¿Te sientes agotado mentalmente? 6 pasos para poner en práctica el descanso deliberado

Actualmente es muy frecuente encontrarnos con situaciones de agotamiento mental y emocional. En la sociedad en la que vivimos, existe una tendencia a sobrevalorar la productividad y la utilidad de todo lo que hacemos. Si tenemos un hobby, es hasta frecuente que se convierta en algo que queremos monetizar en algún sentido. En el contexto cultural de las redes sociales, nuestro comportamiento en muchas ocasiones se convierte en algo para mostrar, para vender o con un propósito de utilidad.

A raíz de esto, nos encontramos muchas veces involucrados en una vorágine de tareas que completar. El trabajo, las tareas de casa, las obligaciones que nos imponemos, cuando es el caso, la crianza… Terminamos por seguir funcionando con la norma social de “primero el trabajo y después el placer” que a día de hoy ya no funciona y no dejamos un espacio adecuado a nuestro propio descanso. No lograr obtener un descanso adecuado puede tener consecuencias importantes sobre nuestra salud mental, provocar agotamiento mental y un malestar generalizado.

Es por esto que el autor Alex Soojung-Kim Pang, propone el concepto de descanso deliberado.

¿Qué es el descanso deliberado?

Es un término que se refiere a una actividad que nos restaura tanto física como mentalmente, que es personalmente significativa y que además es mentalmente productiva.

Lo principal de este tipo de descanso, es que es intencional. Es necesario reservar un tiempo en el día para esto, y dedicar ese tiempo específicamente para algo el tipo de acciones que te llevan a esta forma de descanso. Lo siguiente importante en el descanso deliberado es que en sí mismo, es una actividad, no es pasivo. Se trata de actividades que nos mantengan enganchados, que sean divertidas y que nos hagan sentir frescos tras realizarlas. Puede ser tocar un instrumento, pintar cuadros, jugar al baloncesto o ir al gimnasio. Idealmente, la actividad te debería acercar a un estado de “flow”, un concepto creado por la psicología positiva que define cuando realizamos una actividad en la que nos concentramos intensamente sin esfuerzo de forma muy inmersiva.

extraída de pixabay.com

Este tipo de actividades pueden suponer un alivio o prevención de la fatiga mental y del estrés, ya que al ser suficientemente absorbentes, nos pueden desconectar de las situaciones que nos estén causando estrés en el día a día.

Para llevar a cabo una actividad de este tipo y poder ejercer el descanso deliberado en nuestras vidas, hay algunas premisas que nos pueden ayudar.

Ponlo en tu agenda

Cuando tus obligaciones pueden distribuirse a lo largo del día, sin tener un horario cerrado o un orden concreto, a veces se hace necesario agendar también las actividades de descanso. Esto es importante para que no queden relegadas al último momento y finalmente, en muchas ocasiones, terminen por no existir. Esta opción de agendar el descanso generalmente ha de ser en el inicio de desarrollar el hábito, posteriormente, se convierte en algo normalizado y deja de ser necesario.

Sé presente

Aunque posiblemente ya estemos hartos de escuchar sobre estar y vivir en el presente, es algo realmente importante en la sociedad en la que estamos. Es muy frecuente que estemos conectados en diferentes redes, que nos mantengamos en multitarea tanto en el entorno laboral como fuera de él. Cuando decidimos llevar a cabo el descanso deliberado, es necesario que logremos conectar de forma presente con la actividad que estamos llevando a cabo. 

Sé intencional

Tal y como se comentó antes, en muchas ocasiones el propio hecho de que el descanso tenga el propósito de serlo, ya lo convierte en descanso. Incluso en actividades que no sean tan inmersivas, sino simplemente algún pequeño descanso, es posible tratar de buscar que lo que hagamos en ese tiempo sea algo que hemos elegido nosotros, no sólo hacer “scroll” en alguna red social y recibir pasivamente la información. Esta intencionalidad nos permite estar también más presentes, ser los sujetos activos del descanso y por tanto, conectar mejor con la actividad que nos está aliviando.

Desconecta

Aunque parezca algo extremadamente difícil, si logramos dejar a un lado los diferentes dispositivos que nos mantienen conectados, puede generar un espacio maximizado de descanso. La conexión constante, no sólo con el trabajo, sino también con otras personas, con otras actividades o simplemente con las noticias, genera una capacidad reducida de atención a todo lo que estamos conectados. Por eso, el descanso deliberado será mucho más agradable y efectivo si lo hacemos desconectados del resto de cosas. 

Sal fuera

Aunque no podemos negar los beneficios de poder hacer todo en el mismo espacio, sin movernos de casa, también hemos de valorar la posibilidad de que nuestro descanso aparezca con más facilidad si nos movemos y si cambiamos de escenario. Nuestro cerebro está programado para asociar las emociones y estados mentales a un escenario determinado. Si cambiamos de escenario, en muchas ocasiones es más fácil para nosotros conectar con un estado mental o actividad diferente. Además, los beneficios de la naturaleza para nuestra salud psicológica son muchos, por lo que tanto realizar una actividad al aire libre como trasladarse para realizarla pueden ser también situaciones que nos ayuden con el descanso deliberado.

Aparta la culpa

Como se comentó al inicio, solemos tener muy arraigada la creencia de que primero hemos de cumplir con todas las obligaciones para después buscar el placer. Cuando el descanso es intencional y deliberado, en muchos casos no se da después de terminar todas las obligaciones que podemos tener, ya que, como se señaló antes, esto podría implicar que nunca exista este descanso.

El hecho de ponerlo por delante de obligaciones, en muchas ocasiones puede generar culpa. Es importante que sepamos que la culpa en estas situaciones es un sentimiento normal y que simplemente se asienta en el hábito de dejar nuestro descanso en último lugar. Si tenemos claro por qué estamos realizando este cambio, cómo comprometernos con nuestro propio descanso incluso dejando de lado obligaciones, los beneficios de esto, incluso la mejora en nuestra productividad en los momentos en los que sí estemos llevando a cabo obligaciones, podemos mantenernos realizando la actividad, incluso aunque en ocasiones la culpa nos distraiga.

Encontrar una actividad que nos suponga este tipo de descanso y restauración puede generar un cambio importante en nuestra vida y lograr aumentar nuestro bienestar en distintos ámbitos, en ocasiones, incluso aumentando nuestra sensación de conexión con diferentes áreas de vida, ya sean en el campo de la obligación y el trabajo, como en el del ocio por sí mismo, por la propia satisfacción de realizar una actividad agradable para nosotros. 

Fuentes: psychologyinaction.org, medium.com,

Escrito por Lara Pacheco Cuevas

DISCURSOS DE ODIO: ¿POR QUÉ SON TAN FRECUENTES Y SE PROPAGAN TAN RÁPIDO?

Extraída de sp.depositphotos.com

Un vistazo rápido a nuestras redes sociales de uso frecuente (Facebook, Twitter, o cualquier página de prensa mayoritaria) nos dan una imagen definida y clara de la realidad en las redes: un portal para el intercambio de ideas, y también, un canal para difundir, propagar y alimentar opiniones y discursos que distan de ser equidistantes con las opiniones de los demás, especialmente las diferentes. Efectivamente, estamos en un escenario donde una nueva forma de violencia campa a sus anchas, los discursos de odio, que pueden ser el inicio de maneras más directas de violencia directa.  

Pero, ¿qué es el discurso de odio?

Según el Consejo de Europa, Comité de Ministros, en su recomendación NO. (97) 20, el discurso de odio comprende “todas las expresiones que difundan, inciten, promuevan o justifiquen el odio racial, la xenofobia, el antisemitismo u otros tipos de odio basados en la intolerancia, incluida los expresados por nacionalismos agresivos y el etnocentrismo, la discriminación y hostilidad contra las minorías, los migrantes y las personas con discapacidad o cualquier tipo de dolencia física

Según las últimas cifras con las que se cuentan, se registraron un aumento entre los años 2018-19 de un 7% en los escenarios virtuales, amparándose en el anonimato y donde la línea entre la libertad de expresión y la permisividad es muy fina y confusa. Entre ellos, un 34% se debió a razones ideológicas, un 30% por xenofobia, un 16% por lgtbifobia, a la vez de que las cifras también muestran el alarmante crecimiento de webs de creación y difusión de este tipo de contenido, contabilizándose más de 14.000 páginas. Un escenario aterrador, difícil de controlar y con vistas a aumentar.

Y no por ello debemos de demonizar el uso de las redes sociales. En primer lugar, es un espacio que puede ayudar a mucha gente con ciertos problemas interpersonales a relacionarse y encontrar a personas con sus mismas afinidades y construir sus relaciones sociales significativas. Parte de su uso se creó con la idea de promover y crear una sociedad más participativa e implicada con las causas sociales, al aumentar el nivel y cantidad de información a nuestra disposición día a día, y cuya implementación y generalización ha hecho que su influencia sea prácticamente ilimitada. El simple uso de hashtags provoca un maremagnun de respuestas y contrarrespuestas con una amplificación masiva de cualquier movimiento o causa social, como lo han sido en el pasado los #yotecreo, #metoo, o el actual #justiciaporsamuel, en referencia a la violencia de genero, abusos en las relaciones sexuales, xenofobia, lgtbifobia o cualquier ataque a la democracia, ayudando a la difusión y concienciación de la población, la expresión libre de ideas y el acceso a información veraz y contrastada.

Como contrapartida, las redes sociales también suponen promueven una “agenda social”, filtrando y focalizando nuestros temas de discusión y/o de debate, con la consiguiente manipulación de masas al difundirse desde diferentes sectores de poder, con más recursos y llamativos que otros grupos de presión y que pueden determinarnos en gran medida lo que pensamos y oímos. Provocando a veces la situación paradójica de difusión de hashtags muy dañinos que promueven comportamientos intolerantes y totalitarios, dando mano ancha a la propagación de prejuicios y provocando una “normalización” de discursos de odio cada vez más explícitos en el ciberespacio.

Y todo en un escenario con una legislación todavía en desarrollo y en un contexto en continuo cambio y mutación. Se reconocen sanciones entre 1 año de cárcel y 4 a todas aquellas personas que inciten al odio en personas por razones de discapacidad, sexo, orientación o país de origen, religión o ideología, pudiendo sancionar, pedir y prohibir la difusión de este tipo de material, con el posterior debate de la libertad de expresión, en conflicto con los derechos individuales y el respeto al otro y la comunidad.

