puntual y un grupo de científicos del Instituto Karolinska ha logrado reproducir en un experimento las circunstancias precisas para generar esta sensación. De la cual han identificado como responsable la corteza frontoparietal. En el experimento realizado, los participantes, sin posibilidad de ver ni oir nada, movían su mano frente a ellos y un robot, de forma automática, reproducía este movimiento sobre su espalda. Cuando este mismo suceso se hacía con un pequeño retardo, la vivencia de una presencia se hacía patente. Este tipo de “ilusión sensorial” hizo que en un 30% de los que participaron experimentara una fuerte sensación de que hubiera una o más presencias tras de ellos.

Estar fuera de tu cuerpo (Desrealización o despersonalización)

Es un síntoma bastante conocido, provocando una sensación de no ser uno mismo,de estar fuera de tu cuerpo, de irrealidad. Una sensación de estar en un sueño o de cierto embotamiento emocional. Todas estas sensaciones se producen como una forma de respuesta de nuestro sistema nervioso ante un nivel de estrés alto. Aunque es bastante frecuente, conocemos poco de cómo ocurre a nivel cerebral esta respuesta. Parece que sí hay relación con la capacidad de integrar la información táctil que recibimos de nuestro propio cuerpo (interoceptiva) junto con el procesamiento de las emociones que sentimos. En un artículo publicado este año en la revista PLOS ONE los investigadores concluyeron que en una persona con trastorno de desrealización la capacidad de percibir las sensaciones corporales era menor que en la población normal. Cuando es sólo un episodio aislado, provocado por un estrés elevado, la reacción de sufrir una despersonalización posiblemente tenga que ver con la imposibilidad de procesar ese nivel de respuesta emocional en ese instante, dando lugar a la sensación de no estar en tu propio cuerpo.

Sentir que ya has vivido la situación (dejà vú)

El “dejá vu” o sensación de haber vivido una experiencia o haber estado ya en una situación es un fenómeno bastante común. Aunque tradicionalmente ha podido entenderse como una forma de  conocer lo que va a pasar en el futuro o precognición, sabemos que no es más que un funcionamiento no del todo ajustado de nuestro cerebro. Lo que ocurre cuando se produce esta sensación tiene que ver con dos sistemas que normalmente son diferentes en el procesamiento de la memoria. Por una parte, nuestro cerebro codifica la información para poder acceder a ella. Por otra, accede a la información que ya tiene sobre lo familiar que le es la situación, el lugar o los objetos que están presentes en la situación. A nivel biológico, hay varias estructuras del lóbulo temporal que estarían implicadas, como el giro dentado, o las estructuras parahipocámpicas. Cuando dos situaciones son extremadamente similares pero no iguales, en ocasiones, no podemos llegar a discernir claramente que hay algo en la situación que es realmente un recuerdo y sentimos que estamos codificando la información desde cero.

Aunque en ocasiones vivimos experiencias que no sabemos interpretar correctamente, nuestro cerebro y su conexión con nuestro cuerpo es tan complejo que puede dar lugar a unas experiencias muy pragmáticas y muy cotidianas a otras infrecuentes pero muy extrañas también.

Fuentes: plosone,com, livescience.com, nature.com.

Escrito por Lara Pacheco Cuevas

 

El efecto de las experiencias de maltrato y bullying en el cerebro

La violencia tiene un gran impacto en el desarrollo y genera heridas cuya curación se hace compleja; sufrimientos presentes que son eco de aquellos episodios de gran intensidad en la infancia. Vivencias tales como ser acosado e instigado física y/o verbalmente por los iguales tiene a menudo consecuencias para la salud mental del niño y futuro adulto. Pero ¿qué ocurre a nivel biológico en estas personas? Diferentes investigaciones tratan de conocer cuáles son las consecuencias de la exposición a la violencia en la infancia para la salud física y psicológica. Entre los efectos relacionados con la experiencia de haber sufrido bullying (intimidación, acoso y maltrato entre iguales) o maltrato (generalmente en el entorno familiar) están las modificaciones en estructuras cerebrales. Pues las experiencias y vivencias moldean nuestra biología, y esto no es más que la otra cara de la misma moneda de aquello que dijo Ramón y Cajal: Todo hombre puede ser, si se lo propone, escultor de su propio cerebro.