Por todo ello, desde la psicología se han estudiado toda una serie de factores que explican el crecimiento exponencial de este tipo de manifestaciones, entre ellas:

1.Difusión de responsabilidad. Por su naturaleza esencialmente virtual, en donde ni ves ni sientes la reacción de la otra persona, nos hace menos conscientes (e inmunes) a las posibles consecuencias de nuestros actos, percibiendo menos lesivo de lo que realmente nuestro comportamiento. “La masa” o “el grupo” también se aduce para explicar como las personas explican que se “han dejado llevar”, no asumiendo las consecuencias de sus actos y justificando sus conductas por la presión y los comportamientos de los demás.

2. Anonimato. Si el anonimato puede favorecer la facilitación de comportamientos sociales en personas con dificultades sociales, también puede ayudar a que muchas personas se escuden en el grupo para emitir comentarios de tremenda gravedad sin asumir responsabilidades, creyendo que la influencia y el efecto en la persona que recibe dichos comentarios siempre es indirecta.

3. Efecto de “caja de resonancia”, en donde se ha comprobado que en el ciberespacio se polarizan las ideas al relacionarse con personas y perfiles muy acordes a sus posiciones de partida, en una constante reafirmación de sus ideas, con una dificultad para empatizar con ideas distintas a las propias y la relativización/ minimización de opiniones que buscan la convivencia de dispares.

4. Visceralidad sin debate: creándose un caldo de cultivo para discursos movidos “por las vísceras”, es decir, con una mayor implicación emocional y con menos intervención de filtros cognitivos, por lo que no siempre se defienden por información veraz o contrastada, sino post verdades y realidades distorsionadas que se comparten rápidamente y que se asumen como ciertas sólo por lo que nos despiertan, sin hacer un uso crítico de la realidad reflejada.

Con todo, la verdadera estrategia contra todo es flexibilidad, educación, contacto y tolerancia con el diferente: la creación de espacios, canales y páginas en donde se promueva el debate, el análisis crítico de lo que leemos, la flexibilidad y la capacidad para escuchar y empatizar con el otro y la defensa y promoción en igualdad de derechos y no discriminación.

Asimismo, la creación de herramientas que nos ayuden a detectar e identificar este tipo de discursos (por ejemplo, con el movimiento NO HATE SPEECH) que busca combatir todo este tipo de comportamientos y actitudes en internet, dando información para prevenir su aparición como el poder cerrar espacios si éstos no cumplen los mínimos de igualdad y respeto por ello.

También la convivencia con discursos distintos al propio, de manera que el ver situaciones de manera individual hacen que te replantees la idea y prejuicio de ese grupo social en concreto, a la vez que nos ayuda a empatizar y a ser consciente del efecto que provoca nuestro comportamiento con los demás.

Promoción de sujetos activos con la información que reciben, siendo capaces de detectar discursos y cuestionar su contenido sin llegar a asumirlo como cierto si no se ha comprobado la veracidad de las fuentes o los datos distan mucho de realidad.  

Por último, educar en inteligencia emocional y en responsabilidad, haciéndonos conscientes del daño que puede ocasionar este tipo de discurso, y no menospreciar su impacto, pues el hecho de que este en internet no quiere decir que no pueda hacernos daño. Ser consciente de que la violencia puede darse y manifestarse no sólo de manera física y/o verbal, sino que adquiere muy diversas formas y por ello hacer daño a muchos niveles. Favorecer el aumento y la seguridad de uno mismo, para que no tenga por que recurrir a este tipo de comportamientos para sentirse mejor. Y promover canales de ayuda y protección para los casos que con más gravedad lo sufren.

Así, pretendemos crear un espacio de responsabilidad y empatía con el otro, sabiendo que nuestros actos individuales son libres si no menoscaban la integridad de los de los demás, de manera que podemos establecer fronteras de respeto y convivencia con el otro, atendiendo a la necesidad de reconocer nuestras diferencias, pero también, la necesidad de una concordia y comprensión como personas. Una idea que puede resultar perfecta, y que más bien debemos de llevarla a la realidad.

Escrito por David Blanco Castañeda

BIBLIOGRAFÍA

Bustos Martínez, L., De Santiago Ortega, P. P., Martínez Miró, M. Á., & Rengifo Hidalgo, M. S. (2019). Discursos de odio: una epidemia que se propaga en la red. Estado de la cuestión sobre el racismo y la xenofobia en las redes sociales. Revista Mediaciones Sociales,(18), 25-42.

Rollnert Liern, G. (2019). El discurso del odio: una lectura crítica de la regulación internacional. Revista Española de Derecho Constitucional, 115, 81-109. doi: https://doi.org/10.18042/cepc/redc.115.03

https://www.un.org/en/genocideprevention/documents/advising-and-mobilizing/Action_plan_on_hate_speech_ES.pdf

Paginas consultadas

Psych Central, Psychology Today.

EL SUICIDIO: LA PANDEMIA SILENCIOSA

Extraída de Pinterest

El suicidio es la primera causa de muerte por no enfermedad en España, superando la cifra de muertos en accidentes de tráfico. Además, es la segunda causa de muerte entre jóvenes de entre 15 y 29 años. 

El Covid-19 y el confinamiento no han hecho más que agravar los problemas de salud mental. Aunque hemos de especificar que el suicidio no es una enfermedad mental en sí mismo; puede ser llevado a cabo por personas que no padecen trastornos mentales. Se trata de una realidad multicausal, es decir, rara vez las ideas autolíticas y/o suicidas aparecen por una sola causa, sino que un conjunto de ellas precipitan y detonan éstas: factores socio-económicos, escasa red de apoyos sociales, concatenación de hechos vitales difíciles de gestionar, aislamiento y un largo etcétera.

¿Qué es el cutting y por qué se ha convertido en una práctica tan relevante en los últimos tiempos?

Se denomina cutting a aquella conducta autolítica en la que repetidamente la persona se realiza pequeños cortes en distintas partes del cuerpo, sobre todo en brazos y cara interna de los muslos. Se trata de una forma de autolesión bastante frecuente en la etapa de la adolescencia y juventud temprana sobre todo, y las causas que lo detonan pueden ser de diversa índole: sensación de vacío, baja o nula tolerancia a la frustración, estados emocionales muy intensos, falta de herramientas para gestionar los problemas del día a día, conflicto con iguales…

Habitualmente se lleva a cabo como modo de «canalizar» un malestar emocional de elevada intensidad a través de sensaciones físicas, que aunque también dolorosas, son tangibles, más fácilmente abordables y cambian la valencia de lo experimentado emocionalmente hasta el momento, llegando a generar alivio o disminución de angustia en gran parte de las ocasiones. En resumen, es el modo en el que el dolor físico permite liberar(se) del dolor emocional.

En algunos ejemplos puede tratarse incluso del intento intrínseco de hacer una petición de ayuda, ante la imposibilidad o falta de capacidad para gestionar, etiquetar/poner en palabras o compartir con otras personas sus emociones. Este modo de comunicación de angustia, que puede que no esconda la intención certera de matarse, sí que podría tener consecuencias fatales en esa línea, dependiendo de la naturaleza de los cortes.

¿Cómo prevenirlo? Teniendo una correcta psicoeducación sobre el tema a nivel poblacional, estabilidad contextual y apoyo emocional basado en cuidados.

¿Cómo evitarlo? Detectar de manera precoz situaciones vitales complicadas o trastornos mentales incipientes que puedan desembocar en el cutting y hacer un abordaje temprano desde el afecto y la no penalización de estas conductas. Para ello, observar actitudes atípicas en la persona (esconder determinadas partes de su cuerpo con mangas largas, por ejemplo, en verano), tendencias al aislamiento generalizado, seguimiento del estado de ánimo…

¿Y por qué este riesgo y tasa ha aumentado principalmente en la población adolescente y juvenil?

En el último año se han alcanzado cifras de autolesiones parecidas al boom que hubo en los años 60; las ideas e intentos de suicidios también se han visto incrementados exponencialmente. Este aumento de casos es mayor en chicas que en chicos, ya que estos últimos suelen recurrir a conductas más agresivas como consumo de sustancias o intentos de suicidio más graves y certeros.

Podríamos señalar que, debido al reajuste que se ha tenido que realizar en el método académico a lo largo del último año por el Covid-19, han aparecido dos variables que fomentan esta situación.

Por una parte el ambiente educativo puede y suele funcionar como herramienta de detección precoz de problemas emocionales en los chavales. Sin embargo, las clases online han impedido que haya ese seguimiento personalizado del alumnado, impidiendo dar voz de alarma a las familias o ser un recurso más de escucha y ayuda para los jóvenes.

En segundo lugar, ha propiciado una pérdida pasmosa de refuerzos sociales. Los jóvenes han pasado mucho tiempo en sus cuartos, aislados, sin la posibilidad de seguir compartiendo experiencias propias de su etapa vital. Ese menor contacto con amigos y compañeros de clase ha construido una enorme barrera a la hora de expresar emociones y vivencias, que aunque manteniéndose de algún modo a través de redes sociales o vías de comunicación telemática, ha hecho que la posible ayuda pierda toda calidez y cercanía.

En definitiva, los jóvenes no tienen todavía todas las capacidades adquiridas para hacer frente a los retos de la vida, y la pandemia ha hecho que haya una retirada generalizada de contextos donde poder ir a buscarlas/adquirirlas.

Medios de comunicación Vs. Sistema de Salud: la responsabilidad de cada uno de ellos en el tema del suicidio

El problema no es que se hable del suicidio, sino que depende de cómo se hable.

La ausencia del tema del suicidio en los grandes medios de difusión de la información ha estado basado en el conocido como “efecto llamada” o efecto Wether. Este fenómeno hizo que no se hablara sobre ello y se convirtiera en un tema tabú por el miedo a que se imitaran estos intentos o suicidios consumados; sin embargo, en los últimos años miles de estudios han demostrado el resultado contrario.

A diferencia de lo que se creía, el efecto Papageno revela que los casos sobre suicidios bien tratados desde los medios, siempre abordando la información de manera respetuosa, cuidadosa y empática con el potencial suicida y su entorno, no exponiendo imágenes sensacionalistas sobre los modus operandi, y ofreciendo psicoeducación sobre modos de prevención y recursos a los que acudir para pedir ayuda, no sólo no aumenta el riesgo suicida, sino que puede tener un impacto positivo y de prevención en personas que están meditando hacerlo.

Por una doble vía, el Sistema de Salud también ha sido negligente con el tema que nos preocupa.

En palabras del psicólogo de emergencias y coordinador de Atención Psicológica del Ministerio de Sanidad y la Comunidad de Madrid, Jesús Linares, “la salud mental en este país no se habla, no se trata, da miedo hablar de ella. Por ende, todo lo que depende de la salud mental, como el tema del suicidio, también se silencia”.

La salud mental podría considerarse la «hermanita fea» del sistema de sanidad de nuestro país. Esto quiere decir que, aparte de no contar con los profesionales suficientes para hacer frente al total de demandas de atención en trastornos mentales (6 psicólogos clínicos por cada 100000 habitantes frente a la media de 16-18 por cada 100000 en el resto de Europa), no se invierte lo necesario en prevención primaria o detección precoz.

¿Esto cómo se podría conseguir?

A través de programas de psicoeducación acerca del suicidio, basados en información veraz y en dotar de herramientas a la población general para que sea capaz de detectar y dar soporte inicial a personas que en su contexto pudieran tener riesgo de presentar ideas o comportamientos autolesivos o suicidas. Para lo cual, a su vez, también requeriría aumentar el ratio de psicólogos clínicos por habitante desde los servicios sanitarios públicos.

Pautas de detección y ayuda a una persona que está pensando en suicidarse para red de apoyo y allegados

Es muy importante, en todo caso, reconocer que no se tiene por qué saber siempre cómo actuar de cara a este problema. En ese caso, verbalizarlo transparentemente, con el objetivo de poder derivar el foco de ayuda a otras personas, adultos a ser posible, o incluso directamente a los servicios de salud, sería un primer paso muy efectivo. En ese caso, transmitirle a la persona que se encuentra en una situación de potencial suicidio un “te entiendo, pero ahora no sé ayudarte o no puedo” no significaría que no se la quiera ayudar, sino que se escapa la situación de las manos y se le puede animar a pedir ayuda también a otros.

  • Las “malas” reacciones cuando una persona manifiesta pensamientos suicidas, cuenta que ha llevado a cabo intentos o se realiza cutting (enfados, minimizar el problema, hacer caso omiso…) aumentan la probabilidad de que la persona en cuestión no pida ayuda en próximas ocasiones. Por lo que lo mencionado antes (admitir las limitaciones personales) es mucho mejor de cara a poder tener tiempo donde asumir la información y decidir cómo se va a querer afrontar.

Sería bueno que la persona que necesita ayuda pudiera sentirse con la total confianza para explicar por qué quiere autolesionarse, para qué le sirve, qué función cumple. Por lo tanto, ofrecer una escucha activa en estos momentos facilitará que la petición de ayuda pueda ser bien recogida para luego hacer una derivación a los profesionales.

  • Preguntar y escuchar a la persona en riesgo sobre sus pensamientos y emociones relacionadas con la conducta suicida aliviará su tensión. Es muy importante que adoptemos una disposición de escucha auténtica y respeto, lo que le indicará que nos preocupa y que deseamos ayudarle. Discutir o minimizar estas ideas es una actitud equivocada, no disminuirá sus ganas de autolesionarse (sino que le enseñará que es algo “prohibido” socialmente y que ha de afrontarlo en solitario).

Estas verbalizaciones nunca deben ser consideradas como un alarde, chantaje o manipulación de la persona para la obtención de un fin determinado. Es decir, no son una llamada de atención, y aunque lo fuesen, siempre merece la pena prestar esa atención, porque es el único modo en que esa persona está sabiendo pedir ayuda.

  • No caer en el mito de que “si lo verbaliza no lo va a hacer”: es muy importante que si detectamos que la persona se encuentra en una situación de riesgo suicida le preguntemos sobre ello. Por consiguiente, deben tomarse en serio todas las amenazas de autolesión, ya sean de seres queridos o de tan siquiera conocidos.
  • Ante la idea de que el suicidio es impulsivo, es erróneo pensar que no podemos hacer nada para prevenir la conducta suicida. El suicidio y/o sus intentos, en muchas ocasiones, se puede prevenir y es por ello muy importante que aprendamos a detectar las señales de alerta de riesgo inminente, y que conozcamos cuáles son los factores que reducen o incrementan su aparición.
  • En general, el abordaje de dichos factores sería aconsejable que se llevaran a cabo desde un ámbito especializado; no obstante, si se detecta que algún factor podría estar haciendo a la persona estar peor no hay que dudar en señalárselo, animándole a que lo enfoque a través de herramientas alternativas a la autolesión que ya tiene, en lugar de con autólisis (que a medio y largo plazo le va a hacer sentir más dolor) y apoyarle en el acercamiento a pedir ayuda a una red de soporte en lugar de abordarlo solo o sola.

Señales de riesgo de conductas de autolesión o presencia de pensamientos suicidas pueden ser: aislarse más, mostrarse hermético o no contestar a mensajes (sin haber avisado previamente que se está haciendo algo importante o que necesita tiempo para uno mismo), dejar de hacer cosas que antes hacía (rutinas, obligaciones, actividades de ocio y tiempo libre…), cambios repentinos de comportamiento, estar más bajito-a de estado de ánimo o mostrar un aspecto más descuidadp en general.

  • Puedes ayudar a esa persona cercana a poner en orden ideas sobre la visión negativa de la vida, del futuro y de sí mismo.
  • Intenta repasar con dicha persona los mecanismos de defensa adaptativos que tiene. Te los puede explicar primero o en algunos casos donde se encuentre peor, incluso ponerlos en marcha juntos: distracción, dedicar tiempo a actividades de ocio y tiempo libre, tareas de autocuidado, decirse a sí mismo por qué debe ser cuidado-a justo en ese momento (y por norma general) en lugar de hacerse más daño del que ya ha sufrido, mimar y acariciar las zonas donde suele hacerse las autolesiones como muestra de compasión, cariño y protección hacia sí mismo.
  • Anímala a mantener un mínimo de rutinas diarias, estando ocupada, conectada y comprometida. Restringir el acceso a los medios letales (pide que pueda darte aquello con lo que se hace daño y deshaceros de ello juntos) y no dejar mucho tiempo sola a esa persona (aunque es entendible que individualmente también tengas tus planes y rutinas y no siempre puedas estar con él/ella; en ese caso, intenta hacerle ver que puede estar con otras personas que la rodean y quieren, aunque no estén enterados 100% de su malestar). Poner barreras para que el suicidio sea difícil.
  • Tener una “estrategia de salida”, un plan para cuando sienta que el ánimo se deprime: poder definirlo junto con el potencial suicida; incluso redactar un contrato de vida en el que se compromete a mantenerse vivo mientras que se buscan soluciones a ese problema que le está haciendo verse sin herramientas y por tanto querer morir.
  • Entre los dos podéis pensar qué estrategias puede tener para salir del malestar intensísimo y posponer las autolesiones (al menos un par de horas o un par de días). 

Las emociones son volátiles, por eso necesitan un tiempo para poder “esfumarse”.

  • Acercamiento a la ayuda de otros (adultos principalmente en el caso de tratarse de adolescentes y/o población joven): hablar sobre el miedo que puede generarle la reacción de los demás, pero reforzar la idea de que sobre todo estarán ahí para quererlos, protegerlos y brindarles su ayuda. 
  • Si no, siempre está la opción de llamar a servicios médicos de emergencia antes de que la situación se agudice. Quiera la persona en cuestión o no. Eso permitirá evitar que finalmente termine en suicidio consumado. 

En definitiva, unir fuerzas entre todos para “vencer” esta pandemia y estar alertas para poder ayudar antes un mínimo indicio permitirá que la persona pueda encontrar la ayuda necesaria para poder enfocar el problema o el trastorno mental de base, y así reducir o aniquilar las elevadísimas cifras de suicidio que se están registrando a día de hoy.

Por otro lado, invertir en educación a la población permitiría aumentar la detección precoz y disminuir el riesgo de reincidencia en personas que han tenido tentativas de suicidio previas.

Escrito por: Maite Nieto Parejo

Fuentes:

https://www.google.com/amp/s/www.serpadres.es/adolescentes/articulo/el-cutting-la-nueva-forma-de-autolesionarse-entre-los-adolescentes-451570720791/amp
https://elpais.com/sociedad/2021-06-21/hemos-pasado-de-cuatro-intentos-de-suicidio-semanales-de-jovenes-a-mas-de-20.html

Prevención del suicidio | Gen Playz

CÓMO NOS INFLUIRÁN LOS NUEVOS CONFINAMIENTOS Y HERRAMIENTAS PSICOLÓGICAS PARA AFRONTARLOS.

En los últimos 10 días se han ido implementando nuevas y más rigurosas medidas para controlar las estratosféricas cifras de contagio que está generando la propagación del virus. Algunas de estas medidas han derivado en que de nuevo algunas áreas de la geografía española hayan visto cómo se restringe su movilidad, pero sin lugar a dudas podríamos decir que donde más impacto están teniendo dichas medidas en nuestra Comunidad Autónoma.

Parecía que ya habíamos olvidado por completo cuándo vivir era no vivir fuera de casa (o apenas fuera de casa, sólo salir para acudir a contados sitios, y como prioridad el lugar de trabajo). Y sin embargo, e intentando utilizar nuevas expresiones como confinamiento “blando” como si de un tabú se tratara, varios millones de personas de nuevo han de reconciliarse con el estar en casa o en el radio inmediatamente próximo a su hogar para el discurrir de gran parte de su día a día.

Imagen extraída de www.barriosalvadormadrid.com

Lo difícil de esto: el volver a afrontar etapas que creíamos ya superadas, nuevos recortes de movilidad. Lo magnifica el hecho de que estén teniendo lugar por áreas, no de manera generalizada como ocurrió en Marzo. Todo ello, especialmente que sólo algunos términos poblacionales se estén viendo afectados por estas nuevas medidas, hacen que algunos colectivos se sientan “apartheizados”, lo cual podría derivar en situaciones de desventaja social, sentimientos de inferioridad, segregación e indefensión aprendida.

Por la cercanía de la puesta en vigor de estas nuevas medidas aún no se han podido obtener datos empíricos ni conclusiones clínicas certeras de cómo esta vuelta atrás puede afectar psicológicamente a los individuos, pero sí se pueden prever gracias a ciertos patrones estudiados en los inicios de la pandemia y durante el estado de alarma.

Ya en la primera oleada del Coronavirus se registró que en Wuhan, ciudad china que se ha considerado epicentro de la pandemia, para abordar adaptativamente la situación el 53% de la población necesitó atención psicológica. Ante esto, y gracias a nuestra experiencia en la práctica clínica, se anticipa que los problemas de salud mental van a sufrir de nuevo un repunte siempre y cuando no se logre hacer un afrontamiento adaptativo ante estos “confinamientos perimetrales”. Si bien es cierto que la mayor parte serían cuadros leves que se solucionan mediante consultas puntuales o, sabiendo de antemano cuáles son las herramientas a través de las cuáles conseguir dichas respuestas adaptativas, objetivo que abordaremos en este post.

El confinamiento como tal es un factor de riesgo ante la aparición de problemas psicológicos. Sin embargo, dicho riesgo aumentará exponencialmente en determinados grupos poblacionales: personas que se encuentren solas o en situaciones de aislamiento, con escasos recursos económicos o cognitivos, y con escasa calidad de vida tenderán a sobrellevar estas nuevas medidas restrictivas con mayor dificultad. También se ha registrado que aquellos que sean menos capaces de mantener rutinas o actividades de ocio y tiempo libre que les haga distraerse experimentan niveles de ansiedad más elevados durante períodos de confinamiento.

Asimismo, personas con patologías mentales previas tienen más probabilidad de que empeoren sus trastornos base o aparezca nueva sintomatología relacionada con la ansiedad y el estado de ánimo primordialmente, en algunos casos, pero en menor medida, también estrés postraumático. De igual modo ocurriría en los casos que estén teniendo que elaborar un duelo relacionado con el Covid-19, en los cuáles se ha registrado una notable demanda de ayuda psicológica durante y después del confinamiento.

Y conforme a la población que epidemiológicamente con más frecuencia experimenta cuadros ansiosos, se pronostica que las mujeres y los jóvenes con altos niveles de ansiedad previos se verían más afectados por las consecuencias de estos nuevos confinamientos

De ello podemos extraer que la psicología tiene mucho que decir al respecto, como herramienta de ayuda y como medio de afrontar mejor esta etapa de incertidumbre. Intentar abordarlo con los recursos propios y si no acudir a tiempo en busca de atención especializada en salud mental evitará que estados ansioso-depresivos se cronifiquen en el tiempo.

HERRAMIENTAS PSICOLÓGICAS PARA AFRONTAR LOS NUEVOS CONFINAMIENTOS

Tal y como han manifestado algunos profesionales de la Universidad de Deusto y de la Complutense de Madrid, la forma de asimilar esta situación es diferente en función de la edad y la situación en la que nos encontremos. Es decir, habrá tantos estilos de afrontamiento como diferencias interindividuales nos caracterizan. Por tanto, a continuación abordamos algunas estrategias psicológicas generales que pueden ayudar a paliar los efectos perjudiciales de los nuevos confinamientos; algunas tendrán una aplicabilidad mayor que otras según el caso particular.

  • Explicar las medidas de control antes incluso de implantar restricciones de movilidad (o todo lo contrario, en el desconfinamiento) sería una muy buena inversión en resultados positivos no sólo a corto plazo, para conseguir disminuir el número de contagiados, sino a medio y largo plazo, ante la posibilidad de llevar a cabo medidas más rigurosas si fueren necesarias, y para conferir controlabilidad a la población confinada. 

El ser humano interioriza más fácilmente nuevas normas cuando entiende el sentido de implantarlas: conocer el porqué de esas decisiones y verlo como algo necesario evitará que la población interprete esas medidas más estrictas como un atentado hacia sus libertades. Unido a lo anterior, los individuos se sentirán un eslabón primordial en la mejora de la situación; es decir, será más difícil que sujetos individuales apelen a la difusión de la responsabilidad si como individuo sienten que tienen un papel protagonista en la derrota del virus.

Por ejemplo, continuamente se menciona en los medios de comunicación la falta de sentimiento de responsabilidad que tiene la población joven en los contactos de riesgo y la transmisión del virus. Es cierto que a corto plazo, con una probabilidad menor de padecer la enfermedad en su formato más virulento, los jóvenes podrían llegar a decidir que pasar el virus es “un mal menor” en contraposición de todas aquellas experiencias que se están perdiendo a cambio (quedar con su grupo de iguales, conocer a nuevas personas, aprovechar el tiempo y la juventud a tope, etc…), y ¡ojo! que somos conscientes que estamos hablando de una parte de los jóvenes y que a nivel general esta franja poblacional no se comporta irresponsablemente. Explicar las consecuencias menos cortoplacistas haría que muchos se plantearan según qué comportamientos. Si los órganos gestores de esta pandemia consiguieran alianzarse con esa población joven exponiendo los escenarios poco alentadores que a largo plazo podrían esperarse en el plano económico, siendo ellos la principal población afectada por estar en edad laboral, se conseguiría cambiar el enfoque de “medidas que coartan libertades” por “medidas que van en su propio beneficio”.

  • Evita caer en la trampa de la difusión de la responsabilidad: es cierto que estatalmente se suelen proponer unas medidas disuasorias/punitivas poco efectivas si la autoridad no está presente (véase el caso de las multas). Por tanto, intenta encontrar un ejemplo de situación mediante la cual podrías asumir la responsabilidad de que la realidad de la pandemia sea un poco más benévola gracias a ti, comprométete con ello (y contigo mismo) y refuérzate día a día por cumplir con el objetivo.

No habrá una solución local sin una global, y a su vez todo eso no se producirá sin una responsabilidad y compromiso individual. 

  • Fomentar el sentimiento de colectividad, es decir, rodearse de sujetos en las mismas circunstancias y reforzar la concepción de estar siendo resilientes. Por el contrario, un modo de afrontamiento enfocado bajo el prisma de la comparación continua y el sentimiento de desfavorecimiento provocará una menor tasa de aceptación de la situación y un abordaje menos efectivo ante unas medidas que ya están impuestas y no por más oponerse a ellas va a mejorar la situación personal.

Eso no significa que emociones del tipo enfado, incomprensión, miedo, pesimismo, hastío (y un largo etcétera) no sean válidas, sino que un bloqueo en ellas harán que sean más desadaptativos los comportamientos y los procesos anímicos en el día a día. 

Para ello el plantear la situación como una solución de problemas, la ventilación emocional con personas de confianza y recordar qué herramientas útiles se tienen ya (fruto de la experiencia adquirida durante la primera oleada del virus) para afrontar este tipo de escenarios marcarán la diferencia este el bienestar psicológico y los estados de ánimo disfóricos.

  • Conectando con el punto anterior subrayamos que nuestras emociones juegan un papel fundamental: préstales atención y valídalas con frecuencia. Tener un diario emocional o incluso dedicarles un ratito al día a través de la meditación y el Mindfulness o conciencia plena evitará que el posible estrés derivado de estar confinados vaya subiendo como la espuma hasta detonar en cuadros agudos de ansiedad, como podrían ser los ataques de pánico.
  • Vigila al miedo de cerca… El miedo es una respuesta innata a situaciones desconocidas y que suponen cierta amenaza a nuestra integridad y supervivencia, y nos prepara para protegernos y cuidarnos. Que aparezca es adaptativo. Sin embargo, podríamos considerar que no se está gestionando ajustadamente cuando alcanza niveles en los que nos genera malestar e incluso llega a paralizarnos. Esos casos serían en los que es necesario intervenir sobre ello. En esos momentos, la exposición progresiva a la fuente generadora de miedo, ya sea en vivo o en imaginación, será el modo de superarlo (versus la evitación del estímulo temido). Unido a la anterior, será necesario gestionar los pensamientos automáticos o negativos; técnicas como la distracción y relajación también ayudarán.
  • Mantén a raya los pensamientos negativos o recurrentes. ¿Cómo? Primero de todo detecta cuáles son y analiza con qué esquema nuclear conectan; algunos de los más comunes suelen ser el miedo, la anticipación, el acortamiento de futuro o los sentimientos de soledad. Busca qué datos empíricos encuentras que los apoyen o, si por el contrario, podrían irse reestructurando por otros más adaptativos, constructivos o positivos.
  • Y por último, permítete tolerar cierto grado de duda. Como escenario de duración incierta que es, va a ser muy difícil tener toda la información que nos haga tranquilizarnos, por tanto, asume poderte quedar con la duda en ciertas ocasiones. Conforme vaya pasando el tiempo, y se vayan viendo los resultados epidemiológicos de estas medidas de confinamiento, y paralelamente vaya habiendo avances científicos, podrás abordar en presente los nuevos acontecimientos, con datos empíricos, en lugar de rellenar información con datos imaginados ante la incertidumbre y el desconocimiento, ya que cuando no tenemos evidencias para explicar lo que está ocurriendo tendemos a hacerlo.
  • Poner especial atención a la población infantojuvenil. Sobre todo antes de los 5-6 años, edad en la que el cerebro no se ha desarrollado por completo y por tanto pueden hacerse mucho más patente las carencias derivadas de esta etapa de confinamiento y aislamiento social o experiencias de vida menos enriquecedoras.
  • Crea o potencia redes sociales de apoyo de cercanía: ahora que va a tocar no moverse demasiado y hacer más vida en el barrio podríamos empezar a usar ese concepto no sólo en el sentido explícito de la palabra (como área geográfica), sino fomentar el crear el sentimiento de pertenencia a un lugar, la ayuda mutua, el tener un núcleo cercano (independientemente de si la familia vive allí o no) para que en situaciones como éstas de nuevos confinamientos no se corten lazos, haya nexos de apoyo y no se desencadenen situaciones de aislamiento social que pueden llevar más fácilmente a experienciar esta realidad con mucho malestar.
  • Encuentra el modo de convivir con este problema: fija hábitos saludables, diseña una rutina, y vuelve a hacer del sitio en el que vives un hogar.
  • Controla variables como la organización y el orden, los ruidos, la temperatura, el descanso y alimentación, y los espacios propios (si convives) como modo de asegurar el bienestar, ahora que toca pasar más tiempo en casa.
  • No abandonarse ante la dificultad. Recuerda si fuiste de aquellos que salieron reforzados del primer confinamiento, y recupera todas aquellas medidas que en aquel momento funcionaron: hacer ejercicio físico, cuidar las relaciones interpersonales y estar en contacto con figuras de apoyo telemáticamente si no es posible en persona, dedicar tiempo a uno mismo así como atender a las actividades agradables un tiempo mínimo al día (se recomienda no menos de 30 minutos siempre que sea posible), etc… 

Si por el contrario en aquellos momentos las circunstancias no te lo facilitaron y costó más llevarlo bien, ¡aún se está a tiempo! aprovecha para intentar poner en marcha todo lo anteriormente expuesto, o pedir ayuda profesional si observas que por ti mismo no está siendo posible.

La ansiedad es un mecanismo de defensa evolutivo, que se convierte en perjudicial tanto física como psicológicamente cuando se mantiene en niveles muy altos a lo largo del tiempo, pero que bien gestionada, es adaptativa en la medida en la que pone gran parte de nuestros recursos cognitivos y somáticos a disposición de un proceso de solución del problema que nos hará solventar las dificultades a las que estemos sometidos, ya sean el Covid-19 o de la vida en general. 

Es decir, gestionando de forma consciente la carga ansiógena propia del momento presente con herramientas como las propuestas en este blog conseguiremos reforzar nuestras capacidades adaptativas ante futuras situaciones de estrés.

En resumen, reconciliarnos con este tiempo extraño que estamos viviendo nos servirá para aprender mecanismos de afrontamiento eficaces de cara a posibles envites que puedan tener lugar a lo largo de toda nuestra vida. 

Escrito por: Maite Nieto Parejo

Fuentes:  Martos Garrido, A. (2020). Se hizo el silencio. Ediciones Alfar S.A., https://www.rtve.es/noticias , https://www.lavanguardia.com/vivo

Bienestar psicológico tras el confinamiento: quién es vulnerable

Los confinamientos necesarios en caso de enfermedades infecciosas como la actual COVID-19, tienen consecuencias sobre la salud, no solo física, sino también a nivel psicólogo. 

Las diferentes respuestas psicológicas, y los apoyos recibidos pueden dar lugar a una afectación sobre el bienestar psicológico muy importante tanto a nivel individual como en la comunidad que ha de mantenerse recluida.

Los primeros estudios publicados sobre la población en España, indican que la población muestra niveles elevados de sintomatología ansiosa (32,4%), depresiva (44,1%) o de estrés (37%). 

Extraída de eldiario.es

El tipo de persona que tiene más peligro de sufrir un gran estrés psicológico tras el confinamiento, tiene un perfil curiosamente opuesto al que sufre la enfermedad. Las mujeres jóvenes son las que más posibilidad tienen de presentar sintomatología de ansiedad, depresión y estrés. Por otra parte, es importante considerar otros factores que ponen a la persona que se encuentra confinada en riesgo de sufrimiento psicológico. Personas que han tenido algún síntoma del COVID-19, que tenían problemas psicológicos previos, que tomen medicación y que en el plano social, sus relaciones hayan empeorado, ya sea en casa o con otras personas. 

Ya que sabemos que esto ocurre, lo ideal sería plantear mecanismos de afrontamiento que se conoce que pueden hacer que se reduzca el bienestar psicológico, especialmente, observando qué le ha servido a las personas que han tenido que ser confinadas anteriormente.

En este sentido, se publica una revisión de los artículos científicos para resumir las estrategias que dan lugar a menos síntomas de malestar psicológico. Sobre lo que ocurre después del confinamiento, no podemos decir claramente su sea aplicable a este, ya que la situación actual es totalmente novedosa, pero sí podemos decir que en otras situaciones parecidas, al cabo de dos meses los pensamientos negativos, de tristeza y la preocupación sobre el virus se reducen significativamente, especialmente según son personas de más edad.

Centrándonos en lo que sirve para que el malestar en estas situaciones no sea elevado a lo largo del tiempo, tras el periodo de confinamiento, podemos especificar cuatro estrategias de afrontamiento útiles observadas en los diferentes estudios: la resolución de problemas, la búsqueda de apoyo social, la negación, evitación o distracción y las evaluaciones positivas.

Resolución de problemas

Una forma de afrontar la crisis que supone la restricción de la libertad debido a una enfermedad infecciosa es el realizar acciones dirigidas a la propia salud. Este tipo de estrategias son fundamentales, pero han de realizarse de forma ajustada, no excesiva. Tienen que ver con las medidas de seguridad como limpieza, auto-aislamiento, o incluso el mantenerse informado sobre la crisis del COVID-19. Además, el cuidado de otros, también se incluiría en las estrategias de resolución de problemas.

Apoyo social

En este sentido, podríamos referirnos a recibir apoyo social de una forma extensa. Puede ser a través de grupos de apoyo mutuo, de pacientes o supervivientes, la percepción de apoyo por parte de los profesionales de la salud, incluso refugiarse en una comunidad religiosa. 

Negación o distracción

En un caso como el de salir de un periodo de confinamiento, que tiende a ser especialmente incontrolable, son muchas las personas que llevan a cabo acciones para distraerse de la situación, ya sean acciones externas como evitación mental. Desde rechazar un diagnóstico de la enfermedad, sentirse embotado, negar la magnitud de la vivencia y, en muchas ocasiones, acciones medianamente compulsivas sobre temas ajenos a la enfermedad. Buscar trabajo, emprender acciones para cambiar de casa o preocuparse mucho por temas menores en el trabajo.

Apreciaciones en positivo

Tras un periodo que puede ser medianamente traumático, se puede dar en ocasiones lo que llamamos crecimiento post-traumático, que en ningún caso ha de ser forzado, pero que puede dar lugar a valoraciones positivas de una vivencia negativa. Aprendizajes que se han podido realizar a través de esta vivencia, posibilidad de métodos de prevención personal o acciones relacionadas con un control personal de la situación (locus de control interno) llevan a una mejor capacidad de afrontamiento tras la crisis y a mecanismos de afrontamiento activos.

Factores demográficos, estrés psicológico y percepción del riesgo

Los factores que harán que aparezca un mayor estrés psicológico después del periodo de confinamiento serán el hecho de ser personal sanitario, tener una enfermedad crónica o haber perdido a algún familiar durante el mismo. Un factor que parece importante es la edad, pero en este sentido, puede ser tanto en las personas de mucha edad como personas más jóvenes, parecen ser los más vulnerables a sufrir estrés psicológico. Las personas de mayor nivel educativo, parecen ser los más protegidos contra emociones negativas.

Las variables sobre percepción del riesgo dan lugar a un mayor estrés psicológico. Lo que causa más preocupación en primer lugar no es en el hecho de contagiarse, sino los confinamientos recurrentes. Después el que se vuelva a producir una expansión del virus, el contagio y la salud de la familia.

Lo que hace que variables relacionadas con el sufrimiento psicológico, ansiedad, depresión o salud mental general puedan ocurrir con más probabilidad tiene que ver en gran parte con la percepción del impacto de la epidemia, el nivel de amenaza, del control sobre el virus y de la percepción de la propia capacidad de afrontamiento. El afrontamiento activo, así como la búsqueda de apoyo social ante las diferentes preocupaciones causadas por la pandemia ayuda a tener un mayor bienestar psicológico.

Conocer el perfil de la persona con riesgo en España durante el confinamiento para minimizar el daño causado por la COVID-19, así como apoyarnos en los datos disponibles sobre el bienestar psicológico tras los periodos de confinamiento en otros momentos históricos pueden ayudarnos a orientar los abordajes necesarios en el apoyo psicológico que se pueda dar de ahora en adelante a las personas que puedan sufrir estos efectos.

Escrito por Lara Pacheco Cuevas

Fuentes: 

Odriozola-González, P., Planchuelo-Gómez, Á., Irurtia-Muñiz, M. J., & de Luis-García, R. (2020). Psychological symptoms of the outbreak of the COVID-19 crisis and confinement in the population of Spain.
Chew, Q. H., Wei, K. C., Vasoo, S., Chua, H. C., & Sim, K. (2020). Narrative synthesis of psychological and coping responses towards emerging infectious disease outbreaks in the general population: practical considerations for the COVID-19 pandemic. Singapore medical journal.

Impacto psicológico de la cuarentena: una revisión rápida

¿Por qué se necesita esta revisión?

La cuarentena es una experiencia muy negativa para aquellos que pasan por una. Puede existir separación de la gente que queremos, pérdida de libertades, incertidumbre sobre el estado de la enfermedad,… esto, en ocasiones, genera efectos dramáticos sobre la salud mental.

Dados los posibles efectos psicológicos negativos, a la hora de aplicar una cuarentena masiva se ha de tener en cuenta los mismos, y una vez esta se aplica, es importante conocer los factores de riesgo de desarrollo de problemas psicológicos así como lo que puede contribuir a mitigarlo.

El impacto psicológico que se ha observado durante y después de los periodos de cuarentena engloba síntomas de estrés, ansiedad, ira, confusión, aturdimiento, e insomnio derivado de la ansiedad. Además, muchas de las personas que estuvieron en cuarentena señalaban pasar por periodos largos después de ésta, en la que se establecían hábitos que ya no eran necesarios, como el lavado de manos hipervigilante o la evitación de multitudes.

Predictores previos a la cuarentena de efectos psicológicos adversos

Tener una historia previa de problemas psicológicos era un predictor de mayores síntomas de ansiedad, ira, y también de señales de estrés post-trumático en comparación con las personas que no tenían esta historia previa pero estaban en cuarentena. Además, los trabajadores sanitarios tenían más probabilidades de sentirse estigmatizados en la cuarentena, realizar más comportamientos de evitación y ser más vulnerables a la aparición de síntomas psicológicos posteriores a la cuarentena. En estos síntomas, mostraban más enfado, miedo, frustración, aislamiento, tristeza, preocupación, y en general, eran menos felices.

Estresores durante la cuarentena

Extraída de Infobae.com

Duración de la cuarentena: Los síntomas de estrés post-traumático, ira, y comportamientos de evitación eran mayores aumentando la duración de la cuarentena. Aunque los resultados no terminan de ser concluyentes, un estudio señala que cuarentenas de más de 10 días pueden dar lugar a este aumento.

Miedo a la infección: Ya que esta revisión se realizó con cuarentenas relacionadas con múltiples enfermedades, el miedo a la infección era importante y daba lugar a mayor preocupación. Éste, aparecía más frecuentemente en mujeres embarazadas o personas con niños muy pequeños.

Aburrimiento y frustración: El estrés experimentado aumenta en todos los estudios que lo reflejan en la medida en la que tienen que dejar de hacer más actividades rutinarias. Además, la pérdida de contacto social y físico con otros tenía un efecto aislamiento que causa un gran estrés en las personas sometidas a la cuarentena, aunque este efecto se puede reducir con el contacto social a través del teléfono o internet.

Suministros inadecuados: No disponer de los suministros básicos durante la cuarentena es una de las variables que afectan sobre la ansiedad experimentada hasta 4-6 semanas después de la cuarentena.

Poca claridad en la información: El aumento del estrés percibido durante la cuarentena se suele ver afectado por la información poco clara o insuficiente. Es importante mantener una información clara sobre las acciones que se han de llevar a cabo, los motivos por los que es necesaria la cuarentena, así como los diferentes niveles de riesgo, ya que una menor claridad en esto genera una sensación de incertidumbre que lleva a ponerse en lo peor.

¿Qué se puede hacer para mitigar los efectos de la cuarentena?

En la revisión realizada, no se observó que hubiera alguna variable sociodemográfica clara para un mayor riesgo de desarrollo de problemática psicológica. Las personas con una historia psiquiátrica previa, sí son especialmente vulnerables durante este periodo, para desarrollar síntomas de estrés post-traumático, de forma coherente con lo que se refleja en la literatura previa sobre la posibilidad de desarrollar traumas durante situaciones de catástrofe en las personas con patologías psicológicas previas.

También parece observarse un riesgo mayor de impacto psicológico de la cuarentena en los trabajadores sanitarios. Los superiores de estos trabajadores han de estar especialmente atentos a la reincorporación de aquellos trabajadores que han estado en cuarentena así como tratar de ofrecer una intervención temprana sobre los posibles problemas psicológicos.

Mantenerla lo más corta posible

Es importante que la duración de la cuarentena sea lo más ajustada posible a lo razonable según la enfermedad con la que estemos combatiendo. Ha sido observado que cuando mayor es la cuarentena, los factores estresantes se aumentan, no da lugar a tolerarlos más. Por otra parte, el hecho de que se aumente la duración de la cuarentena una vez establecida esta, puede dar lugar a la exacerbación de los síntomas, así como un aumento mayor de la frustración y desmoralización

Dar a la gente la mayor información posible.

Las personas confinadas en cuarentena pueden sufrir miedo e incertidumbre sobre la posibilidad de contagiar a alguien o ser contagiados. Una adecuada comprensión de la enfermedad durante la cuarentena puede ser fundamental para las personas que sufren del aislamiento de la misma, mientras que mantener una información poco clara, puede dar lugar a mayor estrés.

Reducir el aburrimiento y aumentar la comunicación
Dar a las personas en cuarentena una información adecuada sobre cómo afrontar el aburrimiento y gestionar el estrés puede ser un mecanismo fundamental para paliar los síntomas posteriores relacionados con el impacto psicológico de la cuarentena. En esta situación, disponer de un móvil operativo es una necesidad, no un lujo. Poder conectar con la red social propia, aunque sea a distancia, puede ayudar a aquellas personas que están en cuarentena a reducir los sentimientos de aislamiento, estrés y pánico.

Asimismo, es importante dar a las personas en cuarentena instrucciones claras sobre lo que han de hacer si experimentan síntomas, así como habilitar líneas de comunicación efectivas desde las autoridades competentes. Hay evidencias de que los grupos de apoyo pueden ser efectivos para las personas que sufren alguna enfermedad en cuarentena, ya que la sensación de estar pasando por lo mismo que otros puede proporcionar sensaciones de empoderamiento y validación que les ayuden a reemplazar su apoyo social habitual.

Los trabajadores sanitarios merecen especial atención

En esta revisión se observa que los sanitarios son especialmente afectados por el estigma, y es comprensible que esto pase en caso de que pasen de ser un miembro de un equipo sobrecargado a aumentar el trabajo de estos equipos. Es importante que sus colegas más cercanos les apoyen, por una parte, así como se les preste apoyo emocional en previsión a los posibles problemas de salud mental que pueden desarrollar posteriormente.

El altruismo es mejor que la compulsión

Aunque no conocemos el efecto concreto de las acciones de ayuda a otros durante la cuarentena, probablemente por dificultad en la posibilidad de diseñar un experimento así, sí sabemos que sentir que somos útiles en situaciones de estrés puede dar lugar a una reducción de estrés propio. Por esto, una de las mejores cosas que podemos hacer en una cuarentena es seguir las instrucciones que nos pidan desde las autoridades sanitarias, ya que de este modo protegemos a los demás, especialmente a los más vulnerables. Pero además, hacer cosas, dentro de nuestras posibilidades reales, para ayudar a otros que lo estén pasando mal en esta situación, puede llegar a lograr un mejor manejo del propio estrés.

Estaremos bien.
En la distancia,
estaremos bien juntos.

Fuente: The Lancet (https://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140-6736(20)30460-8/fulltext)

Escrito por Lara Pacheco Cuevas

Cómo construir resiliencia en tus hijos

La crianza es complicada. Incluso con recursos de sobra, en la actual sociedad en la que todo ha de ir deprisa, adecuarse a las necesidades de todos los miembros de la familia se hace un camino difícil. El estrés diario termina por hacer mella en todos los miembros de la familia, incluidos los niños

Extraído de eresmama.com

Es por esto que la Asociación Americana de Psicología ha desarrollado una guía de consejos para padres que quieren aumentar la resiliencia de sus hijos, y de este modo reducir la vulnerabilidad de los más pequeños.
Aunque en la sociedad en la que vivimos es imposible modificar ciertas cosas como la forma en que vivimos, el tipo de empleo que tenemos o el transporte que necesitamos, hay algunas cosas que sí se pueden llevar a cabo para aumentar la resiliencia en los niños. La resiliencia es la capacidad para adaptarse fácilmente a la adversidad o al cambio. Es una habilidad que nos permite sobreponernos ante situaciones negativas.

Como están en riesgo los niños

Existe ya mucha literatura científica apoyando la importancia de construir adecuadamente una buena resiliencia en los niños, ya que sí carecen de ella, pueden verse afectadas diversas áreas de muchas formas, tal y como se muestra en la tabla.

Cómo desarrollar la resiliencia

Tener relaciones saludables, de protección y cariño con los adultos presentes en la vida de un niño, es uno de los factores fundamentales para desarrollar una buena resiliencia y poder sobreponerse adecuadamente al estrés al que están sometidos diariamente. Por este motivo, las madres y padres tienen un gran potencial para promover en sus hijos esta capacidad. 
Gracias a un extenso volumen de investigación sobre cómo cuándo y dónde pueden las figuras de referencia proteger a sus hijos, ayudándoles a desarrollar herramientas para el manejo del estrés diario.
En referencia a dónde se interviene para crear mayor resiliencia, en este post nos centraremos en lo que se puede hacer en casa con este fin.

Estructura

Los niños necesitan saber qué esperar del mundo y qué se espera de ellos. El hecho de que exista una estructura les da confort y seguridad. Además, un ambiente estructurado puede dar lugar a un punto de apoyo ante el caos, desorganización e incertidumbre que tienden a generar las situaciones de estrés. Para crear esta estructura en el ambiente, hay varias cosas que podemos hacer:

Elaborar y seguir unas rutinas

  • Las horas de comida
  • Las horas de sueño
  • Las horas de trabajo-deberes-estudio
  • Las rutinas de higiene
  • Rituales familiares. Por ejemplo, los viernes de juego de mesa, el paseo de fin de semana, o una cena especial los domingos.

Crear reglas y expectativas y seguirlas firmemente
Una de las claves de una maternidad o paternidad eficaces y una buena disciplina es hacer saber a los niños lo que se espera de ellos. Qué esperar si no hacen lo que deben hacer, y luego, seguir estas normas, siempre.Las normas y expectativas ayudan a crear estructura y consistencia en la vida del niño.

Lograr la consistencia siempre que se pueda
Puede que no podamos mantenernos toda la vida, por ejemplo, viviendo en el mismo barrio, pero en el caso de tener que mudarnos, podemos mantener las rutinas, o cierto contacto con algunos amigos… y siempre en cualquier cambio o situación nueva, podemos reducir el caos de la incertidumbre creando expectativas sobre lo que ocurrirá en el momento del cambio.

Crear una relación cercana y cálida
Este tipo de relaciones ayudan a los niños a sentirse especialmente seguros, y aún más cuando las situaciones que han de vivir se tornan estresantes. Es posible y recomendable, que nuestra relación sea firme respecto a las normas al tiempo que cálida y cariñosa.

Habla sobre las emociones
Los niños necesitan regular sus emociones a través de lo que ven en sus modelos, del mismo modo que hacen con muchos otros comportamientos.

Por eso es importante:
-Hablar sobre tus emociones; incluyendo la tristeza o el enfado. “Cuando ocurren accidentes me siento enfadado/a”.
-Habla de las emociones sentidas en el mundo que os rodea. Habla sobre cómo se podrían sentir los personajes de libros y películas, así como otras personas se sentirán en determinados eventos, o cómo podría hacernos sentir determinado suceso novedoso.
-Habla con tu hijo sobre todas las emociones, tanto las positivas como las negativas. Hablar con ellos sobre cómo se sienten les ayuda a aprender a regularlas de forma efectiva.

Sé modelo y discute sobre el autocontrol
Cuando hablas sobre las emociones, incluye también ejemplos de cómo se podrían expresar o aliviar adecuadamente estas emociones.
-Compórtate cuando sientes cosas como te gustaría que se comportara tu hijo.
-Juega a juegos que impliquen autocontrol, como el juego de las estatuas o a semáforo verde y rojo.
-Sé modelo de solución de problemas
-Comparte con tu hijo tus problemas, grandes o pequeños. Desde qué hacer de cena a algún trámite administrativo.
-Juega a juegos en los que tu hijo o hija tengan que resolver algo.
-Cuando tu hijo o hija te plantee alguna cuestión o problema, en lugar de inmediatamente explicarle la solución que tú tienes, empieza por preguntar “¿Tú qué crees que podrías hacer para solucionarlo?” Ayudale a través de sugerencias antes de resolver tú directamente el problema, y luego discute con él si la posible resolución adoptada será la más útil.

Construye habilidades de comunicación
Entender y usar el lenguaje es muy importante para las interacciones exitosas. Un buen uso del lenguaje así como un amplio vocabulario, además, están fuertemente relacionados con el éxito académico.
-Crea historias en familia en las que cada miembro va añadiendo una parte.
Habla con tu hijo o hija sobre su día y cuéntale el tuyo.
-Leed juntos, todos los días si es posible, desde el nacimiento. Si tu hijo ya sabe leer, haced lecturas conjuntas por turnos.
-Cantad y bailad juntos.