spiritofadventuring.wordpress.com

Un equipo de la Universidad de Ottawa, dirigido por la psicóloga Tracy Vaillancourt, ha llevado a cabo una serie de estudios que han revelado niveles de cortisol, la hormona del estrés, significativamente diferentes entre aquellos niños y niñas que han sufrido bullying en comparación con los que no han tenido episodios de intimidación y acoso. También observaron que los adolescentes que han sufrido acoso obtuvieron puntuaciones menores en las pruebas de memoria verbal que sus compañeros, lo que sugiere que los niveles de cortisol anormales podrían estar afectando a las neuronas del hipocampo, lo que conllevaría problemas de memoria. Como parte de un estudio en curso a largo plazo, la doctora Vaillancourt ha seguido la evolución de cerca de algunos adolescentes intimidados evaluando su funcionamiento cognitivo y escaneando sus cerebros cada 6 meses, con el objetivo de evidenciar los citados daños en el hipocampo.

En un estudio previo, el neurocientífico Martin Teicher escaneó los cerebros de 63 adultos jóvenes, como parte de un estudio sobre la victimización verbal. Teicher encontró que en aquellos habían sido víctimas de intimidación verbal, había ciertas anomalías en el cuerpo calloso. Esta región del cerebro consiste en un haz de fibras que conectan los hemisferios izquierdo y derecho del cerebro y es conocido por ser importante en el procesamiento visual y la memoria. Se encontró que las fibras del cuerpo calloso de los sujetos acosados poseían un menor revestimiento de mielina, la cual mejora la comunicación entre las células cerebrales. Los autores sugieren que estas anomalías cerebrales pueden hacer que sea difícil para las víctimas procesar lo que está sucediendo en el entorno y responder apropiadamente. También podría explicar algunas de las deficiencias cognitivas asociadas con el padecimiento del acoso y maltrato entre iguales – la mala memoria, atención y concentración – e incluso podría correlacionar con la ansiedad, la depresión y los pensamientos suicidas experimentados por muchas víctimas.

Otra expresión de la violencia en la niñez y adolescencia es el maltrato infantil, cuyo impacto en la neurobiología se ha explorado en diversos estudios. En un reciente estudio, el equipo de la doctora Katya Rubia encontró que los participantes que habían estado expuestos a maltrato en su infancia mostraron un menor volumen de materia gris en varias zonas del cerebro, señalando que el maltrato infantil actúa como un estresor grave que produce una cascada de cambios fisiológicos y neurobiológicos que conducen a la generación de alteraciones en la estructura del cerebro. Las anomalías más consistentes fueron encontrados en la corteza prefrontal ventrolateral y regiones límbico-temporales, que muestran signos de desarrollo tardío.

Un estudio de 2011 de investigadores de la Universidad College de Londres demostró que los niños expuestos a la violencia familiar tienen los mismos patrones de actividad cerebral que los soldados expuestos al combate, registrando una sobreactivación de la ínsula anterior y la amígdala, regiones cerebrales asociadas con la detección de amenazas, resultados similares a los obtenidos en estudios con los veteranos de guerra. Estas áreas también están asociados con los trastornos de ansiedad, así que esto podría explicar por qué los niños maltratados tienen un mayor riesgo de problemas de ansiedad en la edad adulta.

La exposición a la violencia en la familia o en la escuela no son las únicas experiencias perniciosas que pueden influir en el desarrollo del cerebro, pero son un buen ejemplo de cómo nuestra biografía tiene una clara influencia en nuestra biología. Por ese mismo motivo no debemos caer en la desesperanza y el determinismo. Al igual que las malas experiencias esculpen nuestro cerebro, las buenas hacen lo propio. El pasado no se puede borrar, pero siempre podremos cambiar el cómo nos relacionamos con él, y especialmente cómo vivimos el presente y construimos el futuro.

Fuente: medicalnewstoday.com

ResearchBlogging.org
Vaillancourt T, Duku E, Becker S, Schmidt LA, Nicol J, Muir C, & Macmillan H (2011). Peer victimization, depressive symptoms, and high salivary cortisol predict poorer memory in children. Brain and cognition, 77 (2), 191-9 PMID: 21855200

Lim L, Radua J, & Rubia K (2014). Gray matter abnormalities in childhood maltreatment: a voxel-wise meta-analysis. The American journal of psychiatry, 171 (8), 854-63 PMID: 24781447

Teicher MH, Samson JA, Sheu YS, Polcari A, & McGreenery CE (2010). Hurtful words: association of exposure to peer verbal abuse with elevated psychiatric symptom scores and corpus callosum abnormalities. The American journal of psychiatry, 167 (12), 1464-71 PMID: 20634370

Escrito por María Rueda Extremera

¿Te pica la curiosidad? ¿Por qué es más fácil aprender algo si te interesa?