Fuente: apa.org

Escrito por Lara Pacheco Cuevas

“Fake news”: por qué las difundimos si no nos fiamos de ellas

Vivimos en una época de sobreinformación y sobreexposición en redes y medios de comunicación, donde abunda todo tipo de información y donde los medios  tradicionales han de convivir con otros medios que no están diseñados necesariamente para informar: algunos comercian con ella para que los consumidores dispongan de la información casi como si fuera “fast-food” (basada más en su apariencia y en la rapidez con la que satisface la necesidad que realmente en su contenido real), proliferando un procesamiento diferente de la información y  del que no siempre se hace una revisión críticos. De otro, han aparecido sitios y webs que imitan y visten como un medio serio/periodístico serio pero no lo son, y que están construidos para instalar una opinión sobre un partido político, un personaje publico o generar determinada actitud sobre un tema de actualidad. Ahí surge el contexto para la expansión de las “fake- news”


Imagen extraída de clapps.com

Así, las fake news (bulos informativos creados por medios pseudoperiodísticos para inducir una  idea y cuyo objetivo es la desinformación y la confusión), crecen habitualmente por las redes como la pólvora, donde importa más compartir y consumir que en seleccionar y reflexionar, y donde las meras opiniones (ficción, al fin y al cabo) se confunden con la realidad, deformándola o sustituyéndola de tal manera que se instaura como verdad. El cambio de algoritmos en la red, donde nos coloca información en función de nuestros gustos, afinidades y movimientos, permite la exposición continuada a ésta, con lo que el efecto y la influencia es mucho mayor.

Son muchos los expertos, de muy diversas disciplinas, que han manifestado su preocupación ante un contexto social muy proclive a este fenómeno tan polémico y perjudicial. Desde nuestra disciplina, se ha abordado desde lo que sabemos sobre el funcionamiento cerebral. Por un lado, atendiendo al producto memorístico, se afirma que el cerebro reacciona muy mal al error, sabiendo que el error permanece largo tiempo activado (de ahí la necesidad de hacer un aprendizaje sin errores y con información contrastada y veraz), haciendo que se confunda la disposición y saliencia por que ésta sea correcta e idónea. De otro, el cerebro, adaptativo y estratégico por su funcionamiento en red, utiliza toda una serie de heurísticos cognitivos y automáticos por los que si no prestamos suficiente atención, es más fácil que saquemos precipitadas y sin que hagamos una lectura crítica de lo que leemos.

De este modo, son muchas las investigaciones que buscan replicar el comportamiento de las personas en redes, para entender cuáles son las motivaciones que les lleva a compartir esta información  defectuosa. Así, varias investigaciones han encontrado resultados muy poco alentadores, encontrando como el hecho de saber que la información era falsa no les persuadía a la hora de compartirla.

Así, el grupo de Investigación de la Universidad de Canadá, buscó comprobar si realmente compartimos sin importarnos realmente la calidad y credibilidad de nuestras fuentes, y descubrieron un escenario bastante más optimista. En primer lugar, se demostró como la gran mayoría de los usuarios mostraban una genuina preocupación por la información que compartían, si bien admitían priorizar otro tipo de variables (como asegurarse el número de seguidores) para que en algunas ocasiones sí optaran por las noticias falsas.

Para ello, el estudio contó con una población de 1000 participantes en el que se facilitaba una serie de 36 noticias incompletas (atendiendo a cómo leen las personas las noticias,  pues cada vez se leen menos noticias completas), con varias pruebas insertas para que pudieran comprobar si eran ciertas o no. La mitad de las noticias eran “fake news” y la otra mitad eran verdaderas, de las cuales la mitad eran favorables al partido demócrata y la otra, al partido republicano. Al final se les preguntaba si las consideraban compartir o no. Los resultados mostraron como los participantes mostraban una mayor tendencia a compartir los artículos veraces por encima de las “fakes news”, sin embargo, dentro de los artículos que consideraban falsos, preferían compartir aquellas que eran afines a su ideología, aunque supieran de su poca verosimilitud.

En un segundo estudio, con 2.700 participantes de Twitter, cuando se les incitaba a reflexionar sobre la veracidad de los títulos de las noticias, se observaba una tendencia positiva a compartir artículos veraces , y sobre todo, aquellos coherentes con sus filiaciones políticas. En la versión final, se volvió a contar con más de 5000 usuarios de twitter, y tras enviarles artículos confiables, se les pidió que analizaran su credibilidad. Efectivamente, se observó un efecto moderado en la tendencia a compartir artículos más confiables, con tendencia a utilizar prensa altamente (The New York Times) incluso 24 horas después de haberles pedido que revisaran la información.

Todos estos resultados confirman la importancia que da la gente en redes a compartir información veraz. Y sí, también se comparte información que se considera una “fake new”, pero el hecho de que se comparta no quiere decir que las personas se la crean fehacientemente. Es más, cuando se les induce a prestar atención al contenido a compartir, las personas tienden a corregir y ser más crítico con la información, afirmando que otras variables (como el número de seguidores o el impacto de la noticia) son las que distraen y afectan para la proliferación de fake news en redes.

Aún en desarrollo y con la vista puesta en el futuro, los investigadores se mostraron optimistas con el control informativo, aduciendo que puede ser de gran utilidad mandar boletines periódicos a los usuarios de las redes informando y alertando de la importancia de compartir noticias veraces, y como con solo ese mecanismo podían tener una influencia en el comportamiento, sin recurrir a la utilización de un organismo central que sirva de filtro y censor de las noticias no veraces.

Todo ello nos hace pensar que, independientemente de la existencia de este tipo de bulos, las personas mostramos una preocupación  importante por compartir información veraz. Y lo importante que es estar concienciados de esta necesidad para no caer en la inercia de compartir información sin prestar atención sobre lo que compartimos.

Escrito por David Blanco Castañeda.

Fuente: Research Digest, Clapps, Huffington Post

Miedo al Cambio

Paradójicamente, aunque somos una especie que tenemos las habilidades necesarias para cambiar y evolucionar debido a un muy desarrollado cerebro y sus correspondientes funciones cognitivas, así como una mente flexible que intenta adaptarse a situaciones cambiantes mediante un amplio repertorio de conductas no tan acotado por patrones biológicamente “impuestos” o establecidos (como el del resto de animales), tememos a menudo el cambio: todos los seres humanos, en mayor o menor medida, en alguna ocasión a lo largo de nuestra vida lo terminamos vivenciando. En esas situaciones el miedo es una emoción que se interpone en nuestro camino y nos hace perder claridad sobre nuestro potencial, pero ¿de dónde viene y qué significa esa sensación?.


Imagen extraída de www.laportadacanada.com

Principalmente se debe a que tememos lo cambiante ya que no se conoce ni se puede anticipar el resultado fruto de ello. Aunque quedarse quieto puede conllevar un mayor riesgo que cambiar, en muchas ocasiones las personas preferimos, ya sea profesionalmente o en una relación, por ejemplo, correr el riesgo de quedarnos atrás si no se continúa creciendo en lugar de afrontar una situación novedosa de desarrollo. Es decir, en distintos estudios se ha demostrado que rechazamos la incertidumbre (a pesar de que estamos programados para poder resistirla y abordarla), nuestro cerebro prefiere un resultado negativo predecible sobre uno incierto, aún pudiendo ser positivo o favorable.

1. La incertidumbre alimenta nuestros temores.

A nuestro cerebro le gusta tener el control. La incertidumbre genera una fuerte respuesta de alerta en nuestro sistema límbico y amígdala, la cual suscita una serie de sensaciones subjetivas desagradables o aversivas, por eso nos preocupamos.

Ante la falta de información controlable nuestro cerebro experimenta miedo, por eso tendemos a especular. Creamos historias, tanto reales como imaginarias, que nos contamos a nosotros mismos como modo de rellenar esa parcela sobre la que no tenemos datos certeros. En ese momento narramos nuestras vidas como si estuvieran fuera de nuestro control; sentimos que estamos jugando un papel desde el exterior sin tener en cuenta que se puede tener un rol potencialmente activo a pesar de que haya factores fuera de nuestro control que puedan influir en los resultados.

2. Aceptar la impermanencia de la vida en ocasiones nos hace sufrir.

Cuando termina un trabajo o una relación, incluso el verano o las vacaciones, nos quedamos estancados, nos cuesta mucho seguir adelante. Seguimos repitiendo viejos patrones o historias en lugar de abrir nuestra mente a lo que está por venir.

Un estudio sobre lo positivo que sería construir puentes entre el budismo y la psicología occidental muestra que abrazar la impermanencia como ley universal de vida contrarresta los ciclos de pensamientos negativos y rumiaciones. Cuando aceptamos que cada historia en la vida tiene un final podemos relajarnos, y sintiéndonos más tranquilos podremos afrontar nuevos retos.

“Nadie se baña en el río dos veces porque todo cambia en el río y en el que se baña”. Heráclito de Éfeso.

3. Nuestro miedo al fracaso también alimenta nuestra aversión al cambio.

El afán perfeccionista y sobreexigente puede tener el efecto contrario al esperado ya que cuando estamos bajo presión tendemos a cometer más errores. Bajo el estándar de que “si se hace algo es para conseguir la perfección” lo previsible en la mayoría de las personas es que aparezca la procrastinación.

Procrastinar puede significar dos cosas: por un lado, falta de seguridad en nuestros propios recursos para abordar una determinada situación debido a que posiblemente no sean los adecuados, para lo cual se podrían aprender nuevas herramientas más acertadas para según qué tarea; y por otro, miedo a comenzar a hacer algo y que no salga según nuestras expectativas o incluso pueda derivar en fracaso.

Saber navegar en la incertidumbre es muy importante, así como seguir haciendo las cosas a pesar del miedo, es lo que finalmente nos lleva a superarlo y comenzar a sentir un aumento de nuestra autocompetencia.

En resumen, convertirnos en los autores de nuestras vidas supone empezar por reformular la relación que establecemos con respecto a la incertidumbre, la impermanencia de las cosas y el perfeccionismo.

Algunas etapas vitales serán más proclives a la aparición de dicho miedo. A medida que vamos madurando tendremos que tomar decisiones y aprender a autogestionar nuestro propio camino en la vida. El salto a independizarse, cambiar de trabajo (o elegir uno; incluso vivenciar un continuo estado de precariedad laboral), romper una pareja de larga duración porque ya no funciona, moverse de ciudad o tomar la decisión de ampliar la familia, cambios todos ellos que prototípicamente se llevan a cabo en el ecuador de la vida harán que la etapa vital por excelencia donde es más proclive la aparición del miedo al cambio sea la comprendida entre los 20 y 60 años. Eso no quiere decir que no pueda aparecer en otros momentos vitales, ni debido a otros detonantes a los anteriormente mencionados, sino que la tendencia es que las personas asuman esos cambios con más frecuencia en el final de la juventud y durante su vida adulta.

Puede manifestarse en diferentes áreas vitales: la relevancia de cada una de ellas a nivel personal será lo que propicia un mayor grado de malestar, es decir, existe un amplio abanico de diferencias interindividuales en este aspecto. Para alguien cambiar de amigos será lo más costoso, mientras que para otros el ser versátil en el entorno laboral o fluir en las relaciones sentimentales será lo que les paralice.

Estilos de crianza parentales más evitativos o tendentes a la sobreprotección asimismo fomentarán que se eluda el hecho de que algo en la vida de una persona no funciona pero se prefiere en lugar de poner en marcha mecanismos para modificarlo. Además de que la sobreprotección en la infancia deriva en futuros adultos que pueden no tener las habilidades necesarias para ser autosuficientes, probar diferentes alternativas e incluso baja autoestima e inseguridades con respecto a su capacidad de solución de problemas.

“AÚN CON MIEDO, ¡HAZLO!” COMO PREMISA PARA SUPERAR EL MIEDO AL CAMBIO

Al partir de la base de que la situación problemática del cambio se etiqueta como «miedo» podremos concluir que el método o técnica empíricamente validado y que ha sido denominado como de primera elección a tal efecto es la exposición.

Es decir, de manera progresiva (muy importante este dato, si no una intensidad elevada sería tan aversiva que la persona no podría aprender de manera adecuada lo no nocivo del cambio) habrá que ir escogiendo situaciones generadoras de cambios vitales-personales de cara a poder acumular la suficiente evidencia empírica para reevaluar si tan “peligroso” es tomar decisiones que impliquen situaciones cambiantes. Aprender las herramientas necesarias para abordar dichas situaciones o modificar aquellas otras estrategias de afrontamiento que hasta el momento más que una solución del problema estaban siendo el detonante del miedo a cambiar (por ejemplo, la procrastinación) hará que finalmente la persona que decida realizar un determinado cambio en su vida pueda marcarse esa meta y trabajar por ella en lugar de paralizarse y quedarse en el inmovilismo.

Una educación emocional potente también reduce el estigma al cambio y alivia el temor que algunas personas tienen a comprometerse con nuevos proyectos en su vida.

Si resumiéramos en qué 7 pasos se puede basar la superación del miedo al cambio diríamos:

  • La vida es cambio y el cambio significa vida: todo está en continuo movimiento, nada es estático.
  • Acepta la situación, ¡pero no te resignes a ello! El cambio puede entenderse como una oportunidad para aprender de su abanico de posibilidades. Después de eso será más fácil ponerse en modo acción, tomar decisiones y empezar a modificar cositas.
  • El fracaso también puede verse como algo positivo. En el camino de conseguir aquello que se quiere o necesita habrá ocasiones en las que se comentan errores, eso significa que se están intentando cosas nuevas, pero sobre todo: se están haciendo cosas. Comete nuevos errores, errores asombrosos y que posiblemente nadie haya cometido antes, no te preocupes si no es perfecto, lo que sea que te dé miedo a hacer, ¡hazlo! así se consiguieron los retos e inventos más importantes de este mundo. Intentando, fracasando, reevaluando, tomando decisiones, solucionando problemas, etc… se evitará la paralización, se aprende.
  • Celebra cada pequeño éxito: por muy pequeño que sea será necesario que vayas reforzando cada logro conseguido. Lo más importante no es sólo el resultado final, sino cada paso del proceso de cambio.
  • Sé responsable. Se puede conseguir dejar de lado las expectativas para concentrarse exclusivamente en aquello que puedes controlar.
  • Sé paciente: los cambios son un proceso, que no se consiguen de la noche a la mañana, no por más ansiar que se produzca rápido finalizará antes, todo lo contrario, la falta de paciencia y tesón generarán frustración y angustia.
  • Sal de tu zona de confort: piensa sobre si tu situación actual te reconforta. Cuando queremos protegernos de la incertidumbre, perdemos la conciencia del momento presente y dejamos de disfrutar lo que la vida nos da.

Evita vivir en piloto automático y no cierres la puerta a nuevos capítulos; para ello será necesario autoevaluar y escanear la situación de vida actual, es decir, ser consciente de cuáles son tus valores en las diferentes áreas vitales (emociones, salud y bienestar, familia, pareja o relaciones íntimas, amigos y relaciones sociales, ocio,  tiempo libre y descanso, espiritualidad, economía, trabajo y carrera profesional, educación, crecimiento y desarrollo personal, política e inquietudes sociales, …) y cuál es la dirección valiosa que quieres seguir para vivir tal y como te gustaría.

En una sociedad que avanza a un ritmo apabullante, con multitud de nuevos retos (principalmente referentes a los avances tecnológicos) y donde la máxima de vida tiende, no sólo a sobrevivir, sino a conseguir la felicidad, las personas a veces sentimos que no somos capaces de soportar tal magnitud de avances y desafíos.

Sin embargo, nuestra historia de vida está llena de alternativas, y el miedo al cambio anula la posibilidad que tenemos de cerrar ciertos capítulos para comenzar otros nuevos. Porque no, no siempre es cierto el refrán de «más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer». Un autoescaneo en función de los valores que consideramos importantes en nuestra vida nos ayudará a detectar si estamos estancados, algo o alguna relación nos genera malestar o no estamos viviendo conforme a nos gustaría… Una vez identificada la necesidad de cambio desde Cenit Psicólogos siempre te animaremos a “aún con miedo, ¡hazlo!”, intentando resolver poco a poco los pasos para alcanzar la meta propuesta, siempre con el aliciente de experimentar y disfrutar del cambio de rutina.

Escrito por Maite Nieto Parejo

Fuente: www.psychologytoday.com

Cómo ayudar a alguien que sufre emocionalmente

Apoyar a alguien que lo está pasando mal es duro. Los seres humanos estamos hechos para hacernos cargo de las emociones de los otros. Querríamos poder ayudar a otros cuando lo pasan mal, pero no pasarlo igualmente mal al ayudar. El contagio emocional, sin embargo, es inevitable. Lo puedes notar al escuchar a alguien cerca llorando o frustrado por algo. En ese momento puedes notar como se acelera tu respiración o el latir de tu corazón.

Extraída de https://interpretsocial.wordpress.com/

La mayoría de personas que sufren emocionalmente, lo que quieren es sentirse escuchadas y comprendidas, no escuchar consejos sobre cómo sentirse mejor. Desgraciadamente, tendemos a buscar soluciones fáciles y a usar tópicos para ayudar que solo suelen afectar aumentando el dolor del otro, llegando a la incomprensión.

Si te ves en la situación de acompañar a alguien sufriendo, aquí tienes algunas recomendaciones para ayudarle.

  1. Escucha y valida sus experiencias y emociones.
    Puedes simplemente decir «debe ser muy duro pasar por eso» o «imagino que debe ser muy doloroso, lo siento»
  2. Haz preguntas sobre su experiencia.
    Si preguntas por lo que está pasando y como lo vive la persona, puedes lograr clarificar lo que está pasando y de este modo empatizar con ella, o simplemente ayudarle a organizar sus pensamientos. Si no quiere hablar sobre lo que le hace sufrir, reaspétalo.
  3. Contacto ligero.
    Puedes poner tu mano en su hombro o espalda. Pregunta si está bien con la idea de que le toquen y respeta lo que te diga. El contacto puede ser más dañino que positivo según la situación, y la única forma de saber cómo va a afectar es preguntar.
  4. Rodearle con el brazo.
    Esta forma de contacto también puede ser útil, pero igualmente puede que la persona que lo recibe no lo disfrute en ese momento. Si no le sienta bien, es clave respetar su decisión
  5. Contacto visual.
    Es una herramienta fundamental en la comunicación, de hecho si mantienes el contacto visual con una persona sufriendo, le estarás transmitiendo compromiso, haciéndole ver con ello que quieres estar con él o ella y que ves su sufrimiento. Evitar el contacto visual puede hacerle sentir que no quieres saber lo que le ocurre, evitar ese sufrimiento y escapar de la situación.
  6. Usa un tono de voz calmado.
    Evita subir el tono de voz o gritar a una persona en sufrimiento emocional. Aunque sea complicado a veces, un tono de voz incluso bajo o susurrante puede ayudar más.
  7. Respira despacio a su lado.
    En ocasiones, cuando alguien se encuentra muy mal o sufriendo emocionalmente, su respiración se altera y respondemos diciéndole que respire más despacio. Esto puede servir en alguna ocasión, pero más frecuentemente ayudará hacer notar nuestra propia respiración profunda o ralentizada, ya que es algo relativamente sencillo de sincronizar entre dos personas y será más sencillo a través de la imitación que por propia voluntad de la persona que lo está pasando mal.
  8. Apóyale físicamente también.
    Puede ser una forma de contacto también poco invasiva. Incluso apoyar tu espalda contra la suya puede dar la sensación de estar presente para él o ella y estar más a su disposición sin presionar.
  9. Sé consciente de tu propio estrés.
    Ayudar a alguien sufriendo puede ser gratificante, pero a la vez, puede sobrecargarnos. Si tratando de ayudar a alguien te ves sobrepasado emocionalmente, en lugar de ayudar, terminarás por hacer más daño que bien. Trata de ser consciente de tu propio estado emocional cuando tratas con alguien que necesita ayuda.
  10. Retírate cuando sea necesario.
    Apoyar a alguien que está sufriendo puede ser complicado, así que si ves que te está consumiendo demasiada energía puede ser bueno retirarte a tiempo.

En general, también recuerda que será necesario que preguntes y busques feedback sobre tu actuación para no hacer de más o bien para no sobrecargarte tú. Ayudar es positivo pero es importante mantenerte seguro o segura emocionalmente.

Escrito por Lara Pacheco Cuevas

Fuente: Psychology Today