Foto extraída de univdep.edu.mx

Es sabido que nos resulta más fácil aprender algo cuando estamos interesados en ello que cuando poco nos importa. Sin embargo, aún no se conoce mucho sobre cómo los mecanismos motivacionales afectan al aprendizaje. Un nuevo estudio llevado a cabo por un grupo de la Universidad de California, Davis, sugiere que cuando nos pica la curiosidad, el cerebro se prepara para aprender no sólo sobre el tema en cuestión, sino también cualquier información incidental. Los neurocientíficos Gruber, Gelman y Ranganath entrevistaron a 19 participantes y les solicitaron que ordenaran una serie de preguntas en base al interés o curiosidad que tenían por conocer la respuesta. Posteriormente los investigadores escanearon su actividad cerebral mientras veían algunas de las preguntas más “interesantes” y otras tantas que por el contrario les despertaba muy poca o ninguna curiosidad. Mientras le hacían el escáner, los participantes veían la pregunta, y antes de poder leer la respuesta, los investigadores insertaron una fotografía de un rostro al azar, es decir, sin relación alguna con la pregunta ni con la respuesta. Tiempo después, incluso un día, se midió si los participantes podían recordar las respuestas a las preguntas, así como las caras que habían visto.

Gruber y sus colegas descubrieron que un mayor interés en una pregunta podía predecir un mejor recuerdo no sólo de la respuesta, sino también para la cara azarosa que precedía a la respuesta. De alguna manera parece que la curiosidad puede preparar al cerebro para el aprendizaje y la memoria a largo plazo.

Para entender qué es exactamente lo que había ocurrido en el cerebro de estos participantes, los investigadores recurrieron a los datos recogidos en el escáner y observaron un incremento en la actividad cerebral de dos regiones en el cerebro medio, el área tegmental ventral y el núcleo accumbens. Estas regiones transmiten dopamina, una sustancia relacionada con la sensación de placer y recompensa. Esto sugiere que antes de que aparezca la respuesta, nuestro cerebro activa el sistema de recompensa. Además, los investigadores encontraron que las mentes curiosas mostraron una mayor actividad en el hipocampo, estructura involucrada en la creación de recuerdos; observando que el grado de interacción entre el hipocampo y los circuitos de recompensa podía predecir la capacidad de un individuo para recordar la cara azarosa. En este sentido, el sistema de recompensa del cerebro parecía preparar al hipocampo para el aprendizaje.

Estos resultados no sólo nos aportan nueva información para la comprensión del cerebro y conducta humana, sino que nos recuerdan y ponen de manifiesto algunos conocimientos intuitivos como con el que hemos comenzado este post. Cuando un niño siente interés por algo, tendrá más facilidad (e incluso perseverancia) para y por aprenderlo. Este estudio demuestra empíricamente que esto es así. En palabras de los propios autores, “estos hallazgos sugieren un vínculo entre los mecanismos de recompensa y la curiosidad intrínseca, poniendo de manifiesto la importancia de estimular la curiosidad para crear experiencias más efectivas de aprendizaje

Teniendo en cuenta esta investigación, si hacemos atractivas las enseñanzas, promoviendo la curiosidad del niño o la niña por descubrir y aprender, éstos y éstas aprenderán más y mejor, pues como decía una querida profesora, sólo se entiende un aprendizaje, si éste tiene sentido y significado. Porque, si te pica la curiosidad, ¿cómo no vas a rascarla?

Escrito por María Rueda Extremera

Fuente: scientificamerican.com, sciencedaily.com

 

 

ResearchBlogging.org

Gruber, M.J., Gelman, B.D., & Ranganath, C. (2014). States of Curiosity Modulate Hippocampus-Dependent Learning via the Dopaminergic Circuit Neuron DOI: dx.doi.org/10.1016/j.neuron.2014.08.